25 HOMILÍAS MÁS PARA EL DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO
21-25


21. INSTITUTO DEL VERBO ENCARNADO

COMENTARIOS GENERALES

Sobre la Primera Lectura (Oseas 2, 14-15. 19-20)

Desde Oseas, la Alianza del Sinaí es interpretada, profundizada y vivida como Alianza = Desposorio:

- Oseas, Profeta de Dios, es todo él signo y mensaje. Lo es, sobre todo, en el drama que desgarra su vida matrimonial. Amó y ama a su esposa. Pero su esposa le traiciona y le es infiel una y otra vez. Ahora el Profeta proyecta su drama -un amor no amado- a las relaciones de Dios con Israel e interpreta la Alianza del Sinaí como Desposorio de Dios con Israel. Esta hermosa interpretación enriquece la Alianza. El Éxodo dejó a salvo la trascendencia y majestad de Dios en el Sinaí. Pero Oseas acentúa el amor y terneza de Dios; y así la Alianza se torna más íntima y personal, más cálida y cordial. El tema Alianza = Desposorio sigue inagotable en boca de todos los Profetas (Is 50, 1; 54, 6-7; Jer 3, 1-22; 4, 31; Ez 16, 35) y, sobre todo, en el Cantar de los Cantares.

- El amor de Oseas a la esposa infiel simboliza el amor perseverante de Dios. Dios, por todos los medios y caminos, busca la conversión y retorno de la esposa: 'La llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Yo la voy a seducir' (16). El 'Desierto' es para Oseas la época ideal del fervor y fidelidad de Israel. En los días del 'Desierto', pendiente en todo de Dios y alejada de seducciones idolátricas, la Es­posa era fiel a su Esposo. Pero ahora la vida sedentaria y cómoda de Canaán y los cultos idolátricos cananeos han seducido a la versátil Esposa; y se ha mancillado con sus adulterios y prostituciones (2, 4). Por esto Dios, a esta Esposa infiel y enamoradiza que se va tras todo seductor (7), la va a someter al castigo del destierro, para que recapacite y sienta la vergüenza de su triste estado (17). En la prueba del Destierro, y en la soledad y abandono del Desierto, Israel retornará purificada al amor de su Dios.

- Y así Dios prepara a la Esposa para el Despo­sorio o Alianza que será la 'Nueva y Eterna Alianza': 'Te desposaré conmigo para siempre. Te desposaré en derecho y justicia, en amor y benignidad; te desposaré en fidelidad. Y tú corresponderás a Yahvé' (20). Eso se realizará en el Desposorio Cristo-Iglesia (cfr Is 51; 52; 54; 60; 61; Jer 31, 31-35; Ez cc. 36-37; Ef 5, 22-32).

Sobre la Segunda Lectura (2 Corintios 3, 1-6:)

Prosigue Pablo la apología de su persona, intenciones y conducta:

- Lamenta que deba utilizar ante los Corintios este recurso. ¿Acaso él, Apóstol y Fundador de la Iglesia de Corinto, va a necesitar, cual si fuera advenedizo, cartas de recomendación? (1). Es una pun­zante ironía que sonroja a la vez a los Corintios, que ponen a Pablo en trance de tener que escribir su propia apología, y a los judaizantes, perturbadores de la Comunidad de Corinto, que para acreditar su autoridad han presentado ante los fieles cartas co­mendaticias de las autoridades cristianas de Jerusa­lén (Rm 16, 1; Act 18, 27; Cor 4, 10; 3 Jn 9, 10. 12).

- Pablo no debería necesitar en Corinto cartas comendaticias. Su mejor carta de recomendación son ellos mismos. Ellos, sus neófitos, sus hijos, deberían ser su timbre de gloria. El testimonio más elocuente de su apostolado. Pablo, partiendo de la anterior expresión: 'Cartas comendaticias', la aplica a sí mismo y a los Corintios: Él, secretario de Cristo, ha escrito el Evangelio en la Iglesia de Corinto. Lo escribió no con tinta, sino con el Espíritu Santo. Lo escribió no en tablas de piedra, sino en los corazones. Lo escribió no en pergaminos secretos, sino en la vida de los neófitos patente a todos los hombres (2-3). Por tanto, los Corintios son Carta viviente de Cristo. Son vida palpitante de Espíritu Santo. Son testigos del Evangelio patente por ellos a todos. Y, por ende, son las credenciales del apostolado de Pa­blo, su mejor timbre de gloria.

- La gloria que se atribuye Pablo como Apóstol no es ni jactancia ni loca presunción. No es jactancia, pues sabe muy bien que toda le viene de Dios por Cristo (4). Y no es loca presunción, pues conoce muy bien los valores de la gracia que posee. Los judaizantes, sus adversarios, siguen apegados a la Alianza mosaica. Pablo es Apóstol de la Nueva Eterna Alianza. El cotejo entre la Vieja y la Nueva Alianza indica cuán inferiores a Pablo quedan sus adversarios, los judaizantes: La Ley vieja, economía de letra, de pecado, de muerte, de servidumbre, de temor, de condenación. La Economía Nueva, la cristiana, Economía de Espíritu, de gracia, de vida, de salvación, de filiación (6). 'De todo ello es ahora prenda el sacramento recibido; un día gozaremos su realidad cumplida' (Postcom.).

Sobre el Evangelio (Marcos 2, 18-22)

Interesante este pasaje porque el mismo Jesús nos declara que llegó la hora predicha por los Profetas de la Alianza = Desposorio Nuevo y Eterno.

- El Esposo es el mismo Jesús. Con Él tenemos la presencia del Esposo, la hora de las Bodas Mesiánicas (Mt 22, 1-14; 25, 1-13; cfr Os 1-3). Si la Era Mesiánica es Alianza nupcial, debe vivirse:

- a) En gozo de banquete de bodas. Y bien que el Esposo se nos aleje en su presencia corporal, queda presente siempre en su Iglesia, por la fe, el amor, la Eucaristía. El gozo es pleno y perenne (19).

- b) En cambio total de actitudes: Los fariseos y los discípulos de Juan, con sus ayunos y sus prácticas legales, están en falso. Viven anclados en Moisés y en la Antigua Alianza. Esto les impide mirar al Mesías y aceptarlo (15). Jesús predica el ayuno, pero como conversión, no como formulismo.

- c) En renovación total (21-22): La Ley mosaica debe dejar paso a Cristo, al Espíritu Santo. San Pablo nos enseña cómo el matrimonio cristiano va a ser un signo de la Alianza = Desposorio: Cristo-Iglesia (Ef 5, 32), que hemos de vivir en gozo, amor, entrega y renovación perennes.

*Aviso: El material que presentamos está tomado de José Ma. Solé Roma (O.M.F.),"Ministros de la Palabra", ciclo "B", Herder, Barcelona 1979.

 


 

 SANTO TOMÁS DE AQUINO

 

Catena Áurea -Exposición de lo cuatros evangelios

Mc 2, 18 22

(Glosa) Así como antes se argüía a los discípulos porque el maestro comía con los pecadores, así ahora se acusa cerca del maestro a los discípulos de que no ayunan, a fin de que resulte materia de disidencia entre ellos. 'Siendo también, sigue, los discípulos de Juan y los fariseos muy dados al ayuno'. (Teof.) Los discípulos de Juan, imperfectos todavía, conservaban las costumbres judaicas. (San Agustín, De cons.Evang ., lib. 2, cap. 27.)Se puede acaso creer añadiese a los fariseos, porque juntamente con los discípulos de Juan, dijeron al Señor lo que sigue, cuando San Mateo afirma que fueron los discípulos de Juan solamente los que lo dijeron; pero estas palabras indican mejor que los unos dijeron esto de los otros: 'Vinieron a preguntarle: ¿No nos dirás por qué razón, ayunando los discípulos de Juan', etc. Estas palabras indican que fueron los convidados que allí estaban los que fueron a Jesús, y dijeron lo mismo a los discípulos; de suerte que la palabra 'Vinieron' no se refiere a éstos, respecto de los cuales añade: 'Siendo también los discípulos de Juan y los fariseos muy dados al ayuno'; pero porque ayunaban éstos, es por lo que vienen los otros; por lo cual dice San Mateo: 'Y llegaron a Él los discípulos de Juan, diciendo', etc. ¿Por qué sino porque estaban presentes los apóstoles hizo esta objeción cada uno como pudo? (San Crisóstomo) Los discípulos de Juan y los fariseos, llenos de celos contra Cristo, le preguntan si solo con sus discípulos triunfa de las pasiones sin abstinencia ni trabajo. (Bed.) Pero Juan no bebe vino ni cerveza, porque la abstinencia aumenta el mérito de quien no tiene poder ninguno sobre la naturaleza; pero el Señor, que tenía el poder natural de perdonar los pecados; ¿por qué había de obligar a aquellos a quienes podía hacer más puros que los mismos abstinentes? Mas el mismo Cristo ayunaba por no faltar al precepto, y comía con los pecadores, para que contempláramos su gracia y conociésemos su poder.

'Respondióles Jesús: ¿Cómo es posible que los hijos de las bodas ayunen...?', etc. (San Agustín, ut supra) San Marcos llama hijos de las bodas a los que San Mateo hijos del esposo (cap. 9), pues debemos entender por hijos de las bodas no sólo a los del esposo sino también a los de la esposa. (San Crisóstomo) Él se llama esposo a sí mismo, como que había de desposarse con la Iglesia. El desposorio es la entrega de las arras, esto es, de la gracia del Espíritu Santo, por la cual ha creído el universo mundo. (Teof.) También se llama esposo no sólo porque se desposa con las almas vírgenes, sino porque el tiempo de su primera venida no es de dolor ni de tristeza para los que creen en Él, ni tampoco de trabajo, sino de descanso. Nos concede, pues, sin formalidades legales el descanso por el bautismo, por el cual conseguimos fácilmente la salvación. Los hijos, pues, de las bodas, o del esposo, son los Apóstoles, porque son dignos, por la gracia de Dios, de todo bien celeste y de participar de toda felicidad. (San Crisóstomo) Dice que toda angustia será extraña a su vida cuando añade: 'Mientras que tienen consigo al esposo', etc. Está triste el que no tiene el bien presente, porque el que le tiene se alegra lejos de entristecerse. Pero para combatir su arrogancia y manifestar que no guardaba a sus discípulos para la lascivia, añade: 'Tiempo vendrá en que les quitarán al esposo', etc., que es como si dijera: Vendrá tiempo en que demostrarán que son hombres. Cuando, pues, se les quite el esposo, ayunarán esperando su venida, a fin de unirse a Él con sus espíritus purificados por angustias corporales. Manifiesta también que no hay necesidad de que ayunen sus discípulos, puesto que tienen consigo al esposo de la naturaleza humana, que preside en todas partes en nombre de Dios, y da a todo la semilla de la vida. Se digna también dispensar del ayuno a los hijos del esposo, porque son niños, y no pueden conformarse en todo al padre y al esposo, que tienen en consideración su infancia. Pero cuando desaparezca el esposo, y lleguen a edad cumplida, ayunarán según su deseo, y se unirán nupcialmente al es poso, sentándose con Él por siempre a un banquete real. (Teof.) Se ha de comprender, pues, que todo hombre que obra el bien es hijo del esposo, y le tiene consigo, esto es, a Cristo, y no ayuna, no haciendo obra de penitencia, porque no peca; pero cuando el esposo se retira, cayendo el hombre en el pecado, ayuna y se arrepiente para curar de su delito.

(BED.) En sentido místico se puede exponer que los discípulos de Juan y los fariseos ayunan, porque todo el que se gloría de las obras de la ley sin fe, y sigue las tradiciones de los hombres, y oye los oráculos de Cristo sin fe en el corazón, privándose de los bienes espirituales, languidece por el ayuno de su corazón; en tanto que el que se une a Cristo fielmente no que da en ayunas; porque se alimenta de su propia carne y de su sangre.

'Nadie, prosigue, pone un remiendo de paño nuevo o recio', etc. (San Crisóstomo) Como si dijera: Porque son predicadores del nuevo Testamento no es posible sujetarlos a las leyes antiguas. Vosotros observáis con razón las costumbres antiguas, guardando el ayuno mosaico. Pero no es necesario que los que han de trasmitir a los hombres nuevas y admirables observancias se sometan a las antiguas, sino que sean virtuosos en sus almas. Tiempo vendrá, sin embargo, en que observarán el ayuno con las demás virtudes; pero este ayuno difiere del de la ley, porque éste era por necesidad y aquél será por voluntad, a causa del fervor del espíritu del cual aun no son capaces. 'Tampoco, prosigue, echa nadie vino nuevo en vasijas viejas', etc. (Bed.) Compara a los discípulos con los odres viejos, que es tallan más fácilmente con el vino nuevo, esto es, los preceptos espirituales. Serán, pues, odres nuevos, cuando después de la ascensión del Señor sean renovados por el Espíritu de consolación, y entonces se pondrá el vino nuevo en cueros nuevos, esto es, el fervor del Espíritu Santo llenará los corazones que sean espirituales. El que ha de enseñar, pues, ha de cuidar de no confiar los secretos de los nuevos misterios a los que perseveran en su antigua malicia. (Teof.) O de otro modo: los discípulos son asimilados a los vestidos viejos por la enfermedad de sus almas, a las que no era conveniente imponer el grave precepto del ayuno. (Bed.) Ésta es una par te de la doctrina, que concierne a la templanza de la vida nueva, la cual enseña como ayuno general la privación de todos los goces temporales que causan alegría profana. Porque si esto se hace, se quebranta la doctrina, y no conviene a la vejez. Con el vestido nuevo se representan las buenas obras exteriores, y con el vino nuevo el fervor de la fe, de la esperanza y la caridad, que nos reforman interiormente.


 

 SANTO TOMÁS DE AQUINO II


EL BANQUETE EUCARÍSTICO

a) Manjar que da la vida de la gracia (3 q.79 a.1)

Panis, quem ego dabo, caro mea est pro mundi vita (Io 6,25). Los efectos de este sacramento se derivan:

1) De que contiene a Cristo, que así como vino visiblemente al mundo para traerle vida, según aquello de San Juan (1,17): Gratia et veritas per Iesum Christum facta est, viene sacramentalmente al hombre para traerle la vida de la gracia: Qui manducat me, vivit propter me (lo 6,58).

Dice San Cirilo (In Lc. 23,10: PG 72,92): 'El Verbo vivificante, al unirse a la carne y hacerla propia, la hizo también vivificadora. Era conveniente que se uniera a nos otros por su carne sagrada y la preciosa sangre que recibimos en la bendición vivificante del pan y del vino'.

2) De que es una representación de la Pasión de Cristo y lleva a cabo en el hombre lo que ella consiguió para el mundo. Es como si el comulgante pusiera sus labios en la llaga del costado de Cristo para beber de ella (cf. Chrysost., Hom. 85 in Io.: PG 59,463). Por eso mismo dijo el Señor:

Esta es mi sangre... que será derramada por muchos para remisión de los pecados (Mt 26,28).

3) De la forma simbólica con que se administra este sacramento. Como el alimento corporal sustenta, da crecimiento, restaura y deleita, la Eucaristía produce estos mis mos efectos en la vida espiritual. Mi carne es verdadera co mida y mi sangre es verdadera bebida (Io. 6,56).

4) Del simbolismo de la unidad. Como el pan unió multitud de granos, de trigo y el vino diversas vides, esta sacramento es el 'sacramento de la piedad, signo de la unidad, vínculo de la caridad' (San Agustín, In Io,. tr.26: PL 38;1613). La unión producida es la de la caridad por medio de la vida da la gracia.

b) Manjar que da la vida eterna (a.2)

Urgiendo los anteriores raciocinios llegamos a concluir que la Eucaristía nos lleva a la vida eterna, que es el fin de Cristo, de su pasión, de la verdadera unidad con Dios y del mismo alimento, que será perfecto en el cielo. 'Los hombres desean comer y beber para no tener más hambre y sed si pudieran, cosa que no consigue más que este alimento, que vuelve a los que lo toman inmortales incorruptibles, en compañía de los santos, en paz y unidad plena y perfecta' (cf. S. Agust., ibid.

La pasión del Señor, cuya virtud se comunica a este sacramento, es causa suficiente para producir la gloria, a la que, sin embargo, no nos lleva inmediatamente porque conviene que antes compadezcamos con Cristo para que seamos conglorificados con Él (Rom. 8,17). Tampoco este sacramento nos introduce inmediatamente en la gloria, pero su efecto es el de darnos fuerzas para llegar a ella, por lo que recibe el nombre de viático. Elías, que después de comer y beber pudo andar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte Horeb (3 Reg. 19,8), es figura de la Eucaristía (ibid. ad 1).

b) La comunión sacrílega(3 q.80 a.4)

1. El sacrilegio

Todo el que comulga en pecado mortal es reo de falsificar este sacramento, incurriendo en el pecado Mortal de sacrilegio.

Falsifica este sacramento porque, aceptando los símbolos, contradice su significado. En efecto, la Eucaristía simboliza dos cosas, a saber, el cuerpo de Cristo, al cual con tiene, y a su cuerpo místico o unión con todos los justos. Por tanto, todo el que comulga está poniendo en práctica un sacramento que significa su unión con Cristo y la incorporación a su cuerpo místico. En cambio, el pecador, por una parte, simboliza esa unión, y por otra, la falsifica y miente, puesto que e1 pecado es la contradicción total de la fe formada, necesaria para que exista.

No existe contradicción alguna entre que la Eucaristía sea el mejor remedio del pecado y no pueda recibirse con él, pues no todos los medicamentos deben propinarse en el mismo estado de enfermedad, y lo que conforta después de la fiebre quizás dañase con ella. Bautismo y penitencia son medicinas purgativas (que reciben su eficacia del voto de recibir la Eucaristía, afirma en otros lugares); la Eucaristía, preventiva y conformativa (ad 2) .

2. Gravedad de este sacrilegio

La maldad de los pecados depende del objeto contra que se peca. Ocupan el primer grado los cometidos contra la Divinidad, como la infidelidad y la blasfemia; el segundo los que se dirigen contra la Humanidad de Cristo; el tercero los que ofenden a los sacramentos de la Santa Humanidad, y el cuarto los que van contra las criaturas.

Por lo tanto, el pecado de los que Crucificaron al Señor en su propio cuerpo visible es más grave que el de quienes le ofenden bajo la especies sacramentales, sobre que los primeros procedieron con la intención directa de hacer daño al Señor, lo que no suele darse en el sacrilegio. Existe, sin embargo, gran semejanza, como existe también como el que manchado por la deshonestidad u otro pecado mortal se atreve a comulgar y Judas, pues uno y otro le entregan a sus enemigos valiéndose de un signo exterior de afecto.

Ciertamente que el pecado deshonesto ofrece un impedimento especial a la Eucaristía, puesto que inclina hacia la carne, enfriando todo fervor y caridad, pero esto no quiere decir que sea el pecado más opuesto, pues por encima de él, más enemigos de Cristo y de la unidad de su cuerpo, son los pecados del espíritu, y muy principalmente los de infidelidad.


 

 FRAY LUIS DE LEÓN

Textos extraídos de Los nombres de Cristo, Rey de Dios (cf. Obras completas castellanas: BAC, 2ª ed. P.566-569)

La ley antigua y la ley de gracia

a) LEY DE MANDAMIENTOS Y LEY DE AMOR

'La primera se llama ley de mandamientos, porque toda ella es mandar y vedar. La segunda es dicha ley de gracia y de amor, porque no nos dice que hagamos esto o aquello, sino hácenos que amemos aquello mismo que debemos hacer. Aquélla es pesada y áspera, porque condena por malo lo que la voluntad corrompida apetece por bueno, y así hace que se encuentren el entendimiento y la voluntad entre sí, de donde se enciende en nosotros mismos una guerra mortal de contradicción. Mas ésta es dulcísima por extremo, porque nos hace amar lo que nos manda, o por mejor decir, porque el plantar e injerir en nosotros el deseo y la afición a lo bueno es el mismo mandarlo. Y porque, aficionándonos y, como si dijésemos, haciéndonos enamorados de lo que manda, por esa manera, y no de otra, nos manda. Aquélla es imperfecta porque, a causa de la contradicción que despierta, ella por sí no puede ser perfectamente cumplida, y así no hace perfecto a ninguno. Esta es perfectísima, porque trae consigo y contiene en sí misma la perfección de sí misma. Aquélla hace temerosos; aquésta, amadores. Por ocasión de aquélla, tomándola a solas, se hacen en la verdad secreta del ánimo peores los hombres; mas por causa de ésta son hechos enteramente santos y justos. Y como prosigue San Agustín largamente en los libros De la letra y del espíritu (cf. c.28-31: Oper. ed. Maur., t.10), poniendo siempre sus pisadas en lo que dejó hollado San Pablo, aquélla es perecedera, aquésta es eterna; aquélla hace esclavos, ésta es propia de hijos; aquélla es ayo triste y azotador, aquésta es espíritu de regalo y consuelo; aquélla pone en servidumbre, aquésta en honra y libertad verdadera".

b) LO PRINCIPAL DE LA NUEVA LEY

'Pues como sea esto así, como de hecho lo es, sin que ninguno en ello pueda dudar, digo que así Moisés como los demás que antes o después que él dieron leyes y ordenaron repúblicas no supieron ni pudieron usar sino de la primera manera de leyes, que consiste más en poner mandamientos que en inducir buenas inclinaciones en aquellos que son gobernados. Y así su obra de todos ellos fue imperfecta, y su trabajo careció de suceso, y lo que pretendían, que era hacer a la virtud a los suyos, no salieron con ella por la razón que esta dicha. Mas Cristo, nuestro verdadero Redentor y Legislador, aunque es verdad que en la doctrina de su Evangelio puso algunos mandatos, y renovó y mejoró otros, algunos que el mal uso los tenía mal entendidos, pero lo principal de su ley y aquello en que se diferenció de todos los que pusieron leyes en los tiempos pasados fue que, mereciendo por sus obras y por el sacrificio que hizo de sí el espíritu y la virtud del cielo para los suyos, y criándola Él mismo en ellos como Dios y Señor poderoso, trató no sólo con nuestro entendimiento, sino también con nuestra voluntad; y derramando en ella este espíritu y virtud divina que digo y sanándola así, esculpió en ella una ley eficaz y pode rosa de amor, haciendo que todo lo justo que las leyes mandan lo apeteciese, y, por el contrario, aborreciese todo lo que prohíben y vedan'.

c) LA LEY ANTIGUA NO VIGORIZABA LA VOLUNTAD

'Y añadiendo continuamente de este su espíritu y salud y dulce ley en el alma de los suyos que procuran siempre ayuntarse con Él, crece en la voluntad mayor amor para el bien y disminúyese de cada día más la contradicción que el sentido le hace; y de lo uno y de lo otro se esfuerza de continuo más aquesta santa y singular ley que decimos, y echa sus raíces en el alma más hondas, y apodérase de ella hasta hacer que le sea cuasi natural lo justo y el bien. Y así, trae para sí Cristo y gobierna a los suyos, como decía un profeta (Jer 30,8), con cuerdas de amor y no con temblores de espanto ni con ruido temeroso, como la ley de Moisés. Por lo cual dijo breve y significativamente San Juan (1,17): La ley fue dada por Moisés, mas la gracia por Jesucristo. Moisés dio solamente ley de preceptos, que no podía dar justicia; porque hablaban con el entendimiento, pero no sanaban el alma. De que es como imagen la zarza del Éxodo (3,2), que ardía y no quemaba; porque era cualidad de la ley vieja, que alumbraba el entendimiento, mas no ponía calor a la voluntad'.

d) LA LEY NUEVA DA EL GUSTO DE LO SOBRENATURAL

'Mas Cristo dio ley de gracia, que, lanzada en la voluntad, cura su dañado gusto y la sana y la aficiona a lo bueno, como Jeremías (31,31-34) lo profetizó divinamente, diciendo: Días vendrán, dice el Señor, y traeré a perfección sobre la casa de Israel y sobre la casa de Judá un Nuevo Testamento. No en la manera del que hice con sus padres en el día que los así de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no perseveraron en él, y yo les desprecié a ellos, dice el Señor. Este, pues, es el Testamento que yo asentaré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor. Asentaré mis leyes en su alma de ellos y escribirélas en sus corazones. Y yo les seré Dios, y ellos me serán pueblo sujeto. Y no enseñará alguno de allí adelante a su prójimo ni a su hermano diciéndole: Conoce al Señor; porque todos tendrán conocimiento de mí, desde el menor hasta el mayor de ellos; porque tendré piedad de sus pecados, y de sus maldades no tendré más memoria de allí en adelante.

Pues éstas son las nuevas leyes de Cristo y su manera de gobernación particular y nueva. Y no será menester que loe ahora yo lo que ello se loa; ni me será necesario que refiera los bienes y las ventajas grandes de aquesta gobernación, adonde guía el amor y no fuerza el temor; adonde lo que se manda se ama, y lo que se hace se desea hacer; adonde no se obra sino lo que da gusto ni se gusta sino de lo que es bueno; adonde el querer el bien y el entender son conformes; adonde, para que la voluntad ame lo justo, en cierta manera no tiene necesidad que el entendimiento se lo diga y declare'.


 

 EJEMPLOS PREDICABLES

 

LA PARÁBOLA DE LOS INVITADOS A LA BODA

A) Consideraciones del Doctor Extático

a) Transformación total en el amado

El matrimonio espiritual 'es una transformación total en el Amado, en que se entregan ambas partes por total posesión de la una a la otra, con cierta consumación de unión de amor, en que está el alma echa divina y Dios por participación, cuanto se puede en esta vida. Y así pienso que ese estado nunca acaece sin que esté el alma en él confirmada en gracia, porque se confirma la fe de ambas partes, confirmándose aquí la de Dios en el alma. De donde éste es el más alto estado a que en esta vida se puede llegar. Porque así como en el matrimonio carnal son dos en una carne, como dice la divina Escritura (Gen 2,24), así también, consumado este matrimonio espiritual entre Dios y el alma, son dos naturalezas en un espíritu y amor, según dice San Pablo, trayendo esta misma comparación, diciendo: El que se junta al Señor, un espíritu se hace con Él (1 Cor. 6,17). Bien, así como cuando la luz de la estrella o de la candela se junta y une con la del sol, que ya el que luce ni es la estrella ni la candela, sino el sol, teniendo en sí difundidas las otras luces...' (cf. Cántico espiritual canc. 22,3: BAC, p. 1074).

b ) Dios se comunica por sí solo

'Esta es la propiedad de la unión del alma con Dios en matrimonio espiritual: hacer Dios en ella y comunicárselo por sí solo, no ya por medio de ángeles ni por medio de la habilidad natural, porque los sentidos exteriores e interiores y todas las criaturas y aun la misma alma muy poco hacen al caso para ser parte para recibir estas grandes mercedes sobrenaturales que Dios hace en este estado. No caen en habilidad y obra natural y diligencia del alma. Él a solas hace en ella. Y la causa es porque la halla a solas... Y así no la quiere dar otra compañía, aprovechándola y fiándola de otra que ya de sí solo...'(cf. ibid., canc.35,6: ed. cit., p.1130).

c ) Lo que será este matrimonio en la otra vida

'Como el alma ve que con la transformación que tiene en Dios en esta vida, aunque es inmenso el amor, no puede llegar a igualar con la perfección de amor con que de Dios es amada, desea la clara transformación de gloria en que llegará a igualar con el dicho amor. Porque, aunque en este alto estado que aquí tiene hay unión verdadera de voluntad, no puede llegar a los quilates y fuerza de amor que en aquella fuerte unión de gloria tendrá. Porque así como, según dice San Pablo, conocerá el alma entonces como es conocida de Dios (1 Cor. 13,12), así entonces le amará también como es amada de Dios; porque así como entonces su entendimiento será entendimiento de Dios, su voluntad será voluntad de Dios, y así su amor será amor de Dios. Porque, aunque allí no está perdida la voluntad del alma, está tan fuertemente unida con la fortaleza de la voluntad de Dios con que de Él es amada, que le ama tan fuerte y perfectamente como de Él es amada, estando las dos voluntades unidas en una sola voluntad y un solo amo de Dios. Y así, ama el alma a Dios con voluntad y fuerza del mismo Dios, unida con la misma fuerza de amor con que es amada de Dios; la cual fuerza es en el Espíritu Santo, en el cual está el alma allí transformada; que siendo Él dado al alma para 1a fuerza de este amor, supone y suple con ella, por razón de la tal transformación de gloria, lo que falta en ella. Lo cual aun en 1a transformación perfecta de este estado matrimonial a que en esta vida el alma llega, en que está toda revestida en gracia, en alguna manera ama tanto por el Espíritu Santo, que le es dado en la tal transformación..., (cf. ibid., canc.38,3: ed. cit. p. 1141-1142).

B) Doctrina de Santa Teresa

El alma hecha una cosa con Dios

Ha de entenderse que 'aquí (en el desposorio) no hay memoria de cuerpo más que si el alma no estuviese en él, sino sólo espíritu; y en el matrimonio espiritual, muy menos, porque pasa esta secreta unión en el centro muy interior del alma, que debe ser adonde está el mismo Dios, y a mi parecer no ha menester puerta por donde entre. Digo que no es menester puerta, porque en todo lo que se ha dicho hasta aquí parece que va por medio de los sentidos y potencias, y este aparecimiento de la Humanidad del Señor así debía ser; mas lo que pase en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente. Aparécese el Señor en este centro del alma sin visión imaginaria, sino intelectual, aunque más delicada que las dichas, cuando se apareció a los Apóstoles, sin entrar por la puerta, cuando les dijo: Pax vobis (Lc 24,26). Es un secreto tan grande y una merced tan subida la que comunica Dios allí al alma en un instante y el grandísimo deleite que siente el alma, que no sé a qué compararlo, sino a que quiere el Señor manifestarle por aquel momento la gloria que hay en el cielo, por más subida manera que por ninguna visión ni gusto espiritual. No se puede decir más de que, a cuanto se puede entender, queda el alma, digo el espíritu de esta alma, hecho una cosa con Dios; que, como es también espíritu, ha querido Su Majestad mostrar el amor que nos tiene en dar a entender a algunas personas hasta donde llega, para que alabemos su grandeza; porque de tal manera ha querido juntarse con la criatura, que así como los que ya no se pueden apartar, no se quiere apartarse Él de ella' (cf. Séptimas moradas c.2: Obras completas, ed. Aguilar, Madrid 1942, p.411-412).


22.

Jesús llama a una nueva mentalidad
para que su venida como Esposo pueda ser acogida en el gozo
Marcos 2,18-22

1. Oración inicial

Danos tu Espíritu, Padre, para que en una verdadera conversión podamos acoger a tu Hijo que pasa por nuestra historia y así reconocerlo, nuestro pastor y maestro, como el Esposo que ofrece la vida por la humanidad. Danos una visión límpida, un corazón pronto para escuchar, danos el estar siempre preparados para colaborar en la alegría de nuestros hermanos. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.

2. El texto

18 Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?» 19 Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. 20 Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día. 21 Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor.22 Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echarían a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos nuevos.»

3. Lectura

Una mirada al contexto puede ofrecer mayor luz a nuestra lectura del pasaje. Estamos todavía al comienzo de la misión pública de Jesús, en Galilea; Él ya está expresando su enseñanza, sintetizado en 1,15: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed al evangelio”, y después de haber llamado a sus discípulos, su actividad se caracteriza por las curaciones que se siguen. Es la obra del Mesías, que Jesús cumple con la reserva que lo caracteriza. Con la llamada de Leví (2,4) el publicano, pecador, Jesús abre una senda hacia un nuevo tipo de enfermos por curar “los publicanos y pecadores” y se sienta a la mesa con ellos. La unión con las otras actividades taumatúrgicas de Jesús es asegurado por sus mismas palabras: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos…” (2,17). Ahora la enfermedad es otra, más profunda: el pecado, la injusticia, la rotura de la fraternidad. Jesús ha venido a sanar todo esto. Precisamente está aquí la primera señal de rotura con el establishment judaico, encarnados en aquellos escribas pertenecientes a la escuela de los fariseos, escuela al parecer abierta y dinámica, pero, como expresa la etimología de su nombre, obligados a estar “separados” en relación con el resto del pueblo.

La descripción de nuestro pasaje es muy descarnada: no hay un telón de fondo que pueda indicarnos el lugar u otras circunstancias. Todo el peso narrativo cae sobre los personajes y sus palabras.

“Los discípulos de Juan y de los fariseos”: es el sujeto que da comienzo al episodio. Es interesante anotar la diversidad de estos grupos: el primero, el más espontáneo y menos organizado, signo de la resonancia de la obra del Bautista, menos ligado a lugares clásicos del hebraísmo; el segundo, más refinado e históricamente vencedor, capaz de sobrevivir en aquellos tiempos difíciles, que se distingue de otros grupos por su adhesión a la Ley, sea en cuanto codificada en el sagrado texto, como en la tradición interpretativa. Se encuentran unidos en la pregunta sobre la conducta de los discípulos de Jesús, una pregunta que esconde un claro reproche.

La respuesta de Jesús se compone como un pequeño discurso con cuatro elementos:
a) una pregunta retórica con la propuesta de una imagen (“¿pueden acaso ayunar…?);
b) la respuesta, también ella retórica, en línea con tal imagen (“mientras tienen el esposo con ellos no pueden ayunar…”)
c) un anuncio profético (“Pero vendrán días…”);
d) un proverbio semejante a una pequeña parábola (“Ninguno cose un pieza …”).

Es a partir de los dos últimos elementos cuando la pequeña parábola se convierte en propuesta explícita de positividad y éxito: “pero el vino nuevo en odres nuevos”. El texto termina así, sin dar lugar a réplica por parte de aquéllos que han interrogado a Jesús: esto hace resaltar más todavía la autoridad de sus palabras.

4. Meditación

Preguntémonos antes de nada por el papel del ayuno en la sensibilidad religiosa hebraica en tiempos de Jesús. Junto a los otros dos aspectos clásicos, la oración y la limosna, el ayuno viene a constituir una señal distintiva en el ser hebreos, un base para la conservación de la identidad, tanto más en una tierra mixta como la Galilea de los Gentiles. Encontramos la práctica del ayuno en todo el Viejo Testamento, desde el libro del Ėxodo a los profetas, y también en el Nuevo, como atestiguan las Actas de los Apóstoles (Act 13,2-3; 14,23). Se toma como una práctica de mortificación y penitencia (Sir 34,26; Jl 2,12), expresión de luto (Est 4,3), de humillación, de súplica (Dan 9,3), pero también de preparación y espera (Lev 23,14); es recordar que no se basta uno a sí mismo, es hacer la experiencia de depender de Dios, sea como pueblo (ayunos comunitarios), sea como individuos. Para Israel el ayuno coloca a cada quien en su puesto: el hombre se reconoce indigente y necesitado y por esto acude a Dios en su misericordia. Unido a la oración y a la limosna se convierte en una ayuda para la escucha de la palabra, un hacer memoria de los hechos de salvación, un encontrar de nuevo la confianza con el Dios justo y misericordioso y un abrirse a la solidaridad. Pero como toda práctica humana puede llegar a ser ambigua: el episodio de 1Re 21, nos muestra precisamente un ayuno que se utiliza para urdir un engaño y hacer morir a un inocente. Es en esta dirección en la que ponen los profetas la denuncia de una práctica a menudo desligada de sus profundas motivaciones.

También Jesús en este caso no disminuye la importancia del ayuno; sus palabras dan por descontado su intrínseco valor. Pero invitan a reconocer un dato más que a los que preguntan se les ha escapado: la novedad, la originalidad, la extraordinaria vivencia que sus discípulos están viviendo. Jesús habla de una imposibilidad lógica de hacer penitencia, luto, espera, en tanto que el esposo esté con ellos. Existe un hoy inédito, de frente al cual los usos y las prácticas, también las contenidas en los textos inspirados e inspiradores están llamadas a dejar paso. De aquí parte la parábola nupcial. Los discípulos de Jesús estarían por tanto invitados a la boda, testigos de lo que está por venir, pero en el que ellos tendrán un activo papel.

Jesús es el Esposo, que luego se les quitará con la muerte en la cruz: profetiza, tanto el éxito de su recorrido, como una nueva conducta de los discípulos, marcadas por la humillación, por el luto, pero también por la espera. Y aquí se puede leer una referencia a la espera del alba de Pascua, como a otra espera que será la del definitivo retorno de Jesús, el tiempo de la Iglesia como tiempo de penitencia, ayuno anuncio.

Interesante puede ser la confrontación entre la redacción de Marcos y la de Mateo y Lucas para recordar algunos aspectos del ambiente vital en el cual y por el cual el Evangelio fue escrito: en Marcos emerge el eco de una consistencia, no falta de tensiones, pero fecunda y fructuosa, entre los cristianos de origen hebraico y los venidos del paganismo: todos, sin distinción, deben hacer su camino de conversión a Cristo y están llamados al doble comportamiento del gozo y de la vigilancia .

5. Algunas reflexiones

Del texto leído brotan sugerencias que pueden ayudar a nuestro forma de orar:
- El gozo que debe acompañar a la postura de alabanza, de acción de gracias, petición;
- El colocar siempre toda práctica en sus motivaciones más profundas, que son la relación con Dios y la disponibilidad al servicio según su proyecto;
- La necesidad de nuevos ayunos para nuestro hoy, para entrar más consciente y libremente en oración. La necesidad de ascesis (silencio, sobriedad, concentración) como sentido del límite humano y hacia la confianza en Dios.

6. Contemplación

Lectura de la realidad: del juicio a la misericordia.
Empeño en la realidad: de la atención al aparecer y del sentido del puro deber a la relación esponsalicia.
La vida de la Iglesia como vida esponsalicia: recuperar el sentido de la fiesta del “ya” como el sentido de la espera por el “todavía no”.

7. Oración final

Señor Jesucristo, te damos gracias por el don de tu presencia, por tu ternura de Esposo con la cual te inclinas sobre nuestra miseria, sobre nuestros formalismos, para ayudarnos a comprender que sólo el amor del que nos has dado ejemplo es agradable a tu Padre. Gloria a ti, Señor, porque quien se confía a ti experimenta la seguridad de tu gracia y la inseguridad que nos hace humildes, sabedores de que no nos bastamos a nosotros mismos. Haz que escuchando tu palabra aprendamos a esperar tu Reino y a gozar desde ahora por todo lo que has preparado para nosotros. Ayúdanos a ser hermanos y a anunciar a todos que eres el Salvador, el Esposo de la Humanidad llamada a entrar en la fiesta de tu vida con el Padre en el Espíritu. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.


23. REDENTORISTAS

VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS

Tanto los individuos como las sociedades tienen la tendencia (por lo general inconciente) de revivir prácticas pasadas, positivas o negativas, que demarcan el ritmo de la historia personal o colectiva. La Biblia y nuestra historia cristiana nos pueden ayudar a confirmar esta tesis.

Veamos a pasos agigantados: Los Hapirú y Shasú (pastores, mercenarios, esclavos, etc.) quienes habitaron en las montañas de Judea, lucharon incansablemente contra el poder que los esclavizaba, hasta constituirse en pueblo. El pueblo de Israel. Vino luego la monarquía (Saúl, David, Salomón, etc.) que representó la desviación del proyecto original y a retorno de las estructuras esclavistas. “Vuelve la burra al trigo” decían nuestros viejos.

Fue entonces cuando surgieron los profetas para reclamar la justicia y el derecho, ya que eran pisoteados por los reyes y sus compinches, quienes se adueñaban constantemente del pueblo y lo utilizaban para sus propios intereses. Después de Salomón el país se dividió, y como “en pueblo dividido reina el extranjero” (Simón Bolívar), los vecinos lo dominaron. La mayor de las crisis la vivieron en el destierro de Babilonia durante un exilio de 49 (587 – 538 a.C.), hasta que Ciro, Rey de Persia les permitió volver a su tierra y siguieron luchando; unos por dominar, otros por vivir dignamente. De todas maneras el imperio persa continuó siendo el dueño del pueblo.
En el 332 a.C. el poder pasó a manos de Alejandro Magno, quien se tomó el imperio persa e introdujo la cultura helénica. Tras la muerte de Alejandro (año 323 a.C) el gran imperio se dividió entre sus seguidores, y quedó la Palestina bajo el dominio seléucida. Ante el dominio seléucida apareció la resistencia de los asideos. Entre ellos los más radicales y violentos: los Macabeos que terminaron por sacar a los seléucidas. Todo iba bien con los Macabeos, pero una vez llegados al poder se convirtieron en tiranos (año 135 a.C) “Vuelve la burra al trigo”.

Las protestas no se hicieron esperar hasta que cayeron los asmoneos, herederos de los Macabeos, y el país entró en una anarquía total (75 a.C.), caldo de cultivo para que Pompeyo, emperador romano, se tomara el poder y convirtiera a Palestina en una colonia romana (63 a.C.). Jesús de Nazareth nació entre los años 6 y 4 antes de Cristo aproximadamente (la fecha no es exacta porque hubo confusión en la organización del calendario), en un pueblo dominado por la bota romana.

La fe en Dios fue clave en los procesos liberadores del pueblo que buscaba vivir dignamente. Los profetas fueron vistos como la voz de Dios que reclamaba justicia. En muchas ocasiones se enfrentaron a sacerdotes, a reyes y a muchos sectores de la sociedad que manipulaban la religión y la política. Así como muchas veces la fe en Dios impulsó procesos de salvación, otras fue manipulada por los que en el momento tenían la sartén por el mango para adormecer al pueblo y calmar las conciencias.

El profeta Oseas (1ra lect.) ejerció su ministerio desde el año 742 a.C.) en tiempos del reinado de Jeroboan II, que dominaba el Reino del Norte. El rey gozaba de credibilidad, por la imagen que vendía, gracias a los buenos oficios de la propaganda oficial: un reinado próspero en sus construcciones, un ejército fuerte y buenas relaciones con sus vecinos. Pero no mostraban la terrible explotación que sostenía la vida ostentosa del rey y su cohorte. Para construir templos bahálicos (del Dios Bahal), se exigía mayor tributación; primero se cobraba en las entradas de las ciudades y luego los legados reales se desplazaban hasta las eras, para exigir la parte la cosecha que “le correspondía” al rey. Todo para sostener el “próspero” reinado de Jeroboam II empeñado en demostrar su grandeza.

Para Oseas toda esa grandeza no era más que la prostitución del proyecto de Yahvé. El profeta comparó la situación de su pueblo con una mujer infiel a su esposo que iba tras otros hombres para prostituirse. Fruto de esa prostitución era la desgracia que padecía. Es muy característico de este profeta hablar de la experiencia de Dios en términos de amor eros (pasión, éxtasis) y ágape (donación) de un marido con su esposa, que lo hace capaz de buscarla para rescatarla, reconquista y hacerla suya. Nada que ver con el Dios alejado, insensible y contradictor de amor humano, como nos lo han mostrado muchas veces[1].

El desierto representa la soledad, la aridez y las crisis humanas por las cuales pasamos, tan dolorosas pero tan aleccionadoras cuando las sabemos enfrentar: “la llevaré al desierto y le hablaré al corazón”. Esta es una experiencia con el Dios amor. No se trata de un amor intimista que nos distrae de las realidades concretas sino del Amor primero del que habla el Apocalipsis (2,4); el Amor universal que nos hermana e impulsa a trabajar por un mundo en justicia y paz. Cada vez que el pueblo se desvía del amor primero, cada vez que vuelve a caer en el lodo, Dios, que es fiel, va para rescatarlo: “Te tomaré por esposa para siempre, esposa legítima, con todos los derechos que mi amor y compasión hará valer. Porque soy fiel, serás mi fiel esposa, y sabrás quién es el Señor”.

En tiempos de Jesús el pueblo vivía sumido en el dolor y los líderes espirituales, que debían conducirlo hacia la búsqueda de soluciones reales para las crisis, se apacentaban solo a ellos mismos. De esta manera, amañados con los poderosos, eran cómplices de la más degradante prostitución del proyecto, y, en vez de ayudar, se convertían en una carga pesada con sus leyes, ritos y tradiciones anacrónicas.

En la historia humana, frente a la incoherencia de los líderes religiosos, muchos se han ido contra toda experiencia de fe y han visto en Dios un impedimento para crecer como individuos y como sociedad (como pasó con el humanismo ateo y el comunismo). Jesús también descubrió la gran traición de los líderes religiosos, pero no se fue contra toda experiencia de fe, sino que hizo su propio proceso hasta descubrir un nuevo rostro de Dios a quien llamó Padre.

Partiendo de su experiencia con lo sagrado y ante la situación del pueblo, vio que era urgente una reforma de raíz. Frente a la religiosidad del cumplimiento de las normas rígidas, Jesús propuso la vivencia espontánea con el Dios vivo y dinámico, manifestado en el devenir histórico. Frente a la religiosidad del miedo al Dios vengador, Jesús propuso el amor del Dios misericordioso. Frente a la religiosidad del ayuno observante y forzoso, Jesús propuso la amistad donante y alegre. Frente a unas estructuras religiosas que justificaban la explotación y la miseria, Jesús nos mostró un Dios que lo enviaba a anunciar a los pobres la Buena Noticia: la luz para los ciegos, la libertad para los cautivos y para los afligidos el consuelo (Lc 4,18s). Ante una religiosidad excluyente que sostenía los privilegios de unos pocos (clérigos, puros, observantes, ricos) y la marginalidad de tantos (laicos, pecadores, pobres) basada en la ley y las costumbres, Jesús propuso una vivencia de fe abierta, incluyente y participativa, basada en el amor.

Dios no había dejado de hablar, ni había perdido significación para la gente. Sucedía que las estructuras religiosas, los odres viejos y podridos, no aguantaban el torrente de agua viva que brotaba del corazón de Jesús, humilde y sereno, decidido y punzante. Los seres humanos, las instituciones y la sociedad en general, debemos estar en continua trasformación. En algunos momentos necesitamos hacer pequeños giros para ubicarnos, reformar los estatutos o revisar las estrategias. Pero hay momentos de nuestra vida personal o institucional en los cuales hay que hacer cambios radicales, giros de ciento ochenta grados, para que broten nuevos impulsos de vida.

En tiempos de Jesús había que cambiar totalmente los vestidos. La tela estaba tan vieja que no aguantaba un parche. Había que archivar los odres viejos y guardarlos en el rincón de San Alejo. Sacerdocio, templo, sacrificios, escribas, doctores de la ley, fariseos y saduceos, más que un estorbo, eran una descarada prostitución del proyecto. No debió ser fácil de asimilar para sus seguidores y seguidoras, y sobre todo para las autoridades que en vez de atender su propuesta, vieron amenazadas sus prerrogativas y por eso lo atacaron hasta matarlo.

Pero con la experiencia de la resurrección, el legado de Jesús lo continuaron sus seguidores. El Espíritu los capacitó para continuar su proyecto: “El fue quien nos capacitó para ser servidores de una nueva alianza, que no consiste en una ley escrita sino en el Espíritu. Porque esa Ley escrita da muerte, mientras que el Espíritu da vida” (2da lect.).

¿De ahí en adelante todo estuvo bien? Hay experiencias muy buenas pero en más de una ocasión “la burra ha vuelto al trigo”. Después de dos mil años de historia cristiana, en no pocas ocasiones hemos entrado en infidelidad. Tenemos toda una gama de reincidencias y reencauches de las estructuras viejotestamentarias, que representan una traición al camino de Jesús. Hemos vuelto muchas veces a convertir la fe en un elemento justificador de las injusticias y en un aplacador de las conciencias. Hemos convertido muchas veces el camino de la fe en una religión de frías prohibiciones y absurdas elucubraciones mentales de las que brotan conclusiones que complican la vida de la gente. Claro que tenemos también grandes experiencias colectivas y personales de fe, renovación y entrega generosa, impulsados por el Espíritu del Señor. Cada vez que aparecen fuerzas oscuras, Dios que es fiel, vuelve a llevar a su pueblo al desierto para hablarle al corazón…

¿Como estamos hoy? A la luz de evangelio revisemos nuestra vida personal, familiar, eclesial y social. Veamos si hemos vuelto sobre experiencias o actitudes repetitivas que no nos dejan crecer como personas y sociedades. Veamos si hemos podido romper círculos viciosos que detienen nuestro desarrollo integral. Veamos si como Iglesia somos fieles a Jesús y su evangelio ante los signos de los tiempos.

Nuestras comunidades son realmente cristianas si creamos espacios para vivenciar el camino de Jesús. Nuestros matrimonios, y familias en general, son sacramento si generamos vida. Nuestros templos son santos si son lugares de encuentro con los hermanos y con Dios.

La “Santa Sede” es santa si se convierte en instrumento para impulsar procesos de redención humana, con la gracia de Dios. Si ayuda a que todos los cristianos nos unamos para vivir auténticamente el camino de Jesús. Si trabaja para que en el mundo se construya la paz. No es Santa porque así está dicho, porque allí vive el vicario de “Cristo”, y menos porque conserve unos monumentos históricos incompatibles con el mensaje de Jesús, y que representan más una época oscura de la iglesia, cuando arrogante y traicioneramente se amañó con los estados imperiales.
Nuestras normas y estructuras, religiosa y civilmente, tienen validez si nos ayudan a organizarnos para vivir en armonía y paz. Nuestras normas y estructuras religiosas son necesarias y tienen su validez, si nos ayudan a ser fieles a la nueva alianza sellada con la sangre de Cristo.

Muchos se asustan ante la crisis de las religiones y especialmente del catolicismo, sobre todo en Europa donde hay sociedades, como los países bajos, que consideran el cristianismo como una etapa superada de su evolución. A muchos no les dicen nada nuestras liturgias, nuestra espiritualidad y nuestras normas.

¿Será porque son malos? ¿Será porque el mundo de hoy está perdido y se empecina cada vez más en negar a Dios? ¿No será que rechazan más las estructuras eclesiales que la experiencia de Dios cómo tal? ¿No será que hemos convertido la fe en una religión perfectamente estructurada y sin ningún error doctrinal, pero bastante desviada del proyecto de Jesús? ¿No será que es tiempo de renovarnos y de buscar la forma de archivar nuestros odres envejecidos y anacrónicos? O, ¿será que estas preguntas las está haciendo un loco incapaz de adaptarse a lo ya establecido y aceptado por todos, menos por él y por unos cuantos desadaptados?

Oraciones de los fieles

A cada invocación ustedes responderán:
ESCÚCHANOS. SEÑOR, DIOS NUESTRO.

1.– Por el Papa, para que siga hablando al corazón del ser humano y llevando su mensaje a todo el mundo. OREMOS.

2. – Por los gobernantes para que el Señor les asista en la búsqueda de nuevas soluciones para los nuevos problemas que se plantean. OREMOS.

3. – Por los matrimonios cristianos, para que tengan en la perpetuidad del sacramento la fuerza que les asista en los momentos de dificultad. OREMOS.

4. – Por todos aquellos que se han alejado de la Iglesia, para que en su desierto, descubran que Dios les está hablando al corazón y respondan a dicha llamada. OREMOS.

5. – Por los jóvenes, especialmente los de nuestra comunidad y parroquia, para que descubran la vocación particular a la que el Señor los está llamando. OREMOS.

6. – Por todos nosotros para que sintiéndonos perdonados por Cristo, llevemos este perdón al resto de los que nos rodean.
OREMOS.

7. – Por los países en guerras, conflictos bélicos, para que reine la paz y la armonía. OREMOS.

[1] De esta manera como dijo el papa Benedicto XVI: “El Dios único en el que cree Israel, ama personalmente. Su amor, además, es un amor de predilección: entre todos los pueblos, Él escoge a Israel y lo ama, aunque con el objeto de salvar precisamente de este modo a toda la humanidad. Él ama, y este amor suyo puede ser calificado sin duda como eros que, no obstante, es también totalmente ágape”. (Benedicto XVI, Carta encíclica Deus caritas est, No 9, 2006). Para ampliar sobre este tema se puede leer toda la encíclica, que dicho sea de paso, tiene elementos muy buenos.

Exhortación Final

Bendito seas, Padre del cielo, por Cristo Señor nuestro.
Él es el motivo de las bodas de tu nueva alianza con tu pueblo,
la Iglesia, y con toda la humanidad redimida en su sangre.

Nos cuesta, Señor, encajar la alegre noticia de tu reino,
porque estamos instalados a gusto en el inmovilismo de lo viejo:
manto raído, odres inservibles, instituciones anquilosadas.

Haz que el vino nuevo del Espíritu, principio de la fiesta,
reviente nuestros odres envejecidos por la mezquindad y la rutina
para que podamos asimilar la sorprendente novedad del Evangelio.

Así abandonado nuestro estilo enmohecido, podremos, Señor,
vivir en la libertad que dan el amor y la amistad contigo.

Amén.

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 328)


24.El predicador del Papa explica la utilidad del verdadero ayuno
Al comentar el Evangelio de la Misa del próximo domingo

ROMA, viernes, 24 febrero 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa OFM Cap --predicador de la Casa Pontificia— al Evangelio de la liturgia eucarística del próximo domingo, anterior al miércoles de Ceniza, inicio del tiempo de Cuaresma en la Iglesia.

* * *

VIII Domingo del Tiempo ordinario B (Oseas 2,14b.15b19-20; 2 Corintios 3, 1b-6; Marcos 2, 18-22)

¿Por qué tus discípulos no ayunan?

«Como los discípulos e Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: “¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?”. Jesús les dijo: “¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientas el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día”».

De este modo Jesús no reniega de la práctica del ayuno, sino que la renueva en sus formas, tiempos y contenidos. El ayuno se ha convertido en una práctica ambigua. En la antigüedad no se conocía más que el ayuno religioso; hoy existe el ayuno político y social (¡huelgas de hambre!), un ayuno saludable o ideológico (vegetarianos), un ayuno patológico (anorexia), un ayuno estético (para mantener la línea). Existe sobre todo un ayuno impuesto por la necesidad: el de los millones de seres humanos que carecen de lo mínimo indispensable y mueren de hambre.

Por sí mismos, estos ayunos nada tienen que ver con razones religiosas y ascéticas. En el ayuno estético incluso a veces (no siempre) se «mortifica» el vicio de la gula sólo por obedecer a otro vicio capital, el de la soberbia o de la vanidad.

Es importante por ello intentar descubrir la genuina enseñanza bíblica sobre el ayuno. En la Biblia encontramos, respecto al ayuno, la actitud del «sí, pero», de la aprobación y de la reserva crítica. El ayuno, por sí, es algo bueno y recomendable; traduce algunas actitudes religiosas fundamentales: reverencia ante Dios, reconocimiento de los propios pecados, resistencia a los deseos de la carne, solicitud y solidaridad hacia los pobres... Como todas las cosas humanas, sin embargo, puede decaer en «presunción de la carne». Basta con pensar en la palabra del fariseo en el templo: «Ayuno dos veces por semana» (Lucas, 18, 12).

Si Jesús nos hablara a los discípulos de hoy, ¿sobre qué insistiría más? ¿Sobre el «sí» o sobre el «pero»? Somos muy sensibles actualmente a las razones del «pero» y de la reserva crítica. Advertimos como más importante la necesidad de «partir el pan con el hambriento y vestir al desnudo»; tenemos justamente vergüenza de llamar al nuestro un «ayuno», cuando lo que sería para nosotros el colmo de la austeridad –estar a pan y agua-- para millones de personas sería ya un lujo extraordinario, sobre todo si se trata de pan fresco y agua limpia.

Lo que debemos descubrir son en cambio las razones del «sí». La pegunta del Evangelio podría resonar, en nuestros días, de otra manera: «¿por qué los discípulos de Buda y de Mahoma ayunan y tus discípulos no ayunan?» (es archisabido con cuánta seriedad los musulmanes observan su Ramadán).

Vivimos en una cultura dominada por el materialismo y por un consumismo a ultranza. El ayuno nos ayuda a no dejarnos reducir a puros «consumidores»; nos ayuda a adquirir el precioso «fruto del Espíritu», que es «el dominio de sí», nos predispone al encuentro con Dios que es espíritu, y nos hace más atentos a las necesidades de los pobres.

Pero no debemos olvidar que existen formas alternativas al ayuno y a la abstinencia de alimentos. Podemos practicar el ayuno del tabaco, del alcohol y bebidas de alta graduación (que no sólo al alma: también beneficia al cuerpo), un ayuno de las imágenes violentas y sexuales que televisión, espectáculos, revistas e Internet nos echan encima a diario. Igualmente esta especie de «demonios» modernos no se vencen más que «con el ayuno y la oración».

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]


25. Fray Nelson Domingo 26 de Febrero de 2006
Temas de las lecturas: Me casaré contigo en matrimonio perpetuo * Sois una carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio * El novio está con ellos

1. Un amor recuperado
1.1 Nos hemos acostumbrado a pensar que las heridas del amor son irreparables. La intolerancia campea por las parejas de hoy y por ello parece inevitable un rompimiento definitivo si las cosas dejan de estar en su punto óptimo. La primera lectura de hoy trae un tema en contravía: un amor recuperado.

1.2 El amor aquí salvado nace de Dios y se dirige al pueblo. Dios es el amador, Israel es la amada. El mismo tema que luego aparece en el evangelio, donde Jesús es el Novio. Y aunque en este caso no se identifica a la "Novia", ello lo aclara bien el Apocalipsis: "Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las últimas siete plagas, y habló conmigo, diciendo: Ven, te mostraré la novia, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino" (Ap 21,9-11).

1.3 Para algunas personas estas comparaciones les resultan extrañas o incluso chocantes. Y sin embargo son un lenguaje que aparece con frecuencia en los escritos de los profetas que ven una gran similitud entre la fidelidad conyugal y la fidelidad en la alianza con Dios; y entre la infidelidad y el adulterio, que a menudo es el nombre que la idolatría recibe.

1.4 Según esto, la historia del amor recuperado es sencillamente preciosa, porque es la historia de la victoria de la gracia que con su sobreabundancia triunfa incluso sobre la abundancia del pecado.

2. De vinos y odres
2.1 Los fariseos han conocido las bondades del ayuno y quieren extenderlas a Jesús y sus discípulos. O tal vez no se sienten convencidos al cien por ciento de esas bondades y por eso quieren que la ley sea para todos y que todos padezcan si ellos están padeciendo. O tal vez no entienden el sentido mismo de ayunar y simplemente quieren que observar una práctica que siempre se ha practicado aunque ya nadie entre ellos pueda explicar bien por qué se ha practicado. O tal vez están a la cacería de faltas de Jesucristo para confirmar una idea que ya tienen: que él no viene de parte de Dios.

2.2 Para Jesús, que ciertamente conoció el ayuno (Mt 4,2), ese ayuno farisaico es un "odre viejo" al que sólo le puede caber "vino viejo", porque no resiste el "vino nuevo". El "vino nuevo" llega con el mismo Jesucristo y las antiguas estructuras, gobernadas sólo por tradiciones humanas, costumbres sin verdadero sentido, o prejuicios cargados de envidia y malquerencia, esas estructuras, digo, no pueden resistir su vino.

2.3 Podemos saber más del vino de Cristo si relacionamos este texto con el capítulo 15 de Juan, donde Jesús se llama a sí mismo "viña". Su vino, fruto de esa viña, es entonces su Sangre. Esa Sangre, expresión de una misericordia que trasciende toda ley, no cabe en los estrechos moldes de lo que podemos controlar. La Sangre es para nosotros pero no es de nuestro dominio. La Sangre es soberana y es Ella la que toma poder y cobra victoria en nuestras vidas.