COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Os 02, 14b. 15b. 19-20

 

1.

Después de haber lanzado el profeta en nombre de Dios las más fuertes diatribas en contra de su pueblo que ni es ya su mujer ni él es su marido, conminándole con toda clase de presagios nefastos en un lenguaje de prostitución, el profeta es consciente de que, por parte de ella, todo está perdido. La castigará... "la reduciré a un matorral y la devorarán las bestias del campo", los pueblos vecinos, Asiria en concreto.

Pero brota de pronto la otra parte, el Oseas tierno y amoroso que no puede dejar de querer a su esposa prostituida de nuevo. Como su segundo matrimonio se produjo por iniciativa exclusivamente suya, así ahora, por exclusiva iniciativa de Yahveh, se promete volver a desposarla. A Israel se le brinda un nuevo matrimonio, una nueva alianza.

Paso previo será ese "me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón". Frente a la vida sedentaria y cananeizada de baales, fuente de todos los males en el pensamiento profético, Oseas recuerda los días del desierto, cuando Israel no conocía a nadie fuera de Yahveh, como la época ideal de los desposorios divinos.

Por eso ahora, en vísperas de unos nuevos desposorios, la imagen del desierto vuelve a llenarse de contenido. Israel debe ir al desierto, olvidarse de todos los baales y cultos cananeos, encontrarse a solas con su Baal o Señor, Yahveh, y allí, en soledad e intimidad, poder hablar y escuchar, como dos jóvenes amantes, en la intimidad del corazón. "Como en los días de su juventud... cuando la saqué de Egipto".

En "aquel día", tan impreciso como seguro, "yo te desposaré", tres veces repetido para hacer notar la importancia de la intención divina y la solemnidad del acto. Desposorio en regla, con todos los elementos jurídicos que lo componen. De forma que ya no le llamará "Baal mío", sino "esposo mío".

Y la desposará "en...". La preposición alude al precio de la novia o dote que se pagaba originalmente al padre o hermanos de la novia, ya que ésta pasaba a ser propiedad del esposo y que posteriormente se entregaba a la misma esposa como garantía en caso de viudez o divorcio injusto.

Aquí es Yahveh, quien paga la dote. Esos cinco regalos son la esencia de la felicidad y de la santidad. "Derecho y justicia" divinas para con ella y los pueblos que la entornan; "rectitud" en el trato que va a dispensarla, buscando siempre lo recto como norma de sus acciones; "amor constante", no sólo afectividad o sentimiento, sino afectividad que implica solidaridad, lealtad y asistencia; "misericordia" porque la conoce y sabe sus debilidades humanas, por eso sabrá comprender y perdonar su fragilidad innata; finalmente "fidelidad", serle fiel para siempre o, dicho en otras palabras, un Dios-Esposo en quien siempre se puede fiar y confiar. Nunca hubo esposa que recibiera mejor dote.

"Y te penetrarás del Señor". En hebreo "conocerás al Señor". La versión litúrgica es perfecta porque el conocimiento de que habla Oseas no es nuestro conocimiento puramente intelectual, sino una entrega total del hombre que se pliega a la voluntad de Dios. Por eso el hebreo se expresaba diciendo que conocía con el corazón.

D/CONOCIMIENTO: Quizás el mejor comentario a este conocimiento de Yahveh sea el de Jeremías. "Tu padre sí, comía y bebía; pero practicaba el derecho y la justicia y todo le iba bien; juzgaba la causa del desvalido y del pobre y le iba bien. ¿No es esto conocerme? Oráculo de Yahveh (/Jr/22/15-16).

Así expresó el amor de Dios el profeta que mejor entendió el amor humano.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 809 s.


2.

Os. 2, 4-25 es uno de los poemas más bellos de toda la literatura del A.T. La dura y triste experiencia de esposo vivida por el profeta le capacita para comprender el amor entre Dios y el pueblo (cap. 1-3). Su amor comprensivo, tierno y fiel, a pesar de la infidelidad de la esposa, le sirve para entender el amor de Dios apasionado, capaz de perdonar todo y de volver a comenzar, a pesar de la prostitución de su esposa. Al adoptar el culto a los baales, dioses cananeos de la fertilidad, Israel ha olvidado a su verdadero esposo (presentar al Señor como esposo es imagen muy atrevida de Oseas, quizá influido por el "hieros gamos" de los baales).

El juicio o acusación da unidad a los dichos de los versículos 4-15. Israel es la madre infiel (v. 4) que se ha prostituido con los baales (vs. 7. 15), atribuyéndoles los dones de la fertilidad de la tierra (vs. 7. 14) que, según el Dt., son don gratuito del Señor. En el castigo, Israel aprenderá de donde le viene el auténtico bien.

El amor apasionado del esposo recuerda los días felices de su noviazgo (vs. 16 ss.), el cariño sincero de la novia, su fidelidad al Señor (Jr. 2, 2 ss.). Como si todo comenzara de nuevo, el pueblo es conducido al desierto, sitio ideal para buscar de nuevo al esposo, refugio propicio a la apertura del Espíritu, lugar de la alianza, del primer amor. Israel debe responder siendo fiel a su Señor.

Los vs. 18-25 están unidos por el estribillo "aquel día" y por la idea de la vuelta de Israel, en fidelidad, al Señor. Ya no se invocará (litúrgicamente) a los ídolos (v. 19) e Israel llamará al Señor "Esposo mío". Se establecerá una nueva alianza que alcanzará al mundo animal y de la que brotará una paz estable (Lv. 26, 6; Miq. 4, 3; Is. 11, 6-8; 9, 4...). Esta idea de alianza se expresa en los vs. 21-22 bajo la imagen de un contrato matrimonial perpetuo. Los dones ofrecidos por el novio (el Señor) a la novia (Israel) serán la justicia, la misericordia y la fidelidad (Is. 30, 18; 49, 10; 54, 8 ss.; Jr. 31, 20...). Su actitud hacia Israel es desinteresada y "entrañable" como la de la madre hacia el hijo. Adhesión leal al otro contrayente sin exigencia alguna.

Israel "reconocerá" al Señor. Conocimiento no meramente teórico, sino con un fuerte matiz afectivo, como respuesta de amor que es.

¿Cuáles son nuestros baales a los que se apega nuestro corazón, olvidándonos del Señor? ¿Dinero, gloria, poder? No nos vendría mal una buena dosis de desierto, lejos de la sociedad de consumo en que nos movemos.

DABAR 1979/17


3. D/ESPOSO

Oseas, traicionado por su mujer, comprende en su propia vida el drama del amor de Dios ultrajado por Israel. Yavé es como un esposo traicionado, Israel como una esposa que se olvida de su marido y se prostituye dando culto a los dioses extranjeros. Pero Yavé vence con amor el desamor de su esposa.

Primero castiga a Israel para que abandone su mala vida (2, 4-15), después lo "seduce" y lo lleva de nuevo al desierto, a la soledad, para hablarle al corazón.

La vida en el desierto, después de la salida de Egipto, aparece como un ideal que es menester recuperar. En los tiempos del éxodo, Israel era todavía como un niño que no conocía otro amor que el de Yavé y no corría detrás de los dioses extranjeros.

Yavé lo conducía y lo cubría con su sombra, con "la nube luminosa". Yavé se propone ahora llevar a Israel otra vez al desierto para hacerle el amor. Es como un amante apasionado que no se da nunca por vencido.

Yavé está dispuesto a contraer con Israel una nueva alianza, una alianza perpetua e indisoluble. Pues su fidelidad es más fuerte que todas las infidelidades de Israel. Y en esta nueva alianza, en este matrimonio indisoluble con el pueblo, Yavé dotará a su propia esposa con el derecho y la justicia, con la misericordia y la fidelidad, con una convivencia y conocimiento íntimo... Ninguna semejanza mejor que ésta del matrimonio para expresar la inmediatez de la presencia divina y la comunicación de Dios con su pueblo elegido.

En Jesucristo, que es Dios y hombre, se cumplirá el propósito de Yavé de una vez para siempre. Jesucristo será el "sí" de Dios en el que se cumplirán todas las promesas, y el "sí" de todos los elegidos que aceptarán el amor invencible de Dios. Jesucristo es la "nueva alianza".

EUCARISTÍA 1976


4.

"Yo la seduciré". El profeta Oseas es un gran hombre de fe, ya que si fustiga sin piedad a un pueblo degradado moral, religiosa y políticamente, también vuelve sobre el tema clásico de la restauración que Dios dará en un futuro de fidelidad. Notar el realismo de la expresión "seducir" que se emplea en otras partes de la Biblia cuando se quiere hablar del rapto o violación de una muchacha. (Ex 22, 15; Jue 14, 15; Job 31, 9). Es el poder amoroso de Dios que, a pesar de la más tremenda defección humana, se mantiene en su fidelidad. Es una expresión de gran intimidad, entre la mujer y el hombre que se quieren (cf Gn 34, 3; Rut 2, 13; Jue 19, 3). Dios emplea toda clase de "argucias" amorosas para apartar al hombre de la seducción del orgullo, del poder y de la idolatría. Dios libera con amor. Se trata aquí de la respuesta amorosa que una esposa fiel da a su marido; también es posible que Oseas, que suele emplear el término de "responder" para indicar la clase de relaciones Dios-hombre (cf vv. 23-24), jueguen aquí con el nombre de la diosa cananea Anath (en heb. responder: ana), como hace en el v. 18 con la palabra baal. Dios espera la respuesta amorosa del hombre, ya que de él ha partido esta dinámica del amor. El ha amado primero.

El profeta anuncia una alianza nueva. La palabra casar, que viene con insistencia, no tiene que hacer pensar en un compromiso provisional; es en el momento de los desposorios cuando se hacen los tratos que unen definitivamente a los cónyuges. Es el Señor quien tiene la iniciativa; es él el que trae lo que va a asegurar la fuerza de esta unión la justicia y el derecho, como en la antigua alianza, pero además el amor y la ternura, palabras características del vocabulario de Oseas, y que anuncian ya la interioridad de la alianza nueva (cf Jer 31, 31-33). La novedad de la alianza es también señalada en el contexto de Oseas por la palabra casar, que no se dice más que de una joven virgen, no de una mujer que haya estado ya casada anteriormente. El pasado ha quedado borrado: los nombres mismos de los baales se quedarán en el olvido (vv. 18.19). La vida misma se ha transformado: es el cuadro de la pacificación de los animales salvajes, la destrucción de las armas de la guerra (v. 20), trazos que serán comunes a todas las perspectivas escatológicas de todos los profetas (Is 11, 6-8; 65, 25; Za 9, 10; Ez 34, 25). Solamente el que ha captado con agudeza y con finura este amor del Dios que se da puede verse animado a seguir a Jesús. Este camino es más eficiente que el de una ascesis extraña al ideal amoroso del Dios de salvación (cf. Evangelio).

EUCARISTÍA 1979/10


5. Os/A. GRACIAS A OSEAS, EL AT HA ENTENDIDO QUE AMANDO AL PRÓJIMO SE CAMINABA HACIA EL AMOR A DIOS.

Si el comentario de los tres primeros capítulos de Oseas que hoy hace la casi unanimidad de los intérpretes es exacto, hay que reconocer que la experiencia conyugal del profeta está en relación con el descubrimiento del amor de Dios por su pueblo. Oseas, que había sufrido la infidelidad de su esposa, supo vivir un amor capaz de ir más allá de esa infidelidad. Su dolorosa experiencia le puso así en la pista de una realidad insospechada hasta entonces: el amor con que Dios ama a su pueblo. En su caso todo ocurrió como si hubiera una estrecha relación entre la práctica del amor humano y el descubrimiento del amor divino.

Sin duda que Oseas no llevó su descubrimiento original hasta entrever que él mismo podía "amar" a Dios. Su experiencia del amor a una esposa no le llevó, pues, a amar a Dios; le puso sobre la pista, haciéndole comprender el amor con que Dios ama. El que se sabe amado, está muy cerca de amar él mismo. Gracias a Oseas, el AT ha entendido que amando al prójimo se caminaba hacia el amor a Dios. ¿No se basa la afirmación de Jesús en la certeza de que las dos actitudes se hallan en estrecha continuidad? ¿No se basa en la certeza de que, en definitiva, no hay más que un amor, no hay más que un don de sí, una apertura a los demás: apertura a los demás que se vuelve apertura al Otro, acogida al Otro, acogida de todos los otros? ¿No se funda en esta certeza la búsqueda indiferenciada, a que son llamados todos los cristianos, del amor a Dios y al prójimo? Un solo amor... una sola búsqueda. "Buscad y hallaréis".

LOUIS MONLOUBOU
LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE MATEO
EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1981.Pág. 269


6. /Os/02/04-24

Una primera parte en que es acusada la esposa infiel (vv 4-17) y una segunda parte (18-24) en que se habla de reconciliación nos dan la versión de una actitud profética idéntica: la encarnación del pecado y del castigo y la reconciliación como momento final. El profeta vive en su propio tejido existencial el simbolismo de la acción. Las imágenes vienen a significar que después de algún tiempo de matrimonio, la esposa de Oseas, Gomer, se ha entregado de nuevo a la prostitución. Pero el drama del profeta cede plenamente el lugar al drama de Dios ante la infidelidad repetida de Israel, con quien está unido con un vínculo tanto o más íntimo que el vínculo matrimonial, cual es el vínculo de la alianza. El profeta al que Dios revela su amor, un amor escarnecido por la infidelidad, pero un amor sin retroceso, no recibe esta verdad como un concepto abstracto y frío. A pesar de la infidelidad de su esposa, Oseas sigue amándola. ¿Qué ha de hacer? El profeta se fija cómo Dios trata a Israel y así aprende cómo debe tratar a Gomer. Conoce la pena de Dios por la propia pena y aprende a perdonar porque Dios perdona.

Todos estos versículos quieren destacar la lucha iniciada por Dios para sustraer a su pueblo de la acción de los cultos cananeos, la tentación más grave para la fe de Israel, ya que suponía la divinización de la naturaleza y la destrucción del sentido histórico de la salvación. Es la vida agrícola la que ha abierto las puertas a los cultos cananeos, a los falsos dioses, a los baales. Su culto tendía a controlar las fuerzas de la naturaleza por medio del ritual mágico a fin de producir la deseada fertilidad de los campos y del ganado. Oseas replica que esto tendrá efectos contrarios a los esperados: en lugar de la humedad, la sequía; en lugar de la cosecha, el hambre. Pero el castigo se convierte paradójicamente en el primer acto de la gracia. Dios ama entrañablemente a Israel, está enamorado de él. Por esto lo conduce al desierto, al lugar del primer desposorio de la alianza, al lugar del retorno del Señor. Es en el desierto, lugar sin baales, en donde se juega el futuro de Israel, invitado a responder a un Dios que no le habla "al corazón", sino «sobre el corazón», tierra virgen de toda mezcla extraña a la lucha esencial. Pero la salvación no es fruto de un esfuerzo ético del hombre, sino de un acto gratuito de la voluntad amorosa y fiel de Dios: su hesed.

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 740 s.