REFLEXIONES

 

1.

SITUACIÓN LITÚRGICA

Leemos hoy en el evangelio el segundo fragmento del "sermón del llano" de Lucas, sobre el amor a los enemigos, preparado en la primera lectura por el ejemplo del perdón de David a Saúl, y por el salmo responsorial por el canto a la misericordia de Dios, razón última del mensaje evangélico. Y en la segunda lectura leemos otro fragmento del c. 15 de 1 Corintios, sobre el misterio de Jesucristo resucitado.

REFLEXIÓN BIBLICO-TEOLOGICA

1.-El fragmento evangélico de hoy es una de las páginas más representativas de la radicalidad de la ética evangélica. "Amad a vuestros enemigos... prestad sin esperar a cobrar...".¿Cuál es la razón de una ética tan radical? En el fondo hemos de reconocer que no hay argumentos, no hay razones. Sólo la revelación de un misterio: "Seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos". El domingo pasado, con motivo de las bienaventuranzas, pusimos de relieve la verdad básica revelada por Jesucristo: Dios ama de manera gratuita; no hay ninguna razón lógica; el único "porqué" es la necesidad, la pobreza, el llanto de la humanidad. Sólo en ese ámbito espiritual se puede comprender la palabra ética radical de Jesús; el amor servicial, sincero a todos, no tiene argumento posible, es un gran amor gratuito; sólo se puede comprender en la contemplación sorprendida y agradecida del amor de Dios, incondicional, universal, gratuito.

2.-¿Cómo hay que entender las palabras del Evangelio? A lo largo de la historia se ha dicho de todo, y probablemente la reacción espontánea y no formulada de los oyentes cristianos tiene mucho de estas explicaciones: son bellas utopías, simples retóricas de belleza poética irreal; hay que cumplirlo, cueste lo que cueste; son exageraciones que no hay que entender al pie de la letra; son expresiones fuertes del Espíritu cristiano dichas precisamente para hacer consciente al hombre de su radical incapacidad para el bien; están dichas para unos pocos privilegiados del espíritu; son simples fantasías que harían imposible la convivencia y que afortunadamente los hombres no se toman seriamente... Muchas de las expresiones evangélicas son ejemplos concretos, imágenes vivas; haríamos bien en formular la "categoría" que expresan y esconden. En la relación del hombre con el otro hay que evitar toda venganza, incluso cuando se camufla detrás de la excusa de la justicia; hay que evitar toda utilización del otro que tarde o temprano revierta en el propio provecho; el trato con los demás no ha de depender de sus méritos ante mí, ni de sus culpas, sino que debo estar volcado a su necesidad, sea cual fuere.

GRATUIDAD/RADICALISMO: Las imágenes son fuertes, algunas incluso sorprendentes; quieren expresar una manera de relacionarse con los demás que se puede resumir en dos actitudes: la radicalidad y la gratuidad del amor; el ejemplo más vivo es la proclamación del amor a los enemigos. Hay que utilizar las imágenes en la medida en que nos ayudan a subrayar la fuerza y la radicalidad del mensaje evangélico; pero hay que ir con cuidado, porque podemos poner unos ejemplos tan utópicos que acaben dando la impresión de palabras vacías con el simple interés de la sorpresa retórica.

3.-Repetimos el centro del cristianismo: la confesión del amor gratuito y misericordioso de Dios, que conduce a la ética humana más radical y gratuita. La luz sobre Dios llega a iluminar las profundidades de la vida y el comportamiento humanos. Hoy, no obstante, hay que poner de relieve un último aspecto: esta ética tan radical no es un exceso sublime de perfección; es propiamente la ética más profundamente humana. Las relaciones entre los hombres que no estén regidas por estas actitudes acaban en lucha e inhumanidad. Hoy hay que subrayar que en la convivencia entre los hombres y entre los pueblos hay que llegar a una ética que busque el bien del otro sin utilizarle, que atienda sus necesidades sin intención de pasarle luego la factura, que busque realmente la justicia sin actitud de revancha, que dialogue con los pretendidos enemigos buscando realmente el bien social común. Esta tiene que ser la aportación cristiana al dialogo social. No sólo para dar a la convivencia un plus de perfección, sino para hacerla posible y humana, es decir, según el Espíritu del Señor.

4.-¿Y la "recompensa"?. Es más que recompensa; es la vida en Dios, ahora y por toda la eternidad, encontrando así la verdadera relación entre los hombres, la paz, el amor, la alegría de la comunión, incluso entre los problemas y las tensiones. La vida evangélica parte de Dios y tiene a Dios como "recompensa" porque no es sino la expresión viva de la misma gratuidad que define el amor de Dios. El que ama así, y a este amor estamos llamados toda la humanidad, es el que realmente cree, en su corazón, en el Dios vivo. Esta es la fe que salva.

APLICACIONES

1.- Acompañar hacia un conocimiento del amor de Dios que lleve a un amor vivo a los demás, especialmente a los conflictivos.

2.- Recuperar el sentido de las imágenes radicales evangélicas como expresión de actitudes de gratuidad y generosidad, que se manifiestan especialmente en el trato con las personas difíciles, con los que nos hacen daño, con los enemigos.

3.- Poner de relieve el carácter profundamente humano de estas actitudes evangélicas, necesarias para una buena convivencia social, familiar, internacional.

4.- Ayudar a comprender lo que hay de actitud creyente, que acoge en el corazón al Dios vivo, en la vida abierta sinceramente al bien de los demás, y a la comunión con los que nos han hecho daño.

G. MORA
MISA DOMINICAL 1992, 3


2.

AMOR SIN FRONTERAS

Dos mil años llevamos los cristianos recreando las palabras, el mensaje de Jesús. Dos mil años buscando cada día nuestras señales de identidad cristiana. Dos mil años buscando en cada tiempo el «agiornamiento», la renovación, el espíritu de Jesús.

Redescubrir cada día cuál es la entraña de la esencia del evangelio. Y volver a la ley del amor es volver irremediablemente hacia el presente. Hacia un imperativo siempre nuevo cada día. Más allá de la utopía de un mundo de bondad y de abundancia que se acaba en sí mismo, la utopía de un punto de llegada, del amor como una realización de vida en la inmensidad y la abundancia del amor de Dios. Rara vez como hoy el evangelio se nos hace más ajeno a nuestro modo de pensar, tan opuesto a la manera habitual de comportarnos.

A/FELICIDAD  A/GRATUIDAD: El que está lejos del amor está lejos de la felicidad. Hoy día casi todos los comportamientos son interesados. Con códigos de barras. Todas las cosas que hacemos crecen adornadas con esta interesada pregunta: Y esto, ¿para qué sirve? ¿es útil? Lo quiera o no, el hombre está llamado a amar desinteresadamente, y si no lo hace, en su vida se abre un vacío que nada ni nadie puede llenar. Renunciar al amor es condenarse irremediablemente al vacío. Hemos sido amados, somos amados por Dios ininterrumpidamente y de forma gratuita. Solamente si vivimos con radicalidad el amor de Jesús vivimos en su reino.

Aquella tarde volvía a preguntarme: Y esto, ¿para qué me sirve? Si yo realizo esto, ¿qué me va a reportar? Ya casi no podía desengarcharme del utilitarismo, de las cosas medias y pesadas, en las que me había envuelto la niebla de este siglo y de todos los siglos. Era muy difícil caminar más allá del vacío de uno mismo. Era extraño encontrarse con palabras y realidades que se vaciaran en la gratuidad. Vivimos en una sociedad en donde es difícil aprender a amar gratuitamente. Esto, para el sentir del siglo, serían conductas no normalizadas. Rara flor sacar a relucir entre las escombreras del utilitarismo, la flor de la solidaridad, con el descubrimiento amplio del nosotros en un mundo de fraternidad. Invitados a algo que se sale de todos los cánones de conductas normalizadas, y normalizar lo más difícil todavía. Dentro de nosotros crear unas actitudes y comportamientos que sepan integrar a todos los hombres con una única vara de medir: el amor de Dios. Un amor de Dios sin fronteras ni limitaciones y que llega hasta a los enemigos.

MDT-NUEVO: Con la palabra amor expresamos muchas realidades. Compartir también expresa una realidad de amor, pero la utopía de Jesús va más allá del compartir: consiste en dar y darse hasta quedarse sin nada. «Compartir es de estricta justicia; dar hasta quedarse sin nada es propio de quien ha superado los viejos cánones y ha sustituido la justicia, como patrón del comportamiento humano, por el amor como único mandamiento, como el mandamiento nuevo: «Amaos como yo os he amado».

La radicalidad y las exigencias del amor de Jesús. Según Jesús, el amor no es amor al prójimo solamente, lo decisivo es el amor al enemigo. Ni el amor al hombre ni el amor al prójimo; el amor al enemigo es lo característico de Jesús. El mandamiento de Jesús me impone el que deba tener como prójimo a todo el que me es hostil. Implica una nueva concepción del prójimo: ya no es quien está cerca, ni siquiera aquel a quien debo acercarme, si me necesita. Prójimo es también quien no debiera esperar amor, porque no me ama, pero a quien se lo debo, porque no me lo ha dado.

Tenemos que seguir creyendo en la fuerza transformadora del amor. ¡Que nunca nos resulte ajeno a nuestro modo de vivir y comportarnos la preocupación real por los demás, el amor, la acogida, la solidaridad, la cercanía, la intimidad, la lucha por el débil, la amistad! Es nuestra respuesta evangélica a una sociedad llena de interés y egoísmo.

Estaremos más cerca de la Fraternidad, creceremos en ella, si recreamos con más ahinco cada día la palabra NOSOTROS. Así lo expresaba este bello poema de E Loidi: «Nuestra palabra tercera, definitiva: NOSOTROS, / pues los hombres y mujeres formamos todos un cuerpo, / un «nosotros» solidario, trabado, independiente. / Nosotros: palabra grávida.... / la que implica el cumplimiento de todas las esperanzas. / Dejemos los singulares, tanto «mío», tanto «yo», / tantas miradas egocéntricas que favorecen a las células / de la muerte. Y ensanchémonos. Ampliemos el yo al nosotros / y el nosotros hasta el límite de la tierra, sin fronteras.»

Amar es comprometerse generosamente, sin medida. Amar es un nosotros sin fronteras.

FELIPE BORAU
DABAR 1995, 14


3. ENTRADA

Sed bienvenidos, hermanos, a esta Eucaristía que a todos nos hace más cercanos, más iguales, en el abrazo paterno de nuestro Dios. En este día vamos a dejar que la Palabra interpele una vez más nuestro actuar y que la fuerza del Espíritu nos ayude hasta ser esos testigos de Amor que el mundo necesita tan urgentemente.

Llamados a estar por encima de la mera legalidad, del cumplimiento de la norma, de la sola justicia, los cristianos hemos de ir más allá, haciendo posible y creíble ese Reino nuevo, regalo de Dios, donde lo primero y la fuerza que todo lo mueve es el Amor.

AM. LAHUERTA
DABAR 1995, 14


4. SIN ESPERAR NADA

¿Por qué tanta gente vive secretamente insatisfecha? ¿Por qué tantos hambres y mujeres encuentran la vida monótona, trivial, insípida? ¿Por qué se aburren en medio de su bienestar? ¿Qué les falta para encontrar de nuevo la alegría de vivir? Quizás la existencia de muchos cambiaría y adquiriría otro color, y otra vida, sencillamente si aprendieran a amar gratis a alguien.

Lo quiera o no, el hombre está llamado a amar desinteresadamente. Y si no lo hace, en su vida se abre un vacío que nada ni nadie puede llenar. No es una ingenuidad escuchar las palabras de Jesús: Haced el bien y prestad sin esperar nada. Puede ser el secreto de la vida. Lo que puede devolvernos la alegría de vivir.

Es fácil terminar sin amar a nadie de manera verdaderamente gratuita. No hago daño a nadie. No me meto en los problemas de los demás. Respeto los derechos de los otros. Vivo mi vida. Pero eso, ¿es vida? Despreocupado de todos, reducido a mi trabajo, mi profesión o mi oficio, impermeable a los problemas de los demás, ajeno a los sufrimientos de la gente, me encierro en mi campana de cristal. ¿Para qué? ¿Para encontrar mi felicidad?

Vivimos en una sociedad en donde es difícil aprender a amar gratuitamente. En casi todo nos preguntamos: ¿Para qué sirve? ¿Es útil? ¿Qué gano con esto? Todo lo calculamos y lo pedimos. Nos hemos hecho a la idea de que todo se obtiene pagando: alimentos, vestidos, vivienda, transporte, diversión. Y así corremos el riesgo de convertir todas nuestras relaciones en puro intercambio de servicios..

Hoja Litúrgica de la Diócesis de Madrid


5. AMOR/ODIO
EL AMOR ACABA CON LOS ENEMIGOS EL ODIO ACABA CON LOS HOMBRES

ESPIRAL DE AMOR

Hasta el momento ninguna guerra ha cosechado paz para todos. Por eso la violencia reaparece una y otra vez en todos los terrorismos, luchas de clase o conflictos armados. Y es que el odio, que engendra la guerra, no puede acabar con el odio. Al contrario, lo suscita y fomenta en una amenazadora espiral de odio y violencia.

Siempre que se opone odio al odio, hay un solo vencedor: el odio. Y un solo derrotado: el hombre. Pues el odio, queriendo exterminar a los enemigos, lo que hace es ir liquidando a los hombres y creando nuevos enemigos. Si de verdad queremos acabar con el odio y con todas las violencias, sólo hay un camino: responder al odio con amor, devolver bien por mal, amar a los enemigos.

Pero ese amor no es fácil de entender. Por de pronto, no hay que confundir el amor con la debilidad. No es verdad que el amor sea el arma de los débiles. Pues ese amor al enemigo no es debilidad ni inhibición ni aguante.

Tampoco es una traición a los amigos, para dar pasos hacia el enemigo. Ni debe confundirse este amor al enemigo con una pringosa bondad que trata de lubrificar los puntos de fricción entre los hombres, sólo con buenas palabras y gestos hermosos y grandilocuentes. El amor al enemigo, precisamente por ser al enemigo, con todos los respetos a los hombres, trata eficazmente de desmontar el tinglado de una sociedad en la que no se ponen en juego las diferencias personales, sino que juega peligrosamente con ellas para vulnerar la igualdad fundamental de los hombres.

Porque todos somos iguales. Pero también somos todos diferentes. Por eso, aflorará el amigo o el enemigo que todos llevamos dentro, según que las diferencias se asuman como instrumentos para construir entre todos una sociedad de iguales, o como armas y pretextos para que los unos sigan explotando a los otros.

Todos somos diferentes. Por eso el primer paso del amor al enemigo es respetar esas diferencias. Mas, cuando tales diferencias se esgrimen como razón para la desigualdad, el amor es lucha por la justicia, que trata de poner a salvo al hombre: a los unos, de la explotación que padecen; a los otros, del egoísmo que los domina; a todos, del odio que los enfrenta.

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6.

Sin esperar nada

Si el pasado domingo la lectura evangélica iniciaba el "sermón de la llanura" con la apreciación que le merece al Padre la "pobreza" y la "riqueza", la continuación de mismo discurso que encontramos en el evangelio de hoy nos presenta cual debe ser la visión que el cristiano tiene que tener de los "otros".

La idea, que da el tono a todos los consejos que hallamos en el texto, la encontramos casi al final del mismo: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo" y tiene su correlato humano en esta otra advertencia: "Tratad a los demás como queréis que ellos os traten".

Está claro que Jesús quiere trasladar al seno de la comunidad de los suyos las relaciones de misericordia que el Padre mantiene con los hombres y pormenoriza, casi hasta el detalle, cómo tiene que ser esas relaciones. Así, hace pasar por delante de su auditorio -en nuestro caso, lectores- prácticamente una casuística completa de circunstancias que hace difícil soportar al otro y, mucho más difícil, amarlo.

Comienza recordando a los enemigos a los que hay que amar aunque nos odien, nos maldigan o nos injurien. Pero esto no basta, la respuesta del discípulo de Jesús debe ir más lejos: ofrecer la otra mejilla, dar además el manto y no reclamar nada al ladrón. Después presenta una serie de relaciones totalmente unilaterales: hay que amar, prestar y hacer el bien sin esperar a que el otro responda con la misma moneda.

Para asimilar las exigencias de esta doctrina quizá necesitemos recordar las experiencias que hemos tenido del perdón tantas veces recibido de manos del Padre que "es bueno con los malvados y desagradecidos.

Antonio Luis Martínez
Semanario "Iglesia en camino"
Archidiócesis de Mérida-Badajoz
Núm. 243 - Año V - 22 de febrero de 1998


7. A/ENEMIGOS  CORRUPCION/ETICA 

LA OTRA ÉTICA.

El tema de la corrupción, la sensación, y a veces certeza, de que la cosa está más podrida de lo que aparenta, las acusaciones mutuas de andar todos sucios y enfangados, han ocupado el centro de atención de medios de comunicación y sociedad, aunque, lamentablemente, a nadie hemos visto aparecer dándose golpes de pecho y sintiéndose sinceramente llamado a penitencia, conversión y cambio.

También la Iglesia -y está en su derecho- ha jugado su cuarto a espadas, en distintas ocasiones, quizá demasiadas, y desde distintos frentes, denunciando corrupción y manifiestas muestras de materialismo pagano en nuestro país. La Iglesia, además de tener que escucharse lo de "médico, cúrate a ti mismo", puede caer en la trampa de "denunciar" más que "anunciar". ¿Y si anunciara más y denunciara menos? En todo caso hay una fórmula evangélica para anunciar y denunciar a la vez: la autenticidad de la propia vida; denunciar y anunciar con la verdad del propio testimonio.

De la corrupción dicen que haberla haila, y piden más ética, otra ética, un rearme moral. De ética trata hoy el evangelio. De ética cristiana. ¡Y casi nada! Nuestra ética es Jesús. Lo específico cristiano, la norma viva, la norma única de la ética cristiana es Cristo, la ley de Cristo.

Así se explica uno que nada más asomarnos al Evangelio nos demos de bruces con cuatro órdenes concisas, contundentes y radicales: "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen y rezad por los que os maltratan". ¡Uf, como si nos ordenara hacer encaje de bolillos con una maroma de barco! Con maroma o con fino hilo de bordar el encaje ha de salir, pues "el amor a los enemigos es la esencia de la vida cristiana". (Si prescindimos de esto, todas las éticas podrían ir casi al mismo saco). "Si queréis a los que os quieren, ¡vaya generosidad! Si hacéis el bien a los que os lo hacen, ¡vaya gracia!..., eso lo hace cualquiera, también los que no creen". El cristiano ha de ir "a por todas", sin fronteras, sin topes, sin basta: "Tú ama al enemigo, pon la otra mejilla, no reclames lo tuyo, quédate desnudo..."; esto es, haz el idiota, porque a esto en la vida se le llama ser idiota. Idiota o héroe, porque el seguimiento de Jesús, la ética cristiana llega hasta exigir el heroísmo, en lenguaje humano, o hasta la perfección, en el lenguaje de Dios: "Sed buenos del todo como es bueno vuestro Padre del cielo" (/Mt/05/48).

El gran regalo que nos hizo Jesús fue proclamar el amor a Dios y al prójimo como una y única exigencia, como el primer mandamiento, en interpretación, además, universalista: "amor sin límites, aunque sea un samaritano"; y si no conoce límites, el amor abarca también al enemigo.

La ética cristiana exige el peaje de no poner condiciones, de la rendición incondicional: "Deja que los muertos entierren a los muertos"...; "el que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios" (Lc 9, 57-62).

J/RADICALISMO  A/RADICALISMO EROS-FILIA-AGAPE

¿Por qué esta radicalidad? El secreto está en el amor. Al amor se le hace significar tantas cosas que uno puede amar a Dios o al diablo, creer que ama a la esposa y estar amándose a sí mismo, escribir cartas de amor y no buscar el corazón sino la hacienda de la amada. Los antiguos ya distinguían: Eros es forma de amor o amistad que busca el propio provecho; el otro es medio para mi gozo e interés. Filia es amor entre iguales; imposible amar a superiores o inferiores, indigno amar al pobre o menesteroso. Sólo el agapé es cristiano. Para Jesús el agapé es un amor muy especial: amor al otro por el otro, por su interés y realización aunque yo no saque nada (E. Dussel). Es don de sí, entrega, opción sin retorno, no reciprocidad (te doy para que me des), sino gratuidad, puro regalo. Alguien lo ha expresado muy bien: "Amor a fondo perdido".

El amor-caridad es lo que identifica a la moral cristiana y le marca la meta de su ideal ético: "hacer de la historia humana Historia de Salvación. Historia de Salvación a través de la humanización creciente de la historia humana mediante la civilización del amor" (M. ·Vidal-M). Pero en esto insistiremos otro día.

ETICA-CRISTIANA/J: Concretando: la ética cristiana es Jesús, es decir, una manera de ser, de ver y vivir la vida, una forma nueva de entender a los demás. "Tanto para el individuo como para la sociedad, Jesucristo es una persona, con su palabra, con su acción y con su destino, una invitación: "tú puedes", un llamamiento: "tu debes", un reto: "Tú eres capaz"; y, por tanto, un modelo básico de un nuevo camino en la vida, de un nuevo estilo de vida, de un nuevo sentido para la vida" (Hans Küng).

B. CEBOLLA
DABAR 1992, 16


8. A/ENEMIGOS VIOLENCIA/MANSEDUMBRE

"LO QUE SIRVE PARA ENJUICIAR AL HOMBRE NO ES TAN SOLO LO QUE ÉL MISMO HACE, SINO TAMBIÉN AQUELLO QUE TOLERA QUE SE LES HAGA A LOS DEMÁS". (·BLOCH-E)

¿Se ha de rechazar en cualquier caso, desde un punto de vista cristiano, la violencia revolucionaria...? ¿Qué ocurre si yo veo que a otro le abofetean en la mejilla derecha? ¿Debo entonces quedarme mirando y permitir además que le abofeteen en la mejilla izquierda? De otra manera, ¿puedo yo entender las palabras de Jesús como pauta ético-social de mi responsabilidad por los demás? ¿No debo, más bien, aceptar y entender el amor cristiano como la voluntad incondicional y la decisión indiscutible por la justicia y la libertad, precisamente en favor de los demás, en favor de los hermanos más pequeños? ¿Y se ha de rechazar, en cualquier caso, desde un punto de vista cristiano, la violencia revolucionaría, que protesta apasionadamente contra las formas de una general injusticia, en la que a los más pequeños de los hermanos se les abofetea en la mejilla derecha y en la izquierda? "Lo que sirve para enjuiciar al hombre no es tan sólo lo que él mismo hace, sino también aquello que tolera que se les haga a los demás" (E. Bloch). Desde este punto de vista debe también interpretarse el precepto de amar a los enemigos. Por lo que a mí mismo se refiere, puedo y debo, según las circunstancias, como cristiano, actuar estrictamente según el principio: "Bendecid a los que os persiguen, haced el bien a aquellos que os aborrecen"; pero cuando se hace el mal a otro, cuando otros son perseguidos y avasallados, ¿de qué modo debo interpretar ese principio?

J. B. Metz, citado por R. Baumann en "El futuro del cristianismo", Ed. Verbo Divino, Estella 1974, p. 234s