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H O M I L Í A

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DOMINGO VII DEL
TIEMPO ORDINARIO

CICLO B

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-Todos estamos paralíticos

EL DOMINGO ANTERIOR, en el evangelio de la curación de un leproso, podíamos imaginar en aquella escena un símbolo de la liberación que JC nos aporta, de la liberación del mal que hay en nosotros. Hoy volvemos a encontrar UNA CURACIÓN, pero esta explícitamente VINCULADA CON EL PERDÓN del pecado.

Es posible que nuestra primera reacción, al pensar que hemos de hablar de nuevo del pecado haya sido de INCOMODIDAD. Quizás porque después de una época en que la vida cristiana estaba muy centrada en el pecado (especialmente en ciertos pecados), hoy con razón INSISTIMOS MAS en los aspectos positivos de nuestra fe, más en el amor de Dios que en nuestro pecado. Quizá también porque siempre NOS DUELE reconocer que somos pecadores y nos molesta hablar del mal (en nosotros... porque en los demás nos es más fácil).

Sea como sea, EL EVANGELIO nos habla de un buen hombre a quien J perdona los pecados y, además LIBERA de su parálisis. Y empieza a CAMINAR. Me parece que con este buen hombre PODRÍAMOS IDENTIFICARNOS bastante todos. Y no sólo individualmente; también comunitariamente, ya sea como miembros de la comunidad que llamamos Iglesia, ya sea como miembros de nuestra sociedad.

¿No os parece que TODOS ESTAMOS un poco o bastante o muy PARALÍTICOS? 

-En la sociedad, en la Iglesia, en la vida personal

Paralíticos, por ejemplo, COMO MIEMBROS DE NUESTRA SOCIEDAD, de nuestro país.

Porque BASTA CON MIRAR A nuestro alrededor para constatar que vivimos en una sociedad injusta, en la que unos tienen mucho y otros muy poco. En la que UNA MINORÍA acumula en sus manos la posibilidad de imponer sus decisiones. En la que LA MAYORÍA de las mujeres y hombres viven atrapados por largas jornadas de trabajo, atrapados por dificultades económicas, por una imposibilidad de realizarse humanamente. Sí, todo esto es fácil reconocerlo, pero ¿QUE HACEMOS PARA CAMBIARLO? Poca cosa, quizá nada. Estamos PARALÍTICOS.

Como estamos también MUCHAS VECES EN LA IGLESIA. MUCHO HABLAR del Concilio, de los cambios, de que los jóvenes pierde la fe y los mayores no la viven, hablar de los obispos y de los curas, de la Iglesia y del Estado... Pero, ¿QUE HACEMOS? ¿Hacemos algo además de lamentarnos? ¿No estamos también paralíticos? Y preguntémonos también, cada uno de los que estamos aquí, si EN NUESTRA VIDA PERSONAL, en aspectos importantes de lo que hacemos y vivimos, no pasa algo semejante. Decimos por ejemplo: "Si en casa hubiera más cordialidad, más comprensión... "pero ¿qué hacemos para que así sea? Muy a menudo BUSCAMOS EXCUSAS en los demás o en las circunstancias, pero en realidad lo que sucede es que casi nada hacemos (con esfuerzo, con constancia, con decisión) para cambiar, para mejorar. También nosotros, en nuestra vida personal, somos muchas veces como PARALÍTICOS.

-Fe para caminar

En la conducta de JC hay una cosa absolutamente clara. Y es LA FACILIDAD CON QUE PERDONA los pecados de unos, mientras ATACA CON DUREZA el pecado de otros. Pero la DIFERENCIA no está tanto en la clase de pecado, sino EN LA ACTITUD del hombre. Para que el pecado sea perdonado SE REQUIERE UNA CONDICIÓN: FE. Es lo que hemos leído en la narración de hoy ("viendo J la fe que tenían...").

Pero no es una fe de "credo" (podríamos decir, para entendernos).

J, por ejemplo, no exige como condición que crean en El como Hijo de Dios. Ni que hagan este o aquel acto. ES UNA FE más radical, más PREVIA, más HONDA en el corazón del hombre: es CREER QUE ES POSIBLE sacarse de encima el pecado y caminar.

Porque el pecado, el mal es un peso. Inmoviliza. Y esta fe radical que pide JC se identifica con CREER QUE HAY ALGO SUPERIOR más fuerte, que nuestro pecado. ESTE "ALGO" (se sepa o no) ES DIOS. Lo que es preciso es abrirse, confiar, creer en esta Realidad más honda que nuestro pecado. Sin esta fe, no hay nada que hacer. CON FE, TODO ES POSIBLE. Incluso que los paralíticos (nosotros, los paralíticos) comencemos a caminar.

En nuestra sociedad, en nuestra Iglesia, LO QUE SE PRECISA es hombres y mujeres con fe. Gente que crea que vale la pena creer, trabajar, caminar. Como es también lo fundamental para nuestro camino personal: TENER FE no en nosotros sino en la fuerza de Dios presente en nuestra vida.

Podríamos terminar releyendo las primeras palabras de la primera lectura: "Esto dice el Señor: No recordéis -leer hasta-... ¿no lo notáis?".

JOAQUÍN GOMIS
MISA DOMINICAL 1976/04


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