-Todos
estamos paralíticos
EL
DOMINGO ANTERIOR, en el evangelio de la curación de un leproso, podíamos
imaginar en aquella escena un símbolo de la liberación que JC nos aporta, de
la liberación del mal que hay en nosotros. Hoy volvemos a encontrar UNA
CURACIÓN, pero esta explícitamente VINCULADA CON EL PERDÓN del pecado.
Es
posible que nuestra primera reacción, al pensar que hemos de hablar de nuevo
del pecado haya sido de INCOMODIDAD. Quizás porque después de una época en
que la vida cristiana estaba muy centrada en el pecado (especialmente en ciertos
pecados), hoy con razón INSISTIMOS MAS en los aspectos positivos de nuestra fe,
más en el amor de Dios que en nuestro pecado. Quizá también porque siempre
NOS DUELE reconocer que somos pecadores y nos molesta hablar del mal (en
nosotros... porque en los demás nos es más fácil).
Sea
como sea, EL EVANGELIO nos habla de un buen hombre a quien J perdona los pecados
y, además LIBERA de su parálisis. Y empieza a CAMINAR. Me parece que con este
buen hombre PODRÍAMOS IDENTIFICARNOS bastante todos. Y no sólo
individualmente; también comunitariamente, ya sea como miembros de la comunidad
que llamamos Iglesia, ya sea como miembros de nuestra sociedad.
¿No
os parece que TODOS ESTAMOS un poco o bastante o muy PARALÍTICOS?
-En
la sociedad, en la Iglesia, en la vida personal
Paralíticos,
por ejemplo, COMO MIEMBROS DE NUESTRA SOCIEDAD, de nuestro país.
Porque
BASTA CON MIRAR A nuestro alrededor para constatar que vivimos en una sociedad
injusta, en la que unos tienen mucho y otros muy poco. En la que UNA MINORÍA
acumula en sus manos la posibilidad de imponer sus decisiones. En la que LA
MAYORÍA de las mujeres y hombres viven atrapados por largas jornadas de
trabajo, atrapados por dificultades económicas, por una imposibilidad de
realizarse humanamente. Sí, todo esto es fácil reconocerlo, pero ¿QUE HACEMOS
PARA CAMBIARLO? Poca cosa, quizá nada. Estamos PARALÍTICOS.
Como
estamos también MUCHAS VECES EN LA IGLESIA. MUCHO HABLAR del Concilio, de los
cambios, de que los jóvenes pierde la fe y los mayores no la viven, hablar de
los obispos y de los curas, de la Iglesia y del Estado... Pero, ¿QUE HACEMOS?
¿Hacemos algo además de lamentarnos? ¿No estamos también paralíticos? Y
preguntémonos también, cada uno de los que estamos aquí, si EN NUESTRA VIDA
PERSONAL, en aspectos importantes de lo que hacemos y vivimos, no pasa algo
semejante. Decimos por ejemplo: "Si en casa hubiera más cordialidad, más
comprensión... "pero ¿qué hacemos para que así sea? Muy a menudo
BUSCAMOS EXCUSAS en los demás o en las circunstancias, pero en realidad lo que
sucede es que casi nada hacemos (con esfuerzo, con constancia, con decisión)
para cambiar, para mejorar. También nosotros, en nuestra vida personal, somos
muchas veces como PARALÍTICOS.
-Fe
para caminar
En
la conducta de JC hay una cosa absolutamente clara. Y es LA FACILIDAD CON QUE
PERDONA los pecados de unos, mientras ATACA CON DUREZA el pecado de otros. Pero
la DIFERENCIA no está tanto en la clase de pecado, sino EN LA ACTITUD del
hombre. Para que el pecado sea perdonado SE REQUIERE UNA CONDICIÓN: FE. Es lo
que hemos leído en la narración de hoy ("viendo J la fe que
tenían...").
Pero
no es una fe de "credo" (podríamos decir, para entendernos).
J,
por ejemplo, no exige como condición que crean en El como Hijo de Dios. Ni que
hagan este o aquel acto. ES UNA FE más radical, más PREVIA, más HONDA en el
corazón del hombre: es CREER QUE ES POSIBLE sacarse de encima el pecado y
caminar.
Porque
el pecado, el mal es un peso. Inmoviliza. Y esta fe radical que pide JC se
identifica con CREER QUE HAY ALGO SUPERIOR más fuerte, que nuestro pecado. ESTE
"ALGO" (se sepa o no) ES DIOS. Lo que es preciso es abrirse, confiar,
creer en esta Realidad más honda que nuestro pecado. Sin esta fe, no hay nada
que hacer. CON FE, TODO ES POSIBLE. Incluso que los paralíticos (nosotros, los
paralíticos) comencemos a caminar.
En
nuestra sociedad, en nuestra Iglesia, LO QUE SE PRECISA es hombres y mujeres con
fe. Gente que crea que vale la pena creer, trabajar, caminar. Como es también
lo fundamental para nuestro camino personal: TENER FE no en nosotros sino en la
fuerza de Dios presente en nuestra vida.
Podríamos
terminar releyendo las primeras palabras de la primera lectura: "Esto dice
el Señor: No recordéis -leer hasta-... ¿no lo notáis?".
JOAQUÍN
GOMIS
MISA DOMINICAL 1976/04
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