COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
1Co 10, 31-11, 1

 

1. EU/I:

Al igual que hará en 1 Cor. 11, 23-29, Pablo no se preocupa tanto por defender la sacramentalidad de la Eucaristía, que sus corresponsales no ponen en duda, al parecer (cf. v. 16, que supone una respuesta afirmativa por su parte), como por subrayar las repercusiones de la Eucaristía en el "Cuerpo" de Cristo, constituido por la asamblea y la Iglesia.

* * * *

a) Una de las ideas fundamentales de Pablo es la unidad de cada uno con Cristo realizada por la Eucaristía. La sangre es la alianza, es decir, la vida común entre Dios y el hombre (1 Cor. 11, 25; cf. Ex. 24, 3-8). Por tanto, el pan y el vino son comunión (Koinónía: puesta en común) con Dios (v. 16) y esta palabra "comunión", entendida en este sentido, sustituye a la palabra "alianza" del Antiguo Testamento (cf. v. 18) y se opone a la pretendida unión que el pagano cree poder realizar con las seudodivinidades mediante los sacrificios idolátricos (cf. v. 20).

b) Y esa unidad de cada uno con Cristo realiza la comunión de cada uno y de todos. Esta comunión no es ni mucho menos una simple yuxtaposición de individualidades; es, por el contrario, orgánica: constituye un "cuerpo" (v. 17; cf. 1 Cor. 11,29) que es la Iglesia. La Eucaristía se nos presenta, pues, como el sacramento que edifica a la Iglesia en virtud de la bendición pronunciada sobre el pan y el vino de la alianza.

c) Unidad con Dios, comunión con los hermanos, la Eucaristía es igualmente invitación a los no creyentes (vv. 31-33). Es un signo de la gloria de Dios frente al mundo; por eso es importante que se haga todo lo posible para que el signo aparezca claro, gracias a la unidad de los cristianos con Dios y entre sí, y también para que se muestre acogedor para con los demás y, consiguientemente, "todos para todos" (v. 33; cf. 1 Cor. 9, 22).

* * * *

El pan consagrado y conservado en un tabernáculo o en la asamblea eucarística de la más pequeña comunidad cristiana no agotan en sí mismos su misterio, ya que tanto el uno como la otra son generadores de Iglesia, generadores incluso de humanidad regeneradora en el Cuerpo del Nuevo Adán. Por localizados que estén, significan ese Cuerpo único de Cristo, cuyas dimensiones son universales y cósmicas, y le ayudan a edificarse, mediante la conversión de los corazones, en un amor y en una unidad mayores.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II
MAROVA MADRID 1969.Pág. 232 s.


2. GLORIA/D:

Al final de la sección sobre la participación en las comidas sacrificadas a los ídolos y la conducta que Pablo recomienda sobre ello, hay un cierto resumen de los principios éticos aplicados. Son válidos no sólo para esa situación, sino para otras ocasiones.

Naturalmente, el fundamento es procurar la gloria de Dios. Toda actividad humana ha de estar presidida por esa búsqueda. La gloria de Dios, sin embargo, no está sujeta ella misma a determinados procederes humanos, como si a Dios, por él mismo, le agradara más una cosa que otra. El determinante último de tal gloria, la forma de saber cuál es, está en los otros hombres. Por eso la atención y amor a los demás está inseparablemente unida a la gloria de Dios, que es el hombre vivo (San Ireneo). Es la forma de no equivocarse en esta búsqueda. Se han de buscar los modos de ejercitar ese amor y entrega a los demás, sin hipostatizar demasiado nuestras propias acciones y, además, con olvido de los propios intereses, aun los más legítimos. De no hacerlo así se corren dos peligros: pensar que la gloria de Dios está en otro sitio, donde realmente no está (vg. en la norma como tal), y, por otro lado, creerse que uno es bueno, que le aporta algo a Dios "porque le da gloria".

El principio de no escandalizar, por otro lado, está sujeto a las limitaciones inevitables que el mismo Pablo afronta a lo largo del capítulo 10. A veces es imposible no hacerlo, como verosímilmente le ocurrió a él cuando escribía a la comunidad de Corinto, donde había débiles que leían su carta. Véanse los vs. 10, 25-30 a este respecto, imaginando que también los "débiles", de quienes se habla en ellos, los está oyendo.

La imitación paulina no es presunción -aunque tampoco, por el hecho de ser muy santo, Pablo de Tarso haya de estar exento de todo defecto-, sino reproducción, o intento de hacerla, de la actitud de Jesús. Pero no superficial o materialmente, sino desde la profundidad del amor a los otros.

F. PASTOR
DABAR 1988/15


3.

La segunda lectura de hoy se mueve en el mismo ámbito de ideas de la segunda del domingo anterior: libertad, sí; pero responsable.

En estas dos palabras se resume el valor de ejemplaridad perenne de una problemática en sí misma superada: conducta a seguir respecto de la carne sacrificada a los ídolos. Por responsabilidad entiende Pablo el bien de los demás: Que nadie busque su propio interés, sino el ajeno (1 Cor. 10, 24).

Sobre todo, cuando este bien ajeno roza el campo de su conciencia. El cristiano maduro no puede imponer a nadie su propia libertad; el precio de esta imposición sería demasiado elevado porque pondría en peligro a su hermano (cfr. 1 Cor. 8, 13).

Sin embargo, el principio dialéctico de "libertad, sí, pero responsable", parece constituir una limitación de la libertad.

Pablo mismo se hace eco de esta dificultad: ¿por qué motivo mi libertad va a tener por juez la conciencia de otro? (1 Cor. 10, 29b). Pablo reconoce el peso real de esta dificultad y no la minimiza. Con todo, en su respuesta (1 Cor 10, 31-11, 1, lectura de hoy) viene a reafirmar que la libertad no puede considerarse un valor aislado e independiente de otros valores de la persona, tales como la relación con Dios y con los demás, valores ambos que deben constituir una finalidad a cuyo servicio está la libertad. En esta línea de solución, Pablo ofrece a la comunidad de Corinto el ejemplo de su vida, la cual a su vez es imitación de la de Cristo. Dos existencias vividas en total libertad y en total entrega a los demás.

DABAR 1976/16


4. LIBERTAD/LIMITE

v. 31: Con estas palabras concluye Pablo su controversia acerca de la licitud o no para los cristianos de comer o no carne sacrificada a los ídolos. Es sabido que los judíos no comían de una carne sacrificada a los ídolos por considerarla impura.

Pensaba que el que comía de esa carne participaba de alguna manera en el culto pagano y se incapacitaba para el culto legítimo de Israel. Y de la misma opinión que los judíos eran los cristianos procedentes del judaísmo, los más conservadores o judaizantes, a los que Pablo llama los "débiles" en contraposición al partido más progresista de los "fuertes". Estos últimos comían sin miramiento alguno de toda carne que se vendiera en los mercados públicos, que era siempre carne previamente "sacrificada". Todavía hoy la palabra "sacrificada" nos recuerda esta costumbre de ofrecer ante los dioses la carne que después comían los hombres, aunque "sacrificar una res" tenga ahora un sentido meramente profano.

Pablo defiende la opinión de los "fuertes", pero les advierte que por consideración a los "débiles" no coman carne cuando éstos les digan que ha sido sacrificada a los ídolos (v. 28). A lo que objetan los "fuertes": "¿Cómo ha de ser juzgada la libertad de mi conciencia por una conciencia ajena? Si yo como algo dando gracias, ¿por qué voy a ser reprendido por aquello mismo que tomo dando gracias?" (vv. 29s). Pablo responde que, sea lo que fuere, ya comamos o bebamos o hagamos cualquier cosa, la suprema norma de conducta cristiana es dar gloria a Dios.

v. 32: Pero nadie puede dar gloria a Dios si desprecia olímpicamente la conciencia de los demás. Por eso es preciso no escandalizar a nadie, ni a los judíos ni a los gentiles, ni a los de fuera ni a los hermanos en la fe. Esto significa para los fuertes que no deben herir la susceptibilidad de los débiles, aunque no deben renunciar tampoco a confesar la libertad de los hijos de Dios ante los gentiles. Tendrán que actuar, por tanto, teniendo en cuenta la situación.

v. 33-1 Pablo les ofrece su propio ejemplo y les invita a que le sigan en la medida en que él mismo sigue a Jesucristo. La condescendencia de Pablo que se adapta a todos para servir a todos y salvarlos a todos es, en efecto, una manera válida de imitar los sentimientos de Cristo.

El comportamiento de Pablo no es una táctica proselitista ni obedece al deseo de congraciarse con los judaizantes. Pablo se sitúa más allá de la controversia y de la anécdota: admite abiertamente la licitud de comer de cualquier carne, sacrificada o no, ya que las cosas nunca son "impuras"; rechaza la validez de una ética basada en la distinción entre lo puro y lo impuro, pues todas las cosas son buenas como creadas por Dios y no hay una división material que pueda originar después la división de los hombres en buenos y malos; se opone al ritualismo y al legalismo de los judíos y judaizantes, de los débiles...

Pero esto no quiere decir que esté de acuerdo con la actitud de los fuertes que hacen ostentación de una mayor libertad hiriendo los sentimientos de los débiles, pues sabe que no es así como se ayuda a la fe de los hermanos y se fomenta la convivencia en la comunidad cristiana. El ejemplo de Pablo puede evitar hoy muchas tensiones inútiles dentro de la iglesia, aunque ciertamente no todas.

EUCARISTÍA 1988/09


5. CARNE/COMER

Hay que encuadrar esta lectura en la problemática que vivían los corintios, en la cuestión de si los cristianos podían comer las carnes inmoladas a los ídolos y vendidas en el mercado. Había, en Corinto, un grupo que decía que todo estaba permitido ya que Cristo nos ha liberado. Otros, los de conciencia débil, creían que comer esas carnes era participar en el culto pagano. Ante la división de la comunidad Pablo argumenta desde otro principio y responde: todo es lícito pero no todo edifica la comunidad. La regla o el criterio para los cristianos debe ser: ¿Con mi actuación construyo o destruyo la comunidad? Se edifica la comunidad si cada uno de los miembros se preocupa más de los demás que de sí mismo.

Es cierto que "del Señor es la tierra y todo lo que contiene", que nada hay que sea malo, pero en toda opción que hago, como miembro de la comunidad, he de atender a los hermanos y sobre todo a los más débiles.

Pablo señala este criterio al decir "hacedlo todo para gloria de Dios". Esto supone no ser motivo de escándalo, no sembrar división, contentar a todos en todo, no buscar el propio bien sino el de los demás. Pablo quiere hacer llegar el evangelio a todos y lo presenta con su palabra y con su vida de manera que todos lo puedan aceptar. El apóstol es la "norma" de la comunidad porque él tiene como norma a Cristo. Es apóstol cuando realmente imita a Cristo, cuando se esfuerza por dar a los hombres aquello que necesitan y no buscar lo que él necesita o le gusta.

PERE FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985/04


6. MINISTROS/C:

Las frases del apóstol son claras como norma pastoral. La disponibilidad del apóstol no tiene por causa el oportunismo, o la preocupación del hombre que tiene una tienda abierta (¡el cliente siempre tiene razón!)... sino Cristo mismo. El más disponible ha sido Jesucristo: es El quien piensa en todos y en cada uno.

Por eso el apóstol no es el centro de su propia existencia. Por eso busca constantemente lo que conviene a los demás. El ministerio pastoral necesita reflexionar una y otra vez a la luz de este principio (y de un modo muy urgente en nuestro tiempo de renovación). Demasiadas veces los ministros de la comunidad imponen unas orientaciones que proceden más de su conveniencia o de su ideología que no de la conveniencia profunda de las personas a las que -por definición- deben servir. Es una antigua tentación en los ministros de la Iglesia, pero es preciso reaccionar ante ella y mantener la lucidez. Positivamente, debemos reconocer que todo el esfuerzo de educación de la fe que hoy se realiza por parte de tantos ministros de la Iglesia (esfuerzo también de introducción de una mentalidad renovada), es una continuación viva de la inspiración de Pablo.

La predicación sobre este aspecto debería orientarse como una llamada a la colaboración entre pastores y fieles. Y como una sincera petición de crítica a la comunidad, respecto a la actuación de los propios pastores: ¿nuestro servicio os conduce hacia la salvación de Jesucristo?

P. TENA
MISA DOMINICAL 1973/03


7.

-El modelo es Cristo (1 Co 10, 31-11. 1)

Pablo ha insistido ya ante los Corintios en su desinterés. Para hacerse todo a todos, hay que hacerse verdaderamente libre. Esta liberación no se refiere sólo a las preocupaciones materiales o incluso al apego a una criatura humana, es una liberación más a la continua y más fundamental que sólo encuentra su realización en el hecho de que la totalidad de nuestras acciones tengan como fin la gloria de Dios. Partiendo de ahí, sea que comamos o que bebamos o que hagamos cualquier otra cosa, se trata de hacerlo todo para gloria de Dios. Consiguientemente, Pablo no teme enunciar algunos principios de liberación; en ellos insiste repetidas veces en su carta primera a los Corintios: "Está libre de todo" (9, 1-10), "todo es lícito" (10, 23 en esta perspectiva de la gloria de Dios.

Y sin embargo, no teniendo obstáculo interior alguno para esta libertad, la caridad impone a veces no usar dicha libertad precisamente para hacerse todo a todos. Pablo es muy sensible a esta limitación que la caridad impone en ocasiones, y lo recuerda aquí: "No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios". En todo esto pueden los Corintios tomar a Pablo por modelo. Pero en realidad, el modelo es Cristo a quien Pablo quiere seguir en todo. Ahora bien, el modelo que es Cristo es modelo de sacrificio de oblación de sí mismo a la voluntad y a la gloria del Padre, para la salvación de todos. Si se trata de imitar a Pablo en su búsqueda de la libertad, moderada por los imperativos de la caridad, necesitamos seguir al mismo tiempo a Cristo, que no dudó en ofrecer su vida por la salvación de todos.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 5
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 22-34
SAL TERRAE SANTANDER 1982.Pág. 176


8. 

La segunda parte del texto toca un tema ya tratado: los conflictos entre la libertad de conciencia y los posibles escándalos que tal actitud pueda provocar en los demás. Notemos que Pablo no prohíbe mezclarse con los paganos, sino que exhorta a no escandalizarlos (32). Su punto de mira es la salvación de todos (33), con lo que da una prueba de su sensibilidad pastoral.

Examinemos un poco más detenidamente la primera parte de la perícopa (vv 14-22). En contraste con su consejo sobre la actitud respetuosa de los cristianos hacia los paganos, Pablo, al referirse a los lugares paganos, exhorta claramente a «huir» de ellos para no caer en la idolatría (v 14). Más en concreto, prohíbe a los cristianos participar en el culto pagano de los sacrificios. Las consideraciones que Pablo hace a los corintios nos permiten comprender sobre todo el realismo que desde el principio se atribuye al culto cristiano. La comunidad de todos los cristianos en un solo cuerpo la explica el Apóstol por la participación en el cuerpo y en la sangre de Cristo, en una celebración que probablemente tenía como modelo los encuentros de los discípulos con el Resucitado, en los cuales el Señor se hacía presente de una manera misteriosa, pero siempre real.

Notemos que la "copa de bendición" se menciona antes que el «pan» (v 16) y aparece en relación con la sangre de Cristo, mientras que el pan está en relación con su cuerpo. El orden puede indicar que ante todo, la comunión con Cristo se realiza mediante el sacrificio de la cruz; en cambio, la alusión al cuerpo de Cristo, al no implicar ninguna referencia a la muerte, se refiere a una comunión con la resurrección del Señor. En todo caso, la Iglesia entra en comunión con el misterio pascual de Cristo por la participación en el cáliz y en el pan.

El realismo de esta comunión se acentúa mediante el paralelismo con los sacrificios del «Israel histórico» -la Iglesia es el nuevo Israel-, y con los sacrificios paganos, que también crean una comunión con el altar y con los demonios.

A. R. SASTRE
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 518 s.