-¿El
paciente Job?
Hemos
escuchado en primer lugar, un fragmento del libro de JOB. A veces se habla del
"paciente" Job, pero en realidad el personaje que nos presenta el
libro del A. T. no coincide demasiado con lo que nosotros solemos entender por
"paciencia". Más bien Job es EL HOMBRE QUE NO SE RESIGNA, que
protesta, que incluso quiere pasar cuentas con Dios. Y en el mismo libro salen
otros personajes que se presentan como los buenos y defensores de Dios, que
cargan las culpas en Job, que quieren que tenga paciencia y calle, pero que no
son aprobados por Dios. "No me conocéis" les dice Dios.
Curiosamente,
siglos después, EN NUESTRO TIEMPO, el diálogo podría ser muy semejante. Hay
EL HOMBRE QUE SUFRE, que "se consume sin esperanza, a quien parece -como a
Job- que su vida es baldía, sufriendo opresión. Y hay también LOS HOMBRES QUE
SE CREEN CONOCEDORES de la voluntad de Dios, y se escandalizan ante la protesta
del hombre que sufre, y le recomiendan paciencia y resignación, como si esta
fuera la voluntad de Dios. PARECEN CREER QUE ES ORDEN DE DIOS EL QUE HAYA RICOS
a quien sobra y pobres que pasan necesidad; PODEROSOS que imponen eso que llaman
"orden" y una multitud de gentes que siempre depende de la voluntad de
los de arriba (para tener trabajo, para encontrar piso, para poder hablar...);
UNOS que si están enfermos o si quieren dar estudios a sus hijos o cuando
quieren descansar, hallan los caminos abiertos para escoger médicos o colegios
y universidades o viajes, MIENTRAS OTROS - con las mismas necesidades- hallan
las puertas cerradas o han de aceptar aquello que se les da (¡y agradecerlo!).
-JC
quiere que el mundo cambie
¿ESTA
ES LA VOLUNTAD DE DIOS? En una de las plegarias eucarísticas que proclamamos en
nuestras reuniones dominicales, decimos que JC "anunció la salvación a
los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo".
Y si sabemos leer el evangelio, veremos que esta salvación, esta liberación,
este consuelo, JC no lo reduce al espíritu, al "alma", sino que él
lo quiere PARA TODO el hombre y PARA TODOS los hombres.
Es
lo que hemos leído en el evangelio de hoy. J no dice a la suegra de Pedro:
"resígnate y quédate con tu enfermedad". No: Jc le da la mano y la
levanta. Es el sentido de todas las curaciones que hallamos en el evangelio: J,
PORQUE AMA, LIBERA DEL MAL, de cualquier mal. Y quizá ningún evangelio como el
de MC acentúa tanto esta unidad en la acción de Jc: él comunica bien y libera
del mal (lo combate), sin poner fronteras a su acción. Es lo que significa la
constante unión que hallamos en el evangelio de Mc entre "curar muchos
enfermos" y "expulsar muchos demonios".
En
resumen podemos decir, que J NO DEJA EL MUNDO TAL COMO ESTA. Lo quiere cambiar.
Y no se limita al espíritu, sino que actúa en todo el hombre. Porque J no ama
a las "almas", sino a las personas, hombres y mujeres concretos (a la
suegra de Pedro, por ejemplo).
Y
este es EL EJEMPLO Y EL CAMINO QUE NOS DEJA. La voluntad de Dios no es que el
mundo siga como es, que cada uno se resigne pasivamente. La voluntad de Dios
(que Jc nos manifiesta) es que crezca el bien, todo el bien, del cuerpo y del
espíritu; la voluntad de Dios es que luchemos contra el mal, contra todo mal.
-Es
preciso estar convencidos: la fe
Pero
un último aspecto conviene subrayar en las lecturas de hoy. En la realización
de esta voluntad de Dios, JC escoge -más que nada- UNA ACCIÓN CONCRETA. J
cura, libera del diablo, pero cree que su misión fundamental es otra: hablar,
predicar, ANUNCIAR LA BUENA NUEVA.
¿No
contradice esto lo que decíamos antes? ¿ES REALMENTE EFICAZ hablar para
cambiar el mundo? Jc CREE QUE SI y por eso su Palabra tiene fuerza: la fuerza de
su convicción, de su entrega hasta el extremo (hasta la muerte).
J
no se limita a realizar él su acción. J QUIERE COMUNICAR SU FE EN LA ACCI_N A
REALIZAR. Quiere convencer a otros hombres. Por eso cambió más el mundo con su
palabra (convenciendo a otros) que con sus curaciones.
Es
lo mismo que hemos leído en el testimonio apasionado de S. PABLO: "Hago
todo esto por el Evangelio" y "ay de mí si no anuncio el
Evangelio!" Quizá es algo que también nosotros deberíamos reflexionar:
ES MUY IMPORTANTE, es indispensable, LA ACCIÓN que cada uno de nosotros pueda
hacer para transformar el mundo, para que crezca el bien y su luche contra el
mal. Pero no olvidemos que NO PODREMOS REALIZARLO SI NO ESTAMOS FIRMEMENTE
CONVENCIDOS de ello. Nos falta creer. Y para creer, nosotros, y para COMUNICAR
ESTA FE a los otros, es preciso hablar, comunicar el Evangelio.
J.
GOMIS
MISA D0MINICAL 1976/03
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