COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Is 58, 7-10

 

1. AYUNO-AUTENTICO:

El texto de la lectura pertenece a la parte del libro de Isaías atribuida a un ambiente profético posterior al exilio de Babilonia, conocido como "Trito Isaías"="el tercer Isaías", que está en continuidad de perspectivas con el Deutero Isaías=el segundo Isaías. Bajo la forma judicial del requerimiento utilizada a menudo por los profetas, Dios emplaza a su pueblo al cumplimiento de los preceptos fundamentales en relación al prójimo. El retorno del exilio no siempre ha significado la realización del ideal que se esperaba, y las diferencias e injusticias sociales han vuelto a aparecer en medio del pueblo.

En este contexto se habla del ayuno: el ayuno más auténtico será aquel que no es una simple mortificación de puertas adentro de la persona, sino que implica comprometerse en las situaciones de necesidad de los demás.

"Entonces romperá tu luz como la aurora...": El sufrimiento compartido establece vínculos de solidaridad, crea pueblo. La misericordia transfigura a la persona, le hace compartir una cualidad que pertenece a Dios. Entonces la plegaria será escuchada, porque brotará de un hombre que vive en sintonía con Dios: "Entonces clamarás al Señor y te responderá..." La presencia de Dios en medio del pueblo prometida a los exiliados, sólo se podrá cumplir en una situación de justicia y de solidaridad entre los que han vuelto al país.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1990/03


2.

La primera lectura tiene hoy un especial vigor de concreción del evangelio. Es un no rotundo a la falsa piedad. Es una advertencia muy necesaria, ya que tendemos a establecer una dicotomía entre religión y vida.

Convertimos la fe sólo en religión y, quedándonos en ésta, no hay relación con nuestro actuar. Es un hecho fácilmente constatable en nuestra vida personal. Y, socialmente, la reacción también se nota: cuando la predicación insiste en ideas similares a las de la primera lectura, fácilmente se le acusa de tergiversación de la verdad. No es otra cosa que un modo de excusarse o defenderse (cuando la verdad escuece, lo mejor es desprestigiar o destruir al que la proclama). Lo cierto es que el acceso a Dios ("Aquí estoy") es posible únicamente por el amor que se traduce en obras a favor del necesitado. La iluminación tiene lugar cuando el hombre no vive encerrado en sí mismo. Lo importante es "sentir" las necesidades y remediarlas. Quizá los creyentes hablamos mucho, hacemos declaraciones sobre derechos, pero el problema -queramos o no- es nuestra actuación social (sin triunfalismos ridículos y optando por una real eficacia, sin romanticismos). Necesitamos una notable clarificación en este aspecto, especialmente en una situación de deficiente educación social.

Pero recordemos que la verdadera religiosidad requiere proyección en la vida. Eso molesta pero es condición para la conversión. En el proceso purificador entran las actitudes descritas por el profeta: compartir el pan, la hospitalidad, la apertura a los necesitados, desterrar toda opresión, desterrar la maledicencia (ancestral en ambientes religiosos).

J. GUITERAS
MISA DOMINICAL 1978/03


3. SAL/TESTIMONIO:

Pero hay algo importante: la sal sólo sirve si está fuera del salero. (...) Isaías nos dice cómo debemos salir del "salero" (...) Se habla mucho hoy del silencio y ausencia de Dios, pero el profeta nos indica con claridad dónde se puede detectar la presencia de Dios y escuchar su respuesta.

En abrirse y ayudar al hermano necesitado se descubre a Dios y a la fe. Y también se nos señalan expresamente los caminos negativos: el cerrarse a la propia carne, toda opresión, el gesto amenazador y la maledicencia. Aquí tenemos contrastados el camino de la luz y el de las tinieblas. Qué es lo que hay que hacer y qué es lo que hay que evitar.

DABAR 1981/14


4.

-Contexto literario: El cap. 58 es una disputa judicial de Dios con el pueblo en la que el profeta denuncia los pecados (v.1), el pueblo se defiende alegando su pliego de descargos: continuamente consultan al Señor (=cumplen con sus deberes religiosos) y así se creen con el derecho de exigir de Dios una respuesta (vs.2-3a). El Señor, a través del profeta, rebatirá sus argumentos (vs.3b y ss).

Texto:- Se refiere a prácticas religiosas: ayuno (se repite hasta siete veces esta palabra en el capítulo) y la observancia del sábado. El ayuno, sobre todo en los momentos adversos, es una costumbre muy antigua de Israel (Jc 20, 26; II S 1, 12; 3,55...).

AYUNO-JUDIO:En época tardía se celebraban cuatro jornadas de ayunos, como días penitenciales, en conmemoración del asedio y caída de la ciudad de Jerusalén (Za 7, 1-15; 8,18ss.; Ne 9, 1; Joel...).

Es curioso observar como este autor combina temas referentes al comportamiento humano con los ya clásicos del éxodo (liberación, peregrinación, posesión de la tierra o Monte Santo, cfr.caps. 56-59 y 63-66), dándoles a estos últimos un nuevo significado. El éxodo ya no es un mero peregrinar de Babilonia a Jerusalén, sino que se refiere al camino o conducta, buena o mala, capaz de introducirnos o no a la tierra, a la vida. Así el profeta nos dirá: AYUNO/NO-ES -Qué no es ayuno (vs.3b-5): bajo capa de prácticas piadosas se esconde la hipocresía de una falsa vida. Practicar el ayuno y demás actos penitenciales, cometiendo a la vez una serie de injusticias contra el hermano, es pura farsa. Intentar atraer a Dios a los propios intereses humanos es el grado más refinado del egoísmo humano.

-Cuál es el ayuno que Dios quiere (vs.6-7): es lo contrario a encerrarse en sí mismo, o ser egoísta. El poeta nos recuerda incesantemente que debemos romper con esa actitud, utilizando un arsenal enorme de palabras sinónimas: abrir, hacer saltar, romper, dejar libre, partir, hospedar, vestir... El querer a Dios es un salir de sí mismo, un liberarse del egoísmo humano para ofrecerse, como don, a los demás: ayudando al pobre, liberando al oprimido (cfr. /Is/61/01ss), partiendo el pan con el hambriento y socorriéndolo en sus diversas necesidades (cfr. Hch 02, 46; Mt 25, 35 ss.). Ayunar es practicar la justicia y el amor.

-Sólo entonces la luz rompe; el hombre que practica la justicia y el amor se convierte en luz que transforma el mundo (vs.8.10b.11, cfr. /Is/6O/01ss.). El proceso es lento, como el crecimiento de la piel sobre la herida curada (v.8;cfr.Jr.8,22; 3,17;33,6...), pero esa luz que ya amanece se convertirá en pleno resplandor, en luz del mediodía (v.10).

AYUNO/SENTIDO Reflexiones: También nosotros, en días penitenciales señalados, celebramos jornadas de ayuno y abstinencia. Pero, ¿qué sentido tienen?, ¿un seguir las costumbres ancestrales de nuestros mayores?, ¿un cumplir las normas de la Iglesia? También los judíos cumplían con estos deberes religiosos ocultando bajo esta capa de piedad la hipocresía de una falsa vida. Ni a Dios ni al hombre les interesa nada este ayuno. Al único que le puede interesar es al pescatero.

El NT nos recuerda que cuando ayunemos no nos pongamos tristes, sino alegres, perfumando nuestras cabezas. Y es que el ayuno bíblico es imagen plástica del hombre indigente frente a Dios.

Nunca es una exigencia moral del "do ut des", sino que el hombre indigente siempre se abre a Dios y a los demás. Ayunar, hoy, es: compartir tu pan con el parado y darle trabajo si puedes, es conformarte con ganar "algo menos" para que otros ganen "algo", es desterrar actitudes dictatoriales y prepotencias de partidos, es abrir un poco tu mente al razonar de los demás. En una palabra, ayunar es practicar la justicia y el amor. Me imagino que los "teóricos" de siempre dirán: "esto es paternalismo, así no se solucionan los problemas humanos". Y lo grave es que ellos no solucionan absolutamente nada, y para más "inri", se encierran en su egoísmo sin ser don que se da a los demás.

A. GIL MODREGO
DABAR 1990/13


5.

Vueltos del destierro e instalados en Judea, las obras de reconstrucción del Templo y de las murallas son lentas y desalentadoras. Las grandes perspectivas del Deuteroisaías contrastan con la realidad presente. Se esfuerzan por encontrar el camino de Yahveh su Dios, por acercarse a él y realizar la nueva era de justicia y de paz.

A este propósito han multiplicado los días de ayuno. La Ley sólo les prescribía uno al año, el gran día de la expiación (Lev 16, 29). Pero ya desde los tiempos de Josué, de los jueces y posteriormente de Samuel se proclamaban estos días con motivo de cualquier calamidad. Probablemente el día en que actuó nuestro profeta fuera un gran día de ayuno en el que se conmemoraba la caída de Jerusalén y en el que pudieron nacer los cinco lamentos del llamado Libro de las Lamentaciones.

El pueblo se queja a Dios. Su fidelidad demostrada en la escrupulosa observancia del ayuno no sirve para nada. Dios ni oye ni entiende. El día de la salud para el pueblo no aparece por ningún lado. Cunde el desánimo y están dispuestos a abandonar incluso la estricta observancia ritual.

El profeta en nombre de Dios les sale al paso. Abre los ojos de los sencillos, cuyos gritos eran sinceros, para que vean la hipócrita maldad de las clases dirigentes. El ayuno debía ser un acto de igualdad social en que el rico, el único que puede realmente ayunar por ser el único que tiene algo de qué privarse, se igualará al pobre sintiendo ambos hambre, sintiéndose ambos iguales al menos ese día. En cambio, como el día de ayuno era el día de las grandes aglomeraciones de peregrinos lo aprovechaban para sus pingües negocios y para recordar las deudas a sus servidores. Y malhumorados por el ayuno exterior convertían el día en ocasión de riñas y disputas inicuas.

Este ayuno, gritará el profeta, no puede llegar al cielo. Es la forma más perversa de engreimiento. Por más que, como buenos orientales, sean escrupulosos observantes de las formas externas: saco, ceniza, cabeza torcida...

El ayuno que Dios quiere es el cumplimiento de los deberes morales y humanos para con el prójimo. Desde los más elementales de la comida, bebida y habitación hasta los más serios y básicos derechos de la persona humana como es el respeto a su libertad, romper ataduras y quebrar todos los yugos. Cuando Jesús nos hable del juicio escatológico, citará este pasaje y hará depender la felicidad o desdicha del cumplimiento o incumplimiento de las obras de misericordia -elementales exigencias humanas- aquí mencionadas. "Sólo entonces Yahveh te oirá".

Esta religión interior fue, asimismo, la exigencia de todos los profetas preexílicos. Es que los profetas han sido los auténticos atalayas de las exigencias éticas del Antiguo Testamento. La diferencia entre los preexílicos y nuestro autor está en que mientras allí se refrendaban las exigencias con amenazas, aquí se razona y exhorta. A pesar de todo, el nomismo y legalismo cundió hasta convertirse en el tan criticado fariseísmo de los tiempos de Cristo. Después de dos milenios de cristianismo, la cizaña del "fariseísmo" sigue sin extirpar.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 672 s.


6.

El profeta, sin duda un discípulo del segundo Isaías, que habla a los de Jerusalén poco después del retorno del exilio, queda aquí invitado a interpelar a sus compatriotas. Efectivamente, a la hora de la reconstrucción de Jerusalén después de la catástrofe del destierro, el profeta se encuentra con cuatro dificultades grandes: una, la crisis de esperanza provocada por lo que tarda la salvación; otra, una depravación tenaz como en el culto de los ídolos; la tercera, una división exacerbada por las circunstancias, que lleva al odio entre hermanos; cuarta, un peligro nacido de la circunstancia concreta como es el posible desprecio de los extranjeros, los que se habían establecido en Israel durante el exilio. Por eso, toda reconstrucción debe tener, como uno de sus pilares, la dimensión social: no puede haber fe en el Dios de Israel sin la justicia del país. Principio claro y aplicable a nuestros días.

La promesa de Dios es clara: la verdadera restauración vendrá cuando el creyente colabore en la restauración de su hermano. Esto está descrito, al igual que en Is 35,10, como una especie de procesión ritual: la justicia va delante, en medio el que obra según Dios y, al final, la gloria del Señor (v. 8).

La disponibilidad de Dios en favor del que obra el bien se convierte en un signo salvador. No hay aquí ningún "quid pro quo"; el Señor hace su obra en favor del hombre sin otro mérito (Ez 36,22.32) que el de la colaboración. No puede quedar estéril la oferta de Dios. Es preciso meterse en el corazón del mundo para, por ese camino, encontrar al Señor (ver evangelio de hoy).

En el versículo 10 se recogen y amplían los mismos temas que en los anteriores versos. Pero aquí se añade un detalle: Dios no "premia" la buena acción: sería demasiado infantil; sino que Dios desata un nuevo proceso de misericordia. Es posible cumplir la alianza cuando haces que la vida del que vive en tu ciudad pueda ser justa y equilibrada. Mensaje para tiempos de fuertes crisis, las de entonces como las de ahora.

EUCARISTÍA 1993/08