30 HOMILÍAS MÁS PARA EL DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO
1-7

1. PD/HOY:

LA PALABRA SE CUMPLE.

El texto del evangelio repite en su cabecera la frase con que concluimos el domingo pasado. "Hoy se ha cumplido este pasaje".

Toda la sesión borrascosa en la sinagoga de Nazaret parte de esta afirmación. La palabra de Dios se cumple hoy.

A veces nos imaginamos que por ser "palabra" pertenece a un mundo distinto al de la historia. La vida sigue por sus cauces. El mundo es muy complejo. Los que dominan dicen que no conocemos la leyes de la economía o de la política. Y por tanto de nada puede variar. Los dominados, desde la otra cara, sienten su situación como una fatalidad. Para unos la Palabra de Dios es una justificación de lo religiosa que es su vida, a pesar de ser responsables de una historia que nada tiene que ver con el plan de Dios. Es una bendición externa -escucho la palabra, no faltaba más- para una vida -en que hago lo que me da la gana, no faltaba más-. Para otros, la Palabra de Dios es un oasis, un espacio de consuelo y de descanso, en una sociedad que les es adversa y dura.

Y sin embargo, la Palabra de Dios se dice en nuestra historia para que se cumpla. No es palabrería. Tiene vocación de ser fecunda y eficaz. Es gratuita. Y por eso un don, no un mandato.

Pero en su dinamismo se incluye también un aspecto imprescindible de ella: se nos concede gratuitamente poder colaborar en su fecundidad. Prestar manos y pies a la palabra es tan gratuito como la misma palabra.

Cuando leemos en la reunión comunitaria la Palabra de Dios, siempre existe la tentación de guardarla en nuestros corazones como palabra. Pero su vocación es hacerse historia hoy. Y podríamos a veces cambiar con toda tranquilidad el "Palabra del Señor" por el "Hoy se ha cumplido este pasaje" con que Jesús cierra la lectura de Isaías en Nazaret.

PERO ES DE DIOS. El que la Palabra tienda a realizarse no nos debe hacer olvidar que esa Palabra es de Dios. Y por lo tanto no podemos comprenderla de otra manera que como al mismo Dios: como misterio, fuente de novedad, de sorpresas y de ternura imaginativa. No se puede releer la Palabra creyendo que ya "la sabemos", "la poseemos", no podemos "pasar un examen bíblico-teológico". Los profetas tienen la vocación de desarrollar la novedad de la Palabra de Dios para cada momento.

Y es lo que hace Jesús. En la lectura de Isaías 61 ha dado un corte significativo y enrolla el volumen. Todos se conocían el texto. Lo habían estudiado. Podían predecir lo que Jesús comentaría. Y sin embargo se equivocan. Jesús anuncia que Dios es favor y gracia para todos los hombres, y no favor para los judíos y desquite para los extranjeros. Dios "relee" su Palabra a través de Jesús y anuncia que quiere ser sólo salvación y favor, no castigo y venganza. Y que esta actitud suya es universal: alcanza a todos los hombres, no es un privilegio del pueblo judío.

Se ha desatado un auténtico ciclón en la sinagoga. El programa de Jesús rompe los esquemas de los hombres religiosos que llevaban muchas generaciones leyendo, analizando y comentando la palabra bíblica. Y lo rompe en dos puntos fundamentalmente. Primero, que su pueblo no tiene el monopolio de la gracia de Dios. Se ha hundido la división del mundo en "creyentes" y "no creyentes" que ellos hacían, si el favor de Dios alcanza también a los extraños.

Y, segundo y principal, que Dios escapa a su cerco, que les resulta desconocido, impredecible, incomprensible, sin poder limitar su acción, como sería lógico que hicieran los "hombres de Dios", los nuncios de Dios en este mundo.

Curiosamente, la juventud y vitalidad de Dios causa el máximo desconcierto en los hombres de Dios.

JOSÉ, LA VIUDA Y EL LEPROSO. Todos se declaraban en contra extrañados. En medio de la tormenta ¿cuál es la reacción de los de la sinagoga y cuál la de Jesús? Los judíos creyentes decían: "¿no es éste el hijo de José?" Y en la afirmación había un implícito: no ha salido a su padre, tan honrado y tan piadoso, buen disgusto se llevará.

Cuando surge una veta de profetismo, cuando Dios remueve nuestros tradicionales esquemas y nos alienta a dar un paso, cuando se nos pide asumir un riesgo colectivo en confianza a Dios, siempre existe el recurso de integrar la voz que disuena y nos resulta molesta en su contexto, volverla a la "formación". ¿No es éste de tal familia, parroquia, congregación religiosa, diócesis, Facultad... tan honradas y piadosas? Y con ello nos desembarazamos del problema. Matamos al mensajero, o si se prefiere, lo disolvemos en su ambiente, en su contexto, antes de cambiar nuestra mentalidad e intentar discernir qué hay de Dios en su interpelación.

La reacción de Jesús no es discutir, polemizar, argumentar, sino modestamente señalar lo que ocurre en la vida, los hechos. Y cita dos casos en que la gracia de Dios ha roto los esquemas mentales judíos. Jesús no opone ideas a ideas, esquemas a esquemas. Muestra hechos en que Dios actúa.

¿No habría también muchos hechos en la vida que nos mostrarían, si estuviéramos atentos y fuéramos honrados, cuántas veces nos equivocamos en nuestros esquemas religiosos, qué anquilosados quedan ante la imaginación amorosa y salvadora de Dios? El final de la escena es gráfico y aleccionador. Cuando se encuentran sin argumentos, los judíos intentan suprimir por todos los medios a Jesús. Jesús, sigue su camino, sin más traumas.

J. M. ALEMANY
DABAR 1989, 11


2. GRATUIDAD/A-D 

DIOS ES GRATUITO.

Dios es gratuito. ¡Se necesita ser tonto! ¡Con lo que tiene y puede! ¡Está chalado! Si yo fuera Dios, ¡menuda tajada que sacaría!...

Ideas como estas rondan y se pasean por la mente de una gran mayoría de los habitantes de este planeta.

El Dios de Jesús parece bastante más inteligente que todos nosotros; por de pronto, a la hora de actuar, comienza por excluir todo lo que tenga indicios de egoísmo, de aprovecharse, de utilizar a los demás, de sacar provecho..

El Dios de Jesús es el Dios de todos y para todos. Es el Dios que proclama el año de gracia (Lc. 4, 19), el que elige, según nosotros injustamente, al extraño: "la viuda de Sarepta" (Lc. 4, 26); al extranjero "al leproso Naamán el sirio" (Lc. 4, 27), el que no depende de nuestras peticiones o caprichos "haz aquí en tu tierra" (Lc. 4, 23), el que no admite condiciones "lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún" (Lc. 4, 23).

El Dios de Jesús actúa e interviene simplemente por puro amor, porque le sale de El mismo, de dentro. Es, sin más, donación, sólo y exclusivamente donación. No piensa en El, su finalidad son los otros, los hombres. No tiene preferencias por los que dicen tener más. No tiene necesidad de lo que nosotros le podamos ofrecer. Es consciente que disponemos de algo porque El nos lo ha concedido previamente.

El Dios de Jesús es total y completamente, siempre, gratuito.

VCR/GRATUIDAD:  LA VIDA CRISTIANA ES GRATUIDAD. Si nos analizamos como cristianos, nos encontramos que, sin pedirlo, ni siquiera conocerlo, fuimos elegidos "antes de formarte en el vientre, te escogí" (/Jr/01/05). Un acto de gratuidad por parte de nuestro Padre Celestial. y "antes de que salieras del seno materno" (Jr. 1, 5) nos consagró nuestro Padre celestial.

Todo lo que cada uno de nosotros hemos recibido, todo con lo que se nos ha enriquecido es donación, generosa, libre, gratuita, de Dios.

Nos resulta difícil comprender que la gratuidad es esencial al vivir cristiano. Difícil por los criterios con que nos regimos en la vida social, donde se cotiza el derecho, deber, pagar, ganar, recompensa, recibir a cambio de dar o prestar algo. Difícil por cierta formación cristiana en la que se nos ha inculcado: méritos, premios, castigos, recompensas, indulgencias, satisfacciones, impregnando el comportamiento cristiano del "yo hago".

EL CRISTIANISMO ES AMOR. Para una persona medianamente conocedora del Evangelio de Cristo, le resulta evidente la afirmación: todo es amor en la religión cristiana: Dios es amor (1 Jn. 4, 8.16), envía a su hijo por amor (Rom. 8, 31-34), Espíritu Santo ha infundido en nuestros corazones la caridad (Rom. 5, 5), "La más grande es el amor" (1 Cor. 13,13) acabamos de proclamar.

Teoría, dirá alguno. Sí, ciertamente, teoría. Es una pena que sólo sea esto: ideas abstractas, fraseología.

Con todo, siempre, también ahora, se encuentran cristianos que han hecho su opción fundamental por el amor, según lo propone Cristo. Lo han realizado, que es lo importante. Se han dado cuenta que o amas, te dedicas a amar, o, por lo menos, has perdido lamentablemente el tiempo. Si no aman, se sienten frustrados. Cuando no aman, se consideran fracasados: "No soy nada... de nada me sirve" (1 Cor. 13, 2.3). Prefieren el amor porque "el amor no pasa nunca" (1 Cor. 13, 8).

No debe entenderse el amor solamente como una propuesta de perfección. Se trata de ser o no ser cristiano. En la medida en que nuestro vivir no es amor a lo cristiano, se traiciona la propia fe, se atenta contra el propio ser, nos acercamos al "suicidio" de nuestra vida cristiana. Es rechazar a Jesús: "Al oír esto... se pusieron furiosos... lo empujaron hasta un barranco... con intención de despeñarlo" (Lc. 4, 28-29).

SOLO "AMA" EL QUE "SIRVE"; SOLO "SIRVE" EL "GRATUITO". El Dios de Jesús piensa en nosotros, se ocupa de nosotros, se dedica al cuidado de sus hijos, nos está siempre concediendo sus dones. Concretamente nos da su amor, nos "sirve". Cristo viene para "servir" (/Lc/22/27). A ello consagra su vida. Vive para nosotros, su posición en la Cruz es aleccionadora: entiende que su vida pertenece a los hombres y que, si es necesario para su bien, y lo era, está dispuesto a darla (Jn. 10,17-18). Se la entregó a la humanidad.

- ¿Por qué el Dios de Jesús y Jesús mismo han sido y son capaces de amar? Porque su amor es gratuito. No hay otra explicación.

¿QUE SE PUEDE CONCLUIR? Me doy cuenta que esta doctrina está en la Palabra de Dios.

Advierto que estamos lejos de ponerla en practica. Estoy de acuerdo que se requiere un cambio muy significativo tal como vivimos. No veo la posibilidad, sin traicionar a Cristo, de proceder de otra manera.

Se pueden deducir algunas conclusiones; pero mejor que lo haga cada uno. Acaso nos ayuden las siguientes preguntas:

¿Creo en el amor gratuito que Dios me tiene y obro en consecuencia? ¿Interpreto mi vida a la luz de que el cristianismo, todo, absolutamente todo, ha de ser gratuito? ¿Estoy decidido a que en todas las instituciones y organizaciones de la Iglesia exista y aparezca la gratuidad del amor que sirve? ¿Puedo llamarme cristiano de verdad si suprimo en mi vida humana y social la actitud de gratuidad? ¿He aceptado la gratuidad como categoría primaria, como algo que debe estar siempre presente y actuante en mi dedicación a los demás?

DABAR 1983, 13


3.

-Le quieren despeñar sus paisanos. Para entender esta escena y este pasaje, hay que tener en cuenta la nueva versión del versículo 22: "Todos se declararon en contra, extrañados de que mencionase sólo las palabras sobre la gracia".

Jesús hace un corte, se para en el versículo de Isaías que dice: "para proclamar... el día del desquite del Señor". Por no leer esto y por lo que dice después le quieren despeñar.

Por eso se ponen todos furiosos. Aquel pueblo se había hecho a la idea de que Dios, su Dios, les iba a vengar de los demás pueblos y soñaban con el día del desquite contra romanos o contra quien fuera. Y para colmo Jesús les insinúa con el recuerdo de la viuda de Sarepta y del leproso Naamán que otros pueblos les van a adelantar en el Reino de Dios.

Hay que reconocer que Jesús es claro y valiente, tanto por lo que dice como por lo que calla, que en este caso es lo que arma el taco.

El nacionalismo religioso tiene serios peligros. Para aquel pueblo, el pueblo pequeño y el pueblo grande de Jesús, tiene unas consecuencias trágicas, ya que les ciega los ojos para ver el camino de Dios. Esto, sin duda, se puede repetir en la historia y, sin duda, se ha repetido. Se junta a Dios con patria o, mejor, con mi modo de verla o de entender su gobierno, y rápidamente a los enemigos de la patria (nuestros enemigos) los hacemos enemigos de Dios, que son malos y conviene eliminar. El proceso suena a simple, pero es real y verdadero.

Jesús deja bien claro, desde el principio, que la venganza y el desquite no entran en su mensaje ni en los caminos de Dios. Por eso se ponen furiosos y le quieren despeñar. Hoy se cumple esta palabra. HOY/SV:

"La palabra "hoy" ocupa un lugar importante en el evangelio de Lucas. Suele ir unida a la palabra salvación: "hoy ha llegado la salvación a esta casa"; "hoy nos ha nacido un salvador"...

Lucas lee siempre la escritura en dimensión de presente, y de esta manera la actualiza. No podemos leer el Evangelio como si se tratase de una pieza de arqueología... La lectura de la escritura en la fe significa escuchar a Dios que nos dice: "Hoy...". Dios no se sitúa ni en el pasado ni en el futuro. Nos llama hoy y hoy nos salva" (A. George).

Hay una doctrina de nuestros días que recalca mucho eso de que lo importante no es interpretar el mundo y la historia, sino cambiarlo, transformarlo. En esto coincide con el mensaje de Dios. De siempre la fe verdadera ha ido por este camino, de siempre la palabra de Dios ha sido dicha para cambiar el corazón del hombre y al mundo. El evangelio no es una reflexión teórica o una expresión bella que se queda en el aire, sino una llamada a la vida y a la acción y así debe leerse.

-Jesús se define. En este pasaje del Evangelio Jesús, además de hacernos ver la unidad profunda entre el Antiguo y Nuevo Testamento y de expresar maravillosamente en qué consiste la buena nueva del Reino de Dios, se define a sí mismo. Desde el principio de su predicación y entre los suyos, Jesús aparece libre, independiente, claro y valiente. Actúa como quien sabe lo que dice y hace, aunque tenga que arrastrar las iras del pueblo, de su pueblo. Porque el golpe que encaja a la religiosidad de aquel pueblo es duro y éste lo acusa. La escena y las mismas palabras suenan a desafío, un desafío que tendrá gravísimas consecuencias. Está claro que allí ha surgido un fuera de serie que va a pesar en la marcha de la historia, alguien que con su recia personalidad va a abrir surcos en el futuro.

Lucas, en este estupendo pasaje de su Evangelio, hace luz sobre las respuestas fundamentales. Jesús se nos presenta como un hombre libre y liberador, salvador decíamos antes. Este lenguaje sigue diciendo mucho al hombre de hoy.

DABAR 1977, 14


4.

-"Nadie es profeta en su tierra". Con estas palabras expresaba Jesús su desencanto respecto a sus paisanos. Volvía a repetirse, otra vez, la amarga reflexión de Juan en el evangelio, al afirmar que Jesús vino a los suyos y los suyos no le recibieron. Y es posible, amigos míos, que Jesús continúe decepcionado hoy también de los suyos, de nosotros, los cristianos. Porque seguimos sin poner en práctica el mandamiento de Jesús, seguimos buscando tres pies al gato para no enterarnos del evangelio y seguimos viéndolas venir, sin comprometernos, esperando el milagrito de turno, igual que los nazaretanos, tomando la religión como un espectáculo de circo, sin seriedad.

-"Hoy se cumple esta escritura". La cosa ocurrió en Nazaret, un sábado. La fama de Jesús -sus milagros corrían de boca en boca- hizo que el presidente de la sinagoga le invitase a leer. Leyó un texto de Isaías, en el que se anuncia el año de gracia del Señor, el anuncio de la buena nueva a los pobres, la justicia a los oprimidos y la libertad a los sometidos. Y cerró el libro sin otro comentario que éste: "Hoy se cumple esta escritura". Pues bien, después de tantos siglos, hoy no se cumple esa escritura.

Los pobres se quedan sin buena noticia, los detenidos sin libertad, sin justicia los oprimidos... y los cristianos, impasibles. Los judíos que creían conocer a Jesús, su vecino, no quisieron reconocerle como mesías, como Dios.

-Dios está con nosotros. Los judíos tenían una altísima idea de Dios. Quizá como nosotros. Siempre hemos creído que Dios está en el cielo, es decir, fuera de nuestro mundo y de nuestras cosas.

Por eso resulta tan fácil prescindir de ese Dios o vivir como si Dios no existiera. En nuestro egoísmo ramplón hemos dejado el cielo para Dios y sus ángeles, a condición de que el mundo, lo tangible, lo inmediato, quede a nuestra entera disposición. Sin embargo decimos creer que Jesús es Dios, que Dios se ha hecho hombre y que ha puesto su morada entre nosotros. Confesamos que Dios está con nosotros, en nuestro mundo, en nuestra historia. Y esas afirmaciones son insólitas e inquietantes. porque no es difícil creer que Dios está en el cielo, es decir, en todas partes menos en la nuestra, pero es muy comprometedor reconocer que Dios se ha hecho hombre, prójimo. Porque a Dios nadie lo ha visto, pero al prójimo no podemos apartarle de nuestros ojos. Y es tremendo tropezarse con Dios en nuestro prójimo. ¡Buen chasco nos vamos a llevar!

-Testigos de Dios en el mundo. Jesús es la manifestación de Dios a los hombres, el testigo de la verdad, que es Dios. Nosotros, como cristianos, somos testigos de Jesús, o sea, testigos de Dios en el mundo. Nuestra misión evangelizadora no consiste sólo en repetir el evangelio, sino en hacer a Dios presente a los demás hombres, lo que no todos están dispuestos a admitir. Hacer presente a Dios es echar en cara lo que muchos no nos van a tolerar, como no se lo toleraron los nazaretanos a su vecino, a Jesús.

Pero misión nuestra, de los cristianos, es también aprender a descubrir a Dios en el mundo, en el prójimo, en el otro. Y tampoco parecemos dispuestos a comprobarlo. Preferimos un Dios en el cielo, en Belén o en la cruz del calvario, que un Dios en el prójimo, en casa, en el trabajo o en la misma acera que nosotros.

Hacer presente a Dios resulta subversivo para los que no se quieren enterar. Pero proclamar la igualdad de todos los hombres, como hijos de Dios, es un revulsivo social inadmisible en lo que llaman sociedades civilizadas. Es más rentable políticamente hacer una declaración de derechos para que se cumplan, que dar testimonio de que somos hijos de Dios, porque Dios sí que cumple, y a él no se le puede engañar con pactos equívocos.

-Donde hay amor, allí está Dios. Como cristianos, como testigos de Jesús, tenemos que hacer que se cumpla hoy la escritura que anuncia la buena noticia a los pobres. Pero anunciar la buena noticia no es ir sermoneando, no es ir diciendo a los demás lo que tienen que hacer, sino que es ir haciendo lo que Jesús nos ha mandado: amarnos los unos a los otros, como él nos ha amado. El amor efectivo, que no el lenguaje sobre el amor, es la buena noticia para un mundo que se ahoga en el desamor, la insolidaridad y la indiferencia.

Nosotros hemos conocido a Dios, porque hemos sentido su amor en el nacimiento y el sacrificio de su Hijo. Y sólo podemos dar a conocer a Dios por el amor. En eso, ha dicho Jesús, conocerán que sois discípulo míos. Y sólo la práctica del amor cristiano, es decir, como Cristo, puede dar a conocer a Dios al mundo, porque Dios es amor. Y la práctica del amor vale más que toda predicación, según san Pablo. Escuchemos, una vez más, esa descripción inimitable del apóstol (leer segunda lectura).

La eucaristía es la fiesta del amor. Celebramos el amor de Dios, llevado al colmo en el sacrifico de su Hijo. Y nos comprometemos en el amor de Dios a amar a nuestros prójimos.

EUCARISTÍA 1989, 6


5. 

-LA ARRIESGADA MISIÓN DEL PROFETA.

En continuidad con el evangelio del pasado domingo, Jesús se presenta como profeta: y por ello le contradicen, le sacan de la sinagoga, casi le despeñan desde la montaña. Hoy debe explicarse correctamente el sentido de ser profeta: su misión es la de predicar oportuna e inoportunamente la Palabra de Dios, como "columna de hierro, muralla de bronce" (cfr. 1a. lectura).

Jesús, el profeta definitivo, pronuncia la palabra de Dios, una palabra que no es agradable a sus conciudadanos, y empieza a ser signo de contradicción. Unos piensan que es un hombre cualquiera (el hijo del carpintero), otros se sienten ofendidos por unas palabras nada halagadoras pronunciadas por el nuevo profeta. Es que la palabra de Dios no siempre cae bien, denuncia, quema. Pero al fin triunfa: "yo estoy contigo para librarte" (Jer.). Jesús, conducido hasta el barranco de la montaña (predicción del Calvario) se abre paso libremente por entre los enemigos (Resurreción).

-UN PUEBLO DE PROFETAS. La misión de Jesús (es un tema muy querido de Lucas) no queda encerrada dentro de Israel. Es profeta destinado a todas las naciones, como deja entrever en la sinagoga de Nazaret: Pablo, el maestro de Lucas, abandonará la sinagoga para dirigirse a los paganos. La misión profética de Jesús se comunica a la Iglesia, a todos los bautizados.. Llevamos la Palabra de Dios en el corazón y en los labios. Y hemos dicho que esto es una tarea arriesgada. Porque no todos aceptan la Palabra de Dios. Creer resulta difícil y el hombre hallará siempre una excusa para no hacerlo.

I/PROFETICA: Una Iglesia no profética es la que se acomoda a los valores del mundo, la que no inquieta, la que no molesta, la que halaga (sobre todo a los poderosos); en definitiva, la que no es sal (que escuece) ni luz (que puede convertirse en fuego para quemar). No es esta Iglesia instalada, la Iglesia de Jesús. El creyente es arriesgado, combate en la lucha de la fe y del Evangelio, y lo hace a sabiendas de que va contracorriente en una sociedad que desea bienestar, poder, placeres, que no son los valores del Reino, del Evangelio.

-EL AMOR ES LO MAS GRANDE. El profeta cristiano no es un denunciador amargado y resentido (a veces ciertas denuncias proféticas parecen manifestar este carácter): El cristiano es alguien que sabe y practica que "el amor es lo más grande", por encima de la fe y la esperanza. Por esto el creyente, siempre y en toda ocasión, es comprensivo, servicial, no tiene envidia, no presume ni se engríe: disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites.

Podemos decir que el profeta cristiano es un hombre no-violento; si fuese violento no seria ya cristiano. La segunda lectura de Pablo a los Corintios nos invita a conjugar la denuncia con el amor, la lucha con la esperanza y la paciencia. Un día, incluso el don de profecía se acabará. El amor subsiste por siempre. En definitiva, SER PROFETA SIGNIFICA LLAMAR A TODOS A VIVIR EN EL AMOR.

P. LLABRES
MISA DOMINICAL 1980, 3


6. J/RECHAZADO.

Una página terrible. Comienza con una reacción más bien llena de simpatía: "Enseñaba en aquellas sinagogas y todos se hacían lenguas de él". Pero acaba con unas palabras de violencia: "Se pusieron furiosos y lo empujaron fuera del pueblo".

¡Rechazar a Jesús! ¡Rechazar a aquel que era el abrazo de Dios abierto para acoger a todos los hombres! Es tremendo, pero puede pasarnos también a nosotros. Y aunque no lleguemos a rechazarlo, el evangelio debe ponernos siempre en estado de alerta. ¿Por qué la gente de Nazaret pasa de la admiración al odio? Jesús debió sentir reticencias mucho más fuertes que las que nos dice el texto y no vacila en sacar las consecuencias: las gracias de salvación que venía a ofrecernos las recibirán otros, como ocurrió con la viuda fenicia y con el leproso sirio, que fueron escuchados a pesar de no ser judíos.

Esta apertura a los paganos les molesta; no pueden creer en ese hombre. A lo largo de los siglos, se rechazará a Jesús por otras razones, pero en la base de todas las repulsas estará el mismo rechazo fundamental que se nos sugiere aquí con la perplejidad de su auditorio: "No es más que el hijo de José". Los que piensan que Jesús es sólo un hombre, aun cuando lo admiren mucho, no pueden darle en sus pensamientos y en su vida el lugar enorme que exige. Aceptan al hombre, pero rechazan al Hijo de Dios.

Puede ser que no sea éste nuestro caso, pero no hemos de fiarnos de ciertos rechazos más insidiosos. Está en primer lugar una manera de acomodar a Jesús a nuestras ideas o a nuestro ambiente que equivale a rechazar su espíritu y por tanto a rechazarlo a él. Examinemos por ejemplo nuestras reticencias y quizás nuestros enfados ante ciertas aperturas de la iglesia, de tal obispo, de tal sacerdote. "Sería mejor que se dedicara a los buenos cristianos". Cada vez que estrechamos el ofrecimiento de la salvación, rechazamos a Jesús.

A veces me encuentro también con creyentes que aceptan de buena gana a Jesús en bloque con tal de que les deje vivir tranquilos. Pero un acontecimiento los pone ante una exigencia evangélica que les parece tan inadmisible que la repulsa acude enseguida a sus labios: "¡No puedes pedirme eso!". Empujan a Jesús "fuera de su pueblo", fuera de su vida.

No hay nada tan desolador como ver tanta fe, y hasta una vida tan larga de fidelidad, transformarse en desconocimiento, en abandono, en odio. Hay que poner mucha atención, según creo, a cierta manera de escoger en el evangelio entre lo que nos va y lo que no nos va; corremos el peligro de ir preparando en un rincón de nuestro espíritu la repulsa a Jesús.

"Jesús se abrió paso entre ellos y se alejó". Jesús pasa, con sus llamadas y sus ofrecimientos. Generalmente es fácil decirle que sí; el evangelio no está hecho para hombres excepcionales, sino para los pequeños. Pero cuando eso resulta más duro, no olvidemos que sólo él tiene "palabras de vida eterna". Seguirá su camino al encuentro de otros que tengan más fe y más coraje.

ANDRE SEVE
EL EVANG. DE LOS DOMINGOS
EDIT. VERBO DIVINO ESTELLA 1984.Pág. 133


7. PD/ESCUCHA   ORGULLO/ESCUCHA:

-No es fácil escuchar a JC: sobre todo para los "sabios" AUTOSUFICIENCIA ¿Quién no ha pensado alguna vez: "si yo hubiera conocido a J, si le hubiese oído y visto... me sería más fácil creer, de verdad, en El"? Pero no podemos permitirnos el lujo de CREERNOS MEJORES QUE TODA AQUELLA GENTE -aquella "buena gente"- de su pueblo de Nazaret, que le había conocido desde pequeño, había visto cómo crecía, cómo trabajaba, cómo vivía... pero que cuando J comienza a manifestarse como profeta (cuando inicia su anuncio del evangelio del Reino), se extraña de tal modo que rechaza rotundamente su palabra. Hasta querer despeñarlo.

No podemos pensar que todos los habitantes de Nazaret eran "malos". Más bien hemos de reconocer que su reacción es normal: porque ESCUCHAR Y ACEPTAR EL EVANGELIO DE JC NO ES NADA FÁCIL. Lo fácil es desconfiar, encerrarse en la propia seguridad de quien cree saberlo todo y quiere juzgarlo todo. Es preciso conseguir una ACTITUD DE APERTURA, de disponibilidad, de no creerse "sabio", actitud que la experiencia dice que pocos hombres tienen.

Actitud que el evangelio y nuestra experiencia atestiguan que no coincide CON NINGUNA DE LAS CLASIFICACIONES de la gente que nosotros solemos hacer. Más bien los evangelios parecen insistir en que son aquellos que parecen menos dispuestos los que escuchan mejor a JC: los pecadores, los extranjeros... Y que en cambio los que se creen más religiosos (los fariseos, por ejemplo) son los que más se oponen.

-Palabra incómoda y peligrosa

Por eso es importante que sepamos reconocer que el Evangelio de JC es siempre incómodo y difícil para nosotros. Porque rompe con nuestra tranquila seguridad. Precisamente PORQUE ES UNA PALABRA DE AMOR, POR ESO MISMO ES SIEMPRE EXIGENTE, nos juzga, nos pide más, nos obliga a reconocer nuestro pecado.

 Jr/MIEDO:Recordemos lo que hemos escuchado en la 1a. lectura: JEREMÍAS SIENTE MIEDO ante la llamada de Dios a hablar al pueblo. Miedo por su propia debilidad y miedo también porque sabe que se encontrará con la dura oposición de todos: gobernantes, sacerdotes y pueblo. Todos se sentirán incomodados, heridos por la Palabra de Dios. Y es que la acción de Dios en la historia humana -precisamente porque es una acción que llama a más amor- es siempre incómoda, peligrosa; es siempre UNA LUCHA QUE ENCUENTRA OPOSICIÓN.

-Consecuencias: aceptar la incomodidad, trabajar, no extrañarse de la incomprensión ¿Qué podemos deducir de todo ello? En primer lugar, ACEPTAR CON SENCILLEZ ESTA INCOMODIDAD. No querer disimularla. No creernos buenos ni sabios, sino siempre necesitados de descubrir un Evangelio que juzga nuestra conducta. Y esforzarnos por acoger la Palabra de Dios venga de quien venga, sin resistencias más o menos enmascaradas bajo diversas excusas.

En segundo lugar, pensar que TODOS HEMOS DE SER "PROFETAS" para los demás. El amor cristiano significa ayuda al camino de los demás. Es decir, no dejarles donde están sino ayudarles a abrirse a la Palabra de Dios. Evidentemente, esta acción debe estar penetrada de aquellas características del amor auténtico que nos ha recordado san Pablo: un amor comprensivo, servicial, que no presume ni se engríe ni se irrita, que disculpa sin límites, cree y espera y aguanta sin límites. Como el amor de Dios: a la vez exigente y comprensivo.

IG/PROFETICA: CRI/PROFETA: En tercer lugar, saber por adelantado que esta acción -en cada uno de nosotros y en el conjunto de la Iglesia- fácilmente OCASIONARA INCOMPRENSIBLES, oposición, quizá persecución. Quizá ello sea especialmente importante reconocerlo ante el camino actual de nuestra Iglesia: un cristiano auténticamente fiel al Evangelio es siempre incómodo, ES NORMAL que halle oposición, incomprensión. Una Iglesia tranquila, instalada y protegida, tendría poco que ver con el camino real que encontró JC. La Iglesia no ha de tener miedo a provocar oposición, si ello es consecuencia de anunciar el Evangelio de JC con todas sus consecuencias.

Hermanos: que nuestra celebración eucarística, que renueva en nosotros el amor salvador de JC, nos ayude a abrirnos (cueste lo que cueste) a su Palabra y a querer comunicarla sin miedo, con amor. Amén.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1980, 3