COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Jr 01, 04-05. 17-19

1.

Después de una breve introducción que sitúa la palabra profética en un tiempo y espacio determinados (vs. 1-3: obra de un editor posterior), el profeta toma la palabra para hablarnos de su vocación o nombramiento (vs. 4-10) y de su envío o misión (vs. 17-19). Entre los relatos de vocación y envío se insertan sus dos primeros oráculos (vs. 11-16). En la lectura dominical será preferible el leer los vs. 4-10 y 6 17-19 en su totalidad.

-Corre el año 628 a. de C. (Cf. v. 2). El Señor va a intervenir en la historia de Jeremías para hacerle su profeta (vs. 4-10; cfr. Sir. 49,7; Is. 6; Ex. 1-3) El hombre mortal nunca logrará entender en qué consiste esta vocación, pero el profeta tiene conciencia de haber sido nombrado para este menester desde antes de su formación en el seno materno (v.5).

El es "el escogido", "consagrado" y "nombrado", términos que indican destino para la misión de la palabra (cfr. Is. 49, 1.5; Lc. 1,15; Cál. 1,15). El tocar la boca del v.9 es un gesto que también dice relación a la palabra. Así el profeta queda consagrado para la misión. 

Jr/MIEDO: Como Moisés (Ex. 4,10), también Jeremías se asusta ante la tarea encomendada (v.6). En aquella época de decadencia del poder asirio, él va a ser más el profeta de juicio que de salvación (cfr. los verbos del v. 10 en los que se recalca más la idea de destrucción que de construcción); ha de luchar constantemente contra sus paisanos que abrigaban falsas esperanzas porque un nuevo poder, el de Babilonia -dirá el profeta-, acabará con el reino del Sur (año 587 a. de C.). Jeremías es hombre débil y ha de anunciar al pueblo, al que tanto ama, aquello que no le agrada. Por eso se siente solitario, incluso forzado y violado por el Señor (cfr. 15, 17; 20, 7 ss.).

Ante este grito de angustia, el Señor le garantiza su auxilio (vs. 7-10). Su palabra es la de Dios.

-Los vs. 17-19 son una continuación de los vs. 4-10. Jeremías debe aceptar su ministerio sin miedos y con prontitud (cfr. el "cíñete" del v. 17a). En su luchas psicológica entre el querer decir lo agradable y tener que decir lo que le repugna no se puede argüir con la timidez; en tal caso, el Señor "le meterá miedo de ellos". Por el contrario, si es fiel a la palabra, el Señor hará que su debilidad se convierta en "plaza fuerte y muralla de bronce", símbolos de fortaleza y resistencia en la lucha. y contra esta fortaleza se estrellarán todos los poderosos (v. 18b) porque Dios está con él (v. 19).

Esta es la paradoja de Jeremías; su palabra es potente al ser palabra de Dios, y, a la vez, impotente, ya que no puede forzar a nadie a la fe y a la obediencia. En la promesa del Señor sólo se le garantiza la asistencia y triunfo final; pero para nada se habla de triunfalismo y éxitos rotundos. Su camino es arduo y difícil, lleno de dolor y perseguido (cfr. 18,18; 20,2 ss; 37, 15; 38,4 ss.). Esta será también la suerte de todo mensajero hoy. Y ante la enorme dificultad de la tarea, ¿no creen ustedes que damos de lado a nuestro ministerio buscando opciones, caminos que nos resultan más llevaderos y se nos presentan más atractivos? Creo que merece la pena examinar nuestra actitud de infidelidad a la palabra.

A. GIL MODREGO
DABAR 1989, 11


 

2. VOCA/EXPERIENCIA-D   Jr/VOCACION

La vocación es en la vida de todo hombre lo que da sentido a toda su actividad. Confundir la vocación puede suponer el fracaso total de una personalidad. Jeremías a los veinte años tiene clara conciencia de cuál sea su vocación. Ha sido llamado para ser profeta de las naciones.

Los grandes pioneros del espíritu han dejado constancia de su vocación, de su encuentro con Dios, en el que han comprendido la misión de su vida. Cada uno a su estilo, de forma diferente pero con certeza, seguridad y eficacia. Es una profunda experiencia interior de lo divino y humano en estrecha intimidad inadecuadamente expresada después mediante los medios físicos de que disponemos. La descripción externa es irreal. La experiencia interna tan real como el pan y el agua que comemos y bebemos.

Jeremías se sabe conocedor de Dios al mismo tiempo que ha sido conocido por El. Conocimiento que es amor. En el lenguaje hebreo se conoce con el corazón. Este conocimiento amoroso ha hecho de él un consagrado, algo dedicado exclusivamente a Dios y separado de todo lo demás.

Aunque fue a los veinte años cuando tomó conciencia de todo esto, fue también entonces cuando descubrió en su intimidad con Dios -Dios se lo reveló, decimos nosotros- que este sentido de su vida estaba ya prefijado desde eterno en los planes de Dios, desde antes de que fuera formado en el seno de su madre.

Esto le hace temblar. Se ve sencillamente un hombre. Quisiera ser como uno de tantos; como un niño pequeño que no sabe hablar.

Tímido por naturaleza, está muy lejos de ofrecerse voluntario como Isaías. Pero el imperativo divino está por encima de sus sentimientos naturales. "Yo estaré contigo para salvarte". ¡Qué hermosa experiencia de intimidad y presencia de lo divino en lo humano! Yahveh sale responsable de cuanto diga. El pondrá en su boca lo que ha de decir y la fuerza para decirlo. Para ello debe primero purificarla con el simbolismo de tocarla con su mano. Desde ahora su misión está bien clara. Con la antítesis de construir y destruir sabe que deberá enderezar todo camino torcido y profundizar en la revelación, incluso con nuevas revelaciones.

Sabe que tiene que hablar porque su conciencia no puede soportar lo que contemplan sus ojos: idolatría, enoteísmo, perversión de costumbres.... Tiene que hablar y tiembla. ¿Y qué hombre no? Es la violencia de esa lucha interior entre las exigencias de la fe y la debilidad humana. Hasta Cristo sudó sangre. Así son los auténticos llamados, los genuinos profetas.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 695 s.