COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Jon 3, 1-5. 10

 

1.CONDICIONES PSICOLOGICAS PARA EL ENCUENTRO DEL OTRO.

Jonás no se dirige a Nínive como misionero sino como ejecutor del juicio implacable de Dios sobre las naciones. Para los judíos, en efecto, el juicio consiste en hacer justicia a Israel castigando y destruyendo a los paganos. Sucede a veces que Dios perdona a Israel en vez de castigarle (Jr 18, 7-8); pero esa actitud parece inconcebible para con los paganos.

El autor del libro de Jonás es el primero en liberarse de unos límites tan estrechos. Cree que un rey pagano puede convertirse lo mismo que un rey hebreo (Jon 3, 5-8), mejor incluso que algunos reyes de Israel o de Judá que se negaron a reconocer sus errores (Jr 36, 24). El relato recrimina a los judíos su lentitud en convertirse (cf. Jr 7, 25-26; 25, 4; 26, 5), cuando los paganos se convierten al primer requerimiento (v. 5) y sin necesidad de que intervenga ningún signo particular.

El autor se propone, pues, probar que las maldiciones pronunciadas por los profetas sobre las naciones no son más ineludibles que los decretos pronunciados respecto a los judíos. Todo hombre, cualquiera que sea, está llamado a arrepentirse, y el perdón de Dios está a disposición de todos. Cristo hará suya esta doctrina (Mt 12, 38-42). El episodio de Jonás pone bien en relieve las condiciones psicológicas indispensables para el encuentro del otro y, por tanto, para la evangelización.

Jonás -el rural- se dirige hacia el otro -el urbano- con seguridad y esto es lo que le hará fracasar. Está convencido de que puede controlar el proceso de las relaciones entre Dios y Nínive. Porque posee una verdad referente a Dios, cree que podrá explicarlo todo partiendo de esta verdad; como si Dios estuviese limitado por las ideas que la gente se hace de él. Jonás tiene confianza en su teología hasta el punto de que cree comprender por adelantado las reacciones de sus interlocutores, que cree poder controlarlas hasta llevarlas al término que se ha fijado.

Esto explica su desesperación cuando estas reacciones toman un carácter original totalmente imprevisto. Jonás, en el fondo, no quiere un Dios libre ni unos interlocutores libres. Ha reducido la realidad y la relación a las alienaciones de la idea, no sabe lo que es la persona.

Su desesperación se parece a la de los colonos que no han comprendido todavía por qué los buenos negritos han preferido la libertad, a la de los directores de industria que se extrañan de ver la ingratitud de los obreros frente a su paternalismo, a la de la gente de la Iglesia que descubre repentinamente todo un mundo formado lejos de su dogmatismo.

Jonás -y sus discípulos modernos- hubiesen sido realmente misioneros si hubieran ido a Nínive convencidos de encontrar a Dios, en lugar de ir con la voluntad de proclamar un Dios familiar, pero limitado por su reducida inteligencia. No hubiesen caído en la tentación de juzgar y condenar a aquellos que no pensaban como ellos, ni de creer que los mejores discípulos de Dios eran precisamente los que pensaban como ellos.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II
MAROVA MADRID 1969.Págs. 77-78


2.

* Contexto literario.-El libro de Jonás no es un relato histórico, sino didáctico. En 2 Reyes 14, 25 nos encontramos con un Jonás, contemporáneo de Amós y de Jeroboam II (s. VIII a. C.), pero nada tiene que ver con el personaje de este libro escrito unos cuantos siglos después (época después del destierro.

Mediante esquemas y repeticiones, el autor de esta pequeña obra sólo nos quiere inculcar que Dios es, ante todo, misericordioso, perdona a todos, incluso a los paganos, con tal que se conviertan. Y para inculcarnos este mensaje tan extraordinario nos lo presenta en este relato ejemplar de Jonás, mucho más capaz de interpelarnos, de hacer que nos sintamos actores... que la afirmación aséptica de una verdad.

-Los caps. 3, 1-4, 4 forman una unidad literaria concéntrica cuyo núcleo es el edicto del rey ordenando ayuno y penitencia (3, 6-9). Dios habla con Jonás (3, 1-2) y le responde (4, 4); Jonás en Nínive (3, 3-4) y su lamentación al Señor (4, 1-3); efectos de su predicación (3, 5) y consecuencias de la penitencia realizada (3, 10).

* Texto.-Vv 1-3: Nínive, capital del imperio, era el símbolo de la opresión e injusticia contra Israel (cf. cap. 1). Los descubrimientos arqueológicos han confirmado que Nínive era una gran metrópoli (la distancia entre dos de sus puertas de entrada eran de 4 kms.), aunque no tanto como recalca el v. 3. Como centro de corrupción y de hostilidad juega, para el autor, el mismo papel que Babilonia en el relato de la torre de Babel (Gn 11, 1-9). Aquí es enviado Jonás a predicar por segunda vez. Por contraposición al primer mandato (cap. 1: Jonás huye en vez de obedecer), aquí se dirige a cumplir su misión. Dios ha vencido la obstinación de Jonás, pero no se dice para nada que éste haya accedido gustosamente.

-V. 4: "Dentro de 40 días, Nínive será arrasada". Este es el escueto mensaje de Jonás, breve, frío..., en nada parecido a la predicación profética. El número 40 es tiempo de espera, de preparación: 40 días dura el diluvio, 40 años es la etapa de prueba del desierto, 40...

-V. 5:Efectos de la predicación de Jonás.

Los extraños creen (he'emin) y se arrepienten mientras que el pueblo de Israel no hace caso a su palabra profética (Is 7, 9; 28, 16); los ninivitas se apoyan en Dios, lo toman en serio. El encuentro personal con el Señor es el centro de toda auténtica religiosidad, traduciéndose esta fe en obras concretas: ayunos, vestir el sayal... (gestos penitenciales, de arrepentimiento). La penitencia llega hasta el palacio real, ya que el rey cambia su trono por la ceniza, su manto por el sayal..., y manda promulgar un edicto para que todos hagan penitencia y se conviertan al Señor (vv. 6-9). El bando termina con las palabras "tal vez Dios..."; el perdón es puro don divino.

-V. 10: Y ante este volverse de los ninivitas de su mala conducta, Dios también se vuelve de la anunciada amenaza y concede su perdón. El Señor no quiere la muerte del hombre, sino su vida; la misericordia divina prevalece siempre sobre su justicia. Y no sólo se reserva a Israel, sino que abarca al mundo entero. Así, el mensaje divino es aceptado por el mundo pagano (universalismo).

* Reflexiones.-Resulta interesante leer la parte final de este relato literario (4, 1-3). Jonás no entiende que la misericordia divina pueda alcanzar al mundo pagano y se enfada con Dios. Y el que se irrita porque la mata del ricino se seca y no puede darle sombra, ¿tiene derecho a quejarse de que Dios quiera salvar a Nínive? Jonás no quiere romper con sus tradicionales esquemas teológicos según los cuales la misericordia de Dios sólo debía extenderse al pueblo de Israel. Y al no querer romper, huye...

¿Cuántos Jonás existen aún en nuestro mundo cristiano? -Nínive cree, confía, se pone en manos de Dios: "tal vez el Señor..." conceda su perdón. Y la gran metrópoli, símbolo de la corrupción e injusticia entre los israelitas, es por su fe modelo a imitar según la predicación de Jesús en Mt 12, 41, ya que en Israel no ha encontrado tanta fe (Mt 8, 10). ¿No serán los de afuera mejores que los que están dentro?

A. GIL MODREGO
DABAR/91/11


3.

Y ante este volverse del pueblo de sus malas obras, Dios también se vuelve de la amenaza anunciada y concede el perdón. También la misericordia divina alcanza al mundo pagano. Jonás no lo entiende y se enfada porque el favor del Señor se ha dispensado en favor de los gentiles (cf. cap. 4). Y aquí se esconde la gran sátira del autor: la predicación de un israelita ha motivado la conversión de su mayor enemigo. ¡A Dios no se le pueden poner límites!

DABAR 1979/12


4.

Esta es la segunda vez que Jonás es llamado por Dios. La primera vez que Dios lo envía como profeta a Nínive para que la ciudad se convierta, Jonás reacciona al estilo de otros profetas: se resiste, y pretende escapar, en vano, de la acción de Dios, Nínive es la ciudad más cruel de las que se conocen y sus habitantes son uno de los peores enemigos del pueblo de Israel.

Lo que se cuenta en este fragmento es una parte de un librito que, todo él, forma una narración completa, no una colección de alocuciones como puede ser el caso de los otros doce profetas.

Todo ese conjunto, pues, tiene una finalidad didáctica: el poder de Yavé es equiparable a su bondad y su cuidado por el mundo, por todo el mundo, porque se extiende a todos los hombres, sin fronteras.

La misericordia de Yavé es incluso mayor que su justicia a la hora de condenar; aún más grande que lo que la estrechez de corazón humana pudiera imaginar. Nadie, ni siquiera Jonás, puede escapar al poder de Dios. Pero tampoco se ocultará el perdón a nadie, ni incluso a los israelitas que se conviertan, es decir, que se vuelvan piadosos y dispuestos a la penitencia. Esto muestra también el universalismo del amor de Dios frente al corriente particularismo dominante en aquel entonces.

Nínive se convierte; lo cual, en este sentido, es causa de sorpresa y contraste evidentes. Porque muchas veces Israel no ha hecho caso de amenazas y promesas, mientras que uno de sus peores enemigos (enemigo del pueblo de Dios) se convierte con humildad y fervor. Las apariencias engañan: Nínive ha comprendido mejor al Dios de Israel, que Israel mismo. También llama la atención, como en otros lugares de la Escritura, que "Yavé se arrepiente". Esto es una contraposición respecto a lo que puede significar el destino ciego. Una amenaza pierde su efecto por medio de la penitencia; una promesa, por medio del pecado (Ex 32, 14; Jer 18; Am 7,3). Y esto hay que diferenciarlo bien de la veleidosa o caprichosa voluntad humana, en la que no se puede confiar (Núm 23, 19; I Sam 15, 29).

EUCARISTÍA 1988/06


5.D/AMENAZAS:

El autor de esta pequeña historieta que conocemos con el nombre de libro de Jonás, se propone agradar e instruir a sus lectores.

Estamos, pues, ante una obra didáctica y no ante una narración histórica. En ella se cuenta la vida y milagros de un profeta desobediente, que primero quiere sacudirse la misión que Dios le encomienda y después se queja del éxito de su predicación. El autor no se interesa por los detalles y centra su atención en el problema teológico que plantea la conversión de Nínive frente a la impenitencia de Israel. Sale también al paso de una interpretación simplista de las profecías y afirma que las amenazas, aun las más categóricas, son la expresión de una voluntad misericordiosa de Dios, el cual espera una muestra mínima de arrepentimiento para dejarlas sin cumplir.

Jonás va por fin a Nínive, donde nadie le espera; va a la ciudad donde no quiere ir y va a predicar lo que no le gusta. El profeta recalcitrante se ha sometido, mal que le pese, a la voluntad de Dios.

La descripción de Nínive con sus fabulosas dimensiones descubre la procedencia popular de esta historieta. Nínive fue ciertamente una gran ciudad: las excavaciones arqueológicas demuestran que su diámetro medía unos cuatro kilómetros. Pero esto, con ser mucho, todavía parecía poco a la desbordada fantasía del pueblo.

Jonás pregona la destrucción de la gran ciudad en el plazo de cuarenta días. Después se retira a Nínive y acampa en un alto cerca de la ciudad, a la espera de ver cumplida la amenaza (4, 5ss).

Pero he aquí que los ninivitas, conmovidos por la predicación de Jonás, hacen penitencia pública. Ritos penitenciales, como el que aquí se describe, eran practicados en las ciudades de Oriente.

Las escrituras cuneiformes nos informan de la penitencia pública de los asirios, que se extendía incluso a los animales domésticos; Herodes nos dice que ésta era también la costumbre de los persas.

Los signos de penitencia no valen nada sin la conversión interior, sin el cambio del corazón y de la vida. El autor nos dice que los ninivitas se convirtieron de su mala conducta.

En consecuencia, todo va a suceder en contra de lo previsto, al menos en contra de lo previsto por Jonás. El Señor, que no quiere la destrucción del pecador, sino que se convierta y viva, tiene piedad de los ninivitas y salva su gran ciudad. Y no es que Dios acostumbre a decir una cosa y hacer otra, sino que todo cuanto dice está al servicio de una historia de salvación en que participa el hombre con su responsabilidad. De manera que tanto sus amenazas como sus promesas pueden quedar sin cumplimiento según la respuesta del hombre. La palabra de Dios no suprime esta historia ni la suplanta introduciendo el fatalismo de la condenación o de la salvación; más bien funda y hace posible la responsabilidad de los hombres y por lo tanto la misma historia.

EUCARISTÍA 1985/05


6.

En Jonás se dibuja perfectamente la experiencia interior y ambivalente del profeta de Dios. Es un hombre convencido de que la voluntad de Dios es salvar a todos los hombres (4,2). Pero para provocar esa salvación debe comenzar por predicar oráculos duros y sin piedad, lo que le hace ir contra corriente de sus contemporáneos y le convierte en un hombre aislado de todos. De ahí que predique como un profeta resignado (3, 1-10) una palabra eficaz de conversión. Pero el profeta es fiel y, a pesar de su desasosiego interior, predicará la misericordia de Dios para con todos al estilo de los grandes profetas (cf Ex 34, 6-7).

Esta expresión quiere traducir la dimensión fabulosa de la ciudad. El narrador se apoya sobre la tradición según la cual Nínive comprendía, además de la aglomeración urbana que lleva su nombre, las ciudades de Kalah y de Dur-Sarrukin como barrios de la gran ciudad. Nínive es el prototipo del pagano pecador. Lo difícil para el profeta es creer que Dios pueda ocuparse de estos hombres extraviados "que no saben distinguir la mano izquierda de la derecha" (4, 11), que no saben ni lo que es el bien ni el mal.

Dios será piadoso hasta con estos prototipos del abandono de la fe. Los ninivitas cumplen los ritos de penitencia y de duelo por los que anticipan, imitándolo, el juicio, para expresar delante de Dios por su conversión. Si a Jonás le costó aceptar la buena voluntad de los ninivitas, la capacidad de conversión de un pueblo extraviado no vayamos nosotros los creyentes a caer en el mismo error. Dios da la gracia de convertirse a todo el mundo, porque para todos sin excepción ha sido predicado el mensaje de Jesús (cf. 3a lectura).

Desde la élite y los cuadros sociales (las gentes que están en lo alto de la escala social, los de rango elevado, los cultivados) hasta el pueblo sencillo (las gentes sin instrucción), todos quedan en una situación de apertura ante Dios. El que es fiel al don de Dios, seas cual sea su condición, puede llegar, por un proceso lento y paciente de conversión, a encontrarse con la realidad de Dios.

El Señor desiste de castigar al pueblo extraviado. La misericordia triunfa aquí también sobre el juicio. Por eso Jonás deberá reconocer que su miedo y su agresividad han sido superados por la misericordia de Dios para con todos. Con Jesús hemos recibido esta revelación en plenitud. De ahí que una actitud hiriente y despectiva para quien sea no es cristiana. Lo nuestro se caracteriza por la comprensión y el ánimo para con todos.

EUCA 1979/05


7.

De nuevo, como si nada hubiese pasado, la misma llamada, el mismo destino e idéntico mensaje. Pero ahora Jonás ha aprendido la lección: Dios no puede ser desobedecido. Y se va a Nínive.

Modernas excavaciones han demostrado que el perímetro de las murallas de Nínive era de unos doce kms. Sin duda, una gran ciudad para aquel entonces la capital del coloso imperio asirio.

La anotación de "tres" días para recorrerla puede entenderse simbólicamente como expresión del tiempo necesario para predicar el mensaje a todos sus habitantes. En este libro los números no suelen ser matemáticos, sino simbólicos o apocalípticos.

NU/000040-DIAS-AÑOS: El anuncio es muy sencillo y en términos absolutos: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida". Los "cuarenta" días traen a nuestro recuerdo muchos números a lo largo de la tradición bíblica. Es un número ideal, simbólico, expresivo de plenitud. Cuarenta es el tiempo necesario para la realización de algo. Es uno de esos números que han perdido su valor matemático para adquirirlo teológico.

Y una vez más comienza lo inaudito. Apenas Jonás comienza su predicación, tan sólo un día, el pueblo enemigo de Yahveh "cree", dicho en hebreo con la misma expresión que utiliza Gén 15,6 para referirse a la fe de Abraham. Parece el cumplimiento de aquellas palabras de Ezequiel 3, 4-7: "Si Yahveh enviara a Ezequiel a pueblos numerosos de idioma incomprensible y lengua difícil, ellos lo oirán, pero los israelitas no quieren escucharlo, porque son de frente dura y obstinado corazón".

Los ninivitas son el más duro e irritante contraste con Israel. El pueblo debió comprenderlo. El narrador sigue deleitándose en detalles. El anónimo rey de Nínive hace la más dura penitencia y manda realizarla a todos, animales incluidos. Todos invocarán a Yahveh, un Dios para ellos desconocido y extraño y "se convertirán". A Nínive se le hace comprender lo que nunca consiguió el pueblo hebreo: que a la penitencia exterior tiene que ir unida la conversión interior de vida. Lo inverosímil es tan desbordante como neta y clarividente la enseñanza midráshica.

Sin embargo, lo que constituye el punto central son las palabras que el narrador pone en boca del rey: "quizás se arrepienta, se compadezca Dios y no pereceremos". "y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió".

Es este incumplimiento de los oráculos divinos una de las principales ideas del libro. El sentido condicional de todos los oráculos de Yahveh, tanto de amenaza como de promesa. Es, en el fondo, el triunfo del amor de Dios sobre la malicia del hombre.

Pero condicionado, eso sí, no a sus cultos ni sacrificios ni ceremonias penitenciales, tantas veces criticadas por los profetas, sino a la verdadera conversión del corazón, al cambio de vida. La narración podrá seguir siendo ficticia o ficticiamente reconstruida, pero muy sordos tenían que estar los oídos de sus oyentes los judíos para no comprender la lección. Y si a ellos no les importó la constatación fáctica de los acontecimientos, sino su contenido y enseñanza, ¿por qué ha de preocuparnos a nosotros hoy? Ya que somos gentiles, tomemos ejemplo de Nínive.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 847 ss.


8.

Jonás es enviado a Nínive (la ciudad pecadora y alejada de Dios, por excelencia), no para convertirla sino para anunciarle su destrucción. Pero Dios, que es misericordioso con todos los hombres, cambia su decreto de castigo, incluso en favor de los que parecen más pecadores luego que adivina el primer signo de conversión.

MISA DOMINICAL 1990/19


9. CV/QUE-ES:

El tema fundamental de la lectura de Jonás es la conversión. El vocablo griego tiene una fuerza metafórica y realista. Metanoia quiere decir literalmente: cambio de mente. La conversión es, por tanto, un tema de pellejo para adentro, un tema tan serio y grave como puede ser cambiarse uno de cabeza; es decir, dejar las viejas categorías de enjuiciar y pensar para tomar nuevos criterios y cánones nuevos para ver la vida y sus problemas. También la palabra latina tiene fuerza etimológica: conversión, convertirse, quiere decir volverse. Es decir: desandar el camino , poner los pies donde está la cabeza y poner la cabeza donde están los pies. Se trata, en definitiva, de tomarse a sí mismo como el carnicero toma la res para despellejarla: agarrar la piel por la cabeza y sacarle por la cola. Podemos destacar en primer lugar el cuerpo del delito: la ciudad de Nínive. A partir de este relato es una ciudad mítica, la ciudad del pecado y el olvido. No se nos dicen los pecados de que Nínive era culpable. Se afirma sin más el pecado de la ciudad; todos sus miembros, desde el rey hasta el último animal, son parte responsable.

Muchos cristianos no entramos en trance de conversión porque nos falta la conciencia de esta dimensión social del pecado.

Para muchos de nosotros, el horizonte queda reducido exclusivamente a "nuestros" pecados. Por eso, cuando creemos estar libres de culpas más o menos graves, tomamos como cosa de otros este tema de la conversión. Nos falta responsabilidad y conciencia de culpa con respecto a la Nínive -la ciudad del pecado, el mundo de la guerra y la opresión- en que estamos viviendo. Tal vez reconocemos que hay muchos cosas mal a nuestro alrededor, pero nadie se solidariza con ellas y nadie sale fiador de ellas.

Esta concepción que tenemos del pecado del mundo repugna con la lectura que hoy comentamos y con una postura que en la Biblia está claramente definida.

Al escuchar las palabras de Jonás, el rey de Nínive no es consciente de sus pecados ni de los pecados de su pueblo; no sabe quién o quiénes son los culpables. Y sin embargo, se solidariza él y toda la ciudad en un sentimiento de conversión, ayuno y oración colectivos. -"¡Quién sabe si Dios se arrepentirá y nos dará respiro, si aplacará el incendio de su ira, y no pereceremos!" Los efectos de nuestra conducta pecaminosa son mucho más sutiles de lo que nosotros podemos imaginar. No sólo nos manchamos nosotros cuando pecamos; nuestro pecado contamina el aire que respiramos y todos juntos construimos y enrarecemos esta atmósfera sutil de envidia, recelo y egoísmo en que se mueve el mundo.

No hay nadie en la ciudad de Nínive -en el mundo pecador en que vivimos- que pueda sentirse ajeno a la interpelación del profeta. El pecado es plural y correlativo, en todas las esferas.

Quien más, quien menos, todos somos invitados con razón, a hacer penitencia y corregir nuestros malos pasos.

Este mundo, del que nosotros formamos parte, necesita que comencemos, por amor a él y por amor a nuestros hermanos, a arrepentirnos de verdad en lo más profundo de nuestro corazón.


10. 

Segunda misión del profeta. Persiste el estilo irónico para hacer una caricatura burlesca del protagonista y de lo que representa: la mentalidad cerrada y exclusivista de Israel. Los ninivitas, sin excepción, hacen penitencia y se convierten en cuanto oyen la predicación profética. Parece un ejemplo ilustrativo de las palabras de Dios a Ezequiel (3,4-7): si el profeta hubiese predicado a un pueblo numeroso y de habla incomprensible, le habrían escuchado; pero Israel no quiere escuchar. Los ninivitas dan una lección al pueblo escogido, que no se ha convertido a pesar de las muchas predicaciones proféticas. Por eso acabarán siendo un ejemplo y una acusación para todos los que no quieren corresponder a la gracia de Dios (cf. Mt 12,41).

El particularismo judío de aquella época se manifestaba no sólo en el odio a todo lo que era extranjero, sino también en el repliegue de la comunidad sobre sí misma. Nuestro protagonista participa de este espíritu patriotero: se entristece ante la misericordia divina en favor de los ninivitas. Es la envidia -tristeza del bien ajeno-, que tantas veces aparece en el plano colectivo bajo el disfraz de patriotismo o de amor a la Iglesia.

Subrayemos el paralelismo que existe entre Jonás y Elías (1 Re 19,4). Los dos, sentados a la sombra fuera de la ciudad, están tristes y desengañados. Pero mientras Elías lamenta la actitud del rey y del pueblo hacia Dios, Jonás se aflige por su fracaso, pese a que ha significado un éxito para Dios. La única razón de su dolor reside en la estrechez de sus ideas.

También podríamos subrayar el carácter condicional de los vaticinios proféticos, cosa que debía de ser desconcertante para la mentalidad de aquella época. El antiguo oriente creía en la eficacia casi mágica y autónoma de la palabra profética. Además, esta palabra se confundía con la palabra divina, que tenía una trascendencia o, al menos, cierta autonomía de acción (Os 6,5). Por eso se tenía la impresión de que el oráculo profético entrañaba algo de inevitable. Jeremías (18,7-12) había enseñado ya que el anuncio del castigo estaba condicionado a la conversión. Pero al hombre Jonás, como al resto de los hombres, no le resulta fácil aceptar ideas nuevas.

J. ARAGONES LLEBARIA
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 322