J/CORDERO. P-MUNDO.
Finalizado
el tiempo de Navidad-Epifanía en el que hemos contemplado la irrupción del
Dios que se nos da a conocer -un darse a conocer que es al mismo tiempo
comunicar vida, liberar, salvar-, comenzamos el curso normal de los domingos que
de nuevo interrumpiremos al llegar al tiempo de Cuaresma-Pascua. Y en este
momento inicial del tiempo ordinario hemos escuchado un evangelio PROGRAMATICO
de Juan. Programático, es decir, que resume el programa -el sentido- de la
misión de JC. De ahí que puede ser oportuno comentar algunas expresiones del
evangelio que nos ayudarán a captar la dirección del camino de quien es para
nosotros Luz y Vida.
Dice
el Bautista definiendo a Jesús: ESTE ES EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO
DEL MUNDO. Son palabras que repetimos siempre que celebramos la Eucaristía,
antes de comulgar: muestra de que la Iglesia les otorga un peculiar valor. Un
valor cuyo sentido quizá nosotros no comprendamos bastante. Porque ¿sabemos
qué significa esto de "el Cordero de Dios"? y ¿cuál es el sentido
de "el pecado del mundo"?
-CORDERO
DE DIOS. Es una expresión que corresponde a lo que leímos en la primera
lectura: "Tú eres mi siervo... Te hago luz de las naciones para que mi
salvación alcance hasta el confín de la tierra".
Pero
este Salvador de Dios, este Mesías -según la gran esperanza del pueblo judío-
escoge un camino no de dominio y poder, sino de servicio. Esto es lo que
significa la comparación de llamarlo "cordero". Actualmente es muy
posible que la palabra nos suene demasiado como sacrificio de quien inclina la
cabeza ante los poderosos. La expresión de Juan significa bastante más que
esto: significa que Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, realiza su misión como
un servidor absolutamente humilde, pobre, sencillo... pero que así consigue la
Victoria. No podemos olvidar que en el último libro de la Biblia, en el
Apocalipsis, se nos presenta a este Cordero como el gran triunfador.
Es
la paradoja de la vida y obra de JC: sigue un CAMINO DE SERVICIO, como un hombre
sin poder, junto a los pobres y despreciados. Hasta morir como un criminal entre
criminales. Pero este camino -un camino que como dice San Pablo, es locura y
escándalo- resulta ser el CAMINO DE VIDA, de Victoria. De ahí que siempre,
para quienes queremos seguir a JC, el interrogante es si para participar de su
Victoria escogemos el camino que él escogió. O si nos pasamos de listos y
escogemos otro camino.
-EL
PECADO DEL MUNDO. Es la otra expresión que hemos de considerar. No habla del
pecado de cada hombre sino del pecado del mundo. Se trata de la REALIDAD DE MAL
que hay en el mundo, más allá de lo que cada uno de nosotros hace. Es lo que
queremos expresar al hablar de "pecado original": un niño al nacer,
no entra en un mundo limpio, sino en un mundo herido por una presencia de mal
que de un modo u otro le afectará. Ninguno de nosotros se libra de esta herida,
todos la sufrimos. Por eso su lucha es contra el pecado del mundo, contra esta
presencia poderosa de mal que hay de hecho en nuestro mundo. Isaías en la
primera lectura, decía que el "Siervo de Dios" sería
"LUZ". Porque el pecado del mundo es básicamente oscuridad, tiniebla,
negación de verdad. Es trampa, hipocresía, falsedad.
Que
lleva al egoísmo, al desamor. POR ESO LA LUCHA DE JC contra el pecado del mundo
-la lucha que hemos de continuar nosotros- ES camino de verdad que lleva al
amor. Sólo con verdad y sólo con amor se combate eficazmente contra el mal que
hay en el mundo.
ESCOGER
siempre la verdad y escoger siempre el amor es la única manera de ser
cristiano.
La
pregunta es, sin embargo: ¿cómo seguir este camino? Todos conocemos
suficientemente nuestra debilidad, nuestro pecado y -más aún- el peso del
pecado del mundo en nosotros, fuerza de gravedad que nos impide avanzar en la
verdad y en el amor. La respuesta la hallamos también en el evangelio
programático de hoy. Es importante notar cómo el testimonio de Juan sobre
Jesús se identifica con decir que en Él hay el ESPÍRITU DE DIOS. No dice: es
un hombre sabio, bueno, fuerte... sino simplemente: en Él hay el Espíritu de
Dios. Y esto -no os sorprendáis- se puede decir también de nosotros: en
nosotros hay el Espíritu de Dios.
No
somos sabios, ni buenos, ni fuertes..., pero por gracia de Dios en nosotros
habita su Espíritu.
Y
es este Espíritu de Dios -tan olvidado por nosotros- el que HACE POSIBLE seguir
el camino de JC, el camino de la verdad y el amor, el camino de lucha contra el
pecado del mundo. Un camino que conduce a la Victoria.
J.
GOMIS
MISA DOMINICAL 1975/01
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