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H O M I L Í A

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DOMINGO II
TIEMPO ORDINARIO

CICLO A

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J/CORDEROP-MUNDO.

Finalizado el tiempo de Navidad-Epifanía en el que hemos contemplado la irrupción del Dios que se nos da a conocer -un darse a conocer que es al mismo tiempo comunicar vida, liberar, salvar-, comenzamos el curso normal de los domingos que de nuevo interrumpiremos al llegar al tiempo de Cuaresma-Pascua. Y en este momento inicial del tiempo ordinario hemos escuchado un evangelio PROGRAMATICO de Juan. Programático, es decir, que resume el programa -el sentido- de la misión de JC. De ahí que puede ser oportuno comentar algunas expresiones del evangelio que nos ayudarán a captar la dirección del camino de quien es para nosotros Luz y Vida.

Dice el Bautista definiendo a Jesús: ESTE ES EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO. Son palabras que repetimos siempre que celebramos la Eucaristía, antes de comulgar: muestra de que la Iglesia les otorga un peculiar valor. Un valor cuyo sentido quizá nosotros no comprendamos bastante. Porque ¿sabemos qué significa esto de "el Cordero de Dios"? y ¿cuál es el sentido de "el pecado del mundo"?

-CORDERO DE DIOS. Es una expresión que corresponde a lo que leímos en la primera lectura: "Tú eres mi siervo... Te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra".

Pero este Salvador de Dios, este Mesías -según la gran esperanza del pueblo judío- escoge un camino no de dominio y poder, sino de servicio. Esto es lo que significa la comparación de llamarlo "cordero". Actualmente es muy posible que la palabra nos suene demasiado como sacrificio de quien inclina la cabeza ante los poderosos. La expresión de Juan significa bastante más que esto: significa que Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, realiza su misión como un servidor absolutamente humilde, pobre, sencillo... pero que así consigue la Victoria. No podemos olvidar que en el último libro de la Biblia, en el Apocalipsis, se nos presenta a este Cordero como el gran triunfador.

Es la paradoja de la vida y obra de JC: sigue un CAMINO DE SERVICIO, como un hombre sin poder, junto a los pobres y despreciados. Hasta morir como un criminal entre criminales. Pero este camino -un camino que como dice San Pablo, es locura y escándalo- resulta ser el CAMINO DE VIDA, de Victoria. De ahí que siempre, para quienes queremos seguir a JC, el interrogante es si para participar de su Victoria escogemos el camino que él escogió. O si nos pasamos de listos y escogemos otro camino.

-EL PECADO DEL MUNDO. Es la otra expresión que hemos de considerar. No habla del pecado de cada hombre sino del pecado del mundo. Se trata de la REALIDAD DE MAL que hay en el mundo, más allá de lo que cada uno de nosotros hace. Es lo que queremos expresar al hablar de "pecado original": un niño al nacer, no entra en un mundo limpio, sino en un mundo herido por una presencia de mal que de un modo u otro le afectará. Ninguno de nosotros se libra de esta herida, todos la sufrimos. Por eso su lucha es contra el pecado del mundo, contra esta presencia poderosa de mal que hay de hecho en nuestro mundo. Isaías en la primera lectura, decía que el "Siervo de Dios" sería "LUZ". Porque el pecado del mundo es básicamente oscuridad, tiniebla, negación de verdad. Es trampa, hipocresía, falsedad.

Que lleva al egoísmo, al desamor. POR ESO LA LUCHA DE JC contra el pecado del mundo -la lucha que hemos de continuar nosotros- ES camino de verdad que lleva al amor. Sólo con verdad y sólo con amor se combate eficazmente contra el mal que hay en el mundo.

ESCOGER siempre la verdad y escoger siempre el amor es la única manera de ser cristiano.

La pregunta es, sin embargo: ¿cómo seguir este camino? Todos conocemos suficientemente nuestra debilidad, nuestro pecado y -más aún- el peso del pecado del mundo en nosotros, fuerza de gravedad que nos impide avanzar en la verdad y en el amor. La respuesta la hallamos también en el evangelio programático de hoy. Es importante notar cómo el testimonio de Juan sobre Jesús se identifica con decir que en Él hay el ESPÍRITU DE DIOS. No dice: es un hombre sabio, bueno, fuerte... sino simplemente: en Él hay el Espíritu de Dios. Y esto -no os sorprendáis- se puede decir también de nosotros: en nosotros hay el Espíritu de Dios.

No somos sabios, ni buenos, ni fuertes..., pero por gracia de Dios en nosotros habita su Espíritu.

Y es este Espíritu de Dios -tan olvidado por nosotros- el que HACE POSIBLE seguir el camino de JC, el camino de la verdad y el amor, el camino de lucha contra el pecado del mundo. Un camino que conduce a la Victoria.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1975/01


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