Las Procesiones

Una vez más participaremos en los desfiles procesionales de la Semana Santa, donde podrán contemplarse los más ricos y espectaculares pasos y las imágenes más sencillas y modestas, que la devoción de los fieles se ha encargado de adquirir y cuidar. Por los grupos escultóricos y las imágenes, nos acercaremos a los momentos y a los personajes de la Pasión de Nuestro Señor. Nuestra mirada va ser provocada una vez más por unos signos, ante los que no vamos a tener más remedio que reaccionar, porque el clima que se crea no suele dejar mucho espacio para la indiferencia.

Las procesiones son una invitación a la contemplación de unas imágenes, a través de las cuales habla el Misterio que representan: un Dios hecho hombre, sufriendo con el sufrimiento humano para darle salvación y esperanza.

Pero hay que saber mirar sin quedarse en la superficie, sino llegando hasta donde la imagen nos acerca a la persona de Cristo y nos pone en contacto con su vida, con su palabra, con sus gestos, con sus sentimientos; porque toda imagen es, en definitiva, una llamada a la fe y a la interioridad.

No hay mejor modo de mirar una imagen que en actitud de oración; sólo así ésta nos llevará al corazón que late dentro de ella. Sin embargo, esta mirada sólo será posible, si la hacemos allí donde el misterio se hace un acontecimiento en el que los cristianos estamos llamados a participar especialmente: en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia.

AMADEO RODRÍGUEZ