COMENTARIOS AL EVANGELIO

Jn 18, 1-19, 42

 

1.CZ/GLORIOSACZ/JUICIOCZ/PAS

Para los sinópticos, la Pascua es la superación del escándalo de la cruz. Para Juan, la Cruz no es ningún escándalo sino el momento de la glorificación.

Jesús, a pesar de todas las apariencias, abre un nuevo horizonte para el hombre al superar la prueba a la que va a ser sometido.

Si leemos despacio el relato de la pasión y muerte de Jesús, descubriremos que el que está juzgando es el reo, Jesús, y no los distintos jueces y partícipes de la pasión. Pilato es sometido a prueba y resulta que le fallan las cualidades indispensables. La muerte de Jesús constituyó también un juicio contra los escribas, los fariseos y otras gentes que lo rechazaron a sabiendas.

Los propios discípulos tampoco se libraron de ser puestos a prueba.

Judas le entregó, Pedro le negó y los demás huyeron.

También el propio Jesús fue sometido a prueba... y la prueba fue difícil.

Sólo Jesús fue capaz de aceptar el desafío de aquella hora. Un desafío que le situó por encima de cualquier otro hombre, como la verdad silenciosa que juzga a todo hombre. Jesús murió en soledad como el único hombre que había sido capaz de superar la prueba.

Así fue realmente; no se trataba sólo de un juicio a Jesús, fue un juicio a todos los hombres; o mejor, era un juicio a las distintas posibilidades del hombre, a las distintas formas de entender y vivir la vida. Y sólo hubo un triunfador: Jesús. Todas las demás posibilidades a las que tan frecuentemente nos aferramos los hombres, han quedado desacreditadas, no son válidas, no le aportan al hombre la vida que necesita ni ninguna otra cosa que necesita la vida para ser digna.

El hecho que celebramos es para nosotros tan importante que difícilmente hallaremos una actitud más propia que la de una contemplación humilde, sencilla, como quien contempla algo que le supera, le admira, le conmociona.

La celebración de esta tarde no es un acto de resignación. Es un acto de fe. Fe en la fecundidad de este camino de cruz. No predicamos el sufrimiento como si fuera un valor en sí mismo. Lo que hacemos es proclamar nuestra fe: que el camino de vida y de amor -del hombre perfecto- pasa por la cruz. Por esto veneramos la cruz y la alabamos como fuente de vida. Es una cruz gloriosa.

La cruz de Jesús, en primer lugar, pero también la cruz que hay siempre en todo camino auténticamente cristiano.

Hoy celebramos ya la Pascua, en su primer momento, el de la Muerte. La Pascua abarca un doble movimiento, descendente y ascendente, y es un único acontecimiento: muerte y resurrección del Señor. Los tres días se celebran como un único día, y tienen una única Eucaristía, la de la Vigilia, punto culminante del Triduo, donde no se recordará sólo el aspecto glorioso, sino toda la "inmolación del Cordero pascual".


2. J/OBEDIENCIA/Jn/18/11.

Juan insiste ante todo y desde el comienzo del relato de la Pasión, en la obediencia a la voluntad del Padre. Es éste un tema querido para él; por eso no encontramos en Juan súplica alguna de Jesús que deje ver su deseo de que se le exima del cáliz; por el contrario, sus palabras indican que acepta este cáliz como una obligación, pero igualmente como una entrega que ha de conducirle a la gloria. "El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?" (Jn 18. 11).

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3. CREACION/H-NUEVO:

La Pasión de San Juan es la pasión que describe la obra del sexto día: la creación del hombre nuevo, a través de los sufrimientos del Hombre: "Ecce Homo". JC es el Hombre, el Hombre definitivamente realizado, porque ha vivido totalmente lo que hace que los hombres seamos verdaderamente hombres: el Amor, la Vida de Dios.


4. CZ/ABANDONO: /Mt/27/46.

En el A.T. se dice con frecuencia: "Nunca he visto a un justo abandonado". Y. sin embargo, frente a la cruz muchos podrían decir: o no es verdad la Escritura o éste no era un justo. Jesús murió abandonado de Dios y de los hombres, fracasado, humillado, ajusticiado como un malhechor por los romanos y excomulgado como un hereje por los judíos. A pasar de lo cual, Él murió confiado en el amor y en el poder de su Padre.

A. INIESTA
MISA DOMINICAL 1989, 6


5.

Para los sinópticos, la Pascua es la superación del escándalo de la cruz. Para Juan, la Cruz no es ningún escándalo sino el momento de la glorificación.


6. KENOSIS:

No entenderemos nunca por qué Dios condicionó el triunfo de Cristo a la previa aceptación del fracaso. Este hecho constituye componente esencial del misterio de Cristo. Y desde que Jesús obedeció esta voluntad del Padre es ley para todo cristiano: la necesidad de la derrota para alcanzar la victoria.


7. /Jn/PASION.

El relato de la pasión según san Juan coincide en gran parte con los sinópticos, pero hay diferencias muy claras. La característica especial de Juan es el punto de vista teológico desde el que enfoca todo el evangelio: la revelación de la gloria de Jesús, la llegada de su exaltación. Para él también en la pasión se revela la gloria del Hijo de Dios. Juan no presenta la pasión y muerte de Jesús desde la reacción natural psicológica, sino que trata de dar el sentido espiritual de la misma. La muerte de Jesús es su glorificación.

El relato histórico y la forma literaria están en función de unos temas doctrinales que explican la originalidad y las diferencias de la narración de Juan en relación con los otros evangelios.

Presenta la pasión en cuatro cuadros: Getsemaní (18,1-11); ante Anás (18,16-27); ante Pilato (18,28-19,15); en el Calvario (19,19-37). En cada uno de estos cuadros hay un rasgo característico, un tema principal y una declaración importante.

Un tema clave es la libertad de Jesús ante la muerte. Jesús va a la muerte con pleno conocimiento de lo que le espera: conociendo todo lo que iba a acontecer (18,4), consciente de que todo está cumplido (19,28). Como pastor de las ovejas entrega su vida por ellas (10,17-18). Nadie le quita la vida. La da. Conoce la intención de Judas. Prohíbe a Pedro que le defienda. Se entrega cuando quiere.

En las escenas de la pasión aparece siempre dueño de sí mismo y de sus enemigos. El lleva la cruz y con ella se aparece como rey vencedor. Juan presenta la pasión como la epifanía de Cristo Rey.

Es la hora de la exaltación y glorificación. Para resaltar esta idea Juan abrevia y omite toda descripción encaminada a relatar los sufrimientos físicos y las circunstancias que podrían sobre- excitar la sensibilidad. En cambio ofrece desde otro aspecto una larga descripción del arresto en Getsemaní, del proceso ante Anás y ante Pilato. Pero omite o reduce otros episodios que ha puesto en otro contexto: el complot de los judíos (11,47-53); la unción de Betania (12,1-8); la agonía (12,27); y sobre todo la última cena con el discurso de despedida, la denuncia de la traición y el abandono (12,1-2.21-32.36-38; 14,13). La brevedad de la escena ante Caifás se explica porque el juicio se había realizado ya durante la vida - cc. 5 y 7-9-. La escena ante Pilato adquiere un tono majestuoso en el que casi no se sabe quién es el juez. Le bastan unas palabras para describir la subida al Calvario y la crucifixión. Para Juan es la marcha de Jesús para tomar posesión de su trono. Elimina todos los demás acontecimientos (Simón de Cirene, las mujeres...) para mantener la atención fija en Jesús y en su cruz. Jesús crucificado en medio de los dos ladrones es su exaltación y la expresión de su poder de salvación.

Juan a lo largo del evangelio se ha preguntado repetidas veces quién era Jesús: cuando los sacerdotes (1,19); la Samaritana (4,11.29); la muchedumbre (6,2.26); las autoridades judías (7,27; 8,13; 9,29); durante la pasión se hace la pregunta dos veces (18, 4.7; 19,9). La respuesta ha sido: Jesús es el Hijo de Dios. Para facilitar esta aceptación de Jesús, como Hijo de Dios, pone de relieve los indicios de su divinidad. Nadie podía juzgar a Jesús.

Para expresar esta verdad Juan presenta el juicio ante el mundo y el imperio (19,15). La sentencia se da en las tres lenguas universales (19,20) a fin de atraer a todos los hombres en torno a la cruz.

Por la muerte Jesús llega a la glorificación. La pasión es la hora de la misteriosa glorificación del Hijo del Hombre. Isaías sitúa esta elevación después de la muerte del siervo (Is 52,13; 53,11). Pablo la identifica con la resurrección y la ascensión (Flp 2,8s). Juan la ve en lo más profundo de la pasión. Para recordar y explicar este aspecto Juan hace coincidir la muerte de Jesús con la hora de la inmolación del cordero pascual. Es la hora en la que la humanidad entra en comunión de vida con Dios.

Juan, como Lucas, ve en la pasión el combate con el poder de las tinieblas y subraya el carácter voluntario de la entrega de Jesús. En Juan, como en Mateo, Jesús es rechazado por Israel no sólo porque ha preferido a Barrabás, sino porque ha elegido al César. El poder de Jesús no es sólo afirmado, sino que se manifiesta en forma visible en el huerto de Getsemaní y se impone en los interrogatorios ante Anás y Pilato. Como en Marcos su relato conserva el carácter de testimonio vivido no por el joven que huye en la oscuridad, sino por el discípulo amado que testifica oficialmente los hechos (Jn 19,26.35).

La pasión según san Juan no es sólo una invitación a un acto de fe como en Marcos, o de adoración como en Mateo, o a la participación como en Lucas; sino que es sentirse comprometido en el camino que lleva a la cruz.

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985, 7


8.

- Captura de Jesús e interrogatorio por parte de las autoridades judías: Durante la noche es la hora del poder de las tinieblas (Lc 22,53), vienen a capturar a Jesús aquellos que no han aceptado la luz verdadera... Jesús es quien les interroga con palabras parecidas a las que dirigió por primera vez a los discípulos: "A quién buscáis?" (cfr. Jn 1,38). Pero la respuesta es muy diferente: unos le siguieron, otros quieren su muerte. Con las palabras de Jesús "Yo soy", el evangelista quiere poner de relieve que Jesús tiene con él el poder de Dios para enfrentarse a las tinieblas, pero no lo utiliza para su propio bien sino para la salvación de los suyos: "No he perdido a ninguno de los que me diste". En el interrogatorio informal en casa de Anás (Juan no incluye la narración del proceso religioso), Jesús ya no da ningún testimonio. Hasta ahora ha hablado. Unos han creído (los discípulos) y otros no han creído (los judíos). Los acontecimientos de la Pasión son el desenlace de estas opciones tomadas y su juicio.

- El proceso ante Pilato: En el patio exterior están los judíos.

En le interior está Jesús preso. Pilato se mueve de un sitio a otro, entre la inocencia de Jesús y los gritos de acusación de los judíos. En la duda. También el mundo pagano debe optar ante Jesús, "testigo de la verdad" que ha "venido al mundo". Dos afirmaciones de Pilato nos descubren que la hora de la condena y del sufrimiento de Jesús es también la hora de la glorificación: "Aquí lo tenéis" (cfr. Dn 7,13-14) y "Aquí tenéis a vuestro rey". Las palabras de burla de Pilato a los judíos manifiestan proféticamente el sentido de los acontecimientos.

- Muerte de Jesús: La proclamación de la glorificación de Jesús se realiza nuevamente en el momento de la crucifixión a través de las palabras del letrero: "Jesús el Nazareno, el rey de los judíos". Escritas en tres idiomas, son una proclamación universal y definitiva ("Lo escrito, escrito está" dice PIlato, como instrumento de Dios). La cruz es el cumplimiento pleno de la revelación: "Está cumplido". Ahora los ojos que buscan la luz, la verdad y la vida "mirarán al que atravesaron".

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1988, 8


9.

Tan sólo cuatro trazos sobre el relato de la pasión en el evangelio de Juan: Es un relato que se ha ido preparando a lo largo de todo el evangelio. Es la culminación de un proceso judicial que caracteriza todo el escrito: un proceso contra Jesús que, de hecho, es un proceso de Jesús contra el "mundo", entendido como el conjunto de fuerzas que van contra la luz y la verdad. La Pasión y la muerte en cruz son aquella "hora" de la que nos ha hablado todo el evangelio: ahora sabemos que la "hora" de Jesús es su "paso" de este mundo al Padre.

El camino hasta la cruz es el camino triunfal del rey hacia su trono. La ironía del evangelio llega a su culmen en este punto: es coronado y presentado al pueblo como rey para escarnecerle, el pueblo le aclama con el grito "crucifícalo" y es entronizado en una cruz. Creen haberse sacado de encima aquel que no aceptó ser rey después del asunto de los panes, y, en realidad, le han llevado a ejercer plenamente su realeza: dar la propia vida.

Parece que sean los enemigos quienes conducen a Jesús a la cruz, cuando, de hecho, es él quien va a ella libremente y con toda autoridad. La acción la conduce Jesús, desde el momento del prendimiento hasta que "entrega el espíritu".

Jesús es el Cordero de Dios. Muere el día de la preparación de la Fiesta, a la hora en que sacrifican en el templo los corderos para celebrar la Pascua. No le quiebran ningún hueso, porque el Cordero no debe tener tara alguna. Jesús es el cordero pascual que nos lleva, pasando primero él, de la muerte a la vida, de este mundo al Padre.

Destaquemos también la concentración cristológica. Desaparece todo lo que podría restar protagonismo a Jesús. El es el actor principal, en el sentido de protagonista y "director" de la acción. El misterio pascual también se presenta concentrado: la muerte en cruz es la exaltación, dando la vida alcanza la plenitud de la vida, muriendo da el Espíritu.

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1992, 6


10.

El relato de la pasión en el evangelio de Juan es muy distinto de los que hallamos en los evangelios sinópticos. Incluso aquellos fragmentos que son comunes difieren a menudo en cuanto al sentido que les da este evangelio.

De hecho, el relato de la pasión se ha ido preparando a lo largo de todo el evangelio. Es la culminación de la revelación de Jesús, una revelación hecha a base de controversias y malentendidos no faltos de ironía, una revelación que se ha ido haciendo como si se tratara de un proceso judicial, en el que quien de verdad juzga (Jesús) parece que sea el que es juzgado, el que parece que le roban la vida, pero de hecho es el que la da libremente.

En el relato joánico desaparecen los elementos que subrayan más la humillación y el sufrimiento de Jesús, para que quede clara su majestad: dar la vida no es una acción humillante, sino libre y majestuosa.

Jesús es presentado como rey. De hecho, la cruz es su trono. La ironía es máxima en el momento en que Jesús es entregado para ser crucificado: precisamente en este momento Jesús es levantado y glorificado, porque vuelve al Padre, a aquel que le ha enviado, después de haber cumplido su misión: ha dado su vida y, así, ha hecho efectivo el juicio sobre el "mundo", es decir, sobre aquella realidad que va contra la luz y la verdad. Por otro lado, la muerte de Jesús es presentada como la muerte del cordero pascual. Al comienzo del evangelio, Juan Bautista presenta a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ahora se hace evidente. Ha empezado la nueva Pascua, la definitiva, la que nos hace pasar de la muerte a la vida gracias al amor extremo.

J. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1993, 5A


11.Reflexión


La vida del cristiano es un “via crucis” si se acepta la invitación de Jesús de llevar la propia cruz detrás de Él cada día.

Podemos ser condenados al desprecio, podemos sentir el silencio que hiere y condena nuestra fidelidad cristiana. En nuestro “via crucis” hay también momentos de caída, de fragilidad y de cansancio, pero también nosotros tenemos una Madre (María) que nos acompaña en nuestro caminar como a Jesús.

El camino de la cruz de Cristo y el nuestro son unas vías de salvación y de apostolado, porque hemos sido invitados a colaborar en la salvación de nuestros hermanos. Todos los cristianos somos responsables del destino eterno de quienes nos rodean. Cristo nos enseña con la cruz a salir de nosotros mismos, y a dar así un sentido apostólico a nuestra vida.

Cuando contemplemos el crucifijo, cuando veamos la figura sufriente de Cristo en la cruz, pidamos la gracia de recordar que los dolores de Cristo crucificado son fruto del pecado. Evitemos, y pidamos la fortaleza a Dios para ello, cada una de las ocasiones de pecado que se nos presenten en nuestras vidas.