48 HOMILÍAS PARA EL VIERNES SANTO
1-10

 

1. J/VERDADJ/H-AUTENTICO:

1. El color de los ornamentos es el rojo, el color del martirio.

Toda la vida de Jesús -que culmina en su pasión- ha sido la de un testimonio "verdadero": "Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo". "¿Qué es la verdad?" pregunta Pilato, escéptico, sin esperar respuesta. Nosotros sabemos que la verdad es Jesús: su palabra y su vida son la verdad sobre el mundo y sobre el hombre. Hoy reafirmamos una vez más como discípulos y seguidores de éste que es "el camino, la verdad y la vida". ¿Podemos afirmar que nuestra vida es una respuesta -un intento sincero de respuesta, con rodeos y errores, claro está- a la pregunta escéptica de tantos hombres y mujeres que parecen que hagan de eco a Pilato, y a la pregunta sincera de tantos otros que buscan a tientas?

2. "Aquí tenéis" al Hombre (/Jn/19/05). Sí: para nosotros Jesús es el hombre, y el cristianismo, un verdadero humanismo. ¿Nos hallamos ante un ideal masoquista, de quien se complace en el sufrimiento por el sufrimiento? No: estamos ante un ideal de hombre que no pasa por alto la condición histórica y concreta que es la nuestra y que conoce la opresión, la expoliación, el abuso de los poderosos sobre los débiles, la violencia institucionalizada...

He aquí el hombre: no el que triunfa a costa de los demás, el que se enriquece con su explotación, el que manda a su albedrío y según sus conveniencias, el que siempre está en la cresta de la ola como la espuma. Sino el hombre humillado, explotado, expoliado. 

3. Jesús ha soportado realmente nuestros sufrimientos y ha aguantado nuestros dolores (1. lectura). No es incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas, él que, igual que nosotros, ha sido probado en todo (2. lectura). La respuesta de Dios (el Dios que se nos manifiesta en Jesucristo) al problema del mal no es una respuesta intelectual a un problema intelectual: sino una respuesta práctica, realista, efectiva y afectiva a una cuestión existencial. Dios coge el toro por los cuernos: cargando con el mal en su propia carne. El problema continúa problema; la rebelión, rebelión; el miedo, miedo. Pero lo vivimos acompañados: también Jesús ofreció "ruegos y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas, al que podía salvarle de la muerte" (2. lectura). El claro está, "excepto en el pecado" (2. lectura). Así "justificará a muchos" (1. lectura). La expresión más fuerte y sintética es la de 2Co/05/21: "Al que no había pecado, Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que nosotros, unidos a él, recibamos la salvación de Dios". (Este tema debe construirse sobre la solidaridad efectiva y total de Jesús con nosotros, en la línea de la encarnación, y no sobre un castigo de Dios que fuera trasladado de nosotros a Jesús).

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1989, 6


2. CZ/RS  J/REY.

Hermanas y hermanos: hoy, nuestra reunión quedará como interrumpida en espera de reanudarse en nuestro encuentro de mañana por la noche. La celebración de esta tarde y la de mañana por la noche son como dos partes de una misma celebración. El triunfo, la victoria de Jesucristo, su exaltación gloriosa no viene sólo después de su muerte. El triunfo y la victoria y la exaltación gloriosa de Jesucristo está ya en la cruz.

Pero la Iglesia, nosotros, nos hallamos hoy como imposibilitados de dejarnos llevar por la alegría de la victoria de JC sobre la muerte, sobre el mal y el pecado, sobre la mentira y el desamor, cuando recordamos cómo de hecho fue conseguida. Por eso necesitamos interrumpir nuestra celebración, necesitamos dejar unas horas de silencio antes para que nos decidamos a dejarnos penetrar por la gran fiesta que la victoria de JC merece.

Nos quedamos, por tanto, hoy, en la contemplación de la Pasión y muerte del Señor. Emocionados, admirados, conmovidos. Pero es preciso que esta contemplación de la pasión y muerte del Señor, la hagamos guiados por la palabra del evangelio de san Juan que acabamos de escuchar.

-Tres respuestas a nuestras preguntas

El evangelio de Juan nos ha guiado en los tres últimos domingos de cuaresma. Los tres evangelios que hemos leído en estos últimos domingos (si se ha leído el ciclo A: el diálogo con la samaritana, la curación del ciego de nacimiento, la resurrección de Lázaro) nos han presentado la respuesta a las preguntas fundamentales de la fe: ¿quién es JC? ¿qué es JC para nosotros? ¿qué significa creer en JC? Hemos escuchado repetidamente la afirmación de JC: "Yo soy...". Un "Yo soy" que no se refería a afirmaciones teóricas, ideales, metafísicas, sino que era siempre una relación con nosotros. Era un "Yo soy... para vosotros".

Escuchamos la afirmación de JC: "Yo soy la fuente del agua, un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna". Escuchamos la afirmación de JC: "Yo soy la luz, la luz que guía a la vida, que ilumina el mundo; y cuando yo no esté entre vosotros habéis de ser vosotros esa luz". Y escuchamos aún la afirmación de JC: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí no morirá para siempre". Afirmaciones radicales, aparentemente pretenciosas, casi intolerables de JC. Por eso no es extraño que su camino, la fidelidad a su verdad que para El era obediencia al Padre, le llevara al camino de la cruz. Ya hemos escuchado la causa de la ejecución de Jesús: "Se ha declarado Hijo de Dios".

-El hombre En la narración de la Pasión hemos escuchado aún dos nuevas afirmaciones de Esas, dos nuevos "Yo soy". El primero cuando le arrestaron. Su "Yo soy" de ahora es también importante para nosotros, es también importante para responder a las preguntas fundamentales de la fe: el que había dicho "Yo soy la fuente: yo soy la luz; yo soy la vida", dice ahora: "Yo soy Jesús de Nazaret". Es decir: Yo soy un hombre, un hombre concreto, que vivió en un pueblo, que ha predicado, ha reunido un grupo de discípulos, que a veces ha enardecido las multitudes y a veces las ha decepcionado. Un hombre pobre, sin poder, con la fuerza sólo de la Palabra, pero que ya estorba demasiado. Un hombre que no huye ante sus responsabilidades, no se esconde, no tiene miedo. "Yo soy Jesús de Nazaret". Sólo este nombre, pero un nombre que (dice el evangelio de Juan) hace caer a tierra a quienes le van a arrestar. Como en la Antigua Alianza hacía caer a tierra la visión de Dios, el Nombre de Dios.

-El rey, imagen del Padre Después, hablando con el gobernador Pilato, Jesús hace una nueva, una última afirmación. Como siempre sorprendente: El, el preso, el abandonado, el que que es ya carne de patíbulo, afirma tranquilamente: "Yo soy rey".

Y es también una afirmación importante para nosotros, para quienes nos decimos cristianos. Tenemos un rey, pero fijémonos qué rey. No como los de este mundo ("si mi reino fuera de este mundo, mis hombres habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos"). Pero rey, porque tiene una misión real: "ser testigo de la verdad".

Por eso, como testigo de la verdad, JC reinará desde la cruz. Y triunfará en la cruz, porque en ella es donde más plenamente da testimonio de su verdad. Aquella verdad que (según el evangelio de Juan) es dar a conocer al Padre, el Dios que es Amor. Y, ciertamente, en Jesús crucificado es donde más se revela el rostro del Dios que ama hasta el extremo.

Ultima afirmación de Jesús, afirmación importante para nosotros. Porque nosotros somos aquellos de quienes habla Jesús cuando dice al gobernador: "mis hombres habrían luchado...". Nosotros, los hombres de Jc hemos de luchar. Como El. Es decir, como testigos de la verdad. Cueste lo que cueste, también (si podemos) hasta el extremo. Por la misma verdad de JC: la verdad del Dios que es Amor.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1987, 8


3.

Entre estas lecturas y la oración que haremos por todos los hombres, antes de venerar solemnemente la imagen del Crucificado, detengámonos unos momentos para dejar que el mensaje de Dios penetre más en nuestro corazón. Todos estamos familiarizados con el Santo Cristo. A muchos de nosotros nuestras madres nos enseñaron de pequeños hacer la señal de la cruz. Quizás fue nuestra primera plegaria silenciosa... Pensemos qué significa ahora para nosotros el Santo Cristo, iluminados por el anuncio de la Pasión de san Juan y las otras lecturas que se han proclamado.

-Un Dios que muere

El mensaje de la fiesta de hoy nos lleva al fondo del mensaje que acogíamos ayer: el carácter serio del amor. El amor de Dios se nos ha revelado no como la ayuda de quien no sabe qué es pasar necesidad, qué es padecer, sino poniéndose EN LA CONDICIÓN DE LOS HOMBRES MAS DESVALIDOS: "soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores" Y "hasta el extremo"; "Muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre... El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento".

Dijo Tertuliano, un escritor cristiano antiguo, que lo que caracterizaba al Cristianismo es que "ANUNCIA UN DIOS QUE MUERE".

Es lo que San Pablo llama "necedad de Dios", que, con todo, es mucho más sabia que todos aquellos que esperaban de Jesús "filosofías" placenteras al entendimiento. Y el mismo Pablo lo llama también "debilidad de Dios", mucho más poderosa que todos aquellos que esperaban un poder espectacular. ¿Cuál es esta "sabiduría" y esta "fuerza" de Dios que se manifiesta en la cruz? Es ésta: Jesús crucificado nos descubre LA VERDADERA REALIDAD del mundo, nos enseña el camino para ser hombres, nos abre a la esperanza que nunca decepciona.

-El viernes santo de la humanidad Todos queremos ser objetivos y realistas. Y, a pesar de la crisis económica y social que aflige a muchos de nuestros ciudadanos, a pesar de la injusticia de la que es víctima gran parte de la humanidad, nuestro mundo occidental es todavía OFICIALMENTE OPTIMISTA. Esto, junto con la tendencia innata de todos para situarnos lejos del sufrimiento e incluso para olvidarlo fácilmente, nos ayuda a cerrar los ojos a la cruda realidad de una gran parte de la humanidad que no sólo padece, sino que es "crucificada".

Pero Jesús, que en la cruz lleva "los sufrimientos" y aguanta "los dolores" de la humanidad sufriente, ES EL RECUERDO VIVO DEL VIERNES SANTO DE GRAN PARTE DE LA HUMANIDAD ACTUAL: muertos de hambre en medio de la gran abundancia de muchos otros; países empobrecidos en beneficio de algunos cada día más ricos; personas y pueblos amenazados por un "progreso" que conduce a la carrera de armamentos; manipulación de la libertad y otras formas de violación de la dignidad humana; millones de parados entre una insolidaridad creciente; marginados de todo tipo por una sociedad que en buena parte es la causante de esta marginación... Jesús crucificado nos desvela de nuestros sueños, nos hace caer la venda de los ojos... Y, en él, el dolor de la humanidad se convierte en dolor de Dios.

-Un camino de solidaridad y de esperanza A la vez Jesús nos enseña el verdadero camino de una existencia humana. Es decir, el camino de la condición humana REAL, sin atajos que nos ahorren la solidaridad con los que sufren: "El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?". Jesús, "aun siendo Hijo, con lo que padeció", se adentró en la situación de los hombres concretos: sintió profundamente el dolor de los que sufren, hambrientos, marginados, angustiados...; luchó por la liberación de sus sufrimientos y de sus angustias; finalmente fue rechazado por los que se cerraban a la denuncia luminosa de su vida y sus palabras. Aquí tenemos, pues, el camino HUMANO que nos mostró Jesús...

La muerte, sin embargo, no tuvo la última palabra: "A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará". El signo de la cruz NO ES UN SIGNO DE FATALIDAD, SINO DE ESPERANZA. Una esperanza que solamente brota en el seno de la forma humana de vivir que nos muestra Jesús: fidelidad a Dios, Padre de todos, que reconocemos de veras en la medida que reconocemos con hechos como hermanos a todos sus hijos; amor a los hermanos que nos lleva a una preferencia por los más pobres y desvalidos, con todas las consecuencias. Esperanza que surge en medio del dolor de la humanidad, porque desde el primer viernes santo, en el fondo de este dolor, se encuentra ya para siempre el mismo Dios que es amor y es vida.

J. RAMBLA
MISA DOMINICAL 1985, 7


4. CZ/V.

En un domingo de esta Cuaresma (de esta Cuaresma que ha sido el camino hacia la celebración de hoy, que es ya inicio de la gran celebración Pascual) leíamos unas palabras del evangelio de Juan que nos comunican el sentido de la Pasión de JC: TANTO AMO DIOS AL MUNDO, QUE ENTREGO A SU HIJO ÚNICO PARA QUE TENGAMOS VIDA. Dios entrega a su Hijo, hasta la muerte, pero para que nosotros tengamos vida. Dios no quiere que el hombre perezca. Dios quiere que el hombre tenga vida. Dios no condena. Dios quiere salvar, quiere liberar del mal y comunicar vida, vida en abundancia, vida para siempre.

Pero si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muerte, da mucho fruto. Por eso JC sigue su camino hasta el final, libremente, fielmente, esperanzadamente. Y perdiendo, gana Porque es hasta el extremo fiel en su lucha por la verdad, por la justicia, por el amor, por la vida de cada hombre. Por eso su muerte, es una victoria. Por eso su muerte, su cruz, es gloriosa. Es el árbol del que brota la vida, vida para nosotros, para todos los hombres que siguen su camino, su camino de lucha y fidelidad, de verdad y amor. Sin trampas, sin condiciones. Con una fe absoluta, con una esperanza sin límites.

Hay unas palabras de un hombre que supo contemplar a JC crucificado que hoy pueden ayudarnos a penetrar en el misterio de esta muerte que es fuente de vida. Son unas palabras de san Juan de la Cruz. Dice: DONDE NO HAY AMOR, PON AMOR Y SACARAS AMOR.

Estas palabras son como un resumen de lo que debe ser nuestro camino, nuestra lucha. De otro modo podríamos decir: se trata de creer en la fuerza del amor. Creer en la fecundidad del amor.

Juan, el evangelista, nos dice que JC vino para revelarnos el rostro del Padre. Para que pudiéramos ser sus hijos, es decir, semejantes a El. Y el rostro de Dios que nos revela JC es el rostro del amor. Dios es amor. El que ama (realmente, generosamente) es hijo de Dios, Dios vive en él.

Y su suprema revelación, JC la realiza desde la cruz, como la más acabada manifestación del Dios que quiere dar vida, del Dios que ama. Pero del Dios que da vida, dándose él, del Dios que ama, amando él. Es aquello de Juan de la Cruz: Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor. Es la gran lección, la gran palabra de JC desde la cruz. Por esto la muerte de JC, su cruz, es fecunda. La narración que hemos escuchado de la Pasión según san Juan, nos ha hablado simbólicamente de esta fecundidad. Por ejemplo, a través del signo de la presencia de María junto a la cruz, como Madre que da vida, como Madre de los discípulos de Jesús, Madre de la Iglesia que nace. Y también a través de los signos del agua y de la sangre que brotan del costado de JC. Signos respectivamente -en la intención del evangelista- del bautismo y de la eucaristía, es decir, de la permanencia (en la comunidad de los discípulos de JC), de la vida que brota de la cruz fecunda.

Esta fecundidad de la muerte de JC, fecundidad liberadora y vivificante del amor de JC, se manifestará plenamente en la Resurrección, triunfo de la vida sobre la muerte. Pero es ya presente en la dolorosa lucha de la cruz. Por eso, ahora, nosotros, al contemplar el anonadamiento del Señor, creemos ya que su muerte es gloriosa, es fuente de vida para todos.

Y por eso, en la celebración de esta tarde, queremos pedir, en nombre de JC, por todos los hombres, para que a todos llegue la bendición del amor de Dios y en todos dé fruto. Y por eso después, veneraremos el árbol fecundo de la cruz, porque en él se manifestó hasta el extremo el rostro del Dios que se da del todo.

Y por eso, finalmente, participaremos del cuerpo de JC, para que El esté siempre en nosotros, para que su lucha, su amor, su vida, esté siempre en nosotros.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1973, 4b


5. ESCANDALO/CZ/FE 

Sí. Es la hora de la más densa oscuridad. En pleno mediodía nada puede verse. Es el eclipse total de la razón.

Son los esquemas humanos, nuestras ideas sobre Dios engullidas por la oscuridad. La razón tropieza y se despeña y desaparece en el vacío del escándalo de la cruz.

Y en el instante de más impenetrable oscuridad brota la chispa inesperada. Cuando el alarido atroz del condenado se apaga en un silencio de muerte, he aquí que es nuevamente desgarrado por una voz: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (/Mc/15/39). Por fin alguien ha arrancado de las tinieblas la silueta auténtica de Cristo. El "reconocimiento" sucede en la oscuridad. La luz depende de nosotros. Debe estar en nuestra mirada.

No es que el centurión romano -de cuya boca salió esa confesión de fe que marca el momento cumbre del evangelio de Marcos- poseyera una mirada más penetrante que los demás. El Espíritu le había encendido algo dentro. Algo que le permitió ver claro, identificar al ajusticiado. La fe que nos posibilita la reconstrucción de la silueta del hombre, colgado en la cruz, que nos permite superar el escándalo de la cruz, más aún, que precisamente mediante el escándalo, el tropiezo, el extravío, nos hace permanecer en pie, gritando nuestro descubrimiento, es un don y sólo un don (como el relámpago genial del artista). De todos modos, ahora y sólo ahora es posible decir quién es Jesús.

ALESSANDRO PRONZATO
EL PAN DEL DOMINGO CICLO C
EDIT. SIGUEME SALAMANCA 1985


6.

¿Por qué?, ¿cómo es posible que un hombre inocente termine despreciado de esta manera? Un hombre que había vivido de una manera sencilla, que era amigo de todos, que estaba siempre junto a los enfermos y débiles... Pero, eso sí, nunca había retrocedido cuando se trataba de defender la verdad y la justicia, la causa del Reino. Nunca hizo concesiones ante el amor apasionado por Dios y por los hombres, aunque sus contradictores invocaran leyes religiosas. Nada le apartaría del amor de Dios.

"¡Crucifícalo, crucifícalo!" "Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tienen que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios". ¿Cuál es esta ley? ¿No será acaso la ley que imponen los fuertes? ¿No es la ley que defiende los intereses de los poderosos? "Conviene que muera un solo hombre por el pueblo", dijo Caifás, y podemos añadir nosotros, antes que el pueblo descubra la hipocresía de muchas palabras y gestos que dicen defender la paz, el bien, el orden y la cultura y que, en cambio, es sólo la defensa de unos privilegios o el afán de dominio sobre los demás.

-El árbol del amor de Dios que da vida "Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado "de la Calavera"..." ¿Cómo es posible? Bendecía a los niños, decía que era necesario poner la otra mejilla, perdonar setenta veces siete, compartir "los panes y los peces" fraternalmente.... "Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo". Dentro de unos momentos haremos la adoración de este árbol. Árbol inmenso que une el cielo y la tierra. Árbol que tiene sus raíces en nuestro mundo, en esta tierra a veces reseca y pedregosa, a veces empapada de agua fecunda. Cristo es el árbol que da cobijo y arraiga en tanta personas que son capaces de darlo todo por los demás, sea en servicios humildes a la familia, en el trabajo, en responsabilidades sociales o profesionales, sea como mártires en países en los que los derechos humanos están muy lejos de ser respetados. Un árbol inmenso que lleva en su tronco las marcas de tantos sufrimientos, tantos oprobios a la dignidad humana. Un árbol, no obstante, que tiene la fuerza de la vida en su interior. Que se eleva ufano tocando con sus hojas el sol de la esperanza.

La cruz de los cristianos, la cruz de Jesús, es una cruz que nos conduce a la gloria, que ya es un signo de victoria porque sabemos que el amor de Dios que da vida, está ya presente en esta cruz. Porque sabemos que la corona de espinas que le colocaron los soldados, expresaba la profunda verdad del amor de Dios, la verdad del supremo valor de la vida humana y de toda la naturaleza.

-Llamados a identificarnos con él He aquí el misterio profundo del Viernes Santo: la contemplación y la adoración del Hombre-Dios crucificado que lo ha dado todo y se ha humillado hasta el extremo, para que nosotros nos demos cuenta del fango del pecado que hay en nosotros y en nuestro mundo y, con El, nos levantemos para ser fieles a la Vida. El libró de Egipto al pueblo de Israel y le condujo hacia la Tierra Prometida, y este mismo pueblo le lleva ahora al patíbulo de la cruz. Nosotros también nos hemos comportado así: El, por el bautismo y a lo largo de nuestra vida, nos conduce hacia el bien y la verdad y nosotros, a menudo, nos alejamos hacia el individualismo y el olvido de los demás. Hoy, la adoración de la Cruz y la participación en la Eucaristía tendrán esta profunda unidad: comulgar en Cristo significará sentirnos identificados con Aquel que se da para ser vida y alimento para los demás. No es ya el recuerdo de un hecho histórico lejano. También, hoy, Cristo sufre y muere en tantos hermanos nuestros de todas las partes del mundo, víctimas del hambre y la violencia. Nosotros con El, estamos dispuestos a hacer crecer el árbol de la esperanza, del consuelo, de la solidaridad, el árbol que conduce a la vida por siempre.

J. M. FISA
MISA DOMINICAL 1991, 6


7.

1. EL COMO DE LA MUERTE DE JESÚS

Murió violentamente, ejecutado al empezar la madurez de la vida, casi joven. En la cruz, algo así como nuestro garrote vil, suplicio cruel e infamante. Reservado a esclavos, malhechores y cabecillas rebeldes.

Jesús, que dedicó todas sus energías a predicar el perdón a los enemigos y el amor fraterno, terminó así. Fue a la muerte mansamente, como la oveja al matadero. La muerte, vista de cerca, casi siempre tiene una cara hosca e impresionante. Y mucho más si es violenta. Lo que pasa es que el hombre tiende a olvidar pronto las cosas desagradable. Siguen las muertes violentas. Abogados y policías ametrallados en España. Misioneros asesinados en Rodesia, políticos y militares pasados por las armas en Etiopía. Puedes seguir la cuenta. Jesús murió violentamente, como tantos otros en la historia.

2. EL PORQUE DE LA MUERTE DE JESÚS

La iniciativa fue de las autoridades religiosas, que legalmente lo condenan por falso profeta al declararse hijo de Dios y por blasfemo por sus expresiones contra el templo. Jesús se ha opuesto a la ley, la ley de Dios, lo más sagrado, y tiene que morir. Lo matan en nombre de Dios.

Los cristianos, siguiendo a Pablo y a las Escrituras, decimos que Jesús murió por nuestros pecados. ¿Qué quiere decir esto? ¿Quiere decir sólo que fue el pecado o la maldad humana quien dio muerte a Jesús? No, hay algo más, vemos en la muerte de Jesús como un designio de Dios.

3. EL SENTIDO DE LA MUERTE DE JESÚS

Hay que entender la muerte violenta de Jesús como el término y cumbre de su mensaje y de su misión. Ya sabemos que la misión de Jesús es instaurar el nuevo orden del reino de Dios basado en el amor. Este ha sido el mensaje de Jesús, su Evangelio, y por ser consecuente con él ha llegado hasta la muerte. Jesús es el hombre para los otros tanto en su vida como en su muerte. El ser-para-los otros constituye la esencia más profunda de su mensaje, de su vida y de su muerte, y muy especialmente de su muerte, ya que no hay prueba mayor de amor que dar la vida por aquéllos a quienes se ama (Jn. 13, 1). De esta forma la muerte de Jesús, aparentemente un fracaso, es la cumbre de su misión y, vista a la luz de la resurrección, que es como debe verse, es el triunfo del reino de Dios basado en la pobreza y el amor, y personificado en Jesús.

DABAR 1977
SEMANA SANTA
Núms. 24-28/ABRIL 1977


8. CZ/ESCANDALO.

La pasión y la muerte de Jesús son un momento privilegiado en su vida: constituyen la culminación de su vida mortal. Para unos Jesús muere por nuestros pecados; y hablarán del valor satisfactorio y redentor de la muerte de Jesús. Habrá que tener mucho cuidado con esta afirmación, que es un intento de eliminar el escándalo de la cruz, de eliminar el sin-sentido de la cruz; no suele gustar -pero hay que hacerlo- el tener que admitir que Jesús murió ajusticiado como un malhechor "lo tuvieron por un criminal" (/Lc/22/37); es demasiado escandaloso, demasiado vergonzoso; y hay que procurar disimular -si no hacer desaparecer- esa vergüenza, ese escándalo. Para otros Jesús muere en razón de su lucha por el hombre y por motivos políticos. Veamos qué hay de cierto en una u otra afirmación.

-CRECIENTE OPOSICIÓN ENTRE JESÚS Y SUS ENEMIGOS

Los evangelistas presentan la vida de Jesús como una creciente oposición entre él y los que serán los causantes de su muerte: uno y otros son dos totalidades completamente distintas que pretenden dirigir contrapuestamente la vida humana.

-JESÚS, ENEMIGO DEL PODER Y DE LA ESTRUCTURA SOCIAL

Un hecho real es la oposición a muerte de los poderes socio-religiosos contra Jesús. ¿Por qué? Ciertamente que si no hubieran visto en él a un enemigo de su poder no lo hubieran condenado a muerte; y, por otra parte, si la acusación hubiese sido falsa, podemos tener por seguro que no hubiese prosperado. La persona y la acción de Jesús (anunciar el Reino de Dios) aparecían tan peligrosas que las autoridades judías vieron que tal peligrosidad iba a atraer una mayor represión por parte de los romanos; por eso las autoridades judías optaron por el "mal menor"; "...antes que perezca la nación entera conviene que uno muera por el pueblo" (Jn/11/50). Es, con toda claridad, una cuestión política.

-JESÚS SABIA QUE SU ACTUAR ERA PELIGROSO

Es evidente que Jesús era consciente de lo peligroso de su actuación y se daba cuenta de la posibilidad, cada vez mayor, que tenia de acabar mal; la constante confrontación con sus enemigos en que vivía sabiendo que sus enemigos eran las autoridades, no le podía llevar a otro final. Y eso él lo sabía.

-¿POR QUE ES CONDENADO JESÚS?

Según Juan (18, 19-24) sería una cuestión de ortodoxia: "El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y su enseñanza"; pero, como se ve en el texto, que también habla de discípulos, el problema radica, igualmente en que Jesús da lugar a un movimiento con fuerza, frente al que no tienen fuerza los poderes religiosos oficiales.

J/BLASFEMO: Ante el Sanedrín se acusa a Jesús de querer destruir el Templo: Jesús aparece como un blasfemo público que conmociona los pilares del judaísmo, como un embaucador mesiánico ante los defensores de la ley y de la fe. Ante Pilato es presentado como que se ha proclamado rey de los judíos. Es Lucas quien presenta el sumario de la acusación: "Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es Mesías y rey" (Lc/23/02).

A Pilato lo que le preocupa es que Jesús sea rey, y en esta cuestión se centrará; será por este lado por donde Pilato acabará por ceder ante la presión de los sumos sacerdotes. De hecho la crucifixión era una pena típicamente política impuesta a los rebeldes contra Roma; por eso se alega, para su condena, la pretensión de Jesús de convertirse en rey de los judíos.

-¿POR QUE MUERE JESÚS?

Jesús muere en la cruz acosado por sus enemigos y abandonado de sus amigos, ¿por qué? En primer lugar, no debemos dejar de recordar que Jesús tenía que morir por ser un hombre. Ahora bien, Jesús no muere sino que lo matan; y la muerte de Jesús es la culminación lógica de su vida, de su predicación, de sus comportamientos, todo ello en oposición radical a la ideología oficial, en oposición a quienes acabarán venciéndole en la cruz. No fue ocasional que la vida de Jesús fuera como fue y, por eso, tampoco fue ocasional que tal vida le llevara a la muerte. La lucha en favor del reino de Dios suponía necesariamente una lucha en favor del hombre injustamente oprimido, y esta lucha le llevó al enfrentamiento con los responsables de esa opresión.

-¿QUE SIGNIFICÓ PARA JESÚS SU MUERTE?

La realidad externa de los acontecimientos fue más o menos como la hemos descrito. No aparece ningún sentido místico expiatorio de la muerte de Jesús; ésta fue resultado, únicamente, de su vida. Pero, ¿termina ahí todo el sentido de esa muerte? Cuando Jesús iba descubriendo que la clase de vida que hacía le llevaba a la muerte, ¿aparecía ésta ante él como el fracaso final de su vida? Sí y no.

-JESÚS VIO SU MUERTE COMO UN FRACASO

Es lógico que, cuando una persona ha entregado su vida por un ideal y ve que acaba condenado a muerte, sienta que su vida ha sido un fracaso. Por eso Jesús rechaza ese final: "Me muero de tristeza... Padre mío, si es posible, que se aleje de mí ese trago..." (/Mt/26/38-39). La agonía del huerto fue la batalla más dura de Jesús, la decisiva: pero también fue la final; a pesar de todas sus dudas, Jesús, superada esta prueba, ya no vacilará.

-JESÚS NO VIO SU MUERTE COMO UN FRACASO TOTAL

"...El que quiera subir, sea servidor vuestro, y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos, porque tampoco este Hombre ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos" (/Mc/10/45).

RESCATE/QUE-ES: ¿Qué significa "en rescate"? Significa, de entrada, que Jesús, con todo, no veía su muerte exclusivamente como fracaso, sino que la veía como un valor; y el rescate fue salir de un estado del poder de las tinieblas, de un orden determinado para pasar a otro orden, al reino de la luz. Al tener Jesús este concepto de su muerte lo que estaba haciendo era, en primer lugar, no sufrirla pasivamente, sino asumirla para que tuviera valor de testimonio; su muerte, provocada por el poder que quieren los Zebedeos -aunque sea malinterpretando el poder y la gloria de Dios- (el texto de Mc. 10, 45 está en el contexto del asunto de los hijos de Zebedeo pidiéndole a Jesús sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda el día de la gloria, es decir: tener poder), se convierte en testimonio de que ese poder no sirve para nada, no conduce a nada bueno. Jesús espera que su muerte, al menos, haga que el hombre se dé cuenta de esto.

No es precisamente esta la doctrina clásica sobre la cuestión del rescate y del valor expiatorio de la cruz; ciertamente. Pero es que la doctrina clásica del rescate estaba montada sobre conceptos y contenidos jurídicos del mundo romano, y nosotros pretendemos montarla sobre conceptos bíblicos.

Por otra parte, la concepción clásica estaba dando lugar a una concepción de la muerte de Jesús, mágica y quietista: Jesús murió por nosotros, se decía, por tanto ya nos salvó, luego ya todo está hecho y no es verdad ni ya está todo hecho: está todo por hacer.

-CONCLUSIONES

1. Jesús no murió por confusión de sus enemigos. La acción de Jesús era necesariamente una amenaza contra el orden social establecido, pues tal orden se apoyaba en fundamentos totalmente opuestos el reino de Dios.

2. Y es que Jesús no predicó un reino abstracto sino concreto, contra unos poderes que van más allá del corazón del hombre y se convierten en pecado histórico y estructural: por eso la muerte de Jesús es una necesidad histórica.

3. Jesús fue condenado en juicio justo en cuanto que las acusaciones que se le hicieron eran justas desde el punto de vista legal; y la pena que se le aplicó era la que correspondía a las acusaciones que se le hicieron. Por eso es hora ya de dejarse de antisemitismos injustificados, es hora de dejar de ver a los judíos como "raza maldita". Tales ideas sobre los judíos son, cuando menos, muestra de no haber entendido nada del proceso a Jesús.

4. La conmemoración de la muerte de Jesús no se realiza adecuadamente en una celebración cultual ni en una vivencia interior, sino que ha de ser también la celebración creyente de una vida que sigue los pasos de quien fue muerto violentamente por quienes no aceptan los caminos de Dios.

5. La muerte de Jesús disipa las ideas de falsos mesianismos y de la salvación por el poder.

DABAR 1978


9. D/FIDELIDAD/RS:

1."Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres...". La vena conductora del amor de Dios a través de la historia ha llegado a su cenit. Ayer, este amor "hasta el extremo" lo celebrábamos en el memorial eucarístico. Esta tarde, lo celebramos en el hecho histórico, sangriento y trascendente de la pasión y muerte de Jesús. Fue un viernes antes de la jornada solemnísima de la Pascua de los judíos. "Porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano... Mi siervo justificará a muchos porque cargó con los crímenes de ellos". Lo hemos escuchado en la profecía de Isaías, en la primera lectura. Ante la pasión de Jesús no son necesarios muchos discursos. Es la hora de la admiración y la comunión de sentimientos; por tanto, hemos de limitarnos a ayudar a contemplar, solidarios con el alma de María, quien, como en Belén, "conservaba todo esto en su corazón". "Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia".

Jesús clavado en la cruz es transparencia "de quién es Dios", de "cómo es Dios". La fidelidad se encuentra en el corazón de la cruz. El misterio de la cruz no se descubre como quien resuelve un problema. La única clave es el amor gratuito hasta el final. "Uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua". Las últimas gotas de vida. Una vida liberada de los estímulos de poder y de estrategias humanas. Hacía un año que, en el desierto, después de la multiplicación de los panes, querían hacerle rey y huyó a la montaña. Pocos días antes, había entrado en la ciudad santa en medio del entusiasmo popular, ciertamente, pero montado en un borrico. Sería el hazmerreír de la gente sensata. En la cruz, liberado de todo falseamiento humano, cobran pleno sentido las palabras que un día dijo en el atrio del templo: "Si alguno tiene sed, que venga a mí, y que beba. Como dice la Escritura, nacerán ríos de agua viva del interior de los que creen en mí". Decía eso refiriéndose al espíritu que habrían de recibir los que creerían en él.

2. Un misterio de fidelidad. La fuerza de Jesús durante la pasión se descubre en la Resurrección. La pasión, la muerte y la resurrección de Jesús son diferentes facetas de una gesta de fidelidad. La Resurrección no es un premio, sino el estallido de la fidelidad del Padre. El silencio total durante la pasión había de ser lo más doloroso para Jesús. Incomprensiblemente era signo de la presencia del Padre. Se adivina esta presencia muda en la valentía de Jesús, cuando en el huerto se presenta con la cabeza bien erguida a los enviados por los sacerdotes y fariseos. En la certeza de la fidelidad del Padre, dice a Pedro cuando desenvaina la espada para defenderlo: "Mete la espada en la vaina". Y responderá a Pilato con serena fortaleza, aunque prevea la tormenta que se le viene encima: "Yo para eso he nacido y para eso he venido al mundo: para ser testigo de la verdad". En un vacío total pone su último aliento en las manos del Padre, seguro de su fidelidad.

3. J/SOLEDAD: Nadie podrá decir: "Nadie ha bajado a mi soledad". Siguiendo la misión confiada por el Padre, Jesús penetra hasta el fondo de la soledad del hombre. Al aceptar morir entre los malvados y sin Dios, manifiesta que la nueva relación de Dios con los hombres llega hasta donde todo clama su ausencia; y baja hasta allá con una gratuidad absoluta. Nadie, por alejado y solo que se encuentre, podrá decir nunca: "En donde me encuentro yo, Jesús no ha bajado". Jesús en la cruz es la persona más unida a Dios y la más unida a los hombres y mujeres de cada tiempo. Da Dios mismo a la humanidad y la humanidad a Dios. En adelante, la cruz es el gran misterio sepultado en la humanidad. Con los ojos iluminados por la contemplación de la cruz, nos ponemos frente al mundo para contemplarlo "como quien ve -en él- al invisible" y escuchar la voz que nos llama: "Tengo sed".

Después de unos momentos de silencio y animados por el Espíritu que brota de la cruz, oraremos por las necesidades de todos los hombres y mujeres contemporáneos nuestros. Hoy más que nunca, las peticiones de los cristianos no pueden tener fronteras. Después, veneraremos la cruz. Contemplada con ojos de bautizado, ojos de resurrección, se convierte en signo de la fidelidad de Dios en medio del mundo. Y confesaremos la fe del centurión, que es la fe de la Iglesia: "Realmente este hombre era Hijo de Dios".

J. CAMPRODON
Ob de Gerona
MISA DOMINICAL 1992, 6


10. CZ/RV.

MEDITACIÓN ANTE CRISTO CRUCIFICADO

Han capturado a Jesús. La patrulla lo ata y lo conduce a casa de Anás. Jesús es abofeteado y enviado al Suma Sacerdote Caifás. Entra en acción Pilato, quien ve en Jesús un asunto comprometedor, en el que no quiere mezclarse. Finalmente, y entre las negaciones de Pedro, es llevado a la cruz. Estos son los hechos.

¿Qué podemos esperar de un crucificado? Pensar que Jesús acepta la muerte por ascesis, porque tiene mucho aguante o es muy sufrido, o porque tiene que cumplir inevitablemente un plan que le ha sido impuesto por el Padre, es dar muestras de no haber entendido nada del relato de Juan.

Jesús ha estado trabajando desde el comienzo con una idea: hacer la voluntad del que le envía. Este trabajo era su alimento (Jn. 4, 34). Ha puesto todo su empeño en devolver a Dios su verdadero rostro. Quería destruir las máscaras con las que los judíos habían amordazado a Dios para poder ejercer su propia autoridad. Pero los dirigentes de Israel han visto amenazado su poder y se han abalanzado sobre Jesús.

Entonces, ¿ha fracasado en su trabajo?, ¿sus esfuerzos se reducen a nada? Porque.. ahí está, crucificado, perdiendo su sangre.

La hora que tanto anunciaba Juan ha llegado ya. Es en esta hora cuando descubrimos el verdadero rostro de Dio; las falsificaciones han caído a tierra. En la hora de la cruz, Jesús nos dice quién es Dios: es el que da la vida para que sus amigos no sean víctimas de falsas imágenes de Dios. La verdadera imagen está en la cruz: éste es un Dios que es capaz de amarnos hasta morir por cada uno de nosotros. Se opone al Dios de los judíos, que paralizaba a los hombres con la ley y el templo (Jn,. 5, 1-4).

La expresión "entregó el espíritu" (/Jn/19/30) no se refiere a la muerte; no significa "murió". El verbo griego significa "entregar, transmitir". En esta hora, Jesús transmite el espíritu. Esto quiere decir que transmite un talante, un estilo de vivir, el rasgo que define a Dios: amar hasta dar la vida. En la cruz descubrimos de verdad a Dios, su amor (el cielo). Por eso la cruz es el signo del cristiano. No refleja sufrimiento, aguante, ascesis, fatalidad, sino amor radical hasta dar la vida.

Jesús, sin forzar a nadie, invita a vivir esta actitud de amor y de entrega. Respeta nuestra libertad. No es una opción que se nos impone. Se ofrece para todo aquél que quiera asumirla. Jesús nos da la libertad de rechazar la invitación. Podemos volver a lo de antes (templo y ley), ir hacia las cosas de atrás (Jn. 18, 6).

Pero hay un hecho ineludible: si Jesús está en la cruz es porque la ley lo ha querido. Esta idea es una obsesión en el pensamiento de Pablo. Cuando Pablo contempla a Jesús en la cruz descubre detrás la mano de la ley y de sus máximos representantes. "Envió Dios a su hijo, nacido de mujer, sometido a la ley, para rescatar a los que estaban sometidos a la ley, para que recibiéramos la condición de hijos " (/Ga/04/04-05).

Jesús da la vida por cada uno de nosotros. Es un gesto de alcance universal, que no excluye a nadie y que respeta la libertad de los que prefieren basar su salvación en la ley. Creer en el Dios que se ha revelado en el acto de amor realizado por Jesús en la cruz es una invitación clara a ampliar horizontes. Ya no podemos limitarnos a dar nuestra vida sólo en favor de unos pocos familiares o amigos (a veces se muere por entes abstractos, como las ideologías o las patrias). La invitación es universal: debemos ser capaces de dar la vida por todos. Como El lo hizo.

Aquí nos conduce Jesús: a comprometernos por todos. ¿Es una ingenuidad? ¿Es una realidad profunda, capaz de engendrar una vida verdadera? ¿Hay posibilidades de conseguirlo? ¿Es posible? La resurrección dará una respuesta afirmativa.

DABAR 1981, 23

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