EVANGELIO DE LA PROCESIÓN

Una cosa es la tentación de triunfalismo, y otra el complejo de inferioridad. Jesús, a pesar de la humildad de su presentación social, era el Mesías, el Hijo de David. La Iglesia debe evitar tanto el triunfalismo como la actitud vergonzante.


 

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 11,1-10.

Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al Monte de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles:

-Id a la aldea de enfrente, y en cuanto entréis, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto.

Fueron y encontraron el borrico en la calle atado a una puerta; y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron:

-¿Por qué tenéis que desatar el borrico?

Ellos le contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron.

Llevaron el borrico, le echaron encima los manteos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás, gritaban:

-Viva, bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡Viva el Altísimo!