COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
1 P 4, 13-16

 

1.

Los discípulos de Jesús no han de buscar los padecimientos, pero tampoco han de temerlos hasta el extremo de abandonar al maestro.

Al contrario, deben estar contentos de padecer los padecimientos de Cristo, es decir, aquellos que sobrevienen por su fidelidad al evangelio. Los que padecen con Cristo, resucitarán con él; esta esperanza se hace paciencia y levanta el corazón en medio de las dificultades.

Ser ultrajado por "el nombre de Cristo" es padecer por la causa de Cristo, por la misión de Cristo (el nombre significa en lenguaje bíblico la misión recibida de Dios). Los que padecen así deben considerarse dichosos, pues en sus mismos dolores tienen la prueba de que el Espíritu de Dios (que resucitó a Jesucristo, Rom 1, 4) está ya sobre ellos. La hora del testimonio, del martirio, es siempre la hora de la exaltación del testigo del evangelio.

Por eso Jesús, el maestro, que ha venido a dar testimonio de la verdad, llama "hora de su glorificación" a la hora de su muerte.

Y Juan presenta la crucifixión del Señor como su "exaltación", inseparablemente unida a la gloria de la resurrección. En esa exaltación se manifiesta el "Espíritu de la gloria".

El que es cristiano de verdad no se avergüenza de comparecer ante los tribunales de este mundo y da gloria a Dios confesando el evangelio. Lo único vergonzoso para el creyente sería ser acusado de crímenes comunes y ser perseguido justamente por ellos. El cristiano que hace política no es un "entrometido", ni debe avergonzarse tampoco si hace la política que debe hacer según su conciencia y por amor a los hombres.

EUCARISTÍA 1975/30


2. /1P/04/12-19  /1P/05/01-14

Con este fragmento concluye 1 Pe. Se trata de una serie de advertencias que se refieren a diversas situaciones de las comunidades a las que va dirigida la carta: quienes sufren el fuego de la persecución son exhortados a interpretarla como purificación de Dios (4,12-19); los dirigentes de la comunidad (los presbíteros) deben evitar el autoritarismo y la codicia (5,1-4); los jóvenes han de respetar la autoridad de los mayores (5); todos tienen que revestirse de sentimientos de humildad (5b-7). Por último, el autor anima a los lectores a soportar la persecución como destino común a todos los cristianos (5,8-1] ). La despedida (12-14) se hace desde Roma (Babilonia).

SFT/SEGUIMIENTO: Es interesante subrayar la motivación cristológica de todas estas exhortaciones y avisos: la persecución se comparte con Cristo; el cuidado de la comunidad se debe practicar a la luz de los sufrimientos de Jesús; la restauración prometida vendrá a través de la petición que se hace por medio de Cristo. En el fondo, para el autor, el seguimiento de Cristo da sentido a todas las obras y todos los sufrimientos, incluida la muerte. A la luz de Jesús, que carga con la cruz, muere y resucita, todo queda iluminado y lleno de sentido: la fe y la esperanza del creyente no son alienantes ni constituyen una coartada. El que sigue a Jesús está preparado para asumir como él todo lo que la vida le pueda deparar. Por eso la persecución, la enfermedad, el sufrimiento, la debilidad, la muerte... son asumidas y -hasta ahí llega la pretensión del creyente- pueden tener sentido. No es preciso espiritualizar nada ni rechazar nada; no es preciso negar la vida para poder creer. Ni siquiera se nos pide que lo manifestemos con palabras: es suficiente mostrarlo con los hechos. Dar razón de nuestra esperanza no es exponerla mediante una serie de razonamientos teóricos: basta con mostrar que nuestros pasos siguen detrás de «las huellas de Jesús» (1,21).

ORIOL TUÑI
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 583 s.


3. /1P/05/01-11

Está magníficamente elegido para la fiesta de un pastor este fragmento que habla a los presbíteros que vigilan (episkopoúntes = que cumplen la tarea de velar) sobre los rebaños de fieles. El texto que nos interesa es, pues, el primer fragmento (vv 1-4) al que siguen otras exhortaciones (5-11). Los presbíteros (presbyteroi) son exhortados aquí a apacentar y vigilar, dos palabras que tienen su historia en las tradiciones nómadas de Israel: Dios es el pastor (cf., p. ej., Sal 23,1), Dios vigila la tierra (Dt 11,12, en la versión de los Setenta). Por eso el enviado de Dios por excelencia, Jesús, será también pastor (Jn 10,11; Heb 13,20) y será también vigilante (episkopos: 1 Pe 2,25). De ahí la caracterización de los dirigentes de la comunidad como pastores (Jn 21,16; Hch 20,28) y vigilantes (1 Pe 5,2).

En nuestro fragmento esta tarea directriz es definida con tres contraposiciones muy claras: «Apacentad... no con dureza, sino con suavidad...; no por una vergonzosa ganancia, sino con entusiasmo; no tiranizando a los que os han confiado sino haciéndoos modelos del rebaño». Nos interesa especialmente la última: «Vuestro pastoreo no ha de ser como el del amo (este es el sentido de katakyrieúo), sino haciéndoos modelos». En todo el NT el verbo señorear u obrar como amo (katakyrieúo) lo encontramos sólo aquí y en Mc 10,42, en que dice Jesús: «Ya sabéis que los gobernantes de los pueblos los tiranizan y que sus magnates los oprimen. No ha de ser así entre vosotros; al contrario, quien quiera ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor».

Las tareas directivas en la comunidad creyente deben tener como único objetivo ser modelo, no dominar o gobernar. Por eso el texto de Mc citado acaba con el motivo cristológico, punto culminante del mismo: «Puesto que el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por todos». No deja de tener importancia el acercamiento de ambos textos.

El NT, hablando de las tareas directivas en la comunidad creyente, no usa nunca un vocabulario de poder, de dominio, de autoridad o de gobierno. Nos habla más bien de apacentar el rebaño, de cuidarlo, de servir, de hacerse modelo, de amar. Tal vez por ello resulta más sorprendente que las estructuras eclesiales que responden a esta tarea hagan pensar más en el gobierno o la autoridad que en el ejemplo y el servicio.

ORIOL TUÑI
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 866 s.