EVANGELIO

El Espíritu Santo, presente en la comunidad de creyentes, es el único defensor y abogado que Jesús ha legado a sus discípulos. La Iglesia no deberá buscar otras apoyaturas de tipo mundano, por muy honorables y respetables que sean.

La unión con Cristo supone la aceptación en nuestra vida del «Espíritu de Verdad»; reconocer este espíritu y aceptar que viva en nosotros. Este espíritu habita en nosotros, pero no es el espíritu «del mundo», porque «no lo ve ni lo conoce». Participar de este sacramento es igual que aceptar ser en medio de la sociedad la causa por la que se enfrenten y luchen estos dos espíritus.


 

Lectura del santo Evangelio según San Juan 14,15-21.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis porque vive con vosotros y está con vosotros.

No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.