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H O M I L Í A S 

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DOMINGO V DE PASCUA - CICLO A

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J/CAMINO/VERDAD/VIDA:

Lo acabamos de escuchar en el evangelio: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí". Jesús se nos presenta, a los apóstoles y a nosotros, como aquel que da sentido pleno a la existencia, como el que es capaz de satisfacer nuestro deseo de felicidad, de gozo, de vida plena. Siguiéndole a él, aceptándolo a él como camino, yendo con él, todos los valores humanos, todas las esperanzas e ilusiones humanas se hacen más plenas, más ricas; todos los esfuerzos que hacemos los hombres al servicio de una vida mejor pueden llegar más a fondo, pueden alcanzar una amplitud insospechada.

-Los valores humanos, el servicio del amor 

Porque en realidad, los hombres -si no somos muy insensibles- llevamos dentro un deseo y un ansia de vida que funcione, de amor, de superación de las envidias y las tristezas. Y hay muchos hombres y mujeres que trabajan, desde puntos de vista y maneras diferentes, por conseguir que la vida de todos esté mejor: gente que quiere amar y quiere luchar por un mundo que esté verdaderamente al servicio del hombre, en el que se superen las desigualdades, las marginaciones, las pobrezas de todo tipo.

Es una gracia de Dios que haya gente así. Aunque quizá no reconozca que eso -el servicio de los demás- lo realiza unido a Jesucristo, siguiendo a Jesucristo. Y nosotros, los cristianos, debemos estar abiertos a esa gente, porque a menudo podemos aprender, gracias a ellos, a descubrir mejor los valores humanos, queridos por Dios y que se encuentran en todas partes, en creyentes y no creyentes. Y debemos ser abiertos y dialogantes, y no pensar que los que no son de los nuestros no pueden enseñarnos nada.

-Jesucristo da un nuevo sentido 

Pero al mismo tiempo, este evangelio que hemos escuchado nos enseña algo importante, que hoy deberíamos reflexionar, porque precisamente está en el fundamento de nuestra fe. Nos lo enseña el evangelio, y nos lo ha dicho también la segunda lectura, la de la carta de san Pedro, al afirmar que Jesucristo es la piedra angular, escogida y preciosa, la piedra que sostiene el edificio y en la que nosotros nos aguantamos como piedras vivas. Y lo que nos enseña es que todo eso, todos esos valores humanos, todo el esfuerzo por construir en el mundo más justicia, más libertad, más dignidad, todo acto de amor pequeño o grande, se llena de mucha más vida, se hace mucho más fuerte y rico, cuando lo hacemos y lo vivimos unidos a Jesucristo, metidos en ese camino que conduce hacia la vida del Padre, sintiéndonos pobres y confiando en que él -este Padre amoroso que Jesucristo nos ha dado a conocer- conduzca nuestros esfuerzos con su amor que está más allá de todo lo que podemos imaginar.

Y eso no significa desde luego -como quizá a veces se había pensado y dicho- que cuando el trabajo al servicio a los demás se hace sin creer en Jesucristo, sea entonces una labor falsa, o mala, o movida por vete a saber qué escondidos intereses. Porque si tenemos el corazón abierto y sin fanatismo, tendremos que reconocer que muchos no creyentes nos dan cien vueltas en eso de preocuparse porque el mundo funcione mejor, mientras nosotros nos quedamos quietos en casa para salvar por encima de todo nuestra tranquilidad (y sobre eso ya decían con razón antes de Pascua los obispos vascos que "la seguridad a cualquier precio rebaja al ser humano").

-En nuestra vida hay algo más que nuestro esfuerzo 

En realidad, nosotros creemos que toda acción al servicio del hombre, toda acción de amor, es obra del Espíritu Santo, es una misteriosa continuación de la resurrección de Jesucristo. Siempre. Pero al mismo tiempo, cuando decimos con fe que reconocemos a Jesucristo como piedra angular, como camino, verdad y vida, lo que hacemos es afirmar que en nuestra vida hay algo más que nuestro esfuerzo. Que la vida de los hombres, que el amor y la esperanza que hay en el mundo no se acaba con lo que los hombres podamos hacer. Sino más allá está el camino que Jesucristo ha abierto y que conduce hacia el Padre, hacia el amor y la vida más plena.

Y creer eso, y superar eso, da un nuevo sentido a todo lo que hacemos. Porque siempre podemos sentir en el fondo del alma que no vamos solos por el mundo, y que la comunidad de los hombres no va sola por el mundo. Porque en medio de nosotros ha vivido alguien que ha asumido nuestra misma vida y la vida de la humanidad entera, y no dejará que nos perdamos, y nos llenará siempre y a pesar de todo, de esperanza.

Jesucristo, camino, y verdad, y vida, ha roto todas las barreras de mal, de dolor, de muerte, que envuelven la historia de los hombres. El vive entre nosotros y nos invita a su mesa. Y nos incita a comunicar esta Buena Noticia a nuestros hermanos, a la gente con la que compartimos vida e ilusiones y que se ha sentido llamada por El.

JOSÉ LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1981/03

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