COMENTARIO AL EVANGELIO

Como había desaparecido repentinamente de la vista de los discípulos de Emaús, también ahora se presenta Jesús repentinamente en medio de los once y de los que están con ellos.

Jesús no está ya sometido a las leyes del espacio y del movimiento en el espacio. El modo de existir del resucitado no es ya el modo de existir del Jesús terrestre. La aparición repentina, inesperada e inexplicable del Resucitado causa miedo y terror.

La resurrección de Jesús y su aparición en figura corporal es cosa que sobrepasa la capacidad de comprensión humana. Ni siquiera viendo y oyendo su saludo de paz logran los discípulos convencerse de que es él.

Lucas no habla de miedo al exterior como hace Juan, sino de miedo ante la presencia de Jesús. A Lucas le interesa la problemática de identidad del Resucitado. ¿Quién es el Resucitado? ¿Es el mismo Jesús de antes de morir? ¿Resucitado y Jesús son la misma persona? Desde el prólogo de su Evangelio sabemos que LC. es un escritor crítico. El dice que al escribir su evangelio buscó testigos oculares de las cosas ocurridas, que investigó cuidadosamente los hechos, que precisa trasmitir la solidez de lo recibido". En la segunda de sus obras, Hechos de los Apóstoles, la condición indispensable para cubrir la vacante de Judas dentro de los doce es el haber convivido con Jesús desde el principio, hasta el final, es decir, el haber sido testigo ocular de su vida.

Sólo bajo esta condición se puede ser testigo de la resurrección de Jesús, es decir, se puede garantizar críticamente que Resucitado y Jesús son la misma persona.(Hech 1, 21-22).

Si Lucas hace hincapié en los once (doce en los Hechos) es porque sólo ellos cumplen esta condición y son, por lo tanto, los únicos que ofrecen la garantía crítica incuestionable para poder creer que el Resucitado y Jesús son la misma persona. Gracias a ellos, podemos hoy, veinte siglos después, creer tranquilos. A Lucas, el autor que se planteó y abordó esta problemática, debemos la certeza inconmovible de nuestra fe en el Resucitado. Con su tratamiento del problema, Lucas echó la base sobre la que se apoya nuestra fe.

Los discípulos ven la aparición, pero la interpretan como la de un espíritu sin cuerpo, como un fantasma. Una aparición puede constituir un fenómeno psicológico y por eso necesita el evangelista resaltar la corporalidad del Jesús aparecido y la realidad física de su encuentro con los apóstoles. Por eso les deja que palpen su carne y por eso come con ellos.

La predicación de la primera comunidad cristiana aludía a estas comidas con el Resucitado precisamente para alejar el peligro de volatizar el cuerpo de Jesús y dejarlo reducido a algo puramente espiritual. "A éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con el después que resucitó de entre los muertos" (/Hch/10/40-41), predica Pedro en casa de Cornelio.

"Entonces les abrió el entendimiento para comprender las escrituras". Este es el don pascual que Jesús hace en el relato de ayer a los discípulos de Emaús; hoy, a los doce reunidos". Discurso de Pedro después de la curación del lisiado de nacimiento entre la Puerta Hermosa del Templo. "Abrir el entendimiento" significa comprender que todo el camino de Israel recibe su sentido al culminar en la pasión y pascua de Jesús. Abrahán y Moisés, David y los profetas, la esperanza y el destierro, todos los detalles de la historia del pueblo judío, reciben un encuadre y un valor en el momento en que aparecen como etapas de un camino o momentos de una experiencia que culmina en Cristo.

Jesús representa el coronamiento y el cumplimiento de las promesas históricas del Dios de Israel, pero representa también la satisfacción de las exigencias y de las esperanzas más audaces en el corazón de cada criatura humana.

Por eso Pedro irrumpe en los primeros capítulos de los Hechos con una fuerza impulsiva totalmente nueva y con una clara visión de madurez que da sentido de plenitud a todas sus actuaciones. Pedro habla convencido y sabiendo lo que dice. La fe en la resurrección ha sido para él, antes que nada, una maduración de totalidad. Todo lo disperso ha sido unido y aclarado todo lo oscuro. Y es que la fe, más que una ciencia, es una clave de interpretación. Por eso, a la luz de la Resurrección de Cristo, Pedro descubre el sentido de la historia de su pueblo y el sentido de la historia de su vida.

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