COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Is 9, 2-7

 

1.

-"El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande": Las tinieblas, signo del caos y de la muerte, nos indican la situación de opresión y también de infidelidad del pueblo. La luz, signo de nueva creación y de vida, nos indica la liberación y la restauración. Este paso es motivo del gozo, comparable al de una buena cosecha o al de una victoria sobre los enemigos. La posesión de la tierra y su fecundidad están siempre en el centro de atención del pueblo de Israel.

-"... los quebrantaste como el día de Madián": La liberación y la iluminación es una acción de Dios, que se compara a la victoria de Gedeón sobre los madianitas (Jc 7, 16-23): en medio de la noche, los israelitas con antorchas encendidas y tocando los cuernos ahuyentan a los enemigos. La luz y la palabra liberan en medio de la noche.

-"Porque un niño nos ha nacido...": ¿En qué consiste esta acción de Dios? Aparentemente las palabras del profeta se mueven a nivel de una historia concreta: la continuidad de la dinastía de David. Pero los mismos términos de la profecía se abren en un sentido que va más allá de la historia menuda. Cuatro nombres de uso cortesano definen, en principio, al niño: consejero, guerrero, padre, príncipe. Pero cada uno de ellos va acompañado de un calificativo que lo sitúa en un ámbito y en una amplitud que va más allá de las realidades humanas: "Maravilla de Consejero, Dios guerrero. Padre perpetuo, Príncipe de la paz".

-"... con una paz sin límites sobre el trono de David...": la profecía de Isaías reasume la profecía de Natán, con una insistencia en su perpetuidad que desborda las posibilidades históricas: "por siempre". Su fundamento es el mismo Dios: el celo de Dios, que se puede manifestar en el castigo, se manifestará "desde ahora y por siempre" en el amor por su pueblo a través del Mesías.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1988 nº 24


2.

Isaías ha sido llamado, desde el tiempo de san Jerónimo, el "evangelista". Hoy las principales afirmaciones mesiánicas del libro de Isaías son sometidas a crítica, pero está fuera de toda duda que el trasfondo del anuncio de salvación de Is 9, 1-6 es un tiempo de dificultad, de inseguridad. El peligro y la insatisfacción hacían que el pueblo estuviera dispuesto a acoger el anuncio de paz que Dios le ofrecía.

El hecho histórico es la conversión del norte oriental de Palestina en provincia asiria. En este contexto histórico el oráculo es un canto de esperanza. Dios no abandona para siempre a su pueblo y a su territorio al capricho de los enemigos.

La contraposición entre luz y tinieblas, entendidas como símbolos de la salvación y condenación, tienen una referencia al lenguaje típico de la creación en la que Dios, creador de la luz, vence al caos y a las tinieblas.

La imagen de la alegría la toma del libro de los Jueces 7, 20ss. La derrota total de los madianitas. Israel deja de ser un animal encadenado reducido a trabajos forzados. El motivo de la paz y el hecho de la liberación es el nacimiento del nuevo rey. Así como en Egipto, el día de la entronización, se daban al soberano nombres nuevos así se le imponen al niño que ha nacido. Entre estos nombres no aparece el de Yavhé pero tienen un significado teológico. El poder y la plenitud que expresan superan todo lo que se puede decir del rey teocrático de Jerusalén.

Las imágenes usuales se presentan en clave escatológica. Desde esta clave interpretativa se refieren al príncipe con quien se cerrará la historia, en el que se realizarán todas las promesas hechas a la casa de David desde Natán. Celebramos su venida, pero su obra no ha llegado a plenitud. El reino de paz se está haciendo realidad pero todavía no es "la realidad".

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1984, 24


3.

El libro del Enmanuel -6,1-9,6- tiene la función de testimoniar que la palabra del profeta es la palabra de Dios y, por tanto, es una palabra que se cumplirá.

La estructura interna de este texto, que podríamos titular "la gran fiesta de la liberación y de la paz", es sencilla. En los capítulos siete y ocho, el profeta anuncia la total destrucción del reino del norte. Pero el castigo, la destrucción, no es el fin o la intención de Dios. Dios no abandona a su pueblo. El pueblo de las doce tribus volverá a reunirse y será un pueblo nuevo.

La luz que aparece es la presencia de Dios que aniquila a los enemigos. El pueblo habituado a la oscuridad se encuentra inmerso en una luz que él no se ha procurado, es don de Dios. Es Dios quien dispersa a los enemigos.

Otro motivo de gozo para el pueblo es que a la liberación, maravillosa y sorprendente, sigue la entronización de un nuevo rey, de la casa de David, que compendia en sí las promesas de Natán. El heraldo recorre todos los caminos para proclamar el feliz acontecimiento a todos los liberados que ahora caminan bajo una nueva luz. Yavhé es el rey de su pueblo.

El capítulo nuevo es un ejemplo de esperanza, una prueba de libertad y fidelidad y una invitación a creer en Dios. Dios se ha mostrado fiel en Cristo. En Jesús, en su palabra, en sus obras, en su muerte y en su resurrección ha cumplido la promesa.

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1986, 17


4.

Las tinieblas es sinónimo de toda clase de males y de la muerte. El pueblo que caminaba en tinieblas es lo que menciona el versículo anterior (la tierra de Zabulón y Neftalí, Galilea de los gentiles).

De repente, resplandece la luz, nace algo nuevo. La luz es sinónimo de salvación, de vida. Esto comporta una alegría inmensa, una alegría tan espontánea como la que provoca una buena cosecha o una victoria bélica.

Todo lo que oprimía al pueblo es aniquilado. Lo ha hecho el Señor: el "día de Madián" recuerda la victoria de Gedeón gracias a la intervención de Dios. También es aniquilado todo lo que sirve para la guerra. Así, pues, la alegría es fruto del final de la opresión, del final de la guerra... y del nacimiento de un niño.

Este niño es el hijo del rey, el descendiente de David. Los cuatro nombres recuerdan probablemente los ritos de entronización: en Egipto, por ejemplo, cuando era entronizado un nuevo faraón se le imponían cinco nombres. En este caso, el quinto podría ser "Enmanuel". De hecho, este texto se encuentra en el llamado "libro del Emmanuel".

Este niño asegurará la fidelidad a la voluntad de Dios, es decir, será verdaderamente Dios mismo quien reinará: la paz es la consecuencia de este reinado; el derecho y la justicia son su fundamento.

J. GRANE
MISA DOMINICAL 1992, 16