COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

 

1. A lo largo de todo el capítulo 4, el autor intenta comentar e inculcar la primera palabra del Decálogo; "No tendrás otros dioses frente a mí" (Dt. 5, 7). Texto dirigido a los israelitas después de la experiencia del destierro.

El discurso (vs. 1-31) que sigue la estructura del "Código de Alianza", está a punto de concluir. En los vs. 32-40 se recogen los diversos temas del discurso presentándolos con mucha insistencia ante el lector. Una introducción (v. 32) y una conclusión general (la exhortación del v. 40) sirven de marco a las dos estrofas (vs. 33-35, 36-39) que intentan convencer de "que el Señor es Dios, y no hay otro fuera de él (vs. 35, 39).

-En la introducción (v. 32), el autor se sitúa al término de una larga historia e invita a Israel a contemplar la historia universal en su más amplio ámbito temporal (desde la creación del hombre) y geográfico (de un extremo a otro del cielo) para ver si se puede parangonar algo de lo acaecido en el mundo con las gestas de Dios en la historia de Israel.

-En los vs. 33-34 se rememoran las dos grandes gestas del Señor en la historia de su pueblo: la teofanía del Sinaí (cfr. vs. 10-13) y la liberación de Egipto (cfr. v. 20). La acumulación de siete circunstancias de la liberación enfatizan el hecho y alude a todos los acontecimientos del Ex. 1-15.

-La conclusión es evidente. Nada de lo acaecido en la historia universal puede parangonarse con estas acciones de Dios en la historia de Israel. Basado en esta prueba, el pueblo ha de reconocer que el Señor Dios es único y que no admite competencias (vs. 35, 39). Los otros dioses son la nada: en la confrontación histórica siempre sale triunfando el Señor (cfr. Is. 43, 8 ss.; 44, 6 ss.; 45, 5 ss...)

-La historia y la relación del pueblo con Dios no ha terminado (cfr. vs. 29-31); las grandes obras realizadas en el pasado no fueron en vano. Si Israel reconoce sólo y exclusivamente al Señor su Dios, aún es posible la esperanza: la promesa del amor a los padres (v. 37) prevalecerá sobre la maldición de la Alianza que pesa sobre los desterrados.

DABAR 1982, 32


 

2. Se recoge en esta lectura, casi en su totalidad, la conclusión del llamado primer discurso de Moisés (Dt 1-4). El autor de este discurso recuerda al pueblo de Israel cómo ha sido elegido entre todos los pueblos y distinguido por Dios con una vocación especial, cómo ha sido protegido en todas sus luchas ya desde el principio cuando el mismo Dios lo sacó de Egipto con brazo poderoso... Pues Dios se ha manifestado en la historia de Israel como el único Dios que puede salvar, que salva efectivamente. Notemos que el ámbito de la revelación de Dios es para Israel su propia historia y no tanto las maravillas del universo y las obras de la creación. El "hecho mayor" de esta historia, la liberación de Egipto, señala la situación más originaria de la fe de Israel. Por eso habrá que volver una y otra vez a recordar y celebrar la salida de Egipto para que renazca de nuevo la fe en los momentos difíciles.

La revelación de Dios en la historia de Israel es la revelación del único Dios, pues no hay otro ni en la tierra ni en el cielo. Y el Dios que salva a Israel es también el único que puede salvar a todos los hombres y los pueblos. En realidad la historia de Israel como historia de la salvación nos atañe a todos por voluntad de Dios que, en Jesucristo nos llama sin distinguir ya entre griegos y judíos.

La memoria de lo que Dios ha hecho en favor de su pueblo, sobre todo en la liberación de la esclavitud de Egipto, es para Israel motivo y razón suficiente para confiar que un día se cumplan las promesas pendientes. Y entre la memoria y la esperanza hay un camino que recorrer, un deber que cumplir: la Ley. He aquí, pues, cómo las exigencias de la Ley, de una parte, se fundan en lo que Dios ha hecho y, de otra, son condición para que se cumpla lo que ha prometido.

EUCARISTÍA 1976, 36


 

3. Situación ambiental:

-A lo largo de todo el cap. 4 el autor intenta comentar e inculcar la primera palabra del Decálogo: "No tendrás otros dioses frente a mí". Para el escritor el Señor no es una momia del pasado sino un Dios muy cercano que puede verse y palparse; sólo es necesario que el hombre abra de par en par sus ojos a los acontecimientos históricos: "Pues, ¿qué nación... tiene un Dios tan cercano como está el Señor, nuestro Dios, cuando lo invocamos?" (v. 7).

-Y estas palabras están dirigidas al pueblo de Israel que conoce la dura experiencia del destierro de Babilonia (a. 587 a de Xto.) por su perversión (vs. 25-26). Según la concepción de aquellos pueblos el triunfo de los babilonios implicaba la victoria de sus dioses sobre el Dios de Israel. Por eso los israelitas se preguntan ¿dónde está ese dios tan cercano que permite nuestra derrota político-militar? El Dios de Israel parece enmudecer, ¿qué ha ocurrido?.

Contexto y texto:

-Uno texto y contexto ya que los vs. 32-40 sólo son el culmen literario de la exhortación que recorre todo el cap. 4. De forma machacona y repetitiva, este magnifico teólogo de la historia intenta llegar con su exhortación al corazón de todo hombre (sería muy conveniente el que leyera y releyera varias veces el capítulo). El discurso (vs. 1-31), que sigue la estructura del Código de Alianza, está a punto de concluir. En los vs. 32-40 se recogen los diversos temas del discurso presentándolos con mucha insistencia ante el lector. Una introducción (v. 32) y una conclusión general (la exhortación del v. 40) sirven de marco a las dos estrofas (vs. 33-35; 36-39) que intentan convencer de "que el Señor es Dios, y no hay otro fuera de él" (vs. 35-39).

-¿Por qué Dios calla y permite el triunfo de los dioses babilonios? El autor intenta responder a todas estas preguntas a lo largo de todo el capítulo estructurándolo de forma muy sencilla:

1) Percepción (abrir los ojos-ver-preguntar-oir...) y reflexión (reconocer, meditar...); "vuestros ojos han visto..." (vs. 3,4), "... los sucesos que vieron tus ojos..." (vs. 9 ss.), "pregunta... a los tiempos antiguos..." (vs. 32 ss) etc. La experiencia que Israel tiene de su Dios abarca todos los tiempos y espacios, no sólo se apela a la historia del pasado sino también al hoy histórico. El Señor no es una momia del pasado. En el v. 32, el autor se sitúa al término de una larga historia e invita a Israel a contemplar la historia universal en su más amplio espacio temporal (desde la creación del hombre) y geográfico (de un extremo a otro del cielo). Nada de lo acaecido en el mundo se puede parangonar con las gestas de Dios en la historia de Israel.

Israel no medita ideas abstractas de Dios sino hechos históricos concretos en los que El ha actuado: revelación en el Horeb/Sinai (vs. 10-13), liberación de la esclavitud (vs. 32 ss.; cfr. v. 20). La acumulación de siete circunstancias de la liberación enfatizan el hecho y alude a todos los acontecimientos de Ex. 1-15. El Dios de Israel debe confrontarse con los otros dioses en este terreno de la historia. Sólo El libera, protege ("brazo extendido"), elige a Israel... hasta el hoy de la reflexión. El es el único, el incomparable..., los otros dioses son la nada, la vaciedad... (cfr. Is. 43, 8 ss; 44, 6 ss.; 45, 5 ss...).

La conclusión es evidente. Israel ha de reconocer "hoy" que nada de lo que ha acontecido en la historia puede parangonarse con las gestas del Dios de Israel. Por eso han de reconocer que el Señor es único y no admite competencias (vs. 35, 39). Los otros pueblos podrán tener sus dioses (aquí no se defiende un estricto monoteísmo), pero Israel sólo debe reconocer a su Dios. Por escoger a otras divinidades Israel ha servido como esclavo en Babel. La culpa no es de Dios (vs. 23-38).

2) Cumplimiento (guardar, cuidarse bien de, observar...) Dios se ha elegido en exclusividad a Israel; en consecuencia Israel deberá servir exclusivamente al Señor. Y si el Dios de Israel se ha revelado en los acontecimientos históricos la respuesta que se exige al pueblo no es exclusivamente mental sino existencial: con mente, sentimientos, quereres... La historia de Dios con el pueblo aún no ha terminado (vs. 29-31); las grandes obras realizadas en el pasado no lo fueron en vano. Si Israel reconoce sólo y exclusivamente al Señor su Dios, aún es posible la esperanza. La promesa a los padres (v. 37) prevalecerá sobre la maldición de la Alianza que pesa sobre los desterrados.

Reflexión:

-¿Cómo presentamos hoy a Dios de forma que el pueblo pueda verlo, sentirlo, experimentarlo? ¿Como una momia acartonada en disquisiciones metafísicas, jurídicas, dogmáticas...? Nada dice a la gente, ¿como un Dios lejano y misterioso que no actúa hoy en nuestra historia? El pueblo prescinde de El ¿cómo un juez que dará a cada uno su merecido en un futuro, pero que no se compromete en la liberación actual del hombre inaugurando ya así un futuro nuevo? Mejor es que nos olvidemos de El.

Las preguntas retóricas del cap. 4 nos interpelan a los lectores actuales del texto y nos exigen una respuesta de fe. ¿Seremos los cristianos capaces también de despertar esa respuesta de fe entre los hombres de hoy? Es necesario olvidarse de mucha batrofia de tipo seudointelectual y seudo-mística.

A. GIL MODREGO
DABAR 1991, 29


 

4. ¿Qué podemos saber nosotros de Dios? Decimos que Dios es justo, que es misericordioso; que Dios está allí, que Dios está aquí; que Dios es trino y uno... Pero ¿qué sabemos nosotros de Dios? Hablamos con tanta seguridad de sus perfecciones, de sus procesiones, de sus relaciones; definimos con maestría sus atributos, perfilamos su imagen. Pero hemos de corregirla constantemente.

Y ojalá sepamos corregirla porque si no caemos fácilmente en idolatría o fanatismo. Dios supera siempre nuestros conceptos y nuestros dogmas. Dios no es lo que se piensa. A Dios no se llega por la razón.

Vemos cómo Israel llega a Dios por el camino de la experiencia. Dios mismo toma la iniciativa y se va manifestando en los acontecimientos de la vida, en los hechos, que terminan siendo salvadores. Israel experimenta a Dios como algo vivo, como alguien que interpela, como amor que salva.

Y eso es lo grande de Dios, que se acerca. El Dios del cielo está aquí en la tierra, junto a los hombres. No hay nación que tenga los dioses tan cercanos. Y lo admirable de Dios es que se acerca de manera salvadora, que actúa liberadoramente en favor de su pueblo. Y lo incomprensible de Dios es su amor, un amor de predilección hacia los pequeños. Pues «reconoce... y medita... y guarda». No cabe otra respuesta que la confianza y la fidelidad.

CARITAS 1994-1.Pág. 291