-NUESTROS
ESQUEMAS
¿Cuáles
son nuestros esquemas de comportamiento? ¿Qué es lo que vemos a menudo
en nuestro mundo, en nuestra sociedad, incluso en nuestras comunidades
cristianas? Afán de poder. Ganas de ser importante, de figurar. Luchas
por conseguir pasar delante de los demás. Codazos para poder salir en
la foto. La convicción de que, sin nosotros, no funcionaría nada o
todo se derrumbaría. Utilización de técnicas publicitarias: se trata
de vender imagen. Preocupación por el espacio y el tiempo de
permanencia en los medios de comunicación: sólo vale lo que se
publica.
Control
de todo y de todos, no fuera que alguien actuara por cuenta propia.
Ahorrarse que la mayoría piense y se organice: hay más que suficiente
con que algunos tengan iniciativas y las ofrezcan a todos los demás.
Cortar de cuajo cualquier posibilidad de discrepancia. Esconder
información... por el bien de todos, claro está.
Marcar
siempre las distancias, pero hacer gestos de acercamiento: eso gusta a
los súbditos. Un cuerpo de funcionarios numeroso, que asegure una
maquinaria incomprensible para todo el mundo pero que asegure la
permanencia. Crear dependencia dando como favor aquello que ya
corresponde como derecho, o exigiendo como obligatorio lo que es
opcional. Acumular cuantas más prerrogativas mejor: si el poder está
muy repartido, el sistema se hunde.
Ofrecer,
claro está, posibilidades de evasión: así se descubren los
perturbadores, y es bastante fácil después poner los dientes largos
con algún cargo; son pocos los que se resisten...
-NUESTROS
ESQUEMAS SE VAN AL TRASTE
"No
será así entre vosotros".
¡Cuánto
tiempo hacía ya que los doce iban con Jesús.... y aún no le habían
comprendido! La madre de Santiago y Juan pide los lugares de privilegio
y de poder para sus hijos, y los otros diez, tontos, se enfadan contra
los dos hermanos.
También
nosotros hace tiempo que conocemos a Jesús y a menudo damos la
impresión de no haberlo comprendido mucho, o nada. Y es que ver el
mundo con los ojos del Dios de Jesús supone invertir nuestros esquemas:
para nosotros, vale y es importante el que está arriba; según el Dios
de Jesús cuenta el que sirve, el esclavo, es decir, aquel en quien
nadie se fija, aquel que hace el trabajo que nadie valora, aquel que es
tratado como un inferior.
¡Cuánto
tenemos que aprender todavía los cristianos! Pero podemos hacerlo.
Santiago y Juan y los otros diez, con el tiempo, también fueron
aprendiendo. Tanto, que llegaron a proclamar sin ambages que
"obedecer a Dios es primero que obedecer a los hombres". Por
fin habían asumido la manera de ver del Dios de Jesús. Y hemos
recordado que precisamente Santiago fue el primero de los doce que, como
Jesús, dio la vida. El, que quería el poder y la gloria, fue asesinado
por el poderoso de turno. Había cambiado de armas, porque había
cambiado de esquemas.
-"NO
SERÁ ASÍ ENTRE VOSOTROS"
El
camino de conversión de los doce y, en particular, de Santiago puede
ser una llamada y acicate para todos nosotros. También nosotros podemos
cambiar. También nosotros podemos ir haciendo realidad una iglesia en
la que no haya gobernantes ni súbditos, poderosos y esclavos, unos
arriba y otros abajo. Pero, para que eso sea posible, hay que ir
deshaciendo muchos malentendidos y perder muchos miedos. Y hay que
volver, claro está, al Evangelio sin prejuicios.
Es
cierto que hay que estar mínimamente organizados, y que ello implica
una cierta estructura. Pero lo que no se puede hacer es olvidar, de
hecho, que todos somos hermanos, hijos de un único Padre. Es cierto que
entre nosotros tiene que haber diversas funciones. Pero dejando siempre
claro que, si alguien tiene que ser tratado como más importante, es
precisamente el servidor, el esclavo, el que da realmente la vida por
los demás. Tendrían que resonar siempre en nuestro interior, en
nuestro corazón, en nuestras comunidades, en nuestros movimientos, en
nuestras parroquias, las palabras de Jesús: "No será así entre
vosotros".
Que
la comunión con la vida de Jesús, a través de la Palabra y de la
Eucaristía, nos lleve a la conversión, a saber hacer como Santiago,
que finalmente comprendió que comulgar con Jesús comporta vivir como
él, que se ha hecho esclavo de todos. Que también nosotros encontremos
finalmente dónde se encuentra la verdadera gloria y vivamos de acuerdo
con el hallazgo.
J.
M. GRANE
MISA DOMINICAL 1991, 11
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