VIGILIA DE LA ASUNCIÓN

COMENTARIOS A LAS LECTURAS

 

1ª LECTURA

1 Cro 15, 03-04. 15-16; 16, 01-02

 

M/ARCA-ALIANZA 

LECTURAS VIGILIA. De la 1ª lectura, hay que fijarse al menos en dos cosas. Se ha elegido este texto porque la tradición cristiana ha relacionado a María con el Arca de la Alianza, viendo en la segunda una imagen de la primera y en María la realización plena de aquello de lo que el Arca era signo.

El mueble del Arca, antiguo recuerdo de los lejanos tiempos de la conquista palestina, era venerado como el signo, expresivo y eficaz -el sacramento-, de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Estando presente, el Arca aseguraba la victoria; ausente, en cambio, abandonaba al pueblo a la voracidad de sus enemigos.

Los filisteos experimentaron tanto los efectos de su presencia como el resultado de su ausencia.

La imagen conviene a María que fue durante su maternidad "presencia física" de Dios en medio de los hombres, y que sigue siendo siempre aquella por quien Dios vino a nosotros. Y le conviene también, puesto que la Iglesia la admira siempre como el apoyo en sus combates, garante, a causa de Jesús y por él, de su victoria.

De la descripción del libro de las Crónicas hay que subrayar asimismo el ambiente gozoso, vivo, "festivo" que rodea la manifestación del Arca..., imagen colorista y vibrante de la alegría que debe invadir al pueblo cristiano ante el triunfo de María subida al cielo; la subida del Arca hacia el Santuario, era también imagen de esa subida de María.

Precisamente de este triunfo habla la 2ª lectura, situándolo en su marco real. Ese marco es la resurrección de Jesús, "primicias de (todos) los que durmieron" (1 Co 15, 20), fuente única de una victoria sobre la muerte de la que todos los discípulos de Jesús están llamados a beneficiarse. La Asunción de María es, como la resurrección de todos, la prolongación, el fruto de la de Jesús. María pertenece a aquellos que "durmieron", para quienes el "levantarse" de Jesús aparece como las "primicias". Pero por un privilegio único que la tradición cristiana se ha complacido frecuentemente en contemplar, ella participa del "despertar" de Jesús mucho antes que los demás.

LOUIS MONLOUBOU
LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE LUCAS
EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1982.Pág 218


2ª LECTURA

1ª Co 15, 54-57. Véase la segunda lectura del Domingo 8º del Tiempo Ordinario, Ciclo C


EVANGELIO: Lc 11, 27-28

1. M/FIDELIDAD M/CREYENTE:

Desde el punto de vista histórico se puede suponer que la raíz original de nuestro texto se encuentra en la oposición que Marcos establece entre la familia de Jesús y aquéllos que cumplen sus mandatos (cf. Mc 3. 20-21/31-35). Lucas, que ha matizado y moderado esa oposición en 8. 19-21, quiere formular ahora el verdadero contenido de la bienaventuranza de María.

Nuestro texto replantea el tema desde un punto de vista verdaderamente "mariano". No importa la familia sino la madre de Jesús. Sobre ella puede hablarse de estas dos maneras: a)La mujer del pueblo alaba sobre un plano de simple biología (11.27): María viene a convertirse en un vientre fecundo y unos pechos generosos. Esa palabra se mantiene sobre el campo del antiguo testamento, donde la mujer es ante todo la que engendra hijos al marido. b)La respuesta de Jesús supone que la verdadera bienaventuranza del hombre y la mujer se realiza en una altura personal, allí donde se escucha la palabra de Dios y se vive en su misterio de gracia y de exigencia (11.28). Si Jesús no lo hubiera aclarado, se habría puesto en contradicción con el espíritu de su mensaje del sermón de la llanura (cf. 6. 20-22). Pues bien, en este plano se realiza la bienaventuranza de María.

Antes de fijarnos en la figura concreta de la madre de Jesús queremos indicar que estas palabras sitúan la dignidad de la mujer por encima de todas las limitaciones y esclavitudes de las antiguas o modernas culturas de la tierra. La mujer no se reduce a biología. Su signo es más que un vientre y unos pechos (oriente antiguo), más que un sexo (occidente moderno). La mujer es, ante todo, una persona y, por lo tanto, su bienaventuranza es semejante a la del hombre: vivir el don de gracia de Dios y traducirlo en una forma de conducta.

A través del evangelio Lucas ha mostrado que María, la madre de Jesús, es un modelo de fe para los hombres. Ella, como mujer y como símbolo de todos los humanos, ha recibido el gran regalo de la presencia transformante de Dios sobre la tierra (1.28). Esa presencia se concreta como "Espíritu creador" y se traduce en el nacimiento del Mesías (1. 31-33/35). A través de la palabra de María que se ofrece y colabora (1.38), se realiza el misterio primordial de nuestra historia: Dios hecho humano.

Externamente todo ha seguido igual. Pero en ese campo inmensamente delicado, inmensamente abierto de la fe de una muchacha que acepta la palabra de Dios, ha comenzado a realizarse la nueva vida de los hombres. La plenitud de Dios se ha expresado en una escena de confianza en que se muestra el don de Dios y la respuesta creyente de María. Ella ha comenzado a ser el signo de una nueva forma de existencia. Como decían los antiguos: ha concebido con la fe antes de hacerlo con el vientre. Su bienaventuranza no se limita al seno y a los pechos, sino que abarca toda su persona.

María ha creído (1. 38) y por eso recibe la auténtica alabanza. Es bienaventurada por su fe (1.39-45) y su vida se convierte en fundamento de júbilo y bendición para todos aquéllos que han creído como ella. Jesús la desconcierta (2. 33-35). Pero Lucas sabe que María se ha mantenido en la fidelidad hasta el final: en lo más hondo de su vida ha confiado en la palabra de Jesús y ha venido a ser principio y fundamento de la iglesia. En todos estos rasgos, la madre de Jesús es modelo de mujer abierta ante el misterio de la vida y modelo de creyente que responde de manera confiada y generosa a la palabra que Dios le ha dirigido.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1329 ss.


2. PALABRA DE DIOS. ESCUCHA.

El poder de Jesús, la autoridad de su palabra, la integridad de su existencia provocan la admiración en el pueblo sencillo. Una mujer se hace portavoz de la alabanza haciéndola extensiva a la madre que lo engendró y lo crió. Jesús acepta la alabanza de la mujer, pero la rectifica. En el Reino de Dios, que él inaugura, el motivo de gloria no se ha de poner en el parentesco con Jesús.

Sólo cuentan las relaciones que se establecen con él sobre la base de la aceptación y el cumplimiento de su palabra (cf.8.19-21; Mt 12. 46-50; Lc 6. 46; 13. 26-27). De esta alabanza participa también su madre como la primera entre sus discípulos (Lc 2. 19/51).

COMENTARIOS BIBLICOS-5.Pág. 536


3. PALABRA DE DIOS. MARÍA.

Una mujer, de modo espontáneo, alaba a la Madre de Jesús. El honor y la gloria de una madre descansan en la grandeza de su hijo, el de María tiene también su raíz en Jesús.

Jesús, una vez más, produce la sensación de una misteriosa lejanía. No rechaza el grito de la mujer, lo eleva. No es la carne ni la sangre lo que marca la proximidad a su persona. La comunión con la persona de Jesús viene del "sí" dado a la Palabra de Dios. Los que escuchan y practican la Palabra de Dios participan de la bienaventuranza de María que supo responder a la invitación divina: He aquí la esclava del Señor.

COMENTARIOS BIBLICOS-6 VI/Pág. 218


4.

-Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer de entre la gente le dijo gritando... Lucas es el único que relata ese episodio de este modo. Una vez más, en su evangelio, se realza a una mujer. Cuando tanta gente importante, escribas y fariseos sabios, acusan a Jesús de estar a sueldo del "Señor del estercolero"... esta humilde mujer anónima, proclamará su admiración por Jesús.

-"¡Dichosa la madre que te llevó en su seno y que de su leche te alimentó!" El texto griego es más directo y más popular: "¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que chupaste!" Es una expresión judía bastante típica para hablar de la maternidad. A las mujeres que se compadecieron de Jesús, camino del Calvario, El les dijo: "dichosos los vientres que no han parido y los pechos que no han amamantado", porque vendrán desgracias terribles sobre vuestros hijos. Jesús pensaba en la ruina de Jerusalén que veía venir- (Lucas 23, 29) Aquí, por el contrario, esa mujer elogia a la madre de Jesús, y, a través de ella a su hijo. Esa mujer de pueblo no se ha dejado impresionar por las críticas que ha oído; está subyugada por la grandeza de Jesús, y, muy sencillamente, ¡envidia a su madre! Sí, ¡ciertamente! Y no lo olvidemos en el día de HOY. Una de las satisfacciones, uno de los honores profundos, que puede experimentar una mujer son los hijos de ella nacidos y por ella educados. No convendría que las otras "fecundidades" espirituales, profesionales, sociales que son también muy reales, nos hicieran olvidar aquella.

-Entonces repuso Jesús: "Más dichosos son aún los que oyen la palabra de Dios y la cumplen". Jesús había ya dicho esto, al hablar de su madre, en el mismo evangelio (Lucas 8, 21), pero en otra circunstancia. También nosotros repetimos las ideas que llevamos más adentro en el corazón.

En contraste -"Mas dichosos aún"...- con la maternidad carnal de su madre, que es grande y realmente gloriosa, Jesús exalta la grandeza de la fe. Notemos una vez más que Jesús no opone "contemplación" y "acción"; la verdadera bienaventuranza comporta los dos aspectos, inseparables el uno del otro:

- contemplar, escuchar, orar...

- actuar, poner en práctica la Palabra, comprometerse...

Y es evidente que Lucas, no ve aquí una crítica a María, él, que la ha presentado, precisamente con las mismas palabras como "dichosa por haber creído" (Lucas 1, 45) y "guardando en su corazón" los acontecimientos concernientes a Jesús (Lucas 2, 19)

-"Dichosos los que..." Esta fórmula de bendición se encuentra cincuenta veces en el conjunto del Nuevo Testamento... veinticinco veces de los labios mismos de Jesús en el evangelio. Dios aporta la dicha. Dios desea la felicidad. ¡No una cualquiera! Dichosos los pobres, los mansos, los afligidos, los puros, los que construyen la paz, los perseguidos por la justicia... Dichoso, ese servidor que su amo, a su regreso, encontrará vigilante... Dichosos los que escuchan la palabra de Dios... Dichosa la que ha creído -María- el cumplimiento de las palabras que le fueron dichas... Dichoso aquel para el cual Jesús no es ocasión de escándalo. Dichosos los ojos que ven lo que vosotros véis... Dichoso tú, si aquel a quien has prestado dinero no puede devolvértelo...

Dichoso aquel que cenará en el Reino de Dios... Dichosos vosotros cuyos nombres están inscritos en el cielo... Dichosos sois vosotros si sabéis ser servidores los unos de los otros, hasta lavaros los pies... Dichosos los que creerán sin haber visto...

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 222 s.


5. 

a) Ayer oía Jesús unos improperios por parte de sus enemigos. Hoy, un piropo amable por parte de una buena mujer.

Jesús aprovecha esta alabanza para dedicar, a su vez, una bienaventuranza a "los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen". Con lo cual, ciertamente, no está desautorizando a su madre: al contrario, está diciendo que su mayor mérito fue que creyó en la Palabra que Dios le había dirigido a través del ángel. El evangelista Lucas, que es el que más habla de María, la está poniendo aquí, en cierto modo, como el modelo de los creyentes, ya que ella tomó como consigna de su vida aquel feliz propósito: "hágase en mí según tu Palabra".

b) Podemos aprender de María la gran lección que nos repite Jesús: que sepamos escuchar la Palabra y la cumplamos. Es lo que alaba hoy en sus discípulos, lo que había dicho que era el distintivo de sus seguidores (Lc 8,21) y lo que valoró en María, en contraposición a Marta, demasiado ajetreada en la cocina.

El mismo Lucas presenta a la madre de Jesús como "feliz porque ha creído", según la alabanza de su prima Isabel, y la que "conservaba estas cosas en su corazón": la que escucha y asimila y cumple la Palabra de Dios.

La verdadera sabiduría -y por tanto, la verdadera bienaventuranza- la tendremos si, como María, la primera discípula de Jesús, sabemos escuchar a Dios con fe y obediencia. Ahora que la Iglesia, en la reforma postconciliar, ha redescubierto el valor de la Palabra de Dios, podremos decir que somos buenos seguidores de Jesús -y devotos de la Virgen- si mejoramos en nuestra actitud interna y externa de escucha y de cumplimiento de esa Palabra. Entonces es cuando se podrá decir que construimos nuestra casa sobre roca firme, y no sobre arena movediza.

ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 161-164


6

Las bienaventuranzas eran una forma especial de felicitar a quienes recibían la gracia divina. Bienaventurados eran aquellos que habían alcanzado el favor de Dios y lo gozaban en el presente. Una entusiasta mujer del pueblo le dirige a Jesús una bienaventuranza, pues lo consideraba un personaje especial.

Alguna gente se entusiasmó con Jesús y lo felicitaron por su familia, por su procedencia, por la importancia que iba adquiriendo como Maestro y profeta. Pero, Jesús sabía perfectamente lo engañoso que resulta el juego de las adulaciones: hoy te elogian, mañana piden tu cabeza. Por eso, le plantea a la mujer una manera diferente de verlo. Pues, él no estaba allí para darle brillo al nombre de su familia, sino para cumplir la voluntad de Dios.

La primera bienaventuranza estaba dirigida a ensalzar al pequeño grupo familiar; un pequeño resto que se salvaría por la acción del profeta. Jesús cambia esta perspectiva con otra bienaventuranza que fija un alcance universal a la salvación de Dios. La salvación ya no es de un grupo, un clan o una raza precisa. La salvación es patrimonio de todos aquellos que realizan el Reino de Dios entre los seres humanos.

De este modo, Jesús antepone la ética a la ascendencia familiar, religiosa o confesional. La bienaventuranza de Dios, su bendición y esperanza permanecen con aquel que practica su palabra. Entonces, la salvación no proviene de pertenecer a determinada familia ni a cierta confesión religiosa. La salvación viene de una actitud justa ante el prójimo y ante Dios.

Hoy, solemos ponerle mucho énfasis a determinar si es de la izquierda o la derecha, de arriba o de abajo, de esta confesión o de la otra. Sin embargo, el evangelio nos enseña que lo valioso es nuestra práctica humana. Si estamos del lado de Dios realizando su plan sobre la humanidad o estamos del lado contrario, junto a los egoístas a quienes no duele el sufrimiento de tantas personas marginadas como hay en el mundo.

SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO