COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Is 43, 16-21

1.

Yahveh se presenta a su pueblo con los títulos que ya conocemos y que ostenta con derecho propio: Redentor y Santo. Porque es santo hará justicia a su pueblo. Porque es Goel esa justicia será liberadora.

Apenas pronunciada la palabra liberación, profeta y pueblo tienen ante sí el recuerdo de sus grandes gestas históricas, su salida de Egipto y el paso del mar Rojo. Con mentalidad oriental se presentan aquellos acontecimientos motivados directamente por Dios como si las causas segundas no existieran. Fue Yahveh quien lo hizo. ¿Qué importan las circunstancias históricas o los fenómenos naturales concomitantes? ¿Acaso no está todo en manos de Yahveh? El fue quien abrió "camino" en el mar y apagó la mecha egipcia.

Pues bien, viene a decir el profeta, olvidaos de todo aquello porque de hecho lo olvidaréis cuando contemplen vuestros ojos lo que Yahveh está a punto de realizar. Aquella liberación no será sino sombra de la que va a llevar a cabo vuestro Dios con vosotros. La amnesia que se pide al Israel desterrado no es olvido de los beneficios pasados sino fe en los que aún están por venir.

Es algo nuevo, algo que ya está germinando. ¿No lo véis? Los primeros éxitos de Ciro el persa comenzaban ya a dejarse sentir en los pueblos vecinos y estaban a punto de incidir sobre los opresores babilónicos. Todos lo veían. Pero solamente el Segundo Isaías, el gran profeta del destierro, comprenderá el alcance y sentido teológico de los hechos. Ciro es el nuevo instrumento de Yahveh para liberar a su pueblo. Deben creer y esperar.

Quien preparó un camino en el mar para su pueblo no dejará de prepararle otro nuevo a través de la estepa desértica. Una amplia avenida en la que, desde los animales salvajes hasta la naturaleza primitiva, todos se beneficiarán de esta liberación de los hijos de Dios y pregonarán la gloria de Yahveh. Para el bien y para el mal el hombre y la creación se encuentran siempre estrechamente unidos. Ambos cantarán las glorias de su hacedor, después de haber sido abrevados en las cristalinas y sacramentales aguas que a su paso han de brotar.

Tanta promesa, tanta generosidad podía ser malentendida. Los desterrados podían llegar a pensar que todo ello era el justo premio de su situación presente. Podían confundir la generosidad divina con los merecimientos humanos. Incluso llegar a gloriarse de sus propias obras.

Nada más falso y desastroso. Yahveh es consciente de que también en el destierro son pecadores. Con el agravante de que no sólo le tienen marginado y postergado entre la barahúnda de dioses babilónicos sino que han llegado a olvidarse de invocarlo. Antes, al menos, habían observado un minucioso ritual de sacrificios, aunque éstos fueran "vacíos" e Isaías tuviera que gritarles "ya no más" sacrificios.

Ahora la queja es que "no habéis traído" ni siquiera lo externo y ritual. Más aún, han "atormentado" a Yahveh, le han "apenado" y "abrumado" con sus pecados e iniquidades. Es el más deprimente contraste en el que se pinta la actitud del pueblo hacia su Dios semejante y aún peor que el comportamiento de los babilonios con ellos.

La construcción del texto hebreo es maciza, agobiante, cansada. No, no, no, no.... parece como si hasta con el estilo quisiera reflejarse el estado pecador del pueblo en el exilio. La conclusión es evidente. El bien que se les promete, la salvación que van a recibir, el orden nuevo que va a ser instaurado y del que ellos serán los primeros beneficiarios es obra exclusiva del amor generoso de Dios. "Soy yo, soy yo..." Así, enfáticamente reafirmado como si fuera un juramento. "Quien por amor de mí borró tus pecados". No por propio interés, como pudiera parecer a simple vista, sino por necesidad de esa esencia divina que es amor. Es la forma más bonita de expresar lo inmerecido y gratuito de este amor. Si por amor todo viene a la existencia, será igualmente por amor que todo tendrá origen en la Nueva Creación. Y lo que no tenga su origen en el amor, necesariamente generoso y altruista, nunca se podrá decir que pertenece al mundo querido por Dios. Porque Dios es amor y quien no vive en el amor no vive en Dios. Y quien no vive en Dios ya está condenado.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 648 ss.


2.

El pueblo que Dios formó para que le diera gloria, para que "proclamara su alabanza" entre las naciones, no daba gloria a Dios, sino pena. Israel era entonces un pueblo de exiliados, vilipendiado y subyugado por sus enemigos, que hacían burla del nombre de Yahvé. Pero los días de Babilonia estaban contados, y Ciro avanzaba sobre ella trayendo el desquita de Israel. Pues Ciro no es más que el enviado de Yavhé que se dispone a intervenir por el honor de su nombre y en favor de Israel. Como en otro tiempo, cuando la salida de Egipto, que anegó en el mar Rojo a los perseguidores de Israel y abrió para éste un camino hacia la tierra de promisión, así también ahora destruirá Yavhé a los enemigos del pueblo y abrirá para este un camino para retornar a Palestina. La salvación ya está llegando. El profeta invita a los exiliados a ver lo que sucede y a interpretar los signos de su propia liberación. Será como un segundo éxodo, y es bueno no olvidarse del primero para cobrar aliento y confianza en el poder de Yahvé. Pero ahora también será algo distinto y hasta sorprendente, algo nuevo, algo que hará olvidar las antiguas hazañas de Yahvé: "No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que yo realizo algo nuevo" Si en el primer éxodo abrió Yahvé caminos en el mar, en este segundo hará brotar ríos por el desierto y transformará una situación de muerte en otra situación de vida (cf. Is 41, 18-19; 35, 6-7). El autor introduce un rasgo poético para expresar el cambio que se anuncia en la historia de Israel: hasta las fieras del desierto se alegrarán por el agua del desierto, también ellas recibirán de Dios la comida y la bebida abundante (cf. Sal 104, 21).

EUCARISTÍA 1989, 12


3.

Contexto: Las situaciones humanas siempre se repiten.

-Hace dos domingos leíamos "he visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos" (Ex. 3, 7). Esta era la triste suerte de mi pueblo, Israel, hace muchos siglos; marcharon a Egipto para poder satisfacer sus necesidades vitales y acabaron siendo esclavos. De esta triste postración el Señor los liberó (primer éxodo).

-"Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la hay; su lengua está reseca de sed.." (Is. 41, 17). Así se expresaba este poeta, unos cuantos siglos más tarde, para describir la triste suerte de los israelitas en tierras de Babilonia. A esta tierra habían llegado no por propia voluntad, como en el caso de Egipto, sino como prisioneros de guerra. Y de nuevo el Señor los libró de los mazmorras de la esclavitud: "En favor vuestro yo he mandado gente a Babilonia, he arrancado los cerrojos a las prisiones, y los caldeos rompen en lamentos": v. 14 (segundo Éxodo)

Texto: Es peligroso quedarse anclado en el pasado (41, 17-20; 42, 14-17). PASADO/FUTURO:

-Siempre será necesario recordar el pasado: "Un pueblo sin pasado es un pueblo sin identidad" es ya una frase estereotipada, pero no por eso menos verdadera. El futuro no se construye aniquilando el pasado porque nos pueda resultar irritante u ofensivo sino asumiendo su lado positivo y eliminando su parte negativa.

Israel siempre ha meditado su pasado; en el texto de hoy, una serie de cláusulas participiales ("yo soy... el que abrió camino en el mar..., el que sacó a batalla...") evocan el recuerdo de las gestas liberadoras obradas por el Señor en favor de Israel: ante el poder hostil de las aguas que cierran el paso, Dios les abre camino, y ante el ejército enemigo egipcio, destruye sus ejércitos (vs. 16s..). Y este recuerdo de la liberación ha hecho posible que el pueblo israelita saque fuerzas para poder hacer frente a los duros y frecuentes ataques en que se ha visto envuelto a lo largo de los siglos. El recuerdo agradecido del primer éxodo hace renacer las esperanzas de los oprimidos por Babel y por los otros pueblos.

-Pero no es bueno anclarse en el pasado sino lanzarse al futuro. El recuerdo del pasado es prenda de algo nuevo que ya está brotando (segundo éxodo). Es cierto que entre las dos liberaciones existe una línea de continuidad ya que el mismo Dios es el agente de ambas y un mismo pueblo camina por el desierto, pero el éxodo de Babilonia va a superar en esplendor y gloria al del Egipto (vs. 19-20) ya que el desierto se transforma en vergel al paso del pueblo: "han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa, el páramo será un estanque, lo reseco, un manantial..." (35, 6ss, etc).

Desde un punto de vista empírico, todas estas afirmación son erróneas; el poeta no es un ser iluso que desconozca las dificultades enormes que conlleva la peregrinación por el desierto, lugar sin vegetación y morada de animales salvajes (Dt.6), pero está firmemente seguro de que el Señor nunca dejará perecer a su pueblo. Así todas estas expresiones adquieren un valor simbólico: si la providencia divina fue grande durante el primer éxodo mucho mayor lo será con el pueblo que va a ser liberado de Babel (abundancia de aguas en el país de la sed, las fieras salvajes se unen al coro humano en la alabanza al Creador).

Algo nuevo y tierno está ya germinando. El profeta lo anunció antes de que la semilla rasgara la tierra (42, 9) y lo vuelve a repetir en el momento que empieza a brotar (v. 19; cfr. 44, 4...). Israel nunca debe anquilosarse en el pasado sino esperar siempre el milagro del futuro.

* Reflexiones.

-La historia humana se repite. La esclavitud de Egipto y de Babilonia aún no han sido abolidas: aún existen los racismos de color en África, América y empieza a darse también en Europa, el racismo de casta en todos los pueblos, vejaciones y opresiones de todo tipo, encarcelamientos injustos, zarpazos sangrantes de paro y de hambre en un mundo que despilfarra en armamentos y cosas inútiles. Nuestro planeta continúa siendo esclavo de muchas estructuras políticas y religiosas que más bien deberían ser recordatorio polvoriento de museos.

-Todo el mundo habla de un futuro mejor, de una sociedad más justa; los discursos de los políticos y los documentos eclesiásticos lo repiten hasta la saciedad, pero ¿quién será capaz, cual nuevo Isaías II, de detectar ese tierno brote del futuro? ¿Los gobiernos, partidos políticos o instituciones... más preocupados por la disciplina del partido, el nuevo dios del estado, o... que por los miembros de la comunidad y sus libertades? ¿Una jerarquía eclesiástica anquilosada en el pasado que vive del mero recuerdo de catecismos, códigos... y no respeta la libertad de los hijos de Dios? ¡Y lo nuevo que está a punto de brotar lo estamos pisoteando!

-En el Evangelio de hoy, Juan nos recuerda que para Jesús lo importante no son los códigos legales del Levítico, del Deuteronomio, del... sino el ser concreto, la persona de carne y hueso. El profeta de Nazaret ha entendido el mensaje de futuro (tercer éxodo). Y la palabra de Is. II y la actitud de Jesús siguen resonando en nuestro ciego y sordo mundo, ¿nos percataremos algún día de que algo nuevo también está brotando entre nosotros?

A. GIL MODREGO
DABAR 1992, 22


4.

Durante el destierro, un discípulo de Isaías que firma con el nombre de su maestro emprende la tarea de consolar al pueblo desesperanzado. El pueblo está en crisis. Dios, aparentemente, los ha abandonado. Los dioses de Babilonia han resultado vencedores. ¿Dónde queda el Señor del Éxodo? El profeta hace una relectura de las antiguas tradiciones del pueblo referentes al Éxodo, y en virtud de la confianza que emana de su fe, proclama una nueva salvación. Dios repetirá los prodigios del antiguo Éxodo, sacará a su pueblo de la tierra del Exilio, los conducirá por el desierto y los introducirá de nuevo en Judá para que reconstruyan Jerusalén.

El tema del Éxodo aparece en el trasfondo del oráculo profético, pero transformado. El paso del Mar se convierte en la travesía del desierto. El Mar convertido en tierra seca es sustituido por el desierto convertido en ríos de agua. El agua de la Roca, del primitivo Éxodo, se convierte en el símbolo fundamental de la nueva salvación: del yermo manarán ríos que apagarán la sed del pueblo desesperanzado.

La expresión "mirad que realizo algo nuevo, ¿no lo notáis?" se dirige también a nosotros. El Éxodo es una realidad dinámica y siempre presente. ¿La sabemos descubrir?

JORDI LATORRE
MISA DOMINICAL 1992, 5


5.

Deutero-lsaías, un profeta consolador que anuncia mensajes de liberación. "Su mensaje es agua viva para la sed que los desterrados tienen". (Misal de la Comunidad). Un profeta atento a los signos de los tiempos: "¿No lo notáis?". Y los signos anuncian esperanza y liberación. Pero la liberación de los desterrados no vendrá de Ciro el persa, sino de Dios del éxodo y de los manantiales. El Dios capaz de sacar agua de la roca y hacer ríos en el desierto. Así que vale la pena recordar y mirar al pasado, pero éste no agota a Dios, venero vivo.

"Las liberaciones históricas del pasado son garantía de la intervención presente. La liberación presente continúa y profundiza las del pasado". (Comentarios bíblicos del Secretariado Nacional de Liturgia).

CARITAS
PARA EL MAYOR DE LOS CAMBIOS
CUARESMA 1983.Pág. 46


6.

- Este oráculo del Segundo Isaías se sitúa en la perspectiva de tres tiempos: pasado, presente y futuro, refundidos en una misma historia de salvación. El Éxodo en el pasado, el regreso del destierro en el presente y la novedad del futuro, adivinada pálidamente en estos hechos palpables.

- "Así dice el Señor, que abrió camino en el mar": El mismo Dios que actuó en el pasado, en el momento del nacimiento de Israel, sigue actuando del mismo modo. No se desdice de su obrar. El profeta subraya cómo el hundimiento de los enemigos de Israel no ha sido obra de circunstancias humanas, sino que él lo ve como una acción de Dios en bien de su pueblo. La misma lectura de los acontecimientos que se podía hacer ante la liberación de Egipto, se puede hacer ahora ante la liberación del destierro babilónico.

- "No recordéis lo de antaño": Pero tiene una discontinuidad. Israel no puede quedar anclado en una contemplación del pasado como el ideal supremo. El regreso del destierro no es una copia de lo que sucedió en la salida de Egipto, sino que es el germen de algo mucho más grande. El recuerdo es sólo una pauta para comprender el presente y el futuro, pero este futuro será completamente diferente. Aquí el profeta se lanza a la invitación de la pura esperanza, que ya no se puede sostener simplemente con la seguridad que da una historia pasada, sino que debe dar un salto hacia lo insospechado.

- "Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? ": El pueblo escogido no puede quedar en esta nueva etapa post-exilica anclado en la nostalgia de un pasado, quizá mitificado; debe descubrir el paso de la acción del Señor. Esta acción salvadora de Dios en la historia no es algo espectacular y transformador, sino que se parece al crecimiento silencioso de una planta. Para darse cuenta de ello se necesita una atención esperanzada en la novedad de Dios.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1995, 4