COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

Jr 31, 31-34

 

1. Jr/CONSOLACION 

Contexto histórico-literario: Esta lectura veterotestamentaria está entresacada de lo que se denomina el "Libro de la Consolación" de Jeremías (cap. 30-33: la mayor parte de su contenido se refiere a la promesa de salvación que Dios dirige a su pueblo) en el que el profeta dirige a su gente un mensaje de esperanza. Los versículos que hoy leemos son los más importantes de este libro ya que el Señor afirma solemnemente el valor eterno de la nueva alianza: por eso estas palabras no son una pintura más de lo que acaecerá a Israel tras la vuelta del destierro sino que delinean un futuro lejano en el que entrará en vigor esta nueva alianza.

En un primer momento estas palabras fueron dirigidas a los habitantes del reino del Norte que habían quedado en Israel tras la deportación a Asiria (722/21 a. de Xto.). Y las alusiones a Judá hacen que este mensaje profético adquiera un marco geográfico más amplio y universal ya que se dirigen a todo el pueblo de Dios.

Parece ser que Jeremías pronunció este oráculo tras la renovación de la alianza sinaítica en tiempos del buen rey Josías (cfr. Dt. 26, 17-19). El profeta quiere presentarnos esta nueva alianza como un gran don divino.

Texto: Se trata de un oráculo que podemos dividir en dos partes:

-Vs. 31-33a: la nueva alianza no será como la del Sinaí.

Jeremías empieza su oráculo con la típica fórmula del "vendrán días" que evoca la espera de algo radicalmente nuevo: el cambio de la alianza sinaítica por otra nueva. ¿Y en qué consiste esta novedad? No en la promulgación de una nueva ley sino en el hecho de que nunca se quebrantará ("leit-motiv" de la primera parte). El Señor, siempre quiso establecer relaciones de amistad duraderas con su pueblo, pero éste siempre traicionó a Dios yéndose tras los caprichos de su corazón (v. 32b). El profeta es testigo directo de los infatigables esfuerzos del buen rey Josías para que el pueblo se mantuviera fiel a la alianza del Sinaí que el mismo renovó, pero todos estos esfuerzos fueron inútiles ya que todo ser humano es débil. La verdadera raíz de la amistad, de la fidelidad... no radica en promesas hechas con la boca solamente sino que nace del interior humano (=tablilla del corazón: cfr. 2, 21; 17,1).

Y ante esta experiencia tan negativa del pueblo, ¿cómo puede hablar el profeta de una amistad duradera y estable? ¿no será un iluminado, un iluso? Veamos lo que nos dicen los vs. siguientes.

Vs 33b-34: en qué consiste la nueva alianza: ALIANZA/JR. La nueva alianza nunca se quebrantará porque Dios la inscribe no sobre unas losas de piedra (Ex. 31, 18; 34, 28ss...) sino en el interior humano. Y si las antiguas exhortaciones, admoniciones, prescripciones... a cumplir la alianza nunca resultaron eficaces se debió al hecho de su inutilidad para llegar al corazón o interior humano, verdadera sede de toda decisión humana (cfr Dt. 30, 11-14). La alianza no puede consistir en el cumplimiento de una serie de leyes sino que exige una relación entre las partes sincera, nacida del interior. Por eso la novedad de esta alianza consiste en la interiorización del compromiso, en la vivencia de una religión personal, interior, por todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Hacer lo ordenado por el Señor coincidirá entonces con la decisión libre y espontánea de cada uno de los miembros del pueblo de Dios. Ni se exigirá siquiera la explicación de los mandatos divinos porque todos se adherirán al Señor, le temerán, le amarán y escucharán su voz de todo corazón (sentido de conocer del v. 34).

Y esta nueva alianza se anuncia para un futuro. La ley es la misma: los mandatos divinos (5, 4; 8, 7) las palabras del Señor (6, 19) que como dijo Jesús, se resumen en el amor a Dios y al prójimo (Lev. 19, 18; Dt. 6, 5; Mt. 22, 37.39; cfr.Rom. 13, 8-10).

El pecado humano es siempre el gran obstáculo que impide la unión con el Señor, pero el perdón va a ser el fundamento y base del nuevo pacto (Dios lava la mancha: 2, 22 y crea un corazón y espíritus nuevos: Ez. 18, 31; 36,26). Esto no quiere decir que el pueblo de ahora en adelante sea inmune a la caída, no; pero el pacto de la venganza ha dejado paso al pacto de la misericordia divina.

Reflexiones: En los tiempos del nuevo pacto "...todos, grandes y pequeños me conocerán...", pero este conocimiento no se identifica con el cumplimiento automático de la alianza.

Jeremías, aunque ha sido santificado en el seno de su madre (1,5), no encuentra fácil el seguir la voluntad divina. En esta nueva etapa también es posible que el corazón humano se cierre a Dios y quebrante la alianza. Lo único que nos asegura este oráculo es que el pacto antiguo, en el que triunfaba la venganza si era quebrantado, cede el paso a uno nuevo en el que siempre triunfará el amor y la misericordia divina. Por eso las penas canónicas nos suenan siempre a pacto viejo, y los promulgadores de estas leyes, a hombres incircuncisos que ni siquiera han entendido el A. T.

Leemos este texto en vísperas de la Semana Santa con el recuerdo del sacrificio de Jesús y la institución de la Eucaristía. En la Ultima Cena Jesús repite estas palabras de Jeremías para indicarnos que nos hallamos ante la última y plena alianza (Lc. 22, 20; I Cor. 11, 25). Y este nuevo pacto nunca podrá ser roto por la infidelidad humana porque el Señor siempre permanece fiel y nos perdona. Lo único que nos exige es la conversión.

A. GIL MODREGO
DABAR/91/18


2.

En una situación crítica y partiendo de su propia experiencia con Dios (cfr. 15, 16), Jeremías se abre a la esperanza escatológica para anunciar una "alianza nueva". Es la primera vez que aparece este concepto de la "nueva alianza", que pasaría después al NT (Lc 22, 20; Heb 8,8 y 13) y a la iglesia cristiana. Las partes de esta alianza serán las mismas que pactaron en el Sinaí: Yavé y todo el pueblo de Israel.

También será el mismo su objetivo: Yavé será el Dios de Israel, y éste el pueblo de Dios; sin embargo, no será la repetición de la alianza del Sinaí, sino algo verdaderamente nuevo. Jeremías no se refiere a una simple restauración religiosa, como fue por ejemplo la reforma de Josías (2 Re 23). La antigua alianza ha sido un fracaso y ahora se trata de alcanzar el mismo objetivo por otro camino: No se escribirá la Ley en tablas de piedra sino en el corazón (2 Cor 3,3).

Cada uno, bajo la influencia de la gracia de Dios, conocerá rectamente las exigencias de su Ley (cfr. Is 54, 23; Jn 6, 45). Todos, desde el pequeño al grande, conocerán al Señor, esto es, lo reconocerán como a tal Señor y cumplirán lo que él manda (22, 16; Os 4, 1;5,4; 6,6). Esta interiorización de alianza con todo el pueblo, sitúa al individuo en relación inmediata con Dios y da origen a una comunidad espiritual; de manera que, superando los vínculos de la sangre y las fronteras nacionales será posible a la vez el individualismo y el universalismo religioso característico de los tiempos venideros a partir del exilio en Babilonia. Con todo, este ideal se cumpliría únicamente por Cristo, el mediador de la nueva alianza (Lc 22, 20; Heb 8, 6-13). Entonces ya no será necesaria la intervención de aquellos profetas que tuvieron tan poco éxito con sus amonestaciones (5, 4s).

Pero esta alianza nueva, escrita en el corazón, sólo será posible si el mismo Dios purifica antes los corazones y perdona el pecado que en ellos está grabado (17, 1).

La profecía de Jeremías adquiere todo su significado en la situación crítica en la que fue pronunciada. Recordemos que eran tiempos de ruina nacional, en los que el templo con todos sus símbolos se vino abajo.

EUCARISTÍA 1988/15


3.

Los capítulos 30-33 recogen, en gran parte, el mensaje de esperanza que Jeremías dirigió a su pueblo; con razón se le llama "el libro de la consolación". Pero la perícopa de hoy no es una pintura más de la situación de Israel a la vuelta del destierro, sino que habla de un futuro lejano en el que entrará en vigor una nueva alianza. El oráculo está dividido en dos partes:

-vs. 31=33a: la nueva alianza no será como la antigua. No se habla de promulgar una nueva ley, sino que la novedad radicará en que la alianza no se quebrantará (palabra clave de esta primera parte). Dios quiere establecer relaciones de amistad perpetua con su pueblo; pero Israel siempre quebrantó la alianza cediendo a los caprichos de su corazón (v. 32b).

Jeremías es testigo de los esfuerzos del buen Josías por renovar la alianza del Sinaí, esfuerzos que resultaron inútiles porque la infidelidad anida en el corazón del pueblo, el pecado está grabado en la tabla de su corazón (cfr. 2, 21; 17, 1). Antes estos resultados, ¿cómo puede hablar el profeta de una relación amistosa estable? Jeremías no es un iluso y recibe la solución divina en los:

-vs. 33-34: la nueva alianza no se quebrantará porque Dios no la prescribe como Señor, ni está escrita sobre piedras (Ex.31, 18; 34, 28ss...), sino que el Señor la inscribe en el corazón humano. La alianza exige una relación interior y sincera: el cambio radical está en la interiorización del compromiso, en que todos y cada uno de los miembros de la comunidad vivirán una religión interior y personal. 

Después de aquellos días de quebrantar la ley divina, después de la conversión del pueblo, el profeta anuncia para el futuro los días de una nueva alianza. La Ley es la misma: son los preceptos del Señor (5, 4; 8, 7), sus palabras (6, 19) que, como dijo Cristo, pueden resumirse en el amor a Dios y al prójimo (Dt. 6, 5 y Mt. 22, 37; Lv. 19, 18 y Mt. 22, 39; cfr.Rom. 13, 8-10). Hacer lo ordenado por el Señor coincidirá entonces con la decisión propia y libre de los miembros de Dios. Cesará la explicación de la ley porque todos se adherirán a Dios, le temerán, amarán y escucharán su voz de todo corazón (sentido de conocer: v. 34).

El pecado es el gran obstáculo que impide la unión con Dios. No es el hombre (2, 22) sino Dios el que lava esta mancha. El Señor va a crear en el pueblo un corazón y un espíritu nuevos (Ez. 18, 31; 36, 26). Al sentir perdonados sus pecados, el hombre reconoce a Dios y su unión será estable.

-En la Ultima Cena, Cristo repite estas palabras (Lc. 22, 20; I Cor. 11, 25) anunciando el final de la alianza sinaítica. En esta nueva etapa, la misión de Cristo y la comunidad está fundada sobre el perdón.

DABAR 1976/24


4.

Esta perícopa se encuentra dentro del conjunto de oráculos (cc. 30-31) llamados "libro de la consolación de Jeremías".

Las promesas de los vv. 31-34 parece que hay que colocarlas en el tiempo de la reforma de Josías. No se hace alusión a la destrucción del templo. Era un momento políticamente tranquilo.

En cada v. se repite "oráculo del Señor". Con esta fórmula se quieren presentar como palabra de Dios que tiene autoridad y merece credibilidad. Se trata de una alianza nueva que Dios hará con la casa de Israel y de Judá. Se alude a la alianza hecha con los padres. A esta no se la llama antigua porque el hecho de la elección retorna continuamente en las fórmulas de profesión de fe y en los textos cultuales del AT. La alianza nueva se refiere a la del Sinaí en cuanto ésta es el acontecimiento fundamental que ha hecho del pueblo de Israel el pueblo de Dios. Después del Sinaí ha habido nuevas estipulaciones de la alianza.

ALIANZA/OBEDIENCIA: A la alianza que había manifestado la voluntad de Dios debía responder una obediencia voluntaria, pero Israel ha quebrantado el pacto. La nueva alianza no es una ley nueva en el sentido de nuevas normas. Se dejan las que había. Pero los mandamientos se escriben en el corazón, de donde proceden las opciones para hacer así imposible la desobediencia. La nueva alianza elimina la antítesis: ley escrita en tablas de piedra y corazón-persona. La nueva ley se tiene en el corazón.

Corazón y ley están tan unidos que el conocimiento y el cumplimiento de la ley coinciden. Yahvé no sólo da la ley sino la fuerza y el gozo de la obediencia.

La nueva alianza da un conocimiento de Yahvé que no significa clarificación intelectual sino coherencia entre la vida y las ideas. Todo el que tiene la ley escrita en el corazón sabe lo que debe hacer y tiene fuerza para hacerlo. No necesita que otro le instruya. Encuentra en su corazón la voluntad de Dios.

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985/07


5.

Si este pasaje es del profeta Jeremías, señala el apogeo de su reflexión, ya que el Antiguo Testamento no formulará nunca un texto de tal envergadura. Será ampliamente utilizado por Jesús, Pablo y el autor de la carta a los hebreos, tanto para definir la Eucaristía como para precisar la posición original del cristianismo frente al antiguo Israel.

* * * *

En la antigua alianza pactada en el Sinaí (v. 32), la ley de Dios aparece esencialmente como exterior al hombre. La reforma deuteronómica ya había adquirido conciencia de la necesidad de una ley interior (Dt. 6, 6, 11, 18; 30, 14), pero esa interiorización era fruto de un esfuerzo del hombre, de una asimilación progresiva de la ley exterior. Este pasaje de Jeremías va mucho más lejos al señalar que esa ley interna es don de Dios. No hay en él nada que quiera significar que elimina toda ley externa; las estrechas relaciones del profeta con la reforma deuteronómica nos confirman de los contrario; lo que sí subraya es la necesidad de una moral que no se apoya únicamente ni sobre la presión de una ley exterior ni sobre el esfuerzo humano, sino sobre la comunión con Dios en el plano del y más profundo.

¿Cómo ha llegado Jeremías a ese concepto de la ley de Dios inscrita en los corazones? Según él, Dios registra los corazones y los riñones en el sentido de que está presente en el interior de nuestros pensamientos (corazón) y de nuestras pasiones (riñones) (Jer. 11, 20; 12, 3; 17, 10; 20, 12). En todo caso, Yahvé no acepta hombres en su presencia sino tras haber sometido a prueba los corazones y los riñones.

El efecto beneficioso de esa presencia de Dios en el corazón del hombre será la flexibilización de la dureza del corazón (Jer. 3, 17; 7, 24; 9, 13; 11, 8; 18, 12; 23, 17) y la unión íntima entre Yahvé y su pueblo (v. 33) que Jeremías describe sirviéndose de una imagen conyugal: "serán mi pueblo y Yo será su Dios" (Jer. 7, 23; 11, 4; 24, 7; 30, 22; 31, 1; 32, 18).

* * * *

La alianza es la última cosa cuya renovación ha podido imaginarse el Antiguo Testamento. Admitía fácilmente una nueva Jerusalén, un nuevo templo, un nuevo rey..., pero la alianza parecía tan definitiva que no se pensaba en la posibilidad de su renovación. El Nuevo Testamento aludirá frecuentemente a esa nueva alianza; Jesús la tiene presente ante sus ojos (1 Cor. 11, 25) cuando celebra la Cena (cf. también 2 Cor. 3, 1-2; Gál. 4, 21; Heb. 8, 6-10). Pero no puede decirse que el Nuevo Testamento se sirva de este expresión para condenar al Antiguo. De hecho se trata de un solo y único acto de misericordia divina: la nueva alianza confiere lo que la antigua había prometido.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III
MAROVA MADRID 1969.Pág.193


6.

Sencillamente nos encontramos ante el testimonio espiritual de Jeremías, síntesis de su pensamiento y de su obra, antífona de laudes en la liturgia kerigmática del N. T. Uno se siente manchado, como Moisés al borde del Sinaí, y quisiera descalzarse de sus impurezas antes de penetrar este santuario de la intimidad de Jeremías, la más alta cumbre de la divina revelación.

En este "oráculo del Señor", repetido cuatro veces en tan corto espacio, Jeremías resume y sintetiza toda la experiencia de su vida íntima y toda la enseñanza de la historia; el doble rail por donde circula cualquier existencia humana.

La lección histórica era contundente. Una Alianza gratuita y condicionada en el Sinaí; unas estipulaciones grabadas en los medios de escritura propios de la época, unos trozos de piedra o pizarra; cerca de mil años de continuas y renovadas violaciones por una de las dos partes, el pueblo de Israel.

Los esfuerzos desesperados de la otra parte, la misericordia divina, por soldar la obcecación humana habían resultado vanos en un delicado respeto a la libertad humana. Los últimos intentos de Josías habían sido una total frustración y su muerte el signo visible más elocuente. La religión encarnada en la alianza se había ido vaciando poco a poco hasta quedar reducida a un cascarón artificial y huero, encubridor de los más abominables desórdenes.

RL-PERSONAL: Jeremías, en su aislamiento social y humano, en su experiencia vital de lo divino, había saboreado lo agridulce de la comunicación con Dios, el centro neurálgico de la verdadera religión. Quiso decirlo, proclamarlo a voz en grito al pueblo que tanto amaba y por quien tanto sufría. Como otro Pablo, como tantos místicos, sintió la incapacidad de expresar la experiencia de lo divino. Tuvo que recurrir a las formas de su época, al lenguaje de los suyos, a los sencillos elementos tradicionales que tenía a su alcance para anunciar por vez primera y única antes de Cristo en qué consistía la verdadera religión. Por fuerza, tenía que ser el polo opuesto a la práctica hasta entonces. Si hasta ahora todo había sido ritual, externo, jurídico... escrito en tablas de piedra, para utilizar su misma expresión, "llegan días" en que la religión será personal, interior, vivencial, sobrenatural. Escrita, sigámosle a él, en el mismo corazón del hombre. La ley de su vida será su propia conciencia, individual y colectiva, rectamente formada por el mismo Dios. Por un Dios que nos ha hablado por su Hijo. Por su Hijo que nos habla en la Iglesia, pleroma del Cristo total.

Los vv. 35-37 son la rúbrica final de la firmeza de la palabra divina; el argumento "ad absurdum" de la permanencia de esta Alianza Nueva entre Dios y el Israel del espíritu o de la fe.

El amor y la misericordia divinas están tan firmes como las leyes que rigen las estrellas y lo inaccesible de la obra creativa de Yahveh. La relación Yo-tú, Dios-pueblo, podrá ser completa y perfeccionada pero nunca rota o aniquilada.

"Desde el pequeño al grande", sin ninguna distinción personal, todos conocerán a Dios. "Conocer" para Jeremías es como "creer" para el evangelista Juan. Es aceptar a Dios con todas las consecuencias y riesgos. Entonces no habrá pecados, porque todos estarán en Dios.

A este nuevo estado de cosas, a estas relaciones vivas y experimentales con Dios y los hombres, a esta humanidad -Israel y Judá- donde está ausente la hipocresía y el fariseísmo, las apariencias y el qué dirán, todos los subterfugios y disimulos, Jeremías llama el Pueblo de la NUEVA ALIANZA. Cristo la selló con su sangre. Miles de personas han derramado la suya para vivirla. Millones y millones siguen sirviéndose de ella como de tarjeta de invitación que les abra muchas puertas en la sociedad humana y, si posible fuera, también en la celestial.

Ya no hay posibilidad de nuevas alianzas. La de Jeremías se cumplió en Cristo. Ojalá cuantos llevan su nombre escuchen la voz de su conciencia en que Dios ha grabado indefectiblemente sus designios de amor, su voluntad salvífica universal.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 726 ss.


7. /JR/LIBRO:

Breve introducción a Jeremías

Jeremías nació de una familia sacerdotal, residente en los alrededores de Jerusalén, hacia el año 645. Fue testigo de la preparación y consumación de la ruina de Judá. Vio cómo las esperanzas puestas en la reforma del rey Josías se fueron abajo en Mequiddo (año 609), en donde el rey perdió la vida y la batalla, luchando contra los egipcios. Desde el año 605, Nabucodonosor impone su dominio en Palestina; Judá se rebela ahora, instigada por Egipcio, contra Nabucodonosor. Este pone sitio en Jerusalén y deporta una parte de sus habitantes. Una segunda rebelión hizo volver a los ejércitos caldeos y el año 587 toman la Ciudad Santa, incendian el Templo y realizan una segunda deportación. Jeremías se queda en Palestina, junto a Godolías, el gobernador nombrado por los caldeos. Cuando éste fue asesinado, un grupo de judíos, temeroso de las represalias, huye a Egipto, llevando consigo a Jeremías, que posiblemente murió en este país.

El profeta vivió estos acontecimientos predicando, aconsejando a unos reyes incapaces, pronosticando la ruina futura. El libro reúne en sí una serie de alocuciones de Jeremías y narraciones sobre Jeremías. Compilador de esta colección fue su discípulo Baruch. Ya el año 605 escribió al dictado de Jeremías buena parte del Libro. Más tarde añadió, según parece, otras noticias en torno a la actividad y las impresiones de Jeremías durante la ruina y después de la ruina de Jerusalén (cf. 37-44). Los capítulos 50-52 parecen haber sido escritos años más tardes.

1.-Yavé promete una nueva alianza con todo Israel, pues la antigua alianza del Sinaí ha sido rota por Israel, a pesar de que Yavé, el Señor, ha sido fiel y podía muy bien exigir obediencia sin prometer venganza.

2.-Coger de la mano es un gesto de ayuda y protección (cf.Sal. 73, 23).

3.-Esta nueva alianza persigue el mismo fin que la del Sinaí: Yavé será su Dios e Israel su pueblo (cf. Ex. 6, 7, y Dt. 26, 16-19). Pero este fin se conseguirá de otra manera: la Ley no estará escrita en tablas de piedra, sino en el corazón (Cf. II Cor. 3, 3). Cada uno reconocerá a Dios, el Señor, en su propio interior y no hará falta la enseñanza y la amonestación de los profetas, que tan poco ha servido a Israel (cf. 5, 4 ss). Yavé concederá su perdón y así extirpará el pecado que se opone a cumplir con las exigencias de la alianza. Esta interiorización de la alianza acabará con el nacionalismo religioso, dando el paso a un individualismo no menos que a un universalismo religioso (cf. 12, 15 x). Tales palabras son especialmente significativas en un tiempo en el que el símbolo de la unidad político-religiosa, el Templo, iba a ser destruido.

Este ideal que aquí se anuncia se realiza plenamente en Cristo y por Cristo (Lc. 22, 20; Hbr. 8, 13).

EUCARISTÍA 1970/19


8. ALIANZA/MANDAMIENTOS:

"Vienen días...". Dimensión escatológica de la obra de Dios. Para juzgar definitivamente al hombre y al mundo, que tan a menudo nos parece tan mal construido, hay que esperar el final.

-"Una nueva alianza". "He aquí la sangre de la alianza, nueva y eterna".

-"Pondré mi ley en su interior y sobre sus corazones y la escribiré". Se anuncia una comunión perfecta y espontánea con Dios.

-"Ya no tendrán que adoctrinar más..." No será ya necesario un código de moral exterior. Entre dos auténticos enamorados no se precisa código alguno porque cada uno se da espontáneamente a la felicidad del otro. "Ama y haz lo que quieras", dirá S. Agustín. Dios sueña en esta perfección del amor.

Y si nos escandalizamos de estas fórmulas es que no hemos entendido lo que es el amor. Lejos de provocar una actitud para que hagamos lo que nos dé la gana, esta fórmula es una exigencia más fuerte aún que todos los códigos morales. Siempre acaba uno librándose de una norma precisa, pero nunca se acaba el querer agradar a aquél a quien se ama.


9.

PREDICACIÓN CENTRADA EN LA PRIMERA LECTURA

Dice la Plegaria eucarística IV: "Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación". Eso es lo que expresa el fragmento del profeta Jeremías que leemos hoy como primera lectura. Todas las alianzas históricas que Dios ha ido pactando con los hombres y, de manera especial, con el pueblo de Israel, iban orientadas a establecer, en la plenitud de los tiempos, una "nueva Alianza", no escrita en tablas de piedra, sino "escrita en los corazones". Esta interiorización y universalización de la Alianza y de la Ley ha sido posible gracias a la obra de Cristo: "Y tanto amaste al mundo, Padre santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo".

La salvación traída por Cristo posibilita que cada hombre y cada mujer pueda establecer una relación personal con Dios hecha de perdón por parte de Dios ("y no recuerde sus pecados"), y de "conocimiento o reconocimiento" por parte de los hombres ("porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande").

J. LLOPIS
MISA DOMINICAL 1994/04


10.

El quinto domingo de Cuaresma leemos cada año un texto profético que mira hacia el futuro y prepara para el momento que será el cumplimiento de la historia salvadora: el misterio pascual. Este año el texto es de Jeremías y constituye uno de los momentos culminantes de su mensaje.

Jeremías es, probablemente, el profeta que experimentó más en su propia carne los vaivenes y avatares de los últimos tiempos de la monarquía y el inicio del exilio: su misma vida es una muestra de la terrible ambigüedad con la que el pueblo de Dios vivió las diferentes invasiones y exilios. Ahora aquí no disponemos de espacio para hacerlo, pero vale la pena repasar esta biografía torturada.

El texto que leemos hoy parece que originariamente es un anuncio de consuelo dirigido al reino de Israel o reino del Norte, destruido hacía ya tiempo por los asirios. Desde el reino del Sur, Judá, el profeta habla de reconstrucción del país. Más tarde, probablemente, cuando Judá había sido destruido también, se añadieron las menciones a Judá, como si el mensaje de reconstrucción fuera para los dos ex-reinos, llamados a reconstruirse y reunirse en el futuro.

Pero lo importante del texto es ver en qué fundamenta Jeremías la reconstrucción: en una nueva alianza. Es una expresión que no sale en ningún otro lugar del AT, y que más tarde utilizarán algunos grupos o sectas, pero no ningún otro profeta.

¿Qué es lo que caracteriza esta nueva alianza? No es que Dios "mandará" preceptos nuevos, diferentes de la alianza con Moisés. La característica es que Dios no utilizará los medios de antes (unos caudillos para el pueblo, unas instituciones religiosas, unas acciones externas): estos medios han fracasado, no han asegurado la fidelidad. La nueva alianza se caracterizará porque Dios se dirigirá al corazón de todos por igual, y cambiará el corazón de todos aquellos que quieran ser cambiados.

Ciertamente, aunque Jeremías no podía ni imaginar qué significaría esto, ésta será la obra de Jesucristo y del Espíritu Santo.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994/04


11.

La renovación de la Alianza será la última cosa cuya renovación habría imaginado el A.T. Admitía fácilmente una nueva Jerusalén, un nuevo templo, un nuevo sacerdocio, un nuevo rey... pero la Alianza parecía tan definitiva que no se pensaba en la posibilidad de su renovación. El NT aludirá frecuentemente a esa nueva Alianza; Jesús la tiene presente ante sus ojos (1Co/11/25) cuando celebra la cena.

El NT no se sirve de esta expresión "nueva alianza" para descartar la antigua. De hecho se trata de un solo y único acto de misericordia divina: la nueva alianza confiere lo que la antigua había prometido.


12.

"Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo".

Dios se interioriza, se mete dentro del corazón. No coloca sobre los hombros cansados unas nuevas tablas de piedra; él es una fuerza viva que empuja a los hombre hacia el bien, Dios llegará a una intimidad tal con cada hombre que toda referencia externa será innecesaria.