EVANGELIO

A veces los dirigentes y poderosos abusan de su autoridad queriendo someter a riguroso control aduanero todas las manifestaciones del Espíritu, sobre todo si los beneficiarios pertenecen a las clases humilladas.

La resurrección ha convertido a Jesús en Luz de todos los humanos. Cada Eucaristía nos proporciona la oportunidad de contrastar nuestra visión con la mirada que Dios tiene del mundo, tal y como se ha manifestado en Cristo. Ser participantes de la luz nos obliga a caminar iluminando, poniendo en evidencia las obras de las tinieblas, denunciándolas, para que se caiga en la cuenta de la oportunidad de ver que se ofrece a todos.


El texto entre [ ] puede omitirse por razón de brevedad.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 9,1-41.

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento.

[Y sus discípulos le preguntaron:

-Maestro, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?

Jesús contestó:

-Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.

Dicho esto,] escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:

-Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).

El fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:

-¿No es ése el que se sentaba a pedir?

Unos decían:

-El mismo.

Otros decían:

-No es él, pero se le parece.

El respondía:

-Soy yo.

[Y le preguntaban:

-¿Y cómo se te han abierto los ojos?

El contestó:

-Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé y empecé a ver.

Le preguntaron:

-¿Dónde está él?

Contestó:

-No sé.]

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. (Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.) También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.

El les contestó:

-Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.

Algunos de los fariseos comentaban:

-Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.

Otros replicaban:

-¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?

Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:

-Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?

El contestó:

-Que es un profeta.

[Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:

-¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?

Sus padres contestaron:

-Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.

Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él.»

Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:

-Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.

Contestó él:

-Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.

Le preguntan de nuevo:

-¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?

Les contestó:

-Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?

Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:

-Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.

Replicó él:

-Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento, si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.]

Le replicaron:

-Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?

Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:

-¿Crees tú en el Hijo del hombre?

El contestó:

-¿Y quién es, Señor, para que crea en él?

Jesús le dijo:

-Lo estás viendo: el que te está hablando ése es.

El dijo:

-Creo, Señor.

Y se postró ante él.

[Dijo Jesús:

-Para un juicio he venido, yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos.

Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:

-¿También nosotros estamos ciegos?

Jesús les contestó:

-Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.]