barra-01.gif (5597 bytes)

H O M I L Í A S 

barra-01.gif (5597 bytes)

DOMINGO TERCERO DE CUARESMA

PARA VER LA IMAGEN AMPLIADA HAGA CLIC SOBRE LA MISMA

 

-El Señor está con nosotros

HOY, COMO CUALQUIER DOMINGO, hemos venido a misa. Quizá con más o menos ganas. Como cada domingo hemos escuchado la lectura de la Escritura. Quizá con más o menos atención. Renovaremos los signos que JC nos dejó como memorial de su entrega. Y bastantes (ojalá fueran cada vez más) participaremos en su alimento de vida. En resumen: nosotros venimos con más o menos ganas, hacemos mejor o peor ciertos actos. Pero NO ES ESTO LO MAS IMPORTANTE de nuestra reunión. No celebramos nuestras ganas o nuestros actos.

Lo más importante aquí no somos nosotros SINO LA PRESENCIA ACTIVA DE DIOS entre nosotros. Es esta presencia la que celebramos. De ahí que iniciemos nuestra reunión con aquellas palabras que a menudo repetimos: "El Señor esté con vosotros". Como expresión de nuestra fe: "El Señor ESTA con nosotros". Nosotros podemos venir más o menos animados y podemos celebrar mejor o peor; pero el Señor no falta nunca a la cita, él está siempre presente y activo en nuestra reunión. Nosotros somos siempre -más o menos- pecadores; pero Dios es siempre -del todo- nuestro Salvador.

-El nombre de nuestro Dios

Hace siglos, muchos siglos, cuando el pueblo judío buscaba qué era, quién era su Dios, halló UNA RESPUESTA QUE CONTINUA VIGENTE para nosotros. A veces los hombres (y quizá especialmente los cristianos) nos imaginamos que sabemos muchas cosas de Dios. Pero a menudo olvidamos lo más importante: aquello que halló el pueblo judío, el nombre con el que se reveló Dios.

MOISÉS -dice el libro sagrado-, antes de iniciar su hazaña de liberador del pueblo esclavizado, quiere saber quién es aquél que guiará su obra. La respuesta que Dios da -según el libro sagrado- es muy significativa. Dice: YO SOY EL QUE ESTARÉ CON VOSOTROS, el que está con vosotros: yo soy el que es en vosotros, el que interviene, el que salva.

De eso hace miles de años. Pero nuestro Dios sigue siendo el mismo, tiene EL MISMO NOMBRE: No es un Señor escondido allí arriba en el cielo, juez imperturbable, tranquilo en su serena eternidad... nuestro Dios es el que está con nosotros, el que es presente y activo en nuestra vida. Si no creemos en este Dios que "está con nosotros" -como repetimos en cada misa-, no creemos en el Dios de JC. Porque eso es lo que nos revela JC del Padre: que SE INJERTA en nuestra vida -aunque sea una vida de pecadores- para INJERTARNOS en su vida de amor total.

-El Dios impotente: Sin embargo, todo esto es sólo UN ASPECTO. Hay otro: este mismo Dios presente y activo en nuestro camino, es un Dios impotente. Quiero decir que SU ACCIÓN NECESITA DE NUESTRA RESPUESTA. Sin ella nada puede. Es lo que hemos escuchado en el evangelio. Si nosotros no nos abrimos a esta acción de Dios (si no nos CONVERTIMOS), Dios es impotente. El fruto que él espera, si no lo damos nosotros, él no puede forzar. Si nos encerramos en nuestro pecado, él nada puede hacer.

Por eso el evangelio nos presenta simultáneamente -y no podemos olvidar uno u otro aspecto- la IMPACIENCIA de Dios y su PACIENCIA. O, con otras palabras, su exigencia y su esperanza.

Dios quiere que demos fruto, que su amor fructifique en nosotros, y no se contenta con respuestas hipócritas. Pero, al mismo tiempo, Dios nunca pierde la esperanza, confía siempre que nos abriremos a su llamada y así daremos fruto de vida. Dios espera que confiemos más en su amor y que no nos atormentemos con nuestro pecado.

-Una respuesta insuficiente

Antes de terminar este comentario, fijémonos aún en lo que nos ha recordado san Pablo: hay una posible respuesta insuficiente, hipócrita. Es la respuesta superficial, que NO LLEGA AL CORAZÓN de nuestra vida. No basta decir: "Soy cristiano, tengo fe, estoy bautizado, voy a misa, comulgo, no robo ni mato, no soy como éste o aquél..." (Como tampoco para muchos judíos fue suficiente pasar el mar Rojo, comer el maná, creerse el pueblo de Dios...).

JC lo dice con claridad: "Si no os convertís, todos pereceréis". No tengamos miedo hoy -en este domingo de Cuaresma- de mirar qué exige de cada uno de nosotros esta llamada a la conversión. Convertirse ES NO QUEDARSE ESTÉRIL, seco y muerto, Es LIBERARNOS del mal que hay en nosotros PARA ABRIRNOS a la vida de Dios. Del Dios que nos espera en el camino cotidiano de cada uno. Si participamos en la eucaristía es PARA DAR FRUTO. Fruto según la palabra de JC: fruto de amor, de lucha por la justicia, de fe en la verdad, de aprender a vivir como hijos del Padre que es bueno.

JOAQUIM GOMIS
MISA DOMINICAL 1980, 6

bluenoisebar.jpg (2621 bytes)