COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 1. 18-24

 

1.

Este pasaje ha sido interpretado frecuentemente a expensas de la personalidad religiosa de S. José. De ahí la importancia de captar exactamente el pensamiento de Mateo, en especial partiendo de los matices propios que porta el texto paralelo de Lucas. Sin embargo, estaremos en mejores condiciones para interpretar este pasaje difícil si tenemos en cuenta su género literario muy particular. Existe, en efecto, un género literario particular en la Biblia respecto a anuncios de nacimientos. Este género literario supone siempre la aparición de un ángel, la designación del personaje interesado con un nombre que recuerda su función (aquí: José, Hijo de David, título que el ángel no utilizará en sus demás apariciones a José), una dificultad que hay que vencer (en general, la esterilidad del seno materno; aquí, para José, recibir a María en su casa), un signo dado como prenda (en Lc 1. 36, el embarazo de Isabel; aquí el alumbramiento virginal de María), finalmente, detalles concretos sobre el nombre del niño (aquí: Jesús).

Este género literario de los "anuncios de nacimiento" no es más que la forma de expresión de un acontecimiento muy real, pero hay que saber despojar a este acontecimiento de ciertos detalles del relato.

Cuando el ángel se apareció a la Virgen (Lc 1. 26-38) le anunció de entrada que su Hijo sería Hijo de David (Lc 1. 32); después, partiendo de ahí, formuló la pregunta de la concepción virginal (Lc 1. 34-35). Ante José, el ángel procede de distinta manera: la concepción virginal queda aclarada desde el principio (Mt 1. 20), pero se trata de asegurar que el Niño sea Hijo de David (Mt 1. 20-23).

María tiene una dificultad que vencer: qué será de sus desposorios (Lc 1. 34); José también la tiene: cuál será su papel respecto a un Niño que no será suyo. Evidentemente, María ha sido la primera en saber que pariría en virginidad. Pero ¿puede admitirse que no haya dicho nada sobre el particular a su prometido? Cierto que los evangelistas no nos dicen nada a este respecto, pero ¿quién puede deducir del silencio de los evangelistas el silencio de María y, "a fortiori", el silencio de Dios, y admitir que María dejó a José en la duda y la inquietud? ¿Puede admitirse que una desposada que, ante el ángel, se preocupa de sus relaciones de desposorios, no ponga al corriente a su vez a su prometido de las nuevas condiciones impuestas a su futuro? ¡No! Y José está perfectamente al corriente del alumbramiento virginal de su prometida. José no está, pues, inquieto ni presa de la duda respecto a la virtud de su esposa, y el ángel no se le aparece para tranquilizarle.

JOSE/JUSTO. Pero José es "justo" (Mt 1. 19), no con esa justicia legalista que quiere poner la ley de su parte y repudiar a su mujer, ni tampoco con esa justicia, sobre la que insiste el padre Spicq, que respeta al prójimo y se niega a causarle el mínimo perjuicio, sino con esa justicia religiosa que le prohíbe hacerse pasar por el padre de un Hijo que no es suyo (tanto si comprendió o no de entrada que ese Niño milagroso sería también un Niño divino).

Entonces es cuando interviene el ángel para comunicar a José que Dios le necesita, porque si bien no tiene nada que hacer al nivel del alumbramiento, tiene una misión que cumplir al nivel de la paternidad legal. El mensaje del ángel podría interpretarse así: "Es cierto que lo que se ha engendrado en María ha sido por obra del Espíritu Santo, pero Dios te necesita para hacer que ese Niño entre en el linaje de David y darle un nombre". José no es, pues, "justo", porque sea un modelo de resignación, capaz de una actitud bonachona respecto a su esposa, sino porque respeta a Dios en su obra y se limita a cumplir el papel que Dios le asigna: introducir a Jesús en la estirpe real.

La salvación del hombre no depende, por tanto, exclusivamente de una iniciativa soberana de Dios que basta esperar pasivamente. Dios no salva al hombre sin la cooperación y sin la fidelidad del hombre.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
MAROVA MADRID 1969.Pág. 154


2. 

El tema del Emmanuel (Dios-con-nosotros) conecta con el de "Hijo de Dios con pleno poder". Los exegetas notan en el evangelio de Mt el paralelismo entre este anuncio del ángel a José y la conclusión del Evangelio: "Yo-estaré-con-vosotros"... Hablar de Cristo como Emmanuel es connotar, actualmente, el misterio pascual de Cristo y de su presencia en la Iglesia, por la fuerza del Espíritu. La concepción virginal de María, por obra del Espíritu Santo, enlaza así con la glorificación de Jesús "constituido según el Esp. Santo" (2a lectura).

PERE TENA
MISA DOMINICAL 1986/23


3. /Mt/01/01-25  J/Genealogía y Nacimiento de JC.

Hemos dividido el capítulo primero del evangelio de Mateo en las dos partes indicadas en el título. La primera recoge una genealogía fatigosa y, aparentemente al menos, innecesaria. A primera vista parece ser simplemente una lista de nombres de los ancestrales de Cristo sin ningún contenido teológico ni poder alguno de interpelación. ¿Por qué la antepone Mateo a su evangelio? Sabemos, y nos lo ha recordado el Vaticano II, que Cristo es la plenitud de la revelación. El hecho de ser la plenitud de la revelación lo coloca inevitablemente en relación con la preparación de la misma, con todo el Antiguo Testamento. Mateo presenta su árbol genealógico para demostrarlo. Por eso, inmediatamente después de mencionar su nombre -nótese que es mencionado el nombre completo, "Jesucristo", que equivale a una fórmula de fe, Jesús es el Cristo, el Ungido, el Mesías- añade "hijo de David, hijo de Abraham". La genealogía nos introduce así tanto en el terreno de la historia como en el de la teología.

Mateo quiere presentarnos al protagonista de su evangelio y, una vez que nos ha dicho su nombre, Jesucristo, con todo lo que significa -Jesús es el Cristo- se apresura a demostrar su afirmación.

El Mesías debería descender de David. Pues bien, Jesús desciende de David. Precisamente por eso divide la genealogía en tres partes compuestas cada una de catorce nombres. El centro de la misma lo ocupa David, por la razón que hemos apuntado. La genealogía, por otra parte, tiene mucho de artificial. Lo demuestra el simple hecho de colocar catorce nombres en cada una de las fases en que divide la prehistoria de Cristo. El número catorce (NU/000014), por ser el doble del siete, indica perfección y plenitud. Aquí significaría la perfección y providencia especial de Dios en la disposición de toda la historia salvífica anterior, que culmina en Cristo.

La razón apuntada anteriormente explica también la mención de Abraham. El origen de Cristo coincide y se remonta al principio mismo de Israel. Por la misma razón son mencionados, en la primera parte de la genealogía, Judá y sus hermanos, es decir, todo Israel. En la tercera parte se resume la historia de Israel, a partir del destierro babilónico, por idéntica razón: quiere abarcarse toda la historia de Israel: su origen, los momentos más importantes y la coronación o plenitud, que es Jesús.

El fin teológico de la genealogía permite a nuestro autor jugar con alguno de los nombres. Nosotros debemos descubrir su juego.

Al mencionar al rey Asa, Mateo escribe Asaf, que, según el Salterio (Sal 72, 1; 75,1...), compuso varios Salmos, y, en lugar de Amón, otro de los reyes de Israel, nuestro evangelista escribe Amós, que fue uno de los célebre profetas del pueblo de Israel. No querrá decirnos Mateo, con este pequeño juego, que también los Salmos y profetas alcanzan su plenitud en Cristo?

La segunda parte del capítulo presenta el nacimiento de Cristo como algo absolutamente milagroso. María concibió a Jesús sin concurso de varón, por obra del Espíritu Santo. Y al mencionar al Espíritu Santo o al Espíritu de Dios, Mateo -como cualquier escritor judío- piensa en el poder creador de Dios. Afirmado el hecho -concepción milagrosa de Jesús-, Mateo se detiene con cierta amplitud en exponer las consecuencias del mismo. La primera es el natural desconcierto de José. María y José estaban desposados. Según la ley judía, esto quería decir que el contrato de matrimonio había sido sellado seria y firmemente. Únicamente faltaba la ceremonia de la boda, que culminaba llevando a la novia a vivir en la misma casa del novio. La ley judía no consideraba pecado serio la relación sexual habida entre los novios-desposados en el tiempo intermedio entre desposorios y casamiento. Más aún, en caso de que naciese un hijo en ese tiempo intermedio, era considerado por la ley como hijo legítimo.

Teniendo en cuenta la ley y costumbres judías, el estado de María únicamente creaba problema a José. ¿Por qué? Creemos que él estaba al corriente de lo ocurrido. No vemos ninguna razón para que María, su esposa, no le hubiese informado de todo. Entonces, ¿por qué la duda? La duda de José no fue acerca de la culpabilidad o inocencia de María, sino sobre el papel que él personalmente tenía que jugar en todo aquello. Una intervención sobrenatural -aparece el motivo del ángel- se lo aclara: deberá poner el nombre al niño, es decir, deberá ser su padre legal (era el padre quien imponía el nombre) y entonces, conocido su papel en aquel matrimonio, cesa su turbación, desconcierto o duda.

El anuncio del ángel a José es un resumen completo del Nuevo Testamento: Jesús salvará al pueblo de sus pecados. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento la expresión "Perdón de los pecados" no significa el perdón de una falta concreta sino que es el resumen de toda la acción salvadora de Dios. Quiere decir esto que, con la aparición de Jesús, ha sido superada la separación entre Dios y el hombre. Decir Jesús o salvador es exactamente lo mismo. El nacimiento de Jesús, su vida y actividad fue -y es- Dios con nosotros. Como lo había anunciado el profeta Isaías.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 930


4.

Los comentaristas intentan, no sin dificultad, explicar la reacción de José que resume el v. 19. ¿Cómo puede un repudio permanecer secreto, mientras que los desposorios han sido públicos? ¿Qué conexión hay que establecer entre la "justicia" de José y su proyecto de repudio tácito?. Ya desde los primeros siglos se han propuesto múltiples explicaciones. Podrá apreciarse en particular este comentario de San Bernardo, tomado del diácono sirio del siglo IV, san Efrén.

"¿Por qué quiso José despedir a María? Escuchad acerca de este punto no mi propio pensamiento, sino el de lo Padres; si quiso despedir a María fue en medio del mismo sentimiento que hacía decir a san Pedro, cuando apartaba al Señor lejos de sí: Apártate de mí, que soy pecador (Lc 5, 8); y al centurión, cuando disuadía al Salvador de ir a su casa: Señor, no soy digno de que entres en mi casa (Mt 8, 8). También dentro de este pensamiento es como José, considerándose indigno y pecador, se decía a sí mismo que no debía vivir por más tiempo en la familiaridad de una mujer tan perfecta y tan santa, cuya admirable grandeza la sobrepasaba de tal modo y le inspiraba temor. El veía con una especie de estupor, por indicios ciertos, que ella estaba embarazada de la presencia de su Dios, y, como él no podía penetrar este misterio, concibió el proyecto de despedirla. La grandeza del poder de Jesús inspiraba una especie de pavor a Pedro, lo mismo que el pensamiento de su presencia majestuosa desconcertaba al centurión. Del mismo modo José, no siendo más que un simple mortal, se sentía igualmente desconcertado por la novedad de tan gran maravilla y por la profundidad de un misterio semejante; he ahí por qué pensó en dejar secretamente a María. ¿Habéis de extrañaros, cuando es sabido que Isabel no pudo soportar la presencia de la Virgen sin una especie de temor mezclado de respeto? (Lc 1, 43). En efecto, ¿de dónde a mí, exclamó, la dicha de que la madre de mi Señor venga a mí?".

SAN BERNARDO, 2. homilía sobre el Missus est, PL 183, p. 68. Ver una justificación del pensamiento de san Bernardo y un comentario de todo el relato en X. LÉON-DUFOUR, ESTUDIOS DE EVANGELIO, Edic. Cristiandad, Madrid 1982, págs. 67-82.

LOUIS MONLOUBOU
LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE MATEO
EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1981.Pág 66


5.

¿En qué sentido se declara a José justo?

La lectura atenta del fragmento hace que surjan algunos interrogantes. Cosa excelente. Para que un texto hable y desvele su secreto, es preciso siempre interrogarle. Lo importante es hacerle preguntas justas. Nosotros le hacemos tres.

Primera: ¿En qué sentido se declara justo a José? Más en concreto: ¿Cuál es el motivo de su vacilación? ¿Qué problema le inquieta? Según una antigua interpretación que se remonta a Justino, José es justo, primero porque observa la ley (que obligaba al marido a disolver el matrimonio en caso de adulterio) y, además, porque mitiga con la magnanimidad el rigor de la ley (evita la difamación pública). Tenemos, pues, un José "filósofo", que sabe ir más allá de la letra de la ley, compaginando obediencia y magnanimidad. Es el ideal griego de la sabiduría.

¿Pero es éste el sentido de Mateo? ·Jerónimo-SAN es de otro parecer: "José, conociendo la castidad de María y extrañado por lo acaecido, oculta con su silencio aquello cuyo misterio ignora". Por tanto, José se habría encontrado ante un dilema: por un lado, la indiscutible inocencia de María, y, por otro, un hecho que parecía desmentirla; José busca entonces un comportamiento que deje a salvo ambas exigencias. ¿Se puede hablar entonces de justicia? En cualquier caso, no es éste el concepto de justicia que aparece habitualmente en el evangelio de Mateo.

JUSTO/SENTIDO: Los comentaristas modernos prefieren cada vez más otra interpretación, que he intentado poner de manifiesto ya a nivel de traducción: José es justo porque, comprobando una presencia de Dios, una economía superior, se retira ante ella sin pretensiones. "Justo" tiene entonces el sentido típico de Mateo, a saber, aceptación del plan de Dios incluso cuando desconcierta el propio. Según esta interpretación el anuncio del ángel no tiene como objeto la concepción virginal, que José ya conocía y que era justamente el motivo por el que pensaba permanecer en la sombra; el objeto es más bien hacerle conocer la misión que le corresponde, que consiste en imponer el nombre al niño y asumir su paternidad legal.

BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982.Pág. 21


6.

Centrar la atención en la personalidad de José, su actitud ante el misterio de Dios y ante la misión que le es encomendada. José se muestra como lo que es: un hombre "justo", un hombre "bueno".

José se ve en la presencia de lo divino. Aquella concepción era de Dios, y, ante el Misterio de Dios presente en María, José reacciona como reaccionan ante la presencia de lo divino todos los "justos" en la Biblia: como Moisés, que se esconde ante la Gloria de Dios presente; como Isaías, atemorizado por la aparición; como Isabel, que pregunta por qué viene a ella la Madre de su Señor; como el centurión del evangelio, que dice que no, que él no es digno; como Pedro que, cuando ve en Jesús el poder divino, le dice: apártate de mí, Señor, que soy un pecador.

El "justo" se sitúa así ante Dios: se siente pecador, indigno, y se retira. Porque José es justo y bueno, se siente obligado a retirarse; no tiene derecho a retener a María como suya porque Dios ha tomado posesión de ella; no puede figurar como padre de la criatura que es sólo de Dios. Donde entra Dios personalmente haciendo de María objeto de su presencia y de su bendición, José no tiene nada que hacer y toma la actitud del que es "justo" y se siente indigno.

Y porque es "justo" y bueno comprende que no puede romper con María por el procedimiento legal, pues, o tendría que revelar el misterio, o expondría a María a unas sospechas injustas; cualquiera de estas dos cosas era injusta. Por eso, como esto ocurría "antes de vivir juntos", decidió dejarla en secreto".

Como se ve, la versión de la duda de José -tan popular- que nos lo presenta lleno de esas angustias psicológicas que rayan la sospecha, no tiene nada que hacer en el texto del evangelio. El evangelista no va a interesarnos en unas zozobras psicológicas, sino ha de revelarnos cómo se han cumplido los designios de Dios y qué actitud religiosa han tomado los hombres ante estos designios.

Todo esto está apoyado en una exégesis segura, que se abre camino y se va a imponer acabando con esa otra versión popular. Un estudio a fondo del original de las palabras del ángel a José, descubre en el uso de las partículas "gar...de" uno de los casos en que "gar" anuncia la causa de lo que se afirma, pero esta causa se expresa después de afirmar otra cosa ya conocida por el interlocutor. Así, el sentido de las palabras del ángel a José es este: "`ciertamente', la criatura que hay en ella viene del Esp. Santo, pero tú no te retires, no tengas reparo en llevarte a María por esposa, `porque' tienes la misión de darle nombre". (Por otro lado, San Bernardo en sus homilías resumía ya la opinión de los Padres en esta línea que hemos expuesto y que nos parece la justa).

Y aquí, de nuevo, se muestra José un hombre "justo" porque sabe situarse ante Dios en actitud de obediencia y de fidelidad. Acepta y cumple la misión encomendada. Así, José se manifiesta justo y bueno porque sabe percibir la presencia de Dios y se sitúa ante Él como un pecador, y busca la manera de actuar y retirarse sin hacer daño a nadie. Y, en cuanto conoce la voluntad de Dios sobre él, la cumple. Vive de cara a Dios, dentro de sus planes y, cumpliendo su voluntad divina, es instrumento y objeto del amor de Dios.


7.

La principal dificultad de este pasaje evangélico reside en la traducción de los vs. 20-21, habitualmente inexacta. Proponemos la traducción que consideramos más ajustada al texto original.

"José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer. -Ciertamente- la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo; -ahora bien-, al hijo que ella va a dar a luz tú le pondrás por nombre Jesús." (Los subrayados responden a los dos puntos de novedad respecto a las traducciones habituales).

El punto de vista de Mateo no es el de descorrer a José el velo del misterio que envuelve la concepción de Jesús. En realidad, José ya sabe que se trata de una concepción misteriosa. Y es precisamente esta cercanía del misterio la que aviva en José el sentimiento de la propia indignidad, hasta el punto de pensar que su persona no podía ser más que un obstáculo al plan de Dios y que por consiguiente tenía que retirarse. Sólo esta interpretación da una respuesta adecuada al v.19. Todo intento de explicación psicológico-cronística se estrella con la frase: "que era hombre justo y no quería infamarla". El repudio secreto hubiera sido el mejor modo de ser egoísta, injusto e infamatorio de María. Nunca mejor que aquí aparece claro que los evangelistas no han pretendido ser cronistas o reporteros de unos sucesos.

El punto de vista de Mateo en los vs. 20-21 es el siguiente: José no es ningún obstáculo al plan de Dios. Al contrario, aceptando ser el esposo de María y dando nombre al hijo que a ésta le nazca garantiza a la criatura una ascendencia legal que lo entronca con David y Abrahán. En definitiva, lo que se le pide a José es que, a pesar del miedo que la cercanía del misterio produce en él, se fíe por completo de Dios. Y José se fió de Dios (v.24).

DABAR 1977/21


8. JESÚS, HIJO DE DAVID ENC/H/DAD 

Nada hay más impresionante que esta genealogía de Jesús y la proclamación de su final: "Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo". Esta inserción de Dios en el mundo, entre nosotros, como uno de nosotros, es el acontecimiento que domina la historia de los hombres.

Pero no domina de hecho nuestra historia personal. Nuestra fe es tan débil que nuestras actitudes no corresponden a la dignidad que tiene ahora el hombre, en el transcurso del tiempo, desde la venida del Hijo.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 1
INTRODUCCION Y ADVIENTO
SAL TERRAE SANTANDER 1979.Pág. 144 s.


9.

El hecho del nacimiento legal, que la genealogía ha afirmado, es el objeto de un relato: José, hijo de David, acoge a Jesús en su descendencia. Este relato es, sin duda, el resultado de una larga elaboración literaria. Volviendo a tomar probablemente un relato apologético anterior (un sueño: cf. 2, 13.19), donde Dios evoca, a través de las objeciones de José, las calumnias concernientes al nacimiento virginal Mt lo orienta teológicamente gracias a la cita de Is 7, 14 (1. lectura), que expresa la fe de la Iglesia en la concepción virginal. Así se responde a la objeción: he aquí el modo en que Jesús, naciendo de una mujer virgen, ha sido agregado al linaje de David. Construcción teológica que, sin duda, oculta algo más de misterio y de hondura que lo que aparece.

El AT no habla nunca de este secreto, sino que, precisamente, había que hacerlo de manera oficial y pública (cf. Dt 24, 1). Hay que contar con la respuesta del v. 21, donde José se hace una idea de que Jesús es algo más que las simples apariencias. Los diversos planos se entremezclan. De todos modos, la encarnación tendrá siempre un cierto margen para quien quiera sospechar, calumniar o ridiculizar. Las cosas más delicadas son las más expuestas al desmoronamiento. Aquí entramos en un contexto cristiano de gran horizonte. El creyente tiene trabajo en encontrarse a sí mismo. Por eso acude a la fe de la iglesia.

Etimológicamente parece que este nombre quiere decir "Dios salva". El mensaje angélico tiene dos interpretaciones posibles: que el ángel revela a José la concepción virginal de María y le confía además la misión de dar el nombre al hijo; o bien que el ángel revela que, aunque María está encinta por el Espíritu, sin embargo José tiene un gran papel que jugar: conferir a este hijo la filiación davídica dándole el nombre. Misterio de la actuación de Dios a través del hombre. Locura para el inteligente, pagado de sí mismo, y necedad para el espiritualista.

EUCARISTÍA 1992/58


10.

Según el derecho matrimonial judío los esponsales, que siempre se celebraban delante de dos testigos, equivalían ya prácticamente al matrimonio en sentido estricto. Se celebraban de ordinario cuando la novia alcanzaba la edad de doce años. A partir de ese momento la desposada no podía ser abandonada si no recibía, por justa causa, un "libelo de repudio", y si moría su esposo era considerada como una viuda. Después de transcurrir un año desde los esponsales, el esposo tomaba a su esposa y la conducía solemnemente a su propia casa, con lo cual el matrimonio quedaba plenamente formalizado. María concibió a Jesús antes de vivir con José en una misma casa, siendo desposada. Este difícil texto admite dos posibles interpretaciones: a) José era un "varón justo", que aquí significa tanto como cumplidor de la Ley y, a la vez, bondadoso o bueno. Y porque era justo y bueno, se encontraba perplejo en una situación insólita: no entiende que se deba proceder contra María según dispone Moisés que se haga con la mujer adúltera (Dt 22, 20s), pero tampoco ve claro que deba tomarla en su casa como si no ocurriera nada. En consecuencia decide repudiarla en secreto. B)José conocía por su esposa el origen de su maravillosa esperanza, y piensa retirarse respetuosamente ante el misterio. Piensa que, una vez María había sido distinguida por Dios con tan alta vocación, él no debía intervenir en absoluto haciendo valer sus derechos de esposo.

Sea lo que fuere, lo cierto es que la embajada del ángel a José no tiene únicamente el sentido de sacarlo de apuros y devolverle la tranquilidad. Significa también para José una vocación excelsa. Además, José era "legalmente" el padre del niño y a José correspondía entre otras cosas el darle un nombre. En este caso (lo mismo ocurrió en el de Zacarías, el padre del Bautista), José es informado por Dios sobre el nombre que había de llevar el hijo de María. Su nombre será "Jesús", esto es, "Dios-salva". En este nombre va indicada ya la misión que trae Jesús al mundo.

Cualquiera que sea el significado del texto de Isaías en su contexto original, ciertamente Mateo lo refiere aquí a Jesús, el hijo de la Virgen María. Y pone el acento en el nombre de Emmanuel, que recibe Jesús. La vida de Jesús, sus palabras y sus obras, significa para nosotros que Dios está con los hombres y nos salva. De Jesús se predica que Dios estaba con él (Jn 8, 29; Hech 10, 38), y Jesús es para nosotros la presencia de Dios en persona (2 Cor 4, 6; Col 2, 9; Heb 1, 3; Jn 14, 6-9; Mt 11, 4s).

EUCARISTÍA 1980/59


11.

Texto. El versículo inicial es fundamental para el posterior desarrollo narrativo. El versículo enuncia un hecho: María está encinta por obra del Espíritu Santo. Con la formulación de este hecho Mateo no pretende anticipar a sus lectores algo que José conocerá más tarde, sino sentar la base de todo el relato y, consiguientemente, de la posterior decisión de José. Desde el comienzo mismo del relato José es, pues, sabedor de la concepción milagrosa del niño que hay en María. Su decisión, formulada en el v. 19, de no convivir con María no es fruto de la sospecha contra María, sino del asombro y de la conciencia de la propia indignidad. ¿Cómo podría él convivir con alguien en quien Dios se ha hecho presente tan especialísimamente? José, que es justo, es decir, que en cada situación adopta la actitud adecuada, decide no convivir con María. Es muy posible que el empleo del verbo repudiar no haga justicia al relato.

De todo esto resulta que lo que José tiene que superar es su propio miedo religioso, su conciencia de indignidad y de pequeñez. Las palabras del ángel tienen precisamente esta función. De ahí que comiencen con un no temas, no tengas reparo, invitando a José a la convivencia con María bajo el mismo techo.

Suele ser habitual atribuir a las palabras del ángel en el v. 20 la función de información a José. La traducción litúrgica así lo confirma. Todo el problema radica en que la misma conjunción griega puede tener sentido causal (porque) o reforzativo (en efecto).

Personalmente me inclino por la segunda alternativa. La traducción del v. 20 debería ser la siguiente: "No tengas miedo en llevarte a María, tu mujer. En efecto (como tú ya sabes), la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo". El ángel no desvela a José el misterio de la concepción de María, sino que refuerza el conocimiento que José ya posee. El ángel no libera a María de la sospecha de infidelidad, sino que libera a José de su miedo religioso; le ayuda, en una palabra, a no sentirse anonadado por la cercanía de Dios.

Pero las palabras del ángel no se limitan a liberar a José de su miedo religioso: le confían, además, la tarea de dar nombre al niño que hay en María. La acción de dar nombre constituía en el ámbito semita el momento genuino de la paternidad.

El nombre, a su vez, definía a la persona, la caracterizaba en su tarea y función posteriores. De ahí la importancia de las etimologías e interpretaciones de los nombres en la biblia. El texto confiere especial relieve al nombre del niño. Por un lado, el ángel define al niño como salvador de los pecados; por otro, el propio autor, aplicándole un texto de Isaías, lo define como Dios con nosotros. El nombre del niño constituye probablemente el centro de atención del texto.

Comentario.

Por encima de los intentos novelísticos, alguno de ellos encomiable, de acercamiento al misterio de Jesús, el intento de acercamiento más completo es el religioso. Resultado de este tipo de intento es el texto producido por Mateo que hoy leemos.

El misterio de Jesús es, en última instancia, el de su divinidad. Jesús es Dios con nosotros. Desde la cercanía, desde la inmediatez. El hecho es tan sorprendente que pueda parecer contradictorio. ¿Cómo se puede ser Dios a la vez que humano? La reacción humana espontánea es la de negar la compatibilidad de ambos extremos. La reacción humana religiosa es la aceptación de su compatibilidad.

Pero con la aceptación surge un nuevo problema. ¿Puede Dios ser uno entre nosotros sin que nosotros suframos las consecuencias negativas de su cercanía? ¿Puede el sol estar tan cerca de nosotros sin que nos destruya? La reacción humana espontánea es la de renunciar a la cercanía. La reacción humana religiosa es la de aceptarla.

Ahora bien, aceptar esa cercanía comporta dar a Dios un nombre y un rostro humanos. Así vio Mateo la tarea de José; así debe ser la tarea del creyente en Dios. La consecuencia no se deja esperar: el que Dios tenga un nombre entre los humanos depende de que haya humanos que quieran dárselo; el que Dios sea Jesús, es decir, salvador de los pecados, depende de la existencia de José, es decir, de la existencia de creyentes. De esta forma, lo que se presentaba como problema divino termina convirtiéndose en problema humano.

De la vida concreta de José, de su vivir diario, conocemos muy poco, prácticamente nada. Pero conocemos de él lo que realmente vale la pena: aceptó el riesgo de dar nombre a Dios. Gracias a esta aceptación Dios se llama Jesús y es uno entre y con nosotros. La tarea de José no es irrepetible. Muy al contrario: está necesitada de que otros la sigan repitiendo. He aquí el reto que nos lanza el texto de hoy.

ALBERTO BENITO
DABAR 1992/04


12.

-Después de la genealogía introductoria al evangelio, Mateo explica el nacimiento de Jesús. En la intimidad de una familia judía, Dios interviene por medio de su Espíritu. María y José se encontraban en la primera fase del matrimonio, después de los esponsales, aún sin cohabitación. Es en esta situación que María "esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo".

-"José, su esposo, que era bueno...": Es mejor el término "justo", que no queda plenamente definido con la expresión "bueno". No se ha de entender tampoco en el sentido de un cumplidor estricto de la Ley. José se mantiene en la fidelidad a la voluntad de Dios. No podemos dejarnos llevar por construcciones psicológicas y anecdóticas sobre el estado de ánimo de José. Intenta una solución que armonice el cumplimiento de la ley con la misericordia: "no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto". La duda de José es también la duda del pueblo de Israel ante la nueva realidad cristiana presentada por María. Tendrá que pasar de la fidelidad a la Ley a la fidelidad a la novedad de la acción de Dios.

-"Se le apareció en sueños un ángel del Señor..": A fin de esclarecer el significado del acontecimiento el diálogo entre el ángel y José pasa al primer plano. "La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo": la casualidad de la acción del Espíritu en el nacimiento del Mesías es única. No hay lugar a una intervención del hombre. He aquí una diferencia radical con otros nacimientos (Samuel, Juan bautista, etc.).

-"Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados": Jesús es la transcripción griega de una adaptación del nombre de Josué, que quiere decir "Yavhé salva". Existe un nexo entre el nombre y la misión mesiánica. Pero esta misión no se explica en términos de liberación política del pueblo de Israel de sus enemigos, sino "de los pecados". De esta manera se desmarca de las expectativas mesiánicas de su tiempo.

-"Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta..": Comentario del evangelista: las realidades de la Nueva Alianza son la plenitud de la Antigua. No se trata por tanto de una realización literal de un oráculo, sino sobre todo de la continuidad de la acción de Dios en la historia. La designación de Emmanuel no es ningún nombre que desplace al de Jesús sino el signficado de su persona y de su obra.

(J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1989/24


13.

El evangelista ha presentado la genealogía de Jesús partiendo de Abrahan y pasando por David. El último descendiente de David nombrado es "José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, el Cristo".

El acuerdo matrimonial se hacía un año antes de la boda y aunque los novios aún no vivían juntos, tenía validez legal parecida a la del matrimonio, es decir, que para romper el acuerdo matrimonial hacía falta un acto formal de repudio. Esto es lo que se dispone a hacer José cuando se da cuenta de que su prometida está embarazada.

De José sólo se dice "que era un hombre justo", un término de profundo significado en el Antiguo Testamento y que recuperaremos como eje central de las Bienaventuranzas. Como en el Antiguo Testamento, el "sueño" es a menudo un medio a través del cual Dios se manifiesta. El "ángel", por otro lado, también se presenta como un mensajero de Dios. El ángel se dirige a José con un título que sólo se dará a Jesús: "hijo de David", y le comunica que el hijo que espera María "viene del Espíritu Santo". Así queda claro que José no ha intervenido en la concepción del hijo de María. Más aún, José ni tan sólo podrá hacer lo que correspondía al padre: escoger el nombre del hijo.

"Jesús" quiere decir "el Señor salva". El nombre indica la misión del hijo de María: hacer patente la salvación de Dios; él mismo será la salvación.

Es típica de Mateo la indicación de que en Jesucristo se cumple plenamente lo que las Escrituras anunciaban. En este caso recuerda el anuncio hecho por Isaías al rey Acaz. Y el nombre que decía el profeta, "Emmanuel", será también definitorio de Jesús. Mateo concluirá su evangelio remitiendo a este texto inicial: Jesús "estará con nosotros cada día". José, "hombre justo", se fía de Dios y toma a María en su casa como esposa. A pesar de no serlo físicamente, ejercerá de padre de Jesús.

JOSEP M. GRANE
MISA DOMINICAL 1992/16