COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
St 5, 7-10

 

1.

¿Se acabarán los males? En tiempos de Santiago no parecían las cosas tan claras. ¿Dios ha venido? Pues no se nota demasiado.

El apóstol nos responde: Dios ha venido, pero tiene que volver. La primera venida fue en debilidad, la segunda será en poder y gloria, y no tardará. Necesitáis mucha paciencia. No os pongáis nerviosos. Paciencia. Lo repite cuatro veces. Para todo se necesita paciencia. ¿O es que el labrador tira de las plantas para que crezcan más deprisa? ¿Y no hubo que esperar largos siglos para la primera venida del Señor? Y el Señor ¿no fue paciente? ¿A quiénes podemos poner hoy por ejemplo de paciencia? También los hay, pero la verdad es que vivimos en un tiempo dominado por las prisas y el nerviosismo.

CARITAS
LA MANO AMIGA DE DIOS
ADVIENTO Y NAVIDAD 1989.Págs. 55


2.

En los primeros tiempos del cristianismo, los primerísimos por mejor decir, existía el convencimiento de que el Señor Jesús había de volver rápidamente para instaurar pública y gloriosamente su Reino, ya comenzado en su primera venida, pero todavía germinalmente en muchos aspectos. Eso es lo que suele llamarse espera de la parusía inminente y que ha sido mencionado en muchos momentos de nuestras exégesis para comprender el contexto en que se mueven.

En la Carta de Santiago, encaminada toda ella a exhortar a conductas éticas, no podía faltar esta motivación. Está en la línea del "vigilad porque no sabéis el día ni la hora". El corto tiempo que nos separa del final definitivo y glorioso, no triste, es una razón para aprovechar el tiempo, a fin de que uno no tenga la impresión de haberlo perdido cuando las cosas ya no tengan remedio.

Lo mismo sirve para soportar las penalidades (vv. 9-10). Total es poco el tiempo en que uno ha de sufrir.

Hoy día -y ya desde la segunda y tercera generación cristiana-, no creemos que el Señor vaya a venir tan a las inmediatas. Al menos de la forma en que ellos imaginaban. ¿Ha perdido entonces esa motivación, su fuerza? La respuesta es que no del todo.

Por una parte el Señor está llegando continuamente. Por eso se pone esta perícopa en Adviento. Nos estamos encontrando cada vez más con Cristo en cada circunstancia de la vida. Y es lógico que vivamos conforme a lo que somos ya, hijos de Dios, para que esos encuentros sean coherentes con nuestro ser que, por otro lado, es el mismo del propio Señor, pues El nos lo ha comunicado. El Señor llega. No sólo litúrgicamente o simbólicamente. Mejor dicho, la liturgia es símbolo de la llegada continua de Cristo a nuestras vidas. De ahí que debamos vivir según El.

Por otro lado la muerte de cada uno es la llegada definitiva del Señor. O de nosotros a El. Es lo mismo. Y eso no sabemos cuándo sucede. Hoy día tampoco hablamos mucho de ello. El pasado abusó del tema y la reacción ha sido en sentido contrario. Por eso no quita que siga siendo real. Y nos encontraremos con el Señor en cualquier momento. Vivamos también conforme a esa esperanza. No temor, sino deseo de encuentro anticipado en nuestra conducta concreta.

F. PASTOR
DABAR 1989/03


3.

Este pasaje se sitúa en la parte última de la carta de Santiago sobre un horizonte escatológico. El autor se dirige de nuevo a los cristianos para exhortar a la paciencia (vv. 7-11) y a la oración (vv. 13-18), binomio tradicional en la parénesis cristiana (cf 1 Tes 5, 1-11. 17-18; Mt 26, 41). La paciencia como capacidad de encajar la prueba y como firmeza de corazón en la actitud que conviene a este tiempo de anterioridad a la Parusía. La paciencia es saber situarse desde la fe en el mundo en que a uno le ha tocado vivir. Desear otra serie de situaciones inexistentes, de uno a otro signo, es vivir una vida cristiana irreal. Contrariamente al uso paulino (cf 1 Cor 15, 23; 1, Tes 2, 19; 2 Tes 2, 1.8), aquí la parusía es más la de Dios que la de Cristo. Santiago está en este punto más próximo a la mentalidad judía. Este horizonte escatológico se evoca en la carta bajo varias formas (los últimos días 5, 3; la salvación 1, 21; 2, 14; la corona de la vida 1, 12; el Reino 2, 5; el juicio 2, 12-13; la gehena 3, 6). La carta está escrita en un momento o en un medio donde el problema del retraso de la parusía no es algo acuciante.

Esta pequeña parábola ya había sido empleada por Mc 4, 26-28 en parecido contexto. Es una ilustración proverbial de la paciencia que es preciso tener a la hora de esperar el advenimiento de Jesús. Es la llamada a una gran confianza a pesar de todos los obstáculos. Toda espera exige una gran dosis de confianza en la persona a la que se espera.

Es una tradición judía el recurrir a los profetas para ilustrar una actitud del presente (cf Mt 5,12; 23, 29-31; Hech 7, 52; Rm 11, 3; 1 Tes 2, 15; Hb 11, 36-38). De hecho es algo más que un mero recurso literario. Los profetas son para la espiritualidad judía hombres de auténtica esperanza (Isaías, Ezequiel, Jeremías) a pesar de la difícil situación ambiental. Del mismo modo el creyente de hoy encuentra gente probada en el sufrimiento y la paciencia y que, a pesar de los pesares, sigue un camino de construcción de la humanidad donde la fe sea el componente esencial. A nosotros nos toca descubrirlos e imitarlos.

EUCARISTÍA 1977/59


4. PACIENCIA

El autor de la carta de Santiago escribe a una comunidad de tipo palestinense que ha de afrontar momentos difíciles a causa de su fe. Actualiza en una forma nueva el sermón del monte pidiendo que la fe se viva en concreto, cada día, y que la vida se encamine hacia la escatología. La intención del autor es que los lectores vivan un cristianismo de hecho, práctico, operante.

La tres ideas que dan unidad a la carta son: el cristianismo operante, la religión de la pobreza y la orientación escatológica.

El tema de la lectura de hoy es la paciencia. Se estructura a base de tres imperativos: Tened paciencia, no os quejéis, manteneos firmes. El cristiano ha asumido el compromiso de trabajar para que las realidades temporales maduren. Como el labrador espera seguro de que el Señor realizará la obra. La venida del Señor es segura.

La motivación última de su paciencia es la "religión de la pobreza". Así en el Salmo 37, 34 se dice: "espera en el Señor"... y en el salmo 27, 14 y en el 31, 25 el justo presenta a Dios su situación...

La vida de comunidad da ocasión a la paciencia, pero no os quejéis unos de otros. Juzgar pertenece al Señor, en la parusía. Un estímulo para esta actitud cristiana es el ejemplo de los profetas que sufrieron y se mantuvieron firmes porque hablaban en nombre de Dios, creían en la fidelidad de Dios y proclamaban su voluntad. No cita ejemplos concretos. Los lectores conocían las listas de los héroes bíblicos que corrían en aquellos tiempos (cfr. Mc 12, 1-8; Mt 23, 29ss; Hb 11, 36ss).

Dos grandes temas dominan esta perícopa: la paciencia y la parusía. Estos dos temas se condicionan mutuamente. La paciencia viene motivada por la parusía y la esperanza de la parusía pide la paciencia. El ejemplo perfecto, de esta actitud de espera, es Cristo como modelo de la paciencia de Dios con los hombres. Abrirse al prójimo exige paciencia y disponibilidad para la maduración de las relaciones.

P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1986/23

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