34 HOMILÍAS PARA EL DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO - CICLO B
8-14

8. EVANGELIO/SIGNIFICA

"El hecho Jesús" es evangelio para nosotros El segundo evangelio se abre con una frase que le sirve de título: "Comienza el evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios".

La primera palabra -"comienza"- está llena de resonancias bíblicas, aunque siempre tengamos la tentación de pasarla por alto. No se trata únicamente del comienzo del libro, sino del comienzo de una historia nueva: la del evangelio de Jesús, rey mesiánico, iniciador del reino de Dios; el comienzo de la historia del Espíritu .

El evangelio tuvo un comienzo, recorrió el camino de la semilla que se convierte en árbol. El reino de Dios no se estableció de golpe; el Mesías no se presentó como un relámpago que de repente lo transforma todo. Hemos de hablar de un comienzo, de una presencia humilde, de un desarrollo que sólo al final aparecerá en toda su plenitud.

Pero eso no es todo. La palabra comienzo no dice referencia solamente al futuro; dice también referencia al pasado e indica ruptura con el mismo. Marcos sabe que comienza algo nuevo respecto del Antiguo Testamento y respecto a la historia y esperanzas de los hombres. La alegre noticia de Jesús no brota de la historia ni se explica sólo por ella, como si fuera el resultado lógico de su desarrollo; Jesús es la irrupción en el mundo de la novedad de Dios. Es una noticia esperada, deseada, pero al mismo tiempo inesperada y sorprendente.

La palabra "evangelio" se usaba para indicar la noticia de una victoria llevada a cabo por el emperador. Este lo reunía todo en su persona, era algo divino y extendía su poder sobre hombres y animales. Cuando el autor emplea esta palabra está diciendo algo muy concreto para aquellos lectores de Roma y alrededores: está presentando a Jesús al mismo nivel que el emperador y atribuyéndole los mismos honores. Si Jesús tiene "su evangelio", quiere decir que es una encarnación de Dios, que lleva consigo la salvación del mundo y que ofrece a los hombres la superación de sus penas y el itinerario válido para el Reino.

Cuando Marcos escribe su obra, la palabra evangelio no indicaba sólo el anuncio del Reino hecho por Jesús; señalaba más ampliamente el anuncio de Jesús repetido por la Iglesia, actualizado y difundido por el imperio romano a través de la predicación. El término tenía, por tanto, una dimensión eclesial y misionera.

A través de la reflexión de las comunidades, el término evangelio se había ido concretando y profundizando: no indicaba solamente el anuncio hecho por Jesús, sino "el hecho Jesús". Se había comprendido que la alegre noticia era el mismo Jesús.

Por esta razón, la Iglesia no se limita a repetir su predicación: hace de su persona e historia el objeto del propio anuncio. El evangelista sabe que, para conocer a fondo el evangelio, es necesario volver a sus fuentes, a su origen, captarlo en su momento inicial. La predicación tiene que recurrir constantemente a la historia de Jesús de Nazaret; la Iglesia tiene que meditar siempre sobre El para comprenderle y comprenderse a sí misma; sobre El tenemos que modelar nuestra existencia cristiana día a día. Porque El, y sólo El, es el cristianismo.

El evangelio, la alegre noticia que nos llena de gozo y de esperanza, es Jesús, su persona, su historia, su predicación. Podemos traducir: comienzo de la alegre noticia que consiste en el hecho de que Jesús de Nazaret es el Mesías, el Hijo de Dios, la plenitud humana.

Todo el evangelio de Marcos se va a dedicar a mostrarnos pacientemente que Jesús es el "Hijo de Dios"; a hacernos comprender a qué precio podemos adherirnos a esta fe; a revelarnos los cambios que hemos de introducir en nuestras vidas por el hecho de aceptar la fe en Jesucristo, Hijo de Dios.

Jesús es el Hijo de un Dios que ama al hombre entero -cuerpo y espíritu- y que se revela en el amor.

Marcos no se limita a presentarnos a Jesús como Hijo de Dios. Quiere demostrarnos que el hecho de que Jesús sea Hijo de Dios es evangelio para nosotros; es una buena noticia esperada y sorprendente a la vez. Jesús no es un Hijo de Dios para El, sino para nosotros. En el hecho de que Jesús sea el Hijo de Dios está encerrada nuestra liberación y esperanza.

En definitiva, la alegre noticia consiste precisamente en la continuidad entre Jesús de Nazaret y el Señor resucitado: lo sucedido en El nos sucederá a todos los hombres. Si el Hijo de Dios se hubiera manifestado en las formas espléndidas del emperador, no habría sido una alegre noticia: no habría sido ninguna novedad, ninguna liberación ni esperanza. Y si la historia de Jesús se hubiera acabado en la cruz, tampoco habría sido una alegre noticia: habría sido una prueba más de que el amor siempre es derrotado, que la esperanza de los humildes y de los pobres es inútil. La alegre noticia -evangelio- está en el hecho de que Jesús de Nazaret, el crucificado, ha resucitado (Mc 16,6), es el Hijo de Dios, es el Señor.

Es necesario mantener siempre unidos estos dos aspectos de Jesús: hombre y Dios, crucificado y resucitado, Jesús de Nazaret y Señor. En esta unión es donde está la Buena Noticia.

FRANCISCO BARTOLOME GONZALEZ
ACERCAMIENTO A JESUS DE NAZARET - 1
PAULINAS/MADRID 1985.Pág. 153-155


9.

¿ES POSIBLE LA ESPERANZA?

"Preparadle el camino al Señor".

Cuando un hombre contemporáneo se detiene a mirar con cierta lucidez este mundo donde crece la inseguridad, la incertidumbre y la angustia, no puede sentirse optimista. Los optimismos han ido desapareciendo estos últimos años. Son muchos los pensadores de la postmodernidad que llegan a la conclusión de que «no hay razón para la esperanza».

La historia contemporánea aparece atrapada en una especie de "destino fatal". Queremos cambiar muchas cosas, pero crece el sentimiento de que, en realidad, apenas puede cambiarse nada.

¿Se puede ser hombre de esperanza en un mundo donde lo más «razonable» y normal empieza a ser la desesperanza y la resignación?

Antes que nada, digamos que la esperanza cristiana no es un «optimismo barato» ni la búsqueda de un consuelo ingenuo, sino todo un estilo de enfrentarse a la vida desde la confianza radical en un Dios «Padre de todos, que está sobre todos, entre todos y en todos» (Ef 4, 6).

No es cuestión de ser optimistas o pesimistas. La esperanza es otra cosa. El creyente experimenta la vida como algo que está en marcha hacia su plenitud. La vida está siendo trabajada por la fuerza salvadora de Dios.

En el interior del hombre de esperanza crece una convicción: Dios está viniendo. Y cuando todas las esperanzas humanas parecen apagarse, el creyente sabe que Dios "sigue viniendo" en nuestros trabajos, sufrimientos, aspiraciones y luchas.

Por eso, el hombre de esperanza no se refugia cobardemente en el disfrute alocado del momento presente, ni busca consuelo en un mundo artificial y engañoso ni se hunde en un pesimismo destructor.

Sencillamente, "prepara el camino al Señor". Es decir, se niega a entrar por caminos que no conducen a ninguna parte. Y se esfuerza por liberar todas las fuerzas que bloquean el crecimiento y el progreso de una vida auténticamente humana.

Cada día es una nueva ocasión y una nueva posibilidad para hacer crecer entre nosotros el reino de Dios. En cada una de nuestras actuaciones por pequeña que sea, estamos engendrando o abortando esa nueva sociedad.

Cristianos, «profesionales de la esperanza» que repetimos palabras y ritos sin abrir entre nosotros nuevos caminos a un Dios Salvador, ¿por qué nos dejamos desalentar por «las malas experiencias de superficie» sin enraizar nuestra vida en un Dios que sigue vivo y activo en medio de nosotros?

JOSE ANTONIO PAGOLA
BUENAS NOTICIAS
NAVARRA 1985.Pág. 135 s.


10.

Nos seguimos preparando para el encuentro con Jesús que viene.

Pero en su camino puede haber obstáculos todo aquello que impide a los hombres escuchar y aceptar su mensaje todo lo que les impide comprender que en la construcción de un mundo de hermanos se encuentra la única felicidad verdadera. Por tanto removamos esos obstáculos, preparémosle el camino.

ASÍ EMPEZÓ TODO

"Orígenes de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios".

Marcos vive en una comunidad cristiana, en un grupo de personas que están intentando poner en práctica el mensaje de Jesús de Nazaret. Ellos están experimentando un cambio profundísimo en su modo de vivir; para ellos, la experiencia que están atravesando constituye una inagotable fuente de alegría y de felicidad. El mensaje de Jesús ha sido, en verdad, buena noticia, la Buena Noticia; se sienten hijos de Dios y viven como hermanos de todos los que han querido adoptar este modo de vida; entre ellos no hay nadie que pase necesidad, porque todos han renunciado a hacerse ricos y lo que cada uno tiene lo comparte con todo el grupo; nadie está solo porque entre ellos todos son solidarios y sienten que en su solidaridad actúa la misericordia del Padre. El mundo se ha convertido ya allí, en ellos, en un mundo de hermanos... Pero esta transformación no ha sobrevenido de repente, sino como consecuencia de un proceso que, aunque pudiera estar avanzado, ha sido largo y aún no está terminado. Y Marcos quiere dejar escrito el testimonio de lo que dio origen a ese cambio tan profundo que se ha producido en la vida de los miembros del grupo.

Así empezó todo, dice Marcos. Estos son los orígenes de esa nueva realidad que se vive entre los grupos cristianos.

Porque, a la vista del estilo de vida de los seguidores de Jesús habrá quienes decidan adoptar ese modo de vivir e incorporarse al grupo: para ellos, para todos los que puedan sentirse atraídos por el mensaje de Jesús de Nazaret, escribe Marcos su evangelio, desde el principio. Para que todos sean conscientes de los hechos que dieron origen a lo que ahora viven y, probablemente, para que nadie intente llegar al final sin empezar por el principio.

DESDE EL DESIERTO

"Como está escrito en el profeta Isaías: «Mira: envío mi mensajero delante de ti; él preparará tu camino.» «Una voz grita desde el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos», se presentó Juan Bautista en el desierto proclamando un bautismo en señal de enmienda para el perdón de los pecados".

Juan Bautista, que tiene como misión preparar a los hombres para recibir al Mesías y escuchar su mensaje, se marcha fuera, se margina él mismo de la sociedad y proclama su mensaje desde un lugar despoblado.

Era la de entonces -como la de ahora- una sociedad injusta y opresora; por eso Juan empieza su tarea invitando a la gente a salir de aquel ambiente de pecado y a volver al desierto, el lugar que representa, según los testimonios del Antiguo Testamento, la época en la que las relaciones del pueblo con Dios fueron mejores (Sal 114,1), el tiempo en el que la experiencia de la liberación de la esclavitud, sentida como manifestación del amor eterno de Dios hacia su pueblo (Jr 31,3; Is 63,7-9; Sal 98,3; 107,1-8; 136,10-24), estaba todavía a flor de piel; en correspondencia a esa muestra de amor Israel se comprometió a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, evitando que entre ellos se reprodujeran las estructuras de esclavitud que habían tenido que soportar en la tierra de Egipto (Ex 19,8).

Desde otro desierto, figura del primero, Juan empieza a proclamar su pregón. Este consiste en una invitación: enmendaos, corregid vuestro modo de vivir, abandonad vuestra vida de pecado.

EL ARREPENTIMIENTO Y EL PERDÓN

"Y fue saliendo hacia él todo el país judío y todos los habitantes de Jerusalén, y él los bautizaba en el río Jordán a medida que confesaban sus pecados".

En el modo de expresarse de los antiguos profetas (con quienes se muestra identificado Juan Bautista), pecado era todo aquello que hacía volver a la sociedad a la situación de Egipto, olvidándose del Dios que los liberó de la esclavitud y destruyendo la libertad y la dignidad de los que por Dios fueron liberados. Pecado era la injusticia y la explotación del hombre por el hombre, expresión y consecuencia de toda idolatría (Is 1,10-31; 59,9-15; Am 5,7-12).

El Bautista, para preparar el camino al Señor, a Dios, que viene en Jesús Mesías, Hijo de Dios, propone a los que salen de la sociedad injusta _"y fue saliendo hacia él todo el país judío y todos los habitantes de Jerusalén"- que rompan con la injusticia y que adopten un modo de vivir de acuerdo con la voluntad del Dios liberador, expresando esa decisión en un bautismo: «y él los bautizaba en el río Jordán a medida que confesaban sus pecados». Así empezó todo. Este es el principio de los orígenes Y así debería empezar el camino de cada hombre hacia la fe.

Sin embargo, ¿es posible descubrir en todos los que nos llamamos cristianos a personas que han roto con la injusticia, con la explotación del hombre por el hombre, con la violación de los derechos y de la dignidad de la persona...? Y esto es sólo el principio.

En los últimos tiempos se habla mucho de la necesidad de renovación dentro de la Iglesia. He aquí un camino: acabemos con cualquier tipo de complicidad con este mundo injusto y preparemos así el camino a Jesús, que llega.

RAFAEL J. GARCIA AVILES
LLAMADOS A SER LIBRES. CICLO B
EDIC. EL ALMENDRO/MADRID 1990.Págs. 21-24


11.

CONSOLAD A MI PUEBLO

No nos gusta a los cristianos esta tierra. Hay en ella muchas injusticias y demasiado dolor; muchas zancadillas y mucha guerra. Los hombres, hechos para ser hermanos, nos miramos con recelo. El miedo nos oscurece la alegría de vivir. Por eso los cristianos, "confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia".

¿Y Dios? ¿Qué hace mientras tanto? Nos preocupa su calma, ese quedarse callado, como indiferente. Nosotros lo haríamos quizá de otra manera: arrancaríamos ya la cizaña para que no estropee el trigo; o mandaríamos bajar fuego del cielo sobre mucha gente; o echaríamos manos de la espada... Pero Él no. Él parece que tiene otro ritmo, otra manera de ver las cosas. ¿Por qué se calla? ¿Por qué va tan despacio?

"El Señor no tardará en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan". Esto ya es algo. Una manera de decirnos que Él sabe lo que hace. Que Él sigue amando por encima de todo. Que El sigue dispuesto a salvar, por más obstáculos que se empeñe en amontonar nuestra ceguera.

Pero esa salvación nos queda lejos. Ya es algo saber que Él está ahí, por dormido que parezca. Ya es algo saber que esto no va a quedar así; que algún día, pasado el tiempo, Él volverá a poner todas las cosas en su sitio. Pero, ¿y mientras tanto?

"Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios".

*Decidle, de mi parte, que yo no quiero, que yo no puedo querer tanto sufrimiento de la mayoría de mis hijos, producido por el egoísmo de unos pocos. Y que si alguien se atreve a decir que eso es voluntad mía, miente.

*Decidle, de mi parte, que el "cielo nuevo" y la "tierra nueva" deben empezar ahí. ("Esperad y apresurad la venida del Señor"). Que los que vayan creyendo en mí, deberán de ser levadura, con su vida diferente, de ese mundo mejor que un día llegará, y que Yo quiero para todos.

*Decidle, de mi parte, que la voz de mi pregonero Juan en el desierto ("preparadle el camino al Señor, allanadle los senderos"), debe continuar resonando. Que hacen falta profetas que sigan gritando mi Palabra y que sean, al mismo tiempo, "voz de los que no tienen voz": de los más pobres. Que Yo estaré con ellos...

Seguimos caminando, "adviento" arriba. Enderezando lo torcido, igualando lo escabroso. Preparando, con nuestras vidas, la venida del Señor.

El que vino. El que viene. El que vendrá.

JORGE GUILLEN GARCIA
AL HILO DE LA PALABRA
Comentario a las lecturas de domingos y fiestas, ciclo B
GRANADA 1993.Pág. 12 s.


12.

LA TARDANZA DE DIOS

Animados por tanto anuncio y tanta promesa del Señor, un día nos echamos a la calle y nos pusimos a andar el difícil camino de la esperanza. Descontentos con este cielo y esta tierra, empezamos a soñar con "un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia". Comenzamos a luchar para construir entre todos, ya desde aquí, el Reino de Dios. No era fácil la tarea. Había que remar siempre contra corriente, no plegarnos a los halagos ni a las amenazas de los que deseaban que todo siguiese igual, para seguir ellos encima. Había que mantener alta también la guardia contra los enemigos de dentro: la comodidad, la envidia, el cansancio. Pero era hermosa esa lucha, codo con codo, todos hermanos en el ideal, con la confianza puesta en el Señor que vendría.

Pero el Señor tardaba. La noche se hacía demasiado larga y ni un asomo, siquiera tenue, de amanecer. Los brazos cada vez más pesados, los labios pesados y resecos, el corazón pesado, reseco y cercano al desaliento. Mientras, la orgía de los satisfechos, el jolgorio de los poderosos y de los cínicos, seguían resonando a tope. También el llanto de los pobres se había convertido en grito: ¿Por qué tardas tanto, Señor? También nuestra oración se iba haciendo lamento: ¿Dónde está la fuerza de tu brazo, ese cielo nuevo y esa tierra nueva que nos prometiste? Hasta que un día se presentó, de golpe, la sacudida de la duda: ¿Será todo mentira? ¿Estaremos luchando estúpidamente por una meta inalcanzable?

"Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios".

Decidle de mi parte que alce los ojos y mire más lejos. Que levante el vuelo, y trate de ver la vida desde más alto: así lo verá todo desde una mirada más parecida a la mía.

Decidle que mi tiempo es mucho más largo, más ancho, y muy de otra manera que el vuestro: para mí, "un día es como mil años, y mil años como un día". ¿Cómo pretendéis juzgarme con vuestras cortas medidas, meterme en vuestras bullas?

Decid a mi pueblo que no se desanime. Que siga cambiando sus estrechos y tortuosos caminos por calzadas llanas y directas, por las que pueda caber el ancho de mi justicia. Que quite todo lo que pueda frenar la llegada de mi esperanza, el avance de mi buena noticia. Que vista de limpio su corazón, porque pienso llegar hasta lo más hondo, hasta lo más escondido. Que se convierta. ¿Cómo voy a entrar si no me abren la puerta?

Decid a mi pueblo que no tardo: que ya estoy ahí, dentro de cada uno de ellos, haciendo posible cada paso que dan, dando fuerza a cada impulso, profundidad y eficacia a cada una de sus tareas. Si no me ven, eso ya es otra cosa: es problema de sus ojos. Si no comprenden mi ritmo, es señal de que no han aceptado que yo soy el Señor, y quieren contagiarme sus prisas en lugar de dejarse conducir por mí, que llevo todos los hilos de la historia.

Decid, sobre todo, a mi pueblo que yo puedo tener razones para tardar que ellos no comprenden, porque no aman lo bastante. Decidle que me duele cada uno de los hombres que he creado; que me duele tanto, que por cada uno de ellos estoy dispuesto a llegar hasta donde haya que llegar, a hacer lo que haya que hacer, a dar mi vida. Decidles que, lo que ellos llaman "tardanza", yo lo llamo "paciencia": es que quiero que nadie perezca, sino que todos tengan vida.

Que alguien se lo diga a mi pueblo, para que no se le muera la esperanza.

JORGE GUILLEN GARCIA
AL HILO DE LA PALABRA
Comentario a las lecturas de domingos y fiestas, ciclo B
GRANADA 1993.Pág. 13 s.


13.

IDEAS PRINCIPALES PARA LA HOMILÍA

1. El Adviento es tiempo de preparación para la venida del Señor: "Preparadle el camino". Si el Señor quiere venir a nosotros, que no se lo impidan nuestra cerrazón, nuestra desconfianza, nuestros apegos, nuestros egoísmos. Para encontrarnos con Dios, él pone siempre la parte principal. Nosotros sólo tenemos que poner fe, acogida, docilidad.

2. "Consolad hablad al corazón". La palabra de Dios hoy toca unos registros entrañables. La palabra siempre es consoladora y confortante. La nuestra, tantas veces es dura, amenazadora, interesada. Si queremos servir de eco a la palabra de Dios, tenemos que aprender a hablar al corazón.

Y la palabra de Dios no sólo es doctrina sino acontecimiento. Hoy quiere consolarnos y confortarnos a todos, liberándonos de nuestras tristezas, miedos y preocupaciones. La palabra de Dios, si la escuchamos debidamente, siempre es eficaz. Escucha esta palabra que hoy se dirige a tu corazón.

CARITAS
UN AMOR ASI DE GRANDE
ADVIENTO Y NAVIDAD 1990.Págs. 58


14.

Frase evangélica: ««Él os bautizará con Espíritu Santo»

Tema de predicación: LA PREPARACION DEL SEÑOR

1. El evangelio de este domingo, con el que inicia Marcos su relato, dice así: «Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios». Es el título del primer evangelio. Con la palabra «comienzo» inician sus narraciones el Génesis y el Evangelio de Juan. El inicio es la buena noticia.

2. A pesar de que todos esperamos constantemente buenas noticias, con frecuencia lo que escuchamos, leemos y vemos son malas noticias. La buena noticia tiene relación con la vida, la salud, el bienestar, la felicidad...; la mala noticia, con todo lo contrario. Por una parte, hay personas capaces de infundir esperanza en los pobres, dar aliento a los abatidos, fomentar la paz en toda ocasión y suscitar bienestar en el pueblo; son profetas de la vida. Por otra, hay también personas, por desgracia, que provocan divisiones en la sociedad, cometen fraudes en la política y obtienen ganancias injustas con comercios ilegítimos; son agentes de muerte.

3. «Evangelio» equivale, precisamente, a buena noticia por excelencia, porque es noticia de victoria y liberación predicada por Jesús en relación con el reino de Dios, presencia de vida, justicia, verdad, libertad y amor. En realidad la noticia es Jesús mismo, que significa «Dios salva» o «Dios libera»; es Cristo, el Mesías, enviado por Dios para la liberación salvadora del mundo.

4. Juan Bautista prepara la llegada del Señor y del reino en la tradición del profetismo y con exigencias de conversión. Es modelo de compromiso cristiano. Nos invita a creer de verdad, a convertirnos, es decir, a transformar la mente, las ideas, las intenciones, la conciencia. Esto se traduce en un cambio de rumbo, de conducta; en la aceptación de una existencia cristiana en Cristo Jesús.

REFLEXIÓN CRISTIANA:

¿Nos dejamos interpelar los cristianos por la palabra de Dios?

¿Somos capaces de allanar socialmente los caminos del Señor?

CASIANO FLORISTAN
DE DOMINGO A DOMINGO
EL EVANGELIO EN LOS TRES CICLOS LITURGICOS
SAL TERRAE.SANTANDER 1993.Pág. 170 s.