Nómada de Dios en el silencio
Después del camino ya recorrido en nuestro peregrinar hacia las altas cumbres del Amor total, que deseábamos vivir a partir del lugar del corazón, ya podemos decir ahora que nos sentimos nómadas del Amor en el silencio. Sí, el nómada es un peregrino que camina porque sabe que no está en su "patria". Se sentirá nómada hasta que no llegue. Mientras tanto es sólo un humilde peregrino, con unas ansias irreprimibles en el corazón.
Salió de la humilde "patria" del propio corazón, la tierra profunda del alma. Y en el silencio y en la humildad va haciendo camino hacia la que él mismo ha escogido como su única "patria": el corazón de Dios. Y es nómada en el silencio. Todo en su alma es quietud, un algo que aletea, un Alguien que le atrae con fuerza, que le cubre con la sombra del Espíritu y se apodera de él.
Desearías que fuera una brisa que te abrazara, o un huracán que te arrebatara. Sabes que es Vida que te fecunda. Y sientes el atractivo irresistible del Amor.
Tu pregunta ansiosa es clara: ¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿A qué vienes?...
Sólo sabes que todo en tu alma es quietud y silencio. Es la verdad de la tierra pequeña, pero de horizontes inmensos, del lugar de tu corazón. Parece que no se mueve nada en la apacible calma de esa morada tuya, que has convertido en casa de Dios. Todo parece un rumor imperceptible de trascendencia e infinitud. Es Él..., sí, es Él, que en el hondón de tu ser te llama. Lo ves con claridad, aunque pueda parecer una penumbra transparente.
Siempre viene a ti como Luz, la Luz del Amor... Es un "toque" divino querencioso y suave. Sientes que Él no sólo te ama, sino que ha depositado en ti su amor..., y amas..., amas..., amas... Es la inefable noticia de que Él, que es la "patria", que te hace sentir nómada y peregrino, ya anuncia su cercanía, y experimentas su respirar sereno que acaricia tu piel.
¿Qué dices a mi alma? ¿Y qué toque me hiere? ¿Qué fuego me rodea? Si eres Tú, ¿por qué no quemas? Si me heriste, ¿por qué no acabas?...
Todo en mi alma es quietud, ansia de intimidad serena. Y sientes que debes exclamar: ¡Intimidad!, ¡ábreme tu secreto!... ¡Me pertenece!... Tu silencio te hace percibir ese algo que aletea, y a ese Alguien que te cubre y se apodera. Todo en tu alma es quietud. Es la espera. Es el Amor que te espera. Es tu corazón que lo espera. Esperar a quien amas es una hermosa manera de amar. Y más cuando sabes que, aunque no lo veas o no lo sientas, ¡está cerca!, ¡está en ti! ¡está dentro..., muy dentro..., en el lugar del corazón! Sí, es así de hermoso y sencillo, de transparente y claro.
Quizás en algún momento habrás podido pensar que tu seguimiento de Cristo es exigente, y lo es, pero es también tan hermoso que te hace vivir en una plenitud que no cambiarías por nada. Has de tener muy claro que ser nómada será para ti un compromiso de vivir en Él, y para el Amor, mientras vas sembrando en tu entorno semillas de amor y de verdad... ¡Semillas de vida!
El amor radical que te lleva a la cruz
"Si alguien quiere seguirme, dice Jesús, que se niegue a sí mismo, que cargue con la cruz de cada día y que me siga". (Mt 16,24)
Es evidente que en el seguimiento de Cristo, que te has propuesto vivir con amor y con ternura plenificantes, no te llevan a caer en negativismos innecesarios. ¡Bastantes sacrificios comporta la vida! Jesús habla de la "cruz de cada día".
Tampoco puedes dejarte llevar por pesimismos o por una visión excesivamente parcializante y "dolorista" de las cosas. El amor te llevará a vivir en la apertura y en la libertad de hijo, y también en la generosidad amorosa de tu entrega.
Pero es cierto que, si te has propuesto seguir a Jesús, se te pide una vida de negación de ti mismo, y una gran capacidad de amor alegre y desasido, para cargar la cruz: la tuya, la de los hermanos, y las que estés dispuesto a aceptar... ¡Hay tantas en la vida! San Juan de la Cruz dice que si quieres conseguirlo "todo" es necesario que aceptes pasar por el camino de la "nada". En tu vida de opción por Cristo, si quieres vivir plenamente en El, tendrás que aceptar muchos "no" que, a la hora de la verdad, compruebas que te ayudan a crecer.
Te quiero proponer una serie de ellos, para que después, cuando se presenten, reconozcas su rostro. Son los "no" que te ayudan a crecer
Aprende a decir siempre un "sí" generoso y decidido a todo lo que se te pida en nombre del Señor, o en nombre de tu servicio disponible a los hermanos, por el Evangelio, y en una donación plena. Y con la misma paz con la que tú has dicho siempre que "sí", acepta que cuando tú pidas algo, se te diga que "no"... ¡Tantas veces los "no" que te han dicho los hermanos, o la misma vida, te han ayudado a crecer!.
Di siempre que "no" a la precipitación, al activismo, a la superficialidad, al actuar a la "ligera". Por supuesto, di siempre que "no" a lo que sea un simple capricho tuyo, o un buscarte a ti mismo. Comprenderás que los "no" que sabes decirte a ti mismo también te ayudan a crecer. Y... estos "no", ¡son tan fáciles de olvidar!...
Acepta que no se te reconozca, ni se valore lo que haces. Acepta que los demás no siempre te comprendan en tu manera de ser o de actuar. Acepta que los otros no siempre vean las cosas como tú las ves. Ten paz cuando se te dice que "no" a algo que tú crees que es justo. Ya verás cómo un día el Señor te ayudará a comprender que estos "no" que has recibido, que te duelen, y que probablemente son injustos..., también te ayudaron a crecer en tu camino hacia Él.
Si quieres crecer en el seguimiento radical de Cristo reconoce que las cosas que te han hecho sufrir en determinado momento han sido los medios que Señor ha empleado para ir guiando tu vida hasta convertirla en una historia de amor y de fidelidad. Para comprender lo que quiero decirte sólo te hará falta recordar las rupturas que la vida te ha hecho vivir. Probablemente las habrás vivido con lágrimas en los ojos o en el alma... Después Él te hace entender que te han ayudado a crecer.
Por supuesto hay unos "no" que has de tener muy claros a la hora de decir o de decirte. Me explico: has de ser muy pronto a decir "no" a la murmuración, a la crítica, a los comentarios negativos, a las acusaciones y recusaciones, al ambiente negativo con el que a veces rodeamos a determinadas personas del entorno. Si eres claro en estos "no", comprenderás que ayudas a crecer a la comunidad, y también crecerás tú en amor. Y que María, la virgen del "sí"..., te ayude siempre a crecer en disponibilidad.
Piensa también que Él no quiere que le sigas por inercia, o porque ya estás en ello..., sino que espera que tú te comprometas a seguirlo de verdad con la radicalidad de toda una vida. Eres nómada de Dios, peregrino del Amor, en el silencio sencillo y escondido de quien ha encontrado el lugar del corazón.
Ama, déjate amar... Sigue a Jesús, pero síguelo hasta el final. No tengas miedo, abandónate. ¡Que el sí de tu amor sea un sí tan generoso como eficaz!
Liberado para amar y ser testigo del amor
Tu opción por Jesús te llevará a convertir tu vida en un anuncio esencial: el testimonio explícito del Señor Jesús. Quizás tú, después de tantos años de convivir con Él, tu Señor, puedes decir con toda la verdad de tu vida: "tengo sus ojos grabados en mi corazón", como afirmaba Juan de la Cruz. O, si lo prefieres, puedes escoger el decir del mismo santo carmelita, que habla: "de esa mirada, de estos ojos que tengo en mis entrañas dibujados". De hecho, este no es un ideal inalcanzable para ti, sobre todo si te atreves a soñar:
- "Sueño"
- Igual que un niño pequeño,
- balbuceando y a gatas,
- llegué a sentarme en TUS ALAS.
- ¡Ay! ¡Qué belleza de sueño!
Por ello, con la seguridad de vivir en un auténtico compromiso de fe y de entrega, pero con la serenidad que te da el vivirlo, consciente también de que no te está prohibido soñar, te voy a invitar a dar un paso más en tu camino de crecimiento en la experiencia oracional de Él, que estás viviendo desde la sencillez íntima y serena del lugar del corazón.
El objetivo de tu vida no es otro que configurarte con Cristo, reconociendo el bien supremo que es "conocerlo" y experimentar el poder de su resurrección en ti (Flp 3,10). Él es tu Señor. Por Él lo das todo..., por Él lo vives todo. Él ha resucitado y quiere vivir en ti. Quiere que tú seas testigo vivo de Él: ¡anuncio visual de su amor!... Si lo haces con fuerza contagiarás la plenitud de Él, en quien vives. Por eso siempre serás un nómada del Amor.
Configurarte con Cristo..., revestirte de Él (Rm 6,3), ser una sola cosa en Él y con Él..., vivir en Él..., ser testigo de su amor para con los hermanos..., éste es el plan de amor del Padre para ti. Podrás ser "anuncio" del Señor, por contagio.
El Espíritu Santo te irá conduciendo por los caminos de la vocación interior que el Padre pensó con amor para ti. El Espíritu te lleva a un conocimiento íntimo del Señor Jesús. Su mirada es invitación y gracia; sus ojos suplicantes expresión de un corazón decidido a hacer la voluntad del Padre; esa mirada y esos ojos que tú también podrás decir: "tengo en mis entrañas dibujados", serán para ti un atractivo fuerte e irresistible para entrar en el plan de Amor del Padre, configurándote con Él, tu Señor. Porque ya te recordé al comenzar que "no buscarías el rostro de Cristo en la oración, si no hubieras sentido ya su mirada posarse en ti".
Es la mirada de Cristo, fuego de Amor. Es la mirada del Señor que te invita a la entrega. Verás que el Espíritu Santo hace nacer en ti un amor de fuego. Un amor que tú pronto percibes que no es tuyo, que es más fuerte que tú, pero que te hace arder en un amor-nostalgia-deseo extraordinario de Cristo. Es el amor que te hizo convertir en peregrino de su Rostro con la convicción de que es tu única patria.
Vas descubriendo que tu vida sólo tiene sentido en Él y por Él. Él es todo en ti. Todo lo puedes en aquel que te conforta, en Él, que es tu fuerza y tu vida. Por Él te entregas cada día en un trabajo evangelizador abnegado, junto a la gente sencilla y pequeña, cerca de las personas olvidadas o solas, viviendo en gratuidad..., con la confianza del sembrador que echa la semilla en el surco, seguro de que tarde o temprano, a su tiempo, germinará.
Te das cuenta de que Él va tomando el protagonismo total en tu existencia. Él invade todo tu ser, alma y cuerpo. El va adueñándose de tu vida: todo va siendo de Él y como Él lo quiere de ti. Serán verdad en tu vida aquellas palabras que Catalina de Siena, recibe del Señor en sus Diálogos: "hazte tú capacidad, y yo seré un torrente de Amor en ti". Tú aceptas gozoso la transformación de tu vida en Él, cuando te dejas amar.
En algún momento incluso te concederá la gracia de percibir su presencia en la luz serena y en la paz del alma, en un encuentro sincero y claro de oración. Irás viviendo en un amor total a Él, cada vez más real, cada vez más comprometido y más concreto, porque lo vivirás en el camino de cada día.
Desearás orar, lo necesitarás, la oración será el alimento de tu vida, la respiración de tu alma, la inevitable fuente de paz y motivación última de tu entrega, porque la oración silenciosa te pone en contacto íntimo con El. Hambrearás la eucaristía porque es el sacramento de la Presencia y de la unión íntima con Él. Buscarás integrar la oración en tu vida, y la vida en tu oración. Vivirás la contemplación en la vida, y la vida que germinará en contemplación.
El silencio interior te unificará en el amor. Vivirás amando, desde el Señor..., siendo para todos un pan para compartir. Por Él, por su amor, serás capaz de todo, hasta el final..., hasta las cumbres del amor total.
Y todo ello plasmado en la sencillez de una vida, del cada día, vivida con ilusión. También con paz... La paz que te da el saber que tienes en tus manos la posibilidad de dar del amor que Él te da. En ocasiones será sólo un saber ceder, o callar "por el bien de la paz". ¡Hay tantas maneras de amar!...
Del "Tú y yo, una sola cosa, en el amor" al amor fraterno concreto
Un buen amigo sacerdote y poeta, expresaba con esta oración lo que él señalaba como el gran objetivo de su vida, que no era otro que el poder decir:
- "Señor, ya no soy yo, eres tú en mí.
- Tú y yo una sola cosa en el amor.
- Plenitud de fe y de vida, amor, comunión.
- No me pertenezco, tú en mí y yo en ti,
- fundidas tu vida y mi vida en el amor".
Pero comprenderás que todo esto no puede quedar en un "amor de sueño", y menos en un "amor de ensueño", sino en un amor hecho gesto visible y concreto. Por ello, y para no soñar, y "pisar tierra", te propongo que como compromiso de amor y como manera de plasmar tu fascinación en el amor por Cristo, ofrezcas a tus hermanos el don de estos pequeños gestos:
la disponibilidad para el servicio - la capacidad de escucha...
la paz al asumir conscientemente tus propios límites,
la serena y amorosa paciencia con los límites de los demás,
la capacidad de dar alegría,
el deseo concreto de compartir,
la bondad, la amabilidad, la serenidad, la dulzura, como gestos de amor,
el don gratuito y necesario del respeto del misterio del "otro",
la renuncia a contagiar tus posibles motivos de tristeza,
la renuncia al "no" como primera respuesta a lo que se te pide,
el vivir el optimismo para poderlo comunicar,
el vivir la esperanza de forma contagiosa,
el ofrecer al hermano la confianza en sus posibilidades,
la auténtica corrección fraterna,
la sinceridad que ayuda a crecer,
el renunciar a la vergüenza de dar, cuando es poco, lo que tienes
el valorar la sencillez y la importancia de lo que ya das en el "día a día",
la verdad, siempre la verdad, entre nosotros,
el suprimir el libro de "cuentas pendientes",
"la caridad... y la claridad", vividas como hermanas gemelas,
la humildad como "sacramento" de la verdad de tu vida,
la autenticidad, la sencillez, la transparencia,
la cercanía con el que sufre o lo pasa mal,
el arte de la palabra oportuna y alentadora,
el arte de decir la verdad sin "herir", y sin impertinencias,
el arte de aflojar tensiones,
la capacidad de no limitarte a dar "de" lo que tienes, sino a dar "lo" que tienes,
el don de ti mismo que haces en tu vida,
el deseo de colaborar siempre con alegría desasida,
la compasión y la misericordia tan sinceras que hablan de Él,
la magnanimidad, la comprensión, la cordialidad,
la fidelidad en el amor,
el respeto a la confidencia compartida y a lo vivido "en casa",
la cortesía y la educación como "gestos de caridad",
el tenerlo siempre presente a Él, y que ello te motive para el amor concreto,
el pequeño gran esfuerzo de la fidelidad del cada día,
el "arte" de sonreír siempre.
Y vívelo todo consciente de la verdad de las palabras de Casaldáliga:
- "Dos son los problemas, dos:
- los demás y yo.
- El difícil otro y el difícil yo,
- el duro nosotros de la comunicación".
Y no lo olvides: ¡nunca es tarde para volver a comenzar!
- "Es tarde, pero es nuestra hora.
- Es tarde, pero es todo el tiempo
- que tenemos en nuestras manos
- para construir el futuro.
- Es tarde, pero es un amanecer,
- si todavía estamos dispuestos a insistir"