Jaume Boada i Rafí O.P.

Ternura y compromiso

El amor fuerte como la muerte

 

Seguimiento de Cristo en el corazón del Evangelio

El encuentro con el lugar del propio corazón ha de ser para ti un objetivo, pero reconocerás que no es el final del camino. En la senda que has seguido para llegar a tu propio interior has podido experimentar a Jesús vivo y presente en ti. Has descubierto que tu "casa interior" es la morada de la Trinidad. El encuentro con tu vida "de dentro" te ha permitido descubrir un manantial de vida dentro de ti mismo que te conducirá al amor y a la entrega, en la fraternidad y en el compromiso, en la oración incesante del corazón y en la comunión solidaria con los hermanos.

Es "tu casa" en la que tú te revives y te renuevas. Es la "casa interior" en la que puedes renacer. En ella encuentras la armonía y la unificación interior que son imprescindibles para poder vivir y crecer, para poder ser tú mismo y poderte dar, para vivir en la autoestima y en la comunión con todos. En ésta "tu casa de dentro" has de encontrar un manantial de amor, hasta que llegas a reconocer que sólo es verdad en ti lo que realmente nace de dentro.

El encuentro con tu propio corazón te ha invitado a un cambio de mentalidad que podrías resumir en estas palabras: no es más feliz el que más tiene, sino el que tiene más capacidad de dar...

María te ha invitado a vivir en la ternura. Necesitas la experiencia de la ternura cuando la vida se te manifiesta con el rostro árido del desierto, o cuando vives la oración en el silencio de un Dios al que no ves, ni sientes..., ni siquiera intuyes. Sólo te queda una inmensa nostalgia de Él.

Es la ternura que necesitas cuando el entorno en el que te mueves tiene la dureza de la piedra o la oscuridad de la noche. Viviendo en esta situación, desde la ternura, experimentarás que es verdad aquello que dice Juan de la Cruz: "Donde no hay amor, pon amor, y nacerá amor".

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Pero todo esto se ha de manifestar en un compromiso de vida sincero, total y radical, con el que te propones seguir a Jesús hasta el final. Y esto supone en ti un auténtico cambio de mentalidad y de vida: una transformación del corazón.

Puedes reconocer que el "corazón" del Evangelio está en el Sermón del Monte, su alma en las bienaventuranzas..., pero todo deriva en un planteamiento de vida que te llevará al seguimiento de Jesús en manifestaciones bien concretas. Asúmelas. Guárdalas en tu corazón. Hazlas vida de tu vida. Verás que en ellas podrás encontrar una manera de seguir a Jesús "desde dentro", y te exigirá una tan humilde como sincera conversión de vida.

Dice Jesús en el Sermón del Monte:

"... pero yo os digo: No devolváis a nadie mal por mal. Si alguien te da en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Al que quiera ponerte un pleito para que le des tu vestido, dale también el manto. Si alguien te obliga a llevar una carga durante un kilómetro, acompáñale dos. Da a quien lo necesite..., y no te desentiendas del que te pide prestado ". (Mt 5,39,42)

Porque percibes en ti la fuerza de Cristo ya resucitado, y la impetuosidad del viento del Espíritu, experimentado en Pentecostés, alienta tu deseo. Porque has experimentado que el amor es fuerte como la muerte, si quieres vivir tu vida desde el corazón del Evangelio, si quieres abandonarte, siguiendo a Jesús hasta el final, te propongo que releas estas palabras del Señor, y otras semejantes, y te decidas a emprender este camino del corazón mínimo:

 

Propuestas de camino para la escala espiritual del "NO"

PRIMER PASO

SEGUNDO PASO

TERCER PASO

CUARTO PASO

QUINTO PASO

 

Palabras para el camino

Él ha hecho alianza contigo: es una alianza en el Amor fiel del Señor. La fidelidad del Señor te compromete a ser fiel tú.

Vive tu fidelidad siempre nueva: lo fiel tiene su fuerza en ser seno fecundo, esperanza humilde, intuición labrada en lo que va a venir.

No te obsesiones con tu fidelidad. Ábrete a la fidelidad de Dios. Cree en su fuerza, y, por amor, síguelo hasta el final. Aunque en ello te vaya la vida.

«Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere queda solo, sólo si muere da mucho fruto...» (Jn 12, 24)

«Sé fuerte y valiente, no temas, no te acobardes, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado..., ni te dejará, ni te abandonará»" (Dt 31, 6)

Te invito a decir la oración que San Francisco de Asís enseñaba a sus hermanos: "Te suplico, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de cuantas cosas hay bajo los cielos, a fin de que yo muera por amor del amor tuyo, como Tú te dignaste morir por amor del amor mío".