Jaume Boada i Rafí O.P.

Conocer a Jesucristo

 

El seguimiento de Cristo Jesús vivido desde el corazón

Si rememoras la experiencia interior que te llevó a la opción personal por Cristo Jesús y por el Reino, has de reconocer con claridad, que ha sido una experiencia de amor. Un amor único, irrepetible, que da un sentido nuevo a toda tu vida.

Es una experiencia fundante: con ella inicias una nueva manera de vivir un planteamiento completamente nuevo de tu existencia.

Es también una experiencia transformante: experimentas una transformación interior en toda tu vida. Pronto percibes que Él todo lo hace nuevo, porque en todo encuentras una nueva manifestación de su amor: ¡El amor de Jesús por ti supera tu propia capacidad de imaginarlo!

Sabes bien que no es sólo cuestión del pasado. Cuando lo revives, y en los momentos espiritualmente intensos, viene a ti como una nueva oleada de amor que te invade y te renueva. Te hace sentir que es posible el reencuentro con el "amor primero" del que el profeta Oseas dice que se revive en el desierto. Es el reencuentro con una experiencia del pasado que sigue siendo presente..., y te sigue dando vida. De hecho, tu alma, lo más profundo de tu ser, sigue vibrando por su amor.

Sólo por la posibilidad de volver a vivir la experiencia del amor primero, ya se justifican muchos de tus días de oración, silencio y desierto.

Tu corazón ha sido el gran protagonista. Has sentido, sientes, dentro, muy dentro de ti un don gratuito, sorprendente, quizás inesperado. De un modo completamente "natural" has experimentado que tu corazón vibraba por Jesús con un amor que te desbordaba..., y que aún te desborda.

Poco a poco, y de una manera imperceptible, has descubierto que Él ha ido tomando progresivamente posesión de tu pensamiento, de tu corazón y de tu vida. Literalmente sientes que "Alguien" te posee y te invade. Es una sensación gratificante y comprometedora que no has de buscar, y menos pretender provocar. Viene a ti cuando menos lo esperas. Te reconforta, y te dejas poseer e invadir. Te compromete.

Y cuando lo recuerdas deseas que esta experiencia se haga nuevamente realidad y esperas que el don gratuito del Espíritu lo haga posible. Porque te reconforta y te hacer renacer a la esperanza de un amor que transforme realmente tu vida. Has sentido que es la oración del Espíritu de Jesús la que, en realidad, se está viviendo dentro de ti.

Cuando vives en esta auténtica experiencia de amor puedes decir que todo te habla de Él y todo te sirve para hablar con Él. Surge espontáneamente en ti la oración más sencilla y entrañable que jamás se oyó: "¡Señor te quiero..., vida mía te amo!"

Y descubres que es muy fácil el dejarte llevar..., y dejar que el Espíritu lleve las riendas de tu alma, y ore en ti. En esta experiencia de Jesús renaces a la confianza del amor inicial que te llevó a "dejarlo todo" para seguirlo a Él.

Todo tu día es una oportunidad para vivir su Amor, o hacer lo que has de hacer por su Amor. Incluso llega un momento en que, gracias al don del Espíritu de Jesús, incluso cuando te despiertas por la noche, ya lo percibes despierto. Es el descubrimiento de que la oración, como experiencia de Jesús y del amor del Padre, lo ha invadido todo en tu vida, incluso el sueño.

En tu oración revives la gracia de encontrarte con Él, desde el silencio, en una súplica que haces sin palabras, en la que Jesús te muestra el rostro de amor del Padre. Puedes tener una consciencia tan clara de su presencia, que se sobrepone a la tuya. Es una presencia de amor que te lleva a amar, amar..., con un amor sin fin.

Al percibirla te es fácil perdonar y relativizar tantas cosas que habitualmente te pueden molestar. Tu vida se siente plenificada por Él. Y te preguntas: ¿Es posible vivirlo siempre?

No te cuesta, todo lo contrario, te parece un privilegio vivir la experiencia de la sencillez de la vida de María en Nazareth: vida de silencio y de ternura, vida escondida y anónima... Pero te sientes y te sabes en el privilegio de poder vivir en el Amor siempre.

Todo es sencillo y claro, muy de dentro, muy del corazón... Sí, es cierto, pero al mismo tiempo my tangible, muy transformante... y reconfortante. Cambia completamente toda tu vida. Como puedes estar viviéndolo ahora mismo.

Y por ello la insistencia en la pregunta: ¿Es posible vivirlo siempre?

Y yo digo: ¿Por qué no?... Más aún, creo que cuando por el don gratuito del Espíritu se te ha concedido vivir una intensa experiencia interior del Señor Jesús, en ese lugar íntimo e inviolable de tu corazón; cuando has experimentado que Él te ha marcado con el sello del Espíritu...; cuando en momentos especialmente duros de tu vida en los que te ha sido dado experimentar tu radical pobreza has sentido que Él te ama y te ama tal y como eres..., no a pesar de tus pobrezas..., sino que te ama con tus propias miserias...; cuando has sentido las palabras entrañables que Él ha pronunciado dentro de ti...; cuando lo has experimentado en los momentos especialmente duros de desierto en tu corazón y en tu vida...; cuando en momentos así has percibido que Él se te ha manifestado y te dice: ¡Sígueme! ¡Ven a mí ahora que estás cansado y agobiado y yo te aliviaré, porque mi yugo es suave y mi carga ligera!... ¡Se te perdonó todo porque no supiste amar aunque has buscado el amor con todo tu ser!... Y todo esto no lo has percibido de una manera superficial, sino muy de dentro, muy intensamente, muy claramente... Cuando has vivido algo de todo esto, descubres que la experiencia interior de Jesús ha marcado tu vida de tal manera que puedes llegar a pensar que ya no lo puedes perder ni te puedes perder.

Encontraste el tesoro escondido en el campo por el que vale la pena perderlo todo y abandonarlo todo. Y dices y exclamas con toda la fuerza de tus entrañas y desde el hondón más profundo de tu alma: "Sólo su amor me hace feliz".

Entonces vives disponible a reemprender tu vida con un vigor nuevo. Es la fuerza del amor.

Por ello descubres el atractivo especial que tiene el canto que vas repitiendo cada vez con más convicción, y con la seguridad de que es Él quien pronuncia estas palabras y quiere que las sientas con toda claridad:

"Ponme como sello sobre tu corazón

ponme como sello sobre tu frente:

El amor es fuerte como la muerte".

 

Reviviendo una historia de amor desde la Palabra

Cuando nos acercamos a los textos evangélicos, en los que se nos relata la llamada de Jesús a los que van a ser sus seguidores inmediatos, impresiona la claridad, la transparencia y también el entorno de misterio que se esconde detrás de una narración aparentemente tan llena de simplicidad. No hay diálogo previo, apenas una mirada. Y la respuesta es inmediata.

Llama la atención la sencillez y naturalidad con la que se vive y se describe todo. Muy pocas palabras, las imprescindibles, y la vida de unos humildes pescadores que cambia de una manera inmediata.

«Mientras caminaba junto al lago de Galilea, Jesús vio a dos hermanos, Simón, el llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que lanzaban las redes al agua. Eran pescadores. Jesús les dice: "Venid conmigo y os haré pescadores de hombres". Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron.

Un poco más allá vio a otros dos hermanos, Santiago hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca con Zebedeo, su padre, repasando las redes, y Jesús los llamó. Ellos dejaron inmediatamente la barca y a su padre y lo siguieron». (Mt 4, 18-22)

Ver también: Mc 1,16-20, 29; Lc 5,1-11; Jn 1,40 ss; 10,2; 16,17 ss.

Si cada uno de nosotros revive la historia de la propia llamada interior a seguir a Jesús, podrá decir que todo se pudo desarrollar con una simplicidad semejante. Quizás de una manera no tan rápida, ni tan breve en el tiempo. Quizás recordaremos momentos de incertidumbre e inseguridad. Probablemente vivimos un proceso más largo en el tiempo. Lo que sí es claro es que casi sin darte cuenta te viste comprometido por una llamada que cambiaba completamente tu vida.

Has ido tomando conciencia de ella a lo largo de los años y has visto claramente que el Señor quiere de ti una respuesta inmediata, incondicional, interior, e ilimitada. Y siempre de corazón.

Sé consciente también de que, tu opción por Jesús siempre implica una dimensión comunitaria y de Iglesia, no sólo podrás limitarte a dar tu respuesta personal sino que sentirás que tienes la exigencia de compartir tu respuesta con otros hermanos.

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Como "alma" y sentido profundo de todo, la experiencia de la vocación a seguir a Jesús implica todos estos elementos:

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En el conjunto de esta experiencia interior de Jesús y en el momento concreto de tu andadura, sólo quiero invitarte a revivir esta experiencia interior y a preguntarte: ¿Cómo vivo hoy mi experiencia de Jesús?.

Ora serenamente..., ora desde dentro de tu propio corazón..., ora en silencio..., ora desde la vida..., y que tu oración sea camino de conversión.