LA IGLESIA Y LOS POBRES
DOCUMENTO DE REFLEXIÓN DE LA
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL
(21 de febrero de 1994

2. LA INJUSTICIA, COMO CAUSA DE LA POBREZA

2.1. La injusticia, en el ámbito internacional
- La política financiera mundial
- La deuda internacional

2.2. La injusticia, en el ámbito nacional
- Mecanismos generadores de pobreza en el
- Estado Español
- El liberalismo económico
- Efectos de estos mecanismos generadores de injusticia

2.3. El egoísmo individual


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LA INJUSTICIA COMO CAUSA DE LA POBREZA

"No hay efecto sin causa", dice un antiguo adagio filosófico. Ante el panorama desolador de la pobreza en el mundo, debemos preguntarnos cuál es su causa. ¿Es fruto de circunstancias imponderables e incontrolables, como algunas catástrofes naturales para las que el hombre todavía no ha encontrado suficientes remedios? ¿O bien es efecto de la imprevisión, la impericia o la apatía de algunos pueblos de la tierra? ¿O más bien debemos culpar de la pobreza a ciertos mecanismos de la economía y el comercio internacionales, a estructuras injustas que "funcionan de modo casi automático, haciendo más rígidas las situaciones de riqueza de los unos y de pobreza de los otros"33 . Un enfrentamiento lúcido y eficaz contra la pobreza exige indagar cuáles son las causas y los mecanismos que la originan y de alguna manera la consolidan, hasta llegar a darle una permanencia histórica que parecen convertirla en una necesidad automática y fatal, contra la que sería inútil luchar. Vamos a tratar de conocer cuáles son esos mecanismos generadores de pobreza, dividiéndolos para nuestro intento en dos campos: en el ámbito internacional y en el ámbito nacional español, sin excluir tampoco el campo de la responsabilidad individual.

2.1. LA INJUSTICIA EN EL ÁMBITO INTERNACIONAL

29. La Sollicitudo Rei Socialis reconoce que "la responsabilidad de este empeoramiento tiene causas diversas. Hay que indicar las indudablemente graves omisiones por parte de las mismas naciones en vías de desarrollo, y especialmente por parte de los que detentan su poder económico y político"34 . Si queremos hacer una defensa lúcida de los pobres, buscando y promoviendo soluciones realistas y viables, no podemos caer en actitudes demagógicas y retóricas, fomentando el victimismo de los pueblos más débiles, ignorando sus posibilidades y sus responsabilidades pasadas y presentes, sin despertar la propia conciencia del potencial económico y humano que se encierra en todas las razas y culturas, colaborando pero nunca suplantando con un imperialismo de nuevo cuño el protagonismo de los pueblos ante la historia, especialmente mirando al futuro. "Pero tampoco podemos soslayar -sigue Juan Pablo II- la responsabilidad de las naciones desarrolladas, que no siempre, al menos en la debida medida, han sentido el deber de ayudar a aquellos países que se separan cada vez más del mundo del bienestar al que pertenecen". En efecto: si bien las injusticias flagrantes y generalizadas de la época del colonialismo han desaparecido en su mayor parte, no obstante "es necesario denunciar la existencia de unos mecanismos económicos, financieros y sociales" que "maniobrados por los países más desarrollados de modo directo o indirecto, favorecen a causa de su mismo funcionamiento los intereses de los que los maniobran, y que terminan por sofocar o condicionar las economías de los países menos desarrollados". E insiste poco después: "La Populorum Progressio preveía ya que con semejantes sistemas aumentaría la riqueza de los ricos, manteniéndose la miseria de los pobres (nº 33)"35 .

La política financiera mundial

30. Los resortes de las instituciones y estructuras del comercio internacional -principalmente, el FMI, el GATT y el BIRF- se encuentran en manos de los países desarrollados, y se mueven según su propia lógica y según sus propios intereses, que van en dirección opuesta al de los países pobres, con lo que año tras año se está consolidando y agrandando el abismo entre el Norte y el Sur. El comercio internacional e intercontinental, cada vez más interdependiente, está sometido a unos mecanismos financieros y tecnológicos que favorecen a los países y las empresas más poderosas, perjudican y condicionan a los más débiles, ocasionando un desequilibrio mundial entre el Norte y el Sur, entre los ricos y los pobres, o mejor dicho entre los opulentos y los hambrientos. Así, pues, el comercio internacional está desequilibrado por causa de la relación de intercambio entre las materias primas proporcionadas por el Tercer Mundo, con precios a bajo coste fijados por el Primer Mundo, mientras que aquéllos deben comprar a éstos a precios cada vez más altos los productos manufacturados que necesitan importar de los países industrializados.

La deuda internacional

31. Finalmente, como un efecto del desequilibrio económico internacional y, al mismo tiempo, como una nueva causa de depresión y de opresión del Tercer Mundo, citemos el fenómeno de la deuda internacional, "se trata de un fenómeno cuyas causas lejanas se remontan a los tiempos cuando las perspectivas generalizadas de crecimiento incitaban a los países en desarrollo a atraer capitales, y a los bancos comerciales a conceder créditos para financiar inversiones que, a veces, implicaban un gran riesgo. Como los precios de las materias primas eran favorables, la mayor parte de los países deudores seguía siendo solvente"36 . Sin embargo, después de las crisis deudoras de 1974 y 1979, con la caída de los precios de las materias primas procedentes del Tercer Mundo y el flujo de los petrodólares hacia los países desarrollados en búsqueda de inversiones estables y rentables, además del fracaso de proyectos de desarrollo demasiado ambiciosos, poco fundamentados y mal gestionados, todo ello ha llevado al endeudamiento generalizado y angustioso de los países en desarrollo. Simultáneamente, se producía un aumento de las tasas de interés del capital mundial, y los países industrializados adoptan medidas proteccionistas que disminuían las importaciones del Tercer Mundo. Desde comienzo de los años ochenta, la situación no ha hecho más que empeorar 37 . Las propuestas de solución de los organismos crediticios a los países deudores para renegociar nuevos créditos contribuyen con frecuencia a agravar la situación de los países pobres, aumentando el paro y reduciendo todavía más el bajo nivel de vida de dichas poblaciones. Como dice la Comisión Pontificia en el documento citado, "la acumulación de los términos de pago ha alcanzado tal nivel que muchos países ya no están en condiciones de cumplir sus contratos, y se ven obligados a solicitar nuevos préstamos, entrando así en un engranaje del que se ha vuelto muy difícil prever una salida. En efecto, los países deudores se encuentran en una especie de círculo vicioso: para poder reembolsar sus deudas, están condenados a transferir al exterior, en medida siempre creciente, los recursos que deberían estar disponibles para su consumo y sus inversiones internas, y, por lo tanto, para su desarrollo"38 . E insiste más adelante: "El servicio de la deuda no puede ser satisfecho sino al precio de una asfixia de la economía de un país. Ningún gobierno puede exigir moralmente de un pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad de la persona"39 .

32. La economía de los países subdesarrollados o en desarrollo está sometida, pues, a un dualismo estructural -subsistencia y exportación- que aumenta su vulnerabilidad y su dependencia del Primer Mundo. Por una parte, la agricultura y la industria han de atender a las necesidades básicas de subsistencia de una población cada vez mayor debido al alto índice de crecimiento demográfico. Por otro lado, debe responder a la urgencia de la exportación, a fin de satisfacer tanto el pago de los intereses como la amortización de la Deuda Externa, además de la importación de productos elaborados, siquiera los más indispensables. Se dan, además, dos circunstancias que consolidan y agravan esta situación. En primer lugar, la paulatina sustitución de materias primas naturales por otras sintéticas, por lo que el nivel de las exportaciones del Tercer Mundo decrece incesantemente. Por otra parte, el mercado mundial está en poder de unas pocas empresas de ámbito multinacional radicadas en los países ricos, las cuales controlan en la actualidad el 30% de su totalidad, y, teniendo en cuenta el ritmo de crecimiento de esta concentración de poder económico, se calcula que en el año 2.000 llegará a alcanzar hasta el 90% del volumen del mismo.

33. Las relaciones económicas de dichas empresas con los países pobres suelen estar lastradas por diversos condicionamientos que perjudican injustamente a esos países, como son los siguientes: Al incrementar los cultivos de explotación rápida y frecuentemente exhaustiva, dificultan, reducen u obstaculizan la producción de alimentos necesarios para el consumo de la población local. Esta forma de explotación provoca, además, el aumento de campesinos sin tierra, y, en muchos casos, la desertización de amplios territorios. No solamente los salarios que abonan estas empresas en los países en desarrollo son muy inferiores a los que pagarían en los países industrializados, sino que, además, disminuye progresivamente el número de puestos de trabajo, debido a las transferencias de tecnología, a la mecanización de las labores o al traslado de las empresas a países en los que la mano de obra es todavía más barata. Las inversiones de los países industrializados en el Tercer Mundo sólo suponen un 25% del total de las mismas, aún teniendo en cuenta que buena parte de ese 25% procede de capitales del propio país. Además, tras empujar a la quiebra a empresas locales por la presión de su poder comercial, las adquieren a bajo precio como filiales, favoreciéndose así la evasión de capitales a través del comercio intraempresarial, con el consiguiente aumento del déficit de la balanza de pagos de los países pobres. No solamente extienden éstos países su red comercial por medio de las multinacionales, sino que, además, por la presión de los medios de comunicación social y de la publicidad, contribuyen a alterar y distorsionar el modo de vivir de la población autóctona, que llega a asociar el consumo de productos innecesarios y extraños a su cultura o nocivos para la salud, con la modernidad, la cultura y el progreso.

2.2. LA INJUSTICIA EN EL ÁMBITO NACIONAL

34. La dependencia de la economía de los estados respecto a los condicionamientos de la economía internacional, inclusive en los países desarrollados e industrializados, y, más en concreto, la dependencia de la economía española es también claramente perceptible y constatable. Querer ignorarlo equivaldría a situarse al margen de la realidad, incapacitándonos para descubrir las verdaderas raíces de los problemas y de las posibles vías de solución. La inserción de España en la Comunidad Europea y en las leyes económicas vigentes en ella es un hecho con el que todo análisis lúcido y realista debe enfrentarse, y que la conciencia cristiana debe juzgar ética y proféticamente, dado que está generando muchas situaciones de pobreza, de marginación y de injusticia 40 .

35. Por otra parte, esta realidad no puede considerarse al margen de una circunstancia de graves consecuencias no sólo económicas, sino también éticas y morales, a las que la conciencia cristiana no puede permanecer ajena. Nos referimos al fracaso del llamado socialismo real en los países del Este europeo, y, más en particular, en la URSS. Es lo que hace preguntarse al Papa: "¿Se puede decir quizás que, después del fracaso del comunismo, el sistema vencedor sea el capitalismo, y que hacia él están dirigidos los esfuerzos de los países que tratan de reconstruir su economía y su sociedad? ¿Es quizás este el modelo que es necesario proponer a los países del Tercer Mundo, que buscan la vía del verdadero progreso económico y social?" La respuesta del Papa es clara y contundente: "Si por capitalismo se entiende un sistema en el cual la libertad en el ámbito económico no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces, la respuesta es absolutamente negativa"41 .

Mecanismos económicos generadores de pobreza en el Estado Español 36. Así pues, la economía española está dentro de un marco más amplio de relaciones políticas y económicas que la condicionan al sistema basado en la economía de mercado, la libre empresa y la competitividad. No puede, por tanto, sustraerse a las leyes y normas que dicha estructura le imponen necesariamente. Pero al mismo tiempo que es preciso reconocerlo con realismo, tampoco podemos cerrar los ojos ante las nuevas situaciones de pobreza que este sistema genera espontánea y necesariamente. La lógica económica del sistema capitalista no puede ser ni la única ni la última referencia que debe inspirar el funcionamiento económico, sino que debe someterse a las exigencias de una justicia social que esté al servicio del hombre y sus derechos fundamentales. Es necesario instaurar un orden de justicia social, a fin de que la lucha contra la pobreza no quede reducida a un mero alivio de los efectos generados por un sistema económico regido exclusivamente por la ley del libre mercado, puesto al servicio del aumento de beneficios económicos a cualquier precio. Un modelo liberal de economía, sin los debidos correctivos sociales que evitan las injusticias, no puede ser aprobado éticamente hablando.

37. Creemos que una manera de entender la pobreza en España y los mecanismos que la originan puede ser analizando la política económica actual, de adaptación al cambio y a la crisis por medio de una reestructuración del sistema económico. Y esto por una razón bien clara: la política económica actual, tanto en España como en el mundo occidental en general, es de ajuste, y sus efectos se explican dentro del marco de las relaciones de la economía internacional. Esta política económica de libre mercado total 42 , por medio de los mecanismos económicos, financieros y sociales que la sustentan, tiende a primar las leyes automáticas del mercado, el juego de la competencia, la economía de la oferta, el dominio del más fuerte y el desplazamiento y hundimiento de los más débiles 43. La pobreza y sus factores no se pueden comprender independientemente de esta estructura socioeconómica de referencia, a la que hay que añadir además la insolidaridad social y los individualismos egoístas, como diremos seguidamente.

El liberalismo económico

38. Este sistema económico se quiere encubrir con el manto de una expresión tan ambigua como es la del mercado libre, del respeto a la libre iniciativa y a la competitividad, cuando en realidad se trata de un sistema social de mentalidad predominantemente economicista y materialista, incapaz de fomentar relaciones solidarias y fraternales entre los seres humanos y con la naturaleza. Esta situación repercute gravemente en el fomento, mantenimiento y crecimiento de las desigualdades económicas, sociales, políticas y culturales, que a su vez inciden en la reproducción y estabilidad del sistema, a pesar de pequeñas correcciones aisladas y superficiales, debidas al cambio de correlación de las fuerzas sociales y económicas. De aquí procede el desarrollo de tendencias corporativistas que enfrentan a unos grupos de ciudadanos contra otros, envenenando los mejores esfuerzos de solidaridad, civismo y patriotismo que algunos promueven también. En esta sociedad, que se ha instalado tranquilamente en la injusticia, mientras una parte de la población vive en la mayor abundancia y el despilfarro, los sectores más desvalidos quedan sumergidos en la pobreza, la indigencia y la marginación, llegando a los casos más extremos cuando, además, se ven afectados por factores físicos -enfermedad, minusvalía o ancianidad-, sociológicos -éxodo rural, inmigración económica o política-, económicos -crisis laboral, desempleo y subempleo-, o inadaptación social -transhumancia, desarraigo, alcoholismo, drogadicción, etc.-. Para terminar este apartado y como resumen del mismo, queremos insistir de nuevo en que la raíz de la pobreza se encuentra en la misma entraña de un sistema socio-económico que, si no es debidamente corregido, está basado exclusivamente en la concepción utilitarista y meramente funcional del ser humano, en la filosofía de la desigualdad, en " los mecanismos perversos" de la ambición y del lucro desorbitados, y en la sed de poder a cualquier precio y de cualquier manera, con todas las funestas consecuencias que conlleva para los más débiles 44 .

Efectos de estos mecanismos generadores de injusticia

Se dice en los medios bursátiles que cuando la bolsa de Nueva York se constipa, la de Madrid coge la gripe o una neumonía. Pero luego, además, se convierte en epidemia que contagia a los inversores y a las empresas, y así sucesivamente, como en el efecto dominó, afecta a las familias y a los individuos, a su trabajo y a su propia vida de cada día.

39. Los efectos del sistema económico internacional, basado en el mercado libre y en la filosofía liberal, dentro de los cuales se mueve la economía y la política del Estado Español, se traducen innegablemente en ciertos beneficios para la sociedad española, como pueden ser una mayor abundancia de bienes de consumo, formas democráticas de gobierno y de representatividad popular, aumento general del nivel de vida, y modernización de la agricultura, la industria y el comercio.

40. Sin embargo, cuando no existe una Política Social adecuada y suficiente, también produce muchas y graves injusticias que no podemos silenciar y que debemos tratar de remediar a corto, medio y largo plazo, según los casos y las circunstancias. El cristiano y la Iglesia tenemos en ello una responsabilidad irrenunciable, aunque ello pueda ser difícil, laborioso, impopular y hasta comprometido en muchos casos. Así, aunque la introducción generalizada de nuevas tecnologías producen grandes beneficios a la sociedad, perfeccionando y abaratando los productos, generan también graves perjuicios sociales, al provocar drásticas reducciones de la plantilla de trabajadores, con despidos masivos y jubilaciones anticipadas. De esta manera, aumenta el número de parados con pocas o ningunas esperanzas de volver a incorporarse al trabajo, teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos se trata de obreros con cualificaciones que han quedado obsoletas y que difícilmente, por su edad y por su poca formación, podrán cualificarse para las nuevas especializaciones de la industria.

41. Las empresas multinacionales, además empujadas por el afán de lucro a cualquier precio y presionadas por la mutua competitividad, fomentan el trabajo precario que disminuye los gastos sociales, y presiona a los gobiernos de la Comunidad para que oriente en ese sentido la reglamentación laboral de los países componentes, con lo que está creciendo en España de manera alarmante y desproporcionada el índice de contratos laborales eventuales.

42. El paro forzoso es una de las lacras más graves de nuestra sociedad, ya que impide al hombre el derecho fundamental al trabajo, como desarrollo de su personalidad y como el medio normal de ganar lo necesario para vivir dignamente tanto él como su familia. Por lo mismo, es probablemente la causa más importante y decisiva en la génesis de la pobreza. Además, empuja a las personas en la pendiente resbaladiza de la angustia, la depresión, al alcoholismo, el juego, la droga, la prostitución, la delincuencia, la marginación y, en ocasiones, hasta el suicidio.

Un sistema económico que llega a convivir establemente y hasta transigir culpablemente con el cáncer del paro masivo y obligatorio, es un sistema gravemente enfermo que es necesario corregir y curar, buscando con empeño los remedios que sean necesarios.

2.3. EL EGOÍSMO INDIVIDUAL

43. Tampoco podemos engañarnos culpabilizando solamente a las estructuras económicas y políticas de todos los males de la sociedad, tranquilizando así nuestras conciencias, y esperando exclusivamente del cambio de la economía, de las finanzas o de la administración pública la solución de todos los problemas. En primer lugar, porque en esas estructuras operan e influyen personas individuales, con su propia responsabilidad, intransferible e insoslayable. Además, porque siempre habrá situaciones de desvalimiento, de soledad y desarraigo, que difícilmente podrán ser resueltas solamente por la acción protectora de las instituciones sociales. Ninguna reforma estructural ni ninguna reivindicación social podrán ofrecer amistad y compañía al que se siente solo y fracasado.

44. Frente a la amenaza de burocratización de las instituciones de carácter social, la masificación de la sociedad que tiende a despersonalizar al individuo, y la maquinaria del Estado moderno, omnipresente y omnipotente, pero frío e implacable como una inmensa computadora, es preciso dar la voz de alarma y despertar las conciencias en la búsqueda de un nuevo humanismo que humanice nuestro mundo deshumanizado. Porque nosotros mismos, todos y cada uno por nuestra cuenta, precisamos hacer un cambio, volvernos, "con-vertirnos" de nuestras actitudes de egoísmo y de insolidaridad, de las que entresacamos algunas manifestaciones:

Primera.- Con frecuencia, las nuevas generaciones estamos negando a los ancianos el afecto y el calor humano, la cercanía y la atención que tanto merecen y necesitan. Y todo ello simplemente porque nos resulta difícil o insoportable tener que estar pendientes de las atenciones que precisan, y que a nosotros nos quitan libertad para nuestros viajes de recreo, fiestas y diversiones.

Segunda.- No pocas veces discriminamos en nuestro interior a gentes venidas de fuera, especialmente si son pobres y de países pobres, como los norteafricanos o lo negros. Inclusive, en muchas ocasiones rehuimos su presencia, y hasta les rechazamos de diversas maneras.

Tercera.- No es raro entre nosotros encontrar la actitud cómoda de quienes se despreocupan de los problemas de la vida pública, olvidando la propia responsabilidad social, movilizándose y luchando solamente cuando se trata de asuntos que afectan directamente a sus intereses personales, pero permaneciendo indiferentes cuando se trata de las aspiraciones y derechos de otros sectores aún más indefensos, como el colectivo de parados, el de los pobres del mundo rural o el de los marginados.

Cuarta.- Constatamos también las actuaciones individualistas de aquellos que todavía no han sufrido apenas las consecuencias de la actual crisis económica, y, sin embargo, buscan superar la situación utilizando toda clase de medios y presiones sociales a su alcance, pensando sólo en su propio beneficio, aunque su actuación pueda traer graves perjuicios a la sociedad y a otros grupos de ciudadanos.

Quinta.- Como tampoco faltan quienes, a pesar de la crisis económica y olvidando totalmente a los que carecen hasta de lo más indispensable para llevar una vida humana digna de tal nombre, continúan derrochando sin medida, de manera ostentosa y provocativa, gastando en una noche, en un viaje o en una fiesta verdaderas fortunas, con las que muchas familias tendrían para vivir durante varios meses. Ante estas muestras lamentables de insolidaridad, y otras más que podrían detectarse entre nosotros, creemos que todo ello no son más que los síntomas producidos por la naturaleza insolidaria de nuestra civilización occidental. Por ello, cuando se habla de la salida de la crisis habría que pensar de qué clase de crisis hablamos, y de cuál tendríamos que hablar. ¿No es la mayor crisis de nuestra sociedad este deslizamiento por la pendiente del egoísmo y del hedonismo, de la injusticia y la insolidaridad? Evitando el consumo ostentoso y derrochador


33 SRS, 16.

34 Ibid.

35 SRS, 16.

36 Pontificia Comisión Iustitia et Pax. Al servicio de la Comunidad Humana: Una consideración ética de la Deuda Internacional, 1986. Presentación.

37 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Informe sobre el desarrollo humano, 1992.

38 Ibid.

39 Ibid.

40 Nota de la Comisión Permanente del Episcopado Español. «La dimensión socio-económica de la Unión Europea. Valoración ética». Julio de 1993. EDICE.

41 CA, 42.

42 Este ha sido el espíritu que predomina en el reciente acuerdo del GATT (en la Ronda Uruguay), firmado el 15 de diciembre de 1993.

43 Cfr CA, 35,40,42,43.

44 Cfr SRS, 16-17 y 37.