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24. GUARDAR EL SÁBADO


1. La celebración del sábado, "la novia de Israel", contribuye a mantener su identidad a través de los siglos. Dicen que no es Israel quien ha conservado el sábado, sino el sábado quien ha conservado a Israel. Podría decirse: No es la comunidad quien guarda el sábado, sino el sábado quien guarda a la comunidad. Ahora bien, ¿qué pasa con el mandamiento de Dios de guardar el sábado? ¿qué es lo que cambia con el Evangelio? ¿se reduce todo al cumplimiento legal de oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar? ¿Qué significan las palabras de Jesús, según las cuales el sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado?

2. El mandamiento del Decálogo, que establece la santificación del día del Señor, lo interpreta así el Catecismo: "Los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta grave obligación cometen un pecado grave" (n. 2181). Pero ¿es esto lo que dijo Jesús al joven rico? (Lc 18,20).

3. La práctica del sábado (del hebreo, shabat, detenerse, cesar, descansar) aparece en los estratos más antiguos de la ley de Moisés. Se dice en el Decálogo: Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios (Ex 20,8). En la Biblia, el sábado está ligado al ritmo sagrado de la semana, que se cierra con un día de descanso, de gozo (Is 58, 13), de reunión (Os 2,13). Es día de descanso laboral, con su dimensión social y humanitaria, a imitación de Dios, que descansó de su obra (Gn 2,2). Es señal de alianza entre Dios y su pueblo, de generación en generación (Ex 31, 13). Es memorial del éxodo: Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que el Señor te libró (Dt 5,15).

4. Para santificar este día hay reunión santa dondequiera que habitéis (Lv 23,3). En el templo de Jerusalén, hay ofrenda de sacrificios (Nm 28,9), renovación de los panes de la Presencia (Lv 24,8). Fuera de Jerusalén, se celebra reunión en la sinagoga, dedicada a la oración común y a la lectura comentada de la Biblia.

5. En casa, los ritos son básicamente estos: la madre enciende dos velas sobre la mesa. Rodeada de los niños pequeños, pide la bendición de Dios, ayuda para educar a sus hijos, liberación de todo mal. Además, bendice a Dios, que santifica a su pueblo con los mandamientos y manda encender las luces del sábado. El padre hace la oración de santificación del día (qiddús), que incluye tres bendiciones: la primera y la tercera es acción de gracias a Dios por el fruto de la vid y por el pan de la tierra; la segunda, por el don del sábado, recordando su significado: la creación y la salida de Egipto. La celebración termina con la separación (habbalá): cuatro oraciones en las que se bendice a Dios por el fruto de la vid, por las hierbas aromáticas, por la luz del fuego y por separar lo sagrado de lo profano.

6. El relato del Génesis (1,1-2,4) ayuda al pueblo de Dios a situarse en el espacio y en el tiempo. Lo escriben (hacia el siglo V a. C.) sacerdotes exiliados en Babilonia, que quieren mantener viva la identidad de Israel. El relato presenta la creación en el marco litúrgico de una semana que concluye con el descanso del sábado. La creación entera aparece ordenada: los seres inferiores a los superiores, todos ellos ordenados al hombre y el hombre ordenado a Dios. El mundo no tiene como centro y origen elementos del mismo mundo divinizados: por ejemplo, el sol y la luna. Estos sirven para medir el tiempo, pero Dios es el centro del tiempo y el origen del mundo. El hombre tiene con Dios una relación de autonomía y de dependencia. Su autonomía es máxima: Llenad la tierra y sometedla (1, 28). Se dice en el salmo 8: Todo lo sometiste bajo sus pies. Desde esa autonomía el pueblo creyente acepta libremente una dependencia: el sábado, la ley de Dios. El mundo revela la gloria de Dios, manifiesta su palabra.

7. En la predicación de los profetas, Dios denuncia la hipocresía de un culto que olvida la justicia y los pobres: El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas... partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que va desnudo y no cerrarte a tu propia carne (Is 58, 6-7; 1,13). El Señor desenmascara la farsa piadosa que consiste en ayunar y buscar el propio interés, darse golpes de pecho y oprimir al hermano. Sin embargo, si detienes tus pies el sábado y no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia y honras el día consagrado al Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus negocios, entonces el Señor será tu delicia (58, 13-14).

8. La legislación del sábado se fue complicando cada vez más con innumerables prohibiciones: encender fuego (Ex 35,3), recoger leña (Nm 15,32), preparar los alimentos (Ex 16,23), ayudar a un animal o a un hombre en peligro, llevar pesos, andar más de 1.250 metros, etc. Jesús observa el sábado (Lc 4,16), pero critica duramente el legalismo de los fariseos. El amor fraterno es anterior a la observancia material del descanso.

9. Un sábado cruzaba Jesús por los sembrados. Sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas. Al verlo, los fariseos le dijeron: Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado. Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes?... Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio , no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el hijo del hombre es señor del sábado (Mt 12, 1-8; ver Dt 23,26;Mt 9,9-13; 1 Sm 21,1ss). Además, el sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado (Mc 2,27). Más aún, no sólo guardarás el sábado, sino que serás alimentado con el pan de vida (Jn 6, 51).

10. Curar en sábado es una de las acusaciones que se le hacen a Jesús, que hacía estas cosas en sábado (Jn 5,16). Pero haciendo el bien en sábado ¿no imita a su Padre que, aun habiendo entrado en su descanso, continúa actuando en este mundo? Mi padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo (5,17). Curar a los enfermos es una de las señales del Evangelio (Mt 10, 8). El Señor pasa curando (Hch 10, 38).

11. Por su resurrección, Jesús entra en el descanso de Dios. Todos estamos llamados a entrar en dicho descanso: Por tanto, es claro que queda un descanso sabático para el pueblo de Dios (Hb 4,9). Entonces será el definitivo sábado, en que los hombres descansarán de sus trabajos, a imagen de Dios.

12. En un principio, los discípulos siguen observando el sábado (Mt 28,1; Mc 15,42; 16,1; Jn 19, 42). La reunión del sábado sirve para anunciar el Evangelio en ambiente judío (Hch 13,14; 16,13;17,2;18,4). Pero luego el primer día de la semana, el día de la resurrección de Jesús, viene a ser el día de culto de la Iglesia, el día de la fracción del pan, el día del Señor (Hch 20,7; Ap 1,10), el día de reunión de la comunidad. Este día presenta dimensiones que los judíos solían relacionar con el sábado, como la comunicación de bienes (1 Co 16,2), la alabanza de Dios, la acción de gracias.

13. El primer día de la semana (Lc 24,1.13), los discípulos de Emaús reconocen a Jesús al partir el pan (24,35). La fracción del pan es el nombre más antiguo de la eucaristía. La expresión designa no sólo el hecho de partir el pan, sino la comida entera. La presencia real de Cristo en la eucaristía convierte la reunión de la comunidad en la cena del Señor: El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan, Pablo, que debía marchar al día siguiente, conversaba con ellos y alargó la charla hasta la media noche. Había abundantes lámparas en la estancia superior donde estábamos reunidos... partió el pan y comió; después conversó largo tiempo, hasta amanecer (Hch 20,7-11;ver 2,42.46). Tenemos aquí la descripción de una celebración, presidida por Pablo. La reunión tiene lugar al comienzo de ese día, es decir, en la noche del sábado al domingo, según la manera judía de contar. Es preciso volver a la experiencia de las primeras comunidades para recuperar el sentido del sábado, para vivir el día del Señor.

* Diálogo: ¿Qué significa hoy guardar el sábado?
  ¿Cuál es su verdadero sentido?