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23. EL NOMBRE DE DIOS


1.
     
Los atentados del 11 de septiembre y la guerra de Estados Unidos contra Afganistán hacen necesario reflexionar sobre lo que se hace en nombre de Dios. “Que Dios siga bendiciendo a América” dijo el presidente Bush el día en que ordenó iniciar los bombardeos. Por su parte, Osama Bin Laden afirmó en video ese mismo día: “Dios omnipotente ha golpeado a América”.

2.      Estados Unidos, con el apoyo de los países que se llaman libres (aunque bajo esta denominación caben dictaduras y regímenes feudales), ha empezado los bombardeos contra Afganistán, donde se dice que hay bases terroristas instaladas con el beneplácito del gobierno talibán. Unos hablan de “guerra justa” y otros de “guerra santa”. Así pues, se impone la pregunta: ¿Es una guerra de religión? Y también: ¿Se usa en falso el nombre de Dios?

3.      El 90% de los norteamericanos apoya la guerra y el 67% lo hace, aunque caigan inocentes. La Conferencia Episcopal de Estados Unidos apoya la guerra, respetando “los sanos principios morales”. El Vaticano habla de “legítima defensa”. Las organizaciones humanitarias avisan que los éxodos masivos de población afgana pueden terminar en miles de muertos.

4.      La Conferencia Islámica, que representa a 56 países y a unos 1.200 millones de  musulmanes, se ha  pronunciado contra los crímenes del 11 de septiembre, que “contradicen las enseñanzas de todas las religiones y los valores morales y humanos” y ha pedido contención en la respuesta militar, que debería evitar a toda costa la muerte de civiles inocentes.

5.      El doctor Ghayasuddin Siddiqui, líder del parlamento musulmán en Londres, no ve una guerra de religión: “¿Y las guerras que libró Estados Unidos durante los años ochenta en Latinoamérica, donde prácticamente no existen musulmanes?”, “¿o lo que han hecho los norteamericanos en Africa, donde dos millones de congoleños han muerto, en gran parte, a causa del apoyo de Estados Unidos a Mobutu durante décadas, o en Angola, donde respaldaron a Savimbi, en una guerra que no tiene fin?”. Dice el doctor musulmán: “Condeno las atrocidades del 11 de septiembre. Pero también estoy en contra de la política de Estados Unidos en Oriente Próximo en general, que ha contribuido enormemente a la situación actual de peligro, y en contra de la actuación de los norteamericanos en Afganistán”. De todos modos, Bin Laden plantea tres asuntos que preocupan a los musulmanes: la injusticia respecto a los palestinos, las sanciones contra Irak y la ocupación americana de la península arábiga. Además “nos han impuesto a dirigentes que han reducido al pueblo a la ignorancia y a la pobreza más abyectas”.

6.      Francisco Frutos, secretario general del PCE, afirma lo siguiente: “Si una barbaridad fue el atentado del 11 de septiembre, una doble barbaridad puede ser haber iniciado una guerra, que como siempre pagan los inocentes”. Mientras tanto, “en Oriente Próximo, el estado teocrático-militar de Israel incumple de forma sistemática y grosera las resoluciones de la ONU e ignora los Acuerdos de Oslo para la pacificación y la coexistencia. Un pueblo es agredido y conducido a la desesperación”. 

7.      La convivencia es el gran reto europeo. En Europa hay quince millones de musulmanes. El proceso es irreversible: vamos hacia un pluralismo cultural después de haberse afianzado el pluralismo político. Amparados por una libertad política y religiosa que quizá no exista en sus países de origen, los musulmanes que llegan no pueden ignorar los valores de la sociedad de acogida: “valores de ciudadanía, derechos humanos, igualdad de sexos, libertad religiosa y respeto al Estado de derecho” (H. Tertsch). Asimismo, los europeos no podemos olvidar el respeto a la diferencia.

8.      En este momento histórico que estamos viviendo nos preguntamos qué significa el segundo mandamiento del Decálogo: No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso (Dt 5,11). El contexto original  hace referencia al proceso judicial. No podemos ser injustos con nadie en ningún tribunal y menos en nombre de Dios.

9.      Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el juramento en falso y la blasfemia son dos formas graves  de tomar en falso el nombre de Dios. La blasfemia consiste en decir palabras contra Dios,  también en “recurrir al nombre de Dios para justificar prácticas criminales, reducir pueblos a servidumbre, torturar o dar muerte” (2148, 2152). Sin embargo, dice el Catecismo, las palabras de Jesús no se oponen al juramento "cuando éste se hace por una causa grave y justa (por ejemplo, ante el tribunal)" (2154).

10.  En realidad, la posición de Jesús es ésta: Habéis oído que se dijo a los antiguos: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pues yo os digo que no juréis en modo alguno... Sea vuestro lenguaje: Sí, sí; no, no: que lo que pasa de ahí viene del Maligno (Mt 5, 33-37). Las palabras de Jesús nos invitan a practicar la sinceridad fraterna, sin más. Por tanto, no sólo no jurarás en falso, tampoco en modo alguno.

11.  Por lo demás, los celotas violentos no encuentran en Jesús palabras de apoyo, sino de crítica: entregan a los suyos a ser degollados por los romanos, como les sucedió a aquellos galileos (Lc 13,3); son ladrones y salteadores, que roban, matan y destruyen (Jn 10,1-21). Jesús denuncia que el templo está manchado: El celo de tu casa me devora (Jn 2,17), incluso anuncia su destrucción: No quedará piedra sobre piedra (Mc 13,2). Los adversarios deforman sus palabras, le acusan de haber dicho: Yo destruiré este Santuario (Mc 14,58). Jesús es centinela de la espada que viene (Ez 33,1-6). Además, denuncia la injusticia social, una de las preocupaciones de los celotas: ¡Ay de vosotros los ricos! (Lc 6,24). Pero Jesús no se impone por la fuerza, llama a la conversión. Los sumos sacerdotes y los fariseos  deciden denunciarle: Si le dejamos que siga así, vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación (Jn 11,40). Pilato le condena como rebelde político, como celota, con la pena de muerte romana, la crucifixión (Mc 15,25-26).

12.  San Pablo denuncia las diversas formas de hipocresía (personal, institucional) que generan ateísmo: Predicas: ¡no robar!, y ¡robas! Prohíbes el adulterio, y ¡adulteras! Aborreces los ídolos, ¡y saqueas sus templos!...Como dice la Escritura: Por vuestra causa, el nombre de Dios es blasfemado entre las naciones (Rm 2, 21-24).

13.  Resultado del último Concilio debiera ser éste: “entrega indefensa de la Iglesia al mundo” (Von Balthasar) a semejanza de Cristo, abandono de baluartes y bastiones, supresión de los carros de Efraím y de los caballos de Jerusalén, supresión del arco de combate, anuncio de la paz a las naciones (Za 9,9-10). Y esto sin las segundas intenciones de un nuevo triunfalismo, una vez que el antiguo se ha hecho inviable. Sin pensar que, una vez retirados los caballos de batalla de las Cruzadas, de la Santa Inquisición o del Estado Pontificio, se puede entrar en la Jerusalén renovada (humildemente, sobre un pollino) en medio de nuevas beligerancias, formas indirectas de alianza con el poder, pactos implícitos.

14.  El Sínodo de Obispos, reunido en Roma del 30 de septiembre al 27 de octubre en torno al tema “El obispo, servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo”,  pasa con más pena que gloria, “entre el desinterés y el tedio”, mientras “el Papa cede la voz a la Secretaría de Estado al hablar de la guerra” (1). En su documento final, el Sínodo condena “de modo absoluto” los atentados del 11 de septiembre y el terrorismo en general, porque “de ninguna manera puede ser justificado”, pero no condena la guerra de Estados Unidos contra Afganistán. En este sentido, el Sínodo se ha quedado mudo y se impone la pregunta: ¿tiene pacto con el imperio?

 

* Diálogo: ¿Se está tomando en falso el nombre de Dios?


 


(1) Ver Vida Nueva, 20 y 27-10-2001.