CATEQUESIS 18


UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA


PRESENTACIÓN

Iniciamos la última catequesis de este ciclo, que ha estado centrado en el "sentido nuevo de la existencia humana en el mundo". Se está reflexionando, por tanto, sobre cómo ha de vivir el hombre su vida en este mundo sabiendo, además, que su vida no se reduce al "aquí" y "ahora", sino que tiene un destino eterno. De ahí el sentido nuevo de la existencia humana.

En concreto, la Catequesis 18 se titula "Un cielo nuevo y una tierra nueva", y el tema central es cómo vivir el hombre en un "mundo" que está llamado a ser transformado radicalmente, pero que aún está lejos de esa transformación.

Nadie duda de la importancia de esta catequesis, ya que el hombre se encuentra, por una parte, con un mundo y una sociedad caracterizados por formas y estructuras de esclavitud y de pecado. Y ése es el mundo en el que vive; y no puede ni debe huir de él. Y, por otra parte, sabe que eso no es lo que Dios quiere y, por consiguiente, el "cielo" ha de ser algo radicalmente distinto. ¿Qué continuidad hay entre una realidad —este mundo— y la otra —el cielo—? ¿Qué papel podemos y debemos jugar nosotros ahora? Estas preguntas nos llevan de la mano a realizar esta catequesis, catequesis que nos permita iluminar nuestra existencia.

Objetivos

 

Observaciones generales

La catequesis consta de dos partes:

Siguiendo el criterio de catequesis anteriores, también ésta puede resultar demasiado amplia para ser desarrollada en sólo dos sesiones. Es posible que cada parte se lleve las dos sesiones. De todas formas, si el catequista prevé que puede resultar demasiado amplia, debe anular algunos de los apartados recogidos en cada parte. Ciertamente, el apartado 3 de la segunda parte requiere una sola sesión, como mínimo, en orden a que la catequesis lleve realmente el compromiso.

En esta catequesis ha parecido conveniente introducir como documentación todo el capítulo III de la Gaudium et spes, del Vaticano II. Todo él está dedicado a la "actividad humana". En el desarrollo de la catequesis se hace referencia a algunos de sus números; sin embargo, sería conveniente que, bien en grupos, bien individualmente, se leyera y, a ser posible, se comentara todo el capítulo.

Igualmente se ha recogido un "vocabulario" relacionado con los conceptos que se van a barajar en la catequesis. Conviene que se consulte.

La Catequesis 18 tiene relación con la Catequesis 15, "Tiempo de lucha y esperanza": conviene que el catequista lo tenga en cuenta y haga las referencias oportunas.

Bibliografía elemental.: Cf LEÓN-DUFOUR, o.c., voces "Cielo", "Creación". "Tierra". "Trabajo"; catecismo Con vosotros está, temas 61, 63, 74.



Primera parte


Dominad la tierra


1.
Introducción

El catequista puede introducir esta catequesis tocando varios puntos:

El lógico que a los planteamientos del concilio se les intente encontrar respuesta a través de esta catequesis.


2.
Constatación de la realidad

Para el desarrollo de este apartado, el catequista invita al grupo a un diálogo a partir de las cuestiones planteadas. En un primer momento se hace una denuncia de las situaciones de injusticia que conozcamos en la vida social. Una vez que hayan participado todos, pasamos al segundo momento, esto es: elaborar una síntesis con los datos anteriores. De esta forma podremos disponer de un mapa de la realidad que está impactada por el pecado y consecuentemente que se opone al plan que Dios tiene sobre el mundo y la creación.

Cuestiones

Estas cuestiones no pretenden otra cosa que despertar la conciencia del grupo ante las múltiples formas de degradación de la vida humana —de la creación— como consecuencia de la actividad humana. Somos los hombres los que hemos llevado este "mundo" a una situación de cataclismo, a pesar del gran desarrollo técnico. El hombre está dominado y subyugado por el hombre o por la actividad del hombre: "El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado y que pueden aplastarle o servirle" (GS 9).

De todo lo tratado en el grupo conviene hacer una "síntesis" en la que se recojan todas esas formas de "pecado" que afectan a la vida humana y social como consecuencia del actuar humano.

Como se trata de evidenciar que la "creación" ha quedado impactada por el pecado, es conveniente que en el diálogo se profundice, al analizar una situación concreta, en qué medida tal situación ha dependido o sigue dependiendo del hombre, de su actividad. Es decir, poner de manifiesto la conexión entre el mal de la creación r la voluntad del hombre.


Profundización

  • ¿Cuál es la dependencia que existe entre esta situación analizada r la actividad del hombre?

  • ¿Depende del hombre el solventar tal situación? En caso negativo, ¿por qué no? En caso afirmativo, ¿cómo?


3. Reflexión sobre el mensaje cristiano

Criterio metodológico

Cada miembro del grupo se responsabiliza de un punto de este apartado 3, esto es, busca, lee y comenta los textos bíblicos correspondientes.

Se abre un diálogo en el grupo por si alguien quiere añadir o comentar también a la luz de los textos leídos.

Por último, el catequista, si algo no ha quedado claro, acentúa o resalta algunos aspectos.

Resumen de cada apartado

a) La creación, obra de Dios: Gén 1,1; 2 Mac 7,28

Este apartado pretende ser "punto de partida". Por tanto, no debe ocupar mucho tiempo, sino establecer el principio de que toda la creación es obra de Dios: su origen y su fin es Dios. Así nos lo presenta el Génesis en el relato de la creación.

No se trata en discutir ni dialogar sobre cómo se compagina esta creación de Dios y las ciencias. Desde la fe, el presupuesto religioso que el mensaje del Génesis nos transmite es la superioridad de Dios sobre todo y la dependencia de todas las cosas de Dios.

b) Es tarea del hombre transformar el mundo: Gén 1,27-30; 2,19-20

Siguiendo el orden en que aparece en el Génesis, ahora analizamos cómo esa obra creada por Dios fue puesta en manos del hombre. Este punto sí merece más detención, porque es clave para comprender todo lo referente a la actividad humana. Las cuestiones fundamentales a resaltar son:

La creación, por tanto, salida de las manos de Dios ha sido puesta en las manos del hombre. ¿Para qué? Ciertamente para que, dominándola, la ponga a su servicio.

Para una mejor comprensión de todo el contexto del relato de la creación, remitimos al Documento 2, en el que hemos recogido un comentario de la Biblia de la Iniciación Cristiana.

c) La creación ha sido impactada por el pecado: Gén 3,14-19

El tercer punto de esta reflexión cristiana, siguiendo el orden de presentación en el relato del Génesis, es el pecado, no sólo como ruptura del hombre con Dios, que ya lo vimos en la Catequesis 15, sino contemplado como causa y origen del desorden venido sobre la creación. Estos son los aspectos a resaltar:

Como ampliación de estas ideas remitimos al texto complementario del Vaticano II recogido en Documentación 1: GS 37.

d) En Cristo se ha inaugurado una "nueva creación": Ef 1,3-11

El mensaje cristiano es claro en afirmar que el pecado no ha prevalecido definitivamente ni sobre el hombre ni sobre la creación. Ya en el Génesis hay una esperanza de liberación: "Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya..." (3,15).

Lo importante de este apartado es que, si por el pecado el hombre y la creación quedaron sumidos en el mal, la redención de Cristo ha regenerado tal situación, ha realizado la "nueva creación". Muchos serían los textos bíblicos en los que se recoge el carácter redentor de Cristo. El texto de san Pablo (Ef 1,3-11) es una síntesis de la redención realizada por Dios a través de su Hijo Jesucristo.

El concilio hace esta otra síntesis: "El Padre eterno, por una disposición libérrima y arcana de su sabiduría y bondad, creó todo el universo, decretó elevar a los hombres a participar de la vida divina, y como ellos hubieran pecado en Adán, no los abandonó, antes bien, dispensó siempre los auxilios para la salvación, en atención a Cristo redentor, que es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda `criatura' " (LG 2). Y en otro lugar: "El hombre, redimido por Cristo y hecho, en el Espíritu Santo, nueva criatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios" (GS 37).

En definitiva, que, por la redención de Cristo, el hombre y el mundo han entrado en una nueva dimensión. Han quedado redimidos. Han sido salvados de su pecado. Se ha iniciado una "nueva creación".

e) Dignidad de la actividad humana: GS 34 y 37 (cf Documentación 1)

Una vez que la "redención" de Cristo ha hecho posible la "liberación" de todo el orden creado, cabe preguntarse: ¿Qué papel juega el "hacer" del hombre, su actividad como "fuerza de incidencia en la creación"? Tres facetas hay que poner de relieve:

Colaboración en la creación

Al someter Dios la creación al dominio del hombre, lo constituyó en su colaborador. De la colaboración del hombre va a depender que la creación desarrolle toda su potencia de servicio al hombre y de gloria a Dios.

Esta colaboración significa que la actividad humana tiene una clara función "creativa": "Una cosa es cierta para los creyentes: la actividad humana... responde a la voluntad de Dios" (GS 34). Se puede consultar este número completo en Documentación 1.

Colaboración en la redención

La otra faceta de la dignidad de la actividad humana es su dimensión de colaboración en la redención. Después de Cristo, no se puede entender la creación sino en clave de "redención", y, consecuentemente, la actividad humana presta un servicio a la tarea redentora, es decir, colabora en la "recreación", en la "nueva creación". Ya no se trata de hacer un mundo mejor, sino que ese mundo esté ordenado también a Dios: "Todo es vuestro; vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios" (1 Cor 3,23).

La actividad humana, por tanto, está ordenada a restaurar el plan de Dios sobre la creación. El concilio dice: "A la hora de saber cómo es posible superar tan deplorable miseria, la norma cristiana es que hay que purificar por la cruz y la resurrección de Cristo y encauzar por caminos de perfección todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la soberbia y el egoísmo, corren diario peligro" (GS 31). Puede verse en Documentación 1.

Dignificación de "toda" actividad humana

La síntesis de este apartado es, por una parte, que toda actividad humana ha quedado constituida en colaboradora de la creación-redención; y, por otra parte, que "toda" actividad humana queda dignificada con tal función. No hay actividad humana mermada de dignidad y valor desde un punto de vista cristiano. En este sentido el concilio es explícito: "Esta enseñanza vale igualmente para los quehaceres más ordinarios" (GS 34).

En un análisis de diversidad de actividades, nadie puede significar una sobre otra en cuanto a dignidad y valor, contempladas desde la fe, porque todas han quedado insertas en el marco de la redención y todas son válidas para restaurar el mundo y la creación en Cristo.


4.
Oración

En el "Himno de Tercia" se expresa el sentido de llamada que Dios hace al hombre para que colabore en la creación:

Himno de Tercia

Tu poder multiplica
la eficacia del hombre,
y crece cada día, entre sus manos, l
a obra de tus manos.

Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: "Venid y trabajad".

Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: "Llenadla de pan".

Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: "Construid la paz".

Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: "Levantad la ciudad".

Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: "Es tiempo de crear".

Escucha a mediodía el rumor del trabajo
con que el hombre se afana en tu heredad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Por los siglos. Amén.


 

Segunda parte


La creación entera espera su liberación


1. Introducción

En la primera parte se ha puesto de manifiesto la realidad del mundo como obra de Dios, entregada al hombre para que la domine y se sirva de ella, pero que fue impactada por el pecado y posteriormente redimida por Cristo, siendo el hombre, a través de su actividad, quien ha de continuar la transformación de ese mundo.

Esta síntesis de la primera parte nos sitúa en el pórtico de la segunda. Para ello vamos a comentar el texto de Rom 8,19-22. Basta que el catequista lo lea y resalte los puntos siguientes, u otros deducibles del texto:

Con este breve comentario al texto de san Pablo no se pretende otra cosa que preparar al grupo catecumenal para el descubrimiento del "nuevo cielo y la nueva tierra" que van a surgir de este mundo creado y cómo tenemos que ser conscientes de que somos nosotros los llamados a colaborar "ya" en esta transformación.


2. Rasgos del "nuevo cielo y la nueva tierra":

    Ap 21,1-5; 22,1-5; GS 39 (Documentación 6)

La reflexión sobre este apartado tiene como objetivo descubrir lo que el mensaje cristiano nos dice acerca de la "nueva creación". Ciertamente es una incógnita, pero el Apocalipsis y el concilio hablan de ello. Omitimos otras referencias para simplificar.

Metodología

Uno del grupo lee los textos del Apocalipsis y, a partir de ellos, el grupo entabla un diálogo en el que cada uno expone qué le dicen estos textos y, muy concretamente, señalan los rasgos o características que en los textos se dicen o se deducen.

Respecto al texto del concilio sería preferible que uno de/ grupo lo trajese preparado y, tras la lectura al grupo, expusiese los rasgos y características que allí se señalan.

Conviene que alguien tome nota y se haga una síntesis breve, pero clara y elocuente.

Análisis de los textos a) Ap 21,1-5; 22,1-5

Partimos de que el Apocalipsis se nos presenta como el "libro de la esperanza". Los rasgos que san Juan nos da sobre "el nuevo cielo y la nueva tierra" son suficientes para mirar el futuro con sentido de victoria y de triunfo sobre el mal. Recogemos algunos aspectos:

  • El nuevo cielo será la nueva "Jerusalén", la nueva "ciudad" en la que se dará la "nueva alianza"; es decir, la comunión Dios-pueblo será lo específico de la "nueva tierra".
     

  • El "río de la vida" y el "árbol de la vida" son los signos que expresan la nueva vida del hombre. Vida, no muerte, será lo que prevalezca.

  • — El reinado de Dios será eterno. Desaparecerá el tiempo.

    En síntesis, podemos decir que en el Apocalipsis el "nuevo cielo y la nueva tierra" es la expresión de que:

    Todos estos rasgos no hacen más que simbolizar una "nueva realidad de vida", aunque no sepamos precisar más.

    b) Vaticano II: GS 39

    El texto del concilio viene, lógicamente, a ratificar lo dicho en la Escritura. Con todo, hacemos una síntesis de los aspectos referidos al "nuevo cielo y la nueva tierra":

  • Ciertamente, nuestra "realidad", impactada por el pecado, pasará y surgirá una "nueva realidad", en la que la aspiración del hombre quedará realizada.
     

  • La muerte será vencida por la resurrección y el hombre y el mundo quedarán "libres" de la corrupción y de la esclavitud.
     

  • La "espera" en ese nuevo mundo no supone "pasividad", sino compromiso activo por hacer este mundo viejo lo más semejante al nuevo.

  • Dos aspectos fundamentales queremos resaltar de las palabras del concilio, esto es, que la "espera" del nuevo mundo no implica pasividad, sino compromiso por transformar el mundo; y que la nueva realidad ya ha comenzado, porque Cristo ha redimido el mundo, pero aún no ha llegado su plenitud. Esta es objeto de espera y de lucha por alcanzarla.


    3.
    Cómo hacer posible ese nuevo cielo y nueva tierra

    El punto de partida y fundamento de este apartado es cuanto se ha dicho anteriormente, esto es, que la "espera" en el nuevo cielo supone esfuerzo y compromiso por transformar este mundo. Cuanto vimos en la primera parte del "dominio" de/ hombre sobre la creación tiene su explicitación en el compromiso que debe asumir por cambiar ya lo viejo en nuevo, por transformar la "vieja creación" conforme a la imagen modelo de la "nueva creación", que se ha iniciado con la redención de Cristo y cuya plenitud será al final de los tiempos.

    A partir de este presupuesto es muy importante que el catequista estimule y despierte en el grupo catecumenal la necesidad de asumir compromisos de acción para transformar el mundo. Conviene resaltar que no se trata de una transformación sensacionalista y apocalíptica, que supera nuestras fuerzas, sino de una transformación desde nuestro propio campo de acción y desde nuestras posibilidades. La realidad creada es muy amplia; todos estamos insertos en ella y todos podemos hacer frente a su "realidad vieja", encarándonos a toda situación de pecado.

    Sugerencia metodológica

    Para este apartado se pueden seguir dos criterios: uno, que en pequeños grupos reflexionen sobre cada uno de los puntos o sectores señalados. Cada grupo elige un sector (familia, trabajo...) y centra en él su reflexión, procurando precisar compromisos concretos y factibles. Después de la reunión de grupos se hace la puesta en común, en la que cada grupo expone sus aportaciones y todo el gran grupo puede dialogar y exponer sugerencias que enriquezcan lo expuesto.

    Otra fórmula es que en gran grupo se reflexione sobre cada sector. Todos dialogan sobre todos los sectores.

    Lo importante es que el grupo se meta de lleno en cada uno de los campos que constituyen la vida del hombre y procure sacar compromisos concretos, realizables, revisables, etc. No se trata de teorizar, sino que, a partir de la experiencia de cada uno, en cada uno de los sectores que se trate procuren bajar al terreno de la realidad. No se trata de muchos compromisos, sino de hacer patentes los posibles compromisos y que cada cual, en consecuencia, asuma los suyos.

    Pautas para el diálogo

    Ofrecemos algunas pautas que puedan ayudar al catequista en el diálogo. La pregunta clave a la que hay que responder con realismo puede ser ésta:

    ¿Qué tareas corresponden al cristiano para transformar este mundo, en consonancia con el "nuevo cielo y la nueva tierra" anunciados por la Escritura?

    Las pautas que ofrecemos son aspectos sobre los que se podrían reflexionar y, a partir de ahí, sacar los compromisos. Es lógico que no todos los casos afectan por igual a todos los miembros del grupo.

    Formas de pertenencia al grupo; sentido de la amistad; honradez, fidelidad, autenticidad y sinceridad; posturas de egoísmo e individualismo; conciencia de solidaridad y apoyo a grupos necesitados; comportamientos condenatorios, de rechazo, discriminatorios, etc.

    Son importantes los aspectos de "relación entre esposos"; "relación padres-hijos"; "educación de los hijos"; "atención a las necesidades del otro", etc.

    • Trabajo

    En este campo son muchos los problemas y, consecuentemente, los compromisos; v.gr.: sentido cristiano del trabajo, conciencia y preocupación por hacerlo como servicio; solidaridad con los que están en paro; qué acciones concretas se hacen como expresión de esta solidaridad; sentido del deber; posturas de explotación; compromisos de justicia social, etc.

    • Campo de la política

    Es importante despertar compromisos en este campo como forma de hacer una sociedad mejor: responsabilidad ante las elecciones; compromiso político en la medida de las posibilidades; participación activa; defensa de valores cristianos; respeto a las diferentes opciones; responsabilidad democrática; coherencia fe-vida, etc.

    * Vida religiosa

    También éste es un campo digno de revisar y transformar en la medida que no responda a las exigencias de la fe. En este sentido cabe reflexionar sobre deberes religiosos y cristianos; qué prioridad ocupa en las obligaciones; cómo se vive la religión; ¿como necesidad, como refugio, como panacea a los problemas, como...?; preocupación por formarse cristianamente; testimoniar la fe; compromiso apostólico, etc.

    * Ocio y diversión

    Hoy día es un campo muy importante que transformar desde la fe; v.gr.: sentido y finalidad que se da al ocio, al descanso; actividades y medios que se utilizan para el ocio; jerarquía de valores en los criterios a seguir, etc.


    4.
    Oración

    Se puede recitar o cantar "Tenemos un quehacer", de Camino de Emaús 2.

    Tenemos un quehacer

    Bendice, Señor, a nuestra tierra.
    Protégela en tus manos
    hasta que llegue el tiempo de tu vuelta
    en que todos los hombres entonemos
    el canto de la nueva humanidad.

    Tenemos un quehacer, pues este mundo
    quedó sin acabar cuando Dios dijo:
    la tierra dominad.

    Tenemos un quehacer, pues Jesús mismo
    nos hizo luz y sal
    para en la tierra su reino edificar.

    Tenemos un quehacer: seguir sus huellas
    y el mundo transformar
    con la justicia, el amor y la paz.

    Tenemos un quehacer: sembrar el reino,
    y una nueva ciudad
    con nuestro esfuerzo y amor edificar.

    Este mundo del hombre, en que él se afana

    Este mundo del hombre, en que él se afana
    tras la felicidad que tanto ansía,
    tú lo vistes, Señor, de luz temprana
    y de radiante sol a mediodía.

    Así el poder de tu presencia encierra
    el secreto más hondo de esta vida;
    un nuevo cielo y una nueva tierra
    colmarán nuestro anhelo sin medida.

    Poderoso Señor de nuestra historia,
    no tardes en venir gloriosamente;
    tu luz resplandeciente y tu victoria
    inunden nuestra vida eternamente. Amén.

    (Liturgia de las Horas, "Himno de Sexta")


     

    Documentación


    1.
    "La actividad humana en el mundo",  capítulo III de la "Gaudium et spes" (nn 33-39)

    "Siempre se ha esforzado el hombre con su trabajo y con su ingenio en perfeccionar su vida; pero en nuestros días, gracias a la ciencia y la técnica, ha logrado dilatar y sigue dilatando el campo de su dominio sobre casi toda la naturaleza, y, con ayuda sobre todo del aumento experimentado por los diversos medios de intercambio entre las naciones, la familia humana se va sintiendo y haciendo una única comunidad en el mundo. De lo que resulta que gran número de bienes que antes el hombre esperaba alcanzar, sobre todo de las fuerzas superiores, hoy los obtiene por sí mismo.

    Ante este gigantesco esfuerzo, que afecta ya a todo el género humano, surgen entre los hombres muchas preguntas. ¿Qué sentido y valor tiene esa actividad? ¿Cuál es el uso que hay que hacer de todas estas cosas? ¿A qué fin deben tender los esfuerzos de individuos y colectividades? La Iglesia, custodia del depósito de la palabra de Dios, del que manan los principios en el orden religioso y moral, sin que siempre tenga a mano respuesta adecuada a cada cuestión, desea unir la luz de la revelación al saber humano para iluminar el camino recientemente emprendido por la humanidad" (33).

    Valor de la actividad humana

    "Una cosa hay cierta para los creyentes: la actividad humana individual y colectiva o el conjunto ingente de esfuerzos realizados por el hombre a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, considerado en sí mismo, responde a la voluntad de Dios. Creado el hombre a imagen de Dios, recibió el mandato de gobernar el mundo en justicia y santidad, sometiendo a sí la tierra y cuanto enella se contiene, y de orientar a Dios la propia persona y el universo entero, reconociendo a Dios como Creador de todo, de modo que con el sometimiento de todas las cosas al hombre sea admirable el nombre de Dios en el mundo.

    Esta enseñanza vale igualmente para los quehaceres más ordinarios. Porque los hombres y mujeres que, mientras procuran el sustento para sí y su familia, realizan su trabajo de forma que resulte provechoso y en servicio de la sociedad, con razón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia.

    Los cristianos, lejos de pensar que las conquistas logradas por el hombre se oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretende rivalizar con el Creador, están, por el contrario, persuadidos de que las victorias del hombre son signo de la grandeza de Dios y consecuencia de su inefable designio. Cuanto más se acrecienta el poder del hombre, más amplia es su responsabilidad individual y colectiva. De donde se sigue que el mensaje cristiano no aparta a los hombres de la edificación del mundo ni los lleva a despreocuparse del bien ajeno, sino que, al contrario, les impone como deber el hacerlo" (34).

    Ordenación de la actividad humana

    "La actividad humana, así como procede del hombre, así también se ordena al hombre. Pues éste, con su acción, no sólo transforma las cosas y la sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y se trasciende. Tal superación, rectamente entendida, es más importante que las riquezas exteriores que puedan acumularse. El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Asimismo, cuanto llevan a cabo los hombres para lograr más justicia, mayor fraternidad y un más humano planteamiento en los problemas sociales vale más que los progresos técnicos. Pues dichos progresos pueden ofrecer, como si dijéramos, el material para la promoción humana, pero por sí solos no pueden llevarla a cabo.

    Por tanto, ésta es la norma de la actividad humana: que, de acuerdo con los designios y voluntad divinos, sea conforme al auténtico bien del género humano y permita al hombre, como individuo y como miembro de la sociedad, cultivar y realizar íntegramente su plena vocación" (35).

    La justa autonomía de la realidad terrena

    "Muchos de nuestros contemporáneos parecen temer que, por una excesivamente estrecha vinculación entre la actividad humana y la religión, sufra trabas la autonomía del hombre, de la sociedad o de la ciencia.

    Si por autonomía de la realidad terrena se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía. No es sólo que la reclamen imperiosamente los hombres de nuestro tiempo. Es que además responden a la voluntad del Creador. Pues, por la propia naturaleza de la creación, todas las cosas están dotadas de consistencia; verdad y bondad propias y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar, con el reconocimiento de la metodología particular de cada ciencia o arte. Por ello, la investigación metódica en todos los campos del saber, si está realizada de una forma auténticamente científica y conforme a las normas morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en un mismo Dios. Más aún, quien con perseverancia y humildad se esfuerza por penetrar en los secretos de la realidad, está llevado, aun sin saberlo, como por la mano de Dios, quien, sosteniendo todas las cosas, da a todas ellas el ser. Son, a este respecto, de deplorar ciertas actitudes que, por no comprender bien el sentido de la legítima autonomía de la ciencia, se han dado algunas veces entre los propios cristianos; actitudes que, seguidas de agrias polémicas, indujeron a muchos a establecer una oposición entre la ciencia y la fe.

    Pero si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le escape la falsedad envuelta en tales palabras. La criatura sin el Creador desaparece. Por lo demás, cuantos creen en Dios, sea cual fuere su religión, escucharon siempre la manifestación de la voz de Dios en el lenguaje de la creación. Más aún, por el olvido de Dios la propia criatura queda oscurecida" (36).

    Deformación de la actividad humana por el pecado

    "La Sagrada Escritura, con la que está de acuerdo la experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que elprogreso altamente beneficioso para el hombre también encierra, sin embargo, gran tentación; pues los individuos y las colectividades, subvertida la jerarquía de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran más que a lo suyo, olvidando lo ajeno. Lo que hace que el mundo no sea ya ámbito de una auténtica fraternidad, mientras el poder acrecido de la humanidad está amenazando con destruir al propio género humano.

    A través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final. Enzarzado en esta pelea, el hombre ha de luchar continuamente para acatar el bien, y sólo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de establecer la unidad en sí mismo.

    Por ello, la Iglesia de Cristo, confiando en el designio del Creador, a la vez que reconoce que el progreso puede servir a la verdadera felicidad humana, no puede dejar de hacer oír la voz del Apóstol cuando dice: No queráis vivir conforme a este mundo (Rom 12,2), es decir, conforme a aquel espíritu de vanidad y de malicia que transforma en instrumento de pecado la actividad humana, ordenada al servicio de Dios y de los hombres.

    A la hora de saber cómo es posible superar tan deplorable miseria, la norma cristiana es que hay que purificar por la cruz y la resurrección de Cristo y encauzar por caminos de perfección todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la soberbia y el egoísmo, corren diario peligro. El hombre, redimido por Cristo y hecho, en el Espíritu Santo, nueva criatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. Pues de Dios las recibe y las mira y respeta como objetos salidos de las manos de Dios. Dándole gracias por ellas al Bienhechor y usando y gozando de las criaturas en pobreza y con libertad de espíritu, entra de veras en posesión del mundo, como quien nada tiene y es dueño de todo: Todo es vuestro; vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios (1 Cor 3,22-23)" (37).

    Perfección de la actividad humana en el misterio pascual

    "El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho El mismo carne y habitando en la tierra, entró como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y recapitulándola en sí mismo. El es quien nos revela que Dios es amor (1 Jn 4,8), a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y, por tanto, de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor. Así pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria. El, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo a llevar la cruz que la carne y el mundo echan sobre los hombros de los que buscan la paz y la justicia. Constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también con ese deseo aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin. Mas los dones del Espíritu Santo son diversos: si a unos llama a dar testimonio manifiesto del anhelo de la morada celestial y a mantenerlo vivo en la familia humana, a otros les llama para que se entreguen al servicio temporal de los hombres y así preparen el material del reino de los cielos. Pero a todos les libera, para que, con la abnegación propia y el empleo de todas las energías terrenas en pro de la vida humana, se proyecten hacia las realidades futuras, cuando la propia humanidad se convertirá en oblación acepta a Dios.

    El Señor dejó a los suyos prenda de tal esperanza y alimento para el camino en aquel sacramento de la fe en el que los elementos de la naturaleza, cultivados por el hombre, se convierten en el cuerpo y sangre gloriosos con la cena de la comunión fraterna y la degustación del banquete celestial" (38).

    Tierra nueva y cielo nuevo

    "Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tierra y de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa; pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciary rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupción se revestirá de incorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad y sus obras, se verán libres de la servidumbre de la vanidad todas las criaturas que Dios creó pensando en el hombre.

    Se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a sí mismo. No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios.

    Pues los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad, en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal: `reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz'. El reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se consumará su perfección" (39).


    2.
    Mensaje religioso del relato de la creación

    "El mensaje religioso encerrado en este pasaje es muy rico. He aquí algunos aspectos más importantes:

    1. La palabra poderosa de Dios ordena, pone paz y armonía, luz y bondad en la creación. Hace surgir los seres. Hace vivir. `Llama a las cosas que no son para que' sean'. Esta es su victoria. Esto quiere decir que todo cuanto existe lo ha hecho su palabra. Dios es el Creador del mundo y el Señor de la historia. Así lo creemos los cristianos.

    2. Toda la creación es buena, porque Dios, el único bueno, la ha hecho y todos participamos de su bondad. También porque Dios ama a sus criaturas, quiere la vida y no la destrucción. El Señor nos la ha confiado para perfeccionarla.

    3. El hombre es el rey de la creación. El pasaje que narra su creación tiene un carácter de marcado optimismo. Todavía no ha entrado en escena el pecado. Podemos afirmar que es rey por varias razones:

    • Es imagen de Dios. Hay un abismo entre el hombre y el resto del mundo creado. El hombre conoce, ama, es consciente de que Dios le habla y él puede responder. Esa es su dignidad y también su responsabilidad. Quien trabaja para que sean eficazmente reconocidos los derechos del hombre da gloria a Dios.

    • Es imagen de Dios. "Varón y mujer", la pareja humana es imagen de Dios. Por su entrega y amor fecundo, la familia puede reflejar algo del misterio de amor que hay en Dios; son una comunidad de personas unidas en el amor.

    • Domina la creación. El dominio del hombre sobre los animales y la tierra manifiesta también que es superior al resto de las cosas creadas. El hombre debe aprovechar los recursos de la naturaleza. `Creyentes y no creyentes —afirma el concilio Vaticano II en su constitución pastoral sobre la Iglesia y el mundo— están generalmente de acuerdo en este punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos'. El desarrollo de la ciencia, la conquista del espacio, los avances de la técnica pueden y deben ser el cumplimiento de la invitación del Creador.

    4. Toda la Sagrada Escritura está animada por un enorme dinamismo. Va desde la primera creación hasta la nueva creación en Cristo. La Iglesia lee solemnemente la primera página del Génesis en la vigilia de resurrección. A la luz de Jesucristo resucitado comprendemos definitivamente el misterio de la palabra creadora. El mundo fue creado por ella. Se hizo hombre en Jesús de Nazaret para que el universo terrestre y celeste se pudiera reunir con El" (cf Biblia de Iniciación Cristiana 19).


    Documentación complementaria

    3. Vocabulario

    TRABAJO: El esfuerzo para disponer la naturaleza según las necesidades del hombre. San Pablo estimulaba a sus comunidades a un trabajo cotidiano y constante. El trabajo salvaguarda la libertad personal; quien no trabaja se encuentra en vergonzosa dependencia de otros. El trabajo, asimismo, proporciona los medios para practicar la caridad. Todo trabajo humano debe poder desarrollarse en condiciones que no perjudiquen la salud de quien lo realiza y éste tiene derecho a ser retribuido dignamente por su trabajo (Con vosotros está 2, 229).

    MUNDO: Conjunto de la creación, ofrecido por Dios al hombre para que lo transforme y perfeccione, perfeccionándose a sí mismo. El mundo es el teatro de la historia humana, con los afanes, fracasos y victorias del hombre. Los cristianos creemos que el mundo, fundado y conservado por el amor del Creador, está esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero que, mediante la muerte y resurrección de Jesucristo, ha sido liberado y nosotros estamos llamados a transformarlo para que se cumpla en plenitud el plan de Dios (Con vosotros está 3, 451).

    TIERRA: Donde habita el hombre durante esta vida. Dios es su creador y dueño. Se la entregó al hombre para que la dominara y la hiciera fructificar. La tierra sufrió las consecuencias del pecado del hombre. La "tierra nueva" es el mundo renovado por Jesús, cuya plenitud se realizará en los últimos tiempos (Con vosotros está 4, 567).

    CREACIÓN: Acto por el cual Dios da existencia a todo lo que existe fuera de El. Dios crea todo de la nada, es decir, nada ni nadie, a excepción de Dios, existía antes de la creación del universo, y todo depende actualmente de El, lo sigue creando. La creación es manifestación por excelencia de la bondad y de la libre iniciativa de Dios (Con vosotros está 4, 567).

    NUEVA CREACIÓN: Quiere decir que la salvación, que Jesús realiza con su resurrección, transforma ya esta creación nuestra, sometida al pecado del hombre. De esta manera viene a ser una creación nueva, un mundo nuevo. En el encuentro con Jesús son creadas todas las cosas. La salvación, la transformación definitiva se realizará al final de los tiempos (Con vosotros está 4, 574).

    CIELO: Por su grandeza y hermosura, el firmamento es utilizado en la Biblia para simbolizar la morada de Dios. En el tiempo de Jesús, para evitar el uso del nombre de Dios, los judíos utilizaban la palabra "cielo", "los cielos" (reino de los cielos = reino de Dios). Entre los cristianos ha servido para designar el encuentro definitivo del hombre con Dios. Estar en el cielo = estar con Dios. Hacia el cielo se orienta la esperanza cristiana. Los justos estarán con Cristo en el cielo, o bien, ante el trono de Dios. El cielo es la comunión de vida con las tres divinas personas (Con vosotros está 4, 661).