CONVIVENCIA DE REVISIÓN Y CELEBRACIÓN DEL RITO DE LA LUZ


PRESENTACION

Al igual que al concluir la primera etapa se celebró el rito de entrega de la Biblia, también ahora se tendrá una convivencia que sirva de síntesis y revisión de la fase que concluye.


Objetivos


Estructura de la Jornada

La convivencia durará un día completo y, a tenor de los objetivos señalados, tres serán los momentos fuertes:

Reflexión en grupo: La mañana estará centrada en la evaluación del proceso catecumenal. Se constituirán pequeños grupos para reflexionar y revisar, a partir del cuestionario adjunto, las experiencias vividas en el camino recorrido.

Momento de expansión y ágape: El día queda dividido por la comida. Debe ser un momento ciertamente importante para compartir y disfrutar festivamente.

Momento celebrativo: El acto central y único de la tarde lo constituirá la celebración eucarística y en ella el rito de la luz como expresión del paso de la antigua a la nueva alianza. De este modo, el grupo catecumenal, tras haber evocado existencialmente las grandes experiencias bíblicas vividas por Israel, se proyecta en la nueva etapa a descubrir a Cristo, camino, verdad y vida.


 

Observaciones generales

Espacio y tiempo: La convivencia debe celebrarse en domingo, debido a su carácter festivo y por posibilitar más fácilmente la participación de todos. Se debe dedicar todo el día completo. Es importante, además, que sea en un lugar fuera del marco ordinario. A ser posible, que se cambie de ambiente. Ha de preverse que, mientras los miembros del grupo catecumenal trabajan, los otros miembros de la familia que asistan puedan disfrutar y ocupar su tiempo de ocio.

Preparativos: Teniendo en cuenta la "estructura de la jornada", es fácil prever los elementos necesarios para la misma: material catequético, instrumentos musicales, todo lo necesario para la eucaristía... Es importante que no se olvide el momento "festivo"; y, en este sentido, cabe prever también sencillas intervenciones de pasatiempo. Por supuesto, conviene ir provistos de comida para compartir e intercambiar entre los participantes.

Horario: Un posible horario que conjugue los tres momentos del día podría ser el siguiente: Comenzar a las 11 horas. De 11 a 13,30, revisión en grupo. De 13,30 a 16, comida y expansión. De 16 a 18, preparación y celebración de la eucaristía. Ciertamente, que el mejor horario será el que cada grupo prepare para sí mismo, adecuado a sus circunstancias peculiares.

Participantes: Si en una parroquia existiesen diferentes grupos y llevasen el mismo ritmo, lógicamente la convivencia sería para todos ellos. Pueden asistir los distintos miembros de la familia. Su participación será más activa en el "momento festivo" y en el "momento celebrativo". En la reunión de grupo para evaluar el proceso catecumenal sólo asistirán los que lo están realizando.


 

Primera parte


Revisión del proceso catecumenal


1.
Introducción

Objetivos específicos

En un ambiente de profundo sentido religioso, en esta primera parte de la convivencia se pretende:

* Que el grupo realice una reflexión sobre el camino recorrido y vivido en esta etapa del proceso catecumenal. No se trata de un mirar atrás y comprobar si se ha comprendido el mensaje de las distintas catequesis, sino que, teniendo como referencia las experiencias del pueblo de Dios, se constate si ha habido un crecimiento y maduración de la fe.

* A través del intercambio de experiencias, se pretende además crear un marco de comunicación, de oración, de enriquecimiento mutuo. Para ello deberá existir una actitud de sinceridad y apertura en la comunicación y de oración en cada cuestión.

Observaciones

Conviene que los grupos sean reducidos, en torno a seis-siete personas, porque interesa mucho que todos participen y se traten todas las cuestiones.

Después de cada cuestión se hace un momento de oración. Puede hacerse con un canto catecumenal. Para ello se puede contar, si al grupo no le es posible cantar, con un casete. También se puede utilizar otro canto adecuado o cambiarlo por una oración espontánea.

La metodología de la reunión es muy sencilla. Se comienza leyendo la introducción. La puede hacer cualquiera del grupo. Es una ambientación. Seguidamente se inicia el diálogo a partir de las cuestiones señaladas. Conviene que se expresen todos los miembros del grupo. Tras el diálogo, se hace un momento de oración con un canto o con una oración surgida del grupo. Concluido el momento de oración, se inicia el siguiente punto, y así sucesivamente.


2.
Cuestionario para la reunión de grupo

El éxodo: Habéis sido llamados a la libertad
(Catequesis 4)

Introducción

La experiencia más fundamental de Israel fue la salida de Egipto, su puesta en marcha, el éxodo. Dejaba atrás la esclavitud e iniciaba el camino hacia la libertad. La esclavitud era dura, pero daba seguridad; la libertad supone el abandono de la "seguridad" y correr el riesgo de atravesar un mar y desierto sin caminos. Sólo existía la confianza en Dios que caminaba con su pueblo, aunque, a veces, su presencia era invisible o, a lo sumo, aparecían signos de ella.

La fe auténtica significa salir de las esclavitudes y falsas seguridades y caminar hacia delante fiándose de Dios, que es quien abre el camino donde no lo hay o parece imposible que lo haya.

Diálogo

Momento de oración


La tentación: La fe sometida a prueba
(Catequesis 5)

Introducción

El camino por el desierto no era nada fácil. La alegría de salir de la esclavitud pronto encontró el frenazo de la dificultad: hambre y sed, cansancio y desorientación, añoranza del pasado... La confianza en Dios se tambalea. Surgía la duda.

Efectivamente, la fe no está libre de dudas, de crisis, de conflictos y contrariedades. Son muchas las tentaciones que acechan al creyente y posiblemente la más fuerte sea la del abandono o la de vivir la fe sin complicaciones: "Antes estábamos mejor", "para qué tantas novedades", "esto es mucho lío", etc.

Diálogo

Momento de oración


La alianza: La comunión con el Dios vivo
(Catequesis 6)

Introducción

La presencia de Dios con su pueblo quedaba garantizada por la alianza. El pueblo, por su parte, se compromete a serle fiel. "Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo". La alianza, por tanto, comprometía la relación del pueblo con Dios y de los miembros del pueblo entre sí. Se garantizaba la condición de "pueblo".

La fe significa vivir la experiencia de alianza y, por tanto, exige una comunión en relación con Dios y en relación con los demás hombres. La ley que sustenta la nueva alianza es el mandamiento del amor: amor a Dios y amor al prójimo.

Diálogo

Momento de oración


La idolatría: No tendréis otros dioses
(Catequesis 7)

Introducción

La idolatría fue uno de los grandes pecados de Israel. Se construyó su propio "dios", un "dios" a su antojo, a su medida. El "becerro de oro" ocupó el lugar de Yavé. Con él consiguió lo que en el fondo buscaba, esto es, disponer de "algo" que hiciera las veces de Dios (así tranquilizaba la conciencia) y, por otra parte, que no fuera exigente, sino más bien un "objeto" fácil de manipular. La idolatría supuso el rechazo de Dios y el "endiosamiento" de las cosas.

Vivir la fe con autenticidad exige no sólo haber desterrado los "ídolos" que nos hemos creado, sino aceptar el Dios verdadero como centro de la propia vida. Creer es aceptar a Dios como el valor absoluto y ver todo lo demás como relativo y secundario.

Diálogo

Momento de oración

El profetismo: Centinelas de la alianza (Catequesis 8)

Introducción

Ante un pueblo que olvidaba fácilmente el compromiso de la alianza, Dios elige a unos hombres, los profetas, para que en su nombre recriminen al pueblo su pecado y, por otra parte, le estimulen a la conversión con la esperanza de la salvación. Denuncia del pecado y anuncio de la salvación: doble tarea de los profetas. Por eso fueron los centinelas de la alianza.

Es connatural al cristianismo, si vive sinceramente la fe, la experiencia de "profeta". Desde la palabra y el testimonio ha de denunciar el pecado y anunciar la salvación. La postura de repliegue ante los males sociales por miedo al qué dirán o de cobardía y silencio ante el pecado son síntomas de una fe enferma o prácticamente muerta.

Diálogo

* ¿Has vivido la experiencia de la "denuncia profética" en tu ambiente? ¿Cómo?

* El testimonio de tu vida cristiana, ¿es un testimonio de optimismo y esperanza para un mundo angustiado y desesperanzado?

Momento de oración


 

Segunda parte


Celebración eucarística y rito de la luz


Observaciones

La celebración se desarrolla en cuatro partes, tal como se especifica en la monición introductoria. Conviene prever un tiempo para ensayar los cantos.

El informe-evaluación de la marcha de la comunidad, que debe presentar el responsable de la misma, debe ir ya preparado a la convivencia. Por consiguiente, hay que elaborarlo en los días anteriores. En él se deben recoger los avances de la comunidad desde el inicio del proceso catecumenal, los fallos, los errores, etc.

Para el rito de la luz hay que prever un cirio pascual y un candelabro apropiado. Al comenzar la celebración, el candelabro se coloca, sin el cirio, en el centro del lugar donde se tenga la celebración. Hay que prever velas pequeñas para todos los presentes.

Un grupo debe haber preparado algunas peticiones para el acto penitencial y otro grupo debe hacer lo mismo con la oración de los fieles. No obstante, después de la intervención del grupo conviene dejar un tiempo prudencial para intervenciones espontáneas.

Las oraciones de la misa pueden ser del domingo que corresponda o bien las de la "Misa por la caridad" (cf Misal Romano, 884). El prefacio más apropiado parece el primero de Navidad. Y la plegaria eucarística, la cuarta.


Desarrollo de la celebración

Monición introductoria

En el camino por el que avanzamos tratando de profundizar en nuestra fe hemos completado la fase de confrontación entre nuestra vida y las grandes experiencias bíblicas. A lo largo de este tiempo nos hemos ido conociendo mejor a nosotros mismos, hemos atado más fuerte los lazos fraternales que nos unen y, sobre todo, hemos avanzado en el conocimiento del modo como Dios actúa en nuestra vida y en la vida de los hombres.

Todo esto tenemos que celebrarlo.

La celebración que ahora empezamos se desarrollará en cuatro partes: la primera, que culminará en el acto penitencial, será una evaluación de la situación de la comunidad; seguirá luego la proclamación de la palabra de Dios y la reflexión sobre la misma; a continuación tendremos el rito de la luz, que nos situará en los umbrales de la nueva fase en la que entramos; finalmente celebraremos la cena del Señor.

Dispongámonos a participar activa e intensamente en esta celebración.

Primera parte: la situación de la comunidad

Canto de entrada

Mi fuerza es el Señor

Cantaré al Señor, sublime es su victoria:
caballos y carros ha arrojado en el mar.
El es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.

Mi fuerza y mi poder es el Señor.
El es mi salvador
(bis).

Forastero me vi en un país extraño.
Como un mar agitado la muerte me cercó.
Mas tú, Señor, viendo mi dolor,
saliste a mi encuentro, oíste mi clamor.

Mi fuerza...

Te doy gracias, Señor, mis manos alzaré:
que todos los pueblos conozcan tu poder.
Tú eres mi Dios: yo alabaré.
El Dios de mis padres: yo te ensalzaré.

(Cf el disco Camino de Emaús, en Ediciones Paulinas).

 

Saludo del celebrante

Que la paz de Dios, nuestro Padre, la fuerza de Jesucristo, el Señor, y la alegría plena del Espíritu Santo sean .con todos vosotros.

R/ Y con tu espíritu.

Evaluación

El responsable de la comunidad hace la evaluación de la situación del grupo. Se trata de presentar a la comunidad los logros alcanzados y las deficiencias que aún se dan. Esta evaluación debe estar preparada de antemano y no es tarea sólo del responsable. Debe ser un informe hecho por él con el sacerdote encargado de la comunidad y algunos otros miembros.

Terminado el informe-evaluación, puede dedicarse un tiempo a intervenciones de otros miembros de la comunidad que vengan a corroborarlo, corregirlo o completarlo.


Acto penitencial

Los logros nos hacen confiar en el Señor que nos conduce a perseverar en el camino iniciado; las diferencias nos hacen ver que la conversión es una exigencia permanente en nuestras vidas. Aceptando nuestras limitaciones y reconociendo que necesitamos la misericordia, pidamos a Dios perdón de nuestros pecados.

Uno de los grupos que ha trabajado por la mañana puede preparar algunas intervenciones con faltas personales o colectivas de las que hay que pedir perdón. Luego se deja un tiempo para que puedan intervenir quienes lo deseen.

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R/ Amén.

Oración

Te rogamos, Señor,
que inflames nuestros corazones
col, el Espíritu de tu amor,
para que pensemos y obremos según tu voluntad
y podamos amarte en los hermanos
con sinceridad de corazón.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R/ Amén.

 

Segunda parte: Liturgia de la Palabra

Monición a las lecturas

El Dios, Señor y Padre, que en el pasado habló a nuestros padres, nos habla aquí y ahora a nosotros. Su Palabra es recreada hoy para nosotros: ella nos interpela, ilumina y conforta. Abramos la mente y el corazón para que su voz, como la semilla, encuentre una tierra bien dispuesta que dé fruto abundante.

Primera lectura

Como primera lectura, se lee un texto del profeta Isaías (cf Is 9,1-6). Como respuesta a la palabra de Dios se canta el salmo 66: A Dios den gracias los pueblos, de José A. Espinosa (cf Cantoral litúrgico nacional, núm. 510).

Segunda lectura

A continuación del canto se proclama un texto del Nuevo Testamento (cf 1 Jn 1,5-7).

Tercera lectura

Finalmente, puestos todos de pie, se proclama el evangelio (cf Jn 1,1-14).

Homilía

En el desarrollo de la homilía, el celebrante puede tener en cuenta las siguientes ideas:

Las tres lecturas giran en torno al simbolismo luz-tinieblas. En el texto de Isaías, las tinieblas son la opresión, la violencia del invasor, el sufrimiento... Por el contrario, la luz es la liberación, la paz sin límites, la justicia y el derecho.

 

Tercera parte: Rito de la luz

Monición introductoria

Cristo es la luz: la luz que da sentido a nuestra vida, que despeja nuestras dudas, que elimina nuestros miedos, que disipa la oscuridad de nuestros odios, desconfianzas. y divisiones; que nos saca del error en que el pecado nos sumerge. La luz, cuando irrumpe en medio de la oscuridad, atrae las miradas hacia sí y luego hacia el entorno iluminado por ella. Los que aceptan la luz, que es Cristo, después de volverse hacia él, se dirigen a los demás y hacia sí mismos para descubrir un sentido nuevo de las relaciones con Dios, de la convivencia entre los hombres y de la misma existencia humana.

Entrada de la luz (de pie)

Desde fuera del recinto donde se realiza la celebración, un miembro de la comunidad entra con un cirio, de los utilizados en la Vigilia Pascual, encendido. Mientras tanto, se canta el número 653 del CLN).


¡Oh luz gozosa!

¡Oh luz gozosa de la santa gloria
del Padre celeste, inmortal!
¡Santo y feliz Jesucristo!

El cirio se coloca en el centro de la asamblea sobre un candelabro preparado de antemano. Luego el celebrante bendice el cirio encendido, diciendo:

Oh Dios, luz verdadera,
autor y dador de la luz eterna,
infunde en el corazón de los fieles
la luz que se nos extingue,
para que, cuantos son iluminados en tu templo
por la luz de este cirio,
puedan llegar felizmente
al esplendor de tu gloria.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R/ Amén.

Seguidamente cada miembro de la comunidad enciende su vela acercándose al cirio. Mientras tanto, se canta:

 

Id y enseñad

Sois la semilla que ha de crecer,
sois la estrella que ha de brillar.
Sois la levadura, sois grano de sal,
antorcha que ha de alumbrar.

Sois la mañana que vuelve a nacer,
sois espiga que empieza a granar.
Sois aguijón y caricia a la vez,
testigos que voy a enviar.

Id, amigos, por el mundo anunciando el amor,
mensajeros de la vida, de la paz y el perdón.
Sed, amigos, los testigos de mi resurrección.
Id llevando mi presencia; con vosotros estoy.

Sois una llama que ha de encender
resplandores de fe y caridad.
Sois los pastores que han de guiar
al mundo por sendas de paz.
Sois los amigos que quise escoger.
Sois palabra que intento gritar.
Sois reino nuevo que empieza a engendrar
justicia, amor y verdad.

(Cf el disco Dios con nosotros, de C. Gabaráin, en Ediciones Paulinas).

 

Profesión de fe

C/ Conscientes de la importancia del momento que vivís; sabedores de que en la etapa que ahora iniciáis, el misterio de Cristo, luz de los hombres, va a iluminar vuestra vida; convencidos de que el Espíritu del Señor os acompaña, manifestad vuestra fe en el Dios que nos ha creado, redimido y santificado:

C/ ¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso,
    creador del cielo y de la tierra?

R/ Sí, creo.

C/ ¿Creéis en Jesucristo,
    su único Hijo, nuestro Señor,
    que nació de Santa María Virgen,
    murió, fue sepultado,
    resucitó de entre los muertos
    y está sentado a la derecha del Padre?

R/ Sí, creo.

C/ ¿Creéis en el Espíritu Santo,
    en la santa Iglesia católica,
    en la comunión de los santos,
    en el perdón de los pecados,
    en la resurrección de los muertos
    y en la vida eterna?

 R/ Sí, creo.

C/ Que Dios todopoderoso,
    Padre de nuestro Señor Jesucristo,
    que nos regeneró por el agua
    y el Espíritu Santo
    y que nos concedió la remisión de los pecados,
    nos guarde en su gracia,
    en el mismo Jesucristo nuestro Señor.

R/ Amén.


Oración de los fieles

Hermanos: Elevemos nuestras plegarias a Dios Padre todopoderoso, que ha enviado a su Hijo al mundo como luz de los hombres.

Uno de los grupos de trabajo de la mañana puede haber preparado algunas peticiones. Luego se deja para que intervengan quienes lo deseen.

Oh Dios, que quieres que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad,
escucha las oraciones de tu pueblo
y haz que el mundo camine por la senda
que tu Hijo le ha mostrado
y que la Iglesia sea luz en medio de él.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

Cuarta parte: Liturgia eucarística

 La última parte se desarrolla conforme a las indicaciones que aparecen en las observaciones generales.

Canto de comunión

Ven y sígueme

Tú, Señor, me llamas;
tú, Señor, me dices:
"Ven y sígueme, ven y sígueme".
Señor, contigo iré.
Señor, contigo iré.

Dejaré en la orilla mis redes,
cogeré el arado contigo, Señor:
guardaré mi puesto en tu senda,
sembraré tu palabra en mi pueblo,
y brotará y crecerá.

Dejaré mi hacienda y mis bienes,
donaré a mis hermanos mi tiempo y mi afán;
por mis obras sabrán que tú vives;
con mi esfuerzo abriré nuevas sendas
de unidad y fraternidad.

(Cf el disco Cristo libertador, de C. Erdozáin, en Ediciones Paulinas).


Bendición final

C/ El Dios de la bondad infinita,
    que disipa las tinieblas del mundo con la luz de su Hijo,
    aleje de vosotros las tinieblas del pecado
    e ilumine vuestros corazones con la luz de su gracia.

R/ Amén.

C/ Que os dé un profundo conocimiento de él
    y encienda en vosotros el deseo de imitarle.

R/ Amén.

C/ De este modo, siguiendo sus huellas,
    consigáis llegar un día a participar del reino de los santos.

R/ Amén.

C/ Y la bendición de Dios todopoderoso,
    Padre, Hijo y Espíritu Santo,
    descienda sobre vosotros.

R/ Amén.


Canto final

¿A quién enviaré?

¿A quién enviaré?
¿Quién irá en mi lugar?,
¿quién a los hombres la esperanza anunciará?
¿quién será mi profeta?,
¿quién por mí hablará?,
¿quién será mi testigo en la verdad?

Tú eres mi elegido,
tú irás en mi lugar,
tú has de ser un profeta de la paz.
Hablarás a mi pueblo,
la maldad denunciarás,
con mi fuerza, mi testigo tú serás.

¿Cómo dices, Señor?,
¿que yo iré en tu lugar?
Tú sabes que soy pequeño
y que apenas sé hablar.
Pues mis labios son impuros
y me da miedo luchar,
no soy digno. Tú ya sabes que es verdad.

No tengas miedo, te voy a purificar.
No te inquietes. Yo por ti voy a actuar,
Te basta mi gracia, sólo en mí has de confiar,
pues mi Espíritu en tu ayuda acudirá.

(Cf el disco Camino de Emaús, en Ediciones Paulinas).