CATEQUESIS 2
 

LA FE SIGNIFICA CREER EN ALGUIEN

 

PRESENTACIÓN

En la catequesis anterior se vio claramente que las "prácticas religiosas" constituyen la forma más común que tienen muchas gentes de expresar su fe, y, sin embargo, dichas prácticas forman un ropaje, muchas veces vacío de auténtico sentido cristiano y de auténtica fe.

Cuando una vida cristiana queda reducida a simples formulismos externos, no es de extrañar que surja el aburrimiento, el cansancio y hasta el hastío ante "lo religioso". Los mayores mantienen sus tradiciones y costumbres. Los jóvenes se sienten extraños y ajenos. ¿Por qué?

Tenemos que ser conscientes de que en el centro de las prácticas cristianas tiene que estar Cristo; de lo contrario, todo nuestro comportamiento religioso se convierte en una simple apariencia.

En el fondo de todo este problema está flotando una pregunta: ¿Qué es la fe? Cuando uno dice que es creyente, ¿qué cree o en quién cree? Por eso, la importancia de esta catequesis está en descubrir que la fe no es creer en algo, sino en alguien, y ese Alguien es Jesucristo.

De ahí que los objetivos que se pretenden alcanzar sean éstos:

Que el grupo catecumenal descubra el auténtico sentido de la fe, esto es, que la fe no consiste en creer en "algo", sino en "Alguien".

Y que descubra, además, que ese Alguien es Jesucristo y, consecuentemente, se provoque una actitud de búsqueda por conocerle, aceptarle y seguirle.


 

Observaciones generales

El esquema general de las tres partes de que consta esta catequesis es el siguiente:

En la primera, a partir del montaje audiovisual "Algo-Alguien", el grupo va a reflexionar y a cuestionar el modo de vivir la fe, la vida religiosa. Esta reflexión ya la ha hecho en la catequesis anterior, pero ahora se hace teniendo como alternativa qué significa "creer en Alguien". Por tanto, esta parte estará muy conectada con la primera catequesis.

En la segunda parte se pretende concretar que ese "Alguien" es Dios y, en consecuencia, se reflexionará sobre la "imagen" que de Dios tenemos y cómo vivimos la relación con El. Se trata, por tanto, de descubrir el verdadero rostro de Dios.

. Y en la tercera se completa la catequesis explicitando que el rostro encarnado de Dios es Jesús. El proceso, pues, sería éste: la fe significa "creer en Alguien", y ese Alguien es Dios, que se ha encarnado en Jesús, que es el Señor. Jesús es, por tanto, el centro de nuestra fe.

Atención al montaje audiovisual. Son varias las observaciones que conviene hacer:

Tener previstos todos los aspectos materiales y técnicos para su utilización, proyector, electricidad, audición de la cinta, etc.

Otra observación fundamental es que el catequista lo haya visto previamente y leído bien el folleto que le acompaña como presentación.

Temporalización. El catequista tiene que estar atento, porque cada sesión puede resultar demasiado larga. Ciertamente, no convendría que una misma "parte" se dividiera. Podría perderse el sentido. Si se prevé que puede durar demasiado una sesión, sería preferible sintetizar y recortar parte del cuestionario o agilizar el diálogo.

Lectura de la documentación. Convendría que el grupo trajese leído, previamente a la segunda y tercera sesión catequética, la documentación respectiva. Facilitaría el diálogo en el grupo. El catequista, por tanto, debe recordarlo al concluir la sesión anterior.


 

Primera parte

Buscando el sentido de la fe


1. Introducción

La introducción de esta sesión catequética consta de dos momentos: por una parte, introducir el tema, y por otra, presentar el montaje audiovisual "Algo-Alguien".

Introducción del tema. La clave para comprender el contenido de esta sesión catequética está en el título: "Buscando el sentido de la fe".

Introducción al montaje. Conviene que el catequista presente el montaje, sobre todo en orden a motivar la atención y comprensión del mismo. Ofrecemos algunas pautas:

Utilizamos el montaje como recurso didáctico-catequético que nos facilite nuestra reflexión de grupo.

El montaje nos va a ofrecer dos modelos de fe, dos estilos de creer. ¿Con cuál nos identificamos o con cuál queremos identificamos? Se trata, por tanto, de confrontar nuestra "experiencia religiosa" con las que aparecen en el montaje.

Hay cosas en el montaje que pueden provocarnos "rechazo" y "desacuerdo". No olvidemos que se trata de una técnica de trabajo para ayudarnos a reflexionar.

Si parece oportuno, antes de comenzar la proyección del montaje se podría leer el cuestionario, con el fin de tenerlo presente como clave de lectura del montaje.

 


2.
Reflexión y diálogo

Lo importante del diálogo es que salgan a flote las propias experiencias de fe. Que el grupo haga una autocrítica de los propios comportamientos religiosos negativos. Analicemos cada cuestión.

  1. ¿Qué es lo que más te ha impresionado del montaje y por qué?

    En una lluvia de ideas, cada miembro del grupo expone sus impresiones. No se trata de enjuiciarlas, sino de construir un perfil de sentimientos y experiencias.

    La impresión puede recaer sobre una imagen, una secuencia, una idea, etc. Todas las aportaciones son válidas. El catequista debe estar atento para que en el grupo no aparezca rechazo o crítica a la aportación de los miembros. Las intervenciones en este punto deben ser sólo para recabar explicación o aclaración.


  2.  
  3. Tus prácticas religiosas, ¿con qué se identifican: con creer en "algo" o creer en "Alguien"?

Esta es una cuestión capital, porque es donde se van a realizar la confrontación y el autoexamen. Si resultase duro exponer la propia experiencia, la pregunta puede recaer sobre el comportamiento religioso de los cristianos en general. Lo importante es que nuestra realidad sea cuestionada.

El catequista puede facilitar el diálogo haciendo referencia a las reflexiones realizadas en la catequesis anterior, recordando, por ejemplo:

No olvidemos que ya hemos analizado nuestras prácticas religiosas. Esas prácticas, globalmente consideradas, ¿con qué estilo de creer se identifican más?

También hemos analizado unos comportamientos religiosos denunciados por la palabra de Dios. ¿Tiene tal denuncia explicación desde el montaje que hemos visto?

Cuando en la tercera parte de la catequesis anterior decíamos que teníamos que redescubrir nuestra condición de creyente, ¿cuál es su explicación desde el mensaje del montaje?, ¿qué tipo de creyentes somos?¿Qué otros términos o contenidos pondrías tú en vez de ese "algo" o ese "Alguien"?

La razón de esta cuestión está en que conviene que el grupo concretice en realidades de experiencia los significados de "algo" y "Alguien".

En este sentido cabe decir que "algo" significa todos los "ídolos", es decir, los "sustitutos" de Dios: poder, dinero, placer, influencia, etc. Y, además, todos los modos de vivir la religión como magia, fetichismo, animismo, ritualismo, etc.

Por el contrario, "Alguien" está significado fundamentalmente por la persona de Jesús y los "modos" de vivir la religión como "relación personal con Dios" y como expresión de una Alianza salvadora, y las prácticas religiosas consideradas como lenguaje de comunicación y diálogo personal con Dios y expresión de una comunidad que celebra su salvación en Jesús, etc.

En este punto es importante poner de manifiesto, aunque quizá salga en el diálogo, cómo una devoción y expresión religiosa a una imagen puede convertirse en creer en "algo" si no se descubre el significado que hay más allá de la misma imagen material.


3.
Síntesis

Se proyecta la última diapositiva, la 20. Es una síntesis de lo visto y reflexionado en grupo:

Algo: arriba, miedo, reyes, poderosos, ceremonias, solo...

Alguien: aquí, amor, libertad, pobres, fiesta, juntos...

Son dos estilos de "religión", dos modos de "creer", dos formas de vivir religiosamente. Pero ¿son dos estilos de fe? ¿Puede la fe proyectar dos formas de vida tan contrarias?

La conclusión sigue siendo que hay que redescubrir la fe.


4.
Momento de oración

Después de la experiencia vivida en esta sesión catequética, en la que el espíritu ha podido quedar impactado porque muchas veces hemos podido estar creyendo en "algo" más que en "Alguien", ahora hacemos un momento de oración, cantando o recitando el salmo 115, en el que se proclama un himno al Dios único y verdadero. Es nuestra confesión en Alguien y no en los "ídolos", que son "algo". La siguiente canción es una adaptación del salmo 115, y está grabada por Ediciones Paulinas en la casete titulada Camino de Emaús.

Himno al Dios verdadero

"No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da gloria.

¿Por qué han de decir las naciones:
"dónde está Dios"?

No a nosotros...

Sus ídolos son plata y oro.
Eso es su dios.

No a nosotros...

La fuerza, el poder y el dinero.
Eso es su dios.

No a nosotros...

Nosotros en Dios confiamos.
Es nuestro Dios.

No a nosotros...

Señor del cielo y la tierra.
Es nuestro Dios.

                No a nosotros..."


 

Segunda parte

A Dios no le ha visto nadie


1.
Introducción

Esta segunda parte es una respuesta a la primera. Los principales puntos que conviene reseñar en la introducción son los siguientes:

En la situación de "búsqueda" del sentido de la fe en que nos encontramos, hemos dado un gran paso: la fe es creer en Alguien, no en "algo".

¿Podemos conformarnos con tal respuesta? Ciertamente, no. Porque, ¿quién es ese "Alguien"? A esta pregunta también sabemos dar una respuesta global: es Dios.

Tampoco es suficiente saber que el "Alguien" de la fe es Dios. Porque, ¿qué Dios?, ¿cuál es su imagen y su nombre?, ¿dónde se encuentra?; el "Dios" en quien creemos, ¿es el "Dios" auténtico?

En esta segunda parte se pretende no sólo descubrir el verdadero rostro de Dios, sino purificar las deformaciones de Dios que puedan existir en nosotros.

Se puede concluir la Introducción leyendo en alta voz el texto del Éxodo en el que Moisés se plantea la pregunta —siempre eterna— de saber quién es Dios y qué puede decir de él a los demás:

"Moisés replicó a Dios: Mira, yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros; si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo? Dios dijo a Moisés: Soy el que soy; esto dirás a los israelitas: Yo soy, me envía a vosotros... Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación" (Ex 3,13-14).


2.
Diálogo en grupo

En el diálogo, el grupo debe poner de manifiesto las propias experiencias sobre Dios. Interesa el intercambio, no teórico y conceptual, sino existencial. Por eso el cuestionario es personal y directo.

  1. Dios, ¿significa algo en tu vida? Con otras palabras: Si tú no fueras creyente, ¿tu vida actual sería distinta o prácticamente sería igual?

    Ya vimos en la catequesis anterior que "ser creyente" significa vivir la experiencia de relación con Dios y, por tanto, la vida queda afectada por esa presencia de Dios y, lógicamente, la transforma. Cuando el hombre ha descubierto a Dios, toda la vida es distinta. No cabe decir que es igual la "vida" creyendo que sin creer. Al menos, no debe ser igual. La aceptación de Dios se mide fundamentalmente por la transformación que provoca en la vida.

    Esta cuestión pretende provocar una revisión del tipo de experiencia religiosa que existe en el grupo. Es posible que ante la pregunta no surja respuesta por resultar demasiado extraña, lo cual sería ya significativo de lo lejos que está el grupo de una profunda experiencia religiosa de Dios.
     

  2. Si un ateo te preguntara por qué crees y en quién crees, ¿qué respuesta darías?

    Dar razón de nuestra fe es una exigencia básica de la misma (cf 1 Pe 1,18-21). Por eso con esta cuestión se pretende que haya una reflexión de síntesis por parte de los miembros del grupo y, por otra parte, pueda quedar patente la ignorancia y desconocimiento que tenemos de Dios.

    Conviene profundizar en las razones aportadas con el fin de llegar al fondo de la cuestión, esto es, si de verdad hay una opción clara, libre y consciente de la fe. Al menos, el catequista debe facilitar el diálogo para que el grupo tome conciencia de la importancia de una aceptación de Dios con todas las consecuencias.
     

  3. ¿Cuál es la "imagen" de Dios que más ha prevalecido en tu vida?

Esta cuestión está íntimamente relacionada con las anteriores. Normalmente, todos decimos que "creemos en Dios", pero ¿en qué Dios? Por eso el grupo, utilizando el recurso de las Imágenes de Dios que aparece en la Documentación 1.Imágenes de Dios debe concretar qué "realidad" de Dios es objeto de su fe y, consecuentemente, qué actitudes religiosas son fundamentales en sus vidas.

Si el grupo no ha consultado previamente la documentación correspondiente, conviene que lo haga ahora, y para ello el catequista invitará a que se haga una lectura en alta voz y, concluida, cada uno podrá expresar su experiencia.

No basta con que se diga que tal o cual imagen de Dios es la que ha prevalecido en la propia vida, sino razonar el porqué, en qué rasgos se basan, cuáles han sido los comportamientos mantenidos, etc.


3.
El rostro auténtico de Dios

El cuestionario ha debido servir para que el grupo intercambie sus propias experiencias sobre Dios. Ahora, al contacto con la palabra de Dios, se pretende descubrir el auténtico rostro de Dios. Se trata de un primer anuncio de quién es Dios, de quién es ese Alguien en quien creemos.

Como método de trabajo para este apartado podemos seguir dos criterios:

  1. Si parece que va a resultar excesivamente larga esta sesión, el catequista puede hacer una síntesis destacando los rasgos de Dios e invitar al grupo a que reflexione sobre los textos particularmente.

  2. En caso de que convenga detenerse en la lectura y reflexión sobre la palabra de Dios, entonces se pueden hacer las tres lecturas, entablando un diálogo-comentario sobre cada una de ellas. Como pauta para el diálogo puede servir la siguiente cuestión: ¿Qué experiencias tenemos de "criatura", respecto a Dios Creador, de "salvado" respecto a Dios Salvador y de "hijo" respecto a Dios Padre y Providente?

Los rasgos de Dios aparecen en la Documentacion 2. Palabra de Dios. Este es su contenido:

Dios Creador. El hombre que tiene experiencia de "criatura", que ha descubierto a Dios como Creador, vive el sentido de "relación" y "dependencia" como experiencia liberadora. Sin Dios el hombre pierde su razón de ser.

Dios Salvador. El rasgo de Creador tiene su proyección en el de Salvador. Salvar al hombre es volverlo a crear. De ahí que la experiencia de sentirse salvado conlleva la actitud de agradecimiento y de confianza. Vivir la "salvación" es vivir en la alegría y en el optimismo cristiano.

Dios Padre y Providente. La Paternidad providente de Dios es una "salvación" continuada y permanente. La experiencia de "hijo de Dios" se concreta en confianza, seguridad, ausencia de temor, etc. Todo acontecimiento es interpretado en clave de amor. Todo sucede para bien de los elegidos.


4.
Momento de oración

La respuesta que el grupo puede dar después de haber descubierto el rostro auténtico de Dios, y como actitud de conversión, es expresar en oración y canto ese descubrimiento.

Himno al Dios vivo

"Quien diga que Dios ha muerto,
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan dónde,
que Dios está —sin mortaja—
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde"

(Cf Te está cantando el martillo, Himno de Hora Sexta, ordinario, en Liturgia de las Horas).

 


 

Tercera parte

Cristo, centro de la fe


1.
Introducción: una pregunta clave

Esta tercera parte ha de ser conclusión de toda la catequesis y, por tanto, debe dar luz al planteamiento de la fe en cuanto que significa "creer en Alguien". En paralelismo con la segunda parte, los puntos a destacar como enmarque de la sesión catequética pueden ser éstos:

Una constatación de nuestra realidad sociorreligiosa es que no pocos "cristianos" viven una fe centrada en el Dios del A.T.: el Dios de Abrahán, de Isaac, de Jacob; el Dios del Exodo y del Sinaí, etc.

La novedad del cristianismo está en que la fe tiene como centro a Jesús, revelación y encarnación de Dios. No descubrir esa "novedad" significa no haberse integrado en la Historia de la Salvación realizada por Jesús.

No es de extrañar que nos llamemos "cristianos" y no hayamos descubierto a Jesús. Es una experiencia vivida ya por los que estaban cerca, en contacto continuo con Jesús.

Por eso hay una pregunta clave que adquiere plena actualidad aquí y ahora, entre nosotros. Nos la hace el mismo Jesús (conviene leer el texto en alta voz):

"Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas. El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" (Mt 16,13-14).

Dar respuesta a esta pregunta es el objetivo de esta tercera parte, y para ello el grupo catecumenal debe revisar qué experiencia tiene en relación con Jesús.

Es importante que el catequista recalque que para la fe cristiana, ese "Alguien" en quien tenemos que creer es, ciertamente, Dios, pero el Dios revelado y encarnado en Jesucristo.


2. Diálogo en grupo

Como en ocasiones anteriores, una vez que el catequista ha hecho la introducción y se ha centrado el tema, se procede a entablar un diálogo fundamentalmente de intercambio de experiencias.

a) ¿Eras consciente de que "ser cristiano" es fundamentalmente aceptar y seguir a Jesús o, por el contrario, te conformabas con saber que eras "creyente", sin preocuparte de más?

Se trata de que los miembros del grupo manifiesten las "experiencias" que tenían en relación con Jesucristo. Es decir, ¿existía una correlación entre la fe y Jesús? En definitiva, se pretende constatar si en el grupo se da también cuanto hemos dicho en la introducción: vivir una fe en el Dios del A.T.

Cabría señalar que una fe sin Jesús es aquella en la que:

La "religiosidad" está referida fundamentalmente a un Dios abstracto, lejano, del temor...

Las "prácticas religiosas" están orientadas a "devociones", mientras se marginan las celebraciones fundamentales; por ejemplo: eucaristía, sacramentos...

Jesús es reconocido simplemente desde el sentimiento infantil (Jesús Niño en el nacimiento) o desde el sentimiento de compasión (Jesús crucificado y muerto en la cruz).

b) ¿Qué "imágenes" o "concepciones" existentes sobre Jesús han pesado más en tu vida?

La documentación Imágenes de Cristo, que se ofrece en Documentación 3 Imágenes de Cristo, puede servir de esquema de referencia. Los miembros del grupo deben expresar sus propias experiencias a través de dichas "imágenes" o "concepciones" de Cristo. Lógicamente, cada uno puede reflejar otra experiencia sobre Cristo.

Si el grupo no ha leído la documentación previamente, puede hacerse en este momento una lectura, bien individual, bien grupalmente. El caso es que realicen un autoexamen de cómo "conciben" a Jesús. Lógicamente, la fe va a estar condicionada por la experiencia que tenga cada uno de El.

Como metodología de trabajo, el catequista, una vez que todos hayan leído la documentación, puede invitarles a que expongan su reflexión. Conviene que expliquen por qué han elegido tal o cual "imagen" y en qué medida se ven reflejados en ellas.

c) ¿Qué "actitud" en relación con Jesús has asumido normalmente en tu vida cristiana?

Está cuestión está íntimamente relacionada con la anterior. Más aún, es posible que en la explicación de la anterior quede ya contestada.

Con todo, como en la documentación se señalan cuatro actitudes, es fácil elegir y explicar con cuál se identifica y por qué. Ciertamente caben otras muchas actitudes. Señalamos algunas más:

De admiración: considerado como gran personaje histórico.

De recuerdo: lo contempla como algo pasado, aunque agradable.

De indiferencia: no significa nada ni importa nada.

De pasividad: lo acepta, pero no provoca reacción alguna.

De desconocimiento e ignorancia: ni sabe ni quiere saber sobre El.

De aceptación sociológica: relación motivada por razones sociológicas: costumbre...

Agnóstica: respeta, pero vive como si no existiera.


3.
El Jesús en quien creemos

A través de la palabra de Dios queremos encontrar los verdaderos "rasgos" que definen a Jesús. Consultar los textos bíblicos de la Documentacion.

Como en las catequesis sucesivas vamos a profundizar sobre Jesús, su persona y mensaje, en ésta se trata sólo de un anuncio global de Jesús. Por tanto, el catequista puede seguir dos criterios: bien hacer una síntesis de los rasgos de Jesús e invitar al grupo para que reflexione la palabra de Dios en privado, en oración, o bien dedicarle el tiempo que requiera, y es todo el grupo el que reflexiona sobre la palabra de Dios. En este segundo caso quizá convenga dedicarle otra sesión catequética más para este apartado.

        Rasgos de Jesús:

Jesús, hombre como los hombres (Heb 2,17; 4,15-16). Jesús es la "encarnación" de Dios. Alguien tan cercano al hombre que asume su historia y existencia: dolor, alegría, cansancio, gozo, muerte... En consecuencia, el hombre no es una realidad extraña para Jesús.

Jesús, el Mesías (Lc 4,16-21; 7,20-23). En Jesús se cumplen las profecías sobre el Mesías. Es el esperado. Es la realización de la "esperanza" del Antiguo Testamento. Con su venida se alcanza la plenitud de los tiempos. Vivimos en los tiempos definitivos y nuestra "esperanza" es "espera" de la plenitud.

Jesús, el resucitado (Lc 24,5-7). Es la victoria frente a la muerte y el mal. El pecado ha sido desterrado. Jesús vive, no está muerto. La relación del hombre con El no es una relación de "recuerdo" o de admiración histórica, sino una relación personal, directa, dialogante...

Jesús, el Señor, es nuestra salvación (He 2,22-24; 4,11-22). En definitiva, Jesús es Señor y Salvador. El hombre ha sido salvado. No importa que el hombre le rechace. La salvación sólo es posible en El y por El. La piedra rechazada se ha convertido en "piedra angular". No es posible la edificación del mismo hombre sin Jesús.

Jesús, principio y fin de la historia (Ap 1,17-18; 21,6-7). Jesús, el Señor, es el principio y el fin, esto es, en El comienzan a tener existencia las cosas (cf Jn 1,3; 1 Cor 8,6) y en El alcanzan su plenitud (cf Col 1,9). De ahí que haya que exclamar: "El es el origen, guía y meta del universo. A El la gloria por los siglos. Amén" (Rom 11,36).

Ciertamente, éstos son algunos de los rasgos de Jesús. Sobre cada uno de ellos el grupo puede reflexionar y expresar sus propias experiencias.

Sí, es muy importante que el grupo descubra la novedad de Jesús; cómo el encuentro con un Jesús vivo y personal necesariamente exige un estilo distinto de vivir la fe.


4.
Momento de oración

A modo de conclusión o síntesis del perfil de Jesús, se puede recitar el Himno cristológico, que ciertamente es una auténtica plegaria y una síntesis de fe.

"El, a pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó obedeciendo hasta la muerte, y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo, y toda lengua proclame que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre" (F1p 2,6-11).


Documentación


1.
Imágenes de Dios

Muchas son las posturas que se dan en relación con Dios. Y aun para los "creyentes", Dios es contemplado y vivido de muchas y muy diferentes maneras. ¿Por qué esta diversidad ante los creyentes de una misma religión? Porque son diferentes las actitudes de los hombres ante Dios, es decir, son diferentes los "puestos" que los hombres dan a Dios en su vida. Veamos diversas concepciones de Dios.

Es una realidad que no preocupa. Mantengo una actitud indiferente ante ella. Prescindo. No sé si existe, pero tampoco me estorba el que exista ni me dice nada. Mi vida sigue su ritmo.

Es una incógnita, un interrogante, un misterio. Su existencia se me presenta como un tremendo peso. Me angustia su existencia, porque para mí representa el mundo de lo desconocido, de lo tremebundo, de lo incontrolable. No incide en mi vida, pero le afecta como preocupación.

Es una ilusión. No existe, pero necesito de El. La conciencia de limitación, de frustración y de la necesidad de salir de mí mismo hace que me "invente", me "cree" un "dios" a quien recurrir para satisfacer mis ansiedades. También cuando era niño me creaba mis ilusiones para poder ser feliz. En cierta manera, este refugio de la "ilusión" está desequilibrando mi vida, mi personalidad, pero lo prefiero así.

Dios es la expresión que sintetiza los valores humanos. Creo en el hombre, en el amor, en la justicia, en la verdad, etc. Cada uno de esos "valores" es dios. Ciertamente, no es una realidad trascendente. Es el arquetipo del "valor" humano. Por tanto, dice algo a mi vida en cuanto me dice la promoción humana, el desarrollo del hombre, etc.

Es un ser lejano, terrible, castigador. Dios es un juez y su relación con el hombre es de "inspector", atento a la caza del mal que se realice. Me interesa no pensar en El, porque me aterra al reconocer los muchos fallos que tengo. Yo le rezo para que me libre de la condena, del castigo.

Dios es como un "paño de lágrimas". Dios es muy bueno y todo lo puede. Siempre que estoy en apuros recurro a El. Siempre escucha. Para las recomendaciones es único. No te pide nada a cambio. En mi vida, ante la más mínima dificultad o contrariedad ya estoy recurriendo a El.

Dios es un padre providente y amoroso con quien mantengo una relación de padre-hijo. Antes de que yo pudiera amar a Dios, Dios me amaba a mí y por eso me creó. Mi vida sin El no tendría sentido, por eso es el centro de ella y la configuro según .Dios quiere.

También pueden valer estas otras "concepciones de Dios":

"Dios terrible. Es un Dios al que se le tiene pánico. Los hombres cumplen su Ley para evitar el castigo eterno que vendría implacablemente sobre ellos en caso de transgresión. Es un Dios capaz de hacer un infierno horrible para los condenados.

Dios burócrata. Es un Dios que no mira al corazón ni tiene en cuenta las intenciones del hombre. Sólo le preocupa que los hombres cumplan las formalidades externas: que asistan a misa todos los domingos y fiestas de guardar, que cumplan los ritos prescritos por las leyes de la Iglesia, que guarden el ayuno y la abstinencia los días señalados...

Dios lejano. Es un Dios que está en las nubes o más arriba todavía. Del hombre ni se ocupa.

Dios salvavidas. A El se recurre cuando las cosas empiezan a no tener remedio. A menudo se le conoce con otros nombres, tales como Santa Gema, Jesús del Gran Poder, el Niño de la Bola, Jesús de Medinaceli, el Cristo de mi pueblo.

Dios caprichoso. Reparte la fortuna y las desgracias a voleo. "Alguna vez te tenía que tocar". "Era su sino"...

Dios aguafiestas. Es un Dios que prohíbe todo lo que al hombre le gustaría hacer. Este Dios se "recrea" viendo cómo el hombre hace "sacrificios": cómo se priva de la comida, del sueño o de una distracción sin otro objeto que mortificar su cuerpo y darle gloria.

Dios Padre. Es un Dios que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y vida (Ez 18,23).

Es un Dios "que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos" (Mt 5,45).

Es un Dios que quiere a sus hijos tal como son. Y que, al igual que todo buen padre de la tierra, también muestra sus preferencias por los más pequeños, los subnormales, los más débiles...

 

Nosotros, ¿en qué Dios creemos?

Para descubrirlo, analicemos los sentimientos que la imagen de Dios que llevamos produce en nosotros. Si nos atemoriza, es un Diós terrible.

Si nos hace ser estrictos cumplidores de la letra y no precisamente del espíritu de su Ley, es un Dios burócrata.

Si nos trae sin cuidado, es un Dios lejano.

Si sólo nos sirve para cuando tenemos que pasar un mal trago, es un Dios salvavidas.

Si nos irrita su proceder, es un Dios caprichoso. Si nos fastidia acordarnos de El, es un Dios aguafiestas.

Si su compañía nos da confianza, nos hace sentirnos libres y nos impulsa a servirle en los hermanos más pobres, ese Dios en quien creemos es el Dios Padre revelado por Jesús".

(SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS, Etapas de un caminar, Paulinas, Madrid 1979 3, 148-150).


2. Palabra de Dios

Dios creador

"Al principio creó Dios el cielo y la tierra (...). Después dijo Dios: `Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra propia semejanza. Domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre las fieras campestres y sobre los reptiles de la tierra'. Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó (...).

Dios bendijo este día y lo santificó porque en él había cesado de toda obra de su actividad creadora. Tal fue el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados" (Gén 1,1.26-27; 4,3-4).


Dios salvador de su pueblo

"Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Ocultó Moisés la faz, pues temía mirar a Dios.

Yavé siguió diciendo: `He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arranca su opresión y conozco sus angustias. He descendido para librarlo de la mano de los egipcios, sacarlo de aquella tierra y llevarlo a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel' (...). Moisés dijo a Dios: `Bien, yo me presentaré a los hijos de Israel y les diré: El Dios de nuestros padres me ha enviado a vosotros. Pero si ellos me preguntan: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?'. Y Dios dijo a Moisés: `Yo soy el que soy. Así' responderás a los hijos de Israel: Yo soy me ha enviado a vosotros' " (Ex 3,6-8.13-14).


Dios Padre providente

"Sión decía: `Yavé me ha abandonado, el Señor se ha olvidado de mí'. ¿Puede acaso una mujer olvidarse del niño que cría, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella lo olvidara, yo no me olvidaría de ti" (Is 49,14-15).

"Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo, pensando qué ropa os vais a poner. ¿No es más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Ved cómo las aves del cielo no siembran, ni cosechan, ni guardan en bodegas y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que las aves?

(...) ¿Por qué, pues, preocuparos por lo que vais a comer o beber o por lo que vais a vestir? De esas cosas se preocupan los que no conocen a Dios. Pero vuestro Padre sabe que necesitáis todo eso" (Mt 6,25-26.31-32).

 

3. Imágenes de Cristo

Al igual que sucede con las "imágenes" que ponemos de Dios, puede pasar con la concepción o imagen que de Cristo prevalezca en nuestra vida. Ser "cristiano" significa haber aceptado a Cristo; pero ¿de qué "Cristo" se trata?

Fue un gran personaje que hizo mucho bien a los hombres. Como Cristo han existido muchos "personajes". Aunque hace mucho tiempo que vivió, su recuerdo aún permanece y es "modelo de vida". Yo lo admiro y quisiera imitarle en muchas cosas.

Fue un gran revolucionario que cambió el rumbo de la historia. Se enfrentó con el poder establecido. Asumió un quehacer político para bien de su pueblo. Yo lo considero como un precursor del humanismo liberador de la alienación del hombre.

Jesucristo es un "recuerdo" agradable de la infancia. Aún recuerdo las explicaciones del catecismo y rezo algunas oraciones de entonces. En mi vida de ahora no puedo "ir a la iglesia", pero no olvido lo que aprendí en la infancia.

Jesucristo "fue" alguien en la infancia, pero hoy no significa nada. Por supuesto que Cristo ha tenido resonancia en mi vida de niño. Era parte de la educación que recibí. Comprendo que ahora no significa nada. La vida ha cambiado mucho. Hay otros criterios. Aconsejo, sin embargo, a los niños que vayan a la "iglesia".

Es Dios y permanece entre nosotros a través de sus imágenes. Yo soy una persona muy religiosa. Para mí las cosas de Iglesia me encantan. No falto a ningún acto religioso y a ninguna procesión. En mi vida cumplo siempre con mis devociones. No se me olvida rezar ni visitar a tal o cual imagen.

Cristo es Dios-hombre. Tengo clara conciencia de quién es Jesucristo y de lo que "debe" significar para la vida del hombre. Yo "creo" en él y le "acepto". Pero es verdad que tal creencia no ha pasado de ser intelectual. No ha cambiado en nada mi vida.

Cristo es "el resucitado" que está vivo entre los hombres. Jesucristo es un ser vivo y personal. El hombre ante El no puede permanecer indiferente: o le acepta radicalmente o le rechaza. Por eso es "alguien" que actúa en mi vida y la ha cambiado.

Se pueden ver otras concepciones de Jesucristo (cf la revista Mundo Mejor 63-64 [1980] 41-43).

"Jesús, el libertador de los judíos. La historia del pueblo judío es una historia de frustraciones políticas. Se han refugiado en su religión y esperan un mecías político que libre al pueblo de la esclavitud de los romanos. Los mismos apóstoles participan de esta mentalidad (cf Lc 24,21; Mc 10,37).

El Jesús espiritual y místico de los griegos. La mentalidad griega está preocupada por otra clase de liberación: una purificación interior que pueda hacer posible la felicidad.

El Jesús de los mártires. Un rostro ensangrentado que pide imitación de sus seguidores. Fe ardiente que los lance al martirio como respuesta suprema.

El Jesús de las grandes disputas teológicas. Unos resaltan tanto la humanidad de Jesús, que se olvidan de su divinidad (nestorianismo, condenados en el Concilió de Calcedonia).

El Jesús juez de los bizantinos. Un' rostro rígido y severo que juzga y condena a cuantos no se entregaron al imperio que se ha convertido.

El Jesús caballero andante del medioevo. La figura del caballero andante, emperador y rey, tiene en esta época un atractivo especial.

El Jesús de la reforma. Se le imagina como Salvador con actitud profética y justiciera al que hay que acogerse, ya que uno nada puede hacer para salvarse.

El Jesús racionalizado o de la "razón crítica". Para unos es una farsa. Para otros es un "mito". Otros miran a Jesús como figura humana excepcional, idealista y gran maestro.

El Jesús ciencia. "Jesús, corazón del mundo". Brota del intento de compaginar la ciencia y la técnica con el Jesús de los evangelios, alfa y omega. Cristo universal. Corazón de la evolución...

El Jesús del mundo secular. "Jesús, hombre libre para los hombres". En un mundo que ha perdido el sentido de Dios, se le quiere presentar una imagen de Jesús hombre entregado por los hombres, libre hasta la muerte y en actitud creadora. Jesús es el hombre para los hombres (Bonhoeffer, Tillich, Cox...).

El Jesús de un mundo en revolución: "El Cristo liberador. Cristo guerrillero". Florece esta imagen en unas situaciones injustas, con estructuras alienantes, y en donde la salvación tiene que pasar necesariamente por la violencia. Si Jesús es el supremo salvador y liberador de todo mal, también lo será de esta opresión, y si es necesario; por la violencia".

 

4. Actitudes subyacentes en las imágenes de Jesús

"Las cosas no nos son indiferentes. Despiertan en nosotros simpatía o antipatía, gustos y necesidades, intereses y apreciaciones que están siempre debajo de toda postura; veamos algunas de ellas:

a) Actitud interesada

Vemos, buscamos y aceptamos únicamente lo que nos gusta ver, buscar y aceptar:

"Está mal de la cabeza", dicen los familiares de Jesús (Mc 3,20).

Los discípulos se oponen a Jesús y andan con El por intereses políticos (Mt 16,21; Lc 9,45; Mt 20,20).

Le buscan para que haga milagros... Le siguen porque les da de comer.


b) Actitud farisaica

Le rechazan porque su actitud, su doctrina, desmonta todo el "tinglado" humano-religioso que ellos tienen montado. Pero le acusan de no cumplir la ley o de ser blasfemo.


c) Actitud diabólica

Aceptar únicamente una parte de la figura de Jesús y proponerle otros medios para llevar a término su mensaje: ofrecerle un mesianismo de la abundancia, el del milagro y el de la política.

Esta forma de aceptar y no aceptar a Jesús es la mejor manera de destruirla desde dentro.


d) Actitud del creyente

"¿Quién eres tú, Señor, para que crea en ti?" (Jn 4,25).

Un cristianismo auténtico y vigoroso vive de una imagen de Jesús. Esto exige una profundización y purificación constante de nuestras imágenes de Jesús y de las actitudes que las sustentan, para que no resulten unas imágenes falseadas como tantas veces nos sucede. Quizá tengamos que decir: "Señor, te he traicionado, pero te sigo buscando"; esto es lo que nos invita a seguir en la reflexión cristológica".

 

5. Palabra de Dios

Jesús, hombre como los hombres

"Por eso tuvo que hacerse semejante en todo a sus hermanos para llegar a ser el sumo sacerdote que pide por ellos el perdón, siendo a la vez compasivo y fiel en el servicio de Dios (...).

Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, ya que él mismo fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción delpecado. Por lo tanto, acerquémonos con confianza a Dios, que nos tiene reservada su bondad; ahí nos esperan su misericordia y su gracia y se nos dará la ayuda que necesitamos" (Heb 2,17; 4,15-16).


Jesús, el Mesías

"Fue a Nazaret, donde se había criado, y, según acostumbraba, entró el sábado en la sinagoga. Cuando se levantó para hacer la lectura, le entregaron el libro del profeta Isaías; lo desenrolló y halló el pasaje en que se lee:

`El Espíritu del Señor está sobre mí, porque El me ha consagrado.
Me envió a traer la buena nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor'.

Jesús, entonces, enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los presentes tenían los ojos fijos en El, y empezó a decirles: `Hoy se cumple esta profecía que acabáis de escuchar'" (Lc 4,16-21).

"Los hombres acudieron a Jesús y le dijeron: `Juan el Bautista nos ha mandado decirte: ¿Eres tú el que debe venir o debemos esperar a otro?'... Contestó a los mensajeros: `Id a contarle a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia la buena nueva a los pobres. ¡Y felices aquellos que no dudan de mí después de haberme visto!'" (Lc 7,20-23).


Jesús Resucitado

"Se asustaron mucho, y no se atrevían a levantar los ojos del suelo. Ellos les dijeron: `¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Resucitó. Acordaos de lo que os dijo cuando todavía estaba en Galilea: El Hijo del hombre debe ser entregado en manos de los pecadores y ser crucificado, pero resucitará al tercer día' " (Lc 24,5-7).


Jesús, el Señor, nuestra salvación

"Israelitas, escuchad mis palabras: Dios había dado autoridad a Jesús de Nazaret entre todos vosotros: hizo por medio de El milagros, prodigios y cosas maravillosas, como sabéis. Sin embargo, lo entregasteis a los malvados, dándole muerte, clavándolo en la cruz, según el plan de Dios, que conoció todo esto de antemano. A El Dios lo suscitó... (...) Sepa entonces con seguridad toda la gente de Israel que Dios ha hecho Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros crucificasteis" (He 2,22-24.36).

"Jesús es la piedra que vosotros los constructores despreciasteis y que se convirtió en piedra angular. En ningún otro se encuentra la salvación, ya que no se ha dado a los hombres sobre la tierra otro nombre por el que podamos ser salvados" (He 4,11-12).


Jesús, principio y fin de la historia

"Al verlo caí cómo muerto a sus pies, pero me tocó con la mano derecha y me dijo: `No temas nada, soy yo, el primero y el último. Yo soy el que vive; estuve muerto y de nuevo soy el que vive por los siglos de los siglos, y tengo en mi mano las llaves de la muerte y del infierno'" (Ap 1,17-18).

"Entonces el que se sienta en el trono declaró: `Ahora todo lo hago nuevo'. Y me dijo: `Escribe que estas palabras son verdaderas y seguras'. Y después me dijo: `Ya está hecho. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin' " (Ap 21,5-7).