CATEQUESIS 1


ESTOY BAUTIZADO, PERO ¿SOY CRISTIANO?

 

PRESENTACION

 

El punto de partida es que la mayoría de nuestras gentes están bautizadas y de alguna manera cumplen con algunas prácticas religiosas.

Estas prácticas religiosas sirven muchas veces de pantalla para justificarse como cristianos. Urge, por tanto, en esta primera catequesis realizar un "desmonte" de posturas y convencimientos que obstaculizan el redescubrimiento auténtico de la fe cristiana.

Los objetivos, por tanto, son:

En primer lugar, que los miembros del grupo descubran y tomen conciencia de que el cumplimiento y realización de unas determinadas prácticas religiosas no significan necesariamente ni son suficientes para "ser" y "llamarse" cristiano.

El segundo objetivo es que tomen conciencia de las denuncias y críticas que aparecen en la Sagrada Escritura ante las prácticas religiosas realizadas sin sentido, vacías de contenido y por simple formalismo externo. Este objetivo supone provocar el sentido crítico ante los propios comportamientos religiosos.

Y, por último, se pretende en esta catequesis que el grupo intente redescubrir la auténtica condición de creyente, presupuesto básico del ser cristiano.


Observaciones generales

Conviene tener presente que ésta es la primera catequesis de todo el proceso catecumenal. Por tanto, no deben extrañar las dificultades en la relación catequista-grupo y de los miembros del grupo entre sí, amén de las dificultades propias de toda nueva metodología de trabajo.

Esta constatación exige, por parte del catequista, una actitud de observación, de atención, de animación, de flexibilidad, etc.

Al tratarse de una catequesis de "desmonte", es decir, de revisión de nuestras propias posturas religiosas de "seguridad" y "convencimiento", puede provocar una cierta crisis. El catequista debe estar atento para "desdramatizar" en los casos en que, dada la sencillez de los asistentes, pueda resultar el análisis crítico demasiado conflictivo, o a provocar el "zamarreo" a quienes se mantengan impermeables y seguros en sus formas de ser cristiano porque simplemente cumplen con unas prácticas religiosas.

La catequesis consta de tres partes:

  1. Análisis de nuestras prácticas religiosas en orden a poner en claro que no se identifica prácticas religiosas con "ser cristiano".

  2. Profundización en la palabra de Dios. Ella nos va a poner al descubierto si somos auténticos y sinceros en nuestros comportamientos religiosos.

  3. Descubrimiento, por parte del grupo, de la condición de creyente. Es decir, toda práctica religiosa exige una "experiencia religiosa", un "redescubrimiento de Dios" que permita un "encuentro sincero" con El.

Cada parte puede ser objeto de una sesión catequética semanal. De todas formas, el ritmo del grupo lo irá diciendo. Lo importante en estas primeras sesiones es la "distensión", provocar la comunicación, el diálogo, la apertura, la confianza, etc.


 

Primera parte


¿Soy cristiano por el hecho de estar bautizado?

 

1. Introducción

El catequista debe abrir la sesión catequética, después de un momento de invocación al Espíritu, planteando y centrando el sentido de esta primera parte de la catequesis. Debe quedar muy claro al grupo el sentido y el porqué de la pregunta que titula el tema: ¿Soy cristiano por el hecho de estar bautizado?

Como pautas o ideas claves que puedan servir para esta introducción, ofrecemos las siguientes:

La conciencia existente, y que ha sido objeto de nuestra educación religiosa durante bastante tiempo, ha sido la de casi reducir la vida cristiana al cumplimiento de unas prácticas religiosas. El ser bueno o malo desde el punto de vista religioso y cristiano dependía del "cumplir" o no con unas determinadas prácticas, sin preocuparse demasiado por el cómo.

Ciertamente, este estilo educativo ha condicionado nuestra forma de "ser creyente" y "ser cristiano". Se era más cristiano cuanto más "practicante", sin valorarse la relación entre vida cristiana y vida profana. No era extraño la duplicidad de vidas.

Una vez hecho este planteamiento, se puede hacer una explicación y aclaración de los objetivos que se encuentran en la presentación, con el fin de que el grupo sepa qué se pretende.

 

2. Diálogo abierto

Una vez sentadas las bases de la sesión en la introducción, ahora se pretende que en el grupo haya un intercambio de experiencias personales. El catequista, por tanto, debe facilitar la comunicación y el diálogo.

Como dinámica de trabajo de grupo basta con que se dialogue a partir de cada una de las preguntas del cuestionario. Interesa que participen todos. No conviene forzar el diálogo si alguna cuestión no provoca la participación. Pueden, lógicamente, formularse otras cuestiones.

  1. ¿Cuáles son las prácticas religiosas más comunes en la vida de los cristianos?

    Es interesante que el grupo manifieste la realidad concreta de las "prácticas religiosas" predominantes en nuestro ambiente. Es posible que existan diferencias de un ambiente a otro, pero ciertamente en todos se dará una constante: todos han recibido los principales sacramentos, asisten, al menos algunas veces, a misa y a otras prácticas religiosas; por ejemplo: hermandades, cofradías...

  2. Dichas prácticas, ¿son realmente cristianas? Analizar aspectos positivos y negativos.

    Puede parecer extraño preguntar por el "carácter cristiano" de tales prácticas. Se pretende profundizar en cómo se realizan y qué motivaciones las inspiran. De ahí que el grupo deba expresar los aspectos positivos y los aspectos negativos. Como aspectos negativos cabe reseñar: falta de conciencia de lo que se hace; seguir una costumbre, aunque se esté convencido de lo contrario; el qué dirán; es lo que hacen todos; las prácticas religiosas van por un lado y la "vida diaria" por otro; recurrir a las "prácticas" como forma de "relación social"; dar mucha importancia a "prácticas religiosas" secundarias y ninguna importancia a las fundamentales, etcétera.

    Son aspectos positivos los siguientes: las prácticas religiosas responden a una fe viva; son "expresiones" sinceras y convencidas de la fe; hay una jerarquización, sobrevalorando las expresiones litúrgicas comunitarias sobre las devocionales individuales; se da una participación activa en las prácticas, etc.

  3. ¿Consideras que las prácticas religiosas realizadas generalmente por los bautizados son suficientes en cantidad y calidad para ser cristiano?

    Esta cuestión pretende conectar la realidad de las "prácticas" con la de "ser cristiano". Es importante que quede bien claro que en lo segundo se da lo primero, pero no viceversa. En consecuencia, se debe profundizar para descubrir que, si predominan las prácticas cuyos rasgos son negativos según la cuestión anterior, entonces se está lejos de vivir seria y auténticamente la fe. Estamos, por tanto, ante un grupo de "practicantes", pero quizá no de "cristianos".

  4. ¿Tú te sientes satisfecho de las prácticas religiosas que realizas y de cómo las realizas? ¿Por qué?

Las respuestas a las anteriores cuestiones serán, sin duda, proyecciones de las propias vivencias. Sin embargo, conviene que haya una reflexión directa y personal de cada miembro del grupo. Los puntos anteriores han podido servir para poner en claro dudas sobre las prácticas religiosas en general. Pero ahora, desde ese análisis objetivo, va a aparecer la valoración del propio comportamiento. No se trata de una "confesión", sino de una comunicación de experiencias, de las que unas serán positivas y otras negativas.

El catequista debe ayudar a poner de manifiesto que "estar satisfecho" no consiste en "hacer" muchas prácticas religiosas, sino en realizarlas dignamente, como consecuencia de una fe viva.

 

3. Síntesis de la reunión

Un tercer momento de esta sesión consistirá en facilitar una síntesis de lo tratado en el diálogo, pero realizada a través de una lectura comentada de un análisis sociorreligioso de nuestro país. Es una forma de universalizar la experiencia del grupo. El texto se encuentra en Documentación

Al grupo catecumenal se le ofrecen algunas preguntas que puedan servir de andaderas en la lectura:

¿Podemos considerar a nuestro pueblo, mayoritariamente bautizado, un pueblo cristiano?

¿Hay correspondencia entre bautismo recibido y vivencia religiosa cristiana?

¿Se puede identificar "bautizado" con "practicante" y éste con "cristiano"?

El catequista, que ha debido leer previamente el referido texto, puede subrayar y destacar los aspectos que más ponga de relieve.

En esta sesión catequética se pretende poner de relieve la posible contradicción entre "estar bautizado" y "ser cristiano"; y, consecuentemente, la confusión en que viven muchos "bautizados", porque no han descubierto el significado auténtico de la fe y de la vida cristiana.

Una conclusión global del texto puede ser ésta: efectivamente, "ser bautizado" y "ser practicante" son cosas distintas, y "ser practicante" es también distinto de "ser cristiano". Sigue, por tanto, en pie la pregunta de la catequesis: Estoy bautizado, pero ¿soy cristiano?

 


Segunda parte


La palabra de Dios denuncia todo ritualismo vacío

 

1. Introducción

Es lógico que se comience esta segunda parte conectando con lo tratado en la sesión anterior. Pueden valer las siguientes ideas:

Hemos reflexionado y dialogado sobre nuestra realidad de "personas bautizadas" que ciertamente cumplimos con unas determinadas prácticas religiosas. Y una pregunta quedaba en el aire: ¿es suficiente tal comportamiento para ser cristiano?

También hemos analizado la realidad sociorreligiosa de nuestro pueblo. Se han puesto de manifiesto las inconsecuencias e incoherencias existentes. Ciertamente hay muchos bautizados y hasta muchos practicantes, pero ¿muchos cristianos?

A la luz de lo anterior, interesa que profundicemos en la palabra de Dios para descubrir qué valoración tienen unas prácticas religiosas cuando muchas veces está ausente de ellas lo principal: Dios y la sinceridad del corazón. Eso es, por tanto, lo que vamos a tratar ahora.

 

2. Comentario de la palabra de Dios

Se han elegido dos bloques de textos del A.T. y del N.T. Se da entre ellos una constante temática: la denuncia de toda práctica religiosa vacía de sentido. Ver textos

La metodología de trabajo consistirá en hacer una lectura del texto bíblico y entablar un diálogo sobre él. Primero se hace la del A.T. y luego la del N.T. Conviene que previamente dos del grupo se hayan preparado las lecturas.

Con el fin de ayudar al grupo a la escucha de la palabra y al posterior diálogo, el catequista puede lanzar dos interrogantes que faciliten la atención:

¿Qué dicen los textos? Cada uno expondrá lo que ha entendido.

¿Qué experiencia o sentimiento han provocado en ti los textos bíblicos? Desde tu experiencia, ¿qué te han dicho a ti?

a) Mensaje del profeta Isaías: 1,10-18.

La exigencia crítica del profeta se debe a que el pueblo de Israel había desvirtuado la alianza. Se sentía satisfecho por cumplir unas prácticas religiosas legales, pero olvidaba el contenido auténtico que debía tener todo rito. La denuncia profética pone de manifiesto la mentira y la hipocresía de la religiosidad de un pueblo que hasta se consideraba "cumplidor" de la ley.

b) Principios a la luz de lo que Cristo hace y dice: Mc 7,1-13; Mt 23,23-27

En este como en otros textos evangélicos aparece un hecho claro en el comportamiento de Jesús: es durísimo con los comportamientos religiosos superficiales, mentirosos, incoherentes y cargados de hipocresía. En consecuencia, se puede deducir:

Lo importante no es la "práctica" en sí, sino el contenido de la práctica y el sentido que la motiva.

Dios se fija en la actitud y no en el formulismo externo.

Se critica duramente la apariencia y la mentira expresadas en un comportamiento que no responde a la sinceridad del corazón.

El fariseísmo radica en abandonar las exigencias fundamentales y presentarse como cumplidor legalista estricto.

En definitiva, Cristo reniega de unas prácticas religiosas vacías y sin sentido, porque les falta el "espíritu".

 

3. Oración

Como plegaria de despedida, después de haber descubierto el sentido auténtico de las prácticas religiosas, se puede cantar o recitar, alternando con el estribillo, Misericordia quiero y no sacrificios. Es una adaptación del texto bíblico. Esta canción está grabada en una casete titulada Camino de Emaús, editada por Ediciones Paulinas.

Misericordia quiero y no sacrificios

"Misericordia quiero y no sacrificios (bis).

Escucha, pueblo mío; acoge mi palabra.
Esté tu oído atento: te mostraré la vida.
No me gustan las ofrendas que se quedan en lo externo.
El culto que yo quiero es la humildad y justicia.

Misericordia...

No olvides la denuncia que hicieron los profetas:
`Mi pueblo me da honra tan sólo con mis labios,
pero está su corazón lejos de mi voluntad.
Su doctrina son preceptos inventados por los hombres'.

Misericordia...

Quitad de vuestro culto las prácticas vacías.
Buscadme sin descanso con todo el corazón.
Vuestra ofrenda habrá de ser un espíritu contrito,
un humilde corazón será vuestro sacrificio.

Misericordia...

Levanta al oprimido; al huérfano defiende;
protege a las viudas; lo recto buscarás.
Compasión y bondad son los dones que me agradan.
Holocausto aceptable es hacer mi voluntad.

Misericordia..."

 

 

Tercera parte


Buscando sentido a nuestra condición de creyente


1. Introducción

Los puntos que pueden servir de pautas al catequista para la introducción de esta tercera parte pueden ser los siguientes:

Esta tercera parte es una consecuencia lógica de las dos anteriores; de ahí que tenga un carácter de compromiso y exigencia para todos nosotros.

En la primera parte reflexionamos sobre nuestros comportamientos religiosos, constatando que no se identifican cumplir con unas "prácticas religiosas" con "ser cristiano", aunque se esté bautizado.

En la segunda parte descubrimos la "denuncia" dura y exigente que en la palabra de Dios se hace ante los comportamientos religiosos vacíos de contenido.

El sentido de esta tercera parte está en descubrir nuestra condición de persona creyente, es decir, redescubrir el sentido auténtico de la "religión"; de lo contrario, seguiremos siendo más o menos practicantes, pero ¿seremos creyentes cristianos?

 

2. Reflexión en grupo

Hecha la introducción, se entabla un diálogo a partir del siguiente cuestionario. El catequista invita al diálogo sobre cada una de las cuestiones, procurando clarificar los diferentes puntos.

a) ¿Qué significa para el grupo ser creyente?

Es muy importante dilucidar el significado de "ser creyente". Fundamentalmente consiste en una experiencia de relación con Dios de la cual derivan las prácticas religiosas como expresiones y formas de "relación". Ahora bien, ¿es éste el sentido que tiene el grupo?

Tres características fundamentales deben adornar una auténtica "actitud creyente":

  1. Reconocimiento de Dios como ser trascendente. Es decir, tomar conciencia de que el hombre y la historia están abiertos a lo infinito, que es Dios, de quien procede y al que se orienta. Dios es, por tanto, el absoluto, el eterno, el infinito...

  2. Reconocimiento de que Dios es, a la vez, inmanente, salvación para el hombre. No se trata de un Dios extraño a la vida del hombre. El hombre espera su "salvación", su plenitud, el sentido de su vida y de su historia, de Dios.

  3. Respuesta por parte del hombre al descubrimiento de un Dios que se hace presente al hombre. La respuesta cristaliza en la actitud de relación con Dios y ésta, a su vez, se expresa en comportamientos religiosos.

Lógicamente, de estas tres características pueden derivarse múltiples exigencias y consecuencias; por ejemplo: ser creyente es una experiencia de relación con Dios; no se trata de una simple afirmación verbal: "soy creyente"; el "ser creyente" afecta a toda la existencia humana, a todo el ser del hombre; Dios no es un "extraño", etc.

b) ¿Es posible ser practicante y no creyente?

Si se entiende por ser practicante el cumplir con unas prácticas religiosas, como se ha visto anteriormente, ciertamente es posible; pero se trataría de un comportamiento religioso superficial, farisaico y mentiroso.

Es importante esta cuestión, porque el análisis realizado en la primera y segunda parte responde a que ésa es, muchas veces, nuestra postura.

c) ¿Es posible ser creyente y no practicante?

Según hemos visto, que una de las características de la auténtica actitud creyente es la "respuesta" que el hombre debe dar a Dios a través de "expresiones religiosas", entonces está claro que no. No es posible vivir una "relación con Dios" y no expresarle el reconocimiento y la adoración correspondientes.

Hay que estar atento a que también es posible que surjan posturas que se llaman "creyentes", pero "no practicantes". Lógicamente, en estos casos la expresión de "creyente" también está vacía, es simple verbalismo, una forma más de ritualismo y, por tanto, igualmente denunciable desde la palabra de Dios analizada anteriormente: "No todo el que diga: Señor, Señor..." (Mt 7,21).

3. Lectura comentada

La reflexión en grupo ha debido poner de manifiesto que lo que está en juego es realmente nuestra condición de ser creyente. Nos estamos llamando "cristianos" y realizando un conjunto de prácticas religiosas y, sin embargo, no habíamos descubierto la importancia de "ser creyente".

Pero surge una cuestión de fondo: La experiencia religiosa es una experiencia de relación con Dios, pero ¿hemos descubierto a Dios?

La respuesta a este planteamiento podemos hallarla en la lectura de la documentación Redescubrir la actitud religiosa. Los puntos que descuellan son los siguientes:

— Sin el reconocimiento y afirmación de Dios como Dios, toda "religión" y "religiosidad" no tienen razón de ser.

— Hay que redescubrir a Dios porque los cristianos y la sociedad lo hemos ocultado.

— Hay demasiada "palabrería" sobre Dios, pero no dice nada, está hueca.

— Es importante y urgente "descubrir" a Dios y realizar el encuentro como "creyente".

El encuentro con Dios exige que en el hombre se den unas condiciones de atención, de búsqueda personal, de reflexión profunda sobre los porqués, de actitud desinteresada y humilde; en definitiva, es necesario el silencio interior.

Síntesis. Quizá la síntesis sea afirmar que para descubrir a Dios es necesario la fe. Sin la fe no hay actitud creyente y, consecuentemente, no se es cristiano.

Conviene que quede bien clara esta síntesis, porque servirá de presupuesto para la próxima catequesis.


4.
Oración

Reencontrarse con Dios es fundamental para vivir como "creyente" y posteriormente como cristiano. Por eso la oración que ahora hacemos, recurriendo a las palabras de Job, pretende evocar su misma experiencia de redescubrimiento de Dios:

"Reconozco que lo puedes todo
y ningún plan es irrealizable para ti,
yo, el que te empaño tus designios con palabras sin sentido;
hablé de grandezas que no entendía,
de maravillas que superan mi comprensión.
(Escúchame, que voy a hablar,
yo te interrogaré y tú responderás.)
Te conocía sólo de oídas,
ahora te han visto mis ojos:
por eso me retracto y me arrepiento
echándome polvo y ceniza" (Job 42,2-6).


 

Documentación


1. España, país de misión

"Según las estadísticas oficiales, el número de bautizados en la Iglesia católica no baja del 95 por 100. Si por el hecho de estar bautizado se pertenece, al menos oficialmente, a la Iglesia católica, podemos concluir que España sigue siendo, oficialmente, un país mayoritariamente católico. De hecho, el grupo de creyentes en otras religiones es muy minoritario.

Con todo, el número de bautizados es superior al de los que, por su actitud ante la religión, afirman pertenecer al catolicismo: 89 por 100. En España, pues, hay bautizados que no se declaran católicos: su porcentaje no baja del 6 por 100.

Más aún, el porcentaje de españoles que se declara creyente es de un 84 por 100. Según ellos, España seguiría siendo `un país creyente, al menos en un nivel de fe teórica'. Pero también se concluye esto: en España hay bautizados que se declaran católicos, pero no creyentes (al menos un 5 por 100), y hay también bautizados que no se declaran católicos ni creyentes: su porcentaje no baja del 11 por 100.

Bautizados 95
Se declaran católicos 89
Se declaran creyentes 84
Piden los "cuatro sacramentos" 84
Creyentes no practicantes 15
Practicantes habituales 44%
Dios, "algo por encima de todo" 40
Dios, "Padre que nos ama" 29
Caridad, norma de vida (no) 36
Justicia en negocios (imposible) 44
Misa casi todos los domingos 55
Comunión casi todos los domingos 11
Pasivos y marginales 68
Integrados comunitariamente 14

(...) En cuanto a comportamiento ritual, nos centramos'en el análisis de la participación en la asamblea eucarística: asistencia a misa y comunión. El 55 por 100 de la población encuestada acude a misa todos los domingos. Sin embargo, se observa una clara tendencia a decrecer este porcentaje en la medida en que predomina una cultura de carácter urbano e industrial. La asistencia dominical es mucho más baja en las ciudades, entre jóvenes, en el mundo universitario, en las zonas industrializadas, en el mundo obrero. En la mayoría de los casos, lo que se abandona son `unos ritos impuestos obligatoriamente y realizados sin sentido y por temor'.

`La comunión es un indicador de participación cultual más valioso que la asistencia a misa... Ambas deberían ir siempre unidas. Sin embargo, en la práctica no es así, y nos encontramos con que los porcentajes de comulgantes son mucho más bajos que los de asistencia a la misa dominical'.

Aunque entre los asistentes a misa el número de los que comulgan es progresivamente creciente, de hecho los católicos españoles que comulgan `todos o casi todos los domingos' alcanzan sólo el 11 por 100. Este dato es muy significativo, teniendo en cuenta que nos estamos moviendo en el plano cuantitativo de la frecuencia de la comunión o no, todavía, en el plano cualitativo de la autenticidad de la celebración.

En cuanto a la dimensión comunitaria, los porcentajes de pasividad son ciertamente muy altos: un 68 por 100 de los católicos españoles están integrados pasivamente en auténticas `comunidades cristianas'. Si comparamos estos resultados con el carácter esencialmente comunitario del cristianismo, los datos obtenidos son todavía más desconcertantes.

(...)

Muchos son los bautizados, pocos los evangelizados. En efecto, los bautizados en España superan el 96 por 100 de la población. Pero si nos preguntamos: ¿Quiénes están evangelizados?, ¿quiénes han llegado a reconocer existencialmente que Jesús es el Señor?, ¿quiénes han llegado a descubrir la justicia del evangelio?, ¿quiénes han llegado a confesar personalmente toda la fe de la Iglesia?, ¿quiénes viven comunitariamente la fe?, entonces tenemos que concluir que son ciertamente pocos" (ICA; DOC 1,4-5.10).

 

2. Palabra de Dios

Antiguo Testamento

"¡Escuchad la palabra de Yavé, jefes de Sódoma; prestad oído a la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra! ¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? —dice Yavé—. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasas de becerros; la sangre de novillos, de corderos y de machos cabríos me repugna.

Cuando venís a presentaros ante mí, ¿quién pide esto de vosotros? Dejad de hollar mis atrios para traerme ofrendas vanas; me causa horror su incienso. Novilunios, sábados, asambleas... ¡Ya no soporto más sacrificios ni fiestas! Vuestros novilunios, vuestras solemnidades odio con toda el alma: un peso se me han vuelto, y estoy cansado de aguantarlas.

Cuando extendéis las manos, aparto mis ojos de vosotros; aunque multipliquéis vuestras plegarias, no las escucho. Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos; alejad vuestras malas acciones de mis ojos, dejad de hacer el mal. Aprended a hacer el bien,perseguid la justicia, socorred al oprimido, haced justicia al huérfano, defended a la viuda. Venid, pues, hagamos cuentas —dice Yavé—. Y si vuestros pecados son como la grana, blanquearán como la nieve; si son rojos cual la púrpura, se volverán como la lana" (Is 1,10-18; cf Am 5,21-25).

"Ha dicho Yavé: Porque este pueblo se acerca a mí sólo con palabras y sólo de labios me honra, mientras su corazón sigue lejos de mí, siendo así su religión para conmigo sólo un mandamiento humano, una lección aprendida. Por eso yo continuaré obrando maravillas; entonces fracasará la sabiduría de sus sabios y la inteligencia de sus inteligentes se eclipsará" (Is 23,13-14).

Nuevo Testamento

"Un día se acercaron a Jesús los fariseos con algunos maestros de la Ley llegados de Jerusalén y se fijaron que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin lavárselas. De hecho, los fariseos (y todos los judíos), aferrados a la tradición de los mayores, no comen sin haberse lavado cuidadosamente las manos; tampoco comen al volver del mercado sin lavarse antes, y hay muchas otras costumbres que ellos conservan, como la de lavar los vasos, los jarros y las bandejas. Por eso los fariseos y los maestros de la Ley le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los ancianos, sino que comen con las manos impuras? Jesús les contestó: ¡Qué bien salváis las apariencias! Con justa razón habla de vosotros el profeta Isaías cuando escribía:

Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me rinden no sirve de nada,
y sus enseñanzas no son más que mandatos de hombres.

Dispensáis del mandamiento de Dios y luego mantenéis la tradición de los hombres. Y Jesús hizo este comentario: Dejáis tranquilamente a un lado el mandato de Dios para imponer nuestra tradición. Así, por ejemplo, Moisés dijo: Atiende a tu padre y a tu madre; y también: El que maldiga a su padre o a su madre debe ser condenado a muerte. Vosotros, por el contrario, afirmáis que un hombre puede decirle a su padre o a su madre: No puedo ayudarte porque todo lo que tengo lo he consagrado a Dios. En este caso decís que ya no tenéis que ayudarlos. Así, pues, anuláis la palabra de Dios en beneficio de la tradición que habéis transmitido y hacéis muchas otras cosas parecidas a éstas" (Mc 7,1-13).

"¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que pagáis diezmo de todo, sin olvidar la menta, el anís y el comino, y, en cambio, no cumplís lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Estas son las cosas que deberíais observar, sin descuidar las otras. ¡Guías ciegos, que coláis un mosquito y os tragáis un camello!

¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera copas y platos, y por dentro estáis llenos de envidia y avaricia! Fariseo ciego, limpia primero el interior del vaso y después se limpiará también el exterior.

¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que os parecéis a sepulcros bien pintados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre. Así también vosotros: por fuera os presentáis como hombres religiosos, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de maldad" (Mt 23,23-27).

 

3. Redescubrir la actitud religiosa

"El reconocimiento de Dios como Dios

Redescubrir la religión es redescubrir el valor, la importancia, la dignidad de lo que es su centro; la afirmación, el reconocimiento, la confesión de Dios como Dios, es decir, como lo único necesario...

... En segundo lugar, creemos necesario insistir en ese redescubrimiento de lo esencial porque, si es falso que Dios ha muerto, es indudable que nuestra sociedad padece un eclipse de Dios y en ese eclipse no hemos dejado de participar los creyentes con la interposición de una vida que transparenta más nuestros intereses, nuestras preocupaciones y nuestras obsesiones que la presencia vivificante de Dios...

... La tercera razón por la que ese redescubrimiento nos parece necesario es porque se puede hablar mucho de Dios y que todas las palabras, en lugar de significar, aneguen lo que significan. Así el habla superficial no avalada por una experiencia; el habla rutinaria que repite palabras hechas, lugares comunes, retóricas heredadas; el habla ideologizada que se sirve de Dios —una palabra que sigue suscitando ecos muy profundos en los hombres— para someter a otras personas, para defender posiciones, para justificar intereses.

Por eso necesitamos hacer el redescubrimiento de Dios. Job venía hablando de Dios y gritándole a lo largo de todo su alegato, hasta que Dios mismo se le manifiesta. En aquel momento confiesa: "Hablé de grandezas que no entendía, de maravillas que superan . mi comprensión... Te conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos; por eso me retracto y vuelvo al polvo y la ceniza". Tal vez muchos cristianos de hoy tengamos que reconocer, después de haber hablado mucho de Dios, que le conocíamos sólo de oídas. Por eso necesitamos hacer el redescubrimiento de la religión...


Las condiciones para el encuentro con Dios

Y Dios no aparece a una mirada dispersa, a un hombre distraído, a un hombre perdido en el divertimiento. El encuentro con Dios, que tiene lugar en el centro mismo de la persona...

...Dios no aparece tampoco a una mirada anónima como caracteriza al hombre masificado. El Dios que entrega su nombre al revelarse, llama al hombre por su propio nombre y le exige estar despierto a su condición de persona.

Tampoco una mirada superficial es capaz de percibirle. Esa mirada, por ejemplo, que se contenta con el cómo y el qué, sin llegar nunca al porqué nacido del asombro y del maravillamiento y como fruto de una reflexión profunda.

Dios no aparece a una mirada interesada que sólo se preocupa de la utilidad, la practicidad, del para qué; que todo lo ordena a un sujeto reducido a utilización y disfrute y que por eso se convierte en mirada obsesionada y agobiada.

Ni, por último, a una mirada dominadora como la del hombre puramente técnico, que todo lo manipula, que se pasea por el mundo haciendo y deshaciendo y se muestra incapaz de contemplar.

El redescubrimiento de Dios exige de nosotros una cura lenta de sosiego, de concentración, de interiorización, de contemplación, de disponibilidad, de gratuidad, de desasimiento, de libertad interior, de creatividad; necesitamos un largo período de rehabilitación para lo espiritual...

...Comienza a haber encuentro con Dios y descubrimiento de la religión cuando un hombre personalmente maduro reconoce la realidad trascendente, la reconoce como personal y pone en élla su salvación definitiva". (JUAN MARTÍN VELASCO, La religión en nuestro tiempo, Sígueme, Salamanca 1978, 83-86).