INTRODUCCIÓN GENERAL


1. Naturaleza del catecumenado

1. ¿Qué es un "catecumenado"?

En su sentido más originario, "catecumenado" era el período dedicado a la preparación de los convertidos a Cristo antes de recibir los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación y eucaristía). Esa fue la práctica durante los primeros siglos del cristianismo.

Hoy día, la palabra "catecumenado" tiene un contenido más amplio, aun en el magisterio de la Iglesia —como veremos—, entendida no sólo en su sentido originario, sino como proceso de iniciación cristiana de los que ya han recibido los sacramentos específicos de dicha iniciación.

Por tanto, cuando hablamos de "catecumenado" de adultos, hoy, normalmente se entiende al proceso catequético que viven y realizan muchos cristianos en orden a redescubrir la fe, que se presupone debiera ser una "fe adulta", aunque realmente no lo es, porque no ha crecido en las condiciones adecuadas.

Hemos de ser conscientes de que el término "catecumenado" se utiliza aquí analógicamente. En el Sínodo de los Obispos de 1977 se hablaba de "neocatecumenado" (Prop. 30), y la Catechesi tradendae, refiriéndose a los adultos bautizados y no catequizados, habla de verdaderos "catecúmenos" (CT 44). Independientemente del término, ciertamente se trata de un proceso catequético de inspiración catecumenal. La Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis en el documento La catequesis de la comunidad prefiere respetar el término "catecumenado" para su sentido originario (cf CC 105).


2. ¿Por qué un "catecumenado" entre los bautizados?

No es de extrañar tal pregunta, aunque sea fácil su respuesta. Hemos de partir de que la praxis generalizada de la Iglesia es administrar el bautismo a los niños. Lógicamente, queda fuera de lugar toda "iniciación" previa. Por otra parte, entre los bautizados son muchos los que tampoco reciben una educación en la fe después del bautismo. En consecuencia, son muchos ,los que en su niñez, juventud y edad adulta no han recibido la "adecuada" educación cristiana. En definitiva, todos estos bautizados están exigiendo una atención catequética a través de la cual descubran la fe recibida en el bautismo y les permita vivir conforme a las exigencias de los sacramentos recibidos.

El "catecumenado" o "proceso catecumenal" llevado a cabo con los bautizados presenta una connotación específica, puesto que no se trata de una preparación para recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, sino de desarrollar la fe recibida en el bautismo de manera que, como adultos, asuman responsablemente las exigencias que la fe impone al cristiano.

La doctrina del Magisterio, que se expone a continuación, da clara razón de por qué esta dinámica catecumenal, sobre todo con adultos. Basta tomar conciencia de nuestra realidad eclesial, en la que se percibe un gran desfase entre "pertenencia jurídica" a la Iglesia y "pertenencia comprometida" en razón de una fe consciente y madura. Desde esta constatación queda justificada la preocupación y demanda de un proceso catequético que implique las exigencias propias del catecumenado primitivo.


3. Objetivos del catecumenado

* Pasar de una fe infantil a una fe adulta. Esto es, superar una fe "sociológica" por una fe consciente que implique una verdadera aceptación de Cristo.

En La catequesis de la comunidad se señalan las dimensiones o tareas que corresponden a "una catequesis inspirada en el modelo catecumenal". Y, consecuentemente, se precisan sus objetivos, a saber:

"Una iniciación orgánica en el conocimiento del misterio de Cristo y del designio salvador de Dios... Se trata del conocimiento de la fe: íntegras nociones, valores, experiencias, acontecimientos..., en una relación personal y sapiencial".

"Una iniciación en la vida evangélica, en ese estilo de vida nuevo, que no es más que la vida en el mundo, pero una vida según las bienaventuranzas" (CT 29).

"Una iniciación en la experiencia religiosa genuina, en la oración y en la vida litúrgica, que eduque para una activa, consciente y auténtica participación en la celebración sacramental...."

"Una iniciación en el compromiso apostólico y misionero de la Iglesia... Hemos de capacitar, por tanto, al catecúmeno para una presencia cristiana en la sociedad.., que debe estar siempre inspirada en el evangelio" (CC 95-94).

Estos objetivos debieran ser realidad vivida en todo "cristiano" que haya aceptado la fe consciente y responsablemente. Por eso, el catecumenado, en cuanto institución o proceso posbautismal, pretende alcanzar las metas características de una auténtica iniciación cristiana. En definitiva, pretende despertar, suscitar, crear actitudes y comportamientos que respondan a las exigencias del bautismo, de la confirmación y de la eucaristía.


4.
Características del catecumenado

El catecumenado en cuanto "proceso" por el que el "bautizado" va descubriendo y madurando en la fe, en relación con otros catequizandos, tiene una estructura y, consiguientemente, unas características que lo significan como tal. Señalamos algunos de los rasgos que deben prevalecer en la marcha de un catecumenado para que no degenere y se convierta en un grupo ideológico o de cualquier otro tipo:

 

2. Doctrina del Magisterio sobre el catecumenado

Ofrecemos una selección de textos del magisterio de la Iglesia, en los que se hace referencia a la naturaleza, características, peculiaridades, importancia, etc., del catecumenado.


1. Concilio Vaticano II

"Los que han recibido de Dios, por medio de la Iglesia, la fe en Cristo, sean admitidos con ceremonias litúrgicas al catecumenado, el cual no es mera exposición de dogmas y preceptos, sino formación y noviciado convenientemente prolongado de toda la vida cristiana, con el que los discípulos se unen a Cristo, su Maestro. Iníciense, pues, los catecúmenos convenientemente en el misterio de la Salvación, en la práctica de las costumbres evangélicas y en los ritos sagrados que han de celebrarse en tiempos sucesivos, y sean introducidos en la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del pueblo de Dios... Pero esta iniciación cristiana durante el catecumenado no deben procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles... Y como la vida de la Iglesia es apostólica, los catecúmenos han de aprender también a cooperar activamente en la evangelización y edificación de la Iglesia con el testimonio de la vida y la profesión de fe" (AG 14).

"Mas el deber del pastor no se limita a cuidar sólo individualmente dé los fieles, sino que se extiende también propiamente a formar genuina comunidad cristiana. Ahora bien, para cultivar debidamente el espíritu de comunidad, ese espíritu ha de abarcar no sólo la Iglesia local, sino también la Iglesia universal. Y la comunidad local no debe fomentar sólo el cuidado de sus propios fieles, sino preparar también, imbuida de celo misional, para todos los hombres el camino hacia Cristo. Especialmente, sin embargo, se les recomienda los catecúmenos y neófitos, que han de ser gradualmente educados para que conozcan y vivan la vida cristiana" (PO 6).


2.
Directorio General de Pastoral Catequética

"En las religiones tradicionalmente cristianas se encuentran diversas, organizaciones para la catequesis de adultos y hasta se tienen organizaciones catecumenales para quienes se preparan a recibir el bautismo o para quienes, estando bautizados, carecen, sin embargo, de la debida iniciación cristiana" (DGPC 19; cf 20).

"Recuerden también que la catequesis de adultos, al ir dirigida a hombres capaces de una adhesión plenamente responsable, debe ser considerada como la forma principalde catequesis, a la que todas las demás, siempre ciertamente necesarias, de alguna manera se ordenan. Procuren también con toda diligencia, obedeciendo a las normas del Concilio Vaticano II, restablecer o mejorar la instrucción de los catecúmenos adultos" (DGPC 20).

"El catecumenado de adultos, que es a la vez catequesis, participación litúrgica y vida comunitaria, es ejemplo típico de una institución nacida de la colaboración de varias tareas pastorales. Su finalidad es, pues, dirigir el itinerario espiritual de los hombres que se preparan para recibir el bautismo y orientar el cambio de su mentalidad y costumbres. Es escuela preparatoria de la vida cristiana, introducción a una vida religiosa, litúrgica, caritativa y apostólica del pueblo de Dios" (DGPC 130).


3.
Sínodo de los Obispos de 1977

"Por esta razón, el modelo de toda catequesis es el catecumenado bautismal, formación específica que conduce al adulto convertido a la profesión de su fe bautismal en la noche pascual. A lo largo de esta preparación, los catecúmenos reciben el Evangelio (Sagrada Escritura) y su expresión eclesial, que es el símbolo de la fe" (CNT 8).

"En la actual situación religiosa conviene que surjan diversos métodos de iniciación en la vida cristiana, para no bautizados y, sobre todo, para un gran número de bautizados que no han recibido una adecuada educación cristiana en la fe. Es necesario tener en cuenta la edad, el nivel de fe, de adhesión a la Iglesia y grado de conocimiento del mensaje cristiano que tiene cada uno de los que están en esta situación catecumenal... No se trata tanto de adquirir nuevos conocimientos cuanto de una iniciación en una verdadera experiencia comunitaria de la vida cristiana... Poco a poco se toma conciencia de la necesidad de que hoy el proceso de catequización tenga inspiración catecumenal. Lo cual no significa necesariamente la institucionalización de tales procesos como catecumenado en sentido estricto. La introducción en las Iglesias locales del catecumenado para bautizados (neocatecumenado) es de mucha importancia, que en muchas regiones pide mayores experiencias de reflexión" (Prop 30).


4. "Evangelii nuntiandi"

"Por lo demás, sin necesidad de descuidar de ninguna manera la formación de los niños, se viene observando que las condiciones actuales hacen cada día más urgente la enseñanza catequética bajo la modalidad de un catecumenado para un gran número de jóvenes adultos que, tocados de la gracia, descubren poco a poco la figura de Cristo y sienten la necesidad de entregarse a El" (EN 44).


5. "Catechesi tradendae"

"Entre estos adultos que tienen necesidad de la catequesis, nuestra preocupación pastoral y misionera se dirige a los que, nacidos y educados en regiones todavía no cristianizadas, no han podido profundizar la doctrina cristiana que un día las circunstancias de la vida les hicieron encontrar; a los que en su infancia recibieron una catequesis proporcionada a su edad, pero que luego se alejaron de toda práctica religiosa y se encuentran en la edad madura con conocimientos religiosos más bien infantiles; a los que se resienten de una catequesis sin duda precoz, pero mal orientada,o mal asimilada; a los que, aun habiendo nacido en países cristianos, nunca fueron educados en su fe y, en cuanto adultos, son verdaderos catecúmenos" (CT 44).


6. Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis

"Esta voluntad de la Iglesia de no dejar que se restrinja el concepto de catequesis se traduce en una invitación a dar la catequesis con una inspiración catecumenal... Dotar a la catequesis de una inspiración catecumenal es hacer de ella un proceso de iniciación cristiana integral" (CEEC 83).

"Según esto, una catequesis inspirada en el modelo catecumenal es una iniciación en la realidad desbordante del misterio de Cristo, iniciación que implica una gran riqueza de dimensiones..." (CEEC 84).

"El modelo de catecumenado bautismal no sólo indica a la catequesis las dimensiones que debe cultivar, sino que le señala también las disposiciones necesarias en los catequizandos, la meta del proceso catequético y el carácter fundamentador y temporal del mismo" (CEEC 94).

"El catecumenado bautismal señala, además, a la catequesis la meta del proceso: la profesión de fe" (CEEC 94).

"El catecumenado bautismal trata de fundamentar la fe del recién convertido. Sobre esa base, el catecúmeno, al incorporarse plenamente —por el bautismo— en la Iglesia, podrá participar activamente en la vida y en las tareas de la comunidad cristiana" (CEEC 97).

"El catecumenado bautismal subraya, finalmente, el carácter temporal de todo proceso catequético, aspecto éste que es inherente, por lo demás, a cualquier proceso de iniciación" (CEEC 101).

"Por todas estas razones, al referirnos a esos períodos de formación estrictamente catequética, preferimos hablar —aquí y ahora— de `catequesis de inspiración catecumenal' más que de `catecumenado' en sentido estricto, expresión que conviene reservar para la institución oficial del catecumenado en los `países de misión' o en aquellas Iglesias en las que el bautismo de adultos es muy frecuente" (CEEC 105).

 

3. "Camino de Emaús": el porqué de un título

El último capítulo del evangelio de san Lucas comienza narrando el anuncio de la resurrección a las mujeres y el desconcierto de los discípulos al recibir la noticia (cf Lc 24, 1-12). Sigue después la parte más amplia del capítulo, en que se nos cuenta el encuentro de Jesús con dos de ellos que, decepcionados por todo lo ocurrido, se marchaban hacia Emaús (cf Lc 24,13-35). Finalmente, el evangelio recoge la aparición a los discípulos y la subida al cielo (cf Lc 24, 36-49). Las tres partes parecen reflejar las etapas de un proceso de evangelización: el anuncio del kerigma, el catecumenado y la iniciación cristiana con la incorporación a la comunidad. No parece arriesgado afirmar que el autor del tercer evangelio haya querido presentar la resurrección a partir del esquema que la Iglesia primitiva seguía en la incorporación de nuevos miembros. Según esto, el encuentro de Jesús con Cleofás y su innominado compañero no habría sido sino una catequesis en la que, revisando los acontecimientos a la luz de la palabra de Dios, les habría ayudado a comprender el verdadero sentido de los mismos y a aceptar a Jesús como Mesías Salvador.

El punto de partida fue la situación de los dos discípulos. Jesús les formula una serie de preguntas encaminadas a hacerles tomar conciencia de la misma: esperaban que Jesús fuera el libertador de Israel, es decir, esperaban que fuera el Mesías político que tantos anhelaban; algunos se habían puesto a decir que había resucitado, pero ellos habían abandonado Jerusalén; esto significaba que habían oído la buena noticia, el kerigma, pero no lo habían aceptado porque su idea de Jesús les bloqueaba —los ojos los tenían como embotados—, impidiéndoles ver el verdadero sentido de las cosas. Esa es la situación de estos hombres: sus prejuicios y su falsa esperanza defraudada les impide ver la realidad de la salvación.

Una vez que Jesús les ha conducido al descubrimiento de su situación existencial, comienza a mostrarles, partiendo de la Escritura, el verdadero sentido de los acontecimientos que ellos, con una absoluta falta de fe, acababan de narrar. La palabra de Dios viene a dar sentido a la realidad, a lós acontecimientos. Poco a poco se va produciendo en aquellos hombres una transformación que luego confesarán: es la transformación propia del que adquiere una nueva mentalidad, una nueva visión de las cosas. Se produce en ellos un nuevo cambio de mente, una conversión: sus ojos se abren para reconocer a Jesús. Esto ocurre cuando repite el gesto de la multiplicación de los panes (cf Lc 9,15-16). Ya entonces se mostró como Mesías, pero no conforme a la idea que ellos tenían; por eso, a renglón seguido les invitó a seguirle cargando con la cruz (cf Lc 9,23-27). La catequesis que Cristo resucitado les da contiene, por tanto, dos elementos: la palabra y el signo, una palabra que interpreta a los acontecimientos y unos signos que vienen a corroborar el sentido descubierto.

Cuando se ha producido el cambio, la conversión, sus ojos se abren y reconocen a Jesús, pero éste desaparece de su presencia. Después de un cambio de impresiones, se vuelven a Jerusalén, se reintegran a la comunidad En adelante será ésta la que haga presente a Cristo en el mundo. Su vida, su mensaje, su sacrificio y testimonio serán la vida, el mensaje, el sacrificio y el testimonio de Cristo.

Se ha elegido este título porque la experiencia de los dos que iban camino de Emaús nos sitúa ante un proceso similar al que se vive en un itinerario catecumenal; porque nos marca un estilo, un modo de hacer las cosas; porque es un punto de referencia obligado; porque nos pone en relación con la tradición de la Iglesia primitiva.

 

4. Estructura general del "Itinerario catecumenal para adultos"


Introducción

Una vez que hemos señalado la naturaleza y el porqué de un catecumenado con "bautizados" y que, además, hemos presentado al respecto los puntos doctrinales más significativos del Magisterio, es lógico que ahora hagamos una exposición detallada de la estructura general del "Itinerario catecumenal para adultos".

Nadie duda de la importancia que, cada día más, están adquiriendo las organizaciones catecumenales. Más aún, es constante la invitación pastoral a su creación. Por tanto, no es de extrañar que exista una diversidad de "proyectos", con características distintas, aunque con una estructura básica común.

A la hora de elaborar el proyecto catecumenal para adultos hemos tenido presentes las palabras del Sínodo de 1977 en su mensaje al pueblo de Dios: "El modelo de toda catequesis es el catecumenado bautismal" (CNT 8). Efectivamente, hemos tomado como "paradigma" la estructura que ofrece el Ritual de la iniciación cristiana de adultos. En paralelismo con su dinámica, hemos estructurado las grandes etapas, los principales momentos celebrativos y los grandes núcleos del mensaje cristiano.

En la presentación del proyecto hemos señalado las razones que motivaron este trabajo y las circunstancias y momentos por los que ha pasado. El punto de partida ha sido la necesidad de dar respuesta pastoral a una demanda concreta de evangelización y catequización de los adultos, quienes, estando "bautizados", estaban lejos de vivir una fe comunitaria y comprometida. El síntoma más significativo y global es quizá la ausencia de comunidades cristianas en una Iglesia que es fundamentalmente "comunidad" de fe, de vida y acción apostólica.

En cuanto al destinatario, se descubre fácilmente que, por lo que venimos diciendo, es todo "bautizado" que esté dispuesto, al menos inicialmente, a descubrir el sentido y exigencia de la fe. Lógicamente, se hace referencia a adultos y jóvenes que viven la misma experiencia y realidad socio-religiosa.

Un factor importante a dilucidar es la duración del proceso catecumenal. Es importante tener presentes dos principios: uno, el carácter temporal del mismo; y otro, respeto al ritmo del grupo en su progresivo descubrimiento de la fe. Efectivamente, no se puede hacer inacabable el proceso ni caer en la estrechez y fijación de un calendario estricto. Cabe, sin embargo, decir que, atendiendo a la programación prevista y en una dinámica de sesión catequética semanal, es posible concluir en tres o cuatro años.

El proyecto abarca tres grandes etapas, que corresponderían a los tres momentos de la dinámica de la catequesis antropológica. Se parte de la experiencia sociorreligiosa del grupo: ¿Cuál es mi fe? (primera etapa); la respuesta es tarea de todo un largo proceso de encuentro con la palabra de Dios: La fe de la Iglesia (segunda etapa), y se concluye con el compromiso de vivir una nueva experiencia cristiana: Hombres nuevos (tercera etapa).

En el contexto de estas etapas están integradas 25 catequesis, distintas celebraciones y vanas convivencias. Veamos, pues, cada una de las etapas. Para una visión de conjunto, véase el gráfico.


1. Primera etapa:
¿Cuál es mi fe?

El itinerario catecumenal inicia sus pasos con una reflexión sobre la propia realidad del grupo. De ahí el título de esta primera etapa: ¿Cuál es mi fe? Con otras palabras, vendríamos a expresar lo mismo cuando nos preguntamos: ¿Están los "bautizados" suficientemente "evangelizados"?

A esta primera etapa correspondería el primer grado o etapa previsto en el Ritual de la iniciación cristiana de adultos. Se trata, por tanto, de una introducción al catecumenado propiamente dicho. De ahí su carácter "precatecumenal", ya que en ella se realiza una revisión crítica de la propia "opción de fe" y se hace una primera y global presentación de la auténtica fe en Jesucristo, el Señor. La meta es provocar la "conversión" que cristalice en la decisión de redescubrir y vivir la fe. En consecuencia, sus objetivos son:

Objetivos

El primer objetivo es tomar conciencia de que el estilo de vida que caracteriza la conducta de muchos "bautizados" está muy lejos de responder a las exigencias de una fe en Jesucristo auténtica y comprometida. La consecuencia lógica de este objetivo es realizar un proceso de "desmonte" de esos comportamientos no cristianos y de purificación de los que estén desvirtuados.

El segundo objetivo radica en que el grupo catecumenal, como consecuencia de lo anterior, sienta la necesidad de iniciar —y lo inicie— un camino de búsqueda y descubrimiento de la fe en su dimensión auténtica y evangélica. La "conversión" será verdadera no sólo por el hecho de tomar conciencia de los propios "pecados", sino por la decisión de realizar un cambio de vida, y ese "cambio" es el que debe hacer el grupo catecumenal integrándose plenamente en un proceso catecumenal.

Temas catequéticos. El contenido catequético de esta primera etapa es breve y sencillo. Está centrado en la fe, explicitada en la vida cristiana de los "bautizados". Las tres catequesis que integran est,a parte constituyen un solo núcleo temático, que titulamos Luces y sombras de nuestra fe. En él queremos resumir el análisis que se hace de lo que no es la fe y la propuesta global de una fe auténtica. Estas son las catequesis:

  1. Estoy bautizado, pero ¿soy cristiano?

  2. La fe significa creer en Alguien.

  3. Ponte en camino.

Jornada de reflexión. La "Jornada de reflexión" que sigue a las catequesis anteriores, es la primera convivencia que se celebra con el grupo catecumenal. Es un fin de etapa y comienzo de la siguiente. Sus objetivos son:

Crear unas condiciones adecuadas de oración, reflexión y examen antes que los participantes decidan continuar o no en el itinerario catecumenal.

Realizar una celebración en la que tengan lugar el rito de adhesión y la entrega del evangelio a quienes hayan decidido seguir el proceso catecumenal.

Se trata, por tanto, de una convivencia importante. A partir de ella, el grupo debe caminar con voluntad y decisión constantes en el descubrimiento de lo que supone una fe auténtica, que ha de ser, a la vez, vida y celebración en el grupo.


2. Segunda etapa: La fe de la Iglesia

Es, sin duda, la etapa más extensa e intensa y la más significativa. En ella debe darse el verdadero redescubrimiento de la fe. Precisamente es titulada La fe de la Iglesia, porque en ella se hace la oferta del mensaje cristiano. Es, por tanto, la alternativa correspondiente a la revisión que el grupo ha hecho en la primera etapa al examinar su vida cristiana.

Siguiendo el paralelismo con la iniciación cristiana de adultos, esta etapa correspondería al segundo grado o etapa y, por tanto, es calificada como etapa catecumenal o catecumenado propiamente dicho. Efectivamente, toda ella está orientada a que el grupo catecumenal, en constante contacto con la palabra de Dios, viva experiencias nuevas de fe y realice un auténtico "noviciado" de vida cristiana, hasta que en la tercera y última etapa celebre los sacramentos de la iniciación cristiana. Utilizando el lenguaje de la catequesis antropológica, diremos que en ella se realiza la "iluminación" de la experiencia.

Tres son las fases de catequización que integran esta etapa, y cada una de ellas tiene objetivos y contenidos catequéticos distintos, aunque interrelacionados lógica y progresivamente. Son "procesos experienciales" sucesivos. De ahí que los analicemos por separado.

Primera fase: Experiencia de un pueblo creyente

Está caracterizada por las grandes experiencias bíblicas vividas por Israel, un pueblo creyente, y que le sirvieron de preparación a la venida del Mesías. También el catequizando debe realizar el mismo proceso experiencial como camino de preparación al encuentro con Cristo. El éxodo y el desierto fueron acontecimientos de salvación desde la prueba y purificación.

Objetivos

Que el grupo confronte la propia realidad personal con las grandes experiencias bíblicas de fe. Se trata de que el grupo viva desde la fe el significado de las experiencias que vivió Israel como etapa de purificación y prueba en su camino de salvación. En el camino catecumenal iniciado todos somos "viejo Israel", que comienza el éxodo y ha de pasar por el desierto.

Lo importante es que el grupo inicie una experiencia profunda de fe. Es la clave de esta fase: iniciar experiencias de fe. El descubrimiento de la fe no va a ser de carácter intelectualista, sino existencial, y esto sólo sucede cuando en los acontecimientos de la propia historia el creyente se encuentra con Dios, ayudado por el ejemplo de quienes, antes que él, vivieron las mismas experiencias.

Temas catequéticos. El contenido catequético es ofrecido por los grandes acontecimientos que fueron objeto de experiencias de fe por el pueblo de Dios; por ejemplo, el éxodo, las tentaciones, la Alianza, etc. Dichos temas constituyen un solo núcleo, que titulamos Por los caminos del Dios vivo. Incluye cinco catequesis:

  1. El éxodo: Habéis sido llamados a la libertad.

  2. La tentación: La fe sometida a prueba.

  3. La Alianza: La comunión con el Dios vivo.

  4. La idolatría: No tendréis otros dioses.

  5. El profetismo: Centinelas de la alianza.

Convivencia. Como final de esta fase se tendrá una convivencia de revisión del camino recorrido, de intercambio de experiencias y de celebración de la fe.

Segunda fase: Jesús, camino, verdad y vida

Tras pasar el catequizando por las grandes experiencias bíblicas, ahora se adentra en el misterio de Cristo. Esta fase es la parte central no sólo de la estructura formal del proyecto catecumenal, sino también del camino en cuanto itinerario de experiencia religiosa, porque su meta es el descubrimiento de Jesús.

El camino recorrido hasta ahora ha tenido carácter de preparación: "Preparad los caminos del Señor, allanad sus senderos" (Mt 3,3); las catequesis siguientes a éstas tienen carácter de "proyección": "Dad el fruto que pide la conversión" (Mt 3,8). El momento cumbre lo constituye el encuentro con Jesús, piedra angular que da fundamento y consistencia al edificio. de la fe y de la vida cristiana.

El grupo catecumenal, en su itinerario de búsqueda, camina con un interrogante fundamental: ¿Quién es Jesús? Y la respuesta es la que da título a esta segunda fase: Jesús es el camino, la verdad y la vida. Desde El y con El, el grupo catecumenal camina en la luz.

Objetivos

Descubrir la persona de Jesús y provocar una adhesión plena a El. Una vez descubierto el sentido auténtico de la fe en la primera parte y que la fe es fundamentalmente una "experiencia", ahora se pretende descubrir que el "objeto" de esa fe es Jesucristo, su persona y su mensaje.

Desde el descubrimiento progresivo que el catequizando haga de Jesús y su mensaje, se pretende que descubra también el misterio de Dios, el misterio del hombre y el sentido que tiene la existencia humana en el mundo. Es Jesús quien nos revela a Dios, al hombre y al mundo. Ciertamente se trata de un acercamiento todavía superficial, pero suficiente para provocar una respuesta de fe consciente, libre y sincera.

Temas catequéticos. Esta fase, que es la más amplia intensiva y extensivamente, ha sido estructurada en cuatro núcleos.

El Señor ha resucitado, nosotros somos sus testigos (primer núcleo)

El mensaje fundamental es la resurrección y, lógicamente, la experiencia básica es la "experiencia pascual". Se pretende evocar la experiencia del resucitado como punto de partida para el descubrimiento de Jesús. Al fin y al cabo, hasta que los apóstoles no tuvieron esa experiencia no estuvieron en condición de descubrir la verdadera dimensión de Jesucristo y de su mensaje.

Dos catequesis y una celebración ocupan este núcleo:

9 ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
10 El resucitado ha sido constituido Señor y Salvador.

Celebración: Señor mío y Dios mío. Bienaventurados los que creen sin ver.

 

Muéstranos al Padre. Jesús, el rostro de Dios vivo (segundo núcleo)

El mensaje de este núcleo es la revelación de Dios hecha desde y por Jesucristo. El Dios Padre, el Dios Trinitario, el Dios cercano, son rasgos que llegamos a conocer porque Jesús nos los ha revelado. Se pretende, por tanto, descubrir quién es Dios.

11. Mi Dios y vuestro Dios.
12 El os enseñará todo.

Celebración: "Creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo".

 

He aquí al hombre. Jesús, el hombre nuevo (tercer núcleo)

El mensaje se centra aquí en "el hombre", tal como lo conocemos por la revelación que Jesús nos hace. Se pretende hacer descubrir los rasgos más significativos del hombre, contemplado desde la fe. Conocer al hombre es conocer a Dios, su creador, y a Jesús, su redentor.

13 Hombre viejo, hombre nuevo.
14 Hijo de Dios y hermano de los hombres.
15 Tiempo de lucha y de esperanza.

Celebración: La penitencia, segundo bautismo.

Un cielo nuevo y una tierra nueva.
Sentido nuevo de la existencia humana en el mundo
(cuarto núcleo)

Este cuarto núcleo se centra en el sentido que la existencia humana tiene en el mundo según la fe. El mundo es el marco en que el hombre, su historia, se desenvuelve hasta conseguir su plenitud en el "nuevo cielo y nueva tierra" del que nos habla san Juan. Las catequesis de este núcleo pretenden iluminar la existencia humana ante su propia finitud connatural, ante las limitaciones que ofrece el hombre frente al hombre y ante el trabajo como quehacer para construir un mundo mejor según el plan de Dios.

16 Muerte-vida: un hecho, una promesa.
17 Bienaventurados seréis.
18 Un cielo nuevo y una tierra nueva. Convivencia.

Tercera fase: Llamados a vivir en comunión

La tercera fase está centrada en la Iglesia. Tras el descubrimiento de Jesús y de cuanto Jesús nos dice sobre "Dios", el "Hombre" y el "Mundo", el paso siguiente es conectar con la Iglesia como "comunidad", en la que Jesús se hace presente y, a través de ella, salva. La experiencia de encuentro con Jesús necesariamente debe desembocar en experiencia eclesial, porque en nuestro aquí y ahora no es posible el seguimiento de Jesús sin la Iglesia.

En un "Itinerario catecumenal" la experiencia eclesial es, por una parte, punto de partida, ya que se evangeliza desde la Iglesia; por otra, es una constante en el proceso y camino, porque sólo en la Iglesia es posible vivir como tal, y, sobre todo, es meta, ya que construir y vivificar la Iglesia son objetivos generales del catecumenado. Lógicamente, esta tercera fase es de capital importancia en la estructura catecumenal.

Objetivos

Que el grupo catecumenal descubra las auténticas y genuinas dimensiones de la Iglesia fundamentada en Jesucristo. Es importantísimo conocer el perfil auténtico de la Iglesia tal como Jesús ha querido y cuya imagen y "rasgos" genuinos aparecen en la primitiva comunidad cristiana, es decir, una Iglesia que es "comunión", "servicio" y "testimonio".

Que los catequizandos vivan hacia el exterior del grupo catecumenal y en relación a los demás grupos eclesiales y sociales las exigencias características de una Iglesia comunidad que "se fundamenta" en la fe, "se realiza" en el amor y el servicio y "se proyecta" en el testimonio y el apostolado. Se trata, en definitiva, de que el grupo "sea Iglesia". Construir o revivificar la comunidad eclesial es uno de los objetivos del catecumenado, que en esta tercera fase tiene su concreta realización.

Temas catequéticos. Son cuatro catequesis que constituyen un solo núcleo, que titulamos Sois pueblo de Dios. Los temas catequéticos arrancan del nacimento de Israel como "pueblo de Dios" y culminan en la Iglesia, "sacramento de salvación" que se hace presente en el mundo como comunidad misionera y evangelizadora. Esto es, son catequesis que iluminan el "ser" y el "actuar" de la Iglesia, su razón de ser "ad intra" y su misión "ad extra". Incluye las siguientes catequesis:

19 Del antiguo al nuevo pueblo de Dios.
20 La Iglesia, comunidad en el Espíritu.
21 Llamados a servir y no a ser servidos.
22 Sed mis discípulos
    Convivencia.


3. Tercera etapa:
Hombres nuevos

Es la etapa final del itinerario catecumenal. Fundamentalmente va a consistir en el descubrimiento de los sacramentos de la iniciación cristiana y en su celebración con unsentido nuevo y distinto. Los miembros del grupo catecumenal que, de hecho, han recibido dichos sacramentos, han realizado todo un progreso, ya que al comenzar no habían llegado a vivir conforme a las exigencias de los mismos. Los miembros del grupo que han llegado a esta etapa tienen las condiciones básicas, a nivel general, para renovar los sacramentos de la iniciación y vivir conforme a ellos.

Con esta etapa se concluye y culmina el proceso catecumenal. Se ha seguido una dinámica antropológica que llega a su final: se partió de la realidad de los catequizandos: ¿Cuál es mi fe?; en la segunda etapa se dio una respuesta desde la palabra de Dios: Esta es la fe de la Iglesia, y ahora, en la tercera etapa, no cabe otra opción que el compromiso de vivir de manera distinta, esto es, según la fe de la Iglesia y, por tanto, Hombres nuevos.

Conforme al proceso señalado en el Ritual de la iniciación cristiana de adultos, en esta etapa se incluyen las correspondientes a la Purificación e Iluminación, juntamente con la "celebración de los sacramentos". Abarcaría, por tanto, parte del segundo grado y tercero del Ritual. Consecuentemente, en esta etapa se tendrán los ritos de escrutinios y las entregas del símbolo y el padrenuestro.

Objetivos

Profundizar en la naturaleza, significado y exigencias de los sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo, confirmación y eucaristía. Es una consecuencia lógica de quienes, habiendo recibido ya dichos sacramentos, han realizado, sin embargo, un proceso catecumenal. Se trata, por tanto, de asumir su punto de partida, pero de forma distinta, esto es, "ser bautizado", pero "también evangelizado", y para ello es necesario una catequesis más profunda sobre los sacramentos.

Realizar en el grupo un discernimiento de las actitudes y comportamientos en orden a garantizar la preparación y la responsabilidad a la hora de asumir los compromisos y las exigencias que se derivan de los sacramentos de la iniciación cristiana. La importancia de los escrutinios está en poner a los catequizandos frente a sí y frente al modelo de "hombre nuevo" que suponen los sacramentos. Lógicamente es muy importante garantizar la "disposición" básica y la "preparación elemental" correspondiente a una fundamental "síntesis de fe".

Un tercer objetivo general de esta parte es realizar sendas "celebraciones" sobre el bautismo, confirmación y eucaristía en la que se hagan las entregas del credo y del padrenuestro. Se trata de renovar celebrativa y empeñativamente los sacramentos que en nuestra infancia no tuvieron todo el eco y resonancia que debieran.


Temas catequéticos.
Son tres los temas catequéticos que quedan integrados en el núcleo: Sacramentos de la iniciación cristiana. Lógicamente, son catequesis sobre el bautismo, confirmación y eucaristía.

  1. El bautismo: Tenéis que nacer de nuevo. Celebración con la entrega del Símbolo.

  2. La confirmación: Seréis mis testigos.

    Celebración y renovación del compromiso al apostolado.

  3. La eucaristía: Haced esto en memoria mía. Celebración con la entrega del padrenuestro.


4.
Jornada de proyección pastoral

Al igual que se han venido celebrando convivencias, sobre todo al concluir etapas, se propone celebrar esta jornada, más que como una parte del itinerario catecumenal, como consecuencia lógica de él, una vez concluido. Si el proceso catecumenal no es fin en sí mismo, entonces debe desembocar en lo que realmente es su meta, esto es, la integración del grupo catecumenal en la comunidad cristiana. La jornada de proyección pastoral, por tanto, no es más que una convivencia de reflexión y estudio en orden a descubrir la nueva ruta apostólica dentro de la comunidad.

Objetivos

Tomar conciencia de la realidad pastoral de la Iglesia diocesana y de las respectivas comunidades y desde esa visión global descubrir campos concretos de acción y tareas de apostolado.

Proyectar individual y grupalmente compromisos concretos en los que se plasme la realidad del "hombre nuevo" que, tras un camino de iniciación, quiere —y debe— ser "luz" del mundo y "testigo" de la fe.

 

5. Puesta en marcha del catecumenado

La puesta en marcha de un catecumenado no es siempre fácil, no tanto por el montaje estructural que hace falta, sino por la inercia, pasividad y apatía religiosa que, a veces, se vive en las "comunidades" cristianas —parroquias u otras instituciones—. Vamos, con todo, a prever algunos pasos para esta puesta en marcha.


1. ¿Quién puede poner en marcha un catecumenado?

La primera cuestión que hay que dilucidar es a quién corresponde, quién es el responsable de convocar un grupo catecumenal.

Hay que tener en cuenta que la "catequesis es tarea de toda la comunidad". Por tanto, el catecumenado —forma privilegiada de catequesis— se realiza en la comunidad y por la comunidad. Cualquier "comunidad cristiana" (parroquia, comunidades eclesiales, asociaciones, movimientos, etc., [cf CNT 13]), en razón de su conciencia de "evangelizada y evangelizadora" (cf EN 13; CT 45), puede y debe crear el catecumenado como estilo específico de catequesis.

Dice Juan Pablo II: "La catequesis corre el riesgo de esterilizarse si una comunidad de fe y de vida cristiana no acoge al catecúmeno en cierta fase de su catequesis. Por eso la comunidad eclesial, a todos los niveles, es doblemente responsable respecto a la catequesis: tiene la responsabilidad de atender a la formación de sus miembros, pero también la responsabilidad de acogerlos en un ambiente donde puedan vivir, con mayor plenitud posible, lo que han aprendido" (CT 24).

Siendo realista, la parroquia será el tipo de comunidad en la que más comúnmente tendrá cabida el catecumenado. Al fin y al cabo, "la comunidad parroquial debe seguir siendo la animadora de la catequesis y su lugar privilegiado" (CT 67). Esta constatación no excluye que haya otras comunidades que deban o puedan también asumir su responsabilidad de ofrecer un "proyecto catecumenal" a sus miembros (cf CC 266-282):

2. Convocatoria general

Una vez dilucidados el sujeto convocante y los destinatarios del catecumenado, se pretende ahora dar respuestas a una nueva cuestión: ¿cómo se les convoca?

Cauces de convocatoria. Consideramos importantes dos cauces para hacer llegar la convocatoria a los destinatarios:

A través de los medios que ordinariamente se utilizan para conectar con los miembros de la "comunidad": en las misas dominicales, hojas parroquiales, carteles, prensa, etc.

Y a través de una comunicación directa a aquellos de los que el responsable de la comunidad tiene noticia de su interés inicial o de su inquietud en relación a su vida cristiana.

Estos dos cauces permiten una comunicación a "todos" y, a su vez, a los "más interesados".

Objeto de la convocatoria. La convocatoria tiene el carácter de invitación a una reunión en la que se explicará detenidamente qué se pretende con el catecumenado. Por tanto, conviene precisar el lugar de la reunión, fecha y hora.

Ideas fundamentales para la convocatoria. Al hacer el anuncio general del posible funcionamiento de un catecumenado no es necesario —ni posible— dar una explicación detallada y exhaustiva. Sin embargo, sí conviene disponer de un esquema sencillo, pero coherente. Lo fundamental es despertar el interés y motivar la asistencia a la reunión.


Este puede ser el esquema:

-La catequesis normalmente ha sido orientada a los niños. De ahí que al hablar hoy de catequesis uno haga referencia directa a los niños y preadolescentes y, a veces, la referencia es sólo a "primera comunión".

-Ultimamente, la Iglesia ha comenzado a recalcar que la catequesis es para todos, y más principalmente para los adultos, porque de ellos va a depender el que haya una iglesia adulta y responsable. Hacen falta seglares responsables y bien preparados cristianamente.

-Nuestra sociedad es una sociedad que está reclamando cristianos que sepan "dar razón de su fe", que testifiquen a un Cristo vivo, que sean constructores de un nuevo mundo, etc.

-Ante estas exigencias de "cristianos auténticos" cabe preguntarse con san Pablo: "¿Cómo van a invocar al Señor si no creen en El? ¿Cómo van a creer si no han oído hablar de El? ¿Y cómo van a oír hablar si no hay quien predique?" (Rom 10,14). Esta es la cuestión: ¿Cómo va a haber cristianos comprometidos si casi no han oído hablar de Jesucristo y de la fe?

-Por eso en nuestra parroquia (o comunidad) vamos a comenzar un plan catecúmenal para adultos y jóvenes. ¿En qué va a consistir, qué es, cómo funciona, etc.? Todo esto lo explicaremos en la reunión que se tendrá próximamente (indicar lugar, fecha y hora). Quedan invitados todos.


3.
Reunión preparatoria

Esta reunión es fundamentalmente para dejar estructurados los grupos y para aclarar algunas cuestiones a los asistentes. La reunión puede constar de varias partes:

Introducción. Se conecta con lo dicho en la convocatoria general, esto es: hay que superar la concepción de que la catequesis es sólo para niños; hay necesidad de cristianos adultos, responsables y capacitados; si no hay formación cristiana seria no podrán surgir cristianos preparados, etc.

Explicación del catecumenado. La razón de este encuentro es explicar qué se pretende hacer, esto es, montar un plan de catequesis de adultos y motivar a que estén dispuestos a asistir a dichas catequesis. Ahora se trata sólo de una explicación muy general. Todo lo referente a lo que es un catecumenado será objeto de. una de las catequesis.

La mejor forma de exposición será respondiendo a posibles interrogantes que estén presentes en los asistentes. Veamos:

¿Qué es un catecumenado? Un proceso catequético por el cual el cristiano redescubre y toma conciencia de su fe.

¿En qué consiste? Fundamentalmente, en reunirse para confrontar la propia vida con la palabra de Dios y celebrar conjuntamente la fe.

¿Quiénes pueden asistir? Todo joven o adulto que esté interesado en descubrir más seriamente su fe.

¿Quita mucho tiempo? Prácticamente habrá una reunión de una hora o algo más todas las semanas. En el año puede haber dos convivencias de un día de retiro.

¿Qué condiciones hacen falta? Dos: tener seriedad para garantizar una normal asistencial y buena disposición para redescubrir la fe.

¿Se puede asistir para probar? Ahora comienza un período que dura unos meses. Se puede comenzar y luego se decide o no el continuar.

¿Puedo comenzar y luego dejar, y viceversa? A nadie se obliga a continuar. Cada uno es libre de seguir o no. Ciertamente, no podrá incorporarse a un grupo que ya lleve un determinado tiempo, si el que quiere integrarse es nuevo. Debe comenzar desde el principio, con cierta seriedad.

Medidas concretas

Formación de grupos. Se invita a que los interesados constituyan los grupos. Estos deben ser entre 15 y 20. Pueden ser grupos homogéneos. Por tanto, se ponen unos folios y que cada uno se apunte al grupo que quiera (en caso de que se prevea que van a ser varios).

Si parece oportuno, se deja un espacio de tiempo para la formación de los grupos. Puede surgir el grupo por propia iniciativa o por invitación del responsable. En cualquier caso, los dos puntos siguientes se dejan para cuando estén formados los grupos.

Lugar, fecha y hora. Inmediatamente se determina el lugar de reunión, el día de la semana y la hora de comienzo.

Material para el catequizando. Se presenta el material y, lógicamente, se indica la necesidad de que cada uno disponga del libro correspondiente._

 

6. Orientaciones para la utilización del material

1. Características generales

Exigencias pedagógico-catequéticas han aconsejado que tanto el catequista como el catequizando dispongan de su propio material. La experiencia así lo confirma también. Por tanto, son dos los instrumentos básicos: uno, la guía del catequista, y el otro, la guía del catequizando.

La guía del catequista es, lógicamente, más voluminosa, ya que en ella se le ofrecen orientaciones y pautas pedagógicas para el funcionamiento del proceso catecumenal.

La guía del catequizando, sin embargo, es un libro sencillo, pero fundamental y básico. Mediante él será más fácil la participación activa del grupo catecumenal y su integración en el proceso.

Entre otras ventajas, tiene la de simplificar la utilización de otros materiales, siempre necesarios en una dinámica de educación en la fe.

Ambos libros —guía del catequista y guía del catequizando— están elaborados en estricta concordancia. El catequista no necesitará disponer de la guía del catequizando porque en la suya se recogen todas las cuestiones y referencias hechas a ésta. Y el catequizando podrá seguir perfectamente las pautas de cada sesión catequética en perfecta armonía con el grupo y con el catequista.

El "leit-motiv" que ha presidido la elaboración de ambos materiales ha sido la orientación catequética. Las observaciones pedagógicas y didácticas que se ofrecen facilitan y no ahogan la espontaneidad en la comunicación y el íntercambio personal de experiencias. De ahí que se trate de "instrumentos" y, por tanto, sólo ofrecen orientaciones y sugerencias, no imponen criterios y, por supuesto, no anulan la creatividad ni del catequista ni del grupo.

2. Estructura general de cada volumen

La publicación de todo el proyecto catecumenal en seis volúmenes no responde a otro criterio que al de la comodidad: evitar volúmenes excesivamente extensos. Ciertamente, una vez establecido este criterio, la ordenación de cada uno ha respondido al principio de recoger en cada volumen una parte o fase del proceso, de forma que presente una unidad en sí mismo. Ciertamente hay que evitar identificar cada volumen con una unidad estricta de tiempo. En absoluto.

El contenido de cada volumen está estructurado en las siguientes partes:

Introducción general. Con el fin de no perder de vista la perspectiva global del catecumenado, en la introducción se hace una conexión de las catequesis recogidas en el volumen con el proyecto global. Tanto el catequista como el catequizando podrán, en cualquier momento, situarse y tomar conciencia de la fase del camino catecumenal en que se encuentran. Consideramos importante esta referencia, porque el ritmo y profundización sobre cada tema catequético puede hacer perder la perspectiva de la etapa o fase del proceso, circunstancia que no debe darse, porque un "proceso catecumenal" no es la suma de actos o reuniones sobre temas catequéticos, sino un "noviciado" en el crecimiento de la fe, y esto exige una dinámica progresiva, como todo crecimiento. La conciencia del pasado, del presente y del futuro son hitos integradores de la personalidad en su fase de crecimiento.

La "Introducción general" de este volumen reúne además unas condiciones especiales. En ella se hace una presentación general de todo el proyecto catecumenal y, por tanto, se ofrece una explicación sobre su naturaleza, importancia, estructura, peculiaridades, etc. Lógicamente, su conocimiento es necesario para quienes quieran comprender este proyecto catecumenal concreto.

Bloque de temas catequéticos. Como es natural, este bloque de temas catequéticos es el contenido específico y propio de cada volumen. Ya se ha dicho que en cada volumen se han recogido las catequesis necesarias que garanticen una unidad en el mensaje y en los objetivos y, por otra parte, que no sea excesivamente amplio. Posteriormente haremos un análisis de la estructura de cada "catequesis" o tema catequético desarrollado.

Textos de documentación. La documentación es el material auxiliar que se ofrece en cada catequesis con el fin de facilitar el trabajo del grupo, al evitarle el tener que disponer de otros materiales. También se considera "documentación" los análisis, reflexiones, profundizaciones propias del tema catequético, pero que de incluirse en el contexto del desarrollo del tema se rompería la unidad, al menos la unidad estructural, ya que serían textos excesivamente amplios y que no siempre es necesaria y obligada su consulta. De ahí que sean textos incluidos al final de cada catequesis.

En el desarrollo de cada tema catequético, en el momento que sea necesario, se hace referencia a la documentación que convenga. Por tanto, lo mismo el catequista que el catequizando saben cuándo y qué texto consultar, así como la página donde se encuentra.

En las tres primeras catequesis se ha considerado como documentación —y así se han incluido— los textos bíblicos citados. Una vez realizado el rito de entrega del evangelio, al concluir la tercera catequesis ya no hará falta incluirlos, sino que se consultarán directamente en la Biblia.

3. Estructura concreta de cada catequesis

Globalmente, la estructura de cada tema catequético es idéntica en el libro del catequista y en el del catequizando. Lógicamente, se diferencian en el tipo de orientaciones y reflexiones que se ofrecen a uno y a otro. Esta es su estructura:

Presentación. Fundamentalmente se pretende encuadrar cada catequesis bien en relación con la anterior, bien con el bloque. Se precisan, por tanto, los objetivos a alcanzar. Con esta "presentación", el catequista y el catequizando quedan situados en el pórtico de la catequesis. Pueden saber hacia dónde se orienta y qué se pretende.

Observaciones. Este apartado está incluido sólo en la guía del catequista. En él se ofrecen las orientaciones, advertencias, sugerencias pedagógicas, etc. En definitiva, garantizar que el "acto catequético" se desarrolle sin contratiempo.

Un aspecto importante, que también se incluye en este apartado, es el esquema general de la catequesis, esto es, una síntesis de cada una de las partes, con lo que el catequista adquiere una visión global y panorámica de la catequesis.

Desarrollo catequético del tema. Es, lógicamente, la parte más importante y principal. En orden a este desarrollo catequético se ha elaborado el material. Su razón de ser es, por tanto, facilitar la función catequizadora del catequista y la función catequizadora del catequizando.

La primera connotación que hay que observar es que cada catequesis está estructurada en partes (primera, segunda...). Cada una de ellas tiene unidad entre sí y, a su vez, se ordena a la siguiente, y todas ofrecen una unidad del tema catequético desarrollado. Hay, pues, una unidad temática, doctrinal y estructural.

Cada parte, a su vez, está estructurada en diferentes momentos (1, 2, 3...), correspondientes a actividades del catequista y del grupo: introducción de la sesión catequética, diálogo a partir de un cuestionario, reflexión sobre la palabra de Dios, oración de conclusión. Estas actividades no son ni únicas ni fijas. Se ofrecen otras muchas sugerencias.


4. Metodología

Es de todos sabido que toda metodología conlleva una determinada concepción del contenido o proyecto integrado en un método. Y, a la inversa, todo proyecto o contenido exige una determinada metodología, si se quiere ser fiel a su naturaleza.

En este sentido cabe decir que la misma naturaleza del catecumenado y las características que le deben adornar están exigiendo un método activo, grupal, de comunicación interpersonal, vivencial, inductivo, de confrontación constante con la palabra de Dios, etc.

En definitiva, la metodología debe facilitar que el hombre "todo", en su realidad profunda de ser y existir, quede impactado por la palabra de Dios y reaccione vitalmente ante ella. Por tanto, no se trata de una metodología para alcanzar una "cultura religiosa", sino para vivir un "noviciado" de la fe.


5. Técnicas de trabajo

Fundamentalmente, podemos señalar tres: trabajo personal, reunión de grupo y puesta en común y diálogo.

1. Trabajo personal. Se trata de que individualmente haya un contacto directo con la palabra de Dios y una consulta con la documentación, según lo exija la sesión catequética. Amén de este trabajo material, está el esfuerzo por asumir y llevar a cabo, en lo que de sí dependa, la propia maduración de la fe, y para ello es fundamental dejarse guiar por el Espíritu.

2. Grupos y puesta en común. Será muy común utilizar la reunión de pequeños grupos y hacer puesta en común. Esta técnica de trabajo no es sólo por razón pedagógica, sino también por exigencia teológica. El talante comunitario y de interrelación personal propios del catecumenado exige técnicas de trabajo que los favorezcan. El carácter comunitario y, por tanto, la dinámica grupal constituyen una parte esencial del proceso catecumenal.

3. Diálogo. Ciertamente, el diálogo es una constante en toda actividad grupal. Sin embargo, lo destacamos aquí porque será una técnica muy utilizada, aun sin necesidad de agruparse en pequeños grupos. Fundamentalmente, el diálogo va a tener como objeto directo del mismo dos realidades: lo que el hombre "es" y "vive" y lo que Dios quiere que el hombre "sea" y "viva". Por tanto, serán contenido del diálogo la "experiencia" y la "palabra de Dios". En consecuencia, los interlocutores del diálogo serán el individuo, el grupo y Dios. El diálogo, para que sea eficaz y operativo, debe realizarse en un marco de entendimiento mutuo, de respeto, escucha, aceptación del otro, etc. Es muy importante, pues, que el grupo goce de unas bases mínimas de "entendimiento y conjunción", aunque el mismo rodaje tiene como objetivo crearlos y fomentarlos.

Hemos señalado algunas de las técnicas más comunes utilizadas en el catecumenado. La dinámica de cada sesión y el ritmo de cada grupo determinará otras técnicas o método de trabajo.


6. Esquema de una sesión catequética

Una "sesión catequética" es la unidad de tiempo en la que el grupo, periódicamente, vive y desarrolla una catequesis o parte de ella. Prácticamente, se identifica con reunión de grupo; por ejemplo: la reunión semanal.

Ahora bien, un tema catequético programado puede desarrollarse en una o varias sesiones catequéticas. Unas veces estará previsto que sea en varias sesiones, y otras lo establecerá el catequista a tenor del ritmo que lleva cada grupo.

Ya hemos dicho que cada catequesis consta de una o varias partes, y que cada parte consta de una o varias sesiones. El esquema de cada sesión catequética es normalmente el siguiente:

Momento de oración. El comienzo de toda reunión catequética debe realizarse con la oración. Puede ser a través de una fórmula establecida o de forma espontánea; la puede iniciar el catequista o cualquiera del grupo. Se trata de invocar al Espíritu para que asista al grupo que se reúne para dar un paso más en su proceso de conversión y maduración en la fe, y la consecución de este objetivo es también obra del Espíritu.

Introducción del catequista. Tras la oración, procede que el catequista abra la sesión, bien conectando con la anterior reunión, si es continuación, bien introduciendo la nueva catequesis. Esta "introducción" tiene la finalidad de encuadrar el contenido' catequético, de explicitar los objetivos, explicar el ritmo de trabajo a seguir, etc. De una buena "introducción" puede depender la eficacia de una sesión catequética.

Desarrollo global de la sesión. Este momento es el más importante, porque es el núcleo de la sesión. Prácticamente se identifica con el quehacer de los catequizandos; por ejemplo: reunión de grupo, puesta en común, lectura comentada de la Sagrada Escritura, intercambio de experiencias, diálogo dentro del grupo, etc. Cada sesión catequética tendrá un tipo de trabajo. Esta parte, lógicamente, será la que ocupe más .tiempo de toda la sesión.

Acción de gracias. Con un momento de oración se comienza y con un momento de oración se termina. Así como la oración inicial no está prevista en el material catequético, sino que queda a la elección del grupo, la de acción de gracias, normalmente, está prevista. Con todo, aunque no estuviera prevista o porque haya necesidad de cambiar la establecida, la acción de gracias debe ser un rito que tampoco falte en cada sesión catequética.

 

7. Actitudes básicas del catequizando
    para iniciar el camino catecumenal

Hemos visto que Juan Pablo II, en la Catechesi tradendae, habla de los adultos que no están suficientemente "educados en la fe" como de "verdaderos catecúmenos" (CT). Efectivamente, estos "catecúmenos" son los principales "protagonistas" del proceso catecumenal, en cuanto que a ellos se orienta y por ellos se establece. En este sentido cabe decir que ellos son los "responsables" principales en este camino catecumenal. Por eso consideramos importante ofrecer algunas de las actitudes básicas que debe asumir el catequizando adulto. Es verdad que estas mismas actitudes son objeto de consecución a través del proceso catecumenal; sin embargo, deben estar presentes inicialmente, al menos, en sus rasgos básicos.


1. Conciencia de una vida cristiana poco comprometida

Es la primera actitud básica. Quien se considera suficientemente 'comprometido y viviendo una vida consecuente con la fe, el camino catecumenal le sobra. Ser "destinatario" del itinerario catecumenal significa tomar conciencia de que su "bautismo" muchas veces no es más que un título de sociedad, o un carnet de pertenencia a un grupo social llamado Iglesia, o una opción religiosa caracterizada por su anemia y atonía, o un don no suficientemente descubierto yrevalorizado, o un compromiso que exige revisión y empuje, etcétera. Lo importante es que el catequizando se perciba como un "bautizado" no satisfecho en su forma de vivir su bautismo.

Esta elemental y básica autoconciencia de "bautizado", pero no "cristiano", es asequible a todos. Sólo una actitud de autosuficiencia sería obstáculo a la conciencia de la propia pobreza de la vida cristiana. Y esa misma "autosuficiencia" está reclamando un camino de conversión, un proceso catecumenal, aunque ciertamente todo "corazón de piedra" es una muralla a la misma acción de Dios. De ahí que sea necesaria esta otra actitud básica: actitud de búsqueda.


2. Actitud de búsqueda

De la propia conciencia de indigencia emerge la actitud de búsqueda. Al principio es una búsqueda en nebulosa, búsqueda desde la inseguridad y el desconocimiento, búsqueda casi sin norte y sin horizonte. También puede tratarse de una búsqueda consciente en el "buscar" y en lo "buscado". Esta actitud básica radica en la "disposición" de saberse indigente, pobre, vacío, limitado... y que necesita "luz" en su oscuridad. La "imagen" del catequizando es la del ciego que, sin haber conocido la luz, la intuye y busca, o la del caminante que, sin camino, hace camino al andar.

El catequizando es fundamentalmente un "buscador" o de la "dracma" perdida, o del "tesoro escondido", o del agua de Siloé que le cure, o del agua del pozo de Jacob que le sacie la sed... La actitud de búsqueda es lo que le hace "ponerse en camino". Pero, ¿solo?


3. Actitud comunitaria

El catequizando no es un solitario en su búsqueda. Es fundamental la conciencia de caminar juntos. Esta "actitud básica" no significa haber integrado "lo comunitario" como un valor. Eso será objeto de descubrimiento en el proceso catecumenal. Lo fundamental es sentirse acompañado y acompañante. Rechazar a todo grupo y constituirse en "isla" significaría negar el proceso catecumenal.

El catequizando, en cuanto perteneciente a un grupo catecumenal, asume la "solidaridad" como actitud básica y toma conciencia de ella por lo que tiene de ausencia "en" su vida y, lógicamente, también por lo que tiene de necesidad e importancia "para" su vida. El grupo, por tanto, es el entorno del catequizando en su caminar, y de ahí que sea un camino "comunitario", aunque no es el grupo quien de verdad hace la auténtica compañía, sino el Espíritu.


4. Actitud de apertura al Espíritu

El verdadero "compañero" de viaje es el Espíritu. El es quien va a dar la "luz" y el "agua", quien abre los senderos y perfila el camino, quien da unidad al grupo y fortaleza al caminar... Por eso es clave que haya una actitud inicial de "apertura" al Espíritu. Cerrarse a la acción del Espíritu sería enclaustrarse en el propio egocentrismo y, por tanto, negar las actitudes básicas anteriores.

"Apertura" al Espíritu significa fundamentalmente asumir el proceso catecumenal como un camino de búsqueda en clave religiosocristiana. No se trata de un camino para simplemente "hacer amistad", o construir un "grupo de formación", o un "grupo ideológico", o un "grupo de presión"... Es un caminar para que el Espíritu guíe al grupo "a la verdad plena" (Jn 16,13). Lógicamente, hace falta no sólo dejarse guiar, sino estar a la escucha.


5. Actitud de escucha

El "diálogo" es el lenguaje más común en el camino catecumenal. Diálogo entre los miembros del grupo a partir de la experiencia y a partir de la palabra de Dios. La actitud de escucha tiene, por tanto, como punto de referencia la realidad de los hombres y la palabra de Dios. Es el Espíritu quien habla por ambos cauces. Aquí cabría decir que "no hay peor sordera que la de no querer escuchar".

La "actitud de escucha" exige un mínimo de "atención" y "sensibilidad". Tal actitud radica más en la disposición de la voluntad de querer escuchar que en la escucha misma. Esta será resultado del proceso catecumenal, si ciertamente ha habido "voluntad" de escucha, aunque ciertamente las interferencias y las dificultades van a ser muchas. De ahí la actitud de no desfallecer y ser constante en el camino.


6. Actitud de constancia y fidelidad

Caminar con horizontes claros, con metas seguras y con rumbo establecido facilita el camino. Hacerlo, sin embargo, desde los presupuestos contrarios, lógicamente, será un camino cargado de "tentaciones" al desaliento, al abandono, al cansancio, a la infidelidad. El catequizando debe de ser consciente de esta dificultad para que asuma de una manera inicial, elemental y básica un compromiso de constancia y fidelidad al camino iniciado.

La "actitud de constancia y fidelidad" está en coherencia con la "apertura al Espíritu". Merece ser constante, a pesar de las dificultades, porque hay una confianza básica en él Espíritu y un reconocimiento de que la Luz está cerca, que El nos acompaña como a los de Emaús, aunque aún no lo hemos reconocido. El catequizando confía en que la experiencia de los discípulos de Emaús se va a realizar también en él.

Otras muchas actitudes básicas son necesarias, pero las más elementales están señaladas. Podemos decir que un catequizando es aquel que, siendo consciente de que su vida cristiana no responde a las exigencias de la fe en Jesucristo, inicia un camino de búsqueda y descubrimiento de esa fe, integrándose para ello en un grupo catecumenal con la confianza de que con la luz y fuerza del Espíritu y su voluntad de constancia en el camino iniciado conseguirá "reconocer" a Cristo, que vive resucitado entre nosotros y de cuya experiencia será testigo ante los demás.

 

8. El catequista

Nadie duda del papel tan importante que el educador juega en el acto educativo. El catequista, monitor o animador de grupo es el educador en el proceso catecumenal. Por eso, en esta introducción general al catecumenado no podía faltar un apartado dedicado al "catequista", en el que se precisa su figura y su hacer como tal catequista.

1. Figura del catequista

El catequista ha de ser contemplado como educador y como educador en la fe. Los rasgos y características que deben adornarlo en esos aspectos son comunes, y para ello remitimos al Directorio General de Pastoral Catequética, número 71 y 113-115. Aquí subrayamos solamente los más destacados y específicos en razón al catecumenado de adultos.

Un hombre de fe y con experiencia religiosa. Que el catequista tenga que ser un hombre de fe es tan claro y evidente que no haría falta mencionarlo. Sin embargo, se quiere acentuar que la fe para él ha de ser objeto de una opción libre y comprometida. No es fundamental que el catequista sea un "culto" sobre la fe, sino creyente con "experiencia de fe". Lógicamente, el ser catequista no está reservado exclusivamente a sacerdotes y religiosas, sino que han de ocupar también esta función los seglares.

El catequista es un catequizando. Pudiera parecer extraño después de lo anteriormente dicho. Sin embargo, no es así. La misma Iglesia es "evangelizadora" y "evangelizada", catequizadora y "catequizada". El catequista es catequizando en cuanto se debe insertar en el grupo y vivir con él la experiencia de conversión y de maduración en la fe. Aunque se encuentre en un nivel de fe iniciado, la dinámica de "profundización" no admite cota y la asimilación de la experiencia comunitaria es siempre progresiva. Por tanto, el catequista ha de sentirse y ser un verdadero catequizando.

El catequista, monitor y animador de grupo. De la propia naturaleza de catequista y de educador está el ser un animador, un compañero, etc. El verdadero catequista ha de ser el Espíritu. Por eso, al catequista-monitor le corresponde facilitar la acción del Espíritu sobre el grupo y nunca restarla o anularla. Desde esta perspectiva está claro que el catequista no impone, sino que ayuda a que cada individuo y el grupo avance, camine al ritmo que la propia acción del Espíritu vaya estableciendo. No se puede tampoco olvidar que los catecúmenos son jóvenes o adultos, no niños.


2.
Actividad del catequista en el catecumenado

Una vez descrita muy globalmente la figura del catequista, señalamos ahora un conjunto de actividades concretas que el catequista no puede ni debe descuidar, si quiere que el grupo catecumenal marche.

Prepararse responsablemente las sesiones catequéticas. No pocas veces se piensa que "dejarse guiar por el Espíritu" significa actuar con improvisación. La acción del Espíritu se manifiesta en la misma preparación del catequista. Es un deber que el catequista, antes de la sesión catequética, revise el desarrollo de la catequesis; haga la composición' de lugar adecuada teniendo presente al grupo; consulte las fuentes citadas y la documentación, etc. En fin, que la materialidad de la catequesis esté prevista por el catequista. El desarrollo de la misma "in situ" será vivencia de todo el grupo.

Animar, coordinar y orientar la marcha del proceso catequético. Una consecuencia de esta preparación es ejercer la función de "educador". Por tanto, el catequista deberá ser el animador, el coordinador y el orientador del grupo. Todo grupo conlleva unas ventajas y unos inconvenientes; por ejemplo: colaboración de unos y pasividad de otros; integración-desintegración; intimidades y amistad, por una parte, y envidias, celos, rencillas, por otra. Amén de estas características de carácter psico-afectivo, están la estabilidad del grupo, como fenómeno social; la vivencia religiosa y la respuesta personal a la conversión, en cuanto fenómeno espiritual, etc. Todo esto exige que el catequista sepa actuar ayudando al progreso del grupo en general y de cada individuo en particular. La orientación es también muy importante. Pueden surgir problemas morales, consultas sobre interpretación de la Biblia, cuestiones de conciencia, etc. Es verdad que el catequista no tiene que ser el "sabio" del grupo, pero sí el "iniciado", que tiene experiencia y discernimiento suficiente para orientar a que se encuentre la respuesta adecuada en otra persona.

Preparación de las celebraciones. Ya hemos dicho que las celebraciones litúrgicas son partes esenciales del catecumenado. Su preparación, pues, es de capital importancia. En esta preparación puede contar con el responsable del grupo. Ciertamente hay que garantizar el lugar, la ambientación, moniciones, cantos, etc. Si la celebración exige la presencia del sacerdote, entonces conviene que el catequista y el responsable del grupo conecten con él para prever una celebración digna y festiva.

Nombrar un responsable del grupo. Cada grupo debe tener un responsable que, en colaboración con el catequista, actúa al servicio del grupo intentando ayudarle en mil detalles que surgen durante el proceso catecumenal. Una clara función del responsable es prever que estén a punto los detalles necesarios para que una sesión catequética se desarrolle con normalidad: adecuación del lugar; citación, si hiciera falta, de los miembros del grupo; materiales: pizarra, magnetófono, lápiz, Biblia, cantos, etc. El responsable y el catequista deben estar muy conjuntados en orden al funcionamiento del catecumenado. En las actividades especiales (convivencia, celebración, etc.), el responsable puede descargar responsabilidades y tareas en otros miembros del grupo, de forma que la labor sea de todos.

La marcha del catecumenado pondrá de manifiesto otras muchas actividades. A todas ellas han de estar atentos el catequista y el responsable.


3. Orientación bibliográfica para el catequista

Se ha dicho que una de las actividades del catequista es prepararse la sesión catequética. En orden a esta preparación y a una formación básica le señalamos una elemental bibliografía:

Instrumentos indispensables

Para poder llevar a cabo el itinerario catecumenal para adultos va a necesitar como instrumentos indispensables los siguientes:

Guía del catequista. Es el material básico en el que se recogen las orientaciones y ritmo del proceso catecumenal. Contiene además todo el contenido de la guía del catequizando. Esta guía consta de tres libros.

Sagrada Escritura. Es la fuente principal de consulta. Recomendamos que todo el grupo utilice la misma traducción, pues esto facilita el uso de la misma.

Instrumentos complementarios teológico-catequéticos

El catequista debe disponer, además, de otros materiales teológico-catequéticos que le faciliten una preparación más completa y adecuada y, a la vez, sean asequibles. Señalamos los siguientes:

Documentos del Concilio Vaticano II. Los temas catequéticos tratados en el proceso catecumenal encuentran, ciertamente, iluminación en los documentos conciliares. De ahí que sea fundamental que el catequista recurra a ellos con frecuencia.

Vocabulario de Teología Bíblica. De León-Dufour, editado por Herder. Es muy válido y útil para consulta. Al tratarse de un "vocabulario" y sobre "Temas bíblico-teológicos", ofrece al catequista las principales ayudas que va a necesitar en el proceso catecumenal.

Otros instrumentos bibliográficos de formación

Lógicamente, en este apartado podríamos señalar innumerables autores y libros. Sin embargo, nos ceñimos a uno: Catecumenado de adultos 1-4, del Secretariado Diocesano de Catequesis de Madrid y editado por Ediciones Paulinas. Es muy rico como material de formación del catequista en todo lo que es un catecumenado, sus exigencias, historia, papel del catequista, etc.

Con esta reseña bibliográfica básica y elemental creemos haber ofrecido al catequista los instrumentos más necesarios para su quehacer como catequista.