CATEQUESIS 12
PRESENTACIÓN
La catequesis que ahora se inicia aborda la vivencia que el grupo tiene sobre el Espíritu Santo. Es ya tópico decir que es el gran desconocido de la vida religiosa de los cristianos. Pero es cierto. Últimamente han aparecido algunos movimientos espirituales centrados en el Espíritu Santo, pero para la inmensa mayoría de los cristianos sólo es la tercera persona de la Santísima Trinidad en la que hay que creer.
Sin embargo, el Nuevo Testamento, sobre todo los evangelios, orientan hacia El a la Iglesia primitiva para el tiempo que siga a la subida de Jesús al cielo, es decir, para los tiempos que ahora vivimos. Por esto es importante que nos preguntemos lo que el Espíritu significa en nuestra vida de creyentes.
La catequesis tiene dos partes. La primera será una ocasión para reflexionar sobre el proceso que estamos viviendo, sobre lo que nos está ocurriendo a los que llevamos ya meses de búsqueda y de reflexión sobre nuestra condición de cristianos. Desde la fe en el Espíritu Santo, trataremos de encontrar una explicación que dé sentido al proceso que se da en nosotros.
La segunda parte la dedicaremos a reflexionar sobre los momentos más importantes de la historia de la salvación que nos muestran la manifestación del Espíritu, para, a través de ellos, descubrir quién es y cuál es su función.
El presente tema viene a completar la imagen de Dios que se nos muestra en el evangelio. Es un punto importante sin el cual quedaría incompleta nuestra idea de Dios, peligrosamente orientada nuestra vida espiritual, ya que sin el Espíritu, es decir, sin la fuerza salvadora que viene de lo alto, nuestra espiritualidad no diferiría mucho de los esfuerzos autosalvadores del hombre de muchas religiones de la antigüedad.
Primera parte
1. Introducción
En el evangelio, Jesucristo dirige constantemente la atención de sus discípulos hacia el Espíritu Santo y, antes de subir al cielo, promete enviarlo sobre ellos. A pesar de esto, es el gran ausente de la oración y de la piedad cristiana.
La idea de Dios permanecería incompleta si, junto al Padre-Creador y al Hijo-Salvador, no habláramos del Espíritu-Santificador.
2. Trabajo en grupos
Por grupos trabajamos con las preguntas que siguen a continuación. Es un momento de sinceridad consigo mismo y con el grupo. Normalmente nos cuesta poco trabajo ver lo negativo de los otros y reconocer nuestros fallos. Pero reconocer lo bueno, eso nos resulta más difícil.
¿Qué es lo que más valoramos unos de otros?
¿Cuál es mi principal cualidad?
¿Qué ha cambiado en nuestras relaciones desde que empezamos?
3. Puesta en común
Normalmente, por una especie de negativismo o falsa humildad, somos más dados a reconocer los defectos que
las cualidades. Y, sin embargo, son muchas las cosas buenas que hay en nosotros. Nuestros valores y cualidades representan la huella de Dios en nuestro ser.
4. La palabra de Dios
Para muchos, esto que a nosotros nos ocurre puede tener una explicación psicológica. No lo negamos. Pero como creyentes pensamos que esto no es suficiente. La respuesta a esta realidad la encontramos en:
Gál 5,22-26; Rom 8,1-39.
5. Momento de oración
Terminamos nuestro encuentro de hoy invocando al Espíritu Santo:
1.—Ven, Espíritu
divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
2.—Ven, dulce
huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
1.—Entra hasta el
fondo del alma,
divina' luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
2.—Riega la tierra
en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
1.—Reparte tus
siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
(Como complemento de la catequesis y a nivel personal, puede reflexionarse sobre la Documentación
1.)
Segunda parte
La fuerza creadora de Dios
1. Introducción
El Espíritu Santo es la fuerza creadora de Dios que transforma las realidades humanas. El se ha manifestado repetidamente en la historia y continúa actuando en ella.
2. Estudio de los textos
Comenzamos ahora el estudio y meditación de unos textos bíblicos que nos permitirán comprender mejor el modo como se inserta el Espíritu Santo en la historia de la salvación. De este modo entenderemos mejor su acción en nosotros y en la historia que vivimos.
a) La torre de Babel
Estructura del relato
— Situación original (vv. 1-2): Unidad-sedentarización.
— Proyecto humano (vv. 3-4): Ciudad-torre-fama.
— Juicio de Dios (v. 5): Dios baja.
— Proyecto divino (vv. 6-8): Poblar la tierra.
—
Situación final (v. 9): División-dispersión.
Observaciones exegéticas
Antes de ver el sentido del relato conviene tener en cuenta lo que dicen sobre él los estudiosos de la Biblia (cf Documentación 2).
Sentido del texto
Tomando como punto de referencia a Babilonia y el imperio del que ella era centro, la Biblia hace una crítica del sistema de vida que excluye a Dios y exalta el poder como valor absoluto. Estamos ante una condena del esfuerzo humano por crear un imperio universal. Dios había ordenado al hombre poblar la tierra, dispersarse (cf Gén 1,28), mientras que en Babel se pretende todo lo contrario (Gén 11,4). Se pretendía, por tanto, sustituir el plan de Dios por un proyecto humano. Lo mismo habían hecho Adán y Eva en el paraíso.
Por otra parte, pretendían llegar al cielo, lugar en el que habita la divinidad, es decir, conquistar el lugar de Dios (Gén 3,5). El hombre se autoerige en dios de sí mismo y rechaza la relación con el que es su origen. En esta mentalidad, Dios no es necesario.
La consecuencia de todo esto no es sino la división del género humano. Lo mismo ocurrió tras la caída en el paraíso. Cuando el hombre juega a ser dios no crea la vida, sino la muerte; no construye la paz, sino el totalitarismo y la división; no se hace un dios, sino que pierde su identidad.
Cuestionario
Una vez comprendido el sentido del texto, tratamos de analizar nuestra propia realidad y la del mundo que nos rodea a partir de las siguientes preguntas:
¿Existen en el mundo hoy situaciones similares a la que está detrás de este relato? ¿Cuáles?
Mirando la sociedad en la que vivimos, ¿descubrimos signos de una mentalidad que entiende la vida al margen de Dios?
¿Se dan en nuestra vida signos de estar contaminados por esta mentalidad?
Para terminar y como resumen, sugerimos una lectura meditativa de los números 19, 20 y 21 de la constitución Gaudium et spes (Documentación 5).
b) Los tiempos mesiánicos (Is 2,2-4)
Estructura del texto
Para entender gráficamente este texto, imaginemos un monte alto al que se dirigen de todas partes riadas de gentes. Sobre ese monte brilla un sol que los ilumina. Los hombres se acercan atraídos e iluminados por esa luz. La visión se sitúa al final de los tiempos.
Hay un movimiento hacia el monte (los pueblos de la tierra) y otro desde el monte (la ley y la palabra de Dios). El resultado de esto es la paz.
Observaciones exegéticas
El comentario de los especialistas puede ayudarnos a comprender mejor el sentido del texto. Este comentario se lee después de haber leído el texto bíblico (Documentación 3).
Sentido del texto
Estamos ante la antítesis del relato de Babel. En el texto del Génesis se dice que la unidad basada en el poder y en la divinización de lo humano se opone al designio de Dios y es origen de división entre los hombres. Por el contrario, nos viene a decir Isaías, si los hombres aceptan el designio de Dios (su ley y su palabra, que vienen a ser una misma cosa), vivirán unidos y en paz. Es el ideal, la utopía, hacia la que caminamos.
Si el relato de Babel es una explicación de la división en que vive la humanidad, la visión de Isaías es una respuesta, un camino de solución del problema.
Cuestionario
El cuestionario puede ayudamos a leer el texto desde nuestra vida y a comprender nuestra vida desde el texto.
— A pesar de los enfrentamientos y divisiones entre los hombres, ¿descubrimos signos de unidad y solidaridad que nos hacen ver con confianza el futuro? ¿Cuáles?
— ¿Cuál nos parece que debe ser el papel de la Iglesia y de las comunidades cristianas en un mundo dividido?
— ¿Qué exigencias nos plantea el texto de cara al medio ambiente en el que vivimos?
c) La venida del Espíritu (He 2,1-36)
Estructura del relato
El acontecimiento (vv. 1-4).
Reacción del pueblo (vv. 5-13).
Explicación de Pedro (vv. 14-36).
Observaciones exegéticas
Ver
Documentación 4.
Sentido del texto
Cuando se habla del Espíritu en el Nuevo Testamento nunca se describe cómo es, sino cómo actúa. Su naturaleza es inexpresable; por eso se recurre al símbolo para describirlo: una paloma, el viento, el fuego... En esta catequesis intentamos descubrir lo que el Espíritu Santo debe significar en la vida de un cristiano. La palabra de Dios viene a decirnos que no hay que hacer definiciones de su esencia, sino que lo que importa es descubrir su acción en la existencia.
Leído el texto de pentecostés a la luz de Babel y de la visión de Isaías, nos damos cuenta de que el Espíritu es aquel que crea la unidad entre los creyentes, aquel que crea en el corazón de los creyentes las actitudes básicas de obediencia a la palabra de Dios. Por eso Jesús puede decir: "El os lo enseñará todo" (Jn 14,26).
Según esto, la unidad y la paz del género humano no es una conquista del hombre, sino un don de Dios que lo da a los que están dispuestos a aceptarlo.
Cuestionario
Después de haber contemplado la palabra de Dios, contemplemos ahora nuestra existencia a la luz de esa palabra.
Sabemos que la unidad es un don de Dios que nos llega a través del Espíritu. Pero ¿cuál debe ser la colaboración del hombre en esta acción del Espíritu?
¿Qué podemos hacer para que en adelante nuestra vivencia del Espíritu sea más auténtica tanto a nivel personal como comunitario?
Se puede terminar leyendo del Vaticano II los siguientes textos: constitución sobre la Iglesia, n 4; decreto sobre el Ecumenismo, n 2, párrafos 1-2.
Celebración
Creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
Presentación
En las últimas catequesis hemos ido descubriendo la imagen de Dios presentada por Jesucristo. Iluminados por su palabra y aleccionados por su vida, seguimos avanzando en este caminar que cada día nos acerca más a esa visión de las cosas que es propia del creyente. Y porque no vamos solos, sino en grupo, como una comunidad de hermanos, de vez en cuando necesitamos sentarnos a compartir gozosamente nuestras vivencias y descubrimientos. Necesitamos proclamar nuestra alegría a aquellos que pueden comprenderla y valorarla.
Ese es el objetivo de esta convivencia. A lo largo del día iremos poniendo sobre la mesa distintas cosas: primero,
nuestra vida, para que sirva de estímulo a otros hermanos y dé testimonio a la comunidad; luego, nuestra comida, para hacer ver que nadie es aquí extraño, y, finalmente, la eucaristía, el alimento que salva, fortalece y une.Como los primeros cristianos, nos reunimos para orar, reflexionar y compartir, y lo hacemos en un clima de alegría, sencillez y hermandad.
Primera parte
Oración de la mañana
1. Canto de entrada
2. Saludo del presidente
3. Salmos
Sal 112
Lector: Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor.
Todos: Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por
siempre:
desde la
salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea
el nombre del Señor.
Coro 1: El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria
sobre los cielos.
¿Quién como
el Señor, Dios nuestro,
que se eleva
en su trono
y se abaja
para mirar
al cielo y a
la tierra?
Coro 2: Levanta del polvo al desvalido,
alza de la
basura al pobre,
para sentarlo
con los príncipes,
los príncipes
de su pueblo;
a la estéril
le da un puesto en la casa,
como madre
feliz de hijos.
Coro 1: Gloria al Padre...
Coro 2: Como era...
Sal 147
Lector: Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu
Dios, Sión:
Coro 1: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha
bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz
en tus fronteras,
te sacia con
flor de harina.
Coro 2: El envía su mensaje a la tierra,
y su palabra
corre veloz;
manda la
nieve como lana,
esparce la
escarcha como ceniza.
Coro 1: Hace caer el hielo como migajas
y con el frío
congela las aguas;
envía una
orden y se derriten;
sopla su
aliento y corren.
Coro 2: Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos
y mandatos a Israel;
con ninguna
nación obró así
ni les dio a
conocer sus mandatos.
Coro 1: Gloria al Padre...
Coro 2: Como era...
Ef 1,3-14
L/ Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
T/ El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante El por el amor.
L/ El nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido hijo,
redunde en alabanza suya.
T/ Por este hijo, poi' su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
L/ Este es el plan que había proyectado
realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y la tierra.
T/ Con Cristo hemos heredado nosotros, los israelitas.
A esto estábamos destinados por decisión
del que hace todo según su voluntad.
Y así nosotros, los que ya esperábamos en Cristo,
seremos alabanza de su gloria.
L/ Y también vosotros, que habéis escuchado la verdad,
la extraordinaria noticia de que habéis sido salvados,
y habéis creído,
habéis sido marcados por Cristo
con el Espíritu Santo prometido;
el cual, mientras llega la redención completa del pueblo,
propiedad de Dios,
es prenda de nuestra herencia para alabanza de su gloria.
4. Lectura: Rom 11,35-36
5. Responsorio
L/ Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo.
T/ Ensalcémoslo por los siglos.
L/ Al único Dios, honor y gloria.
T/ Ensalcémoslo por los siglos.
L/ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
T/ Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo.
6. Benedictus
L/ Gracias a ti, oh Dios.
T/ Gracias a la verdadera y una Trinidad,
una y suprema divinidad,
una y santa
unidad.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
7. Preces
L/ Llenos de alegría, adoremos y glorifiquemos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
T/ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
— Padre Santo, a nosotros, que no sabemos pedir lo que nos conviene, dígnate darnos el Espíritu Santo
T/ para que venga en ayuda de nuestra debilidad e interceda por nosotros según tú.
— Hijo de Dios, Jesucristo, que pediste al Padre que diera a su Iglesia el Defensor,
T/ haz que el Espíritu de la verdad esté siempre con nosotros.
— Ven, Espíritu Santo, y comunícanos tus frutos:
el amor, la alegría, la paz, la comprensión, la servicialidad,
la bondad,
T/ la lealtad, la amabilidad, el dominio de sí, la sobriedad, la castidad.
— Padre todopoderoso, que enviaste a nuestros corazones el Espíritu de tu Hijo
que clama
T/ haz que nos dejemos llevar por el Espíritu,
para que seamos herederos tuyos y coherederos con Cristo.
— Cristo, que enviaste al Defensor, que procede del Padre,
para que diera testimonio de ti,
T/ haz que también nosotros demos testimonio de ti ante los hombres.
L/ Porque Cristo nos lo dijo, nos atrevemos a llamar "Padre" al Dios uno y trino.
T/ Padre nuestro...
L/ Oremos: Dios, Padre todopoderoso,
que has enviado al mundo la palabra de la Verdad y el
Espíritu de la santificación
para revelar a los hombres tu admirable misterio,
concédenos profesar la fe verdadera,
conocer la gloria de la eterna Trinidad
y adorar su unidad todopoderosa.
Por Jesucristo nuestro Señor.
T/ Amén.
Reunión de grupos
1. Fotopalabra
Cada uno, en silencio, debe pasar mirando las fotografías y elegir dos al menos: una que exprese la idea que tenía de Dios antes de las catequesis y otra equivalente a la que tiene ahora. No importa que varios elijan la misma fotografía.
2. Testimonio
Al presentar tu testimonio, no olvides que se trata de comunicar una experiencia, no de hacer una reflexión sobre Dios.
3. Búsqueda
Todo esto debe traducirse en un cambio de vida; por eso es necesario buscar signos que expresen ese cambio.
— ¿Qué signos debemos dar de esta nueva
visión/vivencia de Dios
a nivel personal y comunitario?
Segunda parte
La comida
Cuando uno comparte lo poco o lo mucho que tiene, está mostrando que se siente
entre hermanos. Poner en común el alimento es poner en común la vida y hacer ver
que nadie es un extraño para mí. El amor de Dios nos lleva a sentirnos hermanos.
Tercera parte
Celebración eucarística
Liturgia de la palabra
Canto de entrada:
Primera lectura: Gén
Canto interleccional:
Segunda lectura:
Lectura del evangelio:
Liturgia eucarística
Canto del ofertorio:
Canto de comunión:
Canto de despedida: