CATEQUESIS 10


EL RESUCITADO HA SIDO CONSTITUIDO SEÑOR Y SALVADOR


PRESENTACIÓN

Dentro del núcleo "el Señor ha resucitado", ésta es la segunda catequesis. En la primera hemos procurado descubrir la resurrección como el acontecimiento religioso más grande y más fuerte de todo el Nuevo Testamento.

La experiencia pascual de los apóstoles no ha quedado reducida a unos hombres, sino que todo cristiano irá descubriendo el meollo de la fe en la medida que el Resucitado sea también experiencia pascual en él. Y lo que se pretendía en la catequesis primera era eso: que se descubriera y viviera esa experiencia.

Ahora, en la segunda catequesis, damos un paso más. El Resucitado es constituido Señor y Salvador. Son dos títulos fundamentales con que es proclamado Cristo desde la primera predicación apostólica. Por eso esta catequesis, titulada "El Resucitado ha sido constituido Señor y Salvador", consta de dos partes: una dedicada a la dimensión de Jesús como Señor y la otra centrada en Jesús como Salvador.

Ciertamente son muchos más los títulos con los que Cristo es proclamado. La razón de seleccionar estos dos radica en que son los principales y más originarios. En sucesivas catequesis se reflexionará sobre otras dimensiones de Jesús.


 

Primera parte


Jesús es el Señor


1. Introducción

Cada persona tiene un conjunto de "preferencias" en su vida, que le sirven como de "guía" en su caminar y de "motivación" en sus esfuerzos. Tales preferencias constituyen lo que llamamos "jerarquía de valores". Es lógico que unas personas tengan luna "jerarquía de valores" distinta de otras.

La pregunta de fondo que se le plantea a un cristiano que reflexiona sobre su fe es ésta: ¿Cuál es la jerarquía de valores de tu vid& ¿Qué es para ti lo más importante y lo secundario? Este planteamiento es válido también para un  no creyente, porque sin esa "jerarquía de valores" tendría que caminar sin rumbo y, consecuentemente, la vida estaría expuesta a fracaso, conflicto, traumas, etc.; y en el plano cristiano, a vivir al margen del plan salvador de Dios.

Importa, por tanto, que reflexionemos y hagamos un ejercicio de revisión de nuestra vida para poner de relieve de hecho cuál es nuestra jerarquía de valores (cf Documentación 1).


2. Reflexión sobre la palabra de Dios

El "señorío" aplicado a Dios y a Jesús constituye una experiencia religiosa muy antigua y, a la vez, fundamental para nosotros los cristianos.

Como ambientación, previa a la palabra de Dios, leer la Documentación 2.

Textos bíblicos para la reflexión. A continuación se hace una lectura y reflexión de los siguientes textos bíblicos:


3. Respuesta a la palabra de Dios

Pautas para la reflexión y diálogo

a) Al ser Jesús constituido en "Señor", todo lo creado es de su pertenencia. ¿Somos "pertenencia" de Jesús? ¿Hay verdadero "señorío" de Jesús sobre nuestras vidas, personas y cosas? ¿Podrías mostrar signos de no ser "acaparador" y de vivir en libertad y desprendimiento?

b) El señorío de Jesucristo también debe irrumpir en las estructuras y sistemas de trabajo y de relaciones humanas. ¿Son Jesús y su mensaje punto de referencia en la marcha de las estructuras sociales? ¿Por qué Cristo está al margen del mundo del trabajo, de la economía, de la política, del pensamiento, etc., cuando allí están presentes los cristianos? ¿Hay conciencia en los cristianos de que la fe supone inspirar y transformar el mundo en clave de Cristo resucitado?

c) El ser "Señor" convierte a Jesús en valor absoluto y todo lo demás relativo. En nuestra "jerarquía de valores", en nuestros "criterios" de valorar las cosas, en "razones" y "motivaciones" de actuación, ¿es Jesús el valor prioritario, la clave? ¿No seremos "idólatras" al constituirnos nosotros y nuestras cosas en lo "absoluto", lo "definitivo", lo "importante", y desplazando a Jesús a segundo lugar?

d) Jesús, el Señor, es clave y esperanza para el hombre. ¿Vivimos la vida de cada día con sentido de "esperanza" y "seguridad" porque estamos convencidos de que Jesús es nuestro Señor? Nuestra experiencia de fe, individual y comunitaria, ¿es de actitud orante y suplicante a Jesús diciéndole: "Ven, Señor, Jesús". "Quédate con nosotros, .que atardece"?


4. Alabanza y acción de gracias al Señor

Señor y Cristo

Siendo Dios, te hiciste de los nuestros,
la humanidad tomando en tal manera
que nadie, al verte, divino te creyera.

Te pusiste en las manos del Padre
y ni la muerte misma rechazaste;
y muerto en cruz, tu vida entregaste.

Por eso el Padre te sacó de la muerte
y el nombre de los nombres te ha otorgado.
Eres Señor y Cristo. No hay más alto.

Que en el cielo, la tierra y los abismos
toda la lengua proclame: Jesús resucitado,
que hasta el cielo ha subido quien del cielo ha bajado.


 

Segunda parte


Jesús es el Salvador


1. Introducción

En la primera parte hemos centrado la reflexión en Jesús "el Señor". Creer en El y aceptar su "señorío" nos compromete a relativizar todo en la vida. Sin embargo, la fe en Jesús no se reduce a la sola imagen de "Señor", sino que conlleva también la de "Salvador". Como ambientación a esta segunda parte, conviene leer la Documentación 3.


2. Reflexión sobre la palabra de Dios

La palabra de Dios nos va a descubrir el sentido de la "salvación" realizada por Jesucristo. Reflexionemos sobre los siguientes textos bíblicos:

a) Jn 3,16-17: Misión de Jesús en el mundo.

Es importante comenzar por descubrir que la misión de Jesús es que el mundo se salve. Por tanto, el título de "Salvador" no es un "sobreañadido", sino razón de ser de la misma encarnación del Hijo de Dios.

b) He 5,29-31: Fundamento de Jesús como Salvador.

San Pedro pone el fundamento en que Dios lo exaltó —lo resucitó— constituyéndolo en Salvador. La misión se hace posible con la resurrección.

c) Mt 9,18-35: Alcance de la salvación.

En este pasaje bíblico se recogen varias actuaciones de Jesús y todas ellas salvadoras en su dimensión física y material: resucita a la niña muerta, cura a la mujer con flujos de sangre, da la vista a un ciego, libera a un endemoniado. Jesús cumplía su misión salvadora en estas acciones. Luego un aspecto de la salvación es liberación de los "males".

Lc 19,1-10 nana la conversión de Zaqueo. Jesús es criticado por su relación con un pecador público y, sin embargo, Jesús proclama la salvación para él. Luego otro aspecto de la salvación es la liberación del pecado.

Mt 9,1-8 es la curación de un paralítico. Pero en él se reflejan los dos aspectos anteriores de la salvación: liberación de los males físicos y liberación del pecado. En este caso se acentúa el mal radical del pecado, su salvación queda significada y testimoniada con la liberación del mal físico. Lo primero que busca Jesús en el paralítico es el perdón de sus pecados.

d) Lc 17,17-19; 18,41-42: Exigencia para que se dé la salvación.

La salvación es una oferta de Jesús, pero condicionada a la fe. Jesús relaciona la salvación a la fe del que sufre el mal; v.gr., la curación de los leprosos o la curación del ciego. Puede recordarse también el texto visto ya de Mt 9,18-35.


3.
Respuesta a la palabra de Dios

Pautas para el diálogo

  1. La salvación de Jesús, ¿es para ti algo que conseguir o una realidad ya alcanzada y actual?

  2. ¿Tienes experiencia, más o menos explícita, de que Dios te sigue salvando? ¿Puedes contar algún testimonio personal?

  3. ¿Cuáles serían las actitudes y comportamientos de un cristiano que vive la experiencia de "sentirse salvado" por Jesucristo?

  4. ¿Cómo entender que la "salvación" también afecta a la sociedad y estructuras todas? ¿Qué hacer para que penetre y alcance a las diferentes instancias de la sociedad?


4. Dialéctica fe-salvación

Reflexión sobre la resurrección de la hija de Jairo: Mc 5,21-24 y 35-43.

Nuestra reflexión sobre el relato pretende descubrir el compromiso salvador de Jesús ante la fe. Por eso pasamos por alto toda cuestión fronteriza, exegética o teológica, y nos conformamos con hacer una lectura creyente del relato, con la misma actitud creyente con que fue escrito (cf Documentación 4).


5. La "salvación en Jesucristo" según el magisterio de la Iglesia

Ante el tema de la "salvación" que Jesucristo proclama en el evangelio surgen cuestiones que el hombre de nuestro tiempo se plantea en orden a descubrir el verdadero alcance y extensión de esa expresión y realidad de la "salvación", propugnada además por instancias y fuerzas que, a veces, se ofertan como "alternativa" al evangelio.

Decir "salvación" significa que "todo" el hombre, según la concepción que de "hombre" tiene o presenta el evangelio, es salvado, redimido, liberado. De ahí que una "salvación" en clave exclusivamente horizontalista sea incompleta, como incompleta es una "salvación" en clave exclusivamente verticalista. La inmanencia y trascendencia del hombre no constituye una dualidad, sino una unidad dinámica. Decir "salvación radical", "integral", significa que Jesús salva a "todo" el hombre desde lo que el hombre es hasta lo que el hombre debe ser. Estas son las palabras del Papa en la Evangelii nuntiandi, 27, 31, 33, 34, 35 y 36 (cf Documentación 5).


6. Acción de gracias

Se puede cantar "Tú eres el Dios que nos salva" (CLN 608), o el salmo 26, "El Señor es mi luz" (CLN 505).


 

Documentación

1. Cuadro de valores

Proponemos un conjunto de "valores". Ciertamente, faltan otros muchos. Tú puedes introducirlos.

A.

Amistad

I.

Dinero

O.

Confort

B.

Esposo-a

J.

Hijos

P.

Estudios

C.

Alimentos

K.

Hermanos

Q.

....................

D.

Amor

L.

Sexo

R.

....................

E.

Carrera

LL  

Padres

S.

....................

F.

Vivienda

M.

La vida

T.

....................

G.

Inteligencia

N.

Cultura

U.

....................

H.

Trabajo

N.

Salud

V.

....................

Aunque todos son importantes, sin embargo, si tuvieras que elegir sólo tres valores, ¿cuáles elegirías? Puedes elegir algunos que no estén. Señálalos poniendo la letra correspondiente o escribiéndolos.

Primero...................   Segundo...................   Tercero...................


2. Ambientación

Una de las experiencias religiosas de Israel se centra en que Dios es Señor de la historia: "Yo soy el Señor" (Is 42,8). Es una experiencia que da a Israel la conciencia de que Yavé es su Dios y él es su pueblo.

Semejante experiencia es vivida por los primeros cristianos y de una manera especial los apóstoles. La fe en el Jesús de los milagros se desvaneció con la muerte en la cruz. Pero la resurrección despejó toda incógnita y toda duda: era el Hijo de Dios, ha resucitado y vive.

A partir de la experiencia del Resucitado, uno de los títulos atribuidos a Cristo es el de Señor. La aplicación de este título se entiende en el contexto que es aplicado en el Antiguo Testamento, es decir, significando la divinidad. Cristo resucitado es contemplado, pues, como Hijo de Dios. De ahí que la síntesis de la fe cristiana queda recogida en una breve expresión y confesión de fe: "Jesús es el Señor" (Rom 10,9).

Confesar a Jesús como Señor es proclamar su señorío sobre la historia y el hombre, sobre la vida y la muerte (Rom 14,9). Y tal señorío implica pertenencia y posesión. Se convierte en el "único", el "exclusivo", el "absoluto". Todo lo demás es secundario, relativo, transitorio...

La radicalidad de la fe ("el que no está conmigo está contra mí", "dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", "quien no deja padre o madre no es digno de mí", etc.) tiene su fundamento en que Jesús es el Señor, y todo lo demás adquiere valor y significado a la luz del señorío de Cristo. Jesús Señor es la negación absoluta de todo comportamiento idolátrico por el que el hombre da el primer lugar a algo o alguien que no es el Señor.


3. Introducción a "Jesús es el Salvador
"

El binomio "señor-esclavo" conlleva históricamente una imagen negativa. Lógicamente, al hablar de Jesús como Señor pueden evocarse dichas connotaciones negativas. Sin embargo, Jesús es constituido por su resurrección en Señor y Salvador. Por tanto, se trata de un señorío de salvación.

Jesús no tiene otra misión que la de salvar al hombre de su auténtica esclavitud, el pecado. Claras son las manifestaciones de Jesús en este sentido. Todos sus gestos tienen carácter salvador. Todos se enmarcan en el contexto de una economía salvífica. Los milagros, las curaciones, la liberación de los demonios, el perdón de los pecados, etc., son cristalizaciones de su misión y título de Salvador.

Ante un Jesús que se manifiesta con signos y gestos salvadores a nivel de experiencia humana, es fácil crearse expectativas, ilusiones y esperanzas "egoístas" e interesadas. No interesa Jesús por quien es, sino por lo que nos reporta de "beneficios", según lo que entendemos por beneficios. Por eso es abandonado ante la cruz. ¡Ha fracasado, y con él nuestro castillo de arena!

No es de extrañar que nuestra fe cristiana esté caracterizada por esta visión materialista de la "salvación". No hemos descubierto, en consecuencia, al Resucitado que nos salva, y, lógicamente, ¿sabemos cuál es la salvación auténtica, integral para el hombre, radical y definitiva? Si creer es pertenecer a Jesús, el Señor; creer es también vivir la salvación de Jesús, el Salvador. De ahí la importancia de una reflexión sobre la palabra de Dios que nos descubra a Jesús salvador, y una confrontación con nuestras vidas que nos ayude a tener experiencias nuevas de salvación.


4. Dialéctica
fe-salvación

Reflexión sobre la resurrección de la hija de Jairo: Mc 5,21-24 y 35-43. El relato de la "resurrección" de la hija de Jairo puede interpretarse desde muchos puntos de vista. Nuestra reflexión no pretende ser más que una lectura creyente del relato, con el mismo espíritu de creyente con que fue escrito. Por eso pasamos por alto toda cuestión fronteriza, teológica, exegética o científica, para adentramos en el compromiso "salvador" de Jesús ante la fe de Jairo.

Personajes del relato

Tres son los personajes con sus respectivos comportamientos, a los que queremos poner de relieve. Cada uno de ellos es el que es, según el relato, y a su vez es símbolo de otros personajes y otras situaciones parecidas.

Por una parte está Jairo, jefe de la sinagoga. Es un hombre profundamente creyente. En él podemos simbolizar a todo hombre religioso, a cualquier cristiano. El segundo personaje es Jesús. Es el centro. Jesús es y simboliza la salvación, la fe, el poder de Dios. Y al tercer personaje podemos llamarle ambiente. Simbólicamente abarca la realidad que se opone a la fe, a la salvación. En cada momento tendrá un nombre y una figura.

Análisis del relato

Jairo vive una experiencia que le abruma. Pesa sobre él la inminente muerte de la hija: "Mi niña está en las últimas". Sea o no un comportamiento interesado en la fe, lo cierto es que la impotencia y constatación de su limitación le lleva a recurrir a Jesús, y lo hace con actitud humilde y, a la vez,segura y confiada: "Se echó a sus pies, rogándole con insistencia".

El comportamiento, en sí mismo, refleja toda una actitud profunda de fe, que es ratificada con las palabras al hacer una sencilla oración: "Ven, pon las manos sobre ella para que se cure y viva". Ya no aparece más Jairo. El se encuentra inmerso entre dos fuerzas: entre la confianza y seguridad de que Jesús responderá a su fe, y ante la alternativa del ambiente, que le evidenciará la imposibilidad de ser realidad su petición, como veremos.

El segundo personaje es Jesús. Su comportamiento es altamente significativo. Sin mediar palabra, le confirma a Jairo que es posible lo que le pide, y no sólo posible, sino que está dispuesto a responderle y no defraudarle en su fe y confianza: "Jesús se fue con él".

El gesto elocuente de Jesús, que sin duda daría mayor seguridad a Jairo, parece no tener sentido, porque la evidencia de los hechos parece anular toda esperanza. Aparece el ambiente. Un mensajero habla con Jairo: "Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?" La primera experiencia de tragedia de Jairo, por la posible muerte de la hija, es confortada y salvada por la respuesta gestual de Cristo. Pero ahora surge la primera prueba: un testigo habla de la consumación del hecho. Ya ni Jesús merece ser molestado.

Jesús, sin embargo, sale al paso de la debilidad. Antes de que la prueba pueda tumbar las esperanzas de Jairo, interviene y estimula su fe inicial diciéndole: "No temas; basta que tengas fe". Es una respuesta contra toda inesperanza. Todo es posible cuando permanece la fe.

En la misma clave que Jesús trae desde el comienzo, ahora anima, una vez más, la confianza de Jairo: "La niña no está muerta, está dormida". Es una respuesta de "Salvador" y no de curandero. Se ha desdramatizado la situación. La esperanza resurge. La fe no ha sido inútil. Pero el ambiente, una vez más, presenta resistencia. Efectivamente, a las palabras de Jesús hay una contrarrespuesta: "Se reían de El". De esta manera, las palabras de Jesús, como la fe, no encuentran acogida en el ambiente; más bien encuentran obstáculo. Sin embargo, la fe, simbolizada en Jairo, no parece, según el relato, ni desfallecer ni menguar. Sigue firme y segura.

Efectivamente, el relato concluye con la victoria de la fe: "La cogió de la mano y le dijo: ... ¡Contigo hablo, niña, levántate! La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar". La salvación se ha realizado, porque la fe ha permanecido.

Breve comentario

La relación entre el hombre y Dios por la fe no va a estar libre de "resistencias" y "obstáculos". Cuando Jesús ofrece la "salvación", no lo hace como quien ofrece una mercancía sin valor; y, por otra parte, no la puede imponer, porque afecta a toda la persona y entra en juego la libertad. La "salvación" es una oferta "condicionada" a una actitud de fe: "Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en El, tenga vida eterna..." (Jn 6,40).

La dialéctica de fe-salvación está, pues, resuelta a favor de la salvación del hombre, en cuanto a Jesús corresponde, porque ésa es su razón de ser en el mundo: "Que no perezca ninguno" (Jn 6,39).

Sin embargo, por parte del hombre depende de su actitud de fe: ha de ser vivida fundamentalmente como experiencia de seguridad y confianza en el Salvador. Esa fue la postura de Jairo y ésa es la exigencia de Jesús: "El que permanezca hasta el final se salvará" (Mt 24,13).

Ante la "salvación" de Jesús no caben posturas racionalistas. La lógica se estrella, a veces, frente al misterio. Y el misterio, como acción salvadora de Dios, se hace asequible por la fe. El hombre está salvado si cree en el Resucitado que ha sido constituido Señor y Salvador. La salvación, por tanto, no es un acontecimiento pasado. El hombre vive la salvación siempre que en él esté viva la fe.

 

5. La salvación integral del hombre en Jesucristo.
    Pablo VI en la "Evangelii nuntiandi
"

"Como núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es, sobre todo, liberación del pecado y del maligno..." (9).

Centro del mensaje: la salvación en Jesucristo

"La evangelización también debe contener siempre —como base, centro y, a la vez, culmen de su dinamismo— una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios. No una salvación puramente inmanente, a medida de las necesidades materiales o incluso espirituales que se agotan en el cuadro de la existencia temporal y se identifican totalmente con los deseos, las esperanzas, los asuntos y las luchas temporales, sino una salvación que desborda todos estos límites para realizarse en una comunión con el único Absoluto, Dios, salvación trascendente, escatológica, que comienza ciertamente en esta vida, pero que tiene su cumplimiento en la eternidad" (27).

"La Iglesia, repitieron los obispos, tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización" (30).

En conexión necesaria con la promoción humana

"Entre evangelización y promoción humana —desarrollo, liberación— existen, efectivamente, lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico, como es el de la caridad; en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre? Nos mismo lo indicamos, al recordar que no es posible aceptar `que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del evangelio acerca del amor, hacia el prójimo que sufre o padece necesidad'.

Pues bien, las mismas voces que con celo, inteligencia y valentía abordaron durante el sínodo este tema acuciante, adelantaron, con gran complacencia por nuestra parte, los principios iluminadores para comprender mejor la importancia y el sentido profundo de la liberación tal y como la ha anunciado y realizado Jesús de Nazaret y la predica la Iglesia" (31).

Sin reducciones ni ambigüedades

"No hay por qué ocultar, en efecto, que muchos cristianos generosos, sensibles a las cuestiones dramáticas que lleva consigo el problema de la liberación, al querer comprometer a la Iglesia en el esfuerzo de liberación han sentido con frecuencia la tentación de reducir su misión a las dimensiones de un proyecto puramente temporal; de reducir sus objetivos a una perspectiva antropocéntrica; la salvación, de la cual ella es mensajera y sacramento, a un bienestar material; su actividad —olvidando toda preocupación espiritual y religiosa—, a iniciativas de orden político o social. Si esto fuera así, la Iglesia perdería su significación más profunda. Su mensaje de liberación no tendría ninguna originalidad y se prestaría a ser acaparado y manipulado por los sistemas ideológicos y los partidos políticos. No tendría autoridad para anunciar, de parte de Dios, la liberación. Por eso quisimos subrayar en la misma alocución de la apertura del sínodo `la necesidad de reafirmar claramente la finalidad específicamente religiosa de la evangelización. Esta última perdería su razón de ser si se desviara del eje religioso que la dirige: ante todo, el reino de Dios, en su sentido plenamente teológico' (32).

La liberación evangélica...

"Acerca de la liberación que la evangelización anuncia y se esfuerza por poner en práctica, más bien hay que decir:

... centrada en el reino de Dios...

"Por eso, al predicar la liberación y al asociarse a aquellos que actúan y sufren por ella, la Iglesia no admite el circunscribir su misión al solo terreno religioso, desinteresándose de los problemas temporales del hombre; sino que reafirma la primacía de su vocación espiritual, rechazada la sustitución del anuncio del reino por la proclamación de las liberaciones humanas, y proclama también que su contribución a la liberación no sería completa si descuidara anunciar al salvación en Jesucristo" (34).

... en una visión evangélica del hombre...

"La Iglesia asocia, pero no identifica nunca, liberación humana y salvación en Jesucristo, porque sabe por revelación, por experiencia histórica y por reflexión de fe que no toda noción de liberación es necesariamente coherente y compatible con una visión evangélica del hombre, de las cosas y de los acontecimientos; que no es suficiente instaurar la liberación, crear el bienestar y el desarrollo para que llegue el reino de Dios.

Es más, la Iglesia está plenamente convencida de que toda liberación temporal, toda liberación política —por más que ésta se esfuerce en encontrar su justificación en tal o cual página del Antiguo o del Nuevo Testamento, por más que acuda, para sus postulados ideológicos y sus normas de acción, a la autoridad de los datos y conclusiones teológicos; por más que pretenda ser la teología de hoy—lleva dentro de sí misma el germen de su propia negación y decae del ideal que ella misma se propone, desde el momento en que sus motivaciones profundas no son las de la justicia en la caridad, la fuerza interior que la mueve no entraña una dimensión verdaderamente espiritual y su objetivo final no es la salvación y la felicidad de Dios" (35).

... que exige una necesaria conversión

"La Iglesia considera ciertamente importante y urgente la edificación de estructuras más humanas, más justas, más respetuosas de los derechos de la persona, menos opresivas y menos avasalladoras; pero es consciente de que aun las mejores estructuras, los sistemas más idealizados se convierten pronto en inhumanos si las inclinaciones inhumanas del hombre no son saneadas, si no hay conversión de corazón y de mente por parte de quienes viven en estas estructuras o las rigen" (36).



Convivencia y celebración del primer núcleo


¡Señor mío y Dios mío!

 

Una vez concluidas las catequesis del primer núcleo, el grupo organiza un día de convivencia, en el que se tendrán dos momentos fuertes: la revisión y la celebración.


1.
Objetivos

Se trata de una convivencia-celebración y, por tanto, de un alto en el camino, cuyos objetivos fundamentales son los siguientes:



Primera parte

Revisión de vida


1.
Estructura interna del grupo

El grupo catecumenal no puede reducirse simplemente a una suma de individuos que se reúnen de vez en cuando para hacer algún trabajo en común. Lo importante del grupo es que llegue a ser progresivamente "comunidad cristiana", es decir, una Iglesia en pequeño. Por eso, a la hora de revisar la marcha de nuestro grupo, hemos de ser muy sinceros, porque sólo desde la sinceridad y desde la verdad, que nace del Espíritu, es como se pueden corregir los fallos, superar las deficiencias, construir las aspiraciones. Es lo que vamos a hacer ahora.

Cuestiones

  1. ¿Cuál es tu experiencia dentro del grupo? Elige la respuesta —al menos la que mejor exprese tu situación—. De gozo, insatisfacción, alegría, paz, búsqueda, amistad, acogida, rechazo, incomprensión, apertura, complejo, timidez, aislamiento, etc.

  2. ¿Aparece el grupo al exterior del mismo, ante los demás,

  • con rasgos de auténtica "comunidad cristiana"?, esto es: ¿se reúnen para orar y celebrar la fe o, por el contrario, sólo son reuniones de "compadres" y por pasar el rato?;

  • ¿colabora como tal grupo en tareas de servicio social o apostólico o, por el contrario, no hay ningún signo de testimonio colectivo?;

  • ¿está abierto a los que no son del grupo o, por el contrario, es un grupo cerrado, excluyente de los que no pertenecen a él?


  • 2.
    Cristo ha resucitado y está vivo

    Ya vimos que la novedad de la resurrección está en que Cristo ha vencido a la muerte y vive. Afirmarlo es fácil. Más aún, se hace costumbre y resultaría hasta extraño afirmar lo contrario. Lo que importa es que la realidad de que "Cristo vive" sea un acontecimiento importante para nuestra vida. La experiencia nos dice que para muchos cristianos Cristo no ha dejado de ser un simple "personaje histórico" y, por tanto, alguien importante, ciertamente, pero "muerto", "pasado", sólo presente por el "recuerdo" y la "memoria". Pero ¿alguien que está vivo y que vive con una vida nueva y definitiva? En absoluto. Lógicamente, la fe se convierte en una "afición", en una "admiración", pero no en un encuentro y en una experiencia.

    Cuestiones

    1. ¿De verdad Cristo está "vivo" para ti? ¿Qué experiencia puedes contar de ello? Cada uno expone su experiencia al respecto.

    2. ¿Qué "signos" presenta el grupo a través de los cuales Cristo sea percibido y reconocido como "vivo" en medio de los hombres? Se analiza al grupo como colectivo.


    3.
    El Resucitado es Señor del hombre y del mundo

    Hemos contemplado a Cristo como Señor del hombre y del mundo.' El es el principio y el fin, el alfa y la omega. Es la piedra angular de la que está dependiendo toda la estructura del edificio de la vida y de la historia. Nuestra sociedad secularizada, sin embargo, está muy lejos de reconocer y aceptar a Jesús como Señor. Para los humanismos, el señor del mundo es el hombre. A él se ordena todo y con su poder quiere controlar todo. A menor escala, cada individuo busca también ser señor de los demás y de las cosas. El "señorío" es, por tanto, una experiencia individual y social muy común y generalizada, pero vivida al margen, y no pocas veces en contra, de lo que es el señorío de Jesucristo.

    Cuestiones

    1. ¿Qué criterio nuevo has descubierto y qué experiencia nueva has vivido en relación con Jesús como Señor?

    2. ¿Qué ha hecho y qué podría hacer el grupo en cuanto tal para que Jesús, el Señor, sea más conocido y aceptado en nuestro ambiente?


    4.
    Jesús es el Salvador

    Nuestra sociedad está llena de ofertas de salvación y de presentación de salvadores. Esto nos indica que son muchas las situaciones de "opresión", "esclavitud" o "marginación" en las que vivimos, puesto que son bastantes las alternativas y respuestas que surgen. Pocas veces oiremos hablar de esclavitud del pecado y menos de la liberación del mismo. Claro está, cuando decimos de Jesús que es "Salvador", ¿estamos presentando una oferta más, una alternativa nueva? Por supuesto que no. Por la fe confesamos que es el Salvador. El auténtico, el único, el verdadero, el definitivo, porque su salvación, por una parte, va a lo que más destruye y esclaviza el hombre: el pecado, y, por otra, porque es una salvación integral y trascendente, esto es, libera "todo" el hombre y lo libera definitivamente.

    Cuestiones

    1. ¿Realmente has descubierto a Jesucristo como "tu" Salvador y, por tanto, has relativizado esas otras ofertas de "salvación" y de "salvadores" que hace la sociedad?

    2. ¿Qué hace el grupo para que la "salvación" de Jesucristo sea realidad también en el plano humano y social; v.gr.: estructuras injustas, situaciones de dolor y marginación del hombre, ambiente deshumanizante, etc.?



    Segunda parte


    Celebración eucarística


    A.
    Rito de entrada

    1. Monición de entrada (la preparará el grupo).

    2. Canto de entrada: "Señor y cristo", de Camino de Emitís 2.

    3. Saludo del celebrante

    Hermanos: Cristo ha resucitado. Estamos aquí para celebrarlo. Que la vida de su resurrección y la gracia de su salvación estén con todos vosotros.

    R/ Y con tu espíritu.

    4. Rito penitencial

    Se alterna cada plegaria con el canto del "Señor, ten piedad". Amén de las plegarias que aquí se ofrecen, un grupo ha podido preparar algunas más en consonancia con las deficiencias detectadas en la puesta en común.

    P/ La principal ceguera que impide contemplar a Cristo resucitado, vivo entre nosotros, es el pecado. Pidamos al Señor que nos libere de él.
    Por las veces que hemos sido incrédulos como Tomás, queriendo constatar con los sentidos lo que es don gratuito de la fe:

    T/ Señor, ten piedad (bis) (cantado).

    P/ Por las veces que hemos rechazado el señorío de Cristo, constituyendo a nuestro "yo" en señor de nosotros mismos y de nuestras cosas.

    T/ Cristo, ten piedad (bis) (cantado).

    P/ Por las veces que hemos sido autosuficientes y poderosos, rechazando la salvación realizada por Dios en Cristo.

    T/ Señor, ten piedad (bis) (cantado).


    B. Liturgia de la palabra

    5, Primera lectura

    6. Salmo ínterleccional: Salmo 117: "Este es el día" (CLN 522).

    7. Segunda lectura

    8. Canto del "Aleluya": "Aleluya, el Señor es nuestro rey" (CLN 515).

    9. Evangelio

    10. Homilía

    11. Rito de profesión de fe

    Todo el grupo enciende las velas del cirio pascual y se comienza la renovación de las promesas bautismales y profesión de fe.

    P/ Hermanos, la resurrección de Cristo es un acontecimiento siempre actual y consecuentemente conlleva para los creyentes en ella un compromiso de vida. Creer en el Resucitado significa asumir la vida según el "hombre nuevo" que El introdujo con su resurrección. La profesión de fe que ahora vamos a hacer quiere significar la pública manifestación que individual y grupalmente hacemos de nuestra fe, renovando así el compromiso bautismal. Respondamos, pues, consciente, sincera y responsablemente.

    P/ ¿Renunciáis a satanás, esto es: al pecado, como negación de Dios; al mal, como signo del pecado en el mundo; al error, como ofuscación de la verdad; a la violencia, como contraria a la caridad; al egoísmo, como falta de testimonio del amor?

    T/ Si, renuncio.

    P/ ¿Renunciáis a sus obras, que son: vuestras envidias y odios; vuestras perezas e indiferencias; vuestras cobardías y complejos; vuestras tristezas y desconfianzas; vuestros materialismos y sensualidades; vuestras injusticias y favoritismos; vuestras faltas de fe, de esperanza y de caridad?

    T/ Sí, renuncio.

    P/ ¿Renunciáis a todas sus seducciones, como pueden ser el creeros los mejores; el veros superiores; el estar muy seguros de vosotros mismos; el creer que ya estáis convertidos del todo; el quedaros en las cosas, medios, instituciones, métodos, reglamentos, y no ir a Dios?

    T/ Sí, renuncio.

    P/ ¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, que liberó a Jesús de la muerte y la constituyó en Señor y Salvador?

    T/ Si; creo.

    P/ ¿Creéis en Jesucristo, nacido de María, que con la resurrección venció al pecado y a la muerte, que está vivo a la derecha del Padre, que ejerce su señorío salvador sobre el hombre y es principio y fin de todas las cosas?

    T/ Sí, creo.

    P/ ¿Creéis en el Espíritu Santo, amor del Padre y el Hijo, enviado por Cristo al mundo para que culmine su obra salvadora y lleve a los hombres a la plenitud de la verdad?

    T/ Sí, creo.

    P/ ¿Creéis en la Iglesia, comunidad de redimidos en Cristo, sacramento de salvación de todos los hombres y peregrina por este mundo hacia su consumación en el "nuevo cielo y la nueva tierra"?

    T/ Sí, creo.

    P/ Que Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo y nos concedió la remisión de los pecados, nos dé su gracia para permanecer firmes en la fe de la resurrección y fieles al señorío y salvación de Jesucristo, que contigo vive...

    T/ Amén.

    (Se asperja con agua bendita y se apagan las velas.)


    12.
    Preces de los fieles

    P/ Presentemos a Dios nuestro Padre, por medio de Jesucristo resucitado y en nombre del Espíritu Santo, nuestras intenciones y oraciones para el bien de la Iglesia y del mundo entero.

    Por la Iglesia de Jesucristo. Para que en medio del mundo sea verdadero sacramento de salvación de todos los hombres:

        T/ Te pedimos, Señor, que la conserves fiel al evangelio y fiel a las necesidades de los hombres.

    P/ Por todos los gobernantes y quienes ostentan autoridad en los pueblos. Para que en el ejercicio de la misma prevalezcan los criterios de servicio, justicia y convivencia.

        T/ Ilumínalos, Señor, con la luz de tu espíritu y guíalos por el camino de la verdad

    P/ Por todos los que sufren: los que viven lejos de sus hogares, los encarcelados, los perseguidos, los enfermos y marginados. Para que afronten con sentido trascendente la cruz de su existencia.

        T/ Fortalécelos en la esperanza, aliéntalos ante el pesimismo y ayúdales con la fuerza de tu espíritu.

    P/ Por nuestra comunidad parroquial, por todas y cada una de sus instituciones apostólicas. Para que sean un reflejo fiel de la Iglesia de Jesucristo.

        T/ Despierta en ella vocaciones consagradas y apóstoles seglares que se entreguen al servicio del reino de los cielos.

    P/ Por este grupo catecumenal, por todos y cada uno de los aquí reunidos. Para que seamos en nuestro ambiente testigos de Cristo resucitado.

        T/ Ayúdanos, Señor, a creer firmemente en ti y en tu palabra.

    P/ (Otras intenciones)...

    Oh Dios, muéstrate propicio a nuestras súplicas; atiende las plegarias que te hemos presentado para que se hagan realidad por la fuerza de la resurrección de tu Hijo, que contigo vive y reina...

    Amén.


    C)
    Liturgia eucarística

    13. Canto de la comunión: "Resucitó", de Camino de Emaús 2.

    Resucitó

    Antes de que el sol saliera,
    otro sol había surgido.
    A Jerusalén volvieron
    las mujeres a decirlo.

    Dos discípulos marchaban
    hacia el pueblo de Emaús.
    En el camino tuvieron
    por compañero a Jesús.

    Todos estaban reunidos
    con las puertas atrancadas.
    Jesús extiende ante ellos
    sus dos manos taladradas.

    Tomás no estaba entre ellos
    cuando Jesús se mostró,
    y pudo meter sus dedos
    en las llagas del Señor.

    Después de una larga brega
    vuelven cansados a casa.
    Jesús prepara en la orilla
    pescado sobre unas brasas.


    D)
    Rito de conclusión

    14. Bendición solemne

    P/ Que Cristo resucitado nos haga partícipes de su nueva vida y nos dé su fuerza para vivir como hombres nuevos.

    T/ Amén.

    P/ Que el señorío de Cristo se extienda sobre nuestras vidas, nuestras familias y la sociedad.

    T/ Amén.

    P/ Que la salvación de Jesucristo nos libere del pecado y de todo cuanto oprime y destruye al hombre. T/ Amén.

    P/ Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

            T/ Amén.

    15. Monición de despedida (la preparará el grupo).

    16. Canto: "Anunciaremos tu reino" (CLN 402).