CATEQUESIS 9


¿POR QUÉ BUSCÁIS ENTRE LOS MUERTOS AL QUE VIVE?


PRESENTACION

Se inicia la primera catequesis de esta segunda fase del plan catecumenal. Todo comienzo conlleva, por una parte, ilusión y, por otra, cierta pereza. Lo importante, sin embargo, es la fe. En este caminar catecumenal, el Espíritu te acompaña y acompaña al grupo hacia la plenitud de la verdad que es Cristo, el Resucitado.

La resurrección de Cristo es una verdad que todos los cristianos creemos y proclamamos en el credo. ¿A que tú no has dudado ni te has planteado problemas al respecto? Es lógico. Lo dice la Iglesia a la que pertenecemos y basta.

No deja, sin embargo, de ser triste que el acontecimiento más importante de la fe cristiana pase tan inadvertido en la vida de la Iglesia, como comunidad, y de cada cristiano, en particular. ¿Qué hubiera sucedido si los discípulos de Jesús le hubieran dado la "poca importancia" que le damos nosotros? Pues que hoy no tendríamos cristianismo. Por el contrario: ¿Y si nosotros viviéramos el acontecimiento de la resurrección como lo vivieron los apóstoles? Pues que el mundo sería distinto y estaría renovado.

Por eso a través de esta catequesis debes procurar:


 

Primera parte


El Señor vive


 


  1. Introducción

    "El Señor vive", título de esta primera parte, es la afirmación más importante que como cristianos podemos hacer. Claro está, es una afirmación que puede resultar "extraña", ya que la muerte de Jesús fue un hecho "histórico". Efectivamente nadie duda de ello. Fue un acontecimiento que sucedió en un tiempo y en un espacio. Su muerte, por tanto, puede ser aceptada por creyentes, agnósticos y ateos. Lógicamente, afirmar que "vive" no deja de ser una afirmación trascendente.

    Por otra parte, quien está en condiciones de afirmar que "el Señor vive" no lo hace porque es más listo que los demás, ni mucho menos. No se puede llegar a esa conclusión de la misma manera que a la de su muerte. Entonces, ¿por qué "creemos" y afirmamos que Cristo vive? Porque tenemos el don de la fe. Es una "gracia" del Señor. Ni uno mismo se lo explica, pero lo cierto es que "creemos" en que Jesús vive. Siempre queda, sin embargo, una pregunta pendiente. ¿De verdad "creemos" o simplemente lo "afirmamos"?

    Para creer de verdad es necesario que, como los apóstoles, tengamos la "experiencia pascual". (Completar esta introducción con la lectura de la Documentación 1.)


1. Reflexión-oración en grupo

El grupo reflexiona en oración sobre los rasgos que caracterizan la experiencia de encuentro con el Resucitado (cf Documentación 2).


3.
Diálogo sobre las propias experiencias

La reflexión-oración anterior nos puede ayudar para revisar ahora nuestras experiencias sobre la resurrección del Señor.

Pautas para el diálogo

  • ¿Constituye la resurrección de Cristo una experiencia en nuestra vida, es decir, tu vida, humana y cristiana, gira en torno a Cristo resucitado?

  • ¿Estamos "convencidos" de que Jesús ha vencido a la muerte y "vive" y, por tanto, que la muerte y el mal no pueden hacernos vacilar en la fe?

  • ¿Qué ha cambiado o debiera cambiar en nuestra vida como consecuencia de la fe en el Resucitado?


4.
Acción de gracias

Expresemos nuestro gozo en la resurrección a través del canto "Resucitó", de K. Argüello (CLN 208):

¡Resucitó, resucitó, resucitó! ¡Aleluya! ¡
Aleluya, aleluya, aleluya! ¡Resucitó!

  1. La muerte, ¿dónde está la muerte?,
    ¿dónde está mi muerte?,
    ¿dónde su victoria?

  2. Gracias sean dadas al Padre,
    que nos pasó a su reino,
    donde se vive de amor.

  3. Alegría, alegría, hermanos,
    que si hoy nos queremos
    es que resucitó.


Segunda parte

Si no lo veo, no lo creo

1. Introducción

La experiencia de encuentro con el Resucitado, la "experiencia pascual", exige por parte del hombre una disposición para creer. Así aparece claramente por lo sucedido a Tomás. Leer como introducción la Documentación 3.


2. Diálogo en grupo
Se inicia un diálogo a partir de las pautas siguientes:

a) Iniciativa de Dios en la resurrección. La resurrección, como toda la obra salvadora de Dios, es una consecuencia de su amor gratuito y desinteresado por el hombre. La "creación" es una forma de encontrarse Dios con el hombre; la "encarnación" y la "redención" son otras formas de amar y encontrarse Dios con el hombre, y la "resurrección" es la definitiva forma de hacerse Dios el encontradizo con el hombre.

Para el diálogo: ¿Somos conscientes del amor que Dios nos tiene, manifestado en ese "hacerse el encontradizo" con el hombre? ¿Es la resurrección ocasión y motivo para buscar a Cristo, que "vive" entre nosotros?

b) El encuentro con el Resucitado es un "don". El encontrarse con el Resucitado no es tarea o exigencia del hombre. Es una "gracia", un "don", que Dios concede a quienes quiere. Los de Emaús caminaban juntos, "pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo" (Lc 24,15). San Pedro dice que Dios "hizo que se dejara ver, no de todo el pueblo, sino de los testigos que El había designado" (He 10,39).

Para el diálogo: Si creer en el Resucitado es una "gracia", un "don", ¿qué postura cabe entonces por nuestra parte? El hombre puede poner obstáculos a la "gracia". ¿Qué obstáculos pueden impedir que tengamos una "experiencia" de encuentro con Cristo?

c) Conlleva la "misión" de ser testigo. El Resucitado "designa" a unos testigos, a quienes se les manifiesta como tal "resucitado" (He 10,39), para que conviertan tal acontecimiento en "noticia", en "buena nueva", para todos los hombres y para siempre. ¡Qué hubiera sido de la resurrección si los apóstoles no la hubieran convertido en centro de su predicación! Precisamente la fuerza salvadora y el dinamismo de la resurrección radican en la capacidad de "generar nueva vida", y para ello es necesario el testigo.

Para el diálogo: ¿Nuestra vida y nuestras obras "testimonian" la vida nueva y distinta que ha inaugurado Cristo con su resurrección? ¿Qué podemos hacer para que "Cristo viva" en nuestro ambiente? Señalar compromisos concretos a nivel individual y grupal.

d) También "hoy" es posible vivir la experiencia de encuentro con el Resucitado. Fundamentalmente se da en la comunidad Jesús resucitado es el centro de la vida de la comunidad cristiana: "Donde haya dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". La Iglesia es el "testigo" principal, con la misión de testimoniar la resurrección encomendada a los apóstoles. La comunidad eclesial se estructura en torno al Resucitado. Nació del acontecimiento pascual (muerte y resurrección de Cristo), se fundamenta en El ("Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe") y lo actualiza en la celebración litúrgica ("Haced esto en conmemoración mía"). Fuera de la comunidad eclesial no es posible encontrarse con el Resucitado, porque en ella se dan los auténticos signos para reconocerlo; v.gr.: celebración, oración, servicio, comunión, compartir... Los discípulos de Emaús reconocieron a Cristo resucitado en el gesto de "partir el pan" (Lc 24,30-31).

Para el diálogo: ¿Vivimos la fe con sentido comunitario o más bien "por libre" e "individualmente"? En esta misma experiencia catecumenal, ¿ocupa Cristo resucitado el centro o cada uno queremos ser protagonista y primer actor? ¿Son nuestras celebraciones litúrgicas auténticos encuentros con el Resucitado?


3. Preces finales

Concluyamos nuestro encuentro con estas preces pascuales:

C/ Alabemos a Cristo, que con su poder reconstruyó el templo destruido de su cuerpo, y supliquémosle:

T/ Concédenos, Señor, los frutos de tu resurrección.

C/ Oh Cristo Salvador, que en tu resurrección anunciaste la alegría a las mujeres y a los apóstoles y salvaste al universo entero:

T/ Conviértenos en testigos del Dios viviente.

C/ Tú que has prometido la resurrección universal y has anunciado una vida nueva:

T/ Haz de nosotros mensajeros del evangelio de la vida.

C/ Tú que te apareciste repetidas veces a los apóstoles y les comunicaste el Espíritu Santo:

T/ Renuévanos por el Espíritu defensor.

C/ Tú que prometiste estar con tus discípulos hasta el fin del mundo:

T/ Quédate hoy con nosotros y sé siempre nuestro compañero.

T/ Padre nuestro...

(Preces de Laudes del martes de la octava de pascua)



Documentación

1. Experiencia pascual

Cuando se dice que los apóstoles vivieron una "experiencia pascual", se quiere decir que quedaron impactados por el encuentro con Cristo resucitado. Fue una experiencia personal, directa, gratificante. Fue el encuentro con el que creían muerto y, sin embargo, estaba vivo.

A partir de esa experiencia los apóstoles comenzaron a ser distintos. Había renacido la esperanza; la muerte había sido vencida; no estaban solos, sino que el Resucitado estaba con ellos. Por eso comenzaron a predicar, a comunicar su experiencia de que "el Señor vive".

Todo cuanto hoy sabemos por escrito y tradición sobre Jesucristo fue dicho, vivido o escrito desde la experiencia gozosa de la resurrección. Por eso no es un mensaje teórico, sino el anuncio de un hecho, un acontecimiento —Cristo resucitado— que ellos han vivido y del que son testigos.

Nosotros somos cristianos. Creemos en Cristo resucitado. Hablamos de él, de su doctrina. Pero ¿lo hacemos con autenticidad, convencidos? La fe en el Resucitado, ¿es una "experiencia"? Dice Pablo VI: "En el fondo, ¿hay otra forma de anunciar el evangelio que no sea la de transmitir a otro la propia experiencia de fe?" (EN 46).

Es una exigencia de la fe descubrir el misterio de la resurrección y vivirlo como experiencia, esto es, como acontecimiento que no es extraño a la propia vida. De lo contrario, la relación y conocimiento que podamos tener de Cristo no será distintp del que podamos tener, por ejemplo, de Napoleón.


2. Rasgos de la experiencia con el Resucitado

a) Jesús ha resucitado "realmente". Sí. Es cierto. Ha resucitado. No es una invención de sus discípulos, ni unaimaginación, ni un sueño, ni un truco para dar cumplimiento a sus palabras de que al "tercer día" resucitaría. San Pablo da unos datos concretos que demuestran la objetividad de la resurrección. Pero la resurrección, como toda la obra de Cristo, fue realizada para y por nosotros. Entonces ¿de qué sirve que haya resucitado "realmente" si no ha resucitado realmente para nosotros? (Lectura: 1 Cor 15,3-7).

b) Jesús "vive". La resurrección de Cristo no es volver a la vida anterior. Lo importante de la resurrección es que vive. Ha vencido para siempre a la muerte y al mal, y su vida es la definitiva, la vida de Dios. Nuestros sentidos no son adecuados para palpar, ver, sentir... la presencia del Resucitado. Por eso su presencia no se percibe, pero está; su voz no so escucha, pero habla; su compañía no se siente, pero no nos abandona. ¿No estaremos tratando al Resucitado como si aún estuviera muerto? (Lectura: Lc 24,1-6).

c) El Resucitado es el "mismo Jesús" de Nazaret. El Resucitado no es un "fantasma". Es el mismo Jesús que nació de María, que vivió entre los suyos, que pasó haciendo el bien y, sin embargo, le crucificaron. Creer en Jesús de Nazaret y no creer o descuidar que El vive, porque ha resucitado, sería una falsa fe. Jesús de Nazaret, con la resurrección y subida a los cielos, ha realizado el proceso de plenitud al que estamos llamados nosotros. Nuestra fe, ¿no está a veces centrada en aspectos de la vida de Jesús, olvidando por completo su dimensión de resucitado? (Lectura: Lc 24,36-43).

d) Es una "experiencia vital", capaz de "transformar" la vida. La "experiencia" es "experiencia" porque atañe y afecta a la persona toda. Haber experimentado el encuentro con Cristo resucitado es lo suficientemente fuerte como para no permanecer indiferente. ¡Cómo van a seguir con miedo o traicionando a Cristo Pablo o Pedro, si lo han descubierto vivo y han entrado en comunicación con el que había sido crucificado! Necesariamente, el cambio de vida tiene que extrañar a los que lo observan. Cuando un acontecimiento es importante para una persona, repercute en todos los rincones de la personalidad: actitudes, comportamientos, sentimientos, afectividad, trabajo, etc. ¿Ha repercutido así el hecho de que Cristo haya resucitado? (Lectura: Gál 1,11-17; He 5,40-41).

e) La experiencia gozosa "no" permanece "oculta, se comunica". Permanecer en silencio seria anular una de las características del "bien", esto es, que se expanda y difunda a todas partes. No se trata de una "comunicación verbal" solamente, sino sobre todo "vital", con los hechos. De ahí que los apóstoles fueran testigos de la resurrección, porque testigo es el que da fe, el que garantiza la verdad de lo que dice o hace. Si la experiencia es vital —como la de la resurrección—, no hay obstáculo capaz de impedir que se comunique a los cuatro vientos. ¿No será nuestro silencio signo de que la resurrección no es para nosotros un "bien" que exige comunicarse? (Lectura: He 4,18-20).


3. Disposición ante la fe

Sin duda que recordarás el pasaje evangélico en el que se narra la aparición de Jesús a sus discípulos que estaban reunidos, menos Tomás. Este era duro a la fe. Quería pruebas. Estas son las condiciones de Tomás: "Y los otros discípulos le decían: `Hemos visto al Señor'. Pero él les contestó: `Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo' " (Jn 20,25).

Efectivamente, se cumplieron las condiciones de Tomás. Sin embargo, tal comportamiento no fue motivo de gloria. La respuesta de Jesús fue muy clara: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto" (Jn 20,29).

Lo importante de esta segunda parte es descubrir que es posible también para nosotros, hombres de hoy, tener la experiencia de encuentro con el Resucitado como la tuvieron los apóstoles.