Introducción general

 

Descubriendo la fe de la Iglesia

Nos encontramos dentro de la segunda etapa del proceso catecumenal, esto es, descubriendo y profundizando "la fe de la Iglesia". Recordarás que la primera etapa estuvo orientada a reflexionar y revisar "nuestra fe": "¿cuál es mi fe?". Desde la toma de conciencia de que "nuestra fe" estaba muchas veces vacía de contenido y que consistía en "creer en algo" más que en "Alguien", decidimos hacer un camino de redescubrimiento de su sentido auténtico, o sea redescubrir "la fe de la Iglesia".

El arco catequético de esta segunda etapa está constituido por tres fases, correspondientes a tres momentos de la historia de la salvación: Israel, Cristo, la Iglesia. Efectivamente, la fe de la Iglesia tiene sus prolegómenos en el pueblo de Dios, que, fiel a la promesa, contemplaría la luz del Mesías como Señor y Salvador de quien surgiría el nuevo pueblo, la Iglesia. Estas tres fases quedan formuladas de la siguiente manera:

*      Primera fase: Experiencia de un pueblo creyente.

*      Segunda fase: Jesús, camino, verdad y vida.

*      Tercera fase: Llamados a vivir en comunión.

Cada una de ellas será desarrollada en un volumen distinto. En el volumen que ahora presentamos quedan recogidas solamente las catequesis correspondientes a la segunda fase.

 

Primera fase:

Experiencia de un pueblo creyente

Los objetivos de esta primera fase que hemos concluido fueron que el grupo catecumenal, por una parte, confrontara la propia vida con las experiencias religiosas que vivió Israel en su camino hacia el encuentro del Dios vivo, del Dios de la alianza; y, por otra, que iniciara una experiencia profunda de fe, asumiendo, desde esa fe, los acontecimientos existenciales significados en el éxodo: la tentación, la alianza, el desierto, la idolatría y el profetismo. Tales experiencias bíblicas no son acontecimientos históricos pertenecientes al recuerdo, sino que su estructura, naturaleza y significado pertenecen a la historia religiosa de cada hombre y de cada grupo que vive en nuestro tiempo y en nuestro mundo.

Cuando el grupo catecumenal se ha adentrado en la experiencia de fe, evocando las grandes experiencias bíblicas de Israel, desde ese momento ha iniciado también el camino que desemboca en Jesús, el Mesías esperado, el Salvador. Con Cristo, la historia alcanza su cenit y el hombre se encuentra con la "luz que ilumina a este mundo".

Segunda fase:

Jesús, camino, verdad y vida

 

1. Naturaleza

Esta fase es la parte central del itinerario catecumenal y no sólo en cuantó al lugar que ocupa en su estructura, sino en cuanto momento cumbre del descubrimiento de la fe, puesto que se trata del descubrimiento de Jesús: camino, verdad y vida. Cristo es la "piedra angular" que da fundamento y consistencia al edificio de la fe y de la vida cristiana.

La pregunta fundamental de todo catequizando inserto en un proceso catecumenal es: ¿Quién es Jesús? Encontrar respuesta aella es haber descubierto, como los discípulos de Emaús, el sentido de la vida y de la historia. Esta fase, por tanto, ocupa el vértice de nuestro caminar catecumenal.

2. Objetivos

*    Descubrir la persona de Jesús y provocar una adhesión plena a El. Una vez descubierto el sentido auténtico de la fe en la primera parte, y que la fe es fundamentalmente una "experiencia", ahora se pretende descubrir que el "objeto de esa fe es Jesucristo": su persona y su mensaje; consecuentemente, el hombre no puede permanecer indiferente ante El, sino que ha de prestarle una adhesión total y plena.

 

*  Descubrir el misterio de "Dios", del "hombre" y del "mundo" desde la revelación que hace Jesús. Efectivamente, es Jesús quien nos desvela la verdadera imagen de Dios, quien nos descubre la grandeza del hombre y quien nos ilumina el sentido de la existencia humana en el mundo. Ciertamente, el descubrimiento que el grupo catecumenal puede hacer de estas grandes realidades será muy superficial, pero es suficiente para provocar en él una respuesta de fe consciente, libre y comprometida.

3. Temas catequéticos

Los temas catequéticos de esta segunda fase están estructurados en cuatro núcleos, correspondientes a los cuatro focos de atención previstos en los objetivos: Jesús, Dios, el hombre y el mundo. Hacemos una breve presentación de cada núcleo y de las catequesis correspondientes.

1. Primer núcleo:

El Señor ha resucitado, nosotros somos sus testigos

El primer núcleo está centrado en Jesús, en su condición de resucitado, que ha sido constituido Señor y Salvador.

 

Catequesis 9:

¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?

El misterio pascual, muerte y resurrección de Cristo, es el centro y fundamento de la fe. Por eso es la primera catequesis de esta fase. Es fundamental, como los apóstoles, vivir la experiencia pascual de encuentro con el Resucitado. A partir de ella todo es nuevo y distinto.

 

Primera parte: El Señor vive

El Resucitado ha vencido la muerte y "vive". Si no se hace experiencia personal de que Jesús está "vivo" y que ha inaugurado una "vida nueva", nuestra fe en El se convierte en simple "verdad" que se afirma con la boca, pero no pasa de ahí.

 

Segunda parte: Si no lo veo, no lo creo

Esa experiencia de encuentro con el Viviente, el Resucitado, es un "don" de Dios. No fue un privilegio exclusivo de los apóstoles encontrarse con Dios. No fue un privilegio exclusivo de los apóstoles encontrarse con Cristo resucitado. También hoy es posible, pero siempre que mantengamos una actitud creyente y no de incrédulo, como Tomás.

Catequesis 10:

El Resucitado ha sido constituido Señor y Salvador

La segunda catequesis sobre Jesús hace referencia a dos de sus títulos más significativos y derivados de su condición de resucitado: Jesús es "el Señor" y "el Salvador".

 

Primera parte: Jesús es el Señor

El "señorío" de Jesucristo implica que ocupe el centro de la existencia humana y, a partir de El, se estructure toda jerarquía de valores. Cristo es lo más importante y todo lo demás es secundario. La actitud consecuente al "señorío" de Jesús es el sentido de "dependencia", pero vivida en clave liberadora.

 

Segunda parte: Jesús es el Salvador

El, señorío de Jesús es un señorío de "salvación" y no de esclavitud. La "misión" de Jesús consiste precisamente en que "el mundo se salve". Claro está, no se trata de una salvación impuesta, sino de libre aceptación; de ahí que esté condicionada a la fe: "Levántate, vete: tu fe te ha salvado" (Lc 17,19).

 

Celebración: ¡Señor mío y Dios mío!

Después de este primer núcleo, el grupo, en un marco de convivencia, celebra la fe en el Resucitado. Ha de ser una celebración pascual en la que el grupo pueda decir experiencialmente la misma expresión que Tomás, una vez que reconoce al Resucitado: ¡Señor mío y Dios mío! Sería la ratificación de que hemos reconocido al Señor.

2. Segundo núcleo:

Muéstranos al Padre. Jesús, el rostro de Dios vivo

Las catequesis de este núcleo pretenden descubrirnos el misterio de Dios, cuyo rostro es Jesús: "Quien me ve a mí, ve al Padre".

Catequesis 11:

Mi Dios y vuestro Dios

El Dios revelado por Jesús viene a purificar las "imágenes" que de El nos hemos creado nosotros. Lo fundamental de esta catequesis no está en ver qué "sabemos" sobre Dios, sino lo que "vivimos" y "sentimos" de El.

 

Primera parte: Dios misericordioso

La naturaleza de Dios es ser Padre misericordioso. La imagen más clara con que lo expresa Jesús es la "parábola del hijo pródigo". Jesús es quien nos dice que llamemos a Dios "Padre nuestro".

 

Segunda parte: Cuando la salvación se hace historia

Dios interviene en la historia de los hombres, se implica en su vida, se les manifiesta a través de los acontecimientos. Este compromiso de Dios con el hombre alcanza su manifestación máxima en la encarnación.

 

Tercera parte: La seguridad que Dios nos da

Dios es providente. Nada del hombre le es extraño. Como consecuencia, es un Dios que da seguridad, a condición de que el hombre deje todas las seguridades humanas y materiales que puedan significar desconfianza en El.

 

Cuarta parte: Padre nuestro, que estás en los cielos

La oración es la forma de hablar con Dios. Jesús pone de relieve la importancia y la necesidad de la oración y, a la vez, nos enseña a ello: "Cuando oréis, decid: `Padre nuestro...' "

Catequesis 12:

El os lo enseña todo

Con la revelación del Espíritu llegamos al descubrimiento del misterio trinitario de Dios.

 

Primera parte: Mirando nuestra vida

La vida del hombre está cargada de "valores", de "dones". La vida misma es un "don". Es el Espíritu la fuente de todos los dones. El está en nosotros. Somos morada suya.

 

Segunda parte: La fuerza creadora de Dios

El Espíritu no sólo actúa en cada uno de nosotros, sino que actúa en la historia de la salvación, siendo una fuerza creadora que transforma la realidad. Esta fuerza creadora tiene su manifestación más plena. en pentecostés.

 

Celebración: Creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo

Esta celebración tiene como finalidad ratificar la fe en el Dios trinitario revelado por Jesucristo, siendo nuestra actitud básica la adoración y la alabanza. Es una celebración, además, en la que el grupo catecumenal redescubre su historia, inserta en la historia de la salvación: creación (Dios Padre), redención (Dios Hijo) y santificación (Dios Espíritu).

123. Tercer núcleo:

He aquí al hombre. Jesús, el hombre nuevo

Este nuevo núcleo está centrado en el hombre, cuyo misterio de miseria y grandeza es revelado por Jesús, "el Hombre" por antonomasia.

Catequesis 13:

Hombre viejo, hombre nuevo

El primer binomio que caracteriza al hombre desde esa revelación que nos hace Jesús es su condición de "pecador" y su condición de "redimido". El hombre es "muerte" y "vida", "pecado" y "gracia".

 

Primera parte: En otros tiempos fuisteis tinieblas

La expresión paulina nos habla del pecado como de una etapa pasada del hombre, que no significa ausencia de él, sino que esta condición histórica del hombre no es la definitiva, ni siquiera la determinante de su historia.

 

Segunda parte: Pero ahora sois luz en el Señor

La condición definitiva del hombre, conseguida por Jesús en la redención, es la de "redimido": el hombre nuevo. Por tanto, la vocación del hombre es la de vivir conforme a las exigencias del hombre nuevo, configurado a imagen de Cristo.

Catequesis 14:

Hijo de Dios y hermano de los hombres

El segundo binomio que caracteriza al hombre y cuyo conocimiento pleno nos viene por la revelación que Jesús hace de él constituye su condición de "hijo de Dios" y "hermano de los hombres".

 

Primera parte: Hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús

Ya hemos descubierto la realidad de Dios Padre. El correlativo es la "filiación divina" del hombre. La importancia de esta catequesis está no en "saber" que somos hijos de Dios, sino en adquirir experiencia de ello.

 

Segunda parte: Jesús, primogénito de muchos hermanos

La fraternidad de los hombres tiene su fundamento en la paternidad universal de Dios y la fraternidad con Jesús. Los hombres somos hermanos. Las relaciones humanas, por tanto, han de ser relaciones de fraternidad, que superan con mucho todo otro tipo de relación; v.gr.: compañerismo, camaradería, amistad...

Catequesis 15:

Tiempo de lucha y de esperanza

Y el tercer binomio descriptivo de lo que es el hombre y cuyo sentido pleno nos lo revela Jesús está constituido por las características de "historicidad" y "trascendencia". El hombre es un "ser histórico", pero que vive en "esperanza", porque tiene un destino eterno.

 

Primera parte: Comprometidos en el hoy de cada día

La "historicidad", vivida desde la fe, lleva al compromiso. El hombre vive en un "ahora" y en un "aquí" que no sólo no se contrapone a la fe, sino que ésta es la que motiva una actitud de lucha para transformar el presente en el que vive el hombre.

 

Segunda parte: Caminando en la esperanza

Complementario a la condición histórica es vivir en esperanza. No se trata de un "esperar pasivo", sino de una "esperanza activa", que proyecta la vida al futuro y a la trascendencia, pero.sin evadir la realidad del presente histórico.

 

Celebración. Convertíos y renaced de nuevo

El descubrimiento de lo que es el hombre nos lleva a celebrar la fe en clave penitencial, esto es, a vivir la experiencia de conversión, y, por tanto, el paso del "hombre viejo" —hombre de pecado— al hombre nuevo —hombre redimido—. El bautismo es el primer nacimiento a la fe, y la penitencia es el segundo bautismo.

 

4. Cuarto núcleo:

Un cielo nuevo y una tierra nueva.

Sentido nuevo de la existencia humana en el mundo

El mundo es el marco histórico del hombre, cuya proyección última y definitiva es la "eternidad": el nuevo cielo y la nueva tierra. La existencia humana, por tanto, no se acaba, continúa, aunque transformada.

Catequesis 16:

Muerte-vida: Un hecho, una promesa

La primera constatación, la más universal, de la existencia humana es la muerte, aunque, desde la fe, la muerte desemboca en "vida".

Primera parte: Experiencia de muerte y finitud

La muerte simboliza y realiza toda la realidad del hombre, caracterizada por la finitud: dolor, enfermedad, mal, tristeza... Esta realidad, que pertenece al mundo experiencial del hombre, tiene un sentido que le da la fe y que trasciende la contemplación exclusivamente humana.

Segunda parte: Promesa de vida y eternidad

La muerte no es lo definitivo de la existencia humana: está la otra vida, que es proyección de la de aquí, aunque transformada. El nuevo estilo de vida ha sido iniciado con la resurrección de Cristo.

Catequesis 17: Bienaventurados seréis

Ciertamente, la existencia humana se ilumina desde la perspectiva de muerte-vida. Pero esa perspectiva se enriquece aún más con el descubrimiento de que seremos juzgados por Dios según nuestras obras.

 

Primera parte: El Señor es mi juez

El juicio de Dios al hombre es una verdad fundamental de la fe cristiana. El juicio recaerá fundamentalmente sobre la actitud del hombre frente a Dios, al evangelio y frente al "hermano". Pero no se trata de un juicio que "será", sino que "ya" se ha iniciado.

 

Segunda parte: Recibiréis vuestra recompensa

El juicio divino cristalizará en recompensa, bien a una resurrección de salvación, bien a una resurrección de condenación. No se puede olvidar que es en la vida y durante la vida cuando se está construyendo esa "recompensa" positiva o negativa.

Catequesis 18:

Un cielo nuevo y una tierra nueva

 

El tercer aspecto de la existencia humana iluminado por Jesucristo es que esta "tierra", realidad espacio-temporal, será transformada en una nueva. No se trata sólo de una "vida nueva", sino también de una "tierra nueva": el cielo.

 

Primera parte: Dominad la tierra

El mandato de Dios, "Dominad la tierra", sigue estando vigente. El hombre está llamado a perfeccionar la realidad de la naturaleza y de las estructuras que la componen. Se trata, por tanto, de descubrir el sentido cristiano de la actividad humana.

 

Segunda parte: La creación entera espera su liberación

La creación entera, que ha de ser transformada por la actividad humana, espera, como el hombre, ser liberada de su esclavitud y frustración, consecuencias del pecado. Habrá un "nuevo cielo" y una "nueva tierra" que ya se ha iniciado, aunque su "plenitud" será en el futuro, al final de los tiempos.

Convivencia de revisión y celebración del rito del seguimiento con la imposición de la cruz

 

Una vez concluida toda la segunda fase, que ha estado centrada en Jesús y su mensaje, se celebrará una convivencia que tendrá una doble finalidad: por una parte, revisar el proceso catecumenal seguido en esta fase para detectar en qué medida el grupo ha ido avanzando en el descubrimiento y maduración de la fe; y, por otra, celebrar la fe, pero destacando el compromiso de seguimiento a Jesús, para lo cual se tendrá el "Rito de imposición de la cruz" como signo y gesto de tal seguimiento.