JORNADA DE REFLEXIÓN PARA LA INTEGRACIÓN EN EL CATECUMENADO


PRESENTACIÓN

Después de unos meses de reuniones y sesiones catequéticas, conviene hacer un "alto en el camino" para orar, reflexionar y decidir responsablemente el continuar en este proceso catecumenal de búsqueda del sentido auténtico y genuino de la fe.

Es posible que hayas pasado por muchas y variadas experiencias, positivas unas y negativas otras. Pero casi seguro que, en su mayoría, han sido "nuevas".

Es posible también que no haya existido ninguna "novedad", porque ya eras consciente de la necesidad de "redescubrir la fe". Pero la novedad está en asumir el compromiso de seguir en el proceso catecumenal iniciado para integrar en tu vida un "nuevo estilo de cristiano".

El "alto en el camino" consiste en un encuentro de todo el grupo, bien en un día de convivencia, bien en dos o tres tardes. El caso es compartir experiencias. Por eso se pretenden conseguir dos objetivos:

Por una parte, dedicar un tiempo a reflexionar y actualizar las experiencias vividas durante este tiempo de catequesis. Tomar conciencia sobre la disponibilidad y apertura a la llamada a la conversión.

Y por otra, celebrar la palabra de Dios. No es una celebración cualquiera, sino que en ella vas a expresar, junto con los demás, el deseo de continuar en el catecumenado mediante el rito de adhesión y la entrega del evangelio.


 

Primera parte

Revisión y toma de conciencia


1. Introducción del catequista


2. Reflexión personal sobre el cuestionario siguiente:

  1. ¿Qué han supuesto para ti las catequesis impartidas hasta ahora? Destaca las experiencias personales concretas.

  2. ¿Qué exigencias has descubierto en relación con tu vida futura?

  3. ¿Qué ha supuesto para ti el grupo con el que has compartido el proceso catecumenal? Expresa las experiencias vividas en él.

  4. Desde lo reflexionado en tu grupo, ¿cuáles han sido los aspectos, deficiencias o lagunas que conviene superar en el futuro?

  5. De cara a la marcha del catecumenado en la próxima etapa, ¿qué observaciones harías en relación con horario, lugar, etc.?


3.
Reunión de grupos

En pequeños grupos se hace una síntesis de las reflexiones personales


4. Puesta en común


5. Momento de oración

Preces: Glorifiquemos a Cristo, nuestro Señor, que resplandece como luz del mundo para que no caminemos en tinieblas, sino que tengamos la luz de la vida, y digámosle: Que tu Palabra, Señor, sea luz para nuestros pasos.

Cristo, amigo de los hombres, haz que sepamos progresar hoy en tu imitación, para que lo que. perdimos por culpa del primer Adán lo recuperemos en ti, nuestro segundo Adán.

Que tu Palabra sea siempre luz en nuestro sendero, para que, realizando siempre la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas en ti.

Enséñanos, Señor, a trabajar por el bien de todos los hombres, para que así la Iglesia ilumine a toda la sociedad humana.

Que por nuestra sincera conversión crezcamos en tu amistad, expiemos las faltas cometidas contra tu bondad y sabiduría e iniciemos un nuevo camino bajo la guía de tu Espíritu.

Padre nuestro...

Oración: Oh Dios, que te escondes a la evidencia y te revelas a quien te busca, haz que nosotros, que hemos iniciado un camino de búsqueda, no cedamos al cansancio y al desánimo. Ilumínanos en esta nueva etapa del' caminar para que encontremos a tu Hijo, Jesucristo, y El nos lleve a ti, plenitud y santidad absoluta para el hombre. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, tu Hijo, que... (Hora de Laudes del jueves de la primera semana de Cuaresma, en Liturgia de las Horas).

 

Segunda parte

Preparación de la celebración


Esta segunda parte constará de dos momentos:

  1. Explicación de todo el rito de la celebración. La hará el catequista. Hay que tener presente el texto de la celebración que se encuentra desarrollado a continuación, esto es, en la tercera parte.

  2. Preparación del material de cantos y demás exigencias del rito. No se olvide traer los instrumentos musicales necesarios.

 

Tercera parte

Celebración

a) Rito de acogida

1. Monición

Hoy completamos un período de análisis de nuestra fe y de revisión de nuestras actitudes y de nuestra vida religiosa. Ahora nos encontramos reunidos para celebrar la integración al catecumenado.

En la etapa que ahora comienza habremos de purificar nuestra mentalidad y nuestra vida a la luz del evangelio y adaptarla a sus exigencias.

La palabra de Dios y los ritos de esta celebración van a explicarnos el sentido de este paso. Dispongámonos a participar activamente.


2. Canto de entrada
(de pie)

Somos un pueblo que camina

"Somos un pueblo que camina
y, juntos caminando, podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas,
ciudad de eternidad.

Somos un pueblo que camina,
que marcha por el mundo
buscando otra ciudad.
Somos errantes peregrinos
en busca de un destino,
destino de unidad.
Siempre seremos caminantes,
pues sólo caminando podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas,
ciudad de eternidad.

Somos un pueblo que...

Danos valor para la lucha,
valor en las tristezas,
valor en nuestro afán.
Danos la luz de tu Palabra,
que guíe nuestros pasos
en este caminar.
Marcha, Señor, junto a nosotros,
pues sólo en tu presencia
podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristeza,
ciudad de eternidad.

Somos un pueblo que..."

(En VICENTE MATEU, Un pueblo que camina, Paz, Madrid 1982, 56; cf también CLN, núm. 719).

 

3. Saludo e invitación a la oración (sacerdote-presidente)

P. A todos los predilectos de Dios, miembros de esta incipiente comunidad de N.N., llamados y consagrados, con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesús como su Señor y nuestro Señor, os deseo el favor y la paz de Dios nuestro Padre y de Jesucristo nuestro Salvador.

T. Que el Señor te conceda su paz y su favor. Amén.

P. Comencemos elevando a Dios nuestra mente y nuestro corazón para que esta celebración se desarrolle bajo la fuerza del Espíritu (pausa de silencio).

Oración: Oh Dios, origen, camino y meta de todo hombre, que nos enriqueces con el don de tu Palabra y el conocimiento de tus designios, asístenos con tu gracia para que sepamos a qué nos llamas y nos entreguemos a ti de todo corazón. Te lo pedimos en el nombre de tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

T. Amén.


b) Liturgia de la Palabra

4. Monición (sentados)

Con Abrahán empieza en la Historia de la Salvación la serie interminable de llamadas que Dios dirige al hombre. Su proyecto salvador se va realizando gracias a la respuesta obediente y generosa de hombres que han sabido dar un sí sin condiciones. Aquí y ahora la vocación de Abrahán, ocurrida hace más de tres mil 'quinientos años, es revisada por nosotros.

Abramos nuestra mente y nuestro corazón para que la palabra de Dios nos ilumine y nos transforme.


5. Primera lectura

Gén 12,19. Silencio.


6. Canto interleccional

El Señor es mi fuerza

El Señor es mi fuerza, mi roca y salvación.

"Tú me guías por sendas de justicia,
me enseñas la verdad.
Tú me das el valor para la lucha,
sin miedo avanzaré.

El Señor es mi fuerza...

Iluminas las sendas de mi vida,
al mundo das la luz.
Aunque pase por valles de tinieblas,
yo nunca temeré.

El Señor es mi fuerza...

Yo confío el destino de mi vida
al Dios de mi salud.
A los pobres enseñas el camino,
su escudo eres tú".

(En José ArrroNlo ESPINOSA, El Señor es mi fuerza, Apostolado de la Prensa, Madrid 1971, 1819; cf también CLN, núm. 717).


7. Monición

También nosotros hemos sido elegidos y llamados. El bautismo, nuestro bautismo, es un comienzo de amor incluso cuando el amado es incapaz de reconocerlo. Pero el bautismo es ante todo una incorporación a Cristo muerto y resúcitado. Para san Pablo el bautismo es un hombre nuevo, hecho a la medida del amor de Dios. Escuchemos cómo es esa criatura nueva que surge de las aguas del bautismo.


8. Segunda lectura

Rom 6,114. Silencio.


9. Canto interleccional

Hombres nuevos

"Danos un corazón grande para amar.
Danos un corazón fuerte para luchar.
Hombres nuevos, creadores de la historia,
constructores de nueva humanidad.
Hombres nuevos que viven la existencia
como riesgo de un largo caminar.

Danos un corazón...

Hombres nuevos, luchando en esperanza,
caminantes, sedientos de verdad.
Hombres nuevos, sin frenos ni cadenas,
hombres libres que exigen libertad.

Danos un corazón...

Hombres nuevos, amando sin fronteras,
por encima de razas y lugar.
Hombres nuevos, al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.

Danos un corazón..."

(En .Tose ANTONIO ESPINOSA, Canciones del hombre nuevo, Apostolado de la Prensa, Madrid 1971, 1216; cf también CLN núm. 718).


10. Monición

El camino hacia el reino de los cielos pasa por el nuevo nacimiento. Juan nos presenta a Nicodemo sorprendido por una exigencia tan extraña. Pero la respuesta de Cristo es clara y radical: el que no nace de nuevo no puede entrar en el reino de Dios. Las palabras del Señor se nos dirigen hoy a nosotros: nos iluminan en nuestro camino y nos interrogan sobre la generosidad de nuestra entrega.


11. Lectura del evangelio
Jn 3,121. El evangelio se proclama de pie.

 
12. Homilía

Después de la homilía del sacerdote, durante la cual todos permanecen sentados, los participantes pueden expresar su vivencia y los descubrimientos a que ha llevado la meditación de la palabra de Dios.

 

c) Liturgia del rito de adhesión

 
13. Monición

Después de escuchar la palabra de Dios, que nos llama a iniciar una vida nueva, naciendo de nuevo según el modelo que tenemos en Cristo, pasamos a la segunda parte de esta celebración, en la que hemos de manifestar nuestro deseo y decisión de responder a esta llamada, aceptando las exigencias que vayamos descubriendo en la etapa catecumenal que ahora empieza.    Nos ponemos de pie.

 
14. Invocación comunitaria al Espíritu Santo

P. Hermanos, como introducción a la oración comunitaria, oremos un momento en silencio, rogando al Espíritu que nos asista en esta importante decisión de seguir por el camino de búsqueda y descubrimiento de Cristo, el Señor. Nos ponemos de rodillas.

(Todos de rodillas, oran en silencio).

P. Ahora, juntos rezamos el himno al Espíritu Santo. Nos ponemos de pie.

(Puede hacerse recitando el himno a dos coros, o bien puede recitarlo un lector e ir intercalando entre las estrofas la aclamación cantada: "Oh Señor, envía tu Espíritu que renueve la .faz de la tierra").

"Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don en tus dones espléndido,
luz que penetra las almas,
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el. corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén".

(Himno de Vísperas de los Elementos comunes para el tiempo pascual después de la solemnidad de la Ascensión del Señor, en Liturgia de las Horas II).


15.
Primera adhesión

P. Dios ilumina a todo hombre que viene a este mundo y le manifiesta lo que permaneció invisible desde la creación del mundo para que aprenda a dar gracias y a alabar a su creador. Ante vosotros, que os habéis acercado atraídos por esa luz, se abre ahora el camino del evangelio, para que, apoyándoos en la fe, conozcáis al Dios vivo, caminéis en la luz de Cristo, confiéis en su sabiduría y pongáis vuestra vida en sus manos cada día, creyendo en El de todo corazón. Este es el camino de la fe por el que Cristo os conducirá en la caridad para que tengáis vida eterna.

P. ¿Estáis, pues, dispuestos a empezar hoy, guiados por El, ese camino?

T. Estamos dispuestos.

P. ¿Sois conscientes de que esto va a suponer para vosotros un cambio de mentalidad y de actitudes que ha de plasmarse en un cambio de vida conforme a las exigencias del evangelio?

T. Somos conscientes.

P. ¿Renunciáis a todo lo que se oponga a esta llamada desde vosotros mismos, desde quienes os rodean y desde el ambiente, como puede ser el orgullo y la ambición, el materialismo y todo tipo de pecado?

T. Sí, renunciamos.

P. ¿Creéis que la Iglesia es una, con muchos miembros, y que la forman todos los que invocan a Jesús como único Señor y Salvador, Dios y Hombre?

T. Sí, lo creemos.

P. ¿Os comprometéis a luchar contra las dificultades del camino como son el cansancio, el miedo a las exigencias y la superficialidad, y a recorrerlo superando vuestro orgullo y aceptando con alegría que Dios vaya adquiriendo el señorío de cada aspecto de vuestra vida y de vuestra persona?

T. Sí, nos comprometemos.

P. ¿Queréis, por tanto, formar una comunidad de creyentes que, en diálogo con Dios y entre sí, escuchando su Palabra y escuchándoos unos a otros, atendiendo al plan de Dios y a la vida de los hombres, tratará de descubrir su designio y de vivir conforme a él?

T. Sí, queremos.

Los catequizandos se ponen de rodillas, y el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

P. Te damos gracias, Padre clementísimo, por estos siervos tuyos que te han buscado a ti, a quienes has conducido e impulsado de muchas maneras y que hoy responden a tu llamada. (Extendiendo las manos sobre los catecúmenos.) Recíbelos con amor "y concédeles tu Espíritu para que, renovados por la fuerza de tu Palabra, lleguen con tu gracia a ser plenamente conformes con tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Cantor: Gloria, honor a ti, Señor Jesús.

Todos: Gloria, honor a ti, Señor Jesús.


16. Rito de entrega del evangelio

Monición (sentados): Es cristiano el hombre que, habiendo oído la llamada de Dios, trata de responder a ella según el camino trazado por Jesús de Nazaret. Para esto es necesario conocer su persona, su vida y su obra. Los evangelios que ahora la Iglesia os entrega son el testimonio de quienes le conocieron y amaron mientras vivió aquí, en la tierra, y se entregaron completamente a El y a la extensión de su mensaje una vez constituido Señor por la ascensión al cielo. Junto con los evangelios se os entrega el Antiguo Testamento que recoge la experiencia del pueblo de Israel y otros escritos del Nuevo Testamento en los cuales aparece la reflexión de la primera comunidad cristiana sobre el misterio de Cristo.

La lectura personal y la meditación íntima de los mismos os ayudarán mejor a conocer y amar más al Señor Jesús.

Pero la palabra de Dios sólo adquiere su máximo sentido cuando es leída y meditada en el seno de la comunidad cristiana. La lectura personal debe ir acompañada de la proclamación pública y la meditación íntima, del diálogo fraterno. Por eso a la entrega de La Santa Biblia sigue el intercambio del signo de la paz, el abrazo a los hermanos con los cuales se va a caminar.

Los catequizandos se acercan uno a uno y reciben La Santa Biblia de manos del sacerdote, que les dice:

P. Recibe el evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, y vive conforme a él.

C. Amén.

Al recibirla, el catequizando besa La Santa Biblia. Luego el sacerdote le da el abrazo de la paz. Mientras tanto se canta:

Tu Palabra me da vida

"Tu Palabra me da vida,
confío en ti, Señor;
tu Palabra es eterna,
en ella esperaré.

Dichoso el que con vida intachable
camina en la ley del Señor.

Dichoso el que guardando sus preceptos
lo busca de todo corazón.

Tu Palabra...

Postrada en el polvo está mi alma;
devuélvame la vida tu Palabra.
Mi alma está llena de tristeza;
consuélame, Señor, con tus promesas.

Tu Palabra...

Escogí el camino verdadero
y he tenido presente tus decretos.
Correré por el camino del Señor
cuando me hayas ensanchado el corazón.

Tu Palabra...

Este es mi consuelo en la tristeza:
sentir que tu Palabra me da vida.
Por las noches me acuerdo de tu nombre,
recorriendo tu camino dame vida.

Tu Palabra...

Repleta está la tierra de tu gracia;
enséñame, Señor, tus decretos.
Mi herencia son tus mandatos,
alegría de nuestro corazón.

Tu Palabra..."

(En JOSÉ ANTONIO ESPINOSA, El Señor es mi fuerza, Apostolado de la Prensa, Madrid 1971, 6668; cf también CLN, núm. 523).


17. Oración por los catequizandos (de pie)

P. Oremos, hermanos, dando gracias a Dios por el amor con que nos ha conducido hasta este día y pidamos que podáis recorrer el camino que os queda para participar plenamente en la vida de Cristo.

L. Para que Dios, Padre celestial, nos revele cada día más profundamente a su Hijo Jesucristo. Roguemos al Señor...

L. Para que abracemos con corazón magnánimo la entera voluntad de Dios. Roguemos al Señor...

L. Para que prosigamos su camino sostenidos por el auxilio de la gracia y el apoyo de los hermanos. Roguemos al Señor...

L. Para que esta comunidad viva la unión de los corazones y el amor desbordante. Roguemos al Señor...

L. Para que nuestros corazones se conmuevan profundamente ante los problemas de los hombres... Roguemos al Señor...

        L. Para que...

P. Invoquemos a Dios, nuestro Padre, con las mismas palabras con que nos enseñó a hacerlo el Señor.

T. Padre nuestro...

P. Oremos: Oh Dios, omnipotente y eterno, Padre de todas las criaturas, que has creado al hombre a tu imagen, recibe con amor a estos siervos tuyos y concédeles que, ya que oyeron entre nosotros la palabra de Cristo y fueron renovados con su virtud, lleguen por tu gracia a la plena conformidad con tu hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

T. Amén.

 

d) Rito de conclusión

18.

P. El Señor esté con vosotros.

T. Y con tu espíritu.

P. Que Dios, nuestro Padre, y el Señor Jesús con el Espíritu os concedan con la fe la paz y el amor; que su favor acompañe a todos los que aman a Jesús el Mesías sin desfallecer.

T. Amén.

P. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros. T. Amén.

P. Id en paz y que el Señor os acompañe siempre.

Finalmente, si el catequista lo cree conveniente, se canta una canción conclusiva. Proponemos Quiero decirte que sí, de Cesáreo Gabarain, grabada en Ediciones Paulinas dentro del disco La fuerza del Espíritu.

 

Quiero decirte que sí

"Yo siento tu voz muy dentro de mí,
diciéndome: `Ven, sígueme'.
Con gozo te doy las gracias, Jesús,
y quiero decirte que sí.

Sabiendo que Tú me llamas, Señor,
quiero decirte que sí.
Con mis hermanos y en libertad,
quiero decirte que sí (bis).

Seguirte será una fiesta feliz,
la fiesta de la amistad.
Viviendo más en Iglesia, Jesús,
yo quiero decirte que sí.

Acepto mi compromiso de amor.
Estoy seguro de ti.
Abriéndome a todo el mundo,
Jesús, yo quiero decirte que sí.

Yo siento tu voz muy dentro de mí
diciéndome: `Ven, sígueme'.
Con gozo te doy la gracias, Jesús,
y quiero decirte que sí".