CATEQUESIS 3

 

PONTE EN CAMINO

 

PRESENTACION

Esta es la tercera catequesis del Itinerario catecumenal que hemos iniciado. Hasta ahora, dos han sido los objetivos alcanzados: por un lado. el descubrimiento de que nuestras prácticas religiosas están muchas veces vacías, porque se realizan sin fe auténtica; y, por otro, también hemos descubierto que la fe significa creer en "Alguien" y que ese "Alguien" es Jesucristo.

Llegado este momento, cabe preguntarse:

¿Podemos conformarnos simplemente con saber que estamos bautizados, pero que no somos "cristianos" responsables y convencidos?

¿Sería honrado y honesto permanecer indiferente y no tomar una postura u otra?

¿Cabe quizá continuar siendo "bautizado", pero no "evangelizado"?

Estos interrogantes justifican que demos un paso más en este proceso y busquemos una respuesta. Dicha respuesta va a depender exclusivamente de cada uno. Por eso, en esta catequesis se pretende:

Que se dé en tu vida una "conversión" que te permita reencontrarte contigo mismo y con la "luz" que es Cristo.

Y que estés dispuesto a tomar un nuevo camino de búsqueda de ese Cristo que es "camino, verdad y vida".


 

Primera parte

De la ceguera a la luz

 

1. Introducción

Difícilmente puede ser consciente de que le falta la luz quien jamás la ha visto. Necesita la experiencia de los otros para descubrir la necesidad del nuevo mundo, el mundo de la luz. Por eso es importante que entremos en contacto con un hombre que ha pasado de la ceguera a la luz y descubramos el significado de cada paso en ese despertar luminoso.

 
2. Relato de una experiencia

Los evangelios nos narran la experiencia de un ciego de nacimiento que nace a la luz. El evangelista san Juan la describe con una clara intencionalidad: manifestar que Jesús es la luz del mundo.

En el relato podemos destacar cuatro esquemas de comportamiento que responden a cuatro personajes. Conviene estar atento a ellos para conocer la postura que mantiene cada uno de ellos. Los personajes son: Jesús, el ciego, los fariseos y el pueblo y padres del ciego. El relato evangélico se encuentra en Documentación.


3.
Diálogo en grupo

  1. ¿Qué rasgos. comportamientos o posturas destacarías de cada uno de los personajes y por qué?

  2. ¿Con cuáles de esas conductas te sientes más identificado? Explicar por qué.

  3. A la luz de todo lo tratado en catequesis anteriores y teniendo como referencia el relato del ciego de nacimiento, ¿sientes necesidad de pasar de la ceguera a la luz? En caso afirmativo, ¿cuál sería la ceguera experimentada y cuál la luz necesitada?

Para responder al cuestionario puede ayudar el comentario al relato evangélico.


4.
Momento de oración

Libra mis ojos de la muerte

"Libra mis ojos de la muerte,
dales la luz que es su destino;
yo, como ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva,
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede,
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo
(tantos me dicen que estás muerto).
Tú, que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo".


 

Segunda parte

Convertíos...

 

1. Introducción

Sentir necesidad del paso de la ceguera a la luz es, ciertamente, una experiencia común, porque, efectivamente, todos palpamos muchas zonas de oscuridades en nuestra vida cristiana.

Ahora bien, no es posible el encuentro con la luz si previamente no hay una actitud de conversión: dejar lo que provoca las tinieblas y beber en las fuentes de la luz. Al menos, ésa es la exigencia que proclama el Bautista:

"Cambiad vuestra vida y vuestro corazón, porque está cerca el reino de Dios. De él hablaba el profeta Isaías cuando dijo:

`Una voz grita en el desierto: Preparad los caminos del Señor, enderezad sus senderos' (...).

Iban a verlo los judíos de Jerusalén, de Judea y de toda la región del Jordán, confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a bautizarse, les dijo: `Raza de víboras, ¿acaso podréis escapar al castigo que se os viene encima? Dad, pues, frutos de una sincera conversión, en vez de quedaros tranquilos porque sois los hijos de Abrahán. Yo os aseguro que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán incluso de estas piedras. Mirad que el hacha está ya a la raíz, y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego'" (Mt 3,1-10).


2.
Diálogo en grupo

Tras la invitación del Bautista a la conversión, procede profundizar en su naturaleza y en las exigencias que conlleva:

  1. ¿Qué rasgos y características definen el concepto de conversión? (cf documentación 3. Conversión).

  2. ¿Cuál es la meta y exigencias de la conversión? (cf documentación 3. Conversión).


3.
Momento de oración

Himno

"Muchas veces, Señor, a la hora décima
—sobremesa en sosiego—,
recuerdo que, a esa hora, a Juan y a Andrés
les saliste al encuentro.

Ansiosos caminaron tras de ti...
`¿Qué buscáis...?' Les miraste. Hubo silencio.
El cielo de las cuatro de la tarde
halló en las aguas del Jordán su espejo;
y el río se hizo más azul de pronto,
¡el río se hizo cielo!

`Rabí —hablaron los dos—, ¿en dónde moras?'
`Venid y lo veréis'. Fueron, y vieron...

`Señor, ¿en dónde vives?'
`Ven y verás'. Y yo te sigo, y siento
que estás... ¡en todas partes!,
¡y que es tan fácil ser tu compañero!

Al sol de la hora décima,
lo mismo que a Juan y a Andrés
—es Juan quien da fe de ello—,
lo mismo, cada vez que yo te busque,
Señor, ¡sal a mi encuentro!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén".

(Himno de Vísperas del lunes de la tercera semana del salterio, en Liturgia de las Horas.)


 

Tercera parte

Camino de Emaús

1. Introducción

La invitación a la conversión se quedaría en simple invitación, si no hubiese una respuesta efectiva. En este sentido son directas y sin rodeos las palabras de Jesús que vimos en la sesión anterior:

  • "¿Qué buscáis?... Venid y lo veréis"...

  • "Sígueme... y deja que los muertos entierren a sus muertos..."

  • "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios..."

  • "Entrad por la puerta estrecha... ¿También vosotros queréis marcharos?"

  • En definitiva, la invitación que ahora recae sobre el grupo catecumenal es una invitación a ponerse en camino. Esa fue la invitación hecha a Abrahán para construir el gran pueblo de Dios (Gén 12,1); y ésa fue la invitación hecha a Moisés para liberar a Israel de la esclavitud (Ex 3,10)... Y un camino tuvieron que recorrer los de Emaús para redescubrir al Señor.


    2.
    La experiencia de los discípulos de Emaús

    ¿Cuál es la experiencia de los discípulos de Emaús? ¿Será válida para el grupo? Vamos, pues, a descubrirla y, si es posible, asumirla como propia, evocándola en nosotros (cf en documentación el relato evangélico).

    1. Señalar la experiencia clave y central del relato.

    2. Poner de manifiesto los rasgos, características y circunstancias que rodearon tal experiencia.

    3. ¿Qué mensaje y significación concretos aportaría al grupo el relato de los discípulos de Emaús?


    3.
    Oferta del Itinerario catecumenal

    El grupo catecumenal está llamado a realizar el Camino de Emaús, que no es otra cosa que un Itinerario catecumenal. Mediante una lectura comentada en grupo del texto ¿Qué es el catecumenado?, que aparece en Documentación, podrás dar respuesta a estas cuestiones:

    — ¿Qué es el catecumenado?
    — ¿Por qué y para qué?
    — ¿Estás dispuesto a realizarlo?


     

    Documentación


    1.
    Curación de un ciego de nacimiento

    "Yendo de paso, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?" Jesús respondió: "Ni pecó éste ni sus padres, sino para que resplandezcan en él las obras de Dios. Nosotros debemos hacer las obras del que me envió mientras es de día. Viene la noche cuando nadie puede obrar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo". Dicho esto, escupió en tierra e hizo lodo con la saliva, le untó con ello los ojos y le dijo: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé" (que significa Enviado). Fue, se lavó y volvió viendo.

    Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes, pues era mendigo, decían: "¿No es éste el que se sentaba a pedir?" Unos decían: "Es éste". Y otros: "No, sino uno que se le parece". Pero él decía: "Soy yo". Y le preguntaban: "Pues ¿cómo se te han abierto los ojos?" El contestó: "El hombre llamado Jesús hizo lodo, me ungió los ojos y me dijo: `Ve a lavarte a Siloé'. Fui, me lavé y vi". Y le dijeron: "¿Dónde está ése?" Contestó: "No lo sé".

    Llevaron a los fariseos al que antes había sido ciego, pues era sábado el día en que Jesús había hecho lodo y abierto sus ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo cobró la vista, y él les dijo: "Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo". Algunos fariseos dijeron: "No es de Dios este hombre, porque no guarda el sábado". Otros decían: "¿Cómo puede hacer tales milagros un hombre pecador?" Y había desacuerdo entre ellos. Preguntaron de nuevo al ciego: "¿Qué dices tú de él, ya que te abrió los ojos?" El dijo: "Que es un profeta".

    Los judíos no creyeron de él que hubiera sido ciego y ahora viese hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste vuestro hijo, del que decís vosotros que nació ciego? ¿Pues cómo ve ahora?" Y contestaron los padres: "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo ve ahora no lo sabemos; ignoramos quién abrió sus ojos. Preguntadle a él; sus años tiene; él hablará de sí mismo". Sus padres hablaron así porque temían a los judíos, que habían ya decretado que quien reconociese a Jesús por el Cristo fuese expulsado de la sinagoga. Por eso los padres dijeron: "Sus años tiene; preguntadle a él".

    Llamaron, pues, otra vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: "Da gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es pecador". "No sé si es pecador —respondió él—; sólo sé que yo era ciego y ahora veo". Le dijeron entonces: "¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?" Les respondió: "Ya os lo dije y no me escuchasteis. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?" Ellos le injuriaron diciendo: "Tú eres su discípulo; nosotros lo somos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios. Pero de éste no sabemos de dónde es". El hombre les contestó: "Eso es lo maravilloso: que vosotros no sabéis de dónde es y El ha abierto mis ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que lo teme y hace su voluntad. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si El no fuera de Dios, nada podría hacer". Le respondieron: "Todo tú eres pecado desde que naciste y ¿nos enseñas a nosotros?" Y lo expulsaron.

    Oyó Jesús que lo habían expulsado y, encontrándolo, le dijo: "¿Tú crees en el Hijo de Dios? El le respondió: "¿Y quién es, Señor, para que crea en El?" Jesús le dijo: "Lo estás viendo, es el que habla contigo". Respondió: "Creo, Señor". Y lo adoró" (Jn 9,1-38).


    2.
    Comentario a la curación del ciego de nacimiento

    "En esta narración aparecen maravillosamente descritas las actitudes de diversos hombres ante la luz de Jesús que encuentran en su camino.

    Jesús

    Es el protagonista indiscutible de la narración.

    El es quien toma la iniciativa y se acerca al ciego de nacimiento.

    Empieza por hacerle que reconozca su ceguera:

    ..."Hizo lodo con la saliva, le untó con ello los ojos" (9,6), y le pide que se abra a la posibilidad de que el Enviado le abra los ojos: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé" (9,7). Cuando el ciego ha recobrado la vista y, tras un duro forcejeo con las tinieblas que lo tenían esclavizado, rompe con ellas, Jesús se le acerca de nuevo y se le muestra como el Señor, el Enviado de Dios, a quien el ciego reconoce con los ojos de la fe (9,38).

    El ciego

    Representa en la narración al hombre que pasa de las tinieblas a la luz.

    Este proceso se inicia a partir de un primer encuentro con Jesús y culmina con un nuevo encuentro, en el que le reconoce como Señor.

    En el primer encuentro con Jesús reconoce su ceguera y abre así el camino a la intervención del Espíritu de Dios. Entonces recobra la vista y 'se produce en él una transformación tan grande, que la gente se pregunta si es el mismo de antes.

    El confiesa que "el hombre llamado Jesús" (9,11), del que todavía sabe muy poco, está en el inicio de su transformación. Esa confesión le enfrentará a las tinieblas, representadas por los fariseos de la narración.

    Tiene lugar en seguida el enfrentamiento con los enemigos de la luz, como era de esperar. Pero el ciego, en lugar de claudicar, lucha, y ello le hace ir viendo cada vez con mayor claridad.

    A la vista de los "signos" que realiza Jesús, le reconoce como Profeta (9,17).

    Se muestra más tarde como un verdadero discípulo de Jesús y así se lo echan en cara los fariseos: "Tú eres su discípulo..." (9,28).

    A medida que la oposición arrecia, la luz va brillando con mayor resplandor y el ciego termina por reconocer a Jesús como "procedente de Dios" (9,33), lo que le vale la expulsión de la sinagoga. De este modo se consuma su ruptura con el poder de las tinieblas y se empieza a vislumbrar el final del proceso que dejará expedito el camino a la luz.

    Es entonces cuando nuevamente se encuentra con Jesús y es capaz de reconocerle como Señor, postrándose ante El (9,38).


    Los fariseos

    Representan el poder de las tinieblas.

    El pueblo les pide su testimonio sobre esa luz de Jesús que empieza a brillar:

    "Llevaron a los fariseos al que antes había sido ciego" (9,13).

    Ellos responden así a la petición del pueblo: juzgan a la luz:

    "No es de Dios este hombre, porque no guarda el sábado" (9,16).

    Se niegan a aceptarla:

    "Los judíos no creyeron de él que hubiera sido cie'go y ahora viese..." (9,18).

    Le condenan y quieren que lo condene también el mismo hombre que había sido iluminado por él:

    "Da gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es pecador" (9,24).

    Al ver que alguien abandona las tinieblas, le amenazan, le "injurian" (9,28) y le condenan:

    "Todo tú eres pecado desde que naciste y ¿nos enseñas a nosotros? Y lo expulsaron" (9,34).

    Al fin esa misma luz a la que ellos condenaron es la que les condena a ellos:

    "Si fuerais ciegos no tendríais pecado; pero como decís que veis, vuestro pecado sigue ahí" (9,41).


    Las gentes del pueblo y los padres del ciego

    Representan al hombre que ha percibido los primeros destellos de luz, pero no se atreve a dar testimonio de ella.

    Las gentes del pueblo son testigos de la transformación que se ha producido en el ciego, no aciertan a explicársela; en principio están abiertos a la luz, y le preguntan al ciego: "¿Dónde está ése?" (9,12); pero aquellas gentes se hallan demasiado ligadas a la luz que brilló en otro tiempo —los fariseos— y no perciben que esa débil luz ya ha sido eclipsada por la nueva luz de Jesús.

    Su más grave error, querer juzgar al "sol que nace de lo alto" (Lc 1,78) con los criterios de una sinagoga cuya luz ya se estaba extinguiendo:

    "Llevaron a los fariseos al que antes había sido ciego" (Jn 9,13).

    Los padres del ciego prefieren la seguridad de las tinieblas a la luz. Han percibido la luz, pero no se atreven a dar testimonio de ella. Temen ser transformados por esa luz y se arredran ante la exigencia de tener que romper con un poder de las tinieblas (los fariseos, la sinagoga, etc.) que les había dado seguridad hasta entonces:

    "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Cómo ve ahora no lo sabemos; ignoramos quién abrió sus ojos. Preguntadle a él; sus años tiene; él hablará de sí mismo.

    Sus padres hablaron así porque temían a los judíos, que habían ya decretado que quien reconociese a Jesús por el Cristo fuese expulsado de la sinagoga" (9,20-23).


    Encuentro con Jesús "luz"

    El ciego de nacimiento, cuando se encontró con Jesús, halló luz para sus ojos y para su vida.

    Nuestro encuentro con Jesús será también un encuentro con la luz".

    (SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS, Etapas de un caminar, Paulinas, Madrid 19793, 88).


    3. Conversión

    "Convertíos. Es decir, desandad el camino andado. Volved a la fuente: una vuelta hecha de impulso generoso hacia Dios y hacia el prójimo, amado con sinceridad y verdad; una vuelta que sea también desprendimiento eficaz de cuanto tiene para poder destruir: el pecado personal y social. Cualquier explotación e idolatría" (CEEC, Biblia para la iniciación cristiana 2, SNC, Madrid 1977, 95). .

    El que se convierte realiza en su vida, por la fuerza del Espíritu Santo, un tránsito del pecado o condición de hombre viejo a la vida de gracia o renacimiento en Dios. El hombre pecador se transforma en hombre nuevo, que vive como hijo de Dios y se reconoce hermano y amigo de todos los hombres. Ha pasado de lased a saciarse con el "agua viva", de la ceguera a la luz, de la muerte a la vida.

    La auténtica conversión, tal como la entiende Jesús, se da cuando el hombre no confía en sí mismo ni quiere conseguir su salvación por sus propias fuerzas, sino que deja de mirar a sí mismo y confía audazmente en Dios y de El espera todo bien.

    Salimos de la situación de pecado y separación de Dios porque Dios mismo, por su Espíritu y su gracia, nos da luz para este cambio y nos vigoriza y consuela; sin embargo, Dios no quiere, con su gracia, forzarnos a la conversión.

    Cuando Dios invita al hombre a convertirse a El le pide que actúe responsable y libremente. Dios quiere que escuchemos sus llamamientos y que cumplamos su voluntad según nuestro propio juicio. Por esto se nos ha dado la facultad de conocer lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer" (CEEC, Con vosotros está 2, SNC, Madrid 1976, 198).


    4.
    Palabra de Dios

    "Al oír esto, los dos discípulos siguieron a Jesús. Se volvió Jesús, y al ver que lo seguían les preguntó: `¿Qué buscáis?' Le contestaron: `Rabí (o sea, Maestro), ¿dónde vives?' Jesús les dijo: `Venid y lo veréis'. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con El el resto del día..." (Jn 1,37-39).

    "Cuando iban de camino, alguien le dijo: `Te seguiré adondequiera que vayas". Jesús le respondió: `Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza'.

    A otro le dijo: `Sígueme'. El contestó: `Permíteme ir primero a enterrar a mi padre'. Pero Jesús le dijo: `Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios'.

    Otro le dijo: `Te seguiré, Señor, pero permíteme que me despida de los míos'. Jesús entonces le contestó: `Todo el que pone la mano en el arado y mira atrás, no sirve para el reino de Dios' " (Lc 9,57-62).

    "Entrad por la puerta estrecha, porque la puerta ancha y el camino amplio conducen a la perdición, y muchos entran por ellos. El camino y la puerta que conducen a la salvación son estrechos, y son pocos los que dan con ellos" (Mt 7,13-14).

    "Cuando oyeron todo esto, muchos de los que habían seguido a Jesús dijeron: `¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién puede soportarlo?' (...).

    A partir de ese momento, muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirlo. Jesús preguntó a los Doce: `¿También vosotros queréis dejarme?' Pedro contestó: `Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna...' " (Jn 6,60-69).


    5.
    Los discípulos de Emaús

    "Aquel mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea distante de Jerusalén sesenta estadios, llamada Emaús. Conversaban de todos estos sucesos, y mientras ellos hablaban y discurrían, Jesús mismo se les acercó y caminaba con ellos. Pero sus ojos estaban impedidos para reconocerlo. Y les dijo: `¿Qué conversación es la que lleváis en el camino?' Y se detuvieron entristecidos. Uno de ellos, llamado Cleofás, respondió: `Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha sucedido en ella estos días'. Y les dijo: `¿Qué?' Y ellos le contestaron: `Lo de Jesús de Nazaret, un hombre que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron nuestros pontífices y magistrados para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que sería El quien libertara a Israel, pero a todo esto ya es el tercer día desde que acaecieron estascosas. Por cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han dejado asombrados: fueron muy temprano al sepulcro y, no habiendo encontrado su cuerpo, volvieron hablando de una aparición de ángeles, que dicen que vive. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y lo encontraron todo como las mujeres han dicho, pero a él no lo vieron'.

    Entonces les dijo: `¡Oh necios y tardos de corazón para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que Cristo sufriera todo eso para entrar en su gloria?' Y empezando por Moisés y todos los profetas, les interpretó lo que sobre El hay en todas las Escrituras.

    Llegaron a la aldea donde iban y El aparentó ir más lejos, mas ellos lo forzaron, diciendo: `Quédate con nosotros, porque es tarde y ya ha declinado el día'. Y entró para quedarse con ellos. Puesto a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Y sus ojos se abrieron y lo reconocieron, y desapareció de su lado.

    Y se dijeron uno a otro: `¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?' Se levantaron inmediatamente, regresaron a Jerusalén y encontraron reunidos a las once y a sus compañeros, que decían: 'Verdaderamente el Señor ha resucitado y se apareció a Simón'. Y ellos contaban lo del camino y cómo lo reconocieron al partir el pan" (Lc 24,13-35).


    6.
    ¿Qué es el catecumenado?

    "El catecumenado es un proceso de evangelización que desemboca en la comunidad cristiana. Como tal implica una iniciación en la experiencia de fe y, al mismo tiempo, la creación de una comunidad cristiana (si ésta no existe) o la integración en ella (si ya existe)".

    "La fe es algo que va poco a poco madurando. Es como una semilla destinada a crecer lenta, silenciosa, eficazmente (Mt 13,31-32). Al principio, sólo un germen de fe; al final, la fe adulta; en medio, un proceso de maduración, una etapa de tránsito entre la fe inicial y la fe adulta. Si la fe inicial es el fruto de la acción evangelizadora y testimonial de la comunidad cristiana, la fe adulta es fruto de la acción catequética (catecumenal), y el desarrollo de la fe inicial".

    "¿En qué consiste el proceso de evangelización? La parábola del sembrador, de forma resumida y admirable, nos aporta los elementos fundamentales (Mc 4,1-20). El sembrador necesita dos cosas: la semilla y el campo. La semilla es la palabra de Dios y el campo es el mundo, la vida, el hombre. Evangelizar supone echar semilla en el campo. Así pues, la palabra de Dios incide en el campo de la historia humana, fecunda la vida del hombre, se hace acontecimiento personal, social o eclesial.

    El proceso de evangelización (y, por tanto, el proceso catecumenal) supone una penetración salvadora de la palabra de Dios en la vida del hombre. No hay realidad humana que no pueda ser iluminada, juzgada y transfigurada por la palabra de Dios. El proceso de evangelización asume en profundidad la vida misma: el sentido de la vida, el cambio personal y social, la relación con los otros, el amor, la libertad, la sexualidad, la afectividad, la familia, el divorcio, el trabajo, la explotación, el paro, el hambre, la sociedad de consumo, la política, la violencia, los derechos humanos, la religión, la verdad y la justicia, el dinero, la propiedad, las grandes diferencias sociales, las estructuras, los sistemas políticos y económicos, la construcción de la paz, la defensa de la vida humana, el aborto, el asesinato y la tortura como armas políticas, la ciencia y la técnica, el mal, la soledad, la incomunicación, la ruptura, la enfermedad, la muerte, la esperanza" (cf ICA, Doc. 2, pp 3, 10, 11).


    ¿Por qué un catecumenado?

    La pregunta no es extraña. Si ya se está bautizado y formamos parte de la Iglesia, ¿cuál es el sentido de un catecumenado que la Iglesia primitiva hacía en orden a recibir el bautismo?

    Analicemos algunas razones que expliquen este hecho:

    Bautizados, sí; pero con una fe infantil. La primera razón que justifica y exige el catecumenado es la fe infantil con que vivimos los cristianos. Necesitamos recorrer el camino, como si no estuviéramos bautizados.

    "En un contexto en el que muchos bautizados no tienen sino una `fe sociológica', pues `nunca llegaron a tomar conciencia de los compromisos que comporta su fe' ni `a una aceptación personal y consciente de su ser cristiano', el catecumenado se presenta como `una etapa durante la cual se desarrolla la fe recibida en el bautismo'. Se trata de un catecumenado posterior al bautismo, es decir, para adultos bautizados, pero insuficientemente evangelizados y catequizados.

    En efecto, muchos fueron bautizados de niños, recibieron una catequesis de niños, recibieron la eucaristía, recibieron quizá también una catequesis de muchachos antes de la confirmación; se produce la desbandada. Sin llegar a la fe adulta, pasan a formar parte del amplio número de los alejados. Sin reiterar el bautismo y la confirmación, el catecumenado pretende los mismos objetivos que el catecumenado prebautismal: una personalización comunitaria de la fe y de toda la fe de la Iglesia" (ICA, Doc. 2, p. 16).

    Juan Pablo II dice: "Entre estos adultos que tienen necesidad de la catequesis, nuestra preocupación pastoral y misionera se dirige a los que, nacidos y educados en regiones todavía no cristianizadas, no han podido profundizar la doctrina cristiana que un día las circunstancias de la vida les hicieron una catequesis proporcionada a esa edad, pero que luego se alejaron de toda práctica religiosa y se encuentran en la edad madura con conocimientos religiosos más bien infantiles; a los que, aun habiendo nacido en países cristianos incluso, nunca fueron educados en su fe y, en cuanto adultos, son verdaderos catecúmenos" (CT 44).

    Rejuvenecimiento de la Iglesia. Otra razón es que la Iglesia ha perdido muchos rasgos de su estilo comunitario originario. La crisis religiosa de la Iglesia exige una profundización en la palabra de Dios que le lleve a redescubrir su talante comunitario. Así describe a la Iglesia el Directorio General de Pastoral Catequética:

    "La fe cristiana de muchos ha pasado una grave crisis en aquellos lugares donde la religión parecía favorecer demasiado las prerrogativas de algunas clases sociales o donde se apoyaba más de lo justo en costumbres de antaño y la unánime confesión religiosa de la región.

    Poco a poco las masas van cayendo en el indiferentismo religioso o corren el peligro de guardar la fe sin el necesario dinamismo, sin influjo eficaz en la vida real. Ahora, más que de conservar sólo costumbres religiosas transmitidas, se trata sobre todo de fomentar una adecuada reevangelización de los hombres, de obtener una más profunda y madura educación en la fe" (DGPC 6).

    "Muchos bautizados de tal manera se apartaron de la religión que profesan cierto indiferentismo o casi ateísmo (...). Se dan también casos en los que la fe cristiana se halla contaminada por una nueva forma de paganismo, aunque todavía permanezcan cierto sentido religioso y cierta fe en el Ser supremo".

    "En estos casos lo más necesario es la renovación del ministerio de la palabra, sobre todo de la evangelización y de la catequesis..." (DGPC 7).

    Hacia una fe adulta. La tercera razón es consecuencia de las dos anteriores. Si se parte de una "fe infantil" y de una Iglesia que necesita rejuvenecerse, urge que los cristianos tengan y vivan una fe adulta y responsable que les permita hacerse presente en el mundo con la autoridad del testimonio y la fuerza de la Palabra.

    Las características de esa "fe adulta" pueden sintetizarse en las siguientes: