CATEQUESIS 2


LA FE SIGNIFICA CREER EN 'ALGUIEN


PRESENTACIÓN

En la catequesis anterior se vio claramente que las "prácticas religiosas" constituyen la forma más común que tienen muchas personas de expresar su fe, y, sin embargo, dichas prácticas forman un ropaje, muchas veces, vacío de auténtico sentido cristiano y de auténtica fe.

Cuando una vida cristiana queda reducida a simples formulismos externos, no es de extrañar que surja el aburrimiento, el cansancio y hasta el hastío ante "lo religioso". Los mayores mantienen sus tradiciones y costumbres. Los jóvenes se sienten extraños y ajenos. ¿Por qué?

Tenemos que ser conscientes de que en el centro de las prácticas cristianas tiene que estar Cristo; de lo contrario, todo nuestro comportamiento religioso se convierte en una simple apariencia.

En el fondo de todo este problema está flotando una pregunta: ¿Qué es la fe? Cuando uno dice que es creyente, ¿qué cree o en quién cree? Por eso, la importancia de esta catequesis está en descubrir que la fe no es creer en algo, sino en alguien, y ese Alguien es Jesucristo. De ahí que deba surgir el deseo de conocerle, aceptarle y seguirle. Es decir, es necesario dar un giro a la "fe", entendida como cumplimiento de prácticas religiosas.


 

Primera parte

Buscando el sentido de la fe


1. Buscar el sentido de la fe es una exigencia básica de todo cristiano. Ciertamente, nunca hemos alcanzado el suficiente nivel de maduración en la fe como para decir "basta". Por eso, cualquiera que sea nuestra situación, hemos de estar en
actitud de búsqueda.

Puede resultar, además, que no sólo no hayamos alcanzado la madurez suficiente, sino que estemos al margen del "sentido auténtico de la fe". Entonces la urgencia se acentúa. Cuanto se dice en la Presentación (procura releerlo) puede servir de ambientación a esta primera parte de la catequesis.

El montaje audiovisual titulado "Algo-Alguien" ofrece ya en su titulación dos realidades distintas como objeto de la fe: "Algo", síntesis de lo impersonal y de lo inerte, y "Alguien", expresión de lo personal, vivo y con quien cabe una relación. ¿En qué polo hemos centrado nosotros la fe?

 

2. Reflexión y diálogo

Las cuestiones que han de servir de pautas para el diálogo en grupo serán las siguientes:

a) ¿Qué es lo que más te ha impresionado del montaje y por qué?

b) Tus prácticas religiosas, ¿con qué se identifican: con creer en "Algo" o creer en "Alguien"?

c) ¿Qué otros términos o contenidos pondrías tú en vez de ese "Algo" o ese "Alguien"?


3. Síntesis

Creer en Algo: arriba, miedo, reyes, poderosos, ceremonias, solo...

Creer en Alguien: aquí, amor, libertad, pobres, fiesta, juntos...

Dos modos de vivir la fe cristiana. ¿Válidos los dos? ¿Con cuál te quedas?

La conclusión sigue siendo de actualidad: Hay que redescubrir la fe.


4. Momento de oración

Desde la experiencia de haber reconocido que en nuestra vida han sido muchas las veces —quizá todavía— en que hemos estado "creyendo en algo", es cuando tiene sentido cantar o recitar el Salmo 115, himno al Dios "Alguien".

Himno al Dios verdadero .

"No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da gloria.

¿Por qué han de decir las naciones:
`dónde está Dios'?

No a nosotros...

Sus ídolos son plata y oro.
Eso es su dios.

No a nosotros...

La fuerza, el poder y el dinero.
Eso es su dios.

No a nosotros...

Nosotros en Dios confiamos.
Es nuestro Dios.

No a nosotros...

Señor del cielo y la tierra.
Es nuestro Dios.

No a nosotros..."


 

Segunda parte

A Dios no le ha visto nadie

 

1. Introducción

¿Quién es ese "Alguien" del que hemos hablado? No basta con decir: Dios. Porque, ¿quién es Dios? ¿Cómo es? La Escritura dice que "a Dios no lo ha visto nadie" (1 Jn 1,13). Por eso la pregunta sobre Dios es antigua. Moisés había experimentado a Dios, pero no sabía qué decir de El:

"Moisés replicó a Dios: Mira, yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros; si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo? Dios dijo a Moisés: Soy el que soy; esto dirás a los israelitas: Yo soy me envía a vosotros... Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación" (Ex 3,13-14).

Posiblemente nosotros tengamos muchas "imágenes" y muchos "nombres" y "títulos" acerca de Dios, pero ¿son auténticos?, ¿reflejan la realidad? Descubrir, por tanto, a Dios es el objeto de esta sesión catequética y, consecuentemente, revisar y purificar las deformaciones que tengamos de Dios.


2. Diálogo en grupo

  1. Dios, ¿significa algo en tu vida? Con otras palabras: Si tú no fueras creyente, ¿tu vida actual sería distinta o prácticamente sería igual? Conviene explicar las respuestas.

  2. Si un ateo te preguntara por qué crees y en quién crees, ¿qué respuesta darías?

  3. ¿Cuál es la "imagen" de Dios que más ha prevalecido en tu vida? Consulta las Imágenes de Dios, cuyo texto se encuentra en Documentación, 1 Imágenes de Dios, y elige aquellas con las que mejor te identificas. Explica por qué.


3.
El rostro auténtico de Dios

Efectivamente, a "Dios nadie lo ha visto nunca" (1 Jn 1,13), porque "Dios es amor" (Jn 1,8). Por tanto, Dios no es una "idea" ni un "concepto", sino Alguien a quien se le reconoce en el encuentro personal, por la experiencia. Dios se da a conocer en sus obras.

Los rasgos genuinos de Dios aparecen en la Escritura. Consultar los textos de la, Sagrada Escritura que aparecen en la Documentación, 2 Palabra de Dios.


4. Momento de oración

Himno al Dios vivo

"Quien diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde.
Decid, si preguntan dónde,
que Dios está —sin mortaja—
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde".

(Cf Te está cantando el martillo, Himno de Hora Sexta, ordinario, en Liturgia de las Horas).


Tercera parte

Cristo, centro de la fe


1. Introducción: una pregunta clave

No pocas veces los cristianos vivimos una fe fundamentada exclusivamente en el Dios del Antiguo Testamento. El Dios en quien creemos responde al Dios de los profetas: el Dios de Abrahán, Isaac, Jacob; el Dios del Exodo y del Sinaí, etc. ¿Y el Dios encarnado en Jesucristo?

La pregunta clave la hace el mismo Jesús preguntando sobre sí:

"Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas. El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" (Mt 16,13-14).

Descubrir a Jesús es fundamental, porque ese "Alguien" para la fe cristiana ciertamente es Dios, pero revelado y encarnado en Jesucristo. De ahí que el objetivo de esta tercera parte sea revisar nuestra fe en relación con Jesús.


2.
Diálogo en grupo

De modo análogo al diálogo mantenido en la segunda parte respecto a las "imágenes de Dios", ahora se realiza en torno a Jesús.

  1. ¿Eras consciente de que "ser cristiano" es fundamentalmente aceptar y seguir a Jesús o, por el contrario, te conformabas con saber que eras "creyente", sin preocuparte de más?

  2. ¿Qué "imágenes" o "concepciones" existentes sobre Jesús han pesado más en tu vida? Consultar la documentación Imágenes de Cristo, que aparece en Documentación 3. Imágenes de Cristolas págs. 70-73.

  3. ¿Qué "actitud" en relación con Jesús has asumido normalmente en tu vida cristiana? Consultar el texto que aparece en Documentación 4. Actitudes subyacentes en las imágenes de Jesús.


3.
El Jesús en quien creemos

La fe cristiana auténtica no desfigura a Jesús. ¿Cómo es entonces? La palabra de Dios nos perfila sus rasgos. Consultar los siguientes textos bíblicos en Documentación 5. Palabra de Dios, o bien leerlos directamente de La Santa Biblia:

Jesús, hombre como los hombres (Heb 2,17; 4,15-16).

Jesús, el Mesías (Lc 4,16-21.; 7,20-23).

Jesús, el Resucitado (Lc 24,5-7).

Jesús, el Señor, es nuestra salvación (He 2,22-24; 4-11-22).

Jesús, principio y fin de la historia (Ap 1,17-18; 21,6-7).


4. Momento de oración

Himno cristológico (síntesis de fe)

"El, a pesar de su condición divina,
no se aferró a su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó obedeciendo hasta la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el `nombre-sobre-todo-nombre';
de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo
y toda lengua proclame
que Jesucristo es Señor
para gloria de Dios Padre" (Flp 2,6-11).


 

Documentación


1.
Imágenes de Dios

Muchas son las posturas que se dan en relación con Dios. Y aun para los "creyentes", Dios es contemplado y vivido de muchas y muy diferentes maneras. ¿Por qué esta diversidad ante los creyentes de una misma religión? Porque son diferentes las actitudes de los hombres ante Dios, es decir, son diferentes los "puestos" que los hombres dan a Dios en su vida. Veamos diversas concepciones de Dios.

Es una realidad que no preocupa. Mantengo una actitud indiferente ante ella. Prescindo. No sé si existe, pero tampoco me estorba el que exista ni me dice nada. Mi vida sigue su ritmo.

Es una incógnita, un interrogante, un misterio. Su existencia se me presenta como un tremendo peso. Me angustia su existencia, porque para mí representa el mundo de lo desconocido, de lo tremebundo, de lo incontrolable. No incide en mi vida, pero le afecta como preocupación.

Es una ilusión. No existe, pero necesito de El. La conciencia de limitación, de frustración y de la necesidad de salir de mí mismo hace que me "invente", me "cree" un "dios" a quien recurrir para satisfacer mis ansiedades. También cuando era niño me creaba mis ilusiones para poder ser feliz. En cierta manera, este refugio de la "ilusión" está desequilibrando mi vida, mi personalidad, pero lo prefiero así.

Dios es la expresión que sintetiza los valores humanos. Creo en el hombre, en el amor, en la justicia, en la verdad, etc. Cada uno de esos "valores" es dios. Ciertamente, no es una realidad trascendente. Es el arquetipo del "valor" humano. Por tanto, dice algo a mi vida en cuanto me dice la promoción humana, el desarrollo del hombre, etc.

Es un ser lejano, terrible, castigador. Dios es un juez y su relación con el hombre es de "inspector", atento a la caza del mal que se realice. Me interesa no pensar en El, porque me aterra al reconocer los muchos fallos que tengo. Yo le rezo para que me libre de la condena, del castigo.

Dios es como un "paño de lágrimas". Dios es muy bueno y todo lo puede. Siempre que estoy en apuros recurro a El. Siempre escucha. Para las recomendaciones es único. No te pide nada a cambio. En mi vida, ante la más mínima dificultad o contrariedad ya estoy recurriendo a El.

Dios es un padre providente y amoroso con quien mantengo una relación de padre-hijo. Antes de que yo pudiera amar a Dios, Dios me amaba a mí y por eso me creó. Mi vida sin El no tendría sentido, por eso es el centro de ella y la configuro según .Dios quiere.

También pueden valer estas otras "concepciones de Dios":

"Dios terrible. Es un Dios al que se le tiene pánico. Los hombres cumplen su Ley para evitar el castigo eterno que vendría implacablemente sobre ellos en caso de transgresión. Es un Dios capaz de hacer un infierno horrible para los condenados.

Dios burócrata. Es un Dios que no mira al corazón ni tiene en cuenta las intenciones del hombre. Sólo le preocupa que los hombres cumplan las formalidades externas: que asistan a misa todos los domingos y fiestas de guardar, que cumplan los ritos prescritos por las leyes de la Iglesia, que guarden el ayuno y la abstinencia los días señalados...

Dios lejano. Es un Dios que está en las nubes o más arriba todavía. Del hombre ni se ocupa.

Dios salvavidas. A El se recurre cuando las cosas empiezan a no tener remedio. A menudo se le conoce con otros nombres, tales como Santa Gema, Jesús del Gran Poder, el Niño de la Bola, Jesús de Medinaceli, el Cristo de mi pueblo.

Dios caprichoso. Reparte la fortuna y las desgracias a voleo. "Alguna vez te tenía que tocar". "Era su sino"...

Dios aguafiestas. Es un Dios que prohíbe todo lo que al hombre le gustaría hacer. Este Dios se "recrea" viendo cómo el hombre hace "sacrificios": cómo se priva de la comida, del sueño o de una distracción sin otro objeto que mortificar su cuerpo y darle gloria.

Dios Padre. Es un Dios que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y vida (Ez 18,23).

Es un Dios "que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos" (Mt 5,45).

Es un Dios que quiere a sus hijos tal como son. Y que, al igual que todo buen padre de la tierra, también muestra sus preferencias por los más pequeños, los subnormales, los más débiles...

 

Nosotros, ¿en qué Dios creemos?

Para descubrirlo, analicemos los sentimientos que la imagen de Dios que llevamos produce en nosotros. Si nos atemoriza, es un Diós terrible.

Si nos hace ser estrictos cumplidores de la letra y no precisamente del espíritu de su Ley, es un Dios burócrata.

Si nos trae sin cuidado, es un Dios lejano.

Si sólo nos sirve para cuando tenemos que pasar un mal trago, es un Dios salvavidas.

Si nos irrita su proceder, es un Dios caprichoso. Si nos fastidia acordarnos de El, es un Dios aguafiestas.

Si su compañía nos da confianza, nos hace sentirnos libres y nos impulsa a servirle en los hermanos más pobres, ese Dios en quien creemos es el Dios Padre revelado por Jesús".

(SECRETARIADO DIOCESANO DE CATEQUESIS, Etapas de un caminar, Paulinas, Madrid 1979 3, 148-150).


2. Palabra de Dios

Dios creador

"Al principio creó Dios el cielo y la tierra (...). Después dijo Dios: `Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra propia semejanza. Domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre las fieras campestres y sobre los reptiles de la tierra'. Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó (...).

Dios bendijo este día y lo santificó porque en él había cesado de toda obra de su actividad creadora. Tal fue el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados" (Gén 1,1.26-27; 4,3-4).


Dios salvador de su pueblo

"Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Ocultó Moisés la faz, pues temía mirar a Dios.

Yavé siguió diciendo: `He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arranca su opresión y conozco sus angustias. He descendido para librarlo de la mano de los egipcios, sacarlo de aquella tierra y llevarlo a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel' (...). Moisés dijo a Dios: `Bien, yo me presentaré a los hijos de Israel y les diré: El Dios de nuestros padres me ha enviado a vosotros. Pero si ellos me preguntan: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?'. Y Dios dijo a Moisés: `Yo soy el que soy. Así' responderás a los hijos de Israel: Yo soy me ha enviado a vosotros' " (Ex 3,6-8.13-14).


Dios Padre providente

"Sión decía: `Yavé me ha abandonado, el Señor se ha olvidado de mí'. ¿Puede acaso una mujer olvidarse del niño que cría, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella lo olvidara, yo no me olvidaría de ti" (Is 49,14-15).

"Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo, pensando qué ropa os vais a poner. ¿No es más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Ved cómo las aves del cielo no siembran, ni cosechan, ni guardan en bodegas y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que las aves?

(...) ¿Por qué, pues, preocuparos por lo que vais a comer o beber o por lo que vais a vestir? De esas cosas se preocupan los que no conocen a Dios. Pero vuestro Padre sabe que necesitáis todo eso" (Mt 6,25-26.31-32).

 

3. Imágenes de Cristo

Al igual que sucede con las "imágenes" que ponemos de Dios, puede pasar con la concepción o imagen que de Cristo prevalezca en nuestra vida. Ser "cristiano" significa haber aceptado a Cristo; pero ¿de qué "Cristo" se trata?

Fue un gran personaje que hizo mucho bien a los hombres. Como Cristo han existido muchos "personajes". Aunque hace mucho tiempo que vivió, su recuerdo aún permanece y es "modelo de vida". Yo lo admiro y quisiera imitarle en muchas cosas.

Fue un gran revolucionario que cambió el rumbo de la historia. Se enfrentó con el poder establecido. Asumió un quehacer político para bien de su pueblo. Yo lo considero como un precursor del humanismo liberador de la alienación del hombre.

Jesucristo es un "recuerdo" agradable de la infancia. Aún recuerdo las explicaciones del catecismo y rezo algunas oraciones de entonces. En mi vida de ahora no puedo "ir a la iglesia", pero no olvido lo que aprendí en la infancia.

Jesucristo "fue" alguien en la infancia, pero hoy no significa nada. Por supuesto que Cristo ha tenido resonancia en mi vida de niño. Era parte de la educación que recibí. Comprendo que ahora no significa nada. La vida ha cambiado mucho. Hay otros criterios. Aconsejo, sin embargo, a los niños que vayan a la "iglesia".

Es Dios y permanece entre nosotros a través de sus imágenes. Yo soy una persona muy religiosa. Para mí las cosas de Iglesia me encantan. No falto a ningún acto religioso y a ninguna procesión. En mi vida cumplo siempre con mis devociones. No se me olvida rezar ni visitar a tal o cual imagen.

Cristo es Dios-hombre. Tengo clara conciencia de quién es Jesucristo y de lo que "debe" significar para la vida del hombre. Yo "creo" en él y le "acepto". Pero es verdad que tal creencia no ha pasado de ser intelectual. No ha cambiado en nada mi vida.

Cristo es "el resucitado" que está vivo entre los hombres. Jesucristo es un ser vivo y personal. El hombre ante El no puede permanecer indiferente: o le acepta radicalmente o le rechaza. Por eso es "alguien" que actúa en mi vida y la ha cambiado.

Se pueden ver otras concepciones de Jesucristo (cf la revista Mundo Mejor 63-64 [1980] 41-43).

"Jesús, el libertador de los judíos. La historia del pueblo judío es una historia de frustraciones políticas. Se han refugiado en su religión y esperan un mecías político que libre al pueblo de la esclavitud de los romanos. Los mismos apóstoles participan de esta mentalidad (cf Lc 24,21; Mc 10,37).

El Jesús espiritual y místico de los griegos. La mentalidad griega está preocupada por otra clase de liberación: una purificación interior que pueda hacer posible la felicidad.

El Jesús de los mártires. Un rostro ensangrentado que pide imitación de sus seguidores. Fe ardiente que los lance al martirio como respuesta suprema.

El Jesús de las grandes disputas teológicas. Unos resaltan tanto la humanidad de Jesús, que se olvidan de su divinidad (nestorianismo, condenados en el Concilió de Calcedonia).

El Jesús juez de los bizantinos. Un' rostro rígido y severo que juzga y condena a cuantos no se entregaron al imperio que se ha convertido.

El Jesús caballero andante del medioevo. La figura del caballero andante, emperador y rey, tiene en esta época un atractivo especial.

El Jesús de la reforma. Se le imagina como Salvador con actitud profética y justiciera al que hay que acogerse, ya que uno nada puede hacer para salvarse.

El Jesús racionalizado o de la "razón crítica". Para unos es una farsa. Para otros es un "mito". Otros miran a Jesús como figura humana excepcional, idealista y gran maestro.

El Jesús ciencia. "Jesús, corazón del mundo". Brota del intento de compaginar la ciencia y la técnica con el Jesús de los evangelios, alfa y omega. Cristo universal. Corazón de la evolución...

El Jesús del mundo secular. "Jesús, hombre libre para los hombres". En un mundo que ha perdido el sentido de Dios, se le quiere presentar una imagen de Jesús hombre entregado por los hombres, libre hasta la muerte y en actitud creadora. Jesús es el hombre para los hombres (Bonhoeffer, Tillich, Cox...).

El Jesús de un mundo en revolución: "El Cristo liberador. Cristo guerrillero". Florece esta imagen en unas situaciones injustas, con estructuras alienantes, y en donde la salvación tiene que pasar necesariamente por la violencia. Si Jesús es el supremo salvador y liberador de todo mal, también lo será de esta opresión, y si es necesario; por la violencia".

 

4. Actitudes subyacentes en las imágenes de Jesús

"Las cosas no nos son indiferentes. Despiertan en nosotros simpatía o antipatía, gustos y necesidades, intereses y apreciaciones que están siempre debajo de toda postura; veamos algunas de ellas:

a) Actitud interesada

Vemos, buscamos y aceptamos únicamente lo que nos gusta ver, buscar y aceptar:

"Está mal de la cabeza", dicen los familiares de Jesús (Mc 3,20).

Los discípulos se oponen a Jesús y andan con El por intereses políticos (Mt 16,21; Lc 9,45; Mt 20,20).

Le buscan para que haga milagros... Le siguen porque les da de comer.


b) Actitud farisaica

Le rechazan porque su actitud, su doctrina, desmonta todo el "tinglado" humano-religioso que ellos tienen montado. Pero le acusan de no cumplir la ley o de ser blasfemo.


c) Actitud diabólica

Aceptar únicamente una parte de la figura de Jesús y proponerle otros medios para llevar a término su mensaje: ofrecerle un mesianismo de la abundancia, el del milagro y el de la política.

Esta forma de aceptar y no aceptar a Jesús es la mejor manera de destruirla desde dentro.


d) Actitud del creyente

"¿Quién eres tú, Señor, para que crea en ti?" (Jn 4,25).

Un cristianismo auténtico y vigoroso vive de una imagen de Jesús. Esto exige una profundización y purificación constante de nuestras imágenes de Jesús y de las actitudes que las sustentan, para que no resulten unas imágenes falseadas como tantas veces nos sucede. Quizá tengamos que decir: "Señor, te he traicionado, pero te sigo buscando"; esto es lo que nos invita a seguir en la reflexión cristológica".

 

5. Palabra de Dios

Jesús, hombre como los hombres

"Por eso tuvo que hacerse semejante en todo a sus hermanos para llegar a ser el sumo sacerdote que pide por ellos el perdón, siendo a la vez compasivo y fiel en el servicio de Dios (...).

Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, ya que él mismo fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción delpecado. Por lo tanto, acerquémonos con confianza a Dios, que nos tiene reservada su bondad; ahí nos esperan su misericordia y su gracia y se nos dará la ayuda que necesitamos" (Heb 2,17; 4,15-16).


Jesús, el Mesías

"Fue a Nazaret, donde se había criado, y, según acostumbraba, entró el sábado en la sinagoga. Cuando se levantó para hacer la lectura, le entregaron el libro del profeta Isaías; lo desenrolló y halló el pasaje en que se lee:

`El Espíritu del Señor está sobre mí, porque El me ha consagrado.
Me envió a traer la buena nueva a los pobres, a anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor'.

Jesús, entonces, enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los presentes tenían los ojos fijos en El, y empezó a decirles: `Hoy se cumple esta profecía que acabáis de escuchar'" (Lc 4,16-21).

"Los hombres acudieron a Jesús y le dijeron: `Juan el Bautista nos ha mandado decirte: ¿Eres tú el que debe venir o debemos esperar a otro?'... Contestó a los mensajeros: `Id a contarle a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia la buena nueva a los pobres. ¡Y felices aquellos que no dudan de mí después de haberme visto!'" (Lc 7,20-23).


Jesús Resucitado

"Se asustaron mucho, y no se atrevían a levantar los ojos del suelo. Ellos les dijeron: `¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Resucitó. Acordaos de lo que os dijo cuando todavía estaba en Galilea: El Hijo del hombre debe ser entregado en manos de los pecadores y ser crucificado, pero resucitará al tercer día' " (Lc 24,5-7).


Jesús, el Señor, nuestra salvación

"Israelitas, escuchad mis palabras: Dios había dado autoridad a Jesús de Nazaret entre todos vosotros: hizo por medio de El milagros, prodigios y cosas maravillosas, como sabéis. Sin embargo, lo entregasteis a los malvados, dándole muerte, clavándolo en la cruz, según el plan de Dios, que conoció todo esto de antemano. A El Dios lo suscitó... (...) Sepa entonces con seguridad toda la gente de Israel que Dios ha hecho Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros crucificasteis" (He 2,22-24.36).

"Jesús es la piedra que vosotros los constructores despreciasteis y que se convirtió en piedra angular. En ningún otro se encuentra la salvación, ya que no se ha dado a los hombres sobre la tierra otro nombre por el que podamos ser salvados" (He 4,11-12).


Jesús, principio y fin de la historia

"Al verlo caí cómo muerto a sus pies, pero me tocó con la mano derecha y me dijo: `No temas nada, soy yo, el primero y el último. Yo soy el que vive; estuve muerto y de nuevo soy el que vive por los siglos de los siglos, y tengo en mi mano las llaves de la muerte y del infierno'" (Ap 1,17-18).

"Entonces el que se sienta en el trono declaró: `Ahora todo lo hago nuevo'. Y me dijo: `Escribe que estas palabras son verdaderas y seguras'. Y después me dijo: `Ya está hecho. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin' " (Ap 21,5-7).