CATEQUESIS 1


ESTOY BAUTIZADO, PERO ¿SOY CRISTIANO?


PRESENTACIÓN

 

Esta es la primera catequesis de todo el itinerario catecumenal. Inicias, por tanto, un camino de redescubrimiento de la fe.

Todo redescubrimiento exige hacerse preguntas, plantearse interrogantes que permitan abrir un nuevo horizonte. Y la razón es muy sencilla: uno se acostumbra a estar, a ser, sin darse cuenta a veces de dónde debe estar y cómo debe ser. Por eso, desde el principio hacemos algunas preguntas que pueden resultar extrañas y hasta duras, pero que son simple recurso para despertar de la posible "comodidad y pasividad" de vida cristiana.

Ciertamente estás bautizado, pero ¿eres cristiano?, ¿cuál es el sentido de tus prácticas religiosas?, ¿eres creyente?, ¿de verdad vives una experiencia de relación con Dios?, etc.

Estas y otras preguntas están en el fondo de todo el que quiera encontrar sentido a su fe. Por eso, en esta catequesis los objetivos que se pretenden alcanzar son los siguientes:

Por una parte, revisar nuestro modo de ser cristiano identificado, muchas veces, con realizar algunas prácticas religiosas. Tomar conciencia, por tanto, de que no se puede identificar el simple hecho de estar bautizado o de realizar prácticas religiosas con ser cristiano.

Por otra parte, reflexionamos sobre la palabra de Dios para descubrir el juicio crítico y condenatorio que en ella aparece contra todo comportamiento religioso vacío de contenido y convertido en simple ritualismo.

Y, por último, se pretende fundamentalmente que el grupo redescubra su condición de creyente, es decir, que descubra que "ser religioso" y, por tanto, "ser cristiano" es vivir una experiencia de relación con Dios.


 

 

Primera parte

¿Soy cristiano por el hecho de estar bautizado?


1.
Introducción

No es de extrañar esta pregunta, que abre la primera parte de la catequesis, porque son muchos los cristianos que se consideran tales por el simple hecho de estar bautizados o, a lo sumo, por cumplir algunas prácticas religiosas.

Antes de entrar en el diálogo conviene tener presentes algunos puntos que pueden ayudarnos a comprender la cuestión:

Posiblemente hemos sido educados en una vida cristiana basada fundamentalmente en las "prácticas religiosas". El ser bueno o malo respondía simplemente a "cumplir" o no con unas determinadas "prácticas", no importando el cómo.

Este estilo educativo ha condicionado toda nuestra forma de "ser creyente" y "cristiano". Se es más cristiano cuanto más "practicante", sin tenerse en cuenta la relación entre "práctica religiosa" y vida ordinaria. ¿Duplicidad, entonces, de vida?

Es lógico que el peso de estas dos experiencias condicione el modo de ser cristiano de muchos bautizados. Pero ¿podemos permanecer indiferentes ante esta situación? De ninguna manera, y de ahí que en grupo reflexionemos seriamente al respecto.

2. Diálogo abierto

Los miembros del grupo deben dialogar e intercambiar experiencias a partir del siguiente cuestionario:

a) ¿Cuáles son las prácticas religiosas más comunes en la vida de los cristianos?

b) Dichas prácticas, ¿son realmente cristianas? Analizar aspectos positivos y negativos.

c) ¿Consideras que las prácticas religiosas realizadas generalmente por los bautizados son suficientes en cantidad y calidad para ser cristiano?

d) ¿Tú te sientes satisfecho de las prácticas religiosas que realizas y de cómo las realizas? ¿Por qué?


3.
Síntesis: Lectura comentada sobre "España, país de misión"

Para la lectura de este texto, ver Documentación. Indicamos a continuación algunas cuestiones que pueden servir de telón de fondo a la lectura:

¿Podemos considerar a nuestro pueblo, mayoritariamente bautizado, un pueblo cristiano?

¿Hay correspondencia entre bautismo recibido y vivencia religiosa cristiana?

        ¿Se puede identificar "bautizado" con "practicante" y éste con "cristiano"?

Además de estas cuestiones, al final del texto: España, país de misión el autor ofrece otras que permitirán profundizar en el planteamiento del problema.


 

Segunda parte

La palabra de Dios denuncia todo ritualismo vacío


1. Introducción

La primera parte nos ha puesto de manifiesto que, ciertamente, no se puede identificar el simple hecho de estar bautizado con el de ser cristiano. La realidad sociológica de nuestro pueblo lo manifiesta claramente. Y posiblemente nuestra propia experiencia sea también un signo de ello.

Sin embargo, queda por descubrir cuál es la valoración que, desde la palabra de Dios, tienen unas prácticas religiosas realizadas, muchas veces, por costumbre y sin preocuparnos de descubrir su verdadero y auténtico sentido.

 

2. Textos bíblicos

a) Mensaje del profeta Isaías: 1,10-18 (ver Documentación).

La dureza del profeta se debe a que el pueblo de Israel había desvirtuado la alianza. Se sentía satisfecho con cumplir unas prácticas religiosas, pero olvidaba el contenido auténtico que debía tener todo rito realizado.

La denuncia profética pone de manifiesto la "mentira" de la religiosidad de un pueblo que, además, se consideraba "cumplidor" de la ley.


b) Principios a la luz de lo que Cristo hace y dice: Mc 7,1-13; Mt 23,23-27 (ver Documentación).

Toda práctica religiosa responde a un "contenido", que es lo fundamental y lo que debe dar sentido al "acto".

Dios se fija en la actitud y no en el formulismo externo.

Se critica duramente la "apariencia" y la "mentira" expresadas en comportamientos que no responden a la sinceridad del corazón.

El fariseísmo radica en abandonar las exigencias fundamentales y presentarse como un cumplidor legalista y estricto en las minuciosidades.


3.
Oración

Misericordia quiero y no sacrificios

"Misericordia quiero y no sacrificios (bis).

Escucha, pueblo mío, acoge mi palabra.
Esté tu oído atento: te mostraré la vida.
No me gustan las ofrendas que se quedan en lo externo.
El culto que yo quiero es la humildad y la justicia.

    Misericordia...

No olvides la denuncia que hicieron los profetas:
`Mi pueblo me da honra tan sólo con mis labios,
pero está su corazón lejos de mi voluntad.
Su doctrina son preceptos inventados por los hombres'.

    Misericordia...

Quitad de vuestro culto las prácticas vacías.
Buscadme sin descanso con todo el corazón.
Vuestra ofrenda habrá de ser un espíritu contrito,
un humilde corazón será vuestro sacrificio.

    Misericordia...

Levanta al oprimido; al huérfano defiende;
protege a las viudas; lo recto buscarás.
Compasión y bondad son los dones que me agradan.
Holocausto aceptable es hacer mi voluntad.

Misericordia..."


 

Tercera parte

Buscando sentido a nuestra condición de creyente

1. Introducción

Esta tercera parte de la catequesis tiene un carácter de exigencia y compromiso para el grupo. Hemos analizado cómo para muchos cristianos las "prácticas religiosas" realizadas con más o menos conciencia son el único signo de identidad cristiana. Sin embargo, en nuestra reflexión hemos descubierto que no es así. Más aún, la palabra de Dios ha sido dura y crítica con las posturas y actitudes "formalistas".

El planteamiento de fondo es que "somos" y nos llamamos "cristianos" y, posiblemente, no hemos descubierto nuestra condición de creyente. ¿Somos realmente creyentes? El sentido, por tanto, de esta parte de la catequesis es redescubrir el valor y sentido de "ser creyente".

 

2. Reflexión en grupo

El diálogo en el grupo puede versar sobre las siguientes cuestiones:

  1. ¿Qué significa para el grupo ser creyente?

  2. ¿Es posible ser practicante y no creyente?

  3. ¿Es posible ser creyente y no practicante?

 

3. Lectura comentada

El texto de la lectura Redescubrir la actitud religiosa se encuentra en Documentación.

Como clave de lectura conviene tener presente que el núcleo central de la religión (práctica religiosa) es Dios. El hombre es "creyente" tanto en cuanto realiza y vive una "experiencia de relación" con Dios. ¿Somos entonces creyentes? ¿Hemos descubierto a Dios? ¿Qué condiciones son necesarias para dicho descubrimiento y para mantener una actitud creyente? ¿Es posible "ser cristiano" si está fallando el presupuesto básico de "ser creyente"? Etc.

 

4. Oración

Concluimos esta sesión catequética recitando la misma oración que Job, sobre todo desde su misma experiencia de "confundido" y "perplejo", porque nos creíamos "religiosos" ("cristianos") y apenas conocemos a Dios.

"Reconozco que lo puedes todo
y ningún plan es irrealizable para ti,
yo, el que te empaño tus designios
con palabras sin sentido;
hablé de grandezas que no entendía,
de maravillas que superan mi comprensión.
(Escúchame, que voy a hablar,
yo te interrogaré y tú responderás.)
Te conocía sólo de oídas,
ahora te han visto mis ojos:
por eso me retracto y me arrepiento
echándome polvo y ceniza" (Job 42,2-6).


 

Documentación


1. España, país de misión

"Según las estadísticas oficiales, el número de bautizados en la Iglesia católica no baja del 95 por 100. Si por el hecho de estar bautizado se pertenece, al menos oficialmente, a la Iglesia católica, podemos concluir que España sigue siendo, oficialmente, un país mayoritariamente católico. De hecho, el grupo de creyentes en otras religiones es muy minoritario.

Con todo, el número de bautizados es superior al de los que, por su actitud ante la religión, afirman pertenecer al catolicismo: 89 por 100. En España, pues, hay bautizados que no se declaran católicos: su porcentaje no baja del 6 por 100.

Más aún, el porcentaje de españoles que se declara creyente es de un 84 por 100. Según ellos, España seguiría siendo `un país creyente, al menos en un nivel de fe teórica'. Pero también se concluye esto: en España hay bautizados que se declaran católicos, pero no creyentes (al menos un 5 por 100), y hay también bautizados que no se declaran católicos ni creyentes: su porcentaje no baja del 11 por 100.

Bautizados 95
Se declaran católicos 89
Se declaran creyentes 84
Piden los "cuatro sacramentos" 84
Creyentes no practicantes 15
Practicantes habituales 44%
Dios, "algo por encima de todo" 40
Dios, "Padre que nos ama" 29
Caridad, norma de vida (no) 36
Justicia en negocios (imposible) 44
Misa casi todos los domingos 55
Comunión casi todos los domingos 11
Pasivos y marginales 68
Integrados comunitariamente 14

(...) En cuanto a comportamiento ritual, nos centramos'en el análisis de la participación en la asamblea eucarística: asistencia a misa y comunión. El 55 por 100 de la población encuestada acude a misa todos los domingos. Sin embargo, se observa una clara tendencia a decrecer este porcentaje en la medida en que predomina una cultura de carácter urbano e industrial. La asistencia dominical es mucho más baja en las ciudades, entre jóvenes, en el mundo universitario, en las zonas industrializadas, en el mundo obrero. En la mayoría de los casos, lo que se abandona son `unos ritos impuestos obligatoriamente y realizados sin sentido y por temor'.

`La comunión es un indicador de participación cultual más valioso que la asistencia a misa... Ambas deberían ir siempre unidas. Sin embargo, en la práctica no es así, y nos encontramos con que los porcentajes de comulgantes son mucho más bajos que los de asistencia a la misa dominical'.

Aunque entre los asistentes a misa el número de los que comulgan es progresivamente creciente, de hecho los católicos españoles que comulgan `todos o casi todos los domingos' alcanzan sólo el 11 por 100. Este dato es muy significativo, teniendo en cuenta que nos estamos moviendo en el plano cuantitativo de la frecuencia de la comunión o no, todavía, en el plano cualitativo de la autenticidad de la celebración.

En cuanto a la dimensión comunitaria, los porcentajes de pasividad son ciertamente muy altos: un 68 por 100 de los católicos españoles están integrados pasivamente en auténticas `comunidades cristianas'. Si comparamos estos resultados con el carácter esencialmente comunitario del cristianismo, los datos obtenidos son todavía más desconcertantes.

(...)

Muchos son los bautizados, pocos los evangelizados. En efecto, los bautizados en España superan el 96 por 100 de la población. Pero si nos preguntamos: ¿Quiénes están evangelizados?, ¿quiénes han llegado a reconocer existencialmente que Jesús es el Señor?, ¿quiénes han llegado a descubrir la justicia del evangelio?, ¿quiénes han llegado a confesar personalmente toda la fe de la Iglesia?, ¿quiénes viven comunitariamente la fe?, entonces tenemos que concluir que son ciertamente pocos" (ICA; DOC 1,4-5.10).

 

2. Palabra de Dios

Antiguo Testamento

"¡Escuchad la palabra de Yavé, jefes de Sódoma; prestad oído a la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra! ¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? —dice Yavé—. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasas de becerros; la sangre de novillos, de corderos y de machos cabríos me repugna.

Cuando venís a presentaros ante mí, ¿quién pide esto de vosotros? Dejad de hollar mis atrios para traerme ofrendas vanas; me causa horror su incienso. Novilunios, sábados, asambleas... ¡Ya no soporto más sacrificios ni fiestas! Vuestros novilunios, vuestras solemnidades odio con toda el alma: un peso se me han vuelto, y estoy cansado de aguantarlas.

Cuando extendéis las manos, aparto mis ojos de vosotros; aunque multipliquéis vuestras plegarias, no las escucho. Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos; alejad vuestras malas acciones de mis ojos, dejad de hacer el mal. Aprended a hacer el bien,perseguid la justicia, socorred al oprimido, haced justicia al huérfano, defended a la viuda. Venid, pues, hagamos cuentas —dice Yavé—. Y si vuestros pecados son como la grana, blanquearán como la nieve; si son rojos cual la púrpura, se volverán como la lana" (Is 1,10-18; cf Am 5,21-25).

"Ha dicho Yavé: Porque este pueblo se acerca a mí sólo con palabras y sólo de labios me honra, mientras su corazón sigue lejos de mí, siendo así su religión para conmigo sólo un mandamiento humano, una lección aprendida. Por eso yo continuaré obrando maravillas; entonces fracasará la sabiduría de sus sabios y la inteligencia de sus inteligentes se eclipsará" (Is 23,13-14).

Nuevo Testamento

"Un día se acercaron a Jesús los fariseos con algunos maestros de la Ley llegados de Jerusalén y se fijaron que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin lavárselas. De hecho, los fariseos (y todos los judíos), aferrados a la tradición de los mayores, no comen sin haberse lavado cuidadosamente las manos; tampoco comen al volver del mercado sin lavarse antes, y hay muchas otras costumbres que ellos conservan, como la de lavar los vasos, los jarros y las bandejas. Por eso los fariseos y los maestros de la Ley le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de los ancianos, sino que comen con las manos impuras? Jesús les contestó: ¡Qué bien salváis las apariencias! Con justa razón habla de vosotros el profeta Isaías cuando escribía:

Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me rinden no sirve de nada,
y sus enseñanzas no son más que mandatos de hombres.

Dispensáis del mandamiento de Dios y luego mantenéis la tradición de los hombres. Y Jesús hizo este comentario: Dejáis tranquilamente a un lado el mandato de Dios para imponer nuestra tradición. Así, por ejemplo, Moisés dijo: Atiende a tu padre y a tu madre; y también: El que maldiga a su padre o a su madre debe ser condenado a muerte. Vosotros, por el contrario, afirmáis que un hombre puede decirle a su padre o a su madre: No puedo ayudarte porque todo lo que tengo lo he consagrado a Dios. En este caso decís que ya no tenéis que ayudarlos. Así, pues, anuláis la palabra de Dios en beneficio de la tradición que habéis transmitido y hacéis muchas otras cosas parecidas a éstas" (Mc 7,1-13).

"¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que pagáis diezmo de todo, sin olvidar la menta, el anís y el comino, y, en cambio, no cumplís lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Estas son las cosas que deberíais observar, sin descuidar las otras. ¡Guías ciegos, que coláis un mosquito y os tragáis un camello!

¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera copas y platos, y por dentro estáis llenos de envidia y avaricia! Fariseo ciego, limpia primero el interior del vaso y después se limpiará también el exterior.

¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que os parecéis a sepulcros bien pintados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre. Así también vosotros: por fuera os presentáis como hombres religiosos, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de maldad" (Mt 23,23-27).

 

3. Redescubrir la actitud religiosa

"El reconocimiento de Dios como Dios

Redescubrir la religión es redescubrir el valor, la importancia, la dignidad de lo que es su centro; la afirmación, el reconocimiento, la confesión de Dios como Dios, es decir, como lo único necesario...

... En segundo lugar, creemos necesario insistir en ese redescubrimiento de lo esencial porque, si es falso que Dios ha muerto, es indudable que nuestra sociedad padece un eclipse de Dios y en ese eclipse no hemos dejado de participar los creyentes con la interposición de una vida que transparenta más nuestros intereses, nuestras preocupaciones y nuestras obsesiones que la presencia vivificante de Dios...

... La tercera razón por la que ese redescubrimiento nos parece necesario es porque se puede hablar mucho de Dios y que todas las palabras, en lugar de significar, aneguen lo que significan. Así el habla superficial no avalada por una experiencia; el habla rutinaria que repite palabras hechas, lugares comunes, retóricas heredadas; el habla ideologizada que se sirve de Dios —una palabra que sigue suscitando ecos muy profundos en los hombres— para someter a otras personas, para defender posiciones, para justificar intereses.

Por eso necesitamos hacer el redescubrimiento de Dios. Job venía hablando de Dios y gritándole a lo largo de todo su alegato, hasta que Dios mismo se le manifiesta. En aquel momento confiesa: "Hablé de grandezas que no entendía, de maravillas que superan . mi comprensión... Te conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos; por eso me retracto y vuelvo al polvo y la ceniza". Tal vez muchos cristianos de hoy tengamos que reconocer, después de haber hablado mucho de Dios, que le conocíamos sólo de oídas. Por eso necesitamos hacer el redescubrimiento de la religión...


Las condiciones para el encuentro con Dios

Y Dios no aparece a una mirada dispersa, a un hombre distraído, a un hombre perdido en el divertimiento. El encuentro con Dios, que tiene lugar en el centro mismo de la persona...

...Dios no aparece tampoco a una mirada anónima como caracteriza al hombre masificado. El Dios que entrega su nombre al revelarse, llama al hombre por su propio nombre y le exige estar despierto a su condición de persona.

Tampoco una mirada superficial es capaz de percibirle. Esa mirada, por ejemplo, que se contenta con el cómo y el qué, sin llegar nunca al porqué nacido del asombro y del maravillamiento y como fruto de una reflexión profunda.

Dios no aparece a una mirada interesada que sólo se preocupa de la utilidad, la practicidad, del para qué; que todo lo ordena a un sujeto reducido a utilización y disfrute y que por eso se convierte en mirada obsesionada y agobiada.

Ni, por último, a una mirada dominadora como la del hombre puramente técnico, que todo lo manipula, que se pasea por el mundo haciendo y deshaciendo y se muestra incapaz de contemplar.

El redescubrimiento de Dios exige de nosotros una cura lenta de sosiego, de concentración, de interiorización, de contemplación, de disponibilidad, de gratuidad, de desasimiento, de libertad interior, de creatividad; necesitamos un largo período de rehabilitación para lo espiritual...

...Comienza a haber encuentro con Dios y descubrimiento de la religión cuando un hombre personalmente maduro reconoce la realidad trascendente, la reconoce como personal y pone en élla su salvación definitiva". (JUAN MARTÍN VELASCO, La religión en nuestro tiempo, Sígueme, Salamanca 1978, 83-86).