INTRODUCCIÓN GENERAL

 

I. Naturaleza del catecumenado

1. ¿Qué es un "catecumenado"?

En su contenido más originario, "catecumenado" era el período dedicado a la preparación de los convertidos a Cristo antes de recibir los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, confirmación y eucaristía). Esa fue la práctica durante los primeros siglos del cristianismo.

Hoy día, la palabra "catecumenado" tiene un con-tenido más amplio, aun en el magisterio de la Iglesia —como veremos—, entendida no sólo en su sentido originario, sino como proceso de iniciación cristiana de los que ya han recibido los sacramentos específicos de dicha iniciación.

Por tanto, cuando hablamos de "catecumenado" de adultos, hoy, normalmente, se entiende el proceso catequético que viven y realizan muchos cristianos en orden a redescubrir la fe, que, se presupone, debiera ser una "fe adulta", aunque realmente no lo es, porque no ha crecido en las condiciones adecuadas. Al dar res-puesta al porqué del catecumenado y al señalar los objetivos del mismo quedará más clara la naturaleza de un "catecumenado" en sentido amplio, tal como se ha implantado hoy en las comunidades.

2. ¿Por qué un "catecumenado" entre los bautizados?

No es de extrañar tal pregunta, aunque sea fácil su respuesta. Hemos de partir de que el bautismo se imparte normalmente a los niños. Por tanto, ya entonces no puede haber una "iniciación" previa. Pero, además, después de estar bautizados, muchos tampoco han recibido una educación progresiva en la fe. Con lo cual, aun estando bautizados y habiendo recibido otros sacramentos, no han hecho una opción clara por la fe ni viven conforme a las exigencias mínimas de los sacramentos recibidos. La paradoja es patente: muchos están bautizados, pero no son cristianos de opción y compromiso.

El catecumenado para los bautizados tiene, pues, una connotación específica: desarrollar la fe recibida en el bautismo de manera que el adulto asuma con responsabilidad evangélica las exigencias de la vida cristiana.

3. Objetivos del catecumenado

Pasar de una fe infantil a una fe adulta. Esto es, superar una fe "sociológica" por una fe consciente que implique una verdadera aceptación de Cristo.

Crear comunidades cristianas. El proceso catecumenal ha de vivirse en clave comunitaria; pretende que los catequizantes vivan y celebren la fe comunitariamente. Por tanto, será objetivo del catecumenado crear una comunidad cristiana allí donde no exista, o insertar a los catequizandos en ella allí donde no exista. Haciendo comunidad se hace Iglesia.

Alcanzar una síntesis de fe. La síntesis de fe debe entenderse en la dinámica de maduración, de conversión, de construcción de un estilo nuevo de vida, que es lo que pretende el catecumenado. La "síntesis de fe" significa asimilar los núcleos fundamentales del mensaje cristiano que han de ser la "clave" de interpretación y de iluminación de la propia vida y el fundamento que posibilite al creyente "dar razón de la esperanza a quienes la pidieren" (1 Pe 3,15).

Suscitar cristianos comprometidos y testigos de la fe. Tomar conciencia del paso de una fe infantil a una fe adulta exige asumir el compromiso como una consecuencia de la fe.

Estos objetivos debieran ser realidad vivida en todo "cristiano" que haya aceptado la fe consciente y responsablemente. Por eso, el catecumenado, en cuanto institución o proceso posbautismal, pretende las metas características de una auténtica iniciación cristiana. En definitiva, pretende despertar, suscitar, crear actitudes y comportamientos que respondan a las exigencias del bautismo, de la confirmación y de la eucaristía.

4. Características del catecumenado

El catecumenado en cuanto "proceso" por el que el "bautizado" va descubriendo y madurando en la fe, en relación con otros catequizandos, tiene una estructura y, consiguientemente, unas características que lo significan como tal. Señalamos algunos de los rasgos que deben prevalecer en la marcha de un catecumenado para que no degenere y se convierta en un grupo ideológico o de cualquier otro tipo:

Clima de oración. No es sólo la búsqueda de un "saber", sino la maduración de la experiencia de fe en Jesucristo. Por eso, la oración de invocación al Espíritu y de acción de gracias han de estar presentes en el grupo.

Encuentro con la Palabra. La palabra de Dios será la que escudriñe el corazón del hombre, le juzgue y le salve. La experiencia de fe consiste fundamentalmente en una experiencia personal y comunitaria de la Buena Nueva.

Talante comunitario. El grupo catecumenal es algo más que la suma de individuos. Debe estar caracterizado por el diálogo y la comunicación interpersonal, como rasgos de su funcionamiento, y por un espíritu de solidaridad, de comunicación y de comunidad eclesial, en cuanto metas a conseguir a través de la propia vivencia del proceso catecumenal. Ha de fomentar todo lo que favorezca la interrelación personal y la integración del grupo como comunidad, como exigencia de lo que es un grupo catecumenal.

Celebración de la fe. Si el proceso catecumenal es un camino de descubrimiento experiencial de la fe, una exigencia lógica del catecumenado es "celebrar la fe". Cada avance en el proceso de iniciación y maduración de la fe es una experiencia de gozo semejante a la de la dracma encontrada. Expresar y celebrar la fe es peculiar del proceso catecumenal.

Apertura a la comunidad eclesial. El grupo catecumenal no es un grupo cerrado en sí, constituyendo un gueto, sino inserto en el gran grupo de la Iglesia universal y de la Iglesia local. Esta conciencia universalista y de apertura debe evitar toda cerrazón, enquistamiento o prurito de grupo "privilegiado". A lo sumo, el grupo catecumenal ha de ser "conciencia crítica" de la necesidad de una conversión constante.

 

2. Doctrina del Magisterio sobre el catecumenado

1. Concilio Vaticano II

"Los que han recibido de Dios, por medio de la Iglesia, la fe en Cristo, sean admitidos con ceremonias litúrgicas al catecumenado, el cual no es mera exposición de dogmas y preceptos, sino formación y noviciado convenientemente prolonga-do de toda la vida cristiana, con el que los discípulos se unen a Cristo, su Maestro" (AG 14).

2. Directorio General de Pastoral Catequética

"En las regiones tradicionalmente cristianas se encuentran diversas organizaciones para la catequesis de adultos y hasta se tienen organizaciones catecumenales para quienes se preparan a recibir el bautismo o para quienes, estando bautizados, carecen, sin embargo, de la debida iniciación cristiana" (DGPC 19; cf 20).

  1. Sínodo de los Obispos de .1977

    "Por esta razón, el modelo de toda catequesis es el catecumenado bautismal, formación específica que conduce al adulto convertido a la profesión de su fe bautismal en la noche pascual. A lo largo de esta preparación, los catecúmenos reciben el Evangelio (Sagrada Escritura) y su expresión eclesial, que es el símbolo de la fe" (CNT 8).

     

  2. "Evangelii nuntiandi"

    "Por lo demás, sin necesidad de descuidar de ninguna manera la formación de los niños, se viene observando que las condiciones actuales hacen cada día más urgente la enseñanza catequética bajo la modalidad de un catecumenado para un gran número de jóvenes adultos que, tocados por la gracia, descubren poco a poco la figura de Cristo y sienten la necesidad de entregarse a El" (EN 44).

     

  3. "Catechesi tradendae"

"Entre estos adultos que tienen necesidad de la catequesis, nuestra preocupación pastoral y misionera se dirige a los que, nacidos y educados en regiones todavía no cristianizadas, no han podido profundizar la doctrina cristiana que un día las circunstancias de la vida les hicieron encontrar; a los que en su infancia recibieron una catequesis proporcionada a su edad, pero que luego se aleja-ron de toda práctica religiosa y se encuentran en la edad madura con conocimientos religiosos másbien infantiles; a los que se resienten de una catequesis sin duda precoz, pero mal orientada o mal asimilada; a los que, aun habiendo nacido en países cristianos, nunca fueron educados en su fe y, en cuanto adultos, son verdaderos catecúmenos" (CT 44).

 

3. Camino de Emaús: el porqué de un título

El último capítulo del evangelio de san Lucas comienza narrando el anuncio de la resurrección a las mujeres y el desconcierto de los discípulos al recibir la noticia (cf Lc 24,1-2). Sigue después la parte más amplia del capítulo, en que se nos cuenta el encuentro de Jesús con dos de ellos que, descepcionados por todo lo ocurrido, se marchaban hacia Emaús (cf Lc 24,13-35). Finalmente, el evangelio recoge la aparición a los discípulos y la subida al cielo (cf Lc 24,36-49). Las tres partes parecen reflejar las etapas de un proceso de evangelización: el anuncio del kerigma, el catecumenado y la iniciación cristiana con la incorporación a la comunidad. No parece arriesgado afirmar que el autor del tercer evangelio haya querido presentar la resurrección a partir del esquema que la Iglesia primitiva seguía en la incorporación de nuevos miembros. Según esto, el encuentro de Jesús con Cleofás y su innominado compañero no habría sido sino una catequesis en la que, revisando los acontecimientos a la luz de la palabra de Dios, les habría ayudado a comprender el verdadero sentido de los mismos y a aceptar a Jesús como Mesías Salvador.

El punto de partida fue la situación de los dos discípulos. Jesús les formula una serie de preguntas encaminadas a hacerles tomar conciencia de la misma: esperaban que Jesús fuera el libertador de Israel, es decir, esperaban que fuera el Mesías político que tantos anhelaban; algunos se habían puesto a decir que había resucitado, pero ellos habían abandonado Jerusalén; esto significaba que habían oído la buena noticia, el kerigma, pero no lo habían aceptado porque su idea de Jesús les bloqueaba —los ojos los tenían como embotados—, impidiéndoles ver el verdadero sentido de las cosas. Esa es la situación de estos hombres: sus prejuicios y su falsa esperanza defraudada les impide ver la realidad de la salvación.

Una vez que Jesús les ha conducido al descubrimiento de su situación existencial, comienza a mostrarles, partiendo de la Escritura, el verdadero sentido de los acontecimientos que ellos, con una absoluta falta de fe, acababan de narrar. La palabra de Dios viene a dar sentido a la realidad, a los acontecimientos. Poco a poco se va produciendo en aquellos hombres una transformación que luego confesarán: es la transformación propia del que adquiere una nueva mentalidad, una nueva visión de las cosas. Se produce en ellos un nuevo cambio de mente, una conversión: sus ojos se abren para reconocer a Jesús. Esto ocurre cuando repite el gesto de la multiplicación de los panes (cf Lc 9,15-16). Ya entonces se mostró como Mesías, pero no conforme a la idea que ellos tenían; por eso a renglón seguido les invitó a seguirle cargando con la cruz (cf Lc 9,23-27). La catequesis que Cristo resucitado les da contiene, por tanto, dos elementos: la palabra y el signo, una palabra que interpreta a los acontecimientos y unos signos que vienen a corroborar el sentido des-cubierto.

Cuando se ha producido el cambio, la conversión, sus ojos se abren y reconocen a Jesús, pero éste des-aparece de su presencia. Después de un cambio de impresiones, se vuelven a Jerusalén, se reintegran a la comunidad. En adelante será ésta la que haga presente a Cristo en el mundo. Su vida, su mensaje, su sacrificio y testimonio serán la vida, el mensaje, el sacrificio y el testimonio de Cristo.

Se ha elegido este título porque la experiencia de los dos que iban camino de Emaús nos sitúa ante un proceso similar al que se vive en un itinerario catecumenal; porque nos marca un estilo, un modo de hacer las cosas; porque es un punto de referencia obligado; porque nos pone en relación con la tradición de la Iglesia primitiva.

 

4. Estructura general del "Itinerario catecumenal para adultos"

Como respuesta a las necesidades de realizar un proceso de evangelización con los "bautizados" en orden a redescubrir la fe recibida, el Secretariado Diocesano de Catequesis ha elaborado un proyecto que ahora presentamos brevemente y que titulamos Camino de Emaús.

Es destinatario de este proyecto catecumenal todo "bautizado", joven o adulto, que quiera realmente descubrir el sentido de su fe. Se trata, por tanto, de iniciar un camino junto a otros bautizados, reflexionando sobre la palabra de Dios y sobre la propia vida, en orden a un mayor conocimiento de Jesucristo y, consecuentemente, para vivir mejor como discípulos suyos.

El proyecto consta de varias etapas, a través de las cuales el grupo va viviendo y celebrando progresiva-mente la fe. Los temas catequéticos son 25. Este es el plan general del proyecto. Para una visión de conjunto, véase el gráfico que aparece en las páginas 8-9.

 

1. Primera etapa: ¿Cuál es mi fe?

En ella se pretende reflexionar sobre la realidad concreta de cómo vivimos la fe. Se trata, por tanto, de tomar conciencia de cuál es nuestra vida cristiana. Sin duda alguna, descubriremos que hay muchas lagunas y deficiencias que hay que rellenar y purificar. Los te-mas catequéticos de esta etapa son los siguientes:

    Núcleo catequético: Luces y sombras de nuestra fe

1. Estoy bautizado, pero ¿soy cristiano?
2. La fe significa creer en Alguien.
3. Ponte en camino.

Jornada de reflexión: Rito de adhesión al catecumenado y entrega del evangelio.

 

2. Segunda etapa: La fe de la Iglesia

Esta segunda etapa es la más amplia. Si en la anterior hemos visto cómo era nuestra fe en la vida, ahora pretendemos descubrir cuál es la auténtica fe de la Iglesia. De la Iglesia hemos recibido la fe en el bautismo, en ella tenemos que vivirla y, por tanto, ella es la que nos enseña y educa para vivirla según Jesucristo.

Esta etapa está dividida en varias fases, correspondientes a distintas facetas de la fe de la Iglesia.

Primera fase: Experiencia de un pueblo creyente

Está centrada en las grandes experiencias de fe bíblicas vividas por el pueblo de Dios en su camino de salvación. El grupo catecumenal también ha de recorrer ese camino de purificación y prueba para encontrarse con el Dios vivo, Jesucristo.

    Núcleo catequético: por los caminos del Dios vivo

4. El éxodo: Habéis sido llamados a la libertad.
5.
La tentación: La fe sometida a prueba.
6.
La Alianza: La comunión con el Dios vivo.
7.
La idolatría: No tendréis otros dioses.
8.
El profetismo:
Centinelas de la alianza.
    Convivencia.


Segunda fase:
Jesús, camino, verdad y vida

El objetivo de esta segunda fase es descubrir a Jesucristo, su persona y su mensaje, y provocar una adhesión plena a El. Y desde el conocimiento de Jesús, descubrir la nueva imagen de Dios, del hombre y del mundo. Son varios los núcleos catequéticos de que consta esta fase:

Núcleo catequético: El Señor ha resucitado, nosotros somos sus testigos (primer núcleo)

9. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
10. El resucitado ha sido constituido Señor y Salvador.


Núcleo catequético: Muéstranos al Padre. Jesús, el rostro de Dios vivo
(segundo núcleo)

11. Mi Dios y vuestro Dios.
12. El os lo enseñará todo.


Núcleo catequético: He aquí al hombre. Jesús, el hombre nuevo
(tercer núcleo)

13. Hombre viejo, hombre nuevo.
14. Hijo de Dios y hermano de los hombres.
15. Tiempo de lucha y de esperanza.


Núcleo catequético: Un cielo nuevo y una tierra nueva. Sentido nuevo de la existencia
(cuarto núcleo)

16. Muerte-vida: un hecho, una promesa.
17. Bienaventurados seréis.
18. Un cielo nuevo y una tierra nueva. Convivencia.

 

Tercera fase: Llamados a vivir en comunión

El núcleo central es la Iglesia. Se pretende que el grupo catecumenal descubra y viva el sentido eclesial como una dimensión esencial de la fe. Consta de un solo núcleo catequético y cuatro catequesis.

Núcleo catequético: Sois pueblo de Dios

19. Del antiguo al nuevo pueblo de Dios.
20. La Iglesia, comunidad en el Espíritu.
22. Llamados a servir y no a ser servidos.
22. Sed mis discípulos.
      Convivencia.

 

3. Tercera etapa: Hombres nuevos

Esta es la etapa conclusiva. Si el camino catecumenal se orienta a que el "bautizado" redescubra los sacramentos de la iniciación cristiana, en esta etapa es cuando se va a realizar un descubrimiento y una celebración de cada uno de dichos sacramentos. Los ritos que en ella se van a realizar son, amén de los escrutinios para constatar las disposiciones de los catequizandos, la entrega del credo y del padrenuestro como expresión de que están iniciados en la fe.

Núcleo catequético: Sacramentos de la iniciación cristiana

23.
El bautismo: Tenéis que nacer de nuevo.
      Celebración.
24.
La confirmación: Seréis mis testigos.
      Celebración.
25.
La eucaristía: Haced esto en memoria mía.
      Celebración.

 

4. Jornada de proyección pastoral

Concluido el camino catecumenal, el grupo debe integrarse celebrativa y apostólicamente en la comunidad cristiana. La razón del catecumenado es crear la comunidad cristiana donde no exista o revitalizarla donde esté constituida. Esta jornada, por tanto, se orienta a proyectar la integración en la comunidad.

 

5. Actitudes básicas del catequizando para iniciar el camino catecumenal

Hemos visto que Juan Pablo II, en la Catechesi Iradendae, habla de los adultos, que no están suficientemente "educados en la fe" como de "verdaderos catecúmenos" (CT 44). Efectivamente, estos "catecúmenos" son los principales "protagonistas" del proceso catecumenal, en cuanto que a ellos se orienta y por ellos se establece. En este sentido cabe decir que ellos son los "responsables" principales en este camino catecumenal. Por eso consideramos importante ofrecer algunas de las actitudes básicas que debe asumir el catequizando adulto. Es verdad que estas mismas actitudes son objeto de consecución a través del proceso catecumenal; sin embargo, deben estar presentes inicialmente, al menos, en sus rasgos básicos.

1. Conciencia de una vida cristiana poco comprometida

Es la primera actitud básica. Quien se considera suficientemente comprometido y viviendo una vida consecuente con la fe, el camino catecumenal le sobra. Ser "destinatario" del itinerario catecumenal significa tomar conciencia de que su "bautismo", muchas veces, no es más que un título de sociedad; o un carnet de pertenencia a un grupo social llamado iglesia; o una opción religiosa caracterizada por su anemia y atonía; o un don no suficientemente descubierto y revalorizado; o un compromiso que exige revisión y empuje, etc. Lo importante es que el catequizando se perciba como un "bautizado" no satisfecho en su forma de vivir su bautismo.

Esta elemental y básica autoconciencia de "bautizado" pero no "cristiano" es asequible a todos. Sólo una actitud de autosuficiencia sería obstáculo a la conciencia de la propia pobreza de la vida cristiana. Y esa misma "autosuficiencia" está reclamando un camino de conversión, un proceso catecumenal, aunque cierta-mente todo "corazón de piedra" es una muralla a la misma acción de Dios. De ahí que sea necesaria esta otra actitud básica: actitud de búsqueda.

2. Actitud de búsqueda

De la propia conciencia de indigencia emerge la actitud de búsqueda. Al principio es una búsqueda en nebulosa; búsqueda desde la inseguridad y el desconocimiento; búsqueda casi sin norte y sin horizonte. También puede tratarse de una búsqueda consciente en el "buscar" y en lo "buscado". Esta actitud básica radica en la "disposición" de saberse indigente, pobre, vacío, limitado... y que necesita "luz" en su oscuridad. La "imagen" del catequizando es la del ciego que, sin haber conocido la luz, la intuye y busca; o la del "caminante" que, sin camino, hace camino al andar.

El catequizando es fundamentalmente un "buscador" o de la "dracma" perdida, o del "tesoro escondido", o del agua de Siloé que le cure, o del agua del pozo de Jacob que le sacie la sed... La actitud de búsqueda es lo que le hace "ponerse en camino". Pero ¿solo?

3. Actitud comunitaria

El catequizando no es un solitario en su búsqueda. Es fundamental la conciencia de caminar juntos. Esta "actitud básica" no significa haber integrado "lo comunitario" como un valor. Eso será objeto de descubrimiento en el proceso catecumenal. Lo fundamental es sentirse acompañado y acompañante. Rechazar a todo grupo y constituirse en "isla" significaría negar el proceso catecumenal.

El catequizando, en cuanto perteneciente a un grupo catecumenal, asume la "solidaridad" como una actitud básica y toma conciencia de ella por lo que tiene de ausencia "en" su vida y, lógicamente, también por lo que tiene de necesidad e importancia "para" su vida. El grupo, por tanto, es el entorno del catequizando en su caminar, y de ahí que sea un camino "comunitario"; aunque no es el grupo quien de verdad hace la auténtica compañía, sino el Espíritu.

4. Actitud de apertura al Espíritu

El verdadero "compañero" de viaje es el Espíritu. El es quien va a dar la "luz" y el "agua"; quien abre los senderos y perfila el camino; quien da unidad al grupo y fortaleza al caminar... Por eso es clave que haya una actitud inicial de "apertura" al Espíritu. Cerrarse a la acción del Espíritu sería enclaustrarse en el propio egocentrismo y, por tanto, negar las actitudes básicas anteriores.

"Apertura" al Espíritu significa fundamentalmente asumir el proceso catecumenal como un camino de búsqueda en clave religioso-cristiana. No se trata de un camino para simplemente "hacer amistad" o construir un "grupo de formación", o un "grupo ideológico", o un "grupo de presión"... Es un caminar para que el Espíritu guíe al grupo "a la verdad plena" (Jn 16,13). Lógicamente hace falta no sólo dejarse guiar, sino estar a la e.

5. Actitud de escucha

El "diálogo" es el lenguaje más común en el camino catecumenal. Diálogo entre los miembros del grupo a partir de la experiencia y a partir de la palabra de Dios. La actitud de escucha tiene, por tanto, como punto de referencia la realidad de los hombres y la palabra de Dios. Es el Espíritu quien habla por amboscauces. Aquí cabría decir que "no hay peor sordera que la de no querer escuchar".

La "actitud de escucha" exige un mínimo de "atención" y "sensibilidad". Tal actitud radica más en la disposición de la voluntad de querer escuchar que en la escucha misma. Esta será resultado del proceso catecumenal si ciertamente ha habido "voluntad" de escucha, aunque en realidad las interferencias y las dificultades van a ser muchas. De ahí, la actitud de no desfallecer y ser constante en el camino.

6. Actitud de constancia y fidelidad

Caminar con horizontes claros, con metas seguras y con rumbo establecido facilita el camino. Hacerlo, sin embargo, desde los presupuestos contrarios, lógica-mente, será un camino cargado de "tentaciones" al desaliento, al abandono, al cansancio, a la infidelidad. El catequizando debe de ser consciente de esta dificultad para que asuma, de una manera inicial, elemental y básica, un compromiso de constancia y fidelidad al camino iniciado.

La "actitud de constancia y fidelidad" está en coherencia con la "apertura al Espíritu". Merece ser constante, a pesar de las dificultades, porque hay una confianza básica en el Espíritu y un reconocimiento de que la Luz está cerca, que El nos acompaña como a los de Emaús, aunque aún no lo hemos reconocido. El catequizando confía en que la experiencia de los discípulos de Emaús se va a realizar también en él.

Otras muchas actitudes básicas son necesarias, pero las más elementales están señaladas. Podemos decir que un catequizando es aquel que, siendo consciente de que su vida cristiana no responde a las exigencias de la fe en Jesucristo, inicia un camino de búsqueda y descubrimiento de esa fe integrándose, para ello, en un grupo catecumenal con la confianza de que, con la luz y fuerza del Espíritu y su voluntad de constancia en el camino iniciado, conseguirá "reconocer" a Cristo, que vive resucitado entre nosotros y de cuya experiencia será testigo ante los demás.